Esta mañana me han dado una de las mejores noticias del mes, mañana, por la tarde, seguramente podré irme a casa.
Todo va genial, ese día veo las cosas de otra manera, como si la vida me sonriese.
Pero ya está, en pocos segundos mi sonrisa se desvanece y aparece una cara ¿cómo definirla? ¿de asombro? pues bueno, algo parecido.
Apareció Calum, con una margarita y en vez de traer una carta, ya venía él con la intención de decírmelo en voz alta.
Mamá: Estoy abajo tomándome un café, luego nos vemos. -al salir le guiña el ojo a Calum, y se va.
___: Oye... no hace fal... -me interrumpe.
Calum: Sé lo que me vas a decir, que no hace falta que hable, que las palabras se las lleva el viento. ¿Verdad?
___: Exactame...
Calum: Pues verás mi niña, he venido a pedirte perdón. Perdón por haber echo que te dé este ataque de nervios, o lo que sea que hiciese. Solo sé que me arrepiento, y al saber que fue por culpa mía aun más. La noche en la que me enteré que estabas aquí no pude dormir, las demás dormí un poco, y la noche anterior, osea ayer, nada de nada.
___: Calum... ¿exactamente a qué has venido?
Calum: A pedirte perdón, y decirte que te quiero, y que cada vez más.
___: ¡Parad ya!
Calum: ¿Quién?
___: Tú y Rubén. Me volvéis loca, joder.
Calum: ¿En qué sentido? -dice poniendo cara de pillín.
___: En el que ya no sé que hacer. Primero me sentía mal por haberte rechazado, luego apareció Rubén y me cambió la vida, luego te enfadas conmigo, me siento mal y luego apareces de nuevo. Si queríais volverme loca felicidades, lo habéis conseguido.
Calum: Pienso luchar por tú amor, te amo, con locura. Estoy enamorado de ti desde el primer momento en el qué te vi.
___: ¿A si? Pues sinceramente, no me lo parece. Son caprichos, nada más.
Calum no responde, se limita a mirar al suelo, como si estuviese inmóvil.
___: Mañana me dan el alta, y ya veré. No quiero más ataques, ni más nervios. Quiero ser feliz.
Calum: Yo también quiero ser feliz, pero no si no es a tú lado.
Se levanta de un impulso tirando la margarita al suelo, con tan mala suerte que al salir, la pisa, dejándola muerta, y aplastada en el suelo. Con un pétalo aquí, y otro allí. Como él y yo, uno parece estar aquí, mientras el otro está allí.