Desperté, me salté el desayuno, no quería tener que ver a Harry a los ojos después de lo de anoche
Así que caminé hacia la primera clase que teníamos, DCAO con la piñata rosa.
En el camino me topé con Blaise.
-Oye, negro quemado, ¿sabes con quien compartiremos esta clase? Dejé mi horario en mi habitación- pregunté mientras caminaba a su lado.
-Para nuestra mala suerte tenemos clases con los Gryffindors y por órdenes de Dumbledore nos sentaremos con alguien de la casa contraria, ya sabes, para ir eliminando la rivalidad que existe entre ambas- dijo el con una mueca de desagrado notoria.
-A mi si me agradan algunos Gryffindors. No todos son insoportables, ¿sabías?- respondí con una ceja en alto.
-Bueno si tú lo dices- soltó el sin importancia.
Llegamos, solo habían dos puestos vacíos
Uno junto a Seamus y otro junto a Potter, evidentemente tenía que elegir uno pero Blaise rápidamente se sentó al lado de Seamus, dejándome sin más remedio que sentarme junto al azabache.
-Buenos días- exclamo él con una sonrisa de oreja a oreja, como un niño al que le había regalado un nuevo juguete.
-¿Que tienen de buenos?- murmuré yo por lo bajo de mala gana.
-Oye siento mucho lo de anoche, mi intención no era incomodarte ni que te sintieras acorralada, simplemente seguí las reglas del juego. La botella te apunto conmigo y- lo interrumpí.
-Potter, ¿podemos por favor no hablar de lo de anoche? Estuvo mal- solté sin más.
Por debajo de la mesa puso su mano en mi pierna y apretó levemente mi muslo tensándome al instante.
-Pues cuando te quitaste la venda y me besaste no parecía que te sintieras mal por ello- susurró en mi oído con voz ronca, eso causó una sensación increíble dentro de mi, no sabía que era pero era diferente.
De repente entro la profesora Umbridge sacándonos a Harry y a mi de nuestros pensamientos.
Empezó a dar explicaciones sobre que eran los TIMOS.
-Trabajen duro y serán recompensados, fracasen en esto y las consecuencias podrías ser severas- dijo con esa voz chillona e irritante.
Empezó a repartir unos libros mientras explicaba unas bobadas sobre las leyes del ministerio.
-Aquí no dice nada para hechizos de defensa- exclamó confundida Hermione.
-¿Hechizos de defensa? No se para que los necesitarías en mi clase- rebatió la vieja cara de sapo.
Explicó que aprenderíamos magia de una forma "segura", esa señora está más loca de lo que parece.
-¿De que nos serviría? Si nos atacan será un gran riesgo- exclamó Potter a mi lado.
-Deben levantar la mano para hablar en mi clase.
Según ella solo necesitamos lo teórico para graduarnos.
-¿Y como nos preparará para lo que existe en el exterior?- disgusto desprendía de la voz de Harry, sonaba bastante irritado.
-No hay nada en el exterior, ¿quien te imaginas que atacaría a niños como tú?- inquirió ella con esa sonrisa psicópata.
-Ah pues no lo sé, tal vez Lord Voldemort- dijo el azabache firme, tenía razón en cada palabra que salía de su boca, todos alrededor empezaron a murmurar cosas. El ambiente se volvía tenso y palpable.
Ella aseguró que era una mentira.
-No es mentira, lo he visto, luche contra él.
-¡Esta castigado, señor Potter!- finalmente grito Umbridge enojada.
Tire mis libros de la mesa y me levante para que se diera cuenta de mi desacuerdo con la situación, la ignorancia de esa bruja rosa me colmó la paciencia.
-Esto es una mierda, ¿entonces como supone usted que murio Cedric? ¿Solo porque si? ¡FUE HOMICIDIO!- la rabia desprendía de mi voz, mis músculos estaban firmes y mi mandíbula tensa.
-Voldemort lo hizo, ¡USTED LO SABE!- continuó Harry a mi lado.
-¡BASTA!- grito ella -los veré a usted señor Potter y a la señorita Dumbledore en mi oficina- soltó una risa arrogante, como si nada hubiera pasado.
El y yo nos miramos fijamente, la preocupación se reflejaba en nuestros ojos.
Después de clases íbamos camino a su oficina.
-Siento mucho esto, es mi culpa, si yo no hubiera empezado a hablar de Voldemort no estarías aquí- me dijo él apenado.
-No te sientas mal Potter- le di un pequeño golpe con mi codo en su brazo y una sonrisa en mi cara -Romper las reglas puede ser interesante.
Llegamos a la oficina de Umbridge, tocamos y nos dejo pasar. El lugar era de un color rosa asqueroso.
-Hoy escribirán unas líneas para mi, jóvenes- nos sentó uno junto al otro.
-No, no usarán sus plumas, usarán unas especiales- aclaró dándonoslas -Y no necesitan tinta. Ahora, señor Potter, quiero que escriba "no debo decir mentiras" y usted señorita escribirá "debo ser respetuosa".
-¿Cuántas veces?- pregunto el con voz fría.
-No lo sé, las que requieran para que el mensaje se les grabe.
Empezamos a escribir pero algo raro empezó a pasar, lo que escribíamos se estaba empezando a grabar en nuestra piel, vi a Harry quejarse por el dolor a mi lado. Yo solo cubrí mi cara con mi cabello para ocultar mis lágrimas que empezaban a brotar por el dolor de las letras al tallarse en mi piel.
