Detrás de la cámara. © [Tom F...

By Sherley_Vila

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Magdala O. Armstrong "Moa" siempre ha estado enamorada de su amigo Tom Felton desde que tiene memoria pero el... More

Detrás de la Cámara.
Antes de leer.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiséis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Capítulo veintinueve.
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno.
Capítulo treinta y dos.
Capítulo treinta y tres.
Capítulo treinta y cuatro.
Capítulo treinta y cinco.
Capítulo treinta y seis.
Capítulo treinta y siete.
Capítulo treinta y ocho.
Capítulo treinta y nueve | FINAL.
EPÍLOGO | PRIMERA TEMPORADA.
Invitación.
Invitación II.
Invitación III.
Invitación IV.
Detrás de la Cámara | SEGUNDA TEMPORADA.
Antes de leer. | SEGUNDA TEMPORADA
Capítulo uno. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo dos. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo tres. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cinco. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo seis. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo siete. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo ocho. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo nueve. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo diez. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo once. | SEGUNDA TEMPORADA
Capítulo doce. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo trece. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo catorce. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo quince. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo dieciséis. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo diecisiete. | SEGUNDA TEMPORADA
Capítulo dieciocho | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo diecinueve. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veinte. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintiuno. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintidós. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintitrés. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veinticuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veinticinco. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintiséis. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintisiete. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintiocho. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo veintinueve. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y uno. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y dos. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y cuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y cinco. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y seis. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y siete. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y ocho. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo treinta y nueve. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y uno. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y dos. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y cuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y cinco. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y seis. | SEGUNDA TEMPORADA
Capítulo cuarenta y siete. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cuarenta y ocho. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta y uno. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta y dos. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta y cuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta y cinco. | SEGUNDA TEMPORADA.
Capítulo cincuenta y seis. | SEGUNDA TEMPORADA. | FINAL.
EPÍLOGO. | SEGUNDA TEMPORADA.
Una carta para Tom.
Agradecimientos.
EPÍLOGO. | FINAL ALTERNATIVO.
Curiosidades de DETRÁS DE LA CÁMARA.
"Mentiras." | ONE SHOT | Draco L. Malfoy.

Capítulo cuarenta y nueve. | SEGUNDA TEMPORADA.

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By Sherley_Vila

Narrador omnisciente.

Los nervios invadían a Tom, el rubio tenía entre sus planes declararse ante su amada en la noche de Navidad cuando lograran estar solo en algún momento especial. Tenía que aparentar no sentir nada al respecto y como si aquella festividad fuera una más entre miles otras aunque no fuese así.

Los días de Diciembre comenzaron a pasar de forma extraordinaria, Moa y Tom habían comenzado a armar el árbol de navidad adornandolo entre pequeñas esferas así como huesos que eran como una representación de Willow en aquel pino.

Que rápido había pasado el tiempo.

Eso era lo que en la mente del actor yacía repitiendose una otra vez mientras sus ojos se posaban en la coqueta morena que no dejaba de admirarse frente al espejo, con una de sus camisas negras Moa parecía inclinar una pierna más que la otra modelando para ella misma. Tom se deleitaba en cuerpo y alma de ver a la mujer que amaba y a la que realmente le enseñó a amar, no todos corrían con la suerte de tener un amor tan puro como el que ella le entregaba a él y viceversa y por eso mismo era especial.
El curioso y sincero amor que se tenían había traído consigo un pequeño ser que dentro de unos escazos cuatro meses más estaría entre sus brazos.

Muchas veces no era tiempo sino la química la que solucionaba todo, en los años que pudo tener de relación nada nunca se compararía con la que ahroa tenía con la mujer de piel tostada, y a ella no la cambiaría por nada. Una risa suave lo sacó de su trance haciendolo ser consciente de la traviesa mirada que Moa tenía para él a través del reflejo del espejo.

— ¿Me veo bien? —Preguntó Magdala pasando con calma sus ojos del reflejo de su novio a su propio cuerpo percatandose de como es que en el area del vientre pequeñas estrías hacían acto de presencia cada vez más conforme los días pasaban. Nunca fue tan insegura pero manteniendose en aquel amargo mar de Internet con la vulnerabilidad emocional que se cargaba a causa de las hormonas alteradas y, el odio que recibía, la volvía tan frágil haciendose cuestionar si en esos momentos Tom estaba con ella por el bebé que esperaban.

