Narrador omnisciente.
— Bájate. —Ordenó Tom haciendo que la mujer de piel morena arqueara una ceja al escuchar a su novio, volviendo a verlo cuando sintió que sus manos la tomaban por la cintura.— Bájate, por favor.
— Estoy acomodando las cosas. —Explicó Moa, aquella mujer se encontraba arriba de una silla pequeña que le ayudaba a alcanzar de mejor manera las gavetas superior que debido a su altura natural, no podía alcanzar. Era unos cuantos centímetros más baja que el rubio pero vaya que esos centímetros hacían la diferencia.
— Ya lo sé darling, pero bájate, te puedes caer.—Repitió quitándole de su mano el frasco de café que estaba por guardar.— Yo lo haré.
Moa le sostuvo una mirada recriminatoria que Tom optó por ignorar, le gustaba la idea de que el ojiazul estuviera alegre con su paternidad pero aquella mujer creía que sin duda la llevaba un poco lejos.
Estaban cercanos al cumpleaños de Tom, Magdala cumplía su segundo mes de embarazo y por petición del rubio, al querer solo gente muy muy cercana, estarían solo Granger, Potter, y Darke, claro, aquel Weasley–Delacour que no le terminaba de agradar.
Tom tuvo que reprimir su emoción para no correr y contarle a su cuackie, Emma, aquella gran noticia.
Moa por su lado mantenía sus nervios andantes por la reacción que podría tener su hermano, Daniel a veces era impredecible.
— Vamos, bájate. —Insistió Tom haciendo que Moa bufara fastidiada, a veces la agobiaba el hecho de que su amado fuera un poco protector.
— ¿Sabes que puedo hacerlo sin problemas, cierto? —Preguntó Moa irónicamente bajando de la silla mientras que Tom tomaba su lugar. La morena optó por ir pasándole las cosas poco a poco para que este las acomodara.
— Claro amor pero no quiero que te subas.
— Estoy embarazada, no incapacitada.—Resongó haciendo que el rubio soltara una risa pequeña negando con la cabeza.
Tom realmente cuidaba de aquella mujer, a duras penas quería dejarla sola en su hogar, casi siempre insistía en que se quedase a dormir con él o que él se quedara en casa de la morena, a Moa no le molestaba pero a veces anhelaba tranquilidad, no es que no la tuviera pero solamente quería la tranquilidad de hace semanas donde podía hacer las cosas sin problemas a tener a su amado siguiéndola a todos lados cuidándola.
— ¿Compraste nueces? —Preguntó aquella mujer curiosa al ver aquel tarro con las nueces en su interior mezcladas con también Almendras.
— Oh, sí, también crema de nueces.
— ¿Por qué no de maní?
— Porque leí que puede ser dañino.
— ¿En serio?—Respondió sorprendida, ella solía consumir desde tiempo atrás la crema y nunca le dio complicaciones.
— Sí, en las embarazadas puede provocar un aborto. —La morena rodó los ojos, a eso se refería cuando decía que deseaba la tranquilidad.
Realmente no le molestaba su atención sin embargo solía sentirse hostigada, Tom no la dejaba comer ciertas cosas, incluso, por el frasco de café que había comprado había casi rogado al rubio comprarlo.
Magdala no dijo nada, solo chilló haciendo un pequeño puchero seguido de un suspiro pesado, tomó la mano de Tom cuando esta se extendió esperando otra de las cosas para acomodar, en un suave movimiento hizo al rubio bajar de la silla.
Ambos adultos frente a frente, Felton la envolvió en sus brazos con mucho cuidado y ternura.
— ¿Todo bien, amor? —Preguntó el rubio en un susurro.
Moa sonrió suavemente.— Sí cariño pero debes dejar de preocuparte tanto... Agradezco que me cuides pero me hostigas un poco.
Felton hizo una mueca muy suave al escucharla.— Lo siento Moa... Yo solo no quiero que te pase nada a ti y al bebé.
