"LOST ON YOU" | JenLisa G!P

By ElPieChuekoDeJisoo

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En un pequeño pueblo de inmigrantes coreanos en Tailandia, un grupo de mafiosos se encarga de proteger el ter... More

Prólogo.
02; Rastreo.
03; Deuda.
04; Miedo y odio.
05; Comprender. No aceptar.
06; Moralmente correcta.
07; La necesidad de la carne.
08; Bambam.
09; Las dos caras.
10; Feria.
11; Oportunidad.
12; Nubes grises.
13; Lluvia I.
14; Lluvia II
¡ A n u n c i o !

01; Retorno.

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By ElPieChuekoDeJisoo


Pensar.

Pensar era todo lo que Jennie hacía mientras tecleaba incesantemente en su laptop. Estaba enviando las últimas observaciones de su antigua clase a su actual sucesora.

Hacía dos años que había conseguido su título como maestra de grado, y tuvo la suerte de conseguir empleo casi de inmediato. Por supuesto, como una principiante, Jennie no podía desaprovechar aquella oportunidad, así que postergo su verdadero propósito y se quedó en Bangkok.

Claro, estaba consciente que su padre era felíz con ello, pues sabía de antemano que su progenitor en realidad, la quería mantener allí. Viviendo en la capital de Tailandia. Para mala suerte del señor Kim, su hija - a quien mucho tiempo tuvo escondida bajo su sombra- había desarrollado un carácter bastante independiente y rebelde, en el buen sentido. A Jennie no le gustaba acatar órdenes, ni que otros quisieran poner control sobre su vida. Luego de aquellos años en los que prácticamente se mantuvo oculta del mundo, le había tomado mal gusto al que los demás decidieran sobre su vida.

Cuando era pequeña, no había podido decidir sobre si asistir o no a la escuela, tampoco tuvo voto en si quería o no, vivir con sus tíos en la capital. La única vez que Jennie hizo algo fuera de las reglas, fue aquella tarde que salió del cuarto. Y esa misma hazaña la llevó a dónde estaba.

Jennie ahora, era una joven letrada, con un título en mano y una carrera bastante prometedora. Cualquiera que la viera, sabría que Kim Jennie había llegado a esta vida para triunfar. Ninguna escuela podría resistirse a contratarla, ya que encontraban en su personalidad, un encanto extraño que los hipnotizaba de inmediato.

Y, probablemente, si elegía quedarse en la capital algún tiempo más, hasta podría conseguir un mejor puesto en una institución mucho más prestigiosa. Pero eso, no estaba en sus planes.

Desde que Jennie había sido evacuada de su hogar, sólo una cosa la había motivado: Volver a el.

Había demasiados motivos por los cuales deseaba abandonar todo el posible éxito que tendría en Bangkok, pero el que recientemente ocupaba el primer lugar era, la economía de su familia. No era secreto para nadie que, con los cambios climáticos que estaba sufriendo el país, los trabajadores rurales y los granjeros, estaban sufriendo pérdidas enormes en sus cosechas.

Cuando su padre la llamó hace algún tiempo, no era con intenciones de contarselo, pero ante la insistencia de la castaña, no tuvo más remedio que confesarle que, en efecto, estaba perdiendo mucho dinero por sus malas cosechas.

Y eso no era lo peor.

El señor Kim estaba atrasandose en sus pagos de seguridad desde hacía algún tiempo, y las visitas de los matones de Manoban, eran cada vez más y más frecuentes. Cuando Jennie escuchó el apellido "Manoban", su rostro se transformó y no dudo ni un segundo en sus palabras.

- Iré para allí.- Dijo con firmeza.

- Jennie, cariño, ¿Qué dices? ¿A qué vendrías? No hay nada que pueda hacerse, ya lo sabes..

- No me importa, iré igual.- Respondió poniéndose de pie.- Es obvio que Jongdae no está ayudando mucho, es que ¿Cómo se atreven a presionarlos así? ¿A caso no ven las terribles pérdidas que hay en el país?