Puede que fuera tonto pero para lo que uno podía ser un tesoro, para otros simple basura.

— Eres la mujer más hermosa que puede existir.—La forma airosa en la que Tom mencionó aquella la hizo sonreír por lo bajo. Soltando su cabello ondulado cerró sus ojos unos segundos para dirigirse a la cama en el camino que ya se sabía de memoria.— Que no camines así, Magdala. —Y la severidad llegó a su voz.

Acciones como esas calaban a Tom de una forma impresionante, un segundo podía ser el ser más dulce que pisara el planeta y al otro la persona más amarga y enojona, pero es que Moa no se daba siquiera una pequeña idea de lo muy nervioso que ponía a Tom el que hiciera acciones como esas que en un mal movimiento podían terminar en algo trágico.

Sus ojos marrones se abrieron dejando ver esa brillosa capa delgada de lágrimas que se cristalizó en sus ojos ante la forma "tosca" en la que su novio le había hablado. Felton se percató de eso y simplemente negó un poco cansado.

— No era mi intención hablarte así cielo, solo que sabes lo mal que me pone que camines con los ojos cerrados o sin cuidado. —Moa no dijo nada simplemente asintiendo en silencio para escurrirse entre las sábanas de la cama, Tom, quién yacía preparado para dormir extendió uno de sus brazos como invitación a su novia para que se acurrucara pero no pasó. La morena le dio la espalda con el sentimiento de regaño en su ser.

Según Tom sabía, él esperaba un hijo y no dos como parecía que la mujer se comportaba, a veces ella era como una niña pequeña.

Las horas comenzaron a pasar dándole paso a la madrugada de la víspera de Navidad, las 03:27 marcaban todos los relojes de la zona, de fondo en medio del silencio de la madrugada se escuchaban las músicas navideñas que provenían de los adornos exteriores e interiores. Moa mordió su labio con fuerza tratando de reprimir su llanto molesto mientras parecía dar mil y una vueltas en su lugar provocando que sin quererlo hiciera lo que no quería hacer, despertar de su sueño a su novio.

Tom comenzó a pestañear lentamente en medio del silencio escuchando los sollozos de su vecina de cama, la sensación de ardor en sus ojos lograba calarle pero hacia su esfuerzo para no dormirse nuevamente e ignorar aquellos silenciosos llantos.— ¿Moa? —Preguntó roncamente en medio de su estado somnoliento haciendo que la mencionara ahogara todo ruido mientra soas lágrimas se escurrían por sus mejillas conduciendose entre las curvaturas de su rostro e incluso cuello.

La habitación se encontraba en medio de la oscuridad siendo iluminada muy débilmente parte del techo por donde se colocaba las luces de decoraciones de navidad. El silencio hizo que cierto rubio se alterara al ya no escuchar ruido alguno por lo que su mano se extendió a la lámpara que yacía encima de una mesa de noche que se encontraba a un lado de su cama.

— ¿Darling? —Preguntó serenamente dejando que su preocupación fuera la causante de que todo rastro de sueño se esfumace en cuestión de segundos cuanto pensó en su amada. Con la luz cálida de la lámpara que iluminaba la habitación, no tan grandemente pero sí lo necesario para conocer el origen del sollozo, sus ojos azules se encontraron con el rostro de Moa enterrado en una almohada moviéndose muy débilmente.— Moa... ¿Que pasa? ¿Te duele algo?

La morena no respondió.

Tom se irguió correctamente sobre la cama tomando asiento ahí mismo para tomar la almohada de un extremo con la intención de quitársela cosa que consiguió fácilmente, Moa quiso ocultar su rostro entre sus manos pero prontamente fue interrumpida por el varón que preocupado la examinaba.— Cielo ¿Por qué lloras? ¿Que pasa?

La morena frunció su ceño dejando que las lágrimas que dudosas parecían caer ono de sus ojos se deslizaran, con delicadeza los dedos del varón limpiaron las lágrimas, Tom trataba de actuar de forma calmada aunque por dentro era un caos completo y el sentimiento vivo de la angustia y desespero ante el silencio del amor de su vida.

