Tuya para siempre

By YesiValencia

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Camila es una joven de veinticinco años que ah sufrido mucho desde la muerte de su madre, el dolor de la perd... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capitulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Hola 👋
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
Capítulo 26
capítulo 27
capítulo 29
capítulo 30

capítulo 28

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By YesiValencia

Su memoria fue regresando poco a poco; primero fue él, empezó a recordar cada beso suyo, cada caricia, la forma en que le hacia el amor, todas esas veces que fue una tonta, todos los abrazos, cada mirada; después recordó el accidente, el dolor, el último pensamiento; la boda de su mejor amigo que desafortunadamente se había suspendido por su culpa; luego su familia, su madre, su hermana, su cuñado, su sobrino; empezó a olvidar la oscuridad en la que había estado atrapada, el único recuerdo que se había quedado con ella fue el momento que abrió de sus ojos y el ángel parado a su lado. Ella estaba contenta de abrazar a su hermana, de ver a su cuñado, pero sobre todas las cosas, estaba más feliz por la mano que aun sostenía con fuerza la suya.

— Jamás volverás andar sola, ¡Nunca!— Camila miro la habitación llena, estaba Gonzalo y su novia; su hermana, su cuñado, incluso la familia de Damian, su padre y madre; sonrió tontamente y bajo la mirada, se sentía culpable por preocuparlos.

— Mejor aún, jamás volverás a salir. — Contesto su ángel, sonriéndole dulcemente. Todos rieron, era una carcajada grupal llena de júbilo.

— Perdón por todo. — Se disculpó, mirando a cada uno, quienes aún sonreían felices, nunca hubiera imaginado que fuera importante para tantas personas, antes solo podía sentir que su madre era la única persona que la amaba y al haberse ido se quedó sola.

— Fue un terrible accidente, no fue tu culpa, estoy feliz que estés de vuelta. — Daniela acarició la pierna de su hermana, Camila le sonrió, aun se sentía un poco desorientada.

— También yo estoy feliz de poder verte de nuevo. Camila sonrió a su hermana, soltándose de Damián estiro su brazo para alcanzar su mano, Daniela la sostuvo, entrelazando los dedos con los de su hermana. —

Miró al ángel que al haberse desprovisto de su toque, busco su otra mano libre entrelazando los dedos con los de ella, a estas alturas sabía muy bien que era Damián pero aun no podía dejar de llamarlo así para sus adentros, él la miraba, tan fijamente como ella, recordó aquel beso al despertar, fue tan hermoso que calentó su corazón, y también el rostro, ¿Estaba todo bien ahora? Quería preguntar, también recordó la última charla que tuvieron antes del accidente, pero en este momento aquel hombre parecía haber desaparecido, el rostro de Damián estaba sonriente, sus ojos brillantes, no había amargura, la discusión parecía haber sido una oscura pesadilla.

— ¡Bien la hora de la visita ha acabado!— anunció el médico Vázquez que entraba a la habitación para verificar a la paciente, Camila agradeció al doctor, quería estar a solas con Damián, era un pensamiento egoísta pero realmente solo podía verlo a él, estaba pendiente de él en todo momento, de su respiración, del calor de su piel, de su olor, de sus dedos, no podía evitarlo, tenía miedo que en un descuido él se alejará nuevamente, ante tal idea se aferró con más fuerzas a esa mano, llamando la atención del chico que enarcó una ceja cuando sintió la presión de su agarre.

— Yo me quedare un poco más, no te preocupes. — susurró cerca de su oreja, y se alejó dejándole un húmedo beso en la mejilla, ella asintió pero no aflojó su agarre.

— Estaré mañana temprano. — Dijo Daniela, se acercó y le besó la frente, los demás solo pudieron tocar su mano, el papá de Damián también besó su frente, en cambio miro como doña Maricela se alejó en silencio. Aquel acto la hizo sentir nuevamente culpable, ahora era obvio que estaba enamorada de su hijo, ella traspiraba el amor por Damián a cada instante sin molestarse en ocultarlo, y el joven médico hacía lo mismo, en pequeños instantes acariciaba su rostro, besaba sus dedos o la llamaba "mi amor" como si fuera la cosa más natural entre ellos dos, realmente no le molestaba, de hecho estaba feliz por eso.

— No abuses de la paciente Damián, necesita descansar. Dijo el médico antes de salir de la sala. El joven sonrió nuevamente.

