Efusivo Error

Від MargotCrow

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Naruto [Universo Alterno] {Sasosaku} Sakura es una chica promedio que tiene una vida rutinaria de estudiante... Більше

<Prólogo>
Capítulo I: Barcos de Papel
Capitulo II: Esferas de estrella
Capitulo III: El nombre de la espiral
Capitulo V: Confusión aislada
Capitulo VI: Sentimiento encadenado
Capítulo VII: El segundo candidato
Capitulo VIII: Descontrol
Capitulo IX: Fondo roto
Intermedio I: zorro sin prestigio
Capítulo X: El relato, pueblo en la bruma I
Intermedio II: Seamos, entonces, marionetistas
Capitulo XI: El relato, pueblo en la bruma II
Capitulo XII: Palabras a medias
Capitulo XIII: Fallido
Capitulo XIV: Duelo
Intermedio III: La Doncella.

Capítulo IV: El beso de la lluvia

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Від MargotCrow

La mañana se deslizaba con una lentitud indescriptible, se bañaba con tonos rojizos. Los fríos y superficiales edificios de la ciudad renacían en un poético florecimiento. La llamada de un nuevo comienzo dentro de una rutina frívola, el despertar matutino con los continuos tintineos de la alarma en el reloj. Párpados que se abrían pesados, pensamientos que se dedicaban a sacar palabras tan incoherentes y lejanas que no se llegaría a saber si realmente se dijo o se pensó. Pasos lentos y cansinos que les conducían hacía algún lugar predecible y dinámico.

La aburrida vida de estudiante, lleno de fiestas, juergas y de más adicciones podridas que provocaban un pasajero gozo de libertinaje. A esta edad aun nos sorprendíamos como niños pequeños sobre tan nefasto mundo repleto de humanos, orientados a indagar más en el, olvidándonos vilmente de lo excitante que era descubrir las cosas simples.

Lo que ya sabemos no nos sorprende. Anhelar el pasado puede ser negar descubrir el futuro e inexistir en el presente ¿Vivir una rutina nos hará alguien que viva el presente? ¿O simplemente creamos la rutina para hacernos creer eso nosotros mismos?

—Me pregunto a dónde se habrá ido Naruto— Soplé, aún medio adormilada, mirando por la ventana de mi habitación como pequeñas gotas de lluvia en forma de lágrimas chorreaban por el cristal, que daba cara al ambiente de afuera. Ino me llamó, diciendo que no habrá clases hoy, porque los techos de la escuela goteaban mucho y los desperfectos conducían el agua estancada hasta la planta baja. Si no fuera porque Ino salía con uno de los intendentes nuevos de la escuela, ya estaría afuera en medio de la lluvia, viendo como las puertas de la escuela eran cerradas en mis narices sin ninguna consideración.

Aunque el paisaje mojado que me ofrecía el caer copioso y deprimente de la lluvia me daba una tranquilidad muy agradable, en esos momentos mis sentimientos no lograron corresponder a esa descripción. El fundamento era simple y hasta quizá algo absurdo: Naruto ya no estaba aquí.

Era extraño, no pensé que huiría de mí en la noche, no parecía que quisiera irse ni nada por el estilo. Posiblemente se sentía muy obligado a cumplir con ese trato que se autopropuso. Finalmente no pudo con eso y terminó huyendo de mi casa. No voy a negarlo, me duele un poco que un zorro tan divertido y parlanchín (aunque algo tedioso) se haya ido sin decir tan siquiera adiós. Por otra parte, me preocupa enormemente el hecho de que él ahora esté afuera, expuesto al clima y sin recuperarse completamente.

—Espero que Naruto esté bien —dije con un tono preocupado ¿Y cómo no preocuparme si se fue sin decirme nada, y tan débil? Sólo espero que esté bien y que nada malo le pase... sobre todo si Akatsuki se está dedicando a  cazar este tipo de seres, pero... ahora que lo pienso— ¿Los Kitsune se enfermarán?— Pensé en voz alta, sin consultar la presencia de alguien más en la habitación.

Hmmm... pues quizá no, pero si tú no te despegas de la ventana, sí que te vas a enfermar— La voz burlona y pícara  de Deidara resonó por las paredes de mi habitación. Al encontrarme en un momento de ensimismamiento, sólo me dio por reaccionar con sobresaltos y sorpresa.

