Opuestos Positivos

Oleh teguisedcg

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Etham y Agatha son dos desconocidos que, sin saberlo, comparten un pasado en común. *** Porque, a pesar de e... Lebih Banyak

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Oleh teguisedcg



Capítulo dedicado a @alejandramm03, por recordarme que tengo que actualizar. Podré echarte a ti la culpa, porque sin actualización no hay sufrimiento jeje 😜

ETHAM
-33-

No sé en qué estaba pensando cuando la invité a cenar conmigo y con mi hermana.

«¿Qué mosca me había picado?», me pregunto a mí mismo.

No obstante, era tarde para arrepentimientos.

Aparco el coche, dejando la rueda trasera encima de la acera. Tamborileo el volante con los dedos en espera a que Agatha baje.

Tengo la mirada perdida en la carretera.

No dejo de darle vueltas a la cena.

¿Qué pasaría si no le cae bien Ginger?

O, lo que es peor, ¿y si a mi hermana pequeña le cae mal ella?

Sería todo un completo desastre.

Unos suaves toquecitos en la ventana cortan el hilo de mis pensamientos. Enfoco la vista en la dirección del ruido encontrándome a Agatha haciendo un gesto con la mano, sonriendo a pesar de que ahora mismo está viéndolo todo negro debido a los cristales tintados.

Ni me molesto en intentar reprimir la sonrisa que surca mi rostro. Desbloqueo la puerta y la abro.

—Estás muy guapa —digo en cuanto entra.

«En realidad siempre lo está».

Oh, no.

No acabo de pensar eso.

«Sí, si lo hecho».

Estoy tan ensimismado en lo que acaba de cruzar mi mente que ni escucho a Agatha dándome las gracias.

—¿Qué?

—Estaba diciendo que tú tampoco estás mal —comenta, sonriendo.

A pesar de su tez oscura, soy capaz de entrever el rubor en sus mejillas. Sonrío, divertido. Arranco el coche y salgo de su avenida con dirección al centro de la capital donde se encuentra mi apartamento.

No sé por qué estoy nervioso con que ella vaya, si no es la primera vez.

No obstante, hoy es de manera distinta.

Es como dar «un paso más» en nuestra relación.

Hacerla más real.

El silencio se instala entre nosotros con tanta naturalidad que no me veo en la obligación de romperlo. Simplemente dejo que llene nuestro alrededor. Lo único que lo interrumpe es el golpeteo de Agatha con su pie contra la alfombrilla del coche.

Aparco en el descampado que hay delante del complejo de apartamento en el que vivo. Bajo de este y lo rodeo por delante para abrirle la puerta Agatha. Me observa sorprendida por el gesto. Le guiño un ojo. Ella, en lugar de sonrojarse o sonreírme como haría cualquier otra persona, maldice en voz suficientemente alta para que la escuche.

No puedo evitar soltar una carcajada y en consecuencia recibo un golpe en el estómago por su parte.

—¿No me puedo reír o qué?

—Reír sí, pero no de mí —masculla, malhumorada.

—Entonces perdería la gracia.

Agatha me enseña el dedo corazón. Se gira sobre sus propios talones y comienza a caminar lejos de mí. Cierro el coche a toda velocidad para poder alcanzarla. Me posiciono por delante de ella y tomándola por sorpresa, la agarro de la cintura. Antes de que se pueda oponer, mi boca atrapa la suya. Ahoga un jadeo, cuando comienzo a mover los labios contra los suyos con intensidad. Apoya las manos sobre mis hombros mientras que yo me deleito acariciando sus curvas por encima de la ropa.

Podría pasarme horas solamente saboreando sus labios. Sé que ella también.

Es como si en lugar de arrebatarnos oxígeno al besarnos, nos lo estuviéramos entregando y que si, dicho beso se rompiese, dejaríamos de respirar.

Sin embargo, es todo lo contrario.

Por ello, a regañadientes, me separo un par de centímetros de ella. Me fijo en como me mira con sis ojos canela, estos con un brillo especial en ellos. Observo como se muerde el labio inferior y me fijo en que vuelve a tener las mejillas sonrojadas.

—¿Quieres entrar o prefieres cenar en el descampado? —bromeo.

—Gilipollas.

Niega con la cabeza y vuelve a andar en dirección a mi apartamento.

—¡Me lo tomaré como un cumplido! —grito, antes de alcanzarla.

* * *

Escucho a Agatha rebuscando entre los cajones de la cocina. No sé qué es lo que busca con tanto ahínco, pero está centrada por completo en la tarea que se ha impuesto.

Yo, por otro lado, meto la bandeja en el horno. Me acerco a ella por detrás y la abrazo por la cintura, provocando que pegue un respingo en respuesta.

—¿Qué haces? —murmuro muy cerca de su oreja.

—N-Nada. Estaba intentando poner la mesa.

—¿Para qué?

—No sé, ¿para hacer algo, por ejemplo? Tú lo has cocinado todo mientras yo solo te mirada.

—Eres mi invitada —ronroneo.

