Mariposas negras +18 (Editand...

By AlejandraPotter25

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Esta es la historia de T/n Dumbledore, nieta del poderoso mago director de Hogwarts que viene de la Academia... More

Prologo
Cap. 01
Cap. 02
Cap. 03
Cap. 04
Cap. 05
Cap. 06
Cap. 07
Cap. 08
Cap. 09
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap. 28
Cap. 29
Cap. 30
Cap. 31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38
Cap. 39
Cap. 40
Cap. 41
Cap. 42
Cap. 43
Cap. 44
Cap. 45
Cap. 47
Cap. 48
Cap. 49
Cap. 50
Cap. 51
Cap. 52
Cap. 53
Capitulo 54 (Parte 1)
Capitulo 54 (Parte 2)
Capitulo 54 (Parte 3)
Epílogo.
Notita.

Cap. 46

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By AlejandraPotter25

La imagen claramente es un edit pero me gusto mucho y por eso la dejo aquí jsjs está largo el capítulo, por eso me tarde tanto en subirlo, espero les guste.

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Iba bajando al gran comedor a desayunar como todas las mañanas, era viernes, ya estaba agotada por todos los días pasados. No vi a Harry desde anoche que se fue a hablar con mi abuelo.

Llegue a la mesa de las serpientes y me senté junto a Blaise, cuando llegue lo encontré con la mirada perdida... o eso creí. Cuando dirigí mi vista al mismo punto que la suya note que estaba viendo a alguien es específico, una rubia ravenclaw muy tranquila.

-Luna Lovegood, ¿eh?- volteó sus ojos hacia mi y se encogió de hombros -Ya era hora de que subieras tus estándares.- le di un pequeño golpe en el codo.

-Es muy linda, además, transmite paz. Solo nos hemos dirigido un par de palabras.- su voz sonó cabizbaja, triste. Evidentemente no dejaría que eso se quedara así.

-No te preocupes, eso se resuelve fácil.- me levante y empece a llamar a la tranquila rubia que comía, al principio ella no notó mis llamados pero al rato se acercó a nosotros. Cuando la invite a sentarse vi a Blaise tenso en su asiento, restregando las palmas de sus manos en su negro pantalón escolar, ¿estaba nervioso?

-¡Hola!- saludó, Lovegood a ambos con una sonrisa. Estaba ubicada frente a nosotros y al parecer eso era lo que le causaba tanto conflicto al moreno a mi lado.

-Hol- se aclaró la garganta -Hola.- Zaza movió su mano en un saludo y la voz le salió inevitablemente nerviosa.

-¿Me llamaron para algo en específico?- inquirió ella de buena manera, yo negué para luego responderle:

-Si y a la vez no.- recibí un leve pellizco de Blaise por debajo de la mesa pero lo ignoré -Me preguntaba si te gustaría salir con nosotros a...- lo pensé durante un momento ya que no teníamos nada planeado para esa noche -ir a robar comida en grupo a la cocina, ya sabes, nosotros tres.

-¡Claro!- nos dedicó una pequeña sonrisa.

Zabini me dio una mirada de pocos amigos pero al rato se contrajo en rendición. Mientras estuvimos desayunando Luna empezó a hablarnos de sus teorías sobre la existencia del universo, muggles, magia, todo lo que se le ocurría. Lo que más me dio ternura fue ver a Blaise tan embelesado oyéndola.

Él no era muy amante a esas cosas, el era... bastante controversial. Le gustaba leer pero se dormía en las clases de historia, le entretenían los chismes pero la mayoría del tiempo no le gustaba oír parlotear a la gente, amaba el silencio pero, sin embargo, le encantaba hablar. Contradicciones, eso era el.
Pero en ese pequeño instante puso toda su atención en ella, en algunas partes cooperando a la conversación. Ambos debatiendo sobre la existencia de los nargles, compartiendo anécdotas y riéndose de ellas.

No interferí en su diálogo, era su momento. No quería agrietarlo hablando yo.

Cuando termino el desayuno nos fuimos a clases. En ese momento iba por los pasillos junto al moreno, a Potter solo lo vi de lejos y nos saludamos desde la distancia.

