Último disparo (Steve Mcgarre...

By Silopiensas

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Ella hace lo que quiere, él impide que acabe muerta día tras día. Esta historia se desarrolla en la pequeña i... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
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Nota de autora
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Capítulo 4

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By Silopiensas

Steve se levantó del sofá y evitó que se cayera al suelo cogiéndola por la cintura –Al notar que eres más cabezota que yo te he echado unos calmantes en la taza de té, tendrás que disculparme, pero sino no ibas a dormir –comentó Steve cogiéndola en brazos. Samantha ya no sabía ni lo que hacía ni lo que decía así que pasó un brazo por su cuello y dejó que la subiera a la habitación y la dejara en la cama –Te dejo descansar tranquila –le dijo Steve con una voz muy baja y grave, voz que hacía que Samantha se sintiera subida y le cogió del brazo negando –Quédate, por favor – le pidió casi suplicante sin agarrar a penas la muñeca de Steve. Steve dio media vuelta y se sentó a su lado esperando a que se quedara dormida para poder irse él a dormir, o a intentarlo al menos las pesadillas no dejaban de acudir a su cabeza. De repente Samantha se empezó a reír sin motivo alguno lo que hizo que Steve saliera de sus pensamientos y la mirara alzando una ceja -¿Qué te hace tanta gracia? – preguntó con una sonrisa en los labios.

Samantha continuó con su risa de niña pequeña y se la tapó con las manos para serenarse –No deberías haberme dado calmantes, las pastillas en general me sientan muy mal – comentó entre risas intentando no reírse más y Steve suspiró –Genial... - comentó esperando a que se le pasara el ataque de risa, era como si se hubiera bebido el mueble-bar entero y se le estuviera subiendo a la cabeza. Samantha no solía tomar calmantes para el dolor y tomar uno le afectaba demasiado. Se abrazó a Steve apoyando la cabeza en su hombro, lo cual le pilló totalmente por sorpresa pero la dejó porque parecía que escuchar sus latidos la había tranquilizado y no se reía –Te suena el corazón muy rápido, hace bom, bom bom, bom, bom bom – imitaba Samantha entre risas, Steve se llevó una mano a la cara y rezó para que se quedara dormida o se relajara. Unos minutos pasaron y la chica parecía relajada, hasta parecía que se había quedado dormida pero no porque comenzó a hablar -¿Sabes qué? Esa chica debe de ser muy idiota para dejarte –comentó sin saber lo que decía, no diría eso ni borracha.

-Bueno, hemos pasado por muchas cosas, realmente la entiendo, no soy una persona fácil de llevar y... Atraigo el peligro como la miel a las moscas, ¿sabes? –preguntó mirándola, la chica había levantado la cabeza para mirarle a los ojos –Sí, creo que empiezo a darme cuenta, las dos veces que he pisado la calle me ha pasado algo y siempre estabas tú –dijo mientras reía y apoyaba la cabeza en el pecho del chico, realmente no se daba cuenta de lo que estaba haciendo, su cerebro funcionaba solo y ella no era capaz de controlarlo poco a poco inconscientemente se estaba acercando a los labios de Steve, el cual no se apartaba ni se movía. Se había perdido totalmente en la mirada de Samantha. –No creo que quieras hacer esto, Samantha – susurró casi rozando sus labios. Samantha negó –No, no quiero, pero a veces la gente hace las cosas sin pensar –musitó sellando aquello con un beso, algo intenso pero suave, algo que no se iba al lado salvaje, algo que parecía hasta puro. Cuando Steve fue consciente de lo que estaba haciendo le rodeó la cintura y dio la vuelta para quedar encima de ella y se separó –Duerme, por favor –le pidió pegando su frente a la de ella y se levantó dejándola en la habitación. Samantha no tuvo que hacer demasiado esfuerzo para quedarse dormida.

Se despertó por la luz que entraba y estaba tapada, se llevó una mano a la cabeza –Uf... -dijo incorporándose y no viendo a Steve, al final se había ido – Dios, ¿qué hice? ¿Qué hice? ¿Qué diablos hice? Le besaste eso hiciste Sam, le besaste- se respondía a ella misma pero por puro nerviosismo se llevó las manos a la cabeza y suspiró levantándose de la cama con suavidad, para no marearse. Fue caminando hasta las escaleras y comenzó a bajarlas lentamente hasta escuchar su teléfono móvil –Vale, te oigo pero no sé dónde estás –dijo con forme llegaba al salón, buscó su bolsa y cuando la encontró se sentó en el suelo para buscar el móvil, era Danny -¿Danny? –preguntó desconcertada – Hola Samantha, no consigo localizar a Steve y sé que te quedaste en su casa, ¿podrías comentarle que tenemos un caso? – Samantha apuntó la dirección y colgó el teléfono buscando por la casa a Mcgarrett, no lo encontró por ningún sitio y salió al patio trasero. Allí estaba, sentado en una silla mirando la playa con la mirada perdida.

