courageous| neville longbottom

By SolinneGarte

218K 18.9K 22.5K

Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas. Ambos se... More

introduccion
prólogo
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐔𝐍𝐎
capítulo 1
capítulo2
capitulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15 (parte 1)
capítulo 15(parte2)
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐃𝐎𝐒
capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35(parte 1)
capítulo 35(parte 2)
capítulo 36 (parte 1)
capítulo 36 (parte 2)
capítulo 37
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒
capítulo 38
capítulo 39
capítulo 40
capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
Capitulo 44
Gracias por su apoyo.

capítulo 27

4.6K 382 565
By SolinneGarte

Advertencia contenido explícito.

━━━━━━━※━━━━━━━

Mis carcajadas mezcladas con las de Neville retumba por los vacíos corredores del quinto piso mientras giramos deprisa hacia uno de los pasillos. Siento que mi mano se resbala de la suya cuando él corre con más rapidez, y termina dejándome atrás.

A pesar de que yo tengo una mejor condición física, sus largas piernas son suficientes para que con dos pasos me adelante.

—¡Vamos, bonita! —exclama entre risotadas, lanzándome una mirada por encima de su hombro.

Estira su mano, y trata de sujetar la mía con más fuerza, pero solo alcanza a rosarme las puntas de los dedos.

—No te alcanzo. —lloriqueo soltando una risa frustrada sin dejar de correr.

—¡Ustedes dos! ¡Deténganse en este mismo momento! Cuando los atrape serán expulsados, ¿entendieron? ¡Expulsados!

Un chillido escapa de mí, y el terror de ser atrapada se mezcla con la adrenalina del momento. Flich y su gata, la señora Norris, nos persiguen por los pasillos y nosotros solo podemos correr y reírnos de la expresión que pone Filch cuando se percata de que no nos puede atrapar.

Neville disminuye sus pasos y sujeta mi mano entre la suya para poder tirar de mí, arrastrándome por los oscuros corredores,  y girando en cada esquina para poder perder a Filch. Después de unos minutos dejamos de escuchar sus gritos y pasos, pero aún así nos mantenemos alerta.

—¡Ahí está el baño de Prefectos! —digo, señalando la cuarta puerta del pasillo, a la izquierda de la estatua de Boris el Desconcertado.

Mi mano no suelta la de Neville mientras digo apresuradamente la contraseña, esperando a que la puerta se abra y mi novio vigila por encima de su hombro verificando que el celador de Hogwarts no aparezca.

No es hasta que la puerta se hubo cerrado detrás de nosotros, que puedo respirar con tranquilidad. Neville y yo recargamos nuestras espaldas en la firme madera de la puerta, soltando todo el aire y respirando agitadamente sin dejar de sonreír.

Neville me sonríe, girando ligeramente su rostro hacia mí y yo no puedo evitar devolverle el gesto.

—Te dije que usáramos la capa de Harry. —suelto después de un rato, lanzándole una mirada de superioridad.

Él deja escapar una risa que llena todo el baño de Prefectos, la clara iluminación de la sala hace que sea sencillo divisar sus mejillas rosadas, y la mirada traviesa en sus ojos. Sonriendo de lado, se acerca a mí con pasos lentos como si estuviera esperando a que yo salga corriendo y él estuviera listo para cazarme.

—Oh, claro. Le iba a decir a Harry que me prestara la capa para poder ir a besarme con mi novia, la hermana de su mejor amigo, al baño de Prefectos. Hubiera salido increíble. —dice mientras se acerca aún más hacia mí, apoyando ambos brazos en la puerta justo a los lados de mi cabeza.

—Se la pudimos haber robado, Longbottom. —le digo, sonriéndole con picardía. Instintivamente me acerco más hacia él, despegando mi espalda de la pared para que nuestros pechos se rocen. —Tienes mucho que aprender.

—Pues enséñame.

Veo como su cabeza baja lentamente hacia la mía, y sus ojos se cierran por instinto, listo para besarme.