—¡Waaahh! ¡Deidara! —Sobresalté espantada al no haberme advertido de su presencia antes, por instinto me cubrí con la cortina de la ventana para que no viera algo que no fuese mi cara— ¡¿Q-qué demonios haces aquí?! ¿Quién te dio permiso de entrar?— Pregunte histérica. No era por exagerar ni nada por el estilo ¡Pero me dio un tremendo susto! Y además...

Hmmm... entonces al final si terminaste usando la pijama de dos piezas que Ino te había regalado la navidad pasada —Tomó una posee que lo instruía como pensativo y maduro al llevarse una mano por debajo del mentón y acariciar a este con el dedo gordo— Mmn... Sakura, has crecido mucho desde la última vez que te vi en paños... —Lo callé, lanzándole con toda la fuerza de mi brazo derecho una almohada. Fue tanta mi fuerza y tan torpe su distracción que termino tirado en el suelo— ¡Ouh! Cada vez te vuelves más y más agresiva conmigo— Se quejó mientras se incorporaba lastimosamente.

—¡Tú fuiste el que empezó! Y además ¡¿Qué es toda esa palabrería pervertida?! ¡¿Con quién te has estado juntando?! ¿Con el cara de mujeriego de Hidan?— Le regañé elevando el volumen de mi voz hasta dejar mi garganta áspera. Cuando Deidara se toma esas confianzas me pone algo alterada.

—Pues... ahora que lo dices... últimamente me he estado juntando con Itachi y Zetsu, pero ninguno de esos dos diría cosas tan atrevidas— Razonó en voz alta. Me imaginé a mí misma en una parodia caricaturesca, con una venita palpitando amenazante en mi sien ¿Qué no puede guardarse ese comentario en sus pensamientos? Pase mi mano por la frente y la arrastre hasta caer del mentón con fastidio.

—Deidara— Le llamé con voz muy seria y ronca. No pareció reaccionar rápidamente, volteó lentamente hacia mí como si apenas hubiese oído algo, y segundos después pareció entender que le hablaba con voz de pocos amigos. Pequeñas gotitas de sudor empezaron a escurrirse en su frente con nerviosismo, me conocía perfectamente bien y sabía que ese tono de voz que empleaba no era buena señal para que pudiera seguir viviendo.

Hmm... ¿Qué pasa, Sakura?— Preguntó con voz algo temblorosa. No sé qué apariencia debí de haber tenido en ese momento, pero por un momento me imagine cabizbaja con mis ojos sombreados de forma misteriosa y peligrosa, junto con un flujo violento de "ki" siendo expulsado de mi cuerpo (Lo acepto, he visto Dragon Ball). Me reiría de eso si no fuese porque el enojo me dominaba.

—¡LÁR-GA-TE DE A-QUÍ!— Vociferé en un sonoro grito de bestialidad, y vaya que fue efectivo. A los pocos minutos Deidara ya se había esfumado de mi habitación, dejando un rastro de humo por detrás de sus pasos.

Cuando verifiqué que ya no había ningún intruso en mi casa resoplé un suspiro de alivio y cansancio. Me dirigí vagamente al borde de mi cama y me dejé caer sobre el sin culpabilidades. Mi piel saboreó sobre esos lánguidos minutos la textura de mis sábanas mal acomodadas y mis almohadas revueltas entre ellas, junto con varios ositos, conejitos y demás animalitos de felpa de los cuales, la mayoría ya debió de haber quedado en el suelo. Sin embargo, no tuve el suficiente tiempo para degustar de ese suave tacto. Repentinamente mi mente, que reposaba en calma, se vio violentamente azotada por una fuerte oleada de angustia y preocupación: de nuevo estaba pensando en Naruto.

 —No importa que se haya ido de aquí, me sigue preocupando —Compartí un reflexivo silencio con mi habitación— ¿Porqué será... —Lleve una de mis manos a mi pecho, que ejercía una presión muy molesta—... que me siento así? Apenas lo conocí, pero es como si...— Mis palabras cesaron cuando un pensamiento cruzo mi mente.

