NEPENTHE ⟶ James Potter ⟶ Esp...

By -CamilleBlack-

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Ha pasado más de un año desde el asesinato de su esposa, Lily, y James Potter desea cada día que sea simpleme... More

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NEPENTHE
prologue
chapter one
chapter two
chapter three
chapter four
chapter five
chapter six
chapter seven
chapter eight
chapter nine
chapter ten
chapter eleven
chapter twelve
chapter thirteen
chapter fourteen
chapter fifteen
chapter sixteen
chapter seventeen
chapter eighteen
chapter nineteen
chapter twenty
chapter twenty-one
chapter twenty-two
chapter twenty-three
chapter twenty-four
chapter twenty-five
chapter twenty-six
chapter twenty-seven
chapter twenty-eight
chapter twenty-nine
chapter thirty
chapter twenty-one
chapter thirty-two
chapter thirty-three
chapter thirty-four
chapter thirty-five
chapter thirty-six
chapter thirty-seven
chapter thirty-eight
chapter thirty-nine
chapter forty
chapter forty-one
chapter forty-two
chapter forty-three
chapter forty-four
chapter forty-five
chapter forty-six
chapter forty-seven
chapter forty-eight
chapter forty-nine
chapter fifty
chapter fifty-one
chapter fifty-two
chapter fifty-three
chapter fifty-four
chapter fifty-five
chapter fifty-six
chapter fifty-seven
chapter fifty-eight
chapter fifty-nine
chapter sixty
chapter sixty-one
chapter sixty-three
chapter sixty-four
chapter sixty-five
chapter sixty-six
chapter sixty-seven
chapter sixty-eight
chapter sixty-nine
chapter seventy
chapter seventy-one
chapter seventy-two
chapter seventy-three
chapter seventy-four
chapter seventy-five
epilogue
sequel is up

chapter sixty-two

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By -CamilleBlack-

A pesar de que Renata claramente no entendía nada de lo que le decía, pudo ver la angustia en el rostro de James y la preocupación se apoderó del suyo. Parecía que quería ayudarlo en todo lo que pudiera mientras se levantaba lentamente y lo invitaba a sentarse un momento. Pero James no quería sentarse, de hecho, en ese momento, lo único que quería hacer era llorar o darse una patada por haber llegado demasiado tarde para rescatarla antes de que le hicieran lo que fuera que le hicieran a su mente. Una cosa era que ella no recordara quién era él, pero borrar toda la lengua inglesa que prácticamente dominaba, James podía decir que no querían que recordara nada de su época en Inglaterra.

Eso le dolía más que nada, que la tenía ahí delante, pero no podía comunicarse con ella. Ni siquiera había pensado en que ese escenario fuera una posibilidad y ahora se odiaba a sí mismo por no haber ideado un plan mejor. Pero, de nuevo, James se odiaba a sí mismo por la razón de que si no hubiera reaccionado de forma exagerada en la fiesta de cumpleaños de Harry, no se habrían visto en semejante aprieto. Si hubiera buscado ayuda antes y hubiera asistido a terapia antes, tal vez todo el dolor que estaba sintiendo antes podría haberse evitado.

Y tampoco era su propio dolor lo que le dolía, era no saber por lo que había pasado Renata para convertirse en la persona que tenía enfrente. Muy parecido a lo que él y Sirius habían sospechado, parecía que todos sus recuerdos compartidos con él habían desaparecido, no era más que una total desconocida para ella. Después de todo lo que habían pasado, después de todo lo que ella había hecho por él y por Harry, ya no existía esa conexión. Se la habían quitado y era como si Alcina o quien fuera se hubiera anticipado a que James viniera a por ella, así que creó la barrera del lenguaje.