— No puedo dormir... —Susurró hipeante la morena consiguiendo entregarla la calma al varón cuando escuchó su voz y la razón, aunque pronto esa razón se convirtió en algo absurdo no lo hizo saber.

— ¿Por qué no puedes dormir? —Preguntó el rubio tomando a la morena de sus manos para querer hacerle erguirse cosa que consiguió, los dos sentados sobre la cama con las piernas cruzadas se mantuvieron en silencio principalmente Tom quien aguardaba a que la tranquilidad llegase a su novia.

Pero parecía algo muy lejano cuando ella lograba conciliar la calma volver a llroar apenas hacia el intento por hablar.

— Cielo relájate... —Pidió Tom quien se tumbó en la cama recostandose, ocupó las almohadas como amortiguadores contra el rígido respaldo de la cama y la pared.

Felton con ayuda de su diestra hizo la invitación a su mujer de sentarse sobre su regazo con cada una de sus piernas a su costado, lograndolo, frente a frente, la morena trataba de no dejar caer todo su peso para no lastimar a su novio. Sus manos se encontraron y se empuñaron mutuamente mientras el rubio luchaba para no sucumbir al sueño que parecía incitarlo a olvidarse de aquel mundo.

— A ver... Cuéntame ¿Por qué no puedes dormir? ¿Tienes pesadillas? —La morena negó avergonzada.— ¿Entonces amor?

— Porque estoy molesta...

— ¿Estás molesta por como te hablé? —Volvió a negar dejando que pasarán segundos antes de ella poder hablar.

— La pancita.—Evidenció la razón de su llanto atrayendo la mirada curiosa del rubio.

— ¿Tu vientre? —Asintió.— ¿Qué pasa?

— No me deja dormir, no logro acomodarme y–y–y... Y yo quiero dormir bocaabajo. —El silencioso llanto que siguió ese hilo de voz se volvió a hacer presente, era un llanto caprichoso y fastidiante.

— ¿Por eso lloras?

Yporquemispechosmeduelen.—Susurró de forma rápida aquella mujer haciendo qhe el rubio frunciera el ceño al no entenderla.

— ¿“Yporque”, qué?

Mispechosestansensiblesyduelen.

No logro entenderte bien.

— Maldita sea Tom. —Chistó molesta, evidentemente el fastidio de no poder dormir la ponía sensible, el rubio abrió sus ojos sorprendido por la forma de hablar de la morena.— Mis pechos están sensibles y no puedo encontrar una posición cómoda, si estoy cómoda con el vientre: con los pechos no, y si estoy como con los pechos, con el vientre no y–... Yyanosequehacer. —La voz gangosa de la mujer volvió a sonar.

Tom rodó los ojos divertido.— Ven aquí... —Y en un delicado movimiento jaló a su novia hacia su cuerpo por las manos queriendo extenderla sobre él, sus piernas yacían flexionadas contre el colchón pero pronto en la comodidad Moa logró encontrar una postura que le trajo la paz.

Su pierna estaba encimada a las del rubio así como el vientre la mujer estaba reclinado sobre su torso, sus brazos se escondían y sus pechos parecían no entrar en presión que causara malestar, esforzandose un poco más se dedicó a dejar cariciar que arrullaron a la tan somnolienta mujer, fue sorprendentemente fácil el conseguir que su novia durmiera sin objetar algo sin embargo ahora había un solo problema.

Él ya no estaba cómodo.

Vaya cosas las que se vivían estando embarazados.

La friadad del día que se colaba entre las paredes hizo al rubio despertarse, sintiendo como es que un tolerable dolor lo invadía al querer cambiar de posición todo su, ahora, entumecido cuerpo. Sus ojos se abrieron y cerraron de forma paulatina haciéndose consciente su al rededor y sus sentidos, los orbes azules se fijaron en el cuerpo contra él, tal parecía que no habían cambiado de posición en ningún momento. La mano que rozaba el filo de la cama se extendió hacia la mesa de noche para apagar la luz que durante la madrugada se mantuvo encendida y tomar su celular.

24 de Diciembre, 09:09.

Casi 6 horas en la misma postura.