— El bebé esta muy pequeño ahora, es más pequeña que una snitch dorada. —Burló, inhaló sonaramente la camisa del chico embriagandose de ese atrapante aroma varonil.— Ahora que todavía puedo hacer algunas cosas, déjame hacerlas. —Pidió, seguido de ello la mujer le dio un beso corto en los labios al rubio mismo beso que fue correspondido con ternura.
— Bien, lo siento cariño mío. —Susurró al finalizar aquel beso.— ¿Ansiosa?
Para este momento, ambos se alejaron siendo Moa quien se encargara de guardar las cosas que se necesitaban en el refrigerador. La chica asintió, estaba un tanto ansiosa.
En unos cuantos días, sería el cumpleaños de aquel rubio, aunque ya habían previsto todo lo de fiesta, aún no encontraban la manera de revelar aquella noticia. La emoción los carcomia a los dos adultos.
— Un poco, sí... Aún no sé como reaccionara Daniel.
— No creo que se moleste.
— Ni yo pero Daniel a veces es... Impredecible.—En sus manos sostuvo el bowl de Yogurt natural que tuvo que meter al refrigerador aunque eso la hizo fruncir el ceño.
Wait a minute.
Los ojos marrones miraron el Yogurt para mirar las gavetas que su novio acomodaba, nueces, almendras y pasas secas ¿Espera, qué?
— ¿Tom, compraste lo que había comentado?
Entre los pasillos de aquella tienda departamental, Tom se desplazaba por los estantes junto a su novia cargando él un canasto donde colocaba las cosas que la morena tomaba en manos. En un momento Moa se detuvo observando las semillas que vendía la tienda.
— ¿Sabes, cielo? —Un pequeño “¿Mmmhh?” provino de la ronca voz del rubio.— Me gustan las nueces, más las almendras, o las pasas ¿Las haz comido con Yogurt natural y Kiwi? ¡Es una delicia!
Una suave risa por parte de la mujer salió, era un postre que ella disfrutaba demasiado pero sin darle importancia, la morena siguió su camino creyendo que su amado le seguía, claro que lo hacía pero tardó unos segundos en ir tras ella.
Tom había alcanzado las semillas y frutos que su novia había mencionado echándolas al canasto, curiosamente, no solo había colocado eso sino todo lo que había escuchado que a su novia parecía gustarle.
— No... —Tardó en responder delatandose, Moa suspiró suavemente seguido de una risilla de ternura aunque le parecía increíble.
22 DE SEPTIEMBRE, 2017.
Aquellos orbes azule se centraron en el rostro angelical que descansaba a su costado, Moa se encontraba acurrucada en su pecho buscando su propio calor corporal, los gruesos edredones les daban calidez pero no como la que aquella mujer buscaba.
Sus mejillas un poco regordetas, sus cabellos oscuros cayendo sobre su rostro le daba un toque más atractivo, Tom rió por lo bajo para él mismo cuando se dio cuenta de que estaba enamorado de ella.
Y como si no pudiera ser capaz de más, estaba enamorado no solo de la mujer que estaba durmiendo plácidamente contra su cuerpo sino que estaba enamorado de la idea de ser padre.
Aquel rubio estaba tan fascinado por su paternidad.
Puede que todo hubiese avanzado muy rápido pero sin duda trataría de disfrutar siempre de cada segundo, le importaba muy poco tener presente que habían sido una familia muy rápido e incluso fuera de lo “Correcto” como lo solía marcar la sociedad; primero ser novios, casarse, y después tener una familia. A él no le importaba eso, no le importaba lo “correcto” puesto que se trataba de su propia familia.
Tal vez estaba mal, tal vez estaba bien pero era tan poca la importancia que el rubio le daba, él estaba únicamente centrado en ser feliz.
