Mariposas de fuego

By SrMichaelis

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Bienvenidos a la escuela de elementos de la cuidad de Emment en la que podrás aprender a dominar el elemento... More

Capítulo 1 - ¿Eres tu al que llaman "el nuevo"?
Capítulo 2 - La bienvenida de Vicent
Capítulo 3 - Entre las cenizas puede quedar algo de fuego
Capítulo 4 - Noticas inesperadas
Capítulo 5 - Una nueva llama en Fuego
Capítulo 6 - El gran día
Capítulo 8 - Tu olor
Corrección
El regreso de Mariposas de Fuego
Corrección terminada, nueva portada y próximo capítulo
Capítulo 9 - El camino sigue

Capítulo 7 - Astaroth

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By SrMichaelis


Aquella criatura que se alzaba frente de ambos se hacía llamar Astaroth, o al menos era lo que iba promulgando. A Seth no le sonaba para nada el nombre, pero si recordó que el tamaño de estos estaba muy relacionado con su poder. Aquello solo podía significar que se habían topado con uno al que apenas podrían hacerle frente. El pelinegro no estaba ni seguir de si podrían hacer algo si su equipo estuviera aquí ayudándolos también. Solo deseaba que aquel demonio no tuviera planes demasiado macabros con ellos dos.

Este no paraba de mirarlos mientras sonreía complacidamente, mostrando sus grandes dientes afilados medio podridos. El aliento fétido llegaba hacia el moreno y el pelinegro, que tuvieron que luchar por no mostrar arcadas o, incluso, vomitar. Aquella criatura olía demasiado mal, como si llevara muerta más de un siglo. Seth, en un acto de valentía, se puso entre Astaroth y Vicent, para proteger a este último pues sabía que tenía poco que hacer con sus escasos conocimientos elementales.

Aquella criatura que los atormentaba se salía de lo normal. El cuerpo humanoide era muy corpulento, tenía músculos que jamás había pensado que existían. Tenía cuernos a ambos lados de la cabeza en forma de lira y uno en medio más discreto y recto. Llevaba solo un trapo de color marrón atado a la cintura, aunque por atrás estaba medio levantado por culpa de las grandes dimensiones de su cola. Sus uñas... eran escalofriantes. Eran más largas que sus propios dedos y estaban perfectamente afiladas. El pelinegro sabía que se podían encontrar pequeños seres que dificultarían su camino hacia la meta, pero este de pequeño no tenía nada. Además, se había cargado a la gran mayoría de integrantes del equipo de Vicent y reconoció que algunos no eran malos.

Dejando a un lado de que aquello fuera ya muy raro, estaba el hecho de que no hubiera ningún vigilante o árbitro por los alrededores vigilando que nadie se hiciera daño. O al menos no podía ver a ninguno. Además, se suponía que no debían temer por su integridad pues no estaban permitidos los daños severos en la prueba. Después estudiar detenidamente las características de la situación en la que se encontraban, una corriente eléctrica subió por su espalda, poniéndole el bello de punta. Estaba aterrorizado pero no quería mostrarlo. El orgullo era algo que estaba muy fuertemente agarrado a él. Apretó los puños con fuerza concentrándose en el dolor que producía para no dar un paso atrás.

–¿Qué es lo que quieres? –preguntó el pelinegro enfadado cuando pudo contener su boca de las vibraciones causadas por el miedo.

Su cuerpo se tensó a la espera de otro impacto en su cuerpo, pero no llegó. Aquel acto de valentía solo consiguió ensanchar la sonrisa del atacante, provocándole también una pequeña risa. Seth mordió su labio inferior con fuerza para retener sus ganas de atacarle ya que odiaba con todo sus ser que lo menospreciaran. Pero debía pensar antes de actuar y lo más razonable era quedarse quieto a la espera de cualquier movimiento del demonio. Ojalá hubiera atendido los últimos días de clase que había tenido ya que habían tocado varios temas sobre los demonios y como podían enfrentarse a uno. Puede que le hubiera servido de algo, quien sabe.

–¿Por qué has venido? –preguntó Vicent tras de él mientras le agarraba de un brazo para llamar su atención.

En el fondo se alegraba de que estuviera ahí para ayudarle, pero ahora se había metido en un buen marrón por su culpa. Aquella criatura solo le quería a él según habían dicho antes de que el pelinegro llegara, aunque no supiera muy bien el porqué. El moreno zarandeó el brazo agarrado al ver que no obtenía respuesta alguna. La curiosidad se estaba apoderando de él. Después de todo lo que le había hecho en los últimos días por evitarle y hacer la vida aún más difícil, ahora estaba allí defendiéndole con su propio cuerpo. No le encontraba lógica alguna. Aunque en el fondo el no estar solo ante esta situación le había calmado notablemente. Al menos ya no estaba solo. Todas las personas que él ha querido o le habían importado en algún momento de su vida, se marchaban de ella sin importarles nada y estaba cansado ya de eso. Un claro ejemplo eran sus padres que, hartos de ocultarle del gobierno elemental y con poco dinero, le entregaron cuando menos se lo esperaba.