Una de entre las tantas cosas en las que tenía que pensar aquel rubio era como poder salir de la cama sin despertar a su novia, lentamente comenzó a moverse tratando de ser delicada, primero una pierna se deslizaba al suelo colgando del filo de la cama, jamás tuvo tanta paciencia como la tenía en ese momento rogando por conseguir su objetivo.

El vientre de la morena cayó sobre su vacío lugar marcado en el colchón y edredones. Moa se quejó entre sus sueños acomodándose haciendo entrar en pánico por unos segundos al rubio que tomó uno de los edredones haciéndolo como un taquito y suplirlo por su cuerpo ausente. Creyendo que sería pronto descubierto se mantuvo estático en su lugar hasta que notó la aceptación del edredón suave. Moa había aprisionado entre sus brazos la cómoda tela que se había adaptado a su abultado vientre.

Hoy era el día.

Una dura mirada se clavaba en el reflejo del espejo donde yacía la morena concentrada tratando de trazar correctamente y de forma uniforme aquel delineado negro que se había hecho en el maquillaje de sombras sobre su párpado.

— ¿Ya estas lista? —Preguntó Tom quien entraba a la habitación con una toalla enrollada a su cintura, había recién terminado de ducharse por lo que solo debería vestirse y listo.

Moa no habló pero si dio un sonido que fue la respuesta en negación a la pregunta que aquel hombre le había hecho.

Si bien la Navidad solía ser la festividad en la que se debía pasar con la familia, Moa se había encontrado contrariada, Daniel era su familia desde un inicio y en las festividades cuando su madre aún vivía, los padres de aquel Potter invitaban a las dos mujeres a celebrar con ellos. Radcliffe había insistido en que lo acompañaran a la cena que solían hacer en la casa de Erin y aunque no habían podido aceptar dicha petición si pudieron aceptar ir con ellos pasada la media noche.

— ¡Toma eso hijo de perra! —Exclamó Moa en celebración al darse cuenta de su perfecto delineado en ambos ojos. Tom rió al escucharla.

Al igual que él, Magdala se encargó de correr suavemente a la cama donde había puesto las prendas que ocuparía esa noche, y no solo la de ella sino también la de su amado que justo en esos momentos terminaba de abochar su pantalón negro de vestir.

En su salida con Emma y Erin, habían visitados algunas cuantas tiendas de ropa con la finalidad de encontrar un vestido adecuado para cada uno siendo el de la morena un vestido a la altura de las pantorrillas, a mitad de estas, ajustable de color negro con un cuello circular y de mangas largas con pequeños destellos en dorado. No había permitido al rubio verlo en cuanto lo compró sino hasta esa noche.

— Salte. —Pidió la morena a su amado que se detuvo de sus actos al escucharla.

— ¿Cómo?

— Salte, voy a vestirme.

— Vístete aquí, ya te he visto desnuda. —Dijo con una sonrisa ladina, la morena bajó la mirada avergonzada pero divertida a su vez.

— No quiero vestirme frente a ti, quiero sorprenderte cuando ya esté lista. —Tom simplemente la observó unos segundos antes de negar con la cabeza, tomando entre sus manos su corbata, calcetas y zapatos salió de la habitación con la mitad de la camisa colgando de su torso al ser interrumpido.

En medio de la calma, Magdala comenzó a vestirse adecuadamente dejando que su cabello se alzara en una simple coleta baja pero pulcra gracias al fijador que se había rociado en todo su cabello, con unos tacones bajos pero de aguja lucia su figura curvy, sus caderas y cintura destacaban así como de perfil y a una postura de 3/4 se presumía ese vientre que apenas sus ojos marrones lograron ver sonrió ampliamente emocionada.

El reloj marcaba las 20:27 horas, en la sala aguardando a su amada Tom yacía sentado en el sofá perdiéndose en sus redes sociales y viendo los buenos deseos en los mensajes de sus fans que recibía. Su zapato golpeaba impaciente contra el suelo de madera de su hogar.

Los nervios comenzaban a tomar lugar en todo su ser, estaba inquieto, quería todo lo que había planeado así como la sorpresa saliera excepcionalmente perfecto. Su mano palmó uno de sus bolsillos asegurándose de que aquella pequeña caja aterciopelado siguiera ahí. El sonido de unos tacones haciendo eco mo obligaron a alzar su mirada encontrándose con la más genuina belleza.

