Lana estaba sentada en el suelo, cruzada de piernas, vestida con ropa de la suya, unos tejanos negros con rajas en ambas rodillas, una camiseta corta de tirantes de color negro y una chaqueta de cuero de color negro con tachuelas de pinchos en los hombros. Un poco agresivo todo, pero típico.
Sam se estaba riendo por lo bajo de la ansiedad de la chica, que se maquillaba delante de un espejo pequeño de mano mientras intentaba hacerse la raya del ojo pese a las (provocadas) turbulencias que Sam estaba creando, conduciendo el Quinjet robado.
Wanda y Visión estaban detrás de ella, ambos sentados en una esquina mientras la joven tocaba la herida del androide, que la miraba con cara de pena. Bruce estaba frente a Lana, mirándola fijamente mientras sonreía para sí mismo. Natasha estaba de copiloto mientras Steve, por otro lado, se ocupaba de las coordenadas exactas.
Llegarían a Wakanda en cualquier momento, y eso significaba que Lana volvería a ver a Bucky. ¿Su novio? ¿En qué punto se encontraban en ese mismo momento? Porque la verdad, Lana no lo tenía muy claro. Sabía que lo seguía queriendo, y estaba convencida que era el amor de su vida, literal, alto y claro. Lo que no sabía era si él seguía igual de convencido.
Lana suspiró y negó para sí misma, cerrando el eyeliner que tenía en la mano y poniéndose máscara de pestañas con una mueca de estar pensando demasiado.
- Desciende a dos mil seiscientos. Rumbo cero, tres, cero. – Steve ordenó, apoyándose en el respaldo de Sam, que asintió para sí mismo antes de cambiar el rumbo. Lana acabó con su maquillaje y se levantó del suelo, yendo hacia la ventana del Quinjet, mirando hacia el exterior.
Estaban pasando un lago, y se acercaban a un bosque bastante poblado, pero sabía que Wakanda estaba escondida, así que quizá era un espejismo o cualquier cosa, se esperaba lo que fuese, en realidad.
- Espero que tengas razón en esto, o vamos a aterrizar mucho más rápido de lo debido. – Sam movió la palanca de velocidad, manteniéndola hacia arriba mientras un halo azul los rodeaba y, de la nada, aparecían ante una enorme ciudad, llena de rascacielos y enormes edificaciones, junto a un lago enorme, azul y brillante.
Rhodey soltó un silbido, mirando hacia arriba, viendo cómo la ciudad de Wakanda se abría paso ante ellos, que volaban directos hacia el palacio real. Donde T'Challa los esperaba.
Sam movió el Quinjet rápidamente hacia la enorme edificación, viendo una pista de aterrizaje que ya tenía bastantes personas en ella como para que fuese casualidad. Lana se miró de nuevo al espejo, mirando su pelo corto y haciendo una mueca de descontento.
- Te queda bien. – Sam comentó, mirando hacia atrás mientras ponía el piloto automático para hacer bajar la nave. – El pelo corto, digo.
- Supongo que me lo cortó alguien que no tenía mucha idea de cortar el pelo, o algo así. – Lana guardó su espejo, estaba nerviosa no, lo siguiente.
- No creo que le importe mucho a Barnes. – Nat comentó mientras la miraba fijamente, Lana soltó un bufido.
- Bueno, pero me importa a mí. – Lana negó para sí misma, cerrando el espejo y lanzándolo hacia la bolsa de maquillaje que había traído de la base de los Vengadores. – Esto va a ser violento.
- ¿Tú crees? – Steve soltó una risa mientras todos notaban que el Quinjet paraba y cerraba los motores. Natasha caminó hacia Steve, poniéndose a su lado mientras Sam se estiraba y caminaba hacia Lana, dándole un par de palmaditas en la espalda.
- Venga, a por él, tigresa.
Lana soltó un sonido de asco y la compuerta se abrió hacia abajo, dejando pasar el sol de la mañana en Wakanda. Steve salió el primero, seguido por Nat y por Sam. Lana se quedó paralizada.