—Entonces, ¿quieres un baño? —pregunto, escabulléndome por debajo de su brazo con una sonrisa egocéntrica bailando en mis labios.

La mirada ofendida y confundida que me lanza Neville me hace querer reír a carcajadas, tiene los labios abiertos, y no tarda en convertirlos en un pequeño puchero.

No espero a que me responda pues me giro hacia el interior de la sala. Es la segunda vez que visito el baño de Prefectos, y no deja de impresionarme su tamaño.

En un lado de la sala se encuentran los puestos con inodoros en el interior. Frente a los baños hay una gran bañera del tamaño de una piscina con grifos que la rodean. Los grifos del baño desprenden burbujas de jabón de diferentes colores, espuma, y hay una cantidad de toallas y batas de baño. En el baño hay casi cien grifos de oro que rodean toda la bañera-piscina, con una joya diferente incrustada en cada grifo. Hay productos para el baño de diversos tipos, como jabón, aceite de baño, sales de baño, shampoo, spray para el cabello, y acondicionador.

Saco mi varita de uno de los bolsillos de mi pijama, y con un movimiento de mano abro todos los grifos. Uno podría imaginar que la bañera tomaría bastante tiempo en llenarse, teniendo en cuenta su tamaño, pero en realidad se llena muy rápido. Así que unos cuantos segundos después está lista para ser usada.

Para cuando me vuelvo a girar hacia él, la expresión coqueta y traviesa de Neville ha desaparecido por completo y es sustituida por un aire cohibido y tímido, tiene las manos entrelazadas al frente y la vista fija en cualquier lado de la habitación menos en mí.

Con el paso del tiempo, y sobre todo en estas últimas dos semanas que llevamos como pareja oficial, he notado que Neville funciona en dos modos completamente opuestos pero igual de puros y hermosos; puede ser muy tímido e inseguro cuando se lo propone, se sonroja cuando me dice un alago, me toma la mano o me besa frente a nuestros amigos, le cuesta trabajo creer que estoy enamorada de él y me repite una y otra vez que si me llega a gustar alguien mejor, no dude en irme con esa persona, pero también está el otro lado de él, ese que me besa con fiereza cuando estamos solos, que sonríe con arrogancia cuando me hace sonrojar, el lado que le gusta darme besos en el cuello hasta que me hace estremecerme y que me repite sin parar que me quiere, que estamos destinados y que jamás amará a nadie más que a mí.

Pero a pesar de todo, siempre vuelve a ser el mismo Neville que se sonroja cuando le sonrío.

—Hola. —murmuro tímidamente, deteniéndome justo frente a él y tomando una de sus manos.

Neville tiene le mirada fija en el techo de la sala, y cuando la baja hasta mí sus mejillas se vuelven rosadas.

—Hola. —me responde, dándome una sonrisa que parece nerviosa.

Sujetando su mano entre las mías, la llevo hacia mi pecho justo encima de donde mi corazón late frenéticamente, a la expectativa de lo que suceda hoy.

—Yo también estoy nerviosa. —le explico, apoyando mi mano encima de la suya. —Pero no hay que presionarnos, ¿de acuerdo? No haremos nada que no queramos, solo vamos a divertirnos un poco.

Mis palabras solo hacen que el rubor se extienda aún más por todo su rostro, y lo veo tragar saliva.

—Dios, eso solo me pone más nervioso. —murmura entre dientes, con la mirada afectada.

Su expresión me hace reír, y le doy un suave golpe en el hombro.

—¡Neville!

—¡No puedes culparme! —se justifica, su rostro medio divertido y asustado.—Me dices todo eso con una mirada de... de tigresa, y no puedo evitar ponerme nervioso y emocionado. ¿Qué tengo que esperar de eso?

—No esperes nada, solo déjate llevar.

Neville niega con la cabeza, como si la sola idea de dejarse llevar lo enloqueciera.

