Laila Scamander Y La Maldició...

By fanfics_and_fandom

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#6 《La segunda guerra mágica ha comenzado.》 Un verano lleno de pesadillas , insomnio, desnutrición y poco cu... More

Sinopsis + TRAILER
1: Desaparecida
2: Laila Scamander
3: Bienvenida!
4: Ahogando
5: Los Malfoy
6: Sortilegios Weasley
8: Slughorn
9: El Elegido
10: Comenzar
11: Pociones de amor y suerte
12: Borrachera
13: Una horrible mañana
14: Pruebas de Quidditch
15: Dean Thomas
16: Katie Bell
17: Entrenamientos
18: Halloween
19: Lo que la fiesta se llevó.
20: Comentarista
21: Cumpleaños
22: Aceptar el dolor
23: Fiesta de Slughorn.
24: Navidad en Dorset
25: Una severa conversación
26: Lo que quiero
27: Novedad
28: Clase de aparicion
29: Idiota San Valentin
30: Peligrosa Amortentia
31: Envenenado
32: Me he quedado viuda!
33: Ellos no entienden
34: Elfos espías
35: Felix Felicis
36: Horrocrux
37: Sectumsempra
38: Serenidad
39: La Calma antes de La Tormenta
40: El Otro Elegido
41: Dumbledore
42: Consuelo
43: Sepulcro
Laila Scamander y Las reliquias de la muerte

7: Desliz

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By fanfics_and_fandom

Laila pelirroja 🙈 

Harry pasó gran parte de la última semana de vacaciones cavilando sobre el proceder de Malfoy en el callejón Knockturn. Sin embargo, ni Ron ni Hermione parecían tan intrigados como él por las actividades de Malfoy, y yo mucho menos, encontraba que estaba exagerando, además nos habíamos equivocado de quién era el malo desde los 11 años. Yo por mientras había bebido por primera vez la pócima que los gemelos me habían regalado y casi lloré de felicidad y de tristeza a la vez cuando mi cabello se volvió rubio de nuevo y mis ojos retomaron su color azul.

Feliz de volver a mi aspecto normal y triste...porque solo esta pócima podía hacerlo y no yo, ahora estaba dependiente de esto y pronto se acabaría.

No tenía una gran duración eso si, era solo por un día y algunas horas y cuando esperaba tenía el cabello gris de nuevo.

—Sí, Harry, reconozco que olía a chamusquina —admitió Hermione con un matiz de impaciencia. Estaba sentada en el alféizar de la ventana de la habitación de Fred y George, con los pies encima de una caja de cartón, y había levantado la vista a regañadientes de su nuevo ejemplar de Traducción avanzada de runas—. Pero ¿no hemos llegado a la conclusión de que podía haber muchas explicaciones?

—A lo mejor se le ha roto la Mano de la Gloria —conjeturó Ron mientras intentaba enderezar las ramitas de la cola de su escoba—. ¿Se acuerdan de aquel brazo reseco que tenía Malfoy?

—Pero entonces ¿por qué dijo: «Y no olvide guardar bien ése»? —preguntó Harry por enésima vez haciéndome tirar la cabeza a la almohada de nuevo—. A mí me sonó como si Borgin tuviera otro objeto semejante al que se le ha estropeado a Malfoy y que éste quería poseer ambos.

—¿Tú crees? —dudó Ron al tiempo que raspaba un poco de suciedad del mango de la escoba.

—Sí, creo que sí —afirmó Harry—
El padre de Malfoy está en Azkaban. ¿No creen que a Draco le gustaría vengarse?

Ron levantó la cabeza y pestañeó varias veces seguidas.

—¿Vengarse? ¿Malfoy? ¿Cómo va a vengarse?

—¡De eso se trata, de que no lo sé! —suspiró Harry, frustrado—. Pero estoy convencido de que trama algo y creo que deberíamos tomárnoslo en serio. Su padre es un mortífago y... —Se interrumpió bruscamente, boquiabierto y con la mirada clavada en la ventana que Hermione tenía detrás. Me levanté de la cama viéndolo preocupada, tenía esa mirada de pánico cuando se daba cuenta de las cosas que en verdad estaban sucediendo.

—¿Qué te pasa, Harry? —me asuste.