Cerró sus ojos alzando su mentón para apoyarlo muy ligeramente contra la coronilla de la chica, ambos en una posición cómoda, dejandose Tom guiar por el sueño nuevamente, no quería siquiera moverse para no despertar a su amada y hacerla consciente de las náuseas que el transcurso de la noche parecían acumularse, a veces la veía sufrir con aquellas ocasiones en las que se levantaba de golpe de la cama corriendo al baño para vomitar.
Un movimiento brusco y rápido sacó de su estado de ensoñación al rubio, este abrió débilmente sus ojos notando a lo lejos como una luz muy tenue cálida se encendía en su lejanía, no pudiendo enfocar bien su objetivo debido a su miopía y estado somnoliento terminó por cerrar los ojos únicamente agudizando sus demás sentidos.
Uno de sus brazos palmó su costado vacío pero caliente, tuvo cierta noción que se confirmó cuando escuchó sonidos de asco en la lejanía y de forma muy sorda.
Moa estaba vomitando.
Durante el primer mes aquella morena solo lidiaba con los mareos y esas náuseas que no pasaban a más, pero conforme fue avanzando esas náuseas se transformaron en vómito, el vómito no tenía horario pero casi siempre atacaban al anocherse, en medio de la madrugada o la mañana al despertar después de acumularse todas esas náuseas que no pudieron ser expulsadas.
El cuerpo del varón se sentó al filo de la cama llevando sus manos a sobar sus ojos para poder despabilarse y ponerse de pie, caminando hasta el baño se recargó en el umbral de la puerta confirmando lo que creía.
Magdala yacía sobre el suelo abrazada al retrete, su cabeza suavemente inclinada a un costado, su cabello hecho rápidamente remolino para que no le estorbase y se manchara con esos ojos marrones ligeramente cristalizados. La morena odiaba con toda sus fuerzas el tener que vomitar, odiaba sentir como es que el ácido subía por su garganta de forma amenazante dejandole un ardor sin mencionar que se sentía tan débil con aquella infernal fuerza de su estómago contrayendose.
Felton odiaba tener que ver a su amada sufrir de esa forma, sabía que a ella no le gustaba tener que sufrir esos vómitos y aunque no podían impedirlo, él mismo se había encargado de investigar como poder reducir siquiera un poco aquellas náuseas que no la condujeran al baño.
Arrastrando sus pies debido al sueño el rubio pasó hasta el lavamanos tomando un pequeño vaso que habían comenzado a dejar allí para servir agua del grifo y dársela para que se enjuagara, con el vaso en mano caminó a su novia hincandose a su costado. El vaso con agua fue puesto en el suelo, una de las manos de Tom tomó el cabello de su amada despejando su rostro de esas hebras rebeldes mientras que la otra se colocaba en la espalda de la mujer dando suaves caricias. Moa se arqueó nuevamente expulsando todo sintiendo una vez más su estómago contraerse como si le hubiesen dado un golpe seguido de un lloriqueo.
— Tom... —Susurró la mujer con una voz gangosa.— No me gusta esto, lo odi—Fue interrumpida por otra arqueada escuchandose como es que tras expulsar el vómito inhalaba desesperada el aire.
En el rostro de Felton se notaba el dolor, puede que no estuviera experimentando él eso pero le dolía ver que su amada sufría por el bien de alguien que crecía en su interior como fruto de su amor incondicional.
— Ya lo sé amor... —Solo pudo susurrar eso con una voz un poco lastimosa.— Ya lo sé...
Una vez que se creyeron que el vómito había cesado cuando estaba por levantarse la morena tuvo que volver a hincarse para vomitar más hasta que ya solo de su estómago salían líquidos, no comida, solo agua.
Tom rodeando con su brazo por encima del hombro a Moa la acunaba contra su torso.
Sentados en el frío azulejo del suelo del baño, frente a la pared del retrete recargados, Tom acariciaba el cabello ondulado de su mujer mientras esta parecía más tranquila con su nariz rojiza así como sus pestañas húmedas por su efímero llanto, arrullando a su amada en su sueño.