—De acuerdo, de acuerdo. —dice después de un rato, levantando las manos con rendición, y tratando de soltar el cuerpo. —No tengo por qué ponerme nervioso, solo eres tú... Sophie, mi mejor amiga desde primer curso.

—Exacto. —le digo sonriendo, aprovecho que lo veo más relajado para quitarme la camiseta de la pijama y quedar en sujetador.

Al rostro de Neville se le suben todos los colores, y experimenta un extraño debate entre querer apartar la mirada y querer seguir viendo. Al final aparta la mirada, pasándose las manos por la cara.

—Dios, Sophie eso solo lo hace peor. —murmura mortificado y lanza un suspiro. —Eres demasiado hermosa.

Ahora es mi turno de ruborizarme, pero por el bien de ambos tengo que apartar los nervios. Con que uno de los dos esté a punto de desmayarse basta.

—Neville, tranquilo. —le digo sujetando sus manos y apartándolas de su rostro.

Sus ojos verdes me observan con una mezcla de fascinación y timidez, procurando mantenerlos fijos en mi rostro y no bajar más allá de mi cuello.

Tampoco es que haya mucho que ver si tenemos en cuenta que tengo dos limones que no me han crecido desde los 13 años, pero mi sujetador es bonito.

—¿Y sí hago algo mal? No soy un experto en... en estas cosas, Sophie. Eres la primera chica con la que experimento todo esto, no quiero decepcionarte. —murmura abatido.

Siento que mi corazón se apachurra al ver la preocupación en su rostro.

—No espero que seas un experto, Nev. —le aseguro, tomando una de sus manos para ponerla en mi mejilla. —Yo tampoco he experimentado nada antes de ti, así que vamos a aprender juntos, ¿sí?

Neville lanza un largo suspiro, y aunque asiente no parece del todo convencido. La inseguridad lo invade de nuevo, lo puedo ver en su mirada. Y por mucho que desee sentir todo por primera vez con él, jamás lo obligaré a que haga algo cuando no se siente cómodo.

Levanto lentamente mi camiseta del suelo, bajo su atenta mirada. Le regalo una sonrisa tranquilizadora.

—Nev, tal vez deberíamos regresar a la sala común y...

Pero él toma mi rostro entre sus manos, y yo apenas tengo tiempo de reaccionar cuando sus labios abrazan los míos, empieza poco a poco, con mucha suavidad, como si quisiera familiarizarse con la forma de mis labios y sentir el momento. Cuando su beso se vuelve más profundo, mi piel se eriza por completo y su cabello castaño me hace cosquillas en la frente.

Hay algo en la manera en que me besa, pausado, profundo y con delicadeza, que me debilita. Jamás había imaginado que pudiera sentir tanto con un beso, que me pudiera afectar hasta el punto de perder la cabeza. Siento que todos mis pensamientos desaparecen y solo puedo enfocarme en él, en Neville; en la manera en que sus dientes muerden mi labio, las leves succiones que da, su mano bajando desde mi mejilla hasta mi cintura y en su pecho contra el mío.

Nos separamos cuando las piernas me comienzan a temblar, amenazando con dejarme caer.

No puedo apartar los ojos de Neville, ha desaparecido todo rastro de duda en su mirada y me observa con tanta devoción y amor que me quita el aliento.

—Necesitaba eso. —murmura, pasando la lengua por su labio inferior.

Abro la boca para responderle, pero mi cerebro se ha ido de vacaciones y solo puedo balbucear. Si Neville se percata de lo afectada que me encuentro, no lo menciona por educación.

—Jamás había venido al baño de Prefectos, es muy lindo. —comenta mientras se pasea por el lugar, y se pierde a mis espaldas.

Tengo que tomarme un momento para respirar y estabilizarme, me llevo la mano al pecho.

Solo es Neville, solo es Neville.

—¿Vienes?

Después de eso lo único que escucho es un cuerpo cayendo al agua, para cuando me giro veo su pijama en el blanco suelo del baño y a él nadando dentro de la enorme bañera.