Samantha se acercó muy lentamente y carraspeó para advertirle de su llegada –De parte de Danny que cojas el puto teléfono y tenéis un caso en esta dirección – comentó dándole el papel. Steve se giró y cogió el papelito entre sus manos asintiendo –Está bien, te acerco al aeropuerto y luego iré directo para allá –dijo a la par que se levantaba, Samantha negó –Creo que me voy a quedar aquí un tiempo... - comentó con una sonrisa, en cuanto Steve escuchó eso una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y asintió –Perfecto, puedes quedarte aquí si quieres, el sofá es bastante cómodo – comentó a la par que Samantha negaba – Me buscaré un apartamento o algún sitio donde poder dormir, no quiero causar más molestias pero... Dijiste algo de un trabajo y me interesa – comentó rascándose la nuca mirando hacia otro lado –Mi padre me ha amenazado con quitarme la herencia, cosa que me es indiferente, si vuelvo a una misión a algún país peligroso, como Afganistán, me ha prohibido dedicarme a lo que él se ha dedicado toda su vida durante un tiempo... Parezco la chica de los recados de los veteranos que están aquí de subsidio, entiéndase a Jo como uno – explicó la chica y acabó suspirando –No quiero seguir siendo la chica de los recados, me adapto fácilmente y no tengo por qué dejar el ejército si trabajo para un capitán de fragata, ¿no? –preguntó divertida. Steve dibujó una sonrisa en sus labios –Bien, necesito que estés en la sede, controlándolo todo, dedícate a los ordenadores, es lo que mejor se te da, ¿no? Se nos ha ido un importante miembro del equipo y puedes ser su... Bueno puedes reemplazarla –musitó abriendo las manos esperando una respuesta. Samantha se lo pensó unos segundos y luego asintió –Me gusta la idea – musitó entrando en la casa para cambiarse.

-Peeero... Yo quiero acompañaros al escenario y todo eso, sé disparar si es lo que te preocupa – dijo Samantha entrando en el coche. Steve la miró y asintió – Eres una más, harás lo mismo que todos solo que... Tendré un ojo encima de ti porque tu padre me puede cortar en cachitos y mandarme a partes diferentes del mundo y no queremos eso, ¿verdad? – Samantha soltó una carcajada y asintió. Cuando llegaron al escenario del crimen tanto Chin como Kono se quedaron un poco pillados por ver a Samantha ahí – Hola jefe, tenemos el cuerpo a cinco metros por allí – señaló Kono hacia el Este y saludó a Samantha con un pequeño abrazo, se habían hecho más o menos amigas durante su estancia en el hospital. Chin saludó con un movimiento de cabeza y comenzaron a caminar hacia el cadáver.

Samantha se echó para atrás unos pasos cuando vio un cuerpo troceado esparcido por toda la carretera – Y supongo que un camión no ha podido ser, ¿no? – preguntó tapándose la boca como si fuera a vomitar, era bastante desagradable. Steve la miró -¿Estás bien? – Samantha asintió y respiró hondo – Joder se habrá quedado a gusto, ¿no? – preguntó Danny al llegar junto a sus compañeros mirando la escena - ¿Qué sabemos del cadáver? – preguntó dando una palmada y caminando hacia otro lado para no tener que ver aquello – Hola Samantha, me alegro de verte por aquí – comentó sonriente, tan bipolar como siempre. –Por ahora poco sabemos, tendremos que dejar que Max haga su trabajo y esperar a que nos den por lo menos un nombre por el que poder empezar- Steve asintió – Os llamo cuando haya un nombre, podéis ir a hacer lo que os plazca, sin trabajo no os puedo retener aquí... Sois libres pajarillos - comentó encogiéndose de hombros y dirigiéndose a su coche. Samantha lo siguió y se montó en el asiento del copiloto - ¿Y bien? ¿Quieres ir a hacer algo? Hay playas estupendas – preguntó Steve apoyando las manos en el volante. Danny dio en la ventanilla de Samantha y ésta la bajó – Quiero decirte que te quiero, has hecho que Steve deje de conducir mi coche para conducir el tuyo – le dio un beso en la mejilla a Samantha – No te emociones Danno, dentro de nada estaré conduciendo el tuyo con Samantha en el asiento trasero, ¿verdad? –preguntó con una de esas sonrisas que provocaban que Danny quisiera matarle. Samantha soltó una carcajada –No sé, en el de atrás suelo marearme – añadió la chica soltando una carcajada mirando la cara de angustia de Danny – Es broma, iré atrás si es necesario – aclaró con su dulce vocecita – Steve me encanta esta chica – añadió yendo hacia su coche, podría aprovechar el día para estar con Amber.