-Es que ella es tan bonita... su cabello es tan rubio y voz, podría dormirme escuchando su voz. Te imaginas dormir oyéndola a ella contarme un cuento o dormir mientras ella me canta ¡o dormir con ella! No me refiero a algo sexual, solo dormir. Te imaginas lo linda que debe verse dormida. Joder, t/n, es tan hermosa.- soltó Zabini esa retahíla de palabras en menos de tres segundos.

-Mira nada más quien se enamoró.- le lance una mirada pícara.

-¿Yo?- bufó -Para nada, solo se apreciar la belleza en donde la veo.

Giré mis ojos con hastío -La negación no ayuda, negrito querido.

Ese día transcurrió todo normal, fuimos a clases y cenamos. Ya era el último día de mi castigo, como era de esperarse yo no asistiría al encuentro para robar comida de esta noche junto a Blaise y Luna. Estaría con Harry en la enfermería.

Me puse mi pijama, similar a la de la noche anterior pero esta era unicolor roja. Por una interrupción que mi abuelo me hizo en una de las clases supe que Harry tendría que irse con él al día siguiente, no me dijo a donde ni por qué. Solo me aseguro que ambos volverían para el atardecer y que no me preocupara.

Por esa razón quería tener una cercanía... diferente, con el azabache esa noche. En pocas palabras estaba hormonal.

Cuando llegue a la enfermería ya él estaba ahí, sentado. Me inspeccionó con la mirada y juré que pudo ver hasta los pecados que se escondían detrás de mi ropa. Se limitó a saludarme y siguió leyendo.

Pasaron varios minutos que parecieron horas. Él no se me acercó, no vino a mi a sentarse a mi lado o algo, se mantuvo lejos leyendo, lo que me llenó de impotencia por querer terminar lo que ayer no logramos. Siguieron pasando los minutos y decidí romper el silencio.

-¿No quieres hacer algo? No lo sé, leer junto a mi.- solté eso con la intención de que captara la indirecta pero por su respuesta deduje que no:

-La verdad tú estás leyendo otra cosa, si me voy a tu lado me concentraré en tu libro y me perderé del mío.

Eso era verdad en una cierta parte. Yo si tenia un libro en las manos, pero no lo estaba leyendo, era una simple excusa para no verme como la niña hormonal que estaba esperando que el chico que le gustaba se le lanzara encima y la dejara sin poder caminar por tres días.

Pasaron unos minutos más y por el reloj que había en la pared supe que ya llevábamos una hora ahí, Blaise ya debía estar con Luna paseando por el castillo y yo... bueno. Con la mente tan atrofiada que cuando me di cuanta ya llevaba cuatro hojas del libro de las cuales no había entendido nada porque mi mente estaba en otro lado. Harry se veía tan tranquilo en su lectura y yo estaba quemándome por dentro como cuando Zaza me dio ese estimulante.

Trate de contener mi impotencia pero ya no pude y tiré el libro con hastío en dirección al azabache. Era un libro pequeño por lo que el impacto ni siquiera le dolió pero si lo tomo desapercibido.

-¿Que ocurre?- preguntó el frunciendo el ceño.

-Estoy aburrida.

-¿Qué quieres hacer?- dejo su libro a un lado apoyando sus manos sobre sus rodillas posando toda su atención en mi.

La simple pregunta me causo conflicto ¿acaso él no quería lo mismo que yo? ¿Era yo la única calenturienta en ese lugar?

-Nada.- respondí cortante y me acosté en la camilla con los brazos cruzados y vista al techo.

Sentí como se levantó y se dirigió hacia mi, cuando se posó a mi lado con sus manos en sus bolsillos, mis músculos ya tensos se relajaron un poco.

-¿Ahora que hice?- preguntó genuinamente curioso.

-¿Cómo me vas a preguntar que quiero hacer? Estamos en este lugar solos, solo con las luces de la velas iluminándonos en plena noche, es obvio que tenemos que jugar a las muñecas mientras hacemos una casita de almohadas, ¿no?- rebatí con claro sarcasmo pero sin dejar la nota de enfado en mi voz.