No pudo contenerse más, ya que el estrés de la situación terminó por derrumbarlo. Pensando que una vez que la encontrara todo iría mejor, sólo para encontrarla y quedarse completamente atascado en cómo ayudar. James se tapó los ojos con una mano para ocultar que ya empezaba a llorar, dejando a Renata con una mirada bastante alarmada ante lo que se desarrollaba ante ella.

Después de todo, para ella, sólo venía al restaurante a comer y a leer su libro en paz, no a que un extraño divagara en un idioma extranjero y luego se derrumbara delante de ella. Se sintió fatal por haberla puesto en una situación tan incómoda, ya que no podía imaginarse lo que estaba pasando por su cabeza.

De repente, sintió la suave sensación de los dedos de ella tocando su barbilla, guiando su cabeza hacia arriba. James soltó la mano y se encontró de nuevo con Renata, que le ofreció una servilleta para limpiarse los ojos con una leve sonrisa.

-Ti prego non piangere- le susurró -non preoccuparti, andrà tutto bene.

No sabía lo que le decía, pero pudo deducir que era algo reconfortante para que dejara de llorar, sobre todo cuando ella usó su pulgar para secar una lágrima caída. Cuando la miró a los ojos, hubo un acercamiento esperanzador de que ella lo reconociera o saliera de lo que fuera que tenía en sus recuerdos de él. En lugar de eso, sus ojos recorrieron su rostro como si tratara de recordar quién era, pero cuando su sonrisa se desvaneció, él pudo ver que ella estaba tan perdida como él en ese momento.

-Ren- dijo, con la voz temblorosa -lo siento mucho, todo esto es culpa mía. Sé que no entiendes nada de lo que te estoy diciendo, pero lo siento mucho por todo. No debería haber dicho que no eras la madre de Harry y la forma en que lo dije fue imperdonable. Y ya te he dicho que lo siento muchas veces, pero lo siento de verdad.

Ella parecía muy confundida, tratando de descifrar lo que él decía, pero para asegurarle que no estaba molesto con ella, James forzó una sonrisa en su rostro y le movió el cabello que le había caído en la cara, acomodándoselo detrás de la oreja como lo hacía normalmente. Las mejillas de Renata se sonrojaron de un ligero color rosa mientras su mano recorría el lugar donde los dedos de él habían hecho contacto con su piel. Se quedaron en silencio durante unos instantes mientras James rezaba por algún tipo de milagro.

-Stai bene?!

Los dos adultos se sobresaltaron cuando sonó el sonido del abuelo de Matteo, Giulio, interrumpiéndolos, ya que parecía estar revisando a Renata para ver si estaba bien. Lanzó una mirada de desconfianza a James, obviamente aún no se fiaba del visitante que Renata no parecía reconocer.

-¡Sto bene!- le dijo Renata. Le preguntó algo más que James no pudo entender, pero después de que Giulio volviera a entrar en el restaurante, Matteo salió con una sonrisa.

-¿Ves? Te dije que aparecería, ¿verdad?- dijo mientras se acercaba a la mesa. Parecía divertido por la escena hasta que notó la mirada llorosa de James y la de Renata -Uh, qué está pasando aquí...

De repente, Renata le cortó y empezó a hablar rápidamente, señalando a un lado y a otro entre ella y James. Matteo se encogió de hombros y asintió con la cabeza antes de volverse hacia James, cruzando los brazos sobre el pecho.

-¿Qué? ¿Qué ha dicho?- le preguntó James -Ella me señaló, lo que hace...

-Quiere que traduzca entre ustedes. Estoy a su servicio.

-Oh, está bien- respondió antes de sentarse derecho, dándose cuenta de que todavía tenía una oportunidad -dile que mi nombre es James Potter. Dile que antes me conocía, que era la niñera de mi hijo Harry.