–¿No es evidente? Necesitabas mi ayuda y aquí estoy–respondió Seth sin apartar la mirada de Astaroth algo alterado. No era el momento para dar explicaciones.

Los músculos del pelinegro le estaban empezando a resentir por el largo tiempo que los había tenido en tensión, pero no bajó su guardia en ningún momento. Prefería lidiar con un tirón a otro coletazo que le enviara de nuevo contra un árbol, dejándole aún más malherido. Poco después de haber respondido al moreno, éste le apretó con la mano el hombro a un modo de darle las gracias.

Mirando aquella tierna escena donde Seth había dejado atrás el resentimiento y el odio hacia el moreno, el atacante se estaba empezando a aburrir, por lo que se dispuso a atacar de nuevo. Pero está vez sería con mucha más potencia y fuerza. Flexionó un tanto las rodillas para coger impulso y salió disparado hacia sus presas. El pelinegro reaccionó lo más rápido que pudo y empujó a Vicent hacia un lado para que no le llegara el impacto y se preparó para el golpe. Todo fue muy rápido, hacía un segundo se encontraba en el suelo y al siguiente estaba volando de nuevo por los aires aturdido, desorientado y con un puño enorme en su cara. De momento el golpe no le dolía, pero sabía que estaba ahí y que cuando cayera todo el dolor que se acumulaba en el cuerpo iba a estallar. Ni si quiera le había dado tiempo para realizar un pequeño conjuro de resistencia para mitigar el impacto.

Escuchó como el moreno gritaba su nombre mientras este seguía volando, a casi metro y medio del suelo, y otra vez vio aquella cegadora luz azul. Esta vez sí sabía de dónde provenía, de Vicent. Aunque no pudo ver nada por ello, si lo escuchó todo. Astaroth había aullado poco después de que la luz apareciera y un enorme estruendo hizo temblar la tierra. Segundos después de aquello, Seth cayó al suelo a un metro de distancia de Vicent. Tuvo la suerte de que no se había chocado con ningún árbol, cosa que le habría dejado K.O al instante. Consiguió levantar levemente su cuerpo para intentar visualizar qué era lo que había ocurrido pero una gran nube de polvo le ocultaba ambos cuerpos casi.

–¡Vicent! –gritó con todas sus fuerzas mirando hacia todos los lados sin saber qué estaba ocurriendo ahora.

Apenas podía ver más de medio metro de donde se encontraba. Afortunadamente, aquel grito fue el que ayudó al moreno a encontrarle. Se acercó a él y le agarró la cara comprobando de que no estaba tan mal después de todo. Una sonrisa tonta se dibujó en su cara al ver la preocupación del moreno.

Pero todavía no había acabado. Su agresor aún estaba a pocos metros de ellos seguramente esperando a que la nube de polvo bajara para hacer su siguiente ataque. Ésta vez, copiando lo que hizo el pelinegro de igual forma, fue Vicent el que se dispuso entre el herido y donde provenían los ruidos de pisadas. Se estaba acercando y la nube poco a poco se estaba clareando. Un par de pasos más fueron los que faltaron para que pudieran ver ya sus largas piernas. Más tarde vieron el resto del cuerpo y las alas totalmente abiertas como si quisiera alzar el vuelo para impulsarse. Empezó a batirlas con fuerza creando un fuerte viendo que les puso el pelo de punta y acabó totalmente con la nube que se había formado.

Volvían estar frente a él como antes, solo que esta vez estaban aún más indefensos pues uno había caído. Astaroth, sin perder el tiempo, levantó su cola en forma de maza y la dirigió contra el moreno. Seth, con las pocas fuerzas que le quedaban, levanto uno de sus brazos y creó un escudo de fuego en la zona en la que iba impactar la cola. Cuando ésta llegó, chocó con las poderosas llamas protectoras haciendo un ruido muy estridente y cayó al suelo creando otro temblor. El pelinegro no pudo evitar celebrar su pequeña victoria y calló al suelo rendido. Crear un escudo así requería mucha energía, más de la que tenía en aquel momento. Pero aquello no bastó para detener a Astaroth, que volvió a subir la cola y la dirigió de nuevo hacia el moreno con más furia. Esta vez Seth no podía hacer nada, ni siquiera podía subir su brazo para intentar canalizar la poca magia que había en él. "Estamos acabados" pensó. Ni si quiera había pasado ni un día y ya se encontraba en serios apuros. Ahora entendía muy bien por qué decían que aquella prueba era la más dura de todas.