— Estamos solos. — Dijo Damián a Camila cuando el médico Vázquez abandonó la habitación. Miró como el ángel se ponía a su alcance, Camila sonrió como niña en día de navidad, rápidamente acerco sus labios a los de él, deseosa por besarlo, nuevamente sintió que su corazón se calentaba tan solo con el rose de su boca, gimió, abrazándose a su cuello, ella se deleitó de la maravillosa sensación de estar viva. Estoy en el cielo, pensó, ¿Cómo podía sentirse tan dulce unos besos?

— Tranquila, aun no has sanado. — Damián tuvo que alejarse al escuchar la dificultad en la respiración de Camila, también, observó el suero que lentamente viajaba por la intravenosa, apostó que tendría por lo menos quince segundos más antes que el calmante que había administrado el médico Vázquez hiciera efecto. Camila se dio cuenta que la mitad de su cuerpo parecía querer jalar a su ángel dentro de su cama, sintió el rubor en sus mejillas pero no vergüenza, acarició su rostro, sus mejillas eran ligeramente rasposas, pero suaves.

— Lo siento, no puedo evitarlo. — Dijo, mirándolo a los ojos, el ángel le sonrió y volvió a besarla, lentamente deslizo sus labios sobre los de ella, para luego abrir paso en su interior con su lengua, Camila volvió a sentir que su corazón se aceleraba, y el monitor no dejaba de sonar como loco, volvió a tomarlo del cuello para jalarlo hacia ella, esta vez él dejo que su nula fuerza ganara.

— Shh, tranquila mi amor. — Si el supiera lo hermoso que sonaba que le dijera esas palabras; él alejó su rostro unos centímetros solo para mirarla a los ojos.

— Damián...— Susurro su nombre, quería transmitir todo el mar de emociones que le hacía sentir.

— ¿Si?— Contestó, deslizando sus dedos por su rostro, ¿Por qué eres tan bello? Quiso preguntar, pero en vez de eso pronuncio aquellas palabras que tenía ganas de gritar, las había guardado celosamente para ella por mucho tiempo, pero ahora estaba completamente lista para decirlas, segura que eran verdaderas.

— Te amo.— Pronunció sin titubear, Damián quedo atónito, era la primera vez que ella decía esas palabras, sintiéndose estúpido y ante la sorpresa de Camila se dio una bofetada para despertar del sueño, pero solo sintió el calor del golpe y la vergüenza de su acción.

— ¿Por qué hiciste eso?— Camila acarició la mejilla golpeada. Aquella imagen fue tan bizarra, y francamente no era la respuesta que esperaba.
Damián quiso por todos los medios contenerse, aun seguía lastimada y no podía ejercer presión en su cuerpo, necesitaría al menos otro mes de reposo para al menos intentar tocarla con más fuerzas, usando todo su autocontrol beso los labios de Camila, era la primera vez que decía esas palabras, había soñado con eso tantas veces, imaginado lo que sentiría cuando al fin ella lo miraría con ojos soñadores, para decirle su amor por él, aquel sueño había sido superado por la realidad, tenía tantas ganas de apretarla contra él y besarla hasta que se le desgastara los labios.

Camila sintió el calor en su cuerpo cuando su ángel la beso en respuesta a su declaración, era un beso diferente a los otros, era mágico, realmente sintió que volaba y que el tiempo se detenía para ellos, dejo de sentir el dolor en sus huesos, en la cabeza, el olor de hospital fue remplazado por el olor a hombre de Damián, sintió fuerzas en sus piernas para levantarse, sin embargo él la detuvo cuando quiso incorporarse; Camila abrió la boca para una bocana de aire, fue ahí cuando la lengua de Damian entró por completo para acariciar la suya, ella sintió que estaba al borde del desmayó por tanta felicidad, lo jalo de la bata para que la montara, quería tenerlo completo, entonces él la detuvo.

— Espera... — Murmuró, con la voz ronca y seductora

— No quiero, te anhelo. — susurró, aferrándose a él con más ahínco.

— Yo también mi amor, pero estas lastimada, y acabas de despertar del coma...

— Pero mi amor, si no te tengo siento que mi corazón explotará, te necesito ahora. — Protestó, sin soltarlo, Damián era una débil presa de los deseos de aquella dama, ella volvió a tomar su rostro para besarlo y él no pudo evitar corresponderle. Camila ganó la batalla, haciendo que él recostara una parte de su cuerpo en la cama, sonrió cuando la mano del varón acarició sus piernas, para deslizarse luego en medio de sus muslos, la sensación era eléctrica, nueva, hacia tanto tiempo que añoraba su toque, quería más.