- Eh, Lana. – Bruce llamó su atención, tenía al lado a Rhodey, que miraba a la joven con cara de ternura. – El objetivo principal en Sakaar era volver a la Tierra para verle, ¿no? – La chica asintió, cogiendo aire unos segundos y dando un paso tentativo. – Estás a metros de él, vamos.
La chica comenzó a caminar hacia la salida, bajando la rampa del Quinjet y uniéndose al grupo de los nuevos Vengadores, quedándose detrás, con Bruce y Rhodey justo tras ella. Lana mandó una sonrisa hacia T'Challa, que la miró unos segundos mientras avanzaba hacia Steve y Natasha.
- Siempre le estoy dando las gracias por algo. – Steve ofreció la mano a T'Challa y este sonrío para sí mismo mientras la aceptaba y sacudía. Luego, el rey miró hacia Lana, que se acercó con las manos en los bolsillos.
- Mira quién se digna a aparecer. – T'Challa acercó la mano a la joven y esta sonrió, sacando la lengua y cogiendo la mano del rey con fuerza, sacudiéndola con alegría. - ¿Qué tal la herida del brazo?
Lana se soltó del rey y se estiró la chaqueta de cuero hasta mostrar cuatro rallas en su piel, de color blanco, haciendo una mueca.
- Te la pagaré algún día. – Lana sonrío mientras escuchaba carraspear tras ella, viendo a Bruce agachándose levemente, saludando de manera demasiado formal para Wakanda.
- Em... - T'Challa se había quedado de piedra, con cara de trauma mientras Bruce miraba hacia el rey. – Aquí no hacemos eso, tranquilo. – T'Challa levantó las manos y Banner miró hacia Rhodey, que se río plenamente, dándole una palmada en el hombro mientras el científico se ponía rojo como un tomate.
El rey asintió hacia Steve, mostrando el camino por el que debían ir. Todos los guardas comenzaron a moverse y Lana fue detrás de Natasha, que también comenzó a caminar tras T'Challa.
- ¿Qué tipo de asalto esperamos?
- Señor, creo que debería esperar un asalto muy grande. – Bruce se coló entre Steve y Nat, dejando a Lana detrás con Rhodey y Sam, que iban antes que Visión y Wanda.
- ¿Refuerzos?
- Tendrán a mi guardia real, a la tribu de la frontera, a las Dora Milaje y... - T'Challa no acabó la frase, de hecho, simplemente señaló.
Lana había parado de caminar. Mirándolo fijamente. No podía acabar de creerlo, ¿no quería? ¿O simplemente se acababa de dar cuenta que huir hacía dos años había sido un error?
- A un hombre de cien años semi-estable. – Bucky hizo broma, mirando hacia Steve, que tapó su vista para abrazarlo unos segundos con una sonrisa, luego, tras separarse, le puso la mano en el brazo derecho, sonriendo.
- ¿Qué tal estás, Buck?
- Nada mal, para ser el fin del mundo. – Bucky sonrío.
Sonrío.
Con todos los dientes.
Lana casi se desmaya. Bruce miró hacia atrás, mirando a la joven, que se había quedado pálida como las paredes de la fachada del laboratorio. De hecho, tenía tan mala cara que supuso que se pondría muy mala en los próximos segundos. Tenía las manos delante y gesticulaba para ella misma con los ojos fijos en una sola persona.
Estaba sonriendo, y miraba a Steve, hablando tranquilamente, hasta que comenzó a mirar a su alrededor. Sabía que estaba allí; y cuando la vio, no pudo apartar la mirada.
Steve captó a la primera que el silencio de su amigo no era porque estaba pensando una respuesta, sino porque había captado a Lana en su visión, y ya no pensaba en nada más.
- Capitán, al laboratorio. – Nat le puso la mano en el hombro a Steve, que miró hacia una Lana pálida como la leche. Luego, miró a su amigo. La estaba mirando serio, pero sin pestañear.