Con las piernas temblorosas camino hacia la bañera, y la situación se vuelve peor cuando Neville se gira hacia donde estoy para observarme con detenimiento. Siento el cuerpo arder cuando su mirada se pasea desde mi rostro hasta mi abdomen desnudo.

Solo es Neville, solo es Neville.

No dejo de repetirlo mientras me quito el pantalón de pijama, quedando en ropa interior.

Neville esboza una sonrisa de ternura, y me lanza un chorro de agua, mojándome las piernas. Suelto un chillido, retrocediendo.

—Vamos, pelirroja. No le tengas miedo al agua. —dice divertido, sin dejar de lanzar agua en mi dirección.

—Yo no le tengo miedo a nada. —exclamo con altanería.

Él alza una ceja, aún sonriendo.

—¡Cuidado un conejo!

A pesar de que sé que es mentira, no puedo evitar que un escalofrío me recorra entera.

—Como detesto los conejos. —murmuro. —Hazte a un lado, Longbottom. Te voy a enseñar lo que es tirarse un clavado.

Neville me observa con diversión, y obedece hasta que queda pegado a uno de los laterales de la bañera.

—Adelante, señorita.

Trato de ignorar el hecho de que estoy en ropa interior y que Neville no aparta su mirada de mí, y me echo a correr hasta que caigo dentro de la bañera, salpicando un montón de agua a los alrededores.

Para cuando salgo a la superficie, Neville ya está a mi lado riendo a carcajadas.

—Eres increíble, Sophie Weasley. —murmura con ternura, apartando la espuma de mi rostro delicadamente.

—Y tú eres guapísimo, Neville Longbottom. —contesto, rodeando sus hombros con mis brazos para cerrar la distancia entre nosotros.

Mi corazón comienza a latir frenéticamente cuando él me abraza por la cintura y posa una mano en mi rostro, acariciándolo con ternura.

—No puedo creer que seas mi novia. —dice sonriendo, toma uno de los mechones de mi cabello. —Eres la niña más hermosa de Hogwarts, gracias por amarme.

—Te amaría en miles de vidas más.

Esta vez cuando nos besamos es diferente, se siente tan real que resulta doloroso pensar en separarnos alguna vez.

—Si tuvieras que elegir a uno de tus hermanos para pasar el resto de la eternidad encerrados en una habitación, ¿a quién elegirías? —pregunta Neville, recargado en uno de los costados de la bañera mientras yo chapoteo y hago trucos infantiles dentro del agua.

—Charlie. —digo sin pensar.

—¿De verdad? ¿No elegirías a Ron?

—Ron y yo juntos acabaríamos con toda la comida del lugar, y terminaríamos asesinándonos el uno al otro por las sobras. Así que no, definitivamente no elegiría a Ron.

Neville asiente, sopesando la idea.

—Tiene mucho sentido. Tú turno.

—Si tuvieras que salir con uno de mis hermanos, ¿con quién saldrías?

Neville lo piensa durante un buen rato.

—George.

—¿George? ¿Por qué George?

—Porque George es todos tus hermanos juntos; es bueno en Quidditch, las protege a Ginny y a ti, es coqueto , inteligente y gracioso. Definitivamente saldría con George.

La determinación con la que lo dice me hace reír.

—Tendré que cuidarme de mi propio hermano de ahora en adelante. —le digo, salpicándolo con agua. —Tú turno.

—¿Alguna vez te gustó Harry?

—¿Qué? ¡No! Siempre lo he visto como mi hermanito, es una versión miope de Ron.

Neville suelta una carcajada.

—Mi turno. —digo, y me acerco hacia donde él está. —¿Podría conocer a tus padres?

Sus risotadas se detienen de golpe, al igual que todo rastro de diversión desaparece su rostro. Un largo silencio nos invade, y de inmediato me arrepiento de haber preguntado.

—Me gustaría que lo hicieras. —dice finalmente, se gira hacia mí con una sonrisa frágil. —Sí, definitivamente me gustaría que conocieras a mis padres.

