BLANK SPACE ━━━━━━ the crown

By streethvs

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白: ❛ But I've got a blank space, baby... and I'll write your name. ❜ Según rumores, Lucile y Charles contab... More

BLANK SPACE
❝ 🤍 ───── ACT I. BLANK SPACE
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—¿Qué estoy haciendo aquí? —escuché a la mujer de azul llamativo en el asiento a un lado del mío—. A miles de kilómetros de Westminster y de la realidad, perdiendo tiempo preciado en...

—Un evento absurdo que obviamente, solo entretiene a la gente local y ordinaria con poco buen gusto —terminé la oración sentándome a su lado con una sonrisa.

—Sí.

La gente vitoreaba con emoción hacia un lanzador de cáber, deporte el cual estaba lejos de entender, ¿qué emoción había en ver a un hombre lanzando un gran y alto poste de luz algunos metros alejado de él mismo?

—Me cuesta encontrarle cualidades a favor a esta gente. No son sofisticados, cultos, elegantes, ni representan un ideal. Son...

—¿Toscos, esnobs y maleducados? —ahora fue su acompañante quien la secundó.

—Sí, DT. Como los matones condescendientes de mi propio gabinete —se giró hacia mi explicando—. Todos miembros de cierta clase, como verás.

—Esa clase, ¿es la clase alta? ¿O solo los monarcas?

—Me atrevería a decir que cualquier monarca bien parecido. La realeza no es más que gente ordinaria sin modales ni respeto hacia los demás, sus títulos solo son cimientos que los alzan a lo alto de las expectativas para ocultar quien son en realidad.

—Me parece algo sensato viniendo de alguien que está fuera de la realeza, pero a su vez ha comprobado con sus propios ojos las verdades que los títulos esconden, señora...

—Tatcher, Margaret Tatcher —aceptó mi mano presentándose con expresión neutra—. Un gusto.

—Lucile Valois-d'Orleans. Francesa —expliqué mi apellido—. Pasé la mayoría de mi infancia en Reino Unido, por lo que cuento con un buen acento, como podrá ver.

—Estoy de acuerdo, tiene un muy buen acento como para ser francesa.

—Gracias.

Los miembros de la familia real británica regresaron de nuevo a sus lugares, los tres nos levantamos e hicimos una reverencia frente a ellos, Margaret Tatcher inclinándose más de lo debido. Quedaba claro que entre más respeto demostrabas ante ellos para ser aceptado, más hipócrita eras a sus espaldas.

—¿Qué haces aquí? —Charles me preguntó sorprendido y tal vez un poco molesto.

—Tú abuela me ha invitado —señalé a la reina madre quien nos veía con satisfacción—. Me disculpo por no avisar antes, ha sido de total imprevisto.

Tan solo asintió y volvió a sentarse a un lado de su madre para comenzar una plática amena sobre el evento atlético frente a nosotros.

Sentí la mirada curiosa de los Tatcher sobre mi, pero no se atrevieron a comentar nada al respecto.

—Su alteza —Michael, el secretario de la reina se acercó con cautela—. Tiene una llamada del palacio de Versalles. Su tía, la duquesa d'Orleans, solicita hablar con usted.

—Gracias, Michael —hizo una corta reverencia y se retiró—. Tengo que irme.

La pareja a mi lado se veía sorprendida y apenada por descubrir mi título, más lo dejé pasar, ni siquiera sabían todo lo que conllevaba ser parte de la monarquía.

—¿A dónde vas? —Charles se giró y haló de mi mano acercándome un poco.

—Mi tía Christina ha llamado desde Francia.

—¿Debería acompañarte? —lo miré confundida.

—No voy a perderme, Charles —jugué un poco con los presentes inclinándome hacia él y dejando un corto beso en su mejilla—. Disfruta del evento.

Bajé del pequeño recinto en donde toda la familia real y allegados estaban, la mayoría se levantó a la par que bajaba cada escalón y se inclinaban con respeto. Deseé que Lucien me acompañara esta vez, mi tía Christina o inclusive mi tío Antoine, alguien que sirviera de soporte emocional a estar expuesta ante la familia real como única invitada a nombre del príncipe de Gales públicamente.





—¿Por qué no tomas un vuelo rápido y llegas a Escocia?

—No puedo dejar todo aquí y salir de imprevisto a Escocia, ni siquiera porque eres mi sobrina favorita —contestó del otro lado.

—Soy tu única sobrina tía Christina, haz una pequeña excepción, estuve pocos pero largos minutos sentada junto a una mujer que no paraba de quejarse de los Windsor.

