Before we fall; n.h.

By galesbrenhines

9.6K 769 1.5K

Lo nuestro no fue amor a primera vista, jamas hubiera imaginado en que nos convertiriamos. Precuela de I cou... More

Prรณlogo
Cast
Nice to meet ya
On my own
Everywhere
Dancing in the moonlight
Small talk
New angel
Cross your mind
No judgement
On the loose
I could fall in love
So long
Seeing blind
Heartbreak weather
Dress
Fire away
The tide
Dear patience
You and me
Slow hands
Put a little love on me
Champange lovers

San francisco

315 31 92
By galesbrenhines

Light's fading, I'm changing. Overthinking, I don't know what to do.

Enero del 2015

Hay una delgada línea entre aquello que se debe tolerar en una relación y lo que es enfermizo. Nosotros habíamos caído a cientos de kilómetros, en lo más profundo de aquella segunda línea que ahora nos sofoca, nos consume y deja salir lo peor de ambos.

Después de cada tormentosa pelea, después de que ella llorara y dejáramos de hablar por días volvía nuestro intento de arreglar lo que ya estaba más que roto.

Tal vez solo no queríamos echar a la basura una relación larga que había empezado tal cual cuento de hadas, con un clic al instante y una atracción que pudimos sentir desde el primer momento, pero que a la larga y con todos los factores en nuestra contra —que venían en paquete conmigo— nos hicieron mierda, la monotonía, la falta de tiempo, de comunicación, incluso la inmadurez que se puede tener a los veintiuno.

Así que aquí estábamos, en el intento de que las cosas se pudieran arreglar —al menos de su parte— porque ya estaba decidido a dejarla ir, nos hacíamos daño, esto ya no tiene arreglo y solo perdemos nuestro tiempo.

—Melissa —entré a la habitación donde ella se mantenía mirando por la ventana, como era de esperarse después de una pelea, la segunda en el día.

El sol se escondía, el cielo se tornaba de colores frente a nosotros anunciando la caída de la noche, las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, a cobrar vida, pero a pesar de eso todo auguraba una mala noche para nosotros.

—Se a lo que vienes —el tono neutro en su voz, la mirada aun perdida en la vista que nos ofrecía San francisco, lugar que ella me aseguro nos sentaría bien—. Y no.

—Debemos hablar, tomar una decisión —tuvo el valor de mirarme a los ojos y en un segundo los suyos se llenaron de lágrimas.

Su cabello castaño que degradaba en puntas rubias estaba revuelto, sus manos se mantenían dentro de las mangas de la sudadera y mordisqueaba su labio inferior buscando el autocontrol que tanto le costaba mantener.

—Niall, me amas y te amo, no podemos separarnos, debemos seguir intentándolo —el desespero en su voz solo reafirmó mi decisión y una lagrima rodó por su piel bronceada.

—Melissa, nos estamos volviendo locos —me acerque con cautela, cuidando no despertar sus nervios mientras aquella confesión ardía en mi garganta.

—Amor, somos el uno para el otro —trago, sus manos subieron a mis mejillas y negué.

—Ya no —las bajé y pude ver el coraje empezar a crecer en sus ojos—. Debemos terminar, es lo mejor para ambos. Agradezco los años que estuvimos juntos, aprendimos, nos equivocamos y nos apoyamos, pero todo tiene un final y no tenemos remedio.

—¡No! —estalló y sus manos empujaron mi pecho—. No puedes hacerme esto —busco con desespero algo en la habitación.

—Tranquila, respira, buscaré... —un vaso fue estrellado contra el suelo, rompiéndose en pedazos y creando un silencio abismal, pesado y doloroso.

—Yo no necesito los medicamentos, yo necesito que estés conmigo —murmuró mientras su vista seguía fija en el suelo, inhalo y exhalo—. Lo siento, no era mi intención.