—No te dolerá otra vez la cicatriz, ¿verdad? —dijo Ron, intranquilo.

—Es un mortífago —repitió Harry despacio—. ¡Ha relevado a su padre como mortífago!

Hubo un silencio, y luego Ron soltó una carcajada.

—¿Malfoy? ¡Pero si sólo tiene dieciséis años! ¿Cómo quieres que Quien-tú-sabes le permita unirse a los mortífagos?

—Eso es muy poco probable, Harry —coincidió Hermione conteniendo la risa—.¿Qué te hace pensar que...?

—En la tienda de Madame Malkin... ella no lo tocó, pero Malfoy gritó y apartó el brazo cuando ella fue a enrollarle la manga de la túnica. Era su brazo izquierdo. ¡Le han grabado la Marca Tenebrosa!

Ron y Hermione se miraron.

—Hombre... —dijo Ron, escéptico.

—Yo creo que sólo quería largarse de allí —dije.

—Le enseñó a Borgin algo que nosotros no llegamos a ver —se empeñó Harry—. Algo que asustó mucho a Borgin. Era la Marca, estoy seguro. Quería demostrarle con quién estaba tratando, ya visteis que el hombre se lo tomó muy en serio.

Ron y Hermione volvieron a mirarse..

—No sé qué decirte, Harry...

—Yo si—interrumpi—. Malfoy es un cobarde. No tiene las agallas para meterse en eso y dudo que su madre lo deje. Nos hemos equivocado todos estos años de chicos malos, Snape, Hagrid, luego mi papa, después Karkarov...creo que te equivocas de nuevo.

—Pero Malfoy si es malo—afirmo Harry—. No tenemos duda de eso.

—Si, ya se—rode los ojos, tome el plato con bocadillos que nos habíamos traído a la habitación—. Vamos a dejar estos a la señora Weasley.

Harry asintió, tomando también en una cesta las túnicas de quidditch sucias y bajamos las escaleras hasta el primer piso, pero en los últimos escalones me
tropezé con Ginny, que volvía a su habitación con un montón de ropa limpia.

—Yo en tu lugar no entraría en la cocina en este momento —me avisó—. Está inundada de Flegggrrr.

—Gracias, querida, tan considerada conmigo.—le sonreí haciéndola reír mientras ella subía las escaleras. Harry me vio con una ceja alzada.

—Fingimos ser novias en el Callejon Diagon—le explique—. Un chico estaba tratando de coquetear.

—¿En serio?—él preguntó interesado.

—Si, aunque Ginny no estaba ni ahí — seguí y pude ver que al parecer se veía un poco aliviado cuando explique que le habían tratado de coquetear a la pelirroja.

Cuando entramos en la cocina, encontré a Fleur sentada a la mesa en pleno discurso sobre sus planes para la boda con Bill, mientras la señora Weasley, con cara avinagrada, vigilaba un considerable montón de coles de Bruselas que se limpiaban solas.

—...Bill y yo casi hemos decidido que sólo tendgemos dos damas de honog.
Ginny y Gabgielle quedagán monísimas juntas. Estoy pensando en vestiglas de colog ogo clago; el gosa le quedaguía fatal a Ginny con el colog de su pelo...

—¡Ah, aquí estan! —exclamó la señora Weasley, interrumpiendo el monólogo de Fleur—. Quería explicarles las medidas de seguridad que hemos adoptado para el viaje a Hogwarts. Volveremos a tener autos del ministerio, y habrá aurores esperándonos en la estación...

—¿Irá Tonks? —pregunte interesada y preocupada mientras dejaba los platos sucios en el lavabo.

—No, no lo creo. Me parece que Arthur comentó que la han destinado a otro sitio.

—Esa mujeg se ha descuidado tanto... —caviló Fleur mientras examinaba su deslumbrante reflejo en una cucharilla—. Un gave egog, si quiegues mi opinión...

—Sí, gracias —la cortó la señora Weasley—. Más vale que espabiles, y se lo digo a ambos. A ser posible, quiero que los baúles estén preparados esta noche para que mañana no haya las típicas prisas del último minuto. Por cierto, Laila, tus abuelos iran también a la estación a despedirse de ti.

Frunci el ceño, obviamente estaba algo feliz por eso pero...

