Este era un pequeño viaje, dónde había un inicio y un final; hoy fue ese final.
Aquellos anfitriones se tomaron la molestia de acompañarnos hasta el aeropuerto, para así despedirse de sus nietos.
Paola y yo les observamos despedirse; se les veía emotivos, tristes pero alegres a su vez. Se abrazaban y compartían palabras que me imaginaba eran de aliento para seguir comunicándose y ser una familia unida.
En medio de aquella tan emotiva despedida, aquella señora dirigió su mirada hacia nosotras, que por inercia hicimos una reverencia a manera de despedida. Sin embargo aquella mujer se acercó a nosotras, lo suficiente para poder tomarnos a ambas de la mano y decir:
— watashi wa anata ga kuru yō ni dōkidzukete kurete arigatō, anata wa itsu demo kangei sa remasu —nos dijo.
Paola asintió realizado una reverencia que por inercia copie. Aquella mujer me miró y pronunció:
— osewa ni natte kudasai —pido
Sin comprender muy bien lo que había dicho, asentí sin más, se despidió de nosotras y se retiró.
Una vez se había alejado, mire a Paola en busca de una respuesta o más bien, una tradición, más ella simplemente dijo:
— más vale que te prepares para el vuelo —despeino mi cabello
Sin más, llegó la hora de partir y abordar el avión.
En esta ocasión, tuve la suerte de tener un asiento justo al lado de la ventana, cosa que me fascinaba. Tome asiento muy entusiasmada y a los pocos segundos después, llegó aquel rubio dando a entender que ocuparía el asiento al lado mío.
— hey
— hi
Al verlo quise preguntarle tantas cosas, sin embargo ya no podía usar mi traductor ni celular en el avión, por lo que la única alternativa que tuve fue buscar en la pantalla del aviento de adelante si tenía traductor. Para mí buena suerte tenían la aplicación integrada.
— ¿cómo estuvo la despedida? —pregunte por medio de aquella pantalla
El se acercó a la pantalla para leer con más precisión y sucesivo, responder:
— no lo sé con exactitud
Le mire fijamente, se notaba que tenía sentimientos encontrados que no sabía cómo expresar.
Antes de que pudiese reaccionar, se anunció el despegue, ¿cómo lo supe?, en cuanto aquel llamado se dió, el rubio se pegó a su asiento como si su vida dependiera de ello.
No iba a mentir, aquella acción me pareció adorable y a su vez graciosa, más no era el momento.
Sabía que se asustaría por el movimiento ocasionado por el despegue, sin embargo no podía hacer nada al respecto, tan solo sujete su mano firmemente tratando de darle seguridad.
Tal como lo predije, el chico se asustó, cerro ambos ojos aferrándose a su asiento y al mismo tiempo apretando mi mano con bastante fuerza, me dolía, pero lo soportaría por el, estaba claro que no era a propósito, si no más bien una reacción al miedo que le causaba estar en el avión por lo tanto no media la fuerza con la que me sujetaba.
Una vez el avión se encontraba en el aire, poco a poco abrió los ojos aún temeroso. Acaricio suavemente su brazo, aún no lograba despegarse del asiento y por supuesto, no soltaba mi mano aún.
— calma, el despegue ya pasó —le dije, aún sabiendo que no me entendería
— watashitachiha kūchū ni imasu ka? —me pregunto
Asentí sin entender.
Aún se le veía tenso, y aquel agarre seguía siendo firme, aún aferrándose a su asiento, necesitaba hacerlo que se calmara, así que con mi mano libre, escribí en la pantalla:
— sabes, para llegar a Japón tuve que viajar varias horas, incluso hice escalas
Quería entablar una conversación con el para relajarlo.
Ví como entrecerró sus ojos tratando de leer, más no pudo distinguir las letras, por lo que no tuvo más opción que acercarse y así despegarse del asiento.
— ¿no te dió miedo? —me preguntó
— al principio si, pero te acostumbras rápido, no hay de que preocuparse, honestamente no se siente nada —le respondí
La conversación funcionaba, pues dejo de apretar mi mano y logro despegarse del asiento, algo que me alegraba demasiado.
Pero justo cuando iba todo bien, comenzó a ir todo mal. El avión comenzó a agitarse, turbulencia.