—Ven aquí —extendí mi mano, no dudo en tomarla y nos sentamos a la orilla de la cama.

Se sentó frente a mí, todas las memorias golpearon mi mente como si de alguna manera buscara razones para querer prolongar lo inevitable.

—Está bien —podía jurar que el aire dejo sus pulmones—. Está bien.

—Melissa —tomé sus manos entre las mías—. Llevamos meses así, nos herimos de todas las maneras que se han creado, incluso hemos inventado nuevas formas de hacer sentir mal al otro.

—Nadie va a quererte la mitad de lo que yo a ti te quiero —zafo una de sus manos y la llevo a mi mejilla, deseosa porque yo recostara está en busca de mayor contacto, pero no lo hice.

—Somos jóvenes, fuimos ilusos pensando que algo que comenzó tan rápido no terminaría igual —me preparé para lo siguiente—. Ambos sabemos que nos somos infieles y sabemos que no nos duele.

—Es... Niall, nunca estas, lo lamento tanto —su labio tembló.

—Intentamos algo para lo que aún no estamos listos, nos falta experiencia, madurar.

—¿Entonces este es el final? —asentí.

—Lo es —dejé que sus brazos me rodearan, dejé que llorara con su rostro escondido en mi cuello mientras su respiración se agitaba y tomaba aire.

Su delgado cuerpo se aferraba al mío, sus manos tomaban mi camisa como si aquello evitara que me vaya, que en algún momento debíamos salir de esta habitación.

Se separó y sus ojos marrones me advirtieron lo que iba a pasar, me limite a escucharla echarme en cara todo lo que había hecho mal, cuanto iba a arrepentirme de haberla dejado, lo equivocado que estaba y lo tonto que estaba siendo.

¿Un año y medio juntos? sí, si contábamos que los últimos tres meses han sido los peores.

Fuimos presentados en una fiesta, me gustó, le gusté, en menos de un mes ya éramos algo más que citas, casi novios y nos jurábamos el mundo, el cielo y las estrellas.

Meses intensos de estar juntos, de que todo parezca una historia de amor, de conocernos en el proceso, pero cuando todo se juntó caímos en picada, como si aquello hubiera sido una bala que dio justamente en el centro.

Cuando lo que no nos gustaba del otro se juntó y los pequeños detalles se volvieron una lista inmensa de señales que podíamos poner en rojo.

Yo no era un santo, no era perfecto, distaba de aquello, aunque lo intentaba.

Pero sus celos cada vez eran más, las constantes escenas, altercados y la falta de tiempo solo intensificó más aquello y su facilidad de explotar me sacaba de quicio.

Su necesidad de atención, su insistencia de querer hacer público lo que teníamos bajo la excusa de "Todos deben de enterarse, deben saber el gran amor que nos tenemos."

Las calurosas peleas se intensificaron en el último par de meses, no mediamos nuestras palabras y parecía ser una batalla donde ganaba el que hiciera sentir peor al otro.

Tóxico, era la definición perfecta.

La engañé cuando supe que ella lo hizo y fue más mi necesidad de pagarle con la misma moneda que reclamarlo, que mostrarle las pruebas y pedir una explicación.

Ahora que había salido de ahí no comprendía como lo soporte, como aguante las largas conversaciones después de las peleas donde hipócritamente prometíamos cambiar y no dejar que el barco se hunda.

Se volvió todo un compromiso, verla, hablar, salir, incluso tocarla estaba cargado de desinterés y escaso del sentimiento que creció al principio.

¿Si dolió? como la puta mierda.

Noches donde mi cabeza daba vueltas, donde me recriminaba no poder estar ahí y no poder darle lo que pedía.

Noches donde me lamentaba las primeras discusiones, donde aceptaba mi culpa en todo lo que pasaba.

Horas intentando llamarla, deseando que no se volviera a más, lloré, me sentí como un hijo de puta.