— Dilo de nuevo. — Pidió Damian susurrando en sus labios, Camila lo miro confundía, pero entonces comprendió lo que le pedía, ella sonrió como adolescente y volviendo a mirarlo a los ojos, volvió a declarar su amor.

— Damián, te amo mucho...— Camila cerró los ojos suavemente, cayendo en la inconsciencia del calmante, Damián sonrió, beso la frente de su chica con una sonrisa en la boca, había sido salvado, un minuto más y la cordura y el autocontrol hubiera terminado, esa mujer era peligrosa para él y para ella misma.

— Si supieras las miles de veces que soñé con esas palabras. Yo también te amo Camila. Susurró a la durmiente.

Después de un mes en cama, las fisioterapias fueron difíciles, sentía dolor cuando movían sus pies o cuando tenía que ponerse en pie, se cansaba al mínimo esfuerzo y algunas veces llegó a sentirse frustrada consigo misma al no poder valerse sola, afortunadamente Damián siempre estaba a su lado, listo para empujar la silla de ruedas cuando tenía que hacerle radiografías, para darle baños de esponja antes de dormir, para ayudarla a comer, incluso para ir al baño. Camila no podía evitar sentirse cada vez más enamorada de aquel hombre tan amable, aquel caballero que entraba a su habitación con flores en su mano, siempre con una sonrisa en los labios y besos dulces a cualquier momento. Siempre que abría los ojos él estaba ahí, y cuando los cerraba para dormir, él estaría ahí.

Había pasado dos meses desde que había despertado, su cabello había crecido ligeramente, pero seguía sintiéndose poco atractiva, antes su hermoso cabello caía como una cascada oscura por su espalda, ahora era como una capa de pelusa negra fijada a su cráneo, observaba su reflejo en el espejo mientras Damián la ayudaba a desvestirse para un baño en tina, la imagen no era absolutamente parecida a lo que ella era antes del coma, el accidente la habían hecho adelgazar demasiado, y algunos golpes aun podían verse en su piel morena, también algunas cicatrices horribles, sin que él lo notara recorrió con sus dedos aquel camino de cardenales amarillos y purpuras que aun continuaban en su carne, Camila se sintió tan fea cuando aquel hermoso hombre deslizo la bata del hospital por sus hombros y su cuerpo sin curvas quedo a la vista de él, al instante cubrió sus pechos con sus brazos de espaguetis flácidos, apartando la mirada del espejo, temblando de vergüenza, sintiendo asco de sí misma.

— ¿Tienes frío mi amor? — Preguntó el ángel con voz suave mientras deslizaba la palma de la mano por su espalda desnuda, Camila lo miro a través del espejo, tenía los ojos llorosos. — ¿Te duele algo mi amor?— Preguntó él al verla a punto de las lágrimas, había sido una chica muy valiente todo el tiempo, la inquietud lo embargó cuando descubrió esa mirada tan desastrosa en sus bellos ojos, quizás estar de pie le molestaba más de lo que ella aseguraba.

— Siento pena. Susurró, volviendo a bajar la mirada al suelo, tratando de taparse aquel cuerpo flaco. — Su primer pensamiento fue volver a cubrirla, pero no podía entender la razón de su pesar, habían estado desnudos muchas veces para sentir pena, él conocía cada parte de su cuerpo, conocía el sabor de su piel, el aroma, entonces ¿por qué?

— ¿Pena? conmigo, mi amor...— Ella sintió la dulzura en su voz, pero no la hizo sentirse segura, en cambio sintió que era lastima.

— Mi cuerpo no es como el de antes, ¡esta horrible!— Gritó, a punto de llorar, Damián en cambio sonrió, deslizando su mano hasta su cuello.

— ¿Eso crees? — Preguntó, ¿horrible? Él solo podía notar un ligero cambio en su masa corporal, pero todo lo demás estaba ahí, su pequeña cintura, sus generosos pechos, su trasero en forma de corazón y sus gloriosos muslos, no podía entender que parte de ella era horrible.

— Mírame, soy un costal de huesos y moretones, mi cabello... estoy fea. La voz de Camila se quebró, pero aun no lloraba, aun así el corazón de Damián dolió al escucharla.

— ¿Fea? No sé si alguna vez alguien podría describir a Camila Barragán con esa palabra, pero déjame decirte que tú eres hermosa, eres sensual y muy atrayente.