- Jen, ellos lo ven.- Contestó su padre, con un tono bastante frustrado.- Pero ese no es su problema, no les importa..

- Pues tendrá que importarles cuando vaya.

El señor Kim prácticamente le rogó que no fuera, expuso ante ella cada una de las razones por las cuales no le convenía ir a vivir en aquel pueblito perdido entre los campos. Jennie escucho cada uno, y a todos los zanjó de la misma forma sin dejarle alternativa a su padre.

Ahora, un mes después de aquella llamada, ya tenía hechas sus maletas y estaba enviando unos cuántos correos de agradecimiento para sus antiguos compañeros de trabajo. Ese día, Jennie volvería después de doce años a ese pueblo que no había podido conocer nunca, pero que ella consideraba suyo.

Jamás entendió exactamente de donde provenía aquel sentimiento de pertenencia que nacía en su pecho por aquel pueblo que nunca tuvo la dicha de conocer. Pero si comprendía que, a pesar de haber pasado la mayor parte de su vida en la capítal, viviendo a gusto con sus tíos y yendo a la escuela como una chica normal, nunca pudo sentirse verdaderamente en casa.

Hogar.

Lo que Jennie sentía al recordar esos días de encierro, era una mezcla de renuencia y hogar. Pero esa misma extraña mezcla, la hacía sentirse segura de sus decisiones. Ella abandonó aquel lugar por decisión de sus padres, pero regresaría por voluntad propia. Y esa lucha contra lo que otros querían, la hacían sentirse fuerte y liberada.

Almorzó con sus tíos y sus primos por última vez, y también les agradeció entre palabras dulces, el cuidado y cariño que le habían brindado durante tantos años. Hicieron un pequeño brindis y luego, entre lágrimas, le dieron la despedida a la castaña.

Abordó el bus en la terminal, exactamente a las dos de la tarde. Llevó consigo algunos snacks para picar durante el largo trayecto de 8 horas que le esperaba, y también un libro que encontró en la sección de romance en su librería favorita. Se acomodó en su asiento, echando un último vistazo a la terminal, y dejó caer su atención en la primera hoja del libro.

...

Durante el trayecto, la castaña estuvo concentrada en su lectura. A mitad del camino, cerró los ojos un momento y durmió plácidamente, para luego despertar y continuar su lectura.

Los pasajeros, fueron bajando en sus respectivas paradas. Jennie no notó lo vacío que había quedado el bus, hasta que se puso de pie para ir al baño del mismo.

Una hora después, el chofer dio aviso de la última parada. Entonces se puso de pie, cargando su bolso de mano, y bajo del transporte. El conductor fue directo a uno de los lados del rodado, y extrajo las maletas de la chica del compartimiento. Para esa hora, el lugar estaba totalmente oscuro, y las únicas luces que podían distinguirse, eran las del bus.

El hombre volvió a subir al coche y dobló unos metros más adelante, para retomar su regreso a la capital. Jennie de mantuvo de pie, observando los mantos de oscuridad que cubrían aquellos pastizales. Unos pocos minutos después, el ruido de un motor la sacó de sus pensamientos y entonces divisó la vieja camioneta de su padre, acercándose por el camino de tierra.

Su padre estaciono sin apagar el motor y corrió hasta ella, envolviendola en un abrazo fuerte que ella correspondió.

- ¿Por qué no avisaste que llegarías antes? ¿Sabes lo peligroso que es, el que estés sola aquí?

Dijo su padre consternado, mientras la estrujaba entre sus brazos. La castaña sonrió ante la preocupación de su padre y luego de observarlo rápidamente, estudiando las arrugas que ahora adoraban su rostro, acarició su brazo y le respondió:

- Quise hacerlo, pero no tenía señal..-Su padre le dedico una mirada llena de comprensión y ternura.- Hola papá..- Añadió en un tono bajo.

- Hola cariño..