Como si un sentimiento antiguo y duradero nos hubiera enlazado— Pensé inmediatamente. Ahora que lo recuerdo, usualmente en las historias del folklore se habla de que si le ponías un nombre a un demonio o criatura mágica, esa te obedecería como si tu fueses su amo ¿Podría ser eso? Pero si fuese así ¿También provocaría esos sentimientos?

Me pregunto... si realmente fue sólo eso, o si algo más intervino.

Después de soplar un suspiro fatigado, sentí un movimiento lento pero precipitado venir del otro lado de la pared. Por alguna extraña razón pensé que sería Deidara que estaba ahí, recargado, cruzado de brazos y piernas con una mirada dirigida al vacío y  facciones marcadas con seriedad. Una seriedad que nunca llegué a ver y que estaba llena de un brillo de ira y tristeza. Al escucharme suspirar, dejó de darle más vueltas a sus pensamientos y se fue. Por mi suspiro, él reaccionó. El ver esa imagen recreada tan patentemente en mi mente me dejó confusa y sorprendida ¿Cómo pude ver esa situación pasar por mi mente? ¿Cómo pude ver perfectamente la ropa que tenía Deidara en esos momentos, si apenas y le vi el rostro cuando lo encontré? Además, nunca me fijo en la ropa que tienen puesta, pero esta vez lo vi con una perfección indescriptible.

Todos esos movimientos, esos gestos, pudieron ser sólo imaginación mía, pero sentía como una implacable confianza me garantizaba que eso había ocurrido mientras yo hablaba. Y eso me aterraba, temía haber acertado en esos gestos, en el color y forma de su ropa, temía que realmente haya podido ver más allá de esa pared y revivir un momento que no me concernía a mí, pero... esa seguridad que seguía azotándome duramente. Esa aterradora tranquilidad de que había acertado.

Le temía a esas monstruosas cualidades que comencé a presenciar desde que llegó Naruto. No, fue antes, desde que conocí a Sasori. Incluso antes, antes de haber conocido a mis compañeros de secundaria, antes de aprenderme a abrochar mis agujetas, fue algo que siempre tuve y que nunca le di importancia.

Porque sólo pasaba esporádicamente. Sin embargo, ahora todo era una situación diferente, ahora parecía que todo se concentraba a grandes cantidades y con más influencia. Por eso yo...

Odio tener esta maldición, porque eso es.

Una maldición.

¿Quién lo entendería? Ver lo que nadie puede ver, oír lo el susurro de voces inexistentes, ser arrojada por fuerzas extrasensoriales mientras que los espectadores terminan burlándose de mí por mi torpeza. Ese sentimiento de rechazo dirigido a mi yo infante de una forma violenta e inmutable, las heridas que no pueden desangrarse, el dolor que nunca llega a mitigarse, la soledad que te vigila como la muerte.

Nadie más que yo puede entender esos sentimientos. Ese pequeño trozo de papel romperse dentro de mí y el dolor de las heridas producidas por el asco de mis propios pensamientos.

Esa maldición que entorpece mis sentimientos.

De repente la imagen de Deidara recargado en la pared a un lado de mi puerta, con sus cabellos largos y rubios ocultar misteriosamente sus ojos, se manifestó en mi mente. Es verdad, Deidara estaba aquí, conmigo. Había olvidado que ya no estaba sola. Por alguna extraña razón me sentí asfixiada de soledad, terminé deprimiéndome rápidamente y por consecuencia, me mitigaba de autocompasión. ¡Pues ya basta de todo eso! Si Naruto se ha ido no tengo porque ponerme sentimental ¡No es lo mío! ¡Yo ya había dejado claro que no iba a ser una llorona que siempre se anda autocompadeciendo por no ser lo suficientemente fuerte! ¡Lo malos recuerdos no gozaran de verme caer!

Con más energía de la que acostumbraba llevar, me cambie en una velocidad impredecible, con intención de dirigirme a la sala. Un pensamiento me obligó a detenerme, justo antes de rozar la manija de la puerta con mis dedos ¿Deidara seguirá ahí mismo, recargado en la pared a un lado de la puerta como lo mentalicé ó se habrá ido de ahí con ese gesto sombrío como lo sentí? Permanecí en varios minutos flotando con la incertidumbre.