—No deberían hacerlo— murmuré preocupada—. Es peligroso, no me gusta que salgan de la casa.

Y la verdad es que, al día siguiente, la partida fue más tranquila de lo habitual.

Cuando los autos del ministerio se detuvieron delante de La Madriguera, todpd ya estábamos listos con ls baúles preparados; el gato de Hermione, Crookshanks, encerrado en su cesto de viaje al igual que Presidente Besos que estaba durmiendo por que según él los autos lo mareaba, traía un lindo antifaz rosa para dormir.

—Au revoir, Hagy —dijo Fleur con voz ronca, y le dio un beso de despedida.
Ron enseguida se abalanzó, ilusionado, pero Ginny le puso la zancadilla y el chico cayó cuan largo era a los pies de Fleur. Furioso, colorado y salpicado de barro, subió presuroso al coche sin despedirse.

—Adiós, espero que te vaya bien con los arreglos de la boda—me despedí de la chica francesa quien me abrazo con fuerza y me pellizco las mejillas.

—Por favor cuídate Laila—ella me pidió poniéndome una mano en el hombro; luego sonrio—. Paga que robes la migada de todos en la boda.

Sonreí y asentí aunque dudaba mucho que en la boda de Fleur me vieran a mi cuando la novia era parte veela y preciosa.

[...]

En la estación de King's Cross no nos aguardaba Hagrid, sino dos barbudos aurores de expresión adusta, ataviados con trajes oscuros de muggle. Se acercaron en cuanto los autos se detuvieron y, flanqueando al grupo, nos condujeron hasta la estación sin mediar palabra.

—Rápido, rápido, por la barrera —dijo la señora Weasley, un poco intimidada por tanta formalidad—. Convendría que Harry pasara primero, ya que...

Miró de manera inquisitiva a uno de los aurores. Éste asintió levemente y agarró a Harry por el brazo para dirigirlo hacia la barrera que separaba el andén nueve del diez.

—Sé caminar, gracias —protestó el chico, y de un tirón se soltó del auror.

Harry desapareció por la muralla y yo y Hermione lo seguimos, en un  instante después estábamos en la plataforma nueve y tres cuartos, donde un tren de color escarlata, el expreso de Hogwarts, lanzaba nubes de vapor sobre la gente.
Harry nos hizo señas para buscar un compartimiento vacío.

—No podemos, Harry —se disculpó Hermione—. Ron y yo debemos ir al vagón de los prefectos, y luego tenemos que patrullar un rato por los pasillos.

—¡Ah, claro! No me acordaba.

—Muy bien —seguí yo—. Nosotros no iremos con ustedes nerds.

—Será mejor que suban todos al tren, sólo faltan unos minutos para que arranque —dijo la señora Weasley, consultando su reloj de pulsera—. Bueno, que tengas un buen inicio de curso, Ron...

—¿Puedo hablar un momento con usted, señor Weasley? —pidió Harry, pues acababa de tomar una decisión.

—Por supuesto —respondió el señor Weasley, un poco sorprendido, y ambos se apartaron del grupo.

—¡Laila! Llegamos a tiempo ¿ves?—vi a mi abuelo Newt que le aseguraba a mi abuela Tina sobre el tiempo; ambos con los brazos entrelazados y viniendo hasta mi. Abraze a cada uno con alivio.

—No deberían haber venido— dije preocupada.

—¿No querías que viniéramos?—mi abuela Tina frunció el ceño.

—¡No es eso! ¡Por supuesto que estoy feliz de verlos !—explique—. Pero me preocupa su seguridad, ya saben, conmigo siendo esa arma que querían hace unos meses...—suspire recordando la pelea con los mortifagos —. No quiero que los ataquen.

—Sabemos cuidarnos bien, cariño—mi abuelo Newt me puso una mano en el hombro viéndome con dulzura —. Sobretodo tu abuela Tina.

Oí un pitido; casi todos los pasajeros habían subido al tren y estaban cerrando las puertas.

—Date prisa. Te queremos mucho, nos vemos en las navidades—mi abuelo Newt me abrazo y luego mi abuela Tina con más fuerza, antes de darme unas palmaditas en la espalda para que me apuntara.

Fui corriendo y ya que Harry se había quedado atrás como yo, me ayudó a subir mi baúl mientras mis abuelos se sumaban a los Weasley y les estrechaba las manos.