A veces Tom tenía entre sus piernas a su amada, a veces la mantenía en un costado o incluso con una pequeña cubeta al costado del lado de la cama donde dormía su amada para que esta no tuviese que levantarse hasta el baño en caso de sentir que no llegaba.
Él solía velar por ella mientras esta descansaba de forma express antes de volver a tener que sucumbir al vómito.
Ansioso frente al espejo, tal como niño pequeño yacía Thomas, quien sentado únicamente sentía como las hebras del peine pasaban por su cabeza relajandolo. Ese mismo día por la mañana, al despertar desayunaron sin ser interrumpidos afortunadamente por las náuseas, solo mareos que solían ser un poco fuertes.
Moa miró al espejo de forma fugaz dejando escapar una risa enternecida al ver como su novio se encontraba estático, sus dedos pulgares e índice sostuvieron con firmeza los cabellos largos rubios de Tom para ser sujetado en una coleta pequeña. Laertes, el hermano de Ophelia, a quien interpretaba el sangre pura al ser solicitado con el cabello un poco largo desde su vuelta de las grabaciones de sus escenas no había hecho el intento por cortarse el cabello o rasurarse esa no tan pronunciada barba y bigote. Unicamente se peinaba o se dejaba peinar.
— Listo. —Anunció Moa divertida al finalizar, Tom sonrió ampliamente antes de girar su torso hacia atrás atrayendo a su novia a su cuerpo colocandola sentada sobre su regazo.
— Gracias preciosa.—Mencionó antes de darle un beso corto en sus labios.— ¿Preparada?
— Me daré una ducha rápida antes de bajar, puedes ir recibiendo a la gente.
— No tardes, no quiero recibir a todos solo.—La morena dejó escapar una risa suave asintiendo.
Y tal como había mencionado, la gente comenzaba a llegar, la familia de Tom así como sus amigos destacándose únicamente Emma, Erin y Daniel, claro así como otros amigos cercanos del festejado.
— ¡Cuaaaack! —Exclamó en medio de la diversión y ternura aquella castaña rojiza que se aventaba a los brazos de su mejor amigo abrazándolo emocionada, 30 años ya muy bien cumplidos.— ¡Muchísimas felicidades!
— Gracias cuackie.—Agradeció el rubio con una sonrisa ladina sosteniendo poco después el regalo que le tenía su mejor amiga.
Minutos más tarde se unió a ellos aquella mujer de piel tostada, siendo el motivo por el cual Emma emocionada explotase en euforia al ver como un beso en los labios por parte de ambos confirmaba su hipótesis. Era enternecedor ver a una muy alegre bruja feliz por la relación que tenían. Daniel y Erin se sumaron a ellos felicitando al rubio por su cumpleaños, al igual que sin quedarse atrás entregaron cada uno de los dos adultos por separado un presente haciendo que Tom recalcase que no era necesario.
Ellos se llevarían una sorpresa con el pequeño "regalo" que tenían para todos.
Los nervios consumían a Moa haciéndole sentir todo un revoltijo horrendo en su interior. Tom lo notó y se ocupó de apoyarla para que no sucumbiera ante esas náuseas. Todos se sentaron a disfrutar de aquel convivio entre las risas y la comida junto a la atención del anfitrión.
Las horas comenzaban a pasar poco a poco y antes de que fuese más tarde, se reunieron todos para comenzar a cantar para el rubio frente al pastel, infantilmente con velitas en números Tom se encontró posando para su novia que se encontraba detrás de la cámara captando aquellos momentos.
— ¡Feliz cumpleaños a ti! —Todos en una sola voz finalizaron el cántico, Tom agradeciendo que acabase el momento debido a que no sabía siquiera que expresión poner pudo soplar las llamas de las velas haciendo que al salir el humo de las mechas toda la habitación sucumbiera en aplausos.