¿Abriré o no abriré? ¿Qué elección tenia de todas formas? Si decidía no hacerlo me quedaría encerrada en la habitación y Deidara posiblemente se aburriría de esperarme, para luego irse de casa, pidiendo disculpas a mi madre muy cortésmente. No parecía una decisión tan circunstancial pero, algo en mi interior quería evitar ver a Deidara en esos momentos, como si el que fuera a su encuentro me obligara a presenciar una revelación que no estaba dispuesta a creer en esos momentos.

¿Por qué ahora... tengo miedo de enfrentar a Deidara?

Es verdad, esto es miedo ¿pero miedo de que? Sólo es Deidara ¿Qué me hará él? ¡Nada, no puede hacerme nada! ¡Y si lo hace lo golpearé!

De nuevo con el ánimo revivido, abrí la manija de la puerta sin pensarlo. Asomé mi cabeza entre el marco y la puerta misma, para verificar si Deidara se encontraba ahí. No había nadie. Ya más segura de mí misma, me dedique a mover mis pies y dirigirlos neciamente a la sala que se encontraba bajando las escaleras. Pero camino a las escaleras encontré algo curioso.

Una ventana abierta.

—¡Oye madre! ¿Tú dejaste la ventana abierta? —Exclamé en un grito para que mi madre llegara a escucharme. Me quede en silencio para poder oírla, pero nunca llegó su voz a mis oídos— ¿Madre? —Insistí interrogativamente. Avancé temerosamente hacia las escaleras, las bajaba con algo de nerviosismo ¿Por qué de repente me siento así? En cada paso que daba empecé a tener mejor vista de la sala, la cual estaba adyacente a la escalera. Ahí encontré la silueta masculina y la cabellera rubia de Deidara. Él se encontraba dándome la espalda, simplemente estaba de pie y mirando absorto hacia algún lugar. No sé porque, pero sentí unos estremecedores escalofríos por mi cuerpo cuando lo vi— Oh, Deidara ¿y mi madre?— Pregunté con tanta tranquilidad que hasta yo misma me sorprendía, mi voz y mis gestos no coincidían con las sensaciones que percibía ¿Qué me estaba pasando?

—Tu madre se fue, dijo que regresaría luego. Creo que se fue a comprar algo que faltaba— Contestó con una voz ausente de emoción. Su tono de voz me extrañó, ese comportamiento no era común en Deidara, parecía muy pensativo y lejano al responder ¿Y a éste que le pasa?

—Uh, Deidara ¿Estás bien? Te vez muy ido y no respondiste con tus tan comunes "mmmm"— Dije preocupada. Realmente lo estaba, pero una reverberación profundamente escondida dentro de mí me decía que yo sabía lo que ocurría. Mas no recordaba nada que me resultara familiar en su comportamiento anormal.

—Es verdad. Es porque no me has oído hablar así— Sus palabras parecían estar dirigidas a sí mismo. Deidara volteó a mi dirección. Su mirada se concentraba en el infinito y sus ojos parecían estar nublados y vacíos, como si esa persona que estuviese frente a mí no fuese Deidara. Aun así, me sentía tranquila, de cierta forma acostumbrada a esa personalidad. Me parecía raro sentir esa familiaridad por actos tan poco comunes de presenciar.

Pero algo increíble paso ¡Detrás de la espalda de Deidara habían varios hilos delgados, casi imperceptibles a los ojos humanos! Era incluso tan pequeño que se volvía más impresionante que yo pudiera percibir esa delgadez invisible e imaginaria ¡Pero ahí estaban! ¡Y yo los miraba con toda claridad!

—Tienes hilos detrás de tu espalda, Deidara ¿Sasori te controla, verdad?— La revelación me sorprendió tanto a mí como a mi interlocutor ¿Por qué saqué a Sasori de la conversación? ¿Y por qué estaba tan segura que así fue? Una fuerte punzada retumbó fieramente por mis sienes. Terminé por darme cuenta de que tenía dolores de cabeza desde que me había levantado, pero por razones que desconocía las había ignorado, y ahora qué incremento el dolor pude recordar ese pequeño detalle. Caí suavemente sobre la alfombra de la sala, con una mano en mi frente masajeando mis sienes, mientras que con la otra intentaba sostenerme.