— ¿Cómo me veo? —Preguntó Moa de forma tímida llevando sus manos a su cintura para asentuar su figura.

Sus labios abiertos con sorpresa, sus ojos escaneando cada detalle de la mujer frente a él, sus pupilas dilatadas y una gran ola de calor en su cuerpo era lo que describía al rubio en esos momentos, se puso de pie lentamente acercándose a ella mientras llevaba sus zafiros de los pies a la cabeza. Moa se sentía cohibida por la forma fascinante en la que aquel rubio parecía verla pero es que él estaba encantado con esa mujer.

— Debería ser pecado que fueras tan hermosa...

El susurro fascinado que salió de los labios de rubio hizo que la morena sonriera sin medirse sintiendo como es que sus mejillas se entumecian. Tomó sus manos para que en un gesto muy suave invitara a la mujer a dar una vuelta en el lugar siendo hecho a los segundos.

— Aguarda ahí... —Pidió Tom con calma alejandose, los ojos marrones de la mujer siguieron el cuerpo del rubio que se esfumó por unos segundos antes de volver a verlo con algo entre las manos, teniéndolo cerca pudo percatarse de que traía una cámara entre sus manos.— Déjame saber que eres la viva imagen de Afrodita. —Alzó la camara llevando la lente a su ojo para capturar ese momento.

Frente a él la mujer de sus sueños yacía modelando aquel vestido en el que estaba vuelta una diosa luciendo de forma pura aquel coqueto vientre.

Tras varios segundos Tom bajó la cámara perdiéndose en su mirada marrón, esa mujer lo volvía loco.

— Quiero capturar contigo cada momento. —Habló Felton acercandose a su novia.— Contigo y con Marcus. —La diestra de aquel bajó al vientre de esta para acariciarlo provocando que la morena riera suavemente.

— Nos tendrás a mí y a Shy por siempre.—Ante la incertidumbre de saber cual era el sexo del bebé que venía en camino, Tom y Moa habían comenzado una especie de juego en el que mencionaban nombres al azar seleccionando los que más le gustaran.

Shy... Shy Felton—Repitió el rubio con una risilla.—Me gusta, hay que anotarlo.

Dicho eso el rubio caminó hasta la cocina siendo seguido por la morena, tenían una lista pegada al refrigerador para anotar los nombres que hasta el momento entraban en la posibilidad de ser seleccionados. Moa rió con ternura, quién diría que sería problemático escoger un nombre.

— Ya debemos irnos. —Mencionó la morena una vez vio a Tom dirigirse a ella quien asintió.— ¿Metiste los regalos al auto?

Síp.

Moa soltó una risa suave al escuchar la forma infantil en la que su novio había respondido.

Sin perder tiempo y justo como habían dicho subieron al auto marcando viaje hasta la casa de los padres de Tom donde todos los hermanos se reunirían, en el transcurso una tranquila charla comenzaba a formarse así como los planes de pasar Año nuevo.
El tiempo pasó y ambos adultos llegaron a su destino siendo recibidos entre el cariño y fascinación de Sharon, la madre de su novio que estaba encantada con aquel vientre que se lucía en la mujer de piel morena.

¿Cuándo fue la última vez que sintió la calidez de un hogar?

Los Felton recibían gustosos a la morena, habían disfrutado de una entretenida y divertida conversación en la mesa que compartían al momento de comenzar con la cena, más de una y mil historias se contaron con intenciones de evidenciar al rubio menor ante su novia, hasta que llegó el momento de entregar los regalos siendo Tom el que se encargara de llevar todos los presentes que había envuelto hasta la sala.

Frente al gran árbol de adornado en una esquina de aquella sala todos tomaron asiento quien el rubio quien se sentase en el suelo frente a las piernas de su amada que yacía en un sillón individual, a un costado por sus sobrinos que encantados y con ilusión observaban los regalos.

Uno por uno fue pasando y buscando entre los presentes alguno que tuviese su nombre escrito en la tarjeta de regalo, más de uno recibió la morena y más de uno entregó ella.