— ¡Mientes!— Gimió, llorando, patéticas lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas, aun seguía mirando el suelo, ahora estaba más avergonzada que nunca, fea, débil, patética, la lista se iba haciendo cada vez más larga.

— Claro que no mi amor.— Damian deposito un beso en la curva de su cuello, acerco su cuerpo al de ella, apretando su trasero y pegándolo a su pelvis, ahora podía tocarla un poco más fuerte.— Eres tan hermosa que todos los días son un esfuerzo no tocarte a como quisiera, tu cuerpo es hermoso, la forma que tenga.— Con sumo cuidado la obligó a levantar el rostro para mirarse nuevamente, él deslizo las manos por su cintura, sintiendo la suavidad debajo de sus palmas,— Eres tan suave como el terciopelo. — El recorrido subió a sus pechos. — Tan firmes y grandes que me hacen enloquecer cada vez que te miro, y tus labios...— deslizo su pulgar en aquellos labios rellenos de color cereza — Son mi droga, eres tan hermosa que todos los días mi corazón brinca emocionado cuando estoy cerca de ti, siento que mis piernas tiemblan casa vez que me tocas, yo te amo mi amor, aun si tuvieras un tercer ojo, o una segunda cabeza, seguirías siendo la mujer más bella sobre la tierra.

— ¿Aun me deseas?— Murmuró mirándose entre sus brazos podía notar que parecía delicada

— Hasta en mi último aliento siempre serás tú lo único que quiera. — La imagen del espejo había cambiado ligeramente, aunque su delgada figura era algo nuevo, su piel seguía siendo preciosa, su rostro enrojecido por el deseo también era bonito, él la hacía sentirse de esa manera.

— Sigue por favor— Pidió Camila, dándose la vuelta para besarlo a los labios, Damián tenía las mejillas encendidas y sus ojos brillaban con pasión contenida. — Hazme el amor. — Ella deposito un pequeño beso en la barbilla del hombre, sintiéndose nuevamente fuerte.

— Puedo hacerte daño, tus huesos están muy débiles.— Dijo, usando esa voz ronca que la volvía loca, mirándola como si él fuera un depredador y ella su inocente presa, podía notar el esfuerzo que ponía para no perder la cordura, sabía que tenía razón, le dolía respirar, le dolía caminar, el dolor estaba presente en todo momento a lo largo de su día, pero aquel otro dolor valdría la pena, lo intentó de nuevo, dejando pequeños besos en el cuello del varón y pegando su cuerpo aún más al suyo.

— Lo haremos despacio... — Escuchó la respiración de Damián volverse pesada, y todo el autocontrol pareció desaparecer cuando sus fuertes brazos se soldaron a ella como vigas de acero, sus labios empezaron a besarla con hambre desmedida, ella sonrió, amaba cada rose, sentía el calor envolverla y llenarla, sintió como sus costillas resintieron el cambio en su respiración, pero lo ignoró, trato de ponerse en puntas pero también sus piernas fallaron. Él la levanto entonces, con sus manos la tomo del trasero, ella abrió sus piernas para abrazarlo por la cintura, era hora, al fin, sintió como su espalda toco la pared con suavidad, nuevamente sonrió, sintiendo la batalla ganada, la victoria era tan dulce.

— Es hora del bañó. — Con un sonoro beso alejó su rostro de la chica, depositándola en el suelo con delicadeza, Camila lo miro confundía y luego entendió que él no sedería, a veces es malo celebrar antes de la victoria, quiso llorar nuevamente, esta vez de amarga frustración.

Al siguiente mes fue dada de alta, podía caminar con normalidad la mayor parte del tiempo, pero después de unas horas se sentía fatigada, aun así su mano buscaría un apoyo para recuperar el aliento y siempre estaba él, sosteniéndola a cada paso, cuidándola, animándola. Camila estaba loca, realmente estaba loca por él, esta vez no se sentía estúpida por desearlo a todas horas, no sentía remordimientos por querer vivir a su lado, pero aun así su frustración sexual había aumentado mucho, ¿En qué momento su Cristian Grey se volvió Edward Cullen? Definitivamente estaba enamorada de ese ser amable, sobreprotector, y amoroso que velaba por su bienestar, pero realmente extrañaba al hombre salvaje que la hacía gritar en la cama.

— Camila, ve más despacio. — Le riño su hermana que aun seguía en Mazatlán, la familia se habían mudado a un departamento enfrente de Damián. Ella se apoyó ligeramente en el bastón que su ángel le había exigido usar, aunque al principio se había negado, realmente agradecía la insistencia del hombre.