— dō shita no? —pregunto sumamente alterado
— tranquilo, solo es un poco de turbulencia
Volvió a aferrarse a su asiento y a mi mano como si no hubiese un mañana. Su respiración volvió a agitarse, se estaba alterando, sus pulsaciones incrementaron tanto que podía escucharlas, no sabía como calmarlo, debía ser algo drástico para que pudiese distraerlo.
— ¿Popee?
Le llamé tratando de llamar su atención, no funcionó.
— Popee
Le llamé de nuevo, aún nada.
Mi mano volvía a doler.
— ¡Popee!
Alcé la voz un tanto desesperada. Finalmente me miro a los ojos. Lo sujete del cuello de su ropa, lo jale hacia mi y junte nuestros labios.
No supe ni como reaccione, hasta que lo hice.
Esto lo desconcertó lo suficiente como para distraerlo de la situación en la que se encontraba. Momentos mas tarde, su cuerpo seso de temblar, relajo el fuerte agarre a mi mano y su respiración se estabilizo.
Entrelace nuestros dedos y pose mi mano en su mejilla para acariciarla suavemente con el pulgar.
Cuando senti que estaba completamente calmado, me separe lentamente de el, sin soltar su mejilla. Entonces vi su rostro, completamente sonrojado y ojos cristalinos con lágrima amenazando con ser derramadas. Nunca me había imaginado que le vería de esa manera.
Un sonrojo junto con un incremento en el latir de mi corazón se hizo presente, sin embargo no me dejaría llevar por ese sentimiento, el me necesitaba.
Moví mi pulgar, hasta sus ojos, para limpiar aquellas lágrimas que apenas iban cayendo.
— daijōbu, yo estoy aquí —le dije con un tono de voz suave
Volví a besarlo.
Aquel movimiento ocasionado por la turbulencia cesó, regresando a la normalidad. Así fue como poco a poco se tranquilizó, cuando sentí que relajaba su cuerpo me separé de él. Finalmente se había calmado.
— anata wa daijōbu? —pregunte si se encontraba bien
— si —me respondió con un leve tartamudeo
Sonreí.
De pronto note que su vista se desviaba hacía la ventanilla del avión.
— es una hermosa vista, no es verdad —le dije a través del traductor
El asintió.
— ¿tienes miedo a las alturas? —le pregunté
— no —me dijo
Hasta cierto punto no tenía sentido mi pregunta, pues el chico al ser cirquero estaba acostumbrado a las alturas, pues recordé que también se dedicaba al trapecio y no solo a ser payaso.
— ¿es solamente a los aviones? —volví a preguntar
— si —respondió
Ahora comprendía, no eran las alturas, si no aquel artefacto volador.
Con una seña le indique se acercara a la ventana para que mires la vista desde gran altura. Temeroso de acercó.
El paisaje era increíble, pues era la vista de un atardecer, el cielo lleno de matices naranjas que pintaban las nubes que tocaban, era totalmente hermoso.
Regrese mi vista hacia el rubio, sus ojos brillaban y su rostro me decía lo maravillado que estaba, pues era una vista que el jamás había podido observar antes, pero estaba fascinado.
Poco después percató que le miraba y pregunto:
— dō shita no? —pregunto que ocurría
— nandeminai —respondí que no ocurría nada
Avergonzada regrese la mirada hacia el exterior tratando de disimular mi claro sonrojo, pero, sin previo aviso sentí los labios del contrario besar mi mejilla con suavidad, al separarse de mi, me gire para mirarle fijamente, igual se encontraba sonrojo, no pude evitarlo y como impulso me acerque a él para besarlo, sin embargo, ese beso nunca se completo.
Estábamos aterrizando y por consiguiente el avión volvió a realizar movimientos drásticos, asustando al chico otra vez, quien apretó mi mano con gran fuerza nuevamente y no pude evitar expresar el dolor en mi rostro.
Ese momento termino más rápido de lo que se esperaba, pero aquel fuerte apretón de manos aún no cesaba, sin embargo no me queje en lo absoluto.
— wareware ga tōchaku? —pregunto
Al regresar su vista hacia mi fue que se dió cuenta del gesto de dolor en mi rostro, bajo la mirada y pudo notar la causa, soltandome inmediatamente.
— gomenasai! —se apresuró a disculparse
Sentí un gran alivio cuando soltó mi mano, la cuál se encontraba roja como un tomate, incluso sentía como punsaba levemente.
— no te preocupes —negué con la cabeza
A pesar de eso, no paro de disculparse hasta que descendimos del avión.