— Hice mi mejor esfuerzo. —Se excusó el ojiazul haciendo entrega a su amada del regalo que era de él para ella, una pequeña caja de aproximadamente 10x10 cm, Moa rió enternecida al divisar que el papel que envolvía aquel regalo que se le era entregado tenía pequeños trozos de cinta adhesiva con la finalidad de restaurar el papel que se rasgado.— Las manualidades nunca fueron lo mío.

— Me consta. —Respondió con diversión.— Mi regalo es ese.—Señaló con la mirada, Tom tomó el señalado que era una no muy grande caja de cartón envuelta en papel de regalo y un moño.

— ¿A la cuenta de 3?—Preguntó el rubio obteniendo una respuesta afirmativa de su novia.— 1...—Sus manos se aferraron al regalo.

— 2...—Buscaron una pequeña pestaña de donde rasgar el papel.

— 3.—En el tercer numero se escuchó el rasgar del papel para abrir sus regalos.

Moa sonrió ampliamente al darse cuenta de que era un pulso de oro con pequeñas perlas como decoración, el mismo pulso que ella deseaba comprarse meses atrás.

Tom escondió su rostro en una de sus manos al darse cuenta de lo que escondía el interior de la caja, un disco de vinilo con canciones de Eminem de su recién álbum así como la firma de aquel cantante. Eminem era uno de los artistas que Tom más admiraba, lo que más lo había conmovido es haber recordado que alguna vez antes de que el destino los separase él había mencionado a la morena una sola vez cual sería su regalo perfecto.

— Maldita sea, eres mi perdición. —Susurró el rubio antes de hincarse y abrazar a su novia sin levantarla de su asiento, aquella enternecida y feliz correspondió al abrazo.

Las primeras horas del 25 de Diciembre comenzaban y en algún momentos toda la familia se disipó, los padres de los hermanos bailaban en la sala música lenta así como algunos de los hijos bebía y conversaba, todos parecían pasársela fenomenal y en el corredor del jardín trasero el rubio yacía junto a su novia viendo como es que los copos de nieve caían. Durante el inicio de aquel mes la nieve había sido algo muy presente pero por mucho que quisiera Moa no era tan impactante en su vida al ser limitada por su novio a estar bajo las frías temperaturas.

Moa disfrutaba de la sensación de calidez que tenía en ese momento, su diestra acariciaba tranquilamente y con calma su vientre, la plenitud llegaba a ella ¿Quién lo diría?

— El tiempo pasó rápido ¿No lo crees? —Preguntó Tom sacando de sus pensamientos a la mujer que pronto puso aquellos ojos brillantes marrones en su novio.

— Sin duda, en un abrir y cerrar de ojos todo pasó rápido.—Habló extendiendo su mano libre a su novio quien tranquilamente la tomó y jaló hacia él para acortar la distancia de centímetros entre ellos. Le daba ternura como es que, a pesar de no ser alguien alto Moa seguía sin estar igual a él en altura incluso con sus tacones.

— Espero que no te moleste.

— ¿Que el tiempo haya pasado?

— Que lo de nosotros haya sucedido tan rápido.

— ¿A ti te molesta? —Preguntó ocultando aquel tono preocupado en su voz aunque aquel rubio la conocía, aquel negó divertido con la cabeza.

— Poco me importa si lo que pasó entre tú y yo fue rápido, estoy enamorado de ti Magdala, y él que tú y yo estemos a punto de ser padres me tiene fascinado, eres lo mejor que pudo pasarme...

La morena sintió como la calma llegaba a ella tras esos segundos temerosos, el tacto de Tom la hacía sentirse amada y protegido y esa era una sensación que solo él podía darle.

— Hace tiempo pedí una oportunidad para demostrar que te amaba y la tuve, mi amor por ti es tan grande y sincero que nada de lo que pase va a cambiarlo, eres la mujer que siempre me hizo sentir seguro, que me regaló plenitud, que me dio la confianza para ser la persona que soy y que nunca me dejó solo... —Las palabras hacían eco en el cuerpo de la mujer que aquella tímida y encantada simplemente sonreía enternecida y rogandose a sí misma porque no llorase.— Estaba tan seguro de que nada nos alejaría que me fié de que siempre estuvieras ahí para mí pero cuando no lo estuviste, noté tu ausencia y me sentí solo a pesar de estar rodeado junto a la gente que quería, pero nadie era tú... Si tú no estás a mi lado notó tu ausencia y es ella la que me arrastra a mi propia perdición, estando contigo me siento la persona más fuerte porque tú me haces sentir que puedo contra el mundo, y el mundo entero es lo que me gustaría poder darte...