—Nos veremos pronto —dijo la señora Weasley mientras Harry cerraba la puerta y el convoy se ponía en marcha—. ¡Ten mucho cuidado y... —el tren estaba acelerando— pórtate bien y... —echó a correr junto al vagón— cuídate!

—¡Los amo!—les grite a mis abuelos con fuerza mientras mi abuela Tina me tiraba besos y mi abuelo me hacia señas con la mano. Me despidi con la mano hasta que el expreso de Hogwarts tomó una curva y mi familia se perdio de vista; entonces me di la vuelta con Harry para buscar al resto de nuestros amigos. Ron y Hemrione estaban en el vagón de los prefectos así que me alegré cuando vo a Fay y a Ginny hablar en el pasillo.

Al ver acercarse a Harry, los otros estudiantes se quedaban mirándolo con todo descaro e incluso pegaban la cara a los cristales de sus compartimientos para observarlo bien. A uno de ellos lo hizo sobresaltarse cuando golpeé el cristal donde estaba su cara.
Y es que habían  muchas miradas curiosas después de los rumores sobre «el Elegido» propagados por El Profeta. A mi no me había impresionado eso, desde pequeña, o también desde que lo conocí supe que Harry iba a tener un impacto.

—¡Fay!—grité a los cuatro vientos corriendo hacia ella, se había cortado el cabello negro un poco más abajo de los hombro y de sus vacaciones le habían salido unas cuantas pecas. Por las medidas de seguridad nadie salía de sus casas pero los padres de Fay estaban acostumbrados a viajar por el mundo.

—¡Laila!—me abrazó contenta sin embargo su sonrisa falló un poco al verme por completo sin embargo siguió sonriendo—. ¡Te ves fantástica!

—¿Vienen a buscar compartimiento con nosotros?—sugirió Harry.

—Ah...veras...hemos quedado con otras personas —Fay le mintió y me echo una mirada, una mirada que decía claramente "queremos tiempo a solas". Sonreí respaldando a mi amiga y poniendo una mano en el hombro de Harry.

—¡Claro!—les hice un gesto con la mano—. Nos vemos luego.

Vi cómo ambas se juntaban y se iban hacia otro vagón.

—No sabía que eran tan buenas amigas—mi mejor amigo dijo.

Rei ante la ingenuidad de Harry.

Mejores amigas.—sonreí—. Ven, hay que buscar un compartimiento o se acabaran todos los buenos.

—Vale —contestó él . Entonces vi a mi alrededor: estabamos rodeados de niñas que miraban a Harry cautivadas. Sin querer apreté la mano que le tenía en el hombro e inconscientemente me acerqué más a él.

—¿Que?—les ladre a las chicas a mi alrededor, aveces hasta a mi me sorprendía las características de perro que había heredado de papá—. ¿Nunca han visto un cara rajada, cuatro ojos y escuálido?

Vi como Harry sonrió un poco, nunca le había gustado ser el centro de atención y ser alabado por las imprudentes cosas que había hecho.

—¡Hola, Harry! —saludó una voz a mis espaldas.

—¡Neville! —exclamó Harry con alivio al volverse y ver al chico de cara redonda que intentaba abrirse paso hacia él.

—¡Hola, Harry! —dijo también una chica de cabello largo y grandes ojos vidriosos que iba con Neville—. Oh Laila! ¡Hola!

—Laila no te había reconocido por detrás! ¡lo siento!—Neville se disculpó conmigo haciéndome sonreír.

—¡Hola, Luna!—luego vi a Neville—.
¿Cómo están los dos?

—Muy bien, gracias —contestó ella. Llevaba una revista apretada contra el pecho; en la portada se anunciaba con grandes letras que ese número incluía unas espectro-gafas de regalo.

—Veo que El Quisquilloso sigue en la brecha —comentó Harry.

—Sí, ya lo creo. Su tirada ha aumentado mucho —confirmó Luna, muy contenta.

—Vamos a buscar asientos —propuso Harry.

Fuimos por el pasillo, pasando entre grupos de alumnos silenciosos que nos miraban de hito en hito. Al final encontramos un compartimiento vacío y lo ocupamos con gran alivio. Cody III estaba en una jaula de lechuza con un manto que lo cubría para que no vieran que era en realidad, Presidente Besos se coló alrededor de las piernas de Luna quien sonrió y le dio un par de mimos.