Matteo parecía confundido y James no podía culparlo, para cualquier persona ajena a la situación sonaba extraño. Después de todo, si lo que decía era cierto, si Renata había sido la niñera de su hijo, ¿por qué no lo recordaría? No tenía sentido a menos que alguien estuviera al tanto de la situación y ni siquiera James sabía del todo lo que estaba ocurriendo. Pero se volvió hacia Renata y pareció traducir, lo suficiente como para que James reconociera su nombre al ser pronunciado. En cuanto terminó de hablar, Renata empezó a decir algo a cambio antes de que Matteo se volviera hacia él.

-Dice que cree que te has equivocado- dijo -no te conoce y nunca ha sido niñera.

-Dile que sé que esto parece una locura...

-No es broma- resopló Matteo en voz baja antes de permitir que James continuara.

-Sé que parece una locura pero ella no se acuerda de mí y no se acuerda de mi hijo por una razón. Pero ella solía vivir conmigo en Londres, estábamos saliendo en ese momento...

El tiempo transcurrido entre la traducción de Matteo y la respuesta de Renata dejó a James sudando lo suficiente como para formar un charco debajo de él. Siguió limpiándose la frente del sudor que se acumulaba sobre su frente.

-Ella dice que realmente debes haberla confundido con otra persona- dijo Matteo -porque nunca ha estado en Londres o fuera de Italia. Lleva trabajando desde que dejó la escuela.

-Entonces pregúntale si empezó a trabajar después de dejar la escuela, ¿por qué ha tardado tanto en completar su formación? Pregúntale si alguna vez tuvo una fobia a la sangre que le impidiera trabajar.

Lanzándole una mirada de desconcierto antes de volver a mirar a Renata, Matteo tradujo una vez más, dejando que Renata levantara una ceja. Se volvió hacia James, como si fuera un vidente, pareciendo un poco asustada por la información que tenía antes de negar rápidamente con la cabeza.

-No, Renata, ya sabes de qué hablo- le dijo James mientras Matteo le susurraba al oído -no llegaste a completar tu formación después de dejar la escuela. ¿Qué edad tienes ahora? ¿Qué pasó con el tiempo que transcurrió entre que dejaste la escuela y ahora? Vivías con tu hermano Adelmo, vivías con él en Londres, donde trabajaba. Viviste con él después de suspender tu formación y así nos conocimos.

Los ojos de Renata se abrieron de par en par, pero siguió sacudiendo la cabeza mientras le susurraba algo a Matteo.

-Renata dice que te equivocas. Que ella suspendió su formación antes pero que se quedó aquí en Italia, vivió con sus padres durante ese tiempo. Su hermano tampoco se fue, se quedó con ellos en Florencia. Dice que te has equivocado, que no te conoce.

De repente, James se levantó y se dirigió hacia donde esperaba Sirius, agarrando a su amigo por la camisa y arrastrándolo hacia él.

-¿Lo conoces entonces? ¿Te acuerdas de Sirius? Era prácticamente tu mejor amigo en casa. Hablabas con él todo el tiempo, confiabas en él y él en ti.

Mientras Matteo señalaba a Sirius, Renata comenzó a negar con la cabeza "no" de nuevo al afirmar que tampoco lo reconocía. Definitivamente se estaba confirmando lo que Sirius y James habían creído sobre la familia Abate y lo que estaba ocurriendo en el colegio. Tenía que haber una razón por la que tantos alumnos se habían vuelto locos, era obvio que estaban interfiriendo con sus mentes.

-¡Ella no se acuerda! No se acuerda de mí- exclamó James mientras se dirigía a Sirius -¡No se acuerda de ti, no se acuerda de nada!

Sus manos llegaron a golpear la mesa haciendo que Renata saltara una vez más al encontrarse con sus ojos.

-¿Cómo no lo recuerdas?

-James, para- le dijo Sirius -no es su culpa...

Sirius intentó interferir, pero James no tenía nada de eso, estaba demasiado alterado para escuchar cualquier racionalidad. Estaba demasiado dolorido como para pensar correctamente, estaba asimilando lo mucho que la amaba y tenía que enfrentarse a la idea de que la mujer que amaba ni siquiera sabía quién era. Rebuscando en su bolsillo, sacó una foto que llevaba encima y la dejó de golpe sobre la mesa.