–¡Largo de aquí! –gritó Laia entrando corriendo en el claro con los demás integrantes de su equipo. Éstos se pusieron entre Vicent y el agresor muy enfadados.

Astaroth, en el último segundo, falló el golpe a propósito para impactar contra el suelo. Algunos perdieron el equilibro y cayeron al suelo, pero Laia, Tara y Garret consiguieron mantenerse de pie haciendo frente a aquella criatura. No sabían lo que era, solo que estaba machacando a Seth y eso no era bueno. Si se metían con su compañero, se metían también con ellos. Debían defenderle igual que él lo hubiera hecho por ellos.

El demonio vaciló por in instante e hizo un rápido movimiento con la cola enfadado por su impertinencia, pero al final cedió y se dispuso a marcharse. Había demasiado espectadores para su gusto y le habían dicho que cuanto menos supiera la gente de él, mucho mejor le iba a ir. Antes de adentrarse en el bosque, miró hacia Vicent y Seth, que estaban juntos, para decirles "nos volveremos a ver pronto" seguido de una gran risa y se marchó por fin.

Laia, en cuanto se cercioró de que se había marchado, corrió hacia el pelinegro y se abalanzó para ver qué le ocurría. Agarró su cara con ambas manos y buscó alguna herida grave. Por suerte, todo lo que había sufrido lo podría remendar con una poción sanadora no muy compleja. Se había llevado un buen susto cuando después de estar buscándole por el bosque, lo había encontrado tirado en el suelo sin moverse apenas y con una enrome criatura atacándoles.

Vicent se apartó de Seth y fue hacia su equipo, incómodo por la escena. Seguían inconscientes. ¿Qué debía hacer? Sin ellos no podría seguir la prueba y, al parecer, no había nadie que viniera para recogerlos y llevarlos a la enfermería. Tara se acercó al moreno por la espalda y se agachó para estudiar los cuerpos inmóviles. Frotó su barbilla unas cuantas de veces y abrió la boca. No eran los únicos que no entendían lo que había ocurrido allí.

–Esto es demasiado raro–dijo ella comentando lo obvio, pero alguien debía decirlo–¿Cómo puede haber una criatura de rango S en los alrededores de la escuela? –siguió relatando los hechos mientras tocaba a algunos de sus compañeros para ver si sus pupilas respondían–Además de que no hay nadie que haya vigilado este enfrentamiento. Creo que deberíamos buscar a alguien para avisar de lo ocurrido-proclamó, pero aún era información que todos sabían o suponían.

Después de mucho meditar, Tara sacó la pequeña pistola de bengalas para las emergencias, que nunca pensó que utilizaría, y disparó hacia arriba. La bengala salió despedida a gran velocidad dejando una estela azul tras de sí, estallando luego para crear un humo del mismo color bastante intenso. Esperaron unos minutos, pero nada pasaba. Nadie llegaba para socorrerles. La chica peliblanca volvió a disparar otra bengala de las dos que le quedaban por si no estaban atentos, pero tampoco tuvo respuesta. Al parecer no había ayuda cualquiera.