—¿Te has fijado? ¡Nos miran a nosotros porque vamos contigo! —comentó Neville.

—Los miran porque también estuvieron en el ministerio —lo corrigió Harry mientras ponía su baúl en la rejilla portaequipajes—. En El Profeta se ha hablado mucho de nuestra pequeña aventura allí. Te habrás enterado, ¿no?

—Sí, creí que a mi abuela le desagradaría tanta publicidad —repuso Neville—, pero el caso es que está encantada. Dice que por fin empiezo a hacer honor al apellido de mi padre. ¡Miren, me ha comprado una varita nueva! —La sacó y se la mostró—.
Cerezo y pelo de unicornio —dijo con orgullo—. Creemos que fue la última que vendió Ollivander; al día siguiente desapareció. ¡Eh, Trevor, vuelve aquí! —Y se metió debajo del asiento para recuperar a su sapo, que acababa de protagonizar uno de sus frecuentes conatos de fuga.

—¿Seguiremos celebrando reuniones del ED este año, Harry? —preguntó Luna mientras despegaba unas gafas psicodélicas del interior de El Quisquilloso.

—No tendría sentido, puesto que ya nos libramos de la profesora Umbridge, ¿no?—respondió él, y se sentó.

Neville se golpeó la cabeza contra el asiento al salir de debajo.

—¡A mí me gustaba mucho el ED. ¡Aprendí muchísimo contigo!

—A mí también me gustaban esas reuniones —coincidió Luna—. Era lo más parecido a tener amigos.

Agrande los ojos mientras mis bowtruckles me hacían cosquillas en la nuca y vi a la chica que había estado dispuesta a pelear contra mortifagos a nuestro lado.

—¡Somos tus amigos, Luna!—exclame sorprendida.

—Eso es lindo—ella sonrió con esa sonrisa soñadora típica de ella. Iba a decirle sobre la gran amiga que era pero hubo un pequeño alboroto en el pasillo: un grupo de niñas de cuarto cuchicheaban y reían delante del compartimiento.

—¡Pídeselo tú!

—¡No, tú!

—¡Ya se lo pido yo!

Y una de ellas, una niña con cara de atrevida y grandes ojos oscuros, de barbilla puntiaguda y largo cabello negro, abrió la puerta y entró.

—¡Hola, Harry! Me llamo Romilda Vane —se presentó con aplomo—. ¿Por qué no vienes a nuestro compartimiento? No tienes por qué sentarte con éstos —añadió señalando el trasero de Neville, que había vuelto a meterse debajo del asiento y buscaba a tientas a Trevor, y a Luna, que se había puesto las espectrogafas y parecía chuza multicolor chiflada.

Harry la vio con frialdad sin embargo yo me pare del asiento y tome los lados de la puerta. Viéndola con rabia y por primera vez en meses sentí una emoción tan fuerte que no era tristeza que mi cabello se volvió pelirrojo por unos segundos y mis ojos también de rojos como en primer año.

—No. Él está ocupado con sus amigos y conmigo—le respondi y con fuerza y rapidez cerre la puerta casi aplastandole las manos a la chica que dio un gritito sacándolas rápidamente.

—Tus poderes—Harry señaló, fijándose más en como mi metamorfomagia había vuelto por un par de segundos y no en el arranque de celos que había tenido. Mi cabello se volvió gris en unos segundos.

—La gente espera que tengas amigos más enrollados —observó Luna, exhibiendo una vez más su don para hacer comentarios de una franqueza turbadora.

—Ustedes son enrollados —replicó Harry, tajante—. Ninguna de esas niñas estuvo en el ministerio. Ninguna peleó a mi lado.

—Eso que dices es muy bonito —le agradeció Luna, y se colocó bien las espectrogafas para leer El Quisquilloso.

—Pero nosotros no nos enfrentamos a «él» —intervino Neville, saliendo de debajo del asiento; tenía polvo y pelusa en el cabello y sujetaba con una mano a Trevor, que ponía cara de resignación—. Te enfrentaste tú. Tendrías que oír a mi abuela hablar de ti: «¡Ese Harry Potter tiene más agallas que todos los empleados del Ministerio de Magia juntos!» Daría cualquier cosa por que fueras su nieto.