—Podría... podríamos visitarlos en vacaciones de Navidad. —sugiero con timidez.

A Neville parece gustarle la idea pues se relaja visiblemente y me sonríe.

—Me encanta la idea. —asegura.

Su respuesta me emociona.

—También, había pensado en que podrías pasar unas semanas de verano en mi casa... y conocer a mis padres, aunque ellos ya te aman tenlo por seguro.

—De acuerdo, trato hecho. —dice mi novio.

—Podrías conocer a Bill, a Charlie y a...

—Tampoco estoy seguro de querer ser asesinado por todos tus hermanos mayores tan pronto. —murmura con preocupación.

Suelto una carcajada.

—Si Fred y George no te han asesinado, dudo que Bill, Charlie o Percy lo hagan. Estarás bien. —le garantizo.

—Prefiero dejar esas presentaciones para el día de la boda, por si las dudas...

—¡Neville! —exclamo entre risas. Neville aprovecha que le doy un manotazo para tomar mi brazo y atraerme hacia él.

—Estoy tan enamorado de ti que me asusta, Sophie.—murmura contra mis labios.

—Yo siento lo mismo, pero sé que jamás podrías lastimarme.

—Te lo prometo.—y al ver la sinceridad en sus ojos, decido creerle.

Mi torso queda pegado uno de sus costados, y su brazo izquierdo se enreda en mi cintura con determinación. Poso una de mis manos sobre su pecho, aprovechando la proximidad para acariciarlo lentamente.

Neville no es precisamente delgado, y eso no hace más que gustarme, su abdomen es firme, delicado y provoca ganas de abrazarlo y tocarlo.

Acaricio con mi mano sus pectorales, rodeo sus pezones con mi dedo índice y lo siento contener la respiración, bajo lentamente hasta su oblicuo izquierdo y me desplazo al derecho en un recorrido perezoso que le pone los pelos de punta. Puedo sentir que mi respiración cambia, y las dos puntas de mis pechos se endurecen dentro del delicado sujetador.

—Sophie...—murmura con la voz abatida cuando deslizo mis dedos en sus abdominales, por debajo del ombligo.

Dejo mis dedos a la deriva entre ese espacio de piel entre su ombligo y el comienzo de su bóxer, y cuando lo veo tragar saliva subo la mano hasta su cuello para atráelo hacia mí.

Neville me besa con desesperación, es demandante, rápido y húmedo. Sus dientes mueren mis labios con crueldad arrancándome un gemido, y luego envuelve una mano en mi mata de pelo pelirrojo para besarme con más profundidad, incluyendo la lengua esta vez.

Su mano libre baja hasta mi muslo, le da un apretón y luego la desplaza por toda mi pierna en una caricia lenta que me tiene jadeando, puedo sentir que mis pechos se endurecen hasta que comienzan a resultar dolorosos.

Nos separamos para poder respirar, y mis ojos no se separan de él, de su mirada verde llena de promesas.

—Eres hermosa, Sophie. —dice tragando saliva.

Enredo mis manos en su cabello para volver a besarlo, pero él tiene planes diferentes porque después de unas cuantas presiones se desplaza hasta mi barbilla donde entierra delicadamente sus dientes, y comienza a besarme desde el mentón hasta el cuello.

—Neville, por favor...—jadeo cuando da una leve succión, tan suave que difícilmente dejará marca.

Él levanta la mirada, tiene los ojos brillosos en una mezcla de duda y deseo.

—Dime que hacer, por favor. —murmura contra mis labios.

Soy tan inexperta como él en esto, el único conocimiento que tengo son los libros eróticos que Ginny y yo robábamos de la habitación de mamá y leíamos a escondidas. Así que me dejo guiar por mis instintos.

Bajo su atenta mirada, me llevo las manos hasta la espalda y desabrocho mi sujetador. Tomo su mano, aquella con la que no me acaricia los muslos, y la coloco en mi hombro. Neville capta lo que quiero hacer así que baja uno de los tirantes, y luego el otro hasta que quedo completamente liberada de la tela y la puedo lanzar con el resto de nuestras prendas.