La luz cálida así como la fría natural de la noche reflejaban la capa gruesa de lágrimas que luchaban para no caer por las mejillas de aquella mujer.— Te amaré hoy y siempre, aunque muera mañana...

El rubio se arrodilló correctamente deslizando una de sus manos al bolsillo para sacar la caja aterciopelada.

— Te pido Magdala, que me concedas el honor de convertirte en mi esposa... ¿Aceptas casarte conmigo?

Los ojos marrones de la mujer se abrieron rompiendo drásticamente la capa de lágrimas que cayó por las mejillas de aquella, sorprendida, un escalofrío caló cada una de las células del cuerpo de la morena. Conmocionada llevó sus manos a su boca para cubrila, impresionada, sintiendo como la miles de emociones golpeaban su interior. El llanto trató de ser callado.

Los labios de la mujer titubearon, las palabras no podían salir de su garganta, el nudo en ella la interrumpía.

— No... —Susurró audible posando su mirada en el anillo presentado ante ella.

El cuerpo de Tom se estremeció con tanta fuerza, cada vello de su cuerpo se erizó así como pudo sentir una punzón atravesar su corazón de forma despiadada, podía esperarse todo menos esa respuesta.
La morena encontró la mirada de aquel rubio que luchaba por no mostrarse frágil, ambos eran débiles.

— No... —Repitió Tom en un hilo de voz.

Magdala dio unos pasos atrás para darle la espalda unos segundos antes de llorar por lo bajo negando con la cabeza, volviéndose se encontró con el cuerpo de Tom que trataba de erguirse de forma lenta procesando aquel rechazo.

El impacto del menudo y curvy cuerpo de la mujer contra el del rubio lo hizo retroceder un poco pues lo había tomado por sorpresa, Moa escondió su rostro en el pecho de su novio mientras sus brazos aprisionaban el cuerpo de aquel contra el suyo.

— No quiero dejar lo único que tengo de mi madre... —Susurró Moa con aquella voz quebrada, Tom estaba confundido.— Armstrong es lo único que me queda de ella...

La calma llegó a ese delgado cuerpo varonil que cobijó entre sus brazos con firmeza pero sin querer lastimarle, el cuerpo de su amada entendiendo su sentir.

— Quiero ser tu esposa Tom, pero no quiero renunciar a lo único que me queda de ella.

— Jamás te pediría que renunciarás... —Susurró el rubio al oído de ella, la alejó un poco para encarar aquel rostro con rastros de llanto. Su pulgar con cuidado limpió sus ojos marrones regalandole este la más sinceras de las sonrisas.— Puedes ser de Felton, o simplemente no serlo... Yo no tengo problema.

— ¿Magdala Armstrong de Felton? —Preguntó en un susurro evitando no hablar hipeando.

— O simplemente Magdala Armstrong... Moa, el amor que tengo por ti no va a limitarse al hecho de que si quieres o no tener mi apellido.

La mujer le dio un tierno beso al rubio el cual correspondió con calma y lentitud, siendo separados a los segundos por la escasez del aire entre ellos.

— Entonces sí...

Tom con una sonrisa ladina volvió a arrodillarse llevando una de sus manos a la caja para sacar el anillo, tomandolo entre sus dedos índice y pulgar, su mano libre tomó la izquierda de la mujer.— ¿Me harías el honor de convertirme en tu esposo? —Cambió la oración.

— Por supuesto que sí. —Susurró con sutileza.

Con calma deslizó por el dedo anular de aquella mano el anillo de compromiso, ambos ensancharon una sonrisa amplia y tan pequeña para la gran emoción que sentían en esos momentos.
De pie aquel rubio se acercó al rostro de su, ahora, esposa.

Duda que ardan las estrellas, duda que se mueva el sol, duda que haya verdad, más no dudes de mi amor.”

William Shakespeare. | Hamlet.

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