Magdala en compañía de Tom, Erin y Emma se encargaron de repartir a cada persona su porción de aquel postre, hasta que fueron saciados y antes de que Tom pudiese dar yna cucharada a aquel pan, llamó la atención de los presentes.
— Disculpen... El motivo de esto es agradecerles a todos por haber asistido, es muy importante para mí tenerlos conmigo compartiendo la celebración a un año más en mi vida. —Sus ojos azules recorrían a cada rostro conocido hasta detenerse en el rostro que tenía a su costado, su mano se extendió al cuerpo de Moa para incitarla a acercarse cosa que logró cuando su pequeña mano topó con la suya.— Muchísimas gracias a todos... Quisiera hacer un pequeño brindis... —Su mano libre alcanzó un vaso con un poco de cerveza en su interior, todos los demás empuñaron las bebidas.— Por mí, y por mi nueva familia.
El gesto alzado de los presentes se notó aunque pronto todos cayeron en cuenta de las palabras del rubio. Incrédulos y dudosos observaron al sangre pura que confirmó todo con una gran sonrisa.
— ¡SERÉ PADRE! —Su brazo afirmó con sutileza y tanta ternura el cuerpo de Moa contra el de él, dando la noticia que el quería hacerle saber a todo el mundo. Todos sucumbieron a una bulla emocionada.
— ¡MIERDA! —Exclamó Emma, casi aventando su bebida a una de las mesas para dar pequeños saltos emocionada antes de lanzarse a la pareja.
Erin por otro lado, estaba impactada notándose por sus labios abiertos sin desmedida, parecía procesar todo que en cuestión de segundos se logró.— ¡No, no, no, no! —Chilló con emoción, sus largos y delgados brazos rodearon a Moa con emoción.
La pareja fue bombardeada por todos con felicitaciones y buenos deseos, y no tardaron en verse tranquilos has varios minutos después. Moa había aguardado por tener los brazos de su hermano rodeandola pero eso no pasó, el par de ojos azules y marrones buscaron en el salón al varón de baja estatura sin embargo no lo encontraron.
Tom notó el desánimo y desilusión que obtuvo su novia pero sin rendirse, y no dispuesto a verla decaída con un ligero apretón de mano hizo una seña a la morena para que le siguese.
Escabullendose entre todos, encontraron al mago mestizo observando a través de la ventana, cruzados de brazos, absorto en algo.
— ¿No estás feliz?
La voz de Moa, miedosa, salió de sus labios consiguiendo que Radcliffe mirase en su dirección, la morena y el rubio estaban frente a él. Daniel no supo que decir.
Su interior era un caos en ese momento.
Estaba sorprendido, los labios de Potter se abrieron unos segundos antes de volverse a cerrar sin saber que decir.
La mirada intensa y quebrada que Daniel posaba en Felton perturbaba, parecía un tanto arisco.
— Creí que te alegrarías...
Tom no decía nada, solo observaba a su novia y a su hermano, su pulgar acariciaba el dorso de la mano de su amada en la unión que tenían. El silencio reinaba y aunque fueron segundos, fue una eternidad.
— Estoy feliz...—Soltó de una vez luego del silencio aquel varón, su voz era un tanto temblorosa.
— No lo parece.
— Me es difícil demostrarlo... —Sus ojos azules se fijaron en Tom una vez más, quien le sostuvo la mirada antes de que aquel varón de baja estatura pasara nuevamente su mirada a la morena, un tanto resignado.— No es fácil darme cuenta...
— ¿De qué?
Los ojos de su hermano vacilaron sobre el suelo antes de alzarlos, una gran y tierna sonrisa llena de emociones nació de los labios de aquel pelioscuro, con unos destellos en sus ojos producto de la fina capa de lágrimas que amenazaba con ser más gruesa.
— Mi pulguita tendrá su propia pulguita.
N/A: Los próximos capítulos relataran las experiencias de la pareja afrontando el embarazo, así como el desarrollo de la trama.