Comienzo a temblar entre sus brazos, a pesar de la calefacción del baño y del agua tibia de la bañera.

—Tranquila, amor. —murmura con suavidad, sin dejar de mirarme a los ojos mientras pasea su dedo índice por la zona de mis clavículas y luego baja hasta la parte alta de mis pechos. —Puedes confiar en mí, jamás te lastimaré.

Antes de hacer cualquier movimiento, me pregunta con la mirada y cuando yo asiento él continua su recorrido. Ahogo un jadeo al sentirlo tomar uno de mis pechos y comenzar a friccionarlo contra la palma de su mano, mientras que al otro lo tortura con su dedo índice y pulgar. La sensación que me invade es nueva, excitante y me nubla el pensamiento, siento que necesito algo más pero ni siquiera sé que es.

Su rostro baja hasta el mío para besarme, me cuesta un poco seguirle el ritmo por las nuevas sensaciones que me invaden, pero me besa con una entrega y ternura absolutas que me derrite. Suelto un gemido cuando estira uno de mis pezones, y me estremezco ante el sonido que se le escapa, es tan grave que lo siento entre los muslos.

Después de eso lo único que quiero es sentirlo contra mí, así que sin preocuparme por nada más le rodeo las caderas con las piernas. Neville suelta un profundo gruñido al sentir que nuestras pelvis chocan.

Su palma deja de moverse contra mi pezón y baja para sujetarme de los muslos, retrocediendo hasta que mi espalda golpea bruscamente contra la pared de la bañera.

—Lo siento...—dice separándose de mis labios. —No era mi intención.

—No pasa nada. —lo tranquilizo entre jadeos. —Me gustó.

A pesar de la expresión tormentosa en sus ojos, en su rostro aparece una sonrisa ingenua.

—¿Ah, sí?

Asiento rápidamente, él no tiene tiempo de responder con palabras porque muevo mis caderas contra las suyas, sintiendo la dureza entre sus piernas. Un gemido se le escapa.

—Sophie... espera. —murmura atormentado, enterrando su cara en mi hombro.

—Lo necesito...—lloriqueo, dejando caer mi cabeza hacia atrás y empujando mis caderas de nuevo tratando de buscar un alivio a la presión dolorosa entre mis piernas.

Neville coloca ambas manos a mis costados, enterrando sus dedos en mi piel. Entierra su rostro en mi cuello y deja un delicado beso en él que me hace estremecerme.

—Déjame ayudarte, bonita. —es todo lo que dice contra mi oído.

Su pelvis vuelve a chocar contra la mía en un vaivén lento de caderas que me hacen gemir, mientras comienza a repartir besos húmedos a lo largo de mi cuello, por mis clavículas hasta mis pechos. Antes de poder hacer algo más, levanta la mirada.

—¿Puedo...?

—Por favor. —jadeo.

Deja un tierno beso en mis labios antes de capturar mi pezón derecho con los labios y empezar a succionarlo. Eso y el vaivén de caderas son suficientes para que me estremezca entre sus brazos en una sensación totalmente nueva y fascinante, que me tiene jadeando y gimiendo por varios minutos para luego dejarme ir por completo.

Los movimientos de Neville se detienen de a poco, y aparta su boca de mí. Tiene la mirada llena de deseo, y cuando nuestros ojos se cruzan me sonríe con adoración.

—Santo Merlín de los orgasmos. —es lo único que mi mente puede pensar en ese momento.

→←

—Muy bien. —dice Harry cuando por fin llegamos todos los integrantes del ED. —¿empezamos a practicar? He pensado que lo primero que deberíamos hacer es practicar el expelliarmus, es decir, el encantamiento de desarme. Ya se que es muy elemental, pero lo encontré muy útil...

—¡Vaya, hombre! —exclama Zacharias Smith mirando al techo y cruzándose de brazos. —No creo que el expelliarmus nos ayude mucho si tenemos que enfrentarnos a él.