Todos dudaron entonces si de verdad aquello entraba parte en los planes de la práctica o que de verdad estaban en serios problemas.

~~~~

Hasta la mañana siguiente Seth n o pudo volver a ser él mismo. Se había llevado una buena paliza y su cuerpo no estaba acostumbrado a la tralla que le había metido aquella criatura el día anterior. A eso se le sumaba un gran miedo: estaban solos o, al menos, eso parecía. A lo largo de la mañana se fueron despertando los demás integrantes del equipo de Vicent. Estaban mucho peor que él. Algunos cojeaban y a otros les dolía mover ciertas articulaciones hasta tal punto que se les había hinchado por las heridas. Estaban en completa desventaja y el grupo de Seth se planteaba seriamente si de verdad podrían seguir con la actividad pues tardarían bastantes días en reponerse sustancialmente. Todos tenían la cabeza gacha y miraban hacia la nada esperando que llegara un milagro, pero Tara les sacó de su estado de embobamiento cuando se aclaró la garganta para comenzar un pequeño discurso.

–Creo que lo más razonable y lógico sería buscar a los demás equipos y unirnos todos en uno. Sé que eso sería violar una de las normas que nos han impuesto para ganar esta prueba, pero no creo que esto siga siendo la prueba–hizo una pausa para mirar a todo el mundo.

Algunos rechistaron ante el hecho de tener que incumplir una de las pocas normas que les habían impuesto, mas otros asintieron rápidamente dándole la razón–Todos sabéis o intuís que aquí está pasando algo raro y, aunque seamos los más veteranos en la escuela, aún no significa que estemos preparados para esto. No podemos permitirnos la debilidad y, en este caso, nuestra debilidad es nuestro número reducido–volvió a hacer una leve pausa para ver cómo había influido sus oraciones y poder tragar saliva–Como se suele decir, la unión hace la fuerza.

En cuanto terminó un murmullo empezó a subir de tono entre todos los presentes. Algunos, con miedo, gritaban que aquello era una locura pero que era mejor quedarse juntos. Otros, en cambio, cabezones y egocéntricos, negaron su participación a la idea propuesta, aún tenían esperanzas de poder conseguir tal honor entre los elementales. Al final decidieron que quienes quisieran se podían ir solos, y así lo hicieron.

Afortunadamente nadie del grupo de Seth estuvo de acuerdo en marcharse por su cuenta, eran más listos como para no comerse el orgullo por una vez y estar más preparados para los siguientes problemas que se encontrarían. Tenían que mantenerse unidos si querían sobrevivir y llegar a la escuela de nuevo. Solo cuatro personas del equipo contrario abandonaron el claro. En total eran 14 estudiantes elementales: 4 de Fuego, 3 de Tierra, 4 de Agua y 3 de Aire. Más o menos estaban bien equilibrados. Laia y un integrante de cada elemento empezaron a hacer más pociones para restablecer la energía y ayudar con la fatiga y heridas. Tara y Garret se quedaron solos trazando un nuevo plan para el nuevo equipo. Los restantes, menos Vicent y Seth, salieron por los alrededores para encontrar comida u otros elementos que les pudieran servir en su larga travesía. El pelinegro necesitaba hablar con el moreno sobre algo que le preocupaba.

–¿Podemos hablar? –pidió Seth cogiéndole de un brazo para llevárselo hacia un lado del claro donde no había nadie que pudiera escucharlos. El pelinegro iba medio cojeando aún. El contrario, sin más remedio, tuvo que dejarse llevar por la fuerza del contrario–Lo siento–confesó el pelinegro y Vicent que arrugó el entrecejo por no ser lo que esperaba. Pensaba que le iba a hacer un repertorio de preguntas por todo lo que habían presenciado– Siento haberme comportado como un estúpido estos días– y era totalmente cierto. Por fin había recapacitado que no ganaba nada haciéndole daño a los demás–No sé que es lo que me pasa y encima casi te ...–se queda pensativo si decirlo o no.

–No importa– cortó rápidamente Vicent pues no lograba aguantar más de aquella situación. Luego se arrepintió por la curiosidad de qué era lo último que le había querido decir. Sin querer enrojeció por la muestra de humanidad y comprensión por parte del contrario. En ese momento se dio cuenta que Seth realmente le gustaba. Aún a pesar de conocer que él era el típico tonto de turno que se tira a todas y que Laia se lo había confirmado tiempo atrás. En cuanto recordó a Laia y que el pelinegro había comenzado algo con ella se entristeció internamente–No es nada, no te preocupes– e hizo una sonrisa forzada. No quería mostrarse débil nunca más.

–Como quieras–respondió Seth devolviéndole la sonrisa.

Estaba realmente aliviado, se había quitado un gran peso muerto de encima: el peso de la culpa. Dio un par de palmadas en el hombro del moreno y se fue con Tara y Garret para enterarse de lo que estaban planeando. No debía perder la concentración ni separarse de los demás en un momento tan peligroso. En el camino de ida casi se cae un par de veces por no poder apoyar bien una pierna.

Vicent se quedó parado, sin poder moverse, intentando no llorar. Ser adolescente era muy difícil y no lo estaba llevando bien. Demasiados sentimientos en poco tiempo, demasiadas cosas atormentando su joven e inexperta mente. Se llevó una mano hacia su pecho, por la zona donde estaba su corazón, y la apretó contra sí mismo intentando paliar el escozor. Dolía, dolía mucho saber que ese chico no estaba a su alcance y que, a pesar de haberse comportado como un zoquete, no había podido retenerse. Qué decir, era demasiado miedoso como plantarle cara a éste y decirle lo que experimentaba hacia él. Lo que pasaba por su mente cada vez que lo veía o pensaba en él. Eso le hacía sentirse como un completo imbécil y, además, aquel no era el único secreto que guardaba en una caja fuerte en su cerebro.

Solo esperaba poder aguantar todo lo que se le venía encima.

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