—Pero sin duda debe estar muy orgullosa de ti, siendo tan valiente en el ministerio—agregué, me daba rabia escuchar como la abuela de Neville hablaba de él. Como si él no fuera tan importante o no tuviera agallas, por algo el estaba en Gryffindor y siempre se estaba esforzando.

Harry rió, incómodo, y se puso a hablar de los resultados de los TIMOS para cambiar de tema. Luego, mientras Neville recitaba sus notas y se preguntaba en voz alta si le dejarían hacer el ÉXTASIS de Transformaciones habiendo aprobado con un modesto aceptable, pensé en lo que acababa de suceder. Bien; habia sido un desliz de celos que no tenía que volver a ocurrir, lo mejor seria que Harry se enamorara de otra chica como Romilda Vane...
Pero la cosa era que yo había perdido a papa...y aunque sabia que era lo correcto no quería perder a Harry.

—¿Te encuentras bien, Harry? Estás un poco raro —dijo Neville viendo a Harry. Me hizo levantar la cabeza y vi que mi mejor amigo estaba tan dentro de sus pensamientos como yo.

—Lo siento... —contestó con un respingo.

—¿Se te ha metido un torposoplo? —preguntó Luna, y escrutó el rostro de Harry con sus enormes gafas de colores.

—¿Un qué?—incline la cabeza curiosa.

—Un torposoplo. Son invisibles. Van flotando por ahí, se te meten en los oídos y te embotan el cerebro —explicó Luna—. Me ha parecido oír zumbar a uno de ellos por aquí. —Agitó las manos como si ahuyentara grandes e invisibles palomillas.

Harry y Neville se miraron y se pusieron a hablar de quidditch.
Subí mis pies al asiento mientras pegaba mi frente a la ventana del tren
Habia una fría neblina y pasábamos por tramos en que brillaba un débil sol. Durante una de esas rachas luminosas, cuando el sol caía casi de pleno, Ron y Hermione llegaron por fin al compartimiento.

—Espero que no tarde en pasar el carrito de la comida. Estoy muerto de hambre —dijo Ron, y se dejó caer al lado de Harry frotándose la barriga—. ¡Hola, Neville! ¡Hola, Luna! ¿Saben qué? —añadió mirando a Harry—: Malfoy no está cumpliendo con sus obligaciones de prefecto. Está sentado en su compartimiento con los otros alumnos de Slytherin. Lo hemos visto al pasar.

Suspire pesadamente ahora Harry empezaría a hacer una que otra teoría.

—¿Qué hizo cuando los vio?

—Lo de siempre —contestó Ron, e hizo un gesto grosero con la mano imitando a Malfoy—. Pero no es propio de él, ¿verdad? Bueno, esto sí —repitió el ademán grosero—, pero ¿por qué no está en el pasillo intimidando a los alumnos de primero?

—No lo sé —contestó Harry, con la mente funcionando a toda velocidad. No podía creer que el creyera que Maldoy fuera capaz de unirse a los mortifagos.

—Quizá prefería la Brigada Inquisitorial —aventuró Hermione—, o tal vez ser prefecto le parece una tontería comparado con lo otro.

—No lo creo —dijo Harry—. Yo diría que...

Pero antes de que expusiese su teoría, la puerta del compartimiento se abrió de nuevo y una niña de tercero entró jadeando.

—Traigo esto para Neville Longbottom, Laila Scamander y Harry Po... Potter —dijo entrecortadamente al ver a Harry, y se ruborizó. Llevaba tres rollos de pergamino atados con una cinta violeta. Incredula, me senté como correspondía y tome el pergamino que me pertenecía. La niña se marchó dando traspiés.

—¿Qué es? —preguntó Ron mientras  desenrollaba el mensaje.

—Una invitación.—alze la ceja.

Estimada señorita Scamander:

Me complacería mucho que vinieras al compartimiento C a comer algo conmigo con algunos seleccionados de sus compañeros.

Atentamente, Prof. H.E.F. Slughorn

—¿Quién es el profesor Slughorn? —preguntó Neville releyendo una y otra vez su invitación, atónito.

—El nuevo profesor. Bueno, supongo que tendremos que ir, ¿no?

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