— Estoy emocionada, han pasado casi cuatro meses. Miro el hermoso cielo de Mazatlán, era un día brillante y despejado, el calor del sol le calentaba la cara, su cabello había crecido hasta cubrirle las orejas, su cuerpo había recuperado un poco de su anterior peso, sus huesos no le dolían demasiado al caminar. Lo que más le emocionaba era la noche, Damián dormiría a su lado, luego que acabara su turno en el hospital.

Damián salió detrás de Daniela, con los ojos puestos en Camila, el aire le alborotaba la larga gabardina blanca, en una maleta cargaba las pocas pertenencias que Camila había acumulado durante su estancia en el hospital; algo de ropa y jabones. Miro a Camila detenerse cuando Dani le sugerido ir más lento, aquel rostro lleno de alegría le hacía sonreír tontamente, incapaz de ocultar cuan enamorado estaba. Su auto estaba estacionado en la entrada, metió las cosas en la cajuela y se apresuró ayudar a Camila a sentarse en el asiento delantero, puso el cinturón ajustándolo para que no le apretara demasiado el tórax.

— ¿A qué horas vendrás a casa? — pregunto la chica mientras Damián la acomodaba en el interior del auto.

— No tengo un horario mi amor, pero tarde.

— ¡Oh! — La desilusión marco su rostro por un breve momento, pero de nuevo se iluminó con una gran sonrisa. — ¡Te esperare entonces!

— No, no, no señorita, se va a la cama a las ocho, tomas tu medicamento y duermes. — Dijo con seriedad.

— Soy una chica grande Damián, puedo desvelarme si quiero. — Protestó, cruzando los brazos a la altura del pecho, con un ligero mohín en sus labios, Damián sonrío encantado.

— Como tu médico te prohíbo desvelarte, necesitas reposo. — sugirió nuevamente, esta vez tratando de sonar más suave.

— Ya repose cuatro meses doctor, además tengo ganas de esperarte. — Volvió a protestar, como la señorita malcriada que él conocía.

— No, claro que no, aun te faltan otros cuatro más para que estés mucho mejor. Camila puso mala cara, ¿Entonces Edward Cullen no se iría hasta dentro de otros cuatro meses?

— ¡Pues yo voy a esperarte! — ¡Era inútil! Se dijo a sí mismo, ella estaba completamente segura de sí misma, Damián sonrió nuevamente, tratando de cambiar la jugada.

— Camila por favor ¿Podrías ir a dormir temprano? ¿Puedes hacer feliz a tu amado novio?— El rostro de Camila se calentó, y no era el sol, era esa palabra, jamás había existo alguien en su vida que mereciera ese título, pero él, él era la excepción.

— ¿Somos novios? No me lo has pedido. — Dijo, vacilante.

— ¿No lo somos? Bueno, después de tantos besos deduje que si lo somos.

— Teóricamente sí, pero tienes que pedirlo formalmente.

— Bien, entonces olvida dormir temprano esta noche, hoy serás mi novia, ni un día más soltera, ¿Entiendes? Eres mía. — Ella sonrió de oreja a oreja. Sí señor.

— Oigan, estoy muy feliz por ustedes pero, ¿Pueden dejarlo un minuto? Hace mucho calor. — Dijo Daniela con una sonrisa en el rostro, ellos rieron, mirándose a los ojos, Damián la beso en los labios, un pequeño y corto beso para después cerrar la puerta, luego el auto desapareció, dejándolo solo, parado en la entrada del hospital, pero feliz al saber que ella estaría en casa, no más noches en el hospital, ahora estaría a su lado, empezó a sentirse completo, todo estaba bien ahora, ¿Había alguien más feliz que él sobre la tierra? Lo dudaba, regreso al interior del hospital, completamente motivado para terminar su día.

Vacaciones, necesitaba sus vacaciones, unas muy largas vacaciones.















Gracias por leer🥰, y sus comentarios son los mejores💖, lo agradezco de corazón, no sé cuántos capítulos debería tener una historia corta, pero esta solo tendrá 30🤷‍♀️. Tampoco se como escribir un final, esta sería la primera novela que termino🤦‍♀️. Pero trataré que no sea muy cliché aunque todo es cliché en estos tiempos, quiero que sea tan romántico y empalagoso que cuando lo lean necesiten una botella de agua por tanta miel, besos y abrazos a todas y todos, si es que hay 🤟

Pero de lejitos porque hay covid xD

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