Y aunque me sentía más tranquilo ahora que estaba tomando un vuelo de regreso a casa, sabiendo que termine con lo que me consumía, con lo que me hacía daño y me cansaba no podía evitar el sentimiento de vacío.

No podía evitar que las dudas nublaran todo, tal vez y sólo era una etapa, tal vez y había solución para tan mala racha, tal vez solo debía poner un poco más de mí.

Las palabras de Harry se hacían presentes a cada segundo, aquella llamada donde el me aseguró —después de dejar en claro que solo era su punto de vista— que lo más sano era terminar, que me veía mal emocionalmente, a ella, que yo no la quería y ya se lo había confesado días antes, que, a esta edad, no debería preocuparme por lograr algo donde aún me hace falta experimentar.

Me decidí, de alguna manera pareció ser lo más razonable y me propuse no volver a tener otra relación, no en un largo rato.

Las relaciones no se me habían dado, podía contarlas con la mano y todas terminaban igual de mal, gastándome y haciéndome pasar por momentos amargos.

Confiaba en las palabras de Liam, tal vez un día encontraría a la mujer que me ponga en mi lugar, que me tenga completa y ciegamente a sus pies, que me ame incondicionalmente y yo la ame de la misma manera, según él, algo épico y verdadero.

Louis juraba que en algún lugar del mundo había una mujer que me iba a volver loco, física y emocionalmente, me aseguró que las mejores cosas llegan sin ser esperadas, que cuando menos iba a darme cuenta estaría en mi vida y me pondría de cabeza pero que también todo iba a sentirse seguro.

Fue imposible que algunos recuerdos no volvieran a mi cabeza, recuerdos tan precisos y cortos que me hicieron feliz como aquellos momentos que me advertían lo que pasaría.

"Nunca voy a dejar de amarte y tú tampoco dejaras de hacerlo, es un trato."

"¿Quieres que te perdone? vi un anillo muy bonito en Gucci."

"No puedes dejarme, no cuando has sido mi primera vez en todo."

Los días junto a ella, cuando no le importaba nada más que no fuera yo y prefería pasar más días conmigo que otra cosa, cuando decidió tomarse un semestre para no despegarse de mí y aunque me negué ella aseguró que no tenía problema en dejarlo por mí.

Sus constantes llamadas, mensajes y la exigencia de estar al tanto de cada hora en mi día a día.

Incluso que no se llevara con los chicos era algo que me heria, no deseaba que todos se volvieran los mejores amigos, pero por lo menos que existiera una buena relación, pero ella parecía empeñada a no estar cuando sabía que ellos también lo harían.

No todo era horrible con ella, no podía quitarle el mérito que tenía por varias cosas.

Fuera la razón que sea era encantadora, amigable, hablaba hasta por los poros y en solo unas cuantas horas podía soltarte su vida entera.

Al principio era comprensiva, siempre supo que decirme en malas situaciones y de distintas formas siempre mostraba su apoyo en todo lo que podía.

Mi madre la quería, aunque siempre me dijo que había algo en ella que no terminaba de convencerle.

—Oh mi pequeño —los brazos de mamá me rodearon al instante en que cruce el umbral de la puerta—. ¿Cómo estás? Melissa me llamo llorando.

—Estoy bien, aunque no lo creas me siento en paz conmigo mismo —tome sus mejillas y plante un beso en su frente.

—Esa niña nunca termino de gustarme —asentí mientras entraba junto a ella a la casa—. Cuéntame cómo sucedió.

Y ahí estuve de nuevo, contando a detalle lo que pasó la noche anterior y gracias al cielo terminamos hablando sobre todo lo que tenía planeado, sobre como pasaríamos unos días juntos.

Continue Reading

You'll Also Like

343K 46.2K 64
Jimin es el coronel encargado de los nuevos soldados que acaban de iniciar su servicio militar de dos aรฑos, aunque debe mantener en secreto que es un...
183K 10.4K 25
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...