—Yo lo utilicé contra él. —dice Harry con serenidad. —En junio, ese encantamiento me salvó la vida.

Ahogo una carcajada al ver que Smith se queda con la boca abierta, con cara de estúpido.

—Pero si crees que está por debajo de tus conocimientos, puedes marcharte. —añade Harry. Smith no se mueve, ni los demás. —Bien, podríamos dividirnos en parejas y practicar.

Todos nos ponemos de pie a la vez y nos colocamos de dos en dos. Busco a Neville con la mirada, y lo encuentro al otro lado del salón buscándome. En cuanto nuestros ojos se cruzan sonreímos con complicidad.

—¡Neville! —veo que le llama Hannah, sonriendo desde el otro lado del salón y dando largas zancadas para llegar hasta él. —¿Te parece si nos ponemos de pareja?

—Aléjate rubia, es mío. —murmuro entre dientes, pero no me muevo de mi lugar. Sé que Neville le dirá que no.

—Pensé que lo superaría ahora que ustedes están juntos oficialmente. —dice una voz seria a mi lado. —Pero veo que sigue igual de decidida.

Daniel está de pie junto a mí, con la mirada fija en Hannah y Neville. Mi novio le regala una sonrisa apenada mientras niega con la cabeza.

—¿Decidida a qué?

Él lanza un pesado suspiro. Resulta raro ver a Daniel con expresión que no sea aburrimiento en el rostro, parece como si le doliera ver a Hannah hablando con cualquiera que no sea él.

Eso me recuerda a los rumores de inicio de curso, cuando Neville me comentó que Daniel y Hannah se escribieron cartas durante el verano. Quizá es verdad y el gemelo está enamorado de la rubia.

—A enamorarlo, sin importar los medios.

No tengo tiempo de preguntarle más, pues en cuanto ve que Neville se aleja de Hannah él va detrás de ella.

—¿Lista? —me pregunta.

Asiento distraídamente, sin dejar de observar a Daniel y a Hannah.

—Muy bien. —continua Harry. — Contaré hasta tres: uno, dos, tres...

De pronto, la sala se llena de gritos de ¡Expelliarmus! Las varitas vuelan en todas direcciones; los hechizos mal ejecutados van a parar contra los libros de las estanterías y los hacen saltar por los aires.

Neville es un poco lento en esto, su varita salta de su mano, gira sobre si misma y golpea el techo produciendo una lluvia de chispas y aterriza con estrépito en lo alto de una estantería, de donde la recupero con un encantamiento convocador.

—Hazlo con más decisión, Nev. —lo apoyo regresándole su varita.

Tras seis intentos más, me doy cuenta de que él es muy malo en esto, pero decido seguir apoyándolo sin importar nada más. Además, de que no es el peor de todos pues mis compañeros están haciendo un desorden tremendo. Muchos no consiguen desarmas a sus oponentes y sólo logran que salten hacia atrás unos pocos pasos o que hagan muecas de dolor cuando su débil hechizo pasa rozándoles la coronilla.

¡Expelliarmus! —exclama Neville tomándome desprevenida, y mi varita salta de mi mano. —¡LO HE CONSEGUIDO! No lo había hecho nunca. ¡Lo he conseguido!

—¡Muy bien! —lo animo, y decido no comentarle que en un duelo real no es probable que su oponente esté mirando hacia otro lado con la varita en la mano, pero sin apretarla. —Oye, Nev, ¿por qué no lo intentamos de nuevo?

Él asiente entusiasmado.

Harry pasa por nuestro lado un rato después, y me lanza una mirada de preocupación al ver que la manga de mi túnica se prende fuego. La apago con mi propia varita y miro a Neville con paciencia.

—Inténtalo de nuevo, cariño. Sin fuego esta vez.

—¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! —grita Harry. Toma un silbato de lo alto de la hilera de libros más cercana, y sopla con fuerza. —No está mal, pero todavía pueden mejorar mucho. Volvamos a intentarlo.