La situación se volvía incómoda por segundos.
- Cierto. – Steve titubeó, mirando a Bruce, que miraba a Lana, poniéndole la mano delante para ver si reaccionaba. Rhodey estaba mirando entre los dos como si no entendiese nada. – Bueno. Eh... - Steve se llevó una mano a la cintura y la otra la usó para gesticular hacia el cielo.
No mejoró la cosa.
Hizo un movimiento con la cabeza y todos lo siguieron, dejando a Lana ahí plantada, con Bucky a unos diez metros de distancia. La pregunta era, ¿quién se movería antes? La joven creía que si daba un paso se caería de cara al suelo, y Bucky ni siquiera notaba las piernas.
Era una escena, francamente, patética.
Lana se había imaginado mirando a Bucky y guiñándole el ojo, para después correr hacia él y besarlo como jamás lo habían besado. Bucky se había imaginado cogiendo a Lana en brazos y sonriéndole plenamente para después besarla.
Sin embargo, ahí estaban, plantados en el sitio. Vaya par de imbéciles.
- ¡Hey! – Lana levantó la mano y saludó, para bajarla rápidamente mientras hacía una mueca de disgusto. Bucky levantó la mano y la ondeó levemente, con la misma cara.
- ¿Qué tal? – El hombre preguntó, sin saber qué más decir.
- Bien, bueno, vamos tirando. – Lana respondió mientras bajaba sus manos y abría y cerraba los puños. - ¿Tú?
- Bien, igual. – Bucky cerró la boca y asintió. - ¿Podemos acercarnos?
- Sí, creo que estamos siendo súper patéticos. – Lana soltó una risa y comenzó a caminar hacia Bucky. Eran menos de diez pasos hasta llegar a la mitad del camino.
Diez pasos en lo que pensó en todo lo que habían pasado juntos.
Él intentando matarla. Ella recogiéndolo en Washington D.C. Cuidándolo e intentando que recuperara la memoria. El viaje a Nueva York cuando Steve encontró una pista. El día de IKEA. Los tres meses que pasaron intentando que mejorara. Enamorándose de él sin saber que él también lo hacía. Bucky marchándose a Europa. Yendo a buscarla al aeropuerto de Bucarest cuando ya estaban saliendo. La noche que pasaron juntos antes de que se volviese a congelar.
Bucky tragó saliva mientras se acercaba también a ella, su mente también daba vueltas.
Lana, que lo había salvado cuando ni siquiera sabía que era él. Que lo había acompañado en los meses que había estado recordando. Que había visto que era más que un arma, que era una persona. Que lo había querido pese a ser un desastre emocional. Que había respetado sus límites. Que lo había salvado y cuidado cuando no tenía nada. Que había usado su humor y sus sonrisas para levantarlo del suelo. Que había repetido que lo quería justo antes de meterse en criogenización. Que era el amor de su vida. Lana, que ya estaba delante de él, sonriendo como una idiota.
- ¿La cagué marchándome? – Su voz parecía extraña, como si estuviese asustada por la respuesta que fuese a dar. Bucky negó, y lanzó su ametralladora al suelo, abriendo sus brazos y engullendo a Lana en un abrazo.
La chica, simplemente, se colgó del cuello de Bucky, mirando hacia atrás unos segundos antes de cerrar los ojos y enterrarse en la sensación de estar de nuevo con él. Ambos apretaron más, quedándose bien con la forma del otro; parecía que estaban hechos a medida, pese a que Lana tenía que estar de puntillas y Bucky no acababa de saber dónde poner el brazo de metal.
- Nunca podrías cagarla. – Bucky dijo, separando un poco la cabeza para mirar a Lana, que se había apoyado en la base de su cuello y lo miraba con una sonrisa.
- Debatible.
- Tengo algo para ti en mi cuarto.
- Wow.
- No es eso, mal pensada. – Bucky rodó los ojos ante la cara de pilla de la joven, que se reía. – Pero si ganamos esta pelea, podríamos pedir unas vacaciones.