-¡¿Cómo no puedes recordar a Harry?!

La puerta del restaurante estuvo a punto de abrirse de golpe cuando Giulio salió furioso al oír la conmoción, gritaba algo mientras señalaba con el dedo en la dirección contraria, dejando a Matteo aclarándose la garganta.

-Mi abuelo te dice que te vayas- dijo en voz baja -ha dicho que es suficiente y que tienes que irte.

James estaba a punto de abrir la boca y protestar, pero Sirius lo alejó para mantener la paz, ya que no querían atraer ninguna atención no deseada hacia ellos. Estaban en un territorio desconocido y era mejor no hacer enemigos. Apartándolo de la escena, necesitaba que James pensara con claridad para que pudieran idear otro plan. No era culpa de Renata que no pudiera recordar, pero era evidente que había juego sucio y debían resolver las cosas para arreglarlas.



Renata observó cómo un hombre alejaba al otro de su mesa, dejando atrás la pequeña foto que le llamó la atención en cuanto captó el movimiento. Inmediatamente, su mano se estiró y vio que la fotografía se movía, lo que significaba que los dos eran realmente magos. Levantó la foto y la miró por encima para ver a un niño de cara brillante, sonrisa de dientes, con el pelo negro desordenado y unos preciosos ojos verdes que la miraban fijamente mientras aplaudía. Era hermoso y sólo su sonrisa la hacía sonreír a ella también.

Se asentó el palpitar de su pecho ya que el hombre que decía conocerla la había puesto nerviosa con lo molesto que se había puesto con ella.

-¿Otra vez? ¿Otra vez? ¡Aplausos!- una vocecita sonó en sus oídos, haciéndola mirar a su alrededor, sólo para ver a Matteo hablando con su abuelo.

-¡Nana Nanata! ¡Ve a jugar!

La voz pareció crecer en sus oídos haciéndola retroceder, pero estaba confundida ya que no había nadie a su alrededor hablando. Todo sucedía dentro de su cabeza mientras seguía mirando la foto. Su mano recorrió los bordes exteriores mientras empezaba a sentir un dolor de cabeza sordo.

-¡Mami! ¡Mami! ¡Mira!

El ruido se hacía dolorosamente fuerte y ella se puso las manos sobre los oídos para tapar la voz, pero no la amortiguó en absoluto. En cambio, hubo un destello de luz blanca que la cegó momentáneamente y cuando abrió los ojos, se encontró sentada en una playa, en algún lugar. Allí estaba el niño y allí estaba el hombre que se había presentado como James Potter, ambos sentados con ella en la arena.

James y Harry.

De repente, se oyó un ladrido que la hizo girar la cabeza antes de que el perro se transformara ante sus ojos, convirtiéndose en el otro hombre que estaba presente.

Sirius.

Sacudió la cabeza, sólo para que su atención fuera captada por la escena del agua donde las olas se estrellaban contra la arena, vio una familia de pelirrojos, todos ellos saludándola.

Molly. Arthur. Bill. Charlie. Percy. Fred. George. Ron. Ginny.

-¡Mamá!- sintió un tirón en la mano, lo que la llevó a mirar para ver a otro niño pequeño que le sonreía.

Neville.

El destello de luz blanca la golpeó repetidamente, haciendo parpadear imágenes de todas las personas diferentes, dejándola con la sensación de que su cabeza estaba siendo partida por la mitad. Sus manos se agarraron a la cabeza, casi como si tratara de mantenerla unida, pero se hizo tan doloroso que la hizo gritar, llamando la atención hacia donde estaba sentada.

Abriendo los ojos a la fuerza, volvió a mirar la fotografía y el dolor disminuyó cuando extendió una mano temblorosa para tocarla.