Neville lo intenta, de verdad que lo hace. Puedo ver su cara de frustración en cada movimiento de varita que realiza, pero nada rinde frutos. No es hasta después de media clase que lo logra.

¡Expelliarmus!

Y en esta ocasión, me desarma de manera justa. Esbozo una enorme sonrisa, y lo abrazo con orgullo.

—¡Lo lograste!

—Dos de una docena de intentos, supongo que no he estado tan mal. —dice con una mezcla de emoción y decepción.

—Lo harás mejor la próxima vez.

—Tal vez necesitas una mejor compañera, Nev. —esa voz me hace rodar los ojos.

—Gracias, Hannah, pero Sophie es una gran compañera. Es la mejor en Encantamientos.

—Solo era una sugerencia, Nev. Hay ocasiones en las que se necesita probar un poco para dar un veredicto. No puedes decir que el pastel de calabaza es el mejor, si nunca has probado el Budín de Yorkshore.

—El Budín de Yorkshore les provoca gases a las personas, y es agrio. —opino. —Mientras que el pastel de calabaza es... delicioso.

—Y muy corriente. —apunta ella, elevando una ceja.

—Neville ama el pastel de calabaza.

—Eso es cierto. —dice mi novio, sin comprender el significado detrás de esa conversación.

Hannah me sonríe con falsa amabilidad, y se gira hacia Daniel, quien la espera como si fuera su perrito faldero.

Entonces Harry vuelve a hacer sonar el silbato y todos dejamos de gritar.

—Bueno, ha estado muy bien. —comenta mi amigo. —Pero la sesión se ha prolongado más de lo previsto. Tenemos que dejarlo aquí. ¿Quedamos la semana que viene a la misma hora en el mismo sitio?

—¡Antes! —exclama Ophelia Owen con entusiasmo y muchos asienten con la cabeza.

—¡La temporada de Quidditch está a punto de empezar y el equipo también tiene practica! —apunto antes de que alguien comente algo más.

—Entonces el próximo miércoles por la noche. —determina Harry. —Ya decidiremos si hacemos alguna reunión adicional. ¡Ahora será mejor que nos vayamos!

Harry saca el mapa del merodeador y lo revisa meticulosamente para ver si hay algún profesor en el séptimo piso. Comienza a dejarnos salir en grupos de tres y de cuatro.

—¡Ha estado increíble! —murmura Dean con emoción. —No puedo creer que Harry sea tan bueno con este hechizo... y que se haya librado de Quién-tú-sabes con un Expelliarmus.

—¿Te ha dado una poción de amor o por qué parece que lo idolatras ahora? —replica Seamus con fastidio. —Sí, es bueno en el encantamiento de desarme. ¡Pero es sencillísimo!

—Claro, por eso tu varita ha pasado más tiempo en el aire que en tu mano. —dice Dean con ironía.

—Solo fue una vez. — puntualiza Seamus. —Te he desarmado muchas más veces que tú a mí.

—Sí, claro, pero la vez que te tropezaste y al caerte me has quitado la varita de un manotazo no cuenta.

Neville me lanza una mirada divertida, viéndolos discutir. A pesar de que le devuelvo la sonrisa, mi mente se encuentra muy lejos de aquí; está pensando en las palabras de Daniel y las miradas de desprecio que Hannah Abbott me lanzaba.

━━━━━━━※━━━━━━━

Capítulo cortito para compensar que la semana pasada no pude publicar.

¡Ya casi llegamos a 40K! Muchas gracias por sus votos y comentarios, no olviden recomendar la historia para que sigamos creciendo.

Nos leemos muy pronto, cuídense.

Continue Reading

You'll Also Like

565K 89.6K 36
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
145K 20K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
620K 57.6K 45
"ADAPTACIÓN" Me ví obligado a casarme con el hombre más frío, cruel, orgulloso, prepotente y multimillonario de todo el país solo por un contrato que...
370K 24.2K 95
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.