Siento la cercanía de su cuerpo con demasiada intensidad, teniendo en cuenta que mi hermana en cualquier momento puede aparecer por la puerta. Dejo de abrazarla. Agatha se gira sobre sí misma y rodea mi cuello, acortando de nuevo la distancia entre los dos.

—Pero yo quería ayudar —dice, haciendo un puchero.

—Puedes hacer algo mejor.

Sonrío con aire sugerente.

—Así, ¿el qué?

Bajo la mirada a sus labios gruesos y entreabiertos. Recorro su rostro con calma, al igual que si los minutos no pasarán. Su mirada y la mía se reencuentran, reflejando lo mismo que la mía: hambre.

Ahora es ella quien recorre mi cara hasta posarse en mis labios. Sin embargo, a diferencia de mí, da un paso más y sella nuestras bocas en un beso.

Nuestros labios se mueven con pasión contenida. Cualquier que nos viese creería que llevábamos semanas sin besarnos cuando ha sido todo lo contrario. Andamos por la cocina con los ojos cerrados y nuestras bocas juntas.

Agatha frena de golpe. Tanteo la superficie sin dejar de besarla, sintiendo el filo de la encimera. Sonrío con mis labios pegados a los suyos. Agatha se tensa en su sitio, pareciendo que me ha leído el pensamiento, cosa que solo lo hace más excitante.

Sin meditarlo una segunda vez, anclo las dos manos en su cintura y la alzo hasta sentarla encima. Me coloco entre sus piernas consiguiendo que ciertas partes de nuestros cuerpos entren en contacto. Acaricia con las acarician mi pecho, ascendiendo por este hasta enredar los dedos en mi pelo, obligándome a acortar la máxima distancia entre los dos.

Su lengua y la mía se encuentran a la misma vez que dejo con las manos caricias por la piel cálida de sus piernas. Subiendo un poco cada vez. El ambiente a nuestro alrededor se siente denso. Sin necesidad de calefacción, la temperatura del piso ha subido drásticamente.
Estoy a punto de colar la mano por debajo de su vestido cuando escucho el timbre.

Lo ignoro y continúo con mi recorrido indebido, cuando, de nuevo, tocan al timbre.

Gruño frustrado antes de cortar nuestro beso. Observo a Agatha alisándose el vestido y se baja de un salto de la encimera. Pasa los dedos por el pelo, intentando peinar sus rizos.

Su mirada canela se clava en mí, con la diversión reflejada en ella.

—¿Qué? —No puedo evitar preguntar.

—Creo que un amigo tuyo tenía ganas de jugar —bromea.

Confuso, frunzo el ceño sin entender a qué se refiere. Me mira a los ojos antes de desviarlos a «esa zona» para luego volver a subirlos. Bufo algo incoherente y ella rompe a reír.

Una tercera vez suena el timbre.

—¿Puedes tú...?

—Sí, sin problema. Tú intenta arreglar ese paquete.

—Ajá.

Escucho A Agatha alejándose y como su pasos se pierden por el salón. De repente, la alarma que me anuncia que las pizzas están listas comienza a pitar. Me coloco los guantes antes de abrir la puerta del horno y sacar las bandejas.

—¿No te has aburrido estando a solas con el pesado de mi hermano? —pregunta Ginger.

—Un poco pesado, a veces sí que es.

—¿A quién estáis llamando pesado? —cuestiono, mirando a las dos por encima de mi hombro.

Agatha no es capaz de disimular la sonrisa divertida. Ginger, por otro lado, enseria su rostro al cruzar una mirada conmigo.

—¿Qué te pasa? —le pregunto, acercándome a ella.

—La bruja me ha traído y se ha quedado abajo esperando —masculla.

—¿Bruja? —Oigo a Agatha preguntar.

—Nuestra madrastra —responde Ginger, haciendo una mueca de asco.

«¿Por qué se va a quedar esperando?»

No entiendo la facilidad que tiene Hester de amargarme la existencia.

No puedo dejar que Agatha la vea, todavía no he sido capaz de contarle nada y descubrirlo de esa manera tendría demasiadas consecuencias.

Sin mirar a ninguna de las dos, salgo del apartamento dando un portazo detrás de mí y bajo las escaleras.

Salgo a la fría noche. En frente de un Mercedes blanco y alargado, hay una mujer de abrigo de pelo oscuro que conjunta a la perfección con su melena afro azabache. Sonríe al ver que me acerco a ella.

—¿Qué haces aquí?

—A tu hermanita se le ha escapado que le ibas a presentar a tu nueva novia. Teniendo en cuenta tu mala reputación con las chicas, supuse a quién ibas a presentarle —responde con fanfarronería.

Cierro las manos en puños, intentando contener de alguna forma la rabia que me recorre. Solo quería hacer algo bien por una vez, pero, joder, ni en una maldita ocasión seré capaz de hacerlo.

Sin embargo, lo peor llega cuando escucho:

—¿Mamá?

Al girarme, me encuentro de golpe con Agatha que tiene la mirada clavada en nosotros, cristalizándose por culpa de las lágrimas contenidas.

N/A: TAN TAN TAAAAAN

Voy a empezar a asumir que me vais a querer matar en los últimos capítulos, pero bueno, quién tenga miedo de morir que no nazca :)

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