-Harry. Harry James Potter.

Al recordar el nombre, le pareció que le salpicaba de repente un agua fría, lo que la hizo saltar. Agarró la foto e inmediatamente comenzó a mirar a su alrededor, escudriñando la multitud que se formaba para encontrar a James y a Sirius. No podían haberse alejado de ella, al menos, no creía que James se hubiera dejado la foto con ella.

-¡¿James?! ¡James!

Una sensación de pánico recorrió su pecho al no ver a James por ninguna parte y la gente que la rodeaba la miraba con extrañeza, preguntándose por qué gritaba. Incluso Matteo y Giulio parecían terriblemente confundidos, ya que hace unos minutos, ella estaba sacudiendo la cabeza y queriendo alejarse de James. Como no había respuesta y la desesperación la invadía, decidió recurrir a un método de último recurso que estaba bastante segura de que no iba a funcionar, pero al menos podía intentarlo.

-¡SEÑOR POTTER!



Sirius había llevado a James a la esquina más cercana, no muy lejos del restaurante pero lo suficiente como para que estuvieran fuera de la vista para que Giulio no fuera tras ellos.

-Tómate un respiro, James, no tiene sentido enfadarse con ella, no es su culpa. Alcina le hizo algo y podemos apostar que si le hizo algo a ella, probablemente le hizo lo mismo a Adelmo. No sabrán quiénes somos...

-No es que no sepan quiénes somos, es que lo cambiaron todo en su mente, Sirius- consiguió graznar James -Ella no nos conocía, pero ni siquiera recordaba haber estado en Londres. Cree que después de dejar el colegio volvió a vivir con sus padres y Adelmo también. En su mente, nunca se fueron de aquí, siempre han estado aquí. No querían que tuvieran ninguna conexión con nosotros..... ¡Ya ni siquiera sabe hablar español!

-James, yo...

Antes de que Sirius pudiera continuar, los dos se detuvieron al sonar que alguien más gritaba el nombre de James. Se miraron el uno al otro casi como si ambos trataran de confirmar lo mismo.

-¡SEÑOR POTTER!- los dos oyeron y provocó un agradable escalofrío en la columna vertebral de James, que giró la cabeza en la dirección de la que procedía.

Saliendo del pequeño callejón en el que se habían reunido, James escudriñó la zona, sólo para ver a Renata sosteniendo la foto en su mano mientras estaba de pie en medio de la calle. Por fin lo vio y parecía aliviada pero confundida al mismo tiempo. Mirando por toda la zona, James pudo ver cómo sus labios se separaban mientras sus cejas se fruncían. Cuando volvió a mirarle, parpadeó un par de veces.

-¿Qué ocurre?

Su español era claro mientras daba un paso tambaleante hacia adelante, mientras seguía agarrando la foto en su mano. James fue a correr hacia ella, pero en cuanto su pie se apartó del bordillo, se oyó un crujido en el aire, mientras dos figuras encapuchadas aparecían a ambos lados de Renata. Ella miró a un lado y a otro, sorprendida, antes de que la agarraran de los brazos mientras iba a por su varita.

-¡JAMES!

-¡REN!

Fue a por su varita, pero llegó demasiado tarde ya que las figuras desaparecieron con ella, desapareciendo de la escena. Inmediatamente, otra figura apareció poco después y tenía la varita desenfundada, pues parecía que estaba obviando a los muggles que habían presenciado la escena. James se quedó congelado en su sitio, conmocionado, pero por suerte, tenía a Sirius, que corrió hacia delante y le agarró del brazo para que los dos pudieran escapar justo a tiempo.

Aterrizaron en las afueras de Parma, golpeando bruscamente el terreno cubierto de hierba al pegar un aterrizaje horrible. Pero en cuanto James rodó, intentó volver a ponerse en pie.

-¡Se la llevaron, Sirius! ¡Se acordó y se la llevaron!

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