Deidara, que permanecía de pie, se agachó para llegar a la altura de mi rostro. Su mirada se miraba muy vacía y lejana, como si entrara en hipnosis, y quizás lo estaba.

—Me impresiona que hayas podido encontrar los hilos con los que manipulaba a Deidara, y más aun que descubrieras que soy yo quien lo hacía. Eso significa que estas recordando— La voz de Deidara se distorsionó en una voz muy clara e idéntica a la que posee Sasori.

Mis ojos se abrieron de la impresión. Una necesidad de gritarle algo con furia se apodero de cada tejido de mi cuerpo. Presenciaba como ese sonido se escalaba por mi garganta, salía con violencia y ruido al exterior.

—¡Devuélveme a Naruto! ¡Quiero a Naruto de vuelta!— Le grité explotando de enojo. Mi propia respuesta volvió a sorprenderme. Naruto.

¡Sasori tenía a Naruto! Pero... ¿Cómo yo lo sabía? ¿Por qué lo tenía? ¿Cuál es su propósito con él? ¿A caso iban a matarlo? Me quede en silencio, produciendo en mis pensamientos más preguntas que no serían respondidas al instante. Aquella forma de Deidara parecía pensar detenidamente que decirme, reconsideraba muy seriamente qué palabra utilizar. Quizás una apreciación mía subjetiva, esperando que ese concienzudo análisis me brindara algún tipo de información trascendental.

Kami-sama, que acertada estuve.

—No puedo devolvértelo, y no estoy dispuesto a hacerlo voluntariamente. Me lo he llevado porque es mi trabajo —Pausó muy tranquilamente, de nuevo vi demasiada seriedad en sus facciones—. Tal vez, si razonas más sobre aquellos "dones" que tienes y te vistes bajo nuestra nube, logres incrementar o romper ese lazo— No entendí lo que quiso decirme. Cuando empecé a pensar un poco en sus palabras, con un movimiento inadvertido escapó de mi vista y salió magistralmente de la entrada. Aunque sus movimientos no fueron muy rápidos, no fui lo suficientemente veloz como para alcanzarlo antes de la entrada. Su velocidad empezaba por acelerarse, aún con la fuerte lluvia que caía monótonamente sobre nuestras cabezas. Casi desesperada, me lancé sobre él. Para mi sorpresa, no estaba tan lejos de mí como lo tenía calculado. Con sólo alargar mis brazos e impulsar mi cuerpo con más fuerza llegué a sujetarlo. Lo que no estaba en mis planes era que él no pondría resistencia. Ambos caímos torpemente como dos pequeños muñecos de trapo al frío y húmedo suelo.

Me quedé en silencio, mientras mis brazos capturaban su decaída silueta.

—Sasori, devuélveme a Naruto— Le pedí en súplica. No entendía porque me sentía tan mal sin tener al parlanchín de Naruto conmigo, pero lo que si sabía es que en estos momentos el podría estar sufriendo, y ahora que estaba débil era más vulnerable que antes. El cuerpo de Deidara permaneció estático, ni parecía poseer pulso o respirar. En nuestros oídos sólo llegó el saturado sonido de la lluvia al caer sobre la superficie, formando ecos vanos y retumbantes al abismo abstracto de nuestra mente.

—¿Cómo puedes pedirme eso, si ni siquiera recuerdas lo que ocurrió? —Su voz ronca y hueca volvió a llenar el silencio que marcamos con la lluvia. Mi agarre se debilitó inexplicablemente, el cuerpo manipulado de Deidara lo aprovechó para moverse con más libertad y encararme sin intención de intimidarme, aunque inevitablemente lo logro— Estás actuando por los recuerdos de tu cuerpo, pero no estás siendo consciente de lo que pasó —Explicó tranquilamente, acercándose tan lentamente que no llegué a notarlo— ¿Quieres recordarlo?— Me preguntó tentativamente. Lo miré espantada, de alguna forma sabía que, hiciera lo que hiciera, él terminaría haciendo las cosas a su antojo.

Y me besó.

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