Se subió a la camilla, posó sus rodillas y manos a mis costados dejando mi pequeño cuerpo debajo de el suyo.

-Sé perfectamente lo que quiero y como quiero hacértelo. Solo que se me hace divertido ver como te estresas.

-¡Y lo hacías a propósito! Eres un idiota, cuatro ojos.

-Y tú una calenturienta, piojosa.

-Te odio.- bromeé.

-No importa, bonita. Yo tengo amor suficiente para los dos.

Con eso lo tome de la nuca y lo bale hacia mi, me correspondió, al instante nuestras bocas se unieron en un húmedo juego. Mis manos ansiosas tomaron su rostro para guiarlo hacia mi cuello.

Empezó a dejar leves mordidas en el, una de sus manos estaba en mi cintura y la otra en mis muslos, subiendo y bajando. Le abrí paso para que se posara entre ellas y sentí como su bulto ya iba creciendo entre mis piernas. Eso encendió mis sentidos y mi calor empezó a reclamar por el.

-Me molesta esto.- dijo él señalando la ropa.

-Entonces quítamela.

-No,- sonó autoritario, dominante con su voz ronca y oscura -quiero que tu misma te la quites.

Se retiró de encima de mi y me indicó que me levantara, con cautela pose mis pies sobre el frío suelo, mi humedad me incomodaba un poco pero podía lidiar con eso.

Se quedó sentado en la camilla como un espectador y lentamente empecé a desvestirme. Con un solo movimiento me quité la pequeña camiseta de tirantes que me cubría y de un jalón el short. Luego fue por el brasier y también me lo quité.

Me evalúo por unos segundos con la mirada, como si estuviera tomándome fotografías mentales para recordar cada detalle de mi cuerpo. No tenía la silueta de ensueño y, a decir verdad, las cicatrices, estrías y pequeñas cantidades de celulitis en mi cuerpo usualmente me hacían sentir un poco insegura.

Pero en ese preciso instante, viendo sus ojos los cuales reflejaban tanta lujuria y deseo toda mi vergüenza desapareció. El me observo como si yo fuera lo más preciado del mundo, de su mundo.

Me acerqué a él a paso lento. Cuando estuve en frente, su cálida palma tocó mi cintura y la apretujó. Con su mano me condujo a la camilla, reposo mi cuerpo allí y su tumbó sobre mi.

Pasó su cara a mi cuello y antes de empezar a dejar besos húmedos en el, susurró:

-No te vuelvas a alejar de mi.- su voz ronca tan impregnada de ganas -Soy tan tuyo como tú mía.

El largo camino húmedo que estaba dejando por mi piel hasta mi clavícula me desesperaba, él todavía vestido no me daba la oportunidad de tocar su piel. Empecé a llenarme de impotencia y baje mis manos a su camisa con ansias. Fui tan brusca que gran parte de los botones los rompí. Sentí torcida su sonrisa contra mi piel.

-¿Desesperada tan rápido, bonita? Apenas vamos comenzando.- volvió a mi boca pero no me beso, se mantuvo a centímetros de mis labios. En el momento en que subí mis manos para jalar su rostro y besarlo él tomo mis muñecas, las subió a mi cabeza. Se quitó la corbata que llevaba puesta y me amarró al copete de la cama.

-¿Copiando mis técnicas? Muy poco original de su parte, señor Potter.- exclamé divertida, mi voz salió más como un jadeo falto de aire pero entendible.

-Sígueme diciendo "señor" y te juro que tendré que sacarte de aquí en silla de ruedas.- su sonrisa arrogante volvió a asomarse.

Con su lengua se digirió directamente al espacio en donde mis pechos se dividían, y dejó un camino húmedo por ahí. Mis pezones se endurecieron al instante, cuando se alejó y el caminito que había trazado su volvió frío solté un quejido por la falta de contacto.

Luego fue a atentar contra mis pechos, pasando por su lengua por las duras puntas y haciendo a mi piel endurecerse. Me mordí el labio para no soltar un gemido por el placer que aquello me causaba. Lanzó un muffliato a la puerta y volvió a mi.