-Quiero que me lleves a... Tu playa favorita – pidió Samantha con una sonrisa. Steve asintió y comenzó a conducir – Está un poco lejos, pero es preciosa, vale la pena... Samantha, ¿qué recuerdas de ayer? – preguntó mirándola de reojo con nerviosismo, ella tragó saliva y suspiró –Que te besé y que no me apartaste por educación – argumentó ella, dando por sentado que Steve no quería que aquello pasase. Steve suspiró y miró a la carretera. El camino fue en silencio totalmente, de no ser porque Samantha odia el silencio y estarse quieta que acabó poniendo música y cantando la canción que sonaba como si estuviera en un concierto. A Steve le sorprendió que fuera tan natural como parecía en ese momento, que estando él delante ella hiciera el payaso como si no hubiera mañana, sonrió como un idiota mirándola en el semáforo y luego continuó conduciendo hasta una bonita y preciosa cala.

Se bajó del coche mirando a todos lados, era una preciosidad – Dios mío, es preciosa – musitó dando vueltas en la arena, había sido lista y se había puesto un bañador debajo por si acababa paseando por alguna playa, por eso, en parte, se había quedado en Hawaii. Se quitó los zapatos y los dejó en la parte de atrás del coche de Steve y comenzó a corretear por la playa. Steve se quedó flipando en colores ante la pelirroja corriendo por todos lados y sonrió ante su naturalidad. No le quitaba ojo de encima. Cogió un par de toallas y se dirigió a un lugar cerca del mar para poder ver las olas sin necesidad de mojarse, aunque eso no había sido nunca un problema.

Samantha corrió durante un rato más para arriba y para abajo como si estuviera haciendo una de sus rutas habituales por las calles de su ciudad y acabó tirándose en la toalla a tomar el sol – No te cansas, ¿eh? – pregunto Steve al verla tumbada y ella negó – Para nada, es lo que tiene ser hiperactiva, no puedes parar en todo el día, cuando duermo bien del todo es cuando me agoto yo misma y, créeme, agotarme a mí misma es una tortura china – dijo mientras reía girándose para mirarle a los ojos – Siento las preguntas que te hice, no tenía derecho a hacerte pensar en todo eso que se te puede venir encima en cualquier momento, darle calmantes a una hiperactiva es una mala opción, ahórratelo para la próxima – dijo divertida mirándole unos segundos y luego cerrando los ojos disfrutando del sol –Bueno, si te pones tan divertida cuando tomas calmantes, puede que te los dé más a menudo – comentó sonriendo de lado con indiferencia. Samantha frunció el ceño - ¿Divertida? – preguntó extrañada. Steve asintió – Sí sí, muy divertida señorita Bom – cuando Steve dijo eso las mejillas de Samantha se tornaron en un rojo casi más rojo que su cabellera, se tapó los ojos y suspiró – Como no tenía bastante con besarte también hice esa clase de gilipolleces, ¿no? – preguntó casi regañándose a sí misma.

-Mírala si se ha puesto colorada y todo, muy mona ella, parece hasta inocente – comentó divertido mientras se reía de ella – Mcgarrett vete un poquito a la mierda – dijo escondiendo la cabeza antes de notar como el chico le hacía cosquillas y comenzó a reírse a carcajada limpia, tenía más cosquillas que un niño pequeño. –Ay, para, para, paraaaaa – se quejaba y se revolvía ella aunque estaba sujeta por Steve, el cual se había colocado encima de ella para que no se moviera - ¿O si no qué? – preguntó divertido mientras seguía haciéndole cosquillas – Bueno, sino puedo patearte el culo – exclamó mientras reía y seguía removiéndose. Steve no paraba y la única salida que encontró Samantha para eso era besarle, así que lo hizo se las arregló para rodearle el cuello y sellar sus labios con los de él. – Funcionó – musitó divertida cuando el beso terminó, había sido un beso muy bonito y estaba cargado de algo, quizás sentimientos, quizás miedo, quizás locura, nadie lo sabía con exactitud. – Eso es trampa – se quejó Steve sin dejar que Samantha se moviera ni un centímetro perdiéndose en sus oscuros ojos, se aproximó para volver a fundirse en un beso con ella, pero de repente se apartó, se levantó y se fue al coche. Samantha parpadeó confusa y se incorporó para mirar lo que pasaba, Steve estaba dentro del coche con la cabeza entre las manos. Samantha le dio su tiempo para que se calmara y pusiera en orden sus pensamientos, se tumbó y dejó que su piel absorbiera todo el sol posible pensando en cómo acercarse a él para hablar.

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