El señor Kim ayudó a la castaña a subir sus maletas en los asientos traseros de la camioneta, y entre pequeños relatos del viaje, se montaron en el coche. Cuando su padre giró el vehículo para regresar por el mismo camino por el que llegó, Jennie se percató por primera vez del cartel que estaba escondido entre la maleza y las ramas de los árboles.

- Gil-ui kkeut..

Leyó el cartel rudimentario, casi cubierto en su totalidad por el rojizo del óxido.

- Fin del camino.- Dijo su padre, cuando la escuchó.- Así le pusieron los primeros pobladores..

Jennie miro el cartel hasta que desapareció de su vista y la oscuridad del camino se hizo sobre ellos.

Por alguna razón, aquella frase le quedo dando vueltas en su cabeza. Fin del camino.. Se repitió mentalmente mientras el coche avanzaban por las calles de tierra, dando brincos de a ratos por los huecos en la tierra y las piedras.

Aquella frase le parecía una epifanía, regresar al mismo lugar del que años antes fue arrancada. Volvía a ese pueblo que desconocía pero por el cual sentía un gran aprecio, luego de años de vivir en una ciudad rodeada por cosas que, en ese pueblito, podrían bien ser consediradas como riquezas.

En ese momento, mientras el coche avanzaba por el camino inhóspito, Jennie fue consciente de que, aquella sensación de atracción que durante mucho tiempo había experimentado, ya no estaba presente. Y al contrario de lo que esperaba, no sentía alivio sino más bien una ansiedad creciente.

Fin del camino.. Recordó mientras se abrían paso en lo que parecía ser el centro del pueblo. Pudo divisar gracias a la luz del escaso alumbrado, lo que parecía una pequeña plaza. Y del otro lado, un poco más apartado, una enorme estructura.

- ¿La alcaldía?

Preguntó la castaña, señalando esa construcción refinada que estaba apartada. Su padre dio una mirada rápida y luego volvió sus ojos al camino.

- La estancia de los Manoban.

Respondió y entonces Jennie no pudo evitar abrir sus ojos al tope. Aquellas casas en la ciudad eran más comunes y por lo general, pertenecían a gente con una posición económica más acomodada. Que una casa de esas magnitudes estuviera en medio de un pueblo rural, no sólo la sorprendió sino que, le dio otra pista de cuánto era el control y el poder que aquella familia tenía.

Trago con fuerza, para deshacer la sensación nauseabunda que se posó sobre su vientre y volvió su rostro hacía el frente. Mientras charlaba con su padre sobre algunas cosas de la ciudad, y le daba los saludos de sus tíos, aprovecho para ver maravillada la oscuridad que se expandia en casi todas direcciones.

Finalmente llegaron a la casa de los Kim, Jennie se sorprendió al ver la ampliación que había tenido su casa. Más grande, más linda. Sonrió con un poco de tristeza al darse cuenta que todo lo que sabía de su antiguo hogar, era a través de fotos que a veces Jongdae o su madre le mostraban.

Cuando la camioneta se detuvo, pudo escuchar el ladrido de algunos perros y también, el grito ansioso de su madre. La mujer salió corriendo desde adentro, con una servilleta de tela en las manos y una sonrisa enorme en el rostro.

- ¡Jennie, mi cielo!

- ¡Mamá!

La castaña se adelantó a su encuentro y se abrazaron con fuerza. Tenía una sonrisa pintada en los labios que sólo fue creciendo más y más mientras compartía palabras cargadas de entusiasmos con su madre. Su hermano mayor salió luego, también recibiendola con un fuerte abrazo. Ambos hombres cargaron las maletas hasta dentro, mientras que la mujer la llevaba de las manos y hablándole casi al borde el llanto.

- Preparamos un cuarto para ti.- Dijo guiandola por la amplia cazona. Los ojos de Jennie viajaban en todas direcciones, admirando los grandes cambios que su hogar tenía.

- No hacía falta.- Respondió algo ausente.- Podía dormir en mi antiguo cuarto..

- Oh niña, eso ya es un cuarto de escobas. Por supuesto, necesitabas algo más amplió.