—Todo el mundo se queja de los Windsor, nosotros, ellos mismos. También se quejan de nosotros —escuché como caminaba por su habitación jalando el teléfono—. Solo será una semana.

—Una semana que no sé si aguantaré. ¿Sabes cuánta presión hay en saber que eres -hasta ahora- la única invitada en nombre del príncipe Charles, el heredero al trono? La única invitada pública, porque creo que todo el mundo aquí sabe que vengo a su nombre a pesar de que me haya invitado su abuela.

—Eres una princesa Lucile, deberías estar acostumbrada a la atención, aún más con toda tu belleza.

—Me gusta la atención, por supuesto, pero no de este tipo. Cada vez que hago algún movimiento todo el mundo posa sus ojos en mi mano intentando buscar un anillo de compromiso.

—Que exasperante —dijo con disgusto—. Eres joven aún.

—Lo sé —me recargué en la pared golpeando mi cabeza contra esta—. Prefiero regresar a París, sonreírle a algún parisino bonito en la calle y salir de sus casas en la mañana ocultando mi rostro mientras subo en un taxi.

—Tus padres esperan que te cases, no ahora, pero lo hacen, aún teniendo tan pocas esperanzas en ti.

Una mujer enfundada en un vestido negro más abajo de la rodilla, con cuello abotonado y manga larga pasó lentamente fingiendo limpiar por allí mirándome de vez en cuando con curiosidad.

—Suponía que mi propia familia tendría tan pocas esperanzas en mi.

—No van a obligarte a casarte si esa es una de tus preocupaciones —escuché como suspiraba en la otra línea.

—Sé que no lo harán, al menos no mis padres —la mujer de servicio se detuvo por unos segundos atenta—. Pero te juro que la abuela tuvo algo que ver con esto, armó todo un complot con la reina madre.

—Tú abuela está vieja y amargada, se queda dormida en cuestión de segundos, nadie es de su agrado y las cosas se le olvidan fácilmente.

—El otro día me habló sobre el matrimonio, me dijo que estaba más que lista y recalcó el tema de los matrimonios arreglados —suspiré recordando aquel momento—. "Tendrás toda la vida para conocerlo". A mi me parece algo horrible.

—Conoces a tu abuela, ¿en serio te sorprende que haya armado un loco plan con Elizabeth I?

—La verdad... no.

Alguien hizo acto de presencia en el pasillo con gran estruendo que aquella mujer que escuchaba mi conversación y yo misma saltamos en nuestros lugares sorprendidas por tan abrupta y escandalosa aparición. Instintivamente me llevé una mano al pecho a la par que me giraba a mirar a la mujer de servicio quien había hecho el mismo gesto.

—Su alteza real —un hombre en traje de servicio negro se presentó con una reverencia—. La cena será a las seis en punto, la reina madre personalmente pidió avisarle sobre ello para que pudiera arreglarse con antelación. Usted conoce las reglas.

—Claro —asentí confundida—. Tía tengo que dejarte. Hay un asunto con la cena.

—Ugh, cena familiar a las seis de la tarde —reí ante su disgusto—. Regresa pronto querida, diviértete.

—Como si fuera a —rodé los ojos aunque no pudiera verme—. Te amo.

—También te amo.

Devolví el teléfono a su lugar inicial, voltee hacia la mujer y le sonreí con amabilidad, no estaba molesta con ella por querer enterarse de los chismes entre las familias reales más prestigiosas de la monarquía actual. Sonreí hacia el hombre también, quien me hizo una seña para avanzar por delante de él, asentí emprendiendo camino hacia mi dormitorio con él detrás mío.

—¿Quién es ella? —escuché que la princesa Margaret decía al final del siguiente pasillo.

La encontré junto a la reina en la última de las ventanas del estrecho lugar con la vista hacia el exterior, me había detenido sorprendida al escucharlas. Seguí sus miradas hacia el frente del castillo; Diana Spencer bajaba de un auto real siendo recibida por el secretario privado de Charles y Lady Fermoy, quien sabía era su abuela.

Ambas mujeres voltearon hacia mi coordinadamente aún conmocionadas por la nueva invitada.

—Lucile...

—Lo siento —aparté rápidamente la mirada y me doblé en una reverencia frente a ellas—. No sabía que de encontraban aquí.

—No te disculpes querida —de igual manera realizaron una corta reverencia. La reina me sonrió—.  También es tu casa.

Asentí caminando a paso apresurado hasta el otro lado del pasillo. Pude sentir cierta tensión al espiar a la Spencer mientras era recibida, pero tan pronto apareció se cortó con siquiera verme.

Ojalá esta semana no sea tan sofocante como la que advertía que se avecinaba.

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