Mis heridas se hacían más profundas que las de Potter pero un momento el volteo a verme y se dio cuenta de que mi hoja estaba empapada en lágrimas y gotitas de sangre empezaban a correr por el dorso de mi mano.
-¡¿NO VE LO QUE LE HACE?!- exclamo el enojado llamando la atención de Umbridge -Otórgueme todo el dolor que desee a mi... pero a ella no.
-Señor Potter creo que usted no está en la posición de ponerme límites a mi, así que porfavor, limítese a terminar con su castigo- respondió ella totalmente serena.
-Harry estoy bien- le susurré sonriéndole con mis ojos húmedos en lágrimas.
Terminamos nuestro castigo, esas heridas seguramente nos dejarían marca, o al menos a mi.
-Déjame ver tu mano- pidió mientras caminábamos por los solitarios pasillos. Se la extendí, él la tomo y la observo, estaba llena de sangre -Por Merlín, t/n, tienes que ir a la enfermería- sonaba preocupado.
La mano con la que examinaba la mía también estaba herida, seguramente le estaba doliendo. Debería preocuparse más por él que por mi.
-No es nada, en mi habitación tengo lo suficiente para curarme yo misma- el tono de mi voz era sereno, no quería preocuparlo mas de lo que ya estaba.
-No te estoy preguntando nada, iremos ahora mismo- me llevo técnicamente obligada a la enfermería.
Madame Promfey me empezó a curar.
-Auch- exclame mientras ella vertía un líquido sobre mi herida, Harry solo se reía a lo bajo a mi lado -¿Esto es gracioso Potter?- pregunté con una ceja en alto, sería, esperando a que dijera algo burlón para contradecirlo.
-Cuando Umbridge te lo hacía no hiciste ni un solo sonido, ¿y ahora que te lo están curando si?- dijo el con una sonrisa.
-Pues me estoy quejando por todo lo que no pude quejarme ahí adentro- ambos reímos.
Hicieron lo mismo con él pero a diferencia de mí ni se quejó. Supuse que era para mantener su orgullo y yo no me burlara de él por el resto del día.
Caminamos juntos hasta que llegó la hora de separar nuestros caminos para ir a nuestras salas comunes.
-Adiós, Potter- me despedí alejándome de él.
-Adiós, t/n.
Entre a mi sala común.
-¿Cita con Potter? Increíble- exclamó Blaise quien estaba sentado en uno de los sofás junto a Theo.
-No estaba en una cita, era un castigo pero tú no tienes porque meterte en mi vida, amigo mío- dije sentándome a su lado.
-La traición hermana, Slytherins y Gryffindors no son compatibles, mejor hazle caso a Theo, le gustas desde que llegaste al colegio.
-Cállate- habló nervioso Theo frente a nosotros.
-Bueno señores yo me retiro, quiero ir a leer algún libro a mi habitación, diviértanse- me levanté de ese lugar y hice lo que dije.
Me salté la cena, no quería comer, el mal rato de esta tarde me dejo sin hambre pero, sin embargo, bajé a la sala común por un vaso de agua, estaba sola, todos estaban en el gran comedor, escuché a alguien tocar la puerta, era raro, todos solo decían la contraseña y entraban.
Al abrirla vi a Potter con un plato de comida en sus manos y jugo.
-Harry, ¿que carajos haces aquí? Si los de Slytherins te ven te cortaran la cabeza- exclame haciéndolo pasar.
-Te traje esto para que comas, vi que no fuiste a cenar y supuse que no estabas de humor para bajar, así que aquí está- extendió la comida hacia mis manos, la recibí con una sonrisa por el tierno gesto -No estaba seguro de que te gustaba, solo sé que te gusta mucho el pastel de carne así que eso te traje junto a otras cosas que pensé que te gustarían, pero si no te gustan no hay problema puedo ir con los elfos y cambiar el plato o como tú prefieras- empezó a hablar muy rápido y nervioso, yo solo reí.
-Esta perfecto Potter, muchas gracias- le dije con una sonrisa. Escuche pasos que venían hacia nosotros -Vienen las serpientes, ven, sígueme- lo tome del brazo y lo lleve a donde estaban las escaleras para ir a los dormitorios de las chicas.
-¿T/n, estás ahí?- habló Blaise -te tengo un chisme de las profesoras que no te lo vas a creer- continuó él sin verme, yo solo estaba escondida detrás de la pared con Harry.
-Ahorita bajo y me cuentas todo, Zaza, tengo que ir al baño primero- mentí evidentemente.
-¿Y ahora como salgo?- preguntó el azabache preocupado.
-Claramente ahora no puedes salir, la sala común está llena y en cuestión de minutos los estudiantes empezarán a entrar a sus habitaciones- y era verdad -iras a mi habitación hasta que todos se vayan.
-No puedo subir las escaleras, ¿lo sabías verdad? Tienen un hechizo para eso- el tono de su voz era de obviedad, como si yo fuera muy ignorante como para no saberlo.
-¿Y quien dijo que las subirías? Vas a flotar Potter- sin dejarlo hablar con un movimiento de mi varita lo hice flotar junto a mi y lo lleve así hasta la puerta de mi habitación.
-Estás loca, si alguien se da cuenta- lo interrumpí.
-¿Qué? ¿Me expulsaran? No digas tonterías y entra, Potter.
Él entró y luego yo, cerré la puerta.