Antes de poder contradecirla, Jongdae abrió la puerta que estaba al final del pasillo. Contuvo el aliento al notar el verde pálido que adornaban las paredes, igual al color que recordaba en su cabeza.

- ¿Aún te gusta el verde, no?

Preguntó su madre con algo de temor. La castaña avanzó hasta el centro del cuarto, viendo la cama de dos plazas que descansaba en un lado, el escritorio en una pared opuesta, y un modesto placard en la esquina. Se acerco hasta la ventana que daba a uno de los laterales de la casa, y acaricio la tela suave de las cortinas blancas que la decoraban.

- Ahora me gusta más..

Confesó con una sonrisa amplia. Su madre celebró con pequeños brincos. Se quedó a ayudarla a desempacar sus cosas, mientras que el señor Kim terminaba de preparar la carne asada para celebrar el regreso de su hija.

- Haremos una fiesta más grande el fin de semana.

- ¡Papá!.- Lo regaño.- Es completamente innecesario. Además el dinero..

- El dinero no importa.

Mintió, pinchando con su tenedor el borde de un costillar que estaba casi listo.

- Si importa.- Respondió con molestia.- Y de hecho..- Su padre se volteó a verla en cuanto guardo silencilo.- Traje mis ahorros. Dime de cuánto es la deuda y seguro nos alcanzará..

- Jennie, no.- Zanjó el mayor con seriedad.- ¿Crees que te envíe allá para que vinieras luego a pagar mis deudas? Es tu dinero, encontremos otra forma.

- Es mi dinero y decido en qué gastarlo. Y yo quiero gastarlo en esta deuda.

Ambos intercambiaron miradas serias, hasta que el hombre suspiro derrotado y volvió su atención a la carne. A pesar de no haberla visto crecer como deseaba, el hombre conocía la naturaleza del carácter de Jennie. Y en esos momentos, llevarle la contraria sería muy tonto de su parte.

- Hablé con la señora Kang, es la directora de la escuela del pueblo. Le hacía falta una maestra para los primeros grados, dijo que puedes ir a visitarla..

La castaña quiso bufar con fastidio por el cambio de conversación, pero no pudo. En cambio, miro a su padre con suavidad y se acercó a para acariciar su espalda.

- No debías..

- Tienes un título, quiero que lo uses.. Aunque sé que tu paga aquí no será tan buena como en la ciudad..

- Está bien.- Dijo ella, mientras lo abrazaba.- El dinero no importa.. Gracias por esto.

- Realmente quería un futuro distinto para ti y tu hermano.- Confesó en voz baja mientras escuchaba el carbón chispeante de la parrilla.- Quería más para ti..

- Papá.- Lo llamó.- Ya lo hiciste ¿No lo ves?..

- Volviste..

- Siendo una orgullosa maestra que ayudará a los que no tienen la misma posibilidad.- Agregó ella con una sonrisa, mientras acariciaba la mano áspera de su padre.- ¿Lo ves?..

En esa primer cena juntos, Jennie no dejó de sonreír. Bebieron vino y contaron viejas anécdotas, algunas de las cuales Jennie ya no era parte. Aún así, disfruto cada segundo de esa comida y se sintió alegre de saber qué, a partir de esa noche, esa escena se repetiría a menudo.

Se acostó sintiendo el rostro caliente, producto del alcohol, y mirando el techo, volvió a pronunciar aquella frase.

- Gil-ui kkeut..

Mientras el sueño le llegaba, se preguntó si realmente ese sería el fín de su camino. Si sería ese el lugar en donde finalmente se quedaría, o volvería a la ciudad, escapando nuevamente de la simpleza de aquel sitio. Fuera cuál fuera el destino que le deparara, Jennie rogaba no haberse equivocado.

Y así, como comenzó su dia, lo terminó. Pensando.






_________________________________________

¡¡Hola Piecitos!!

Espero que les haya gustado este primer capítulo. Realmente estoy emocionado por esta historia e intentaré actualizar cuanto me sea posible.

Nos vemos en la próxima actualización!!!

Love G.

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