Su cara frente a la mía bajando su mano por mi abdomen hasta llegar a la delgada piel de mi braga introdujo dos de sus dedos a mi calor.

-Joder, estás tan húmeda.- gruñó.

Con sus dedos acaricio en círculos mi punto débil, toda mi entrepierna palpitaba en dolor reclamando más que su toque.

-Harry ya deja de... hacer eso.- sonó más como una petición que como una orden.

-Pídemelo.- introdujo uno de sus dedos por completo dentro de mi y curveé mi espalda -Sé que lo quieres, pídemelo y te lo daré.

-Te quiero dentro de mi, Harry.- exclamé en un gemido.

Sacó sus dedos de mi y empezó a desvestirse. Termino de quitarse su camisa, su pantalón y luego ese bóxer que le apretaba tan bien en las zonas exactas. Me dejo completa vista de el, ya no había nada que lo cubriera.

Al volver a mi me quito mis bragas húmedas en ciertas partes por todo el precalentamiento. Cuando le abrí espacio entre mis piernas me sorprendió cuando me tomo del tobillo y subió una a sus hombros.

-Tranquila.- fue lo único que dijo cuando noto la expresión de perplejidad en mi rostro.

Se posó en medio de mis piernas pero manteniendo una de ella arriba. Sin aviso se introdujo dentro de mi haciéndome gemir en un grito el cual no me esforcé en esconder. Movió a paso lento sus caderas haciéndome a mi y a él disfrutar de cada movimiento, poco a poco fue aumentando la velocidad de sus movimientos.

Una de sus manos estaba en la parte baja de mi abdomen mientras la otra seguía sosteniendo mi tobillo.

Con cada estocada mis gemidos se hacían más fuertes, él murmuraba cosas en voz baja, el rechinado de la camilla retumbaba por toda la habitación.

Me aferré a la tela de la corbata para aguantar mi orgasmo que ya sé acercaba. Moví mis caderas para acoplarme a su ritmo, la sangre por mi éxtasis se dirigió a mi calor apretándolo. La expresión de Harry se contrajo, supe que su orgasmo también se acercaba y aceleró su ritmo, despiadado, un poco torpe pero fuerte.

Cuando ya no aguantamos más ambos nos corrimos, sus movimientos ya se habían vuelto débiles hasta que se detuvo y se recostó a mi lado.

Duramos unos minutos ahí, esperando que nuestras respiraciones se nivelaran y vi como se quito el condon que ni siquiera me había dado cuenta que se puso.

-No te vi ponerte eso en ningún momento.- exclamé confundida.

-Soy un hombre práctico, todo un profesional.

Reí por lo bajo ante eso -Eres un idiota.

No respondió pero se volteó a mirarme. Tenía el cabello húmedo por el sudor, yo todavía con las manos atadas y él las veía con diversión, le hubiera dado una ráfaga de regaños por no desatarme pero se veía tan bien ahí, apoyado con su codo del colchón. Harry normalmente se veía hermoso ante mis ojos, pero él Harry post–sexo era por completo superior. Respirando agitado, su pecho brilloso por las pequeñas gotas de sudor, cabello despeinado, lentes mal puestos, labios rojos por las mordidas y ese aire de tranquilidad y satisfacción que transmitía era... lo era todo.

-¿Ya terminaste de violarme con la mirada o te falta algo?- inquirió divertido sacándome de mi transe.

-De hecho si, me hace falta que me sueltes.

Obedeció y me desamarró. Ambos nos vestimos y nos dedicamos a leer hasta que yo decidí hablarle.

-Sé que tienes que salir mañana con mi abuelo.

-Ah si, perdón por no habértelo dicho yo mismo, no quería preocuparte.

Seguimos hablando, llego un momento en el que tuvo que irse a descansar, mi abuelo lo levantaría muy temprano y quería estar totalmente dispuesto para irse.

Pero antes se acercó a mi y me plantó un suave beso en la frente.

-Apenas vuelva vendré a ti y te contaré todo lo que haya pasado. Te quiero.

Con eso se fue y me quede ahí leyendo, dentro de unas horas también debería irme a mi dormitorio.

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