courageous| neville longbottom

By SolinneGarte

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Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas. Ambos se... More

introduccion
prólogo
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐔𝐍𝐎
capítulo 1
capítulo2
capitulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15 (parte 1)
capítulo 15(parte2)
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐃𝐎𝐒
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35(parte 1)
capítulo 35(parte 2)
capítulo 36 (parte 1)
capítulo 36 (parte 2)
capítulo 37
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒
capítulo 38
capítulo 39
capítulo 40
capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
Capitulo 44
Gracias por su apoyo.

capítulo 16

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By SolinneGarte

Corregido sin cambios

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—¡Ron! — grito con todas mis fuerzas.

No hay respuesta.

—¡Ron! ¡Ven rápido! — mis gritos retumban contra las ventanas de la habitación. —¡Ron es una emergencia!

Sigue sin haber respuesta.

—¡Ron! ¡Ayúdame, por favor! ¡Es urgente!

Escucho pasos rápidos por las escaleras, y después en el pasillo, lo que me hace asumir que mi hermano ha escuchado mis llamados. Unos instantes después, Ron entra por el marco de la puerta luciendo agitado, tiene el cabello desordenado y usa únicamente sus calzoncillos con figuras de snitches doradas. Tiene un jarrón en las manos.

—¿Qué pasó? ¿Quién te está atacando? — pregunta asustado, batiendo el jarrón en todas las direcciones posibles.

—Nadie me está atacando. — le digo tranquilamente.

Observo mi pálido reflejo en el espejo de gran tamaño que se encuentra en la habitación que comparto con Ginny y Hermione en el número 12 de Grimmauld Place. Me corté un poco el cabello durante las semanas que pasé con Hermione en Londres Muggle, ahora me llega a la altura del pecho, mi rostro adelgazó un poco y ahora mis pómulos lucen más marcados, así como también mi nariz se afinó un poco más.

—¿Crees que mi trasero creció durante el verano? — le pregunto, girando un poco para observarlo mejor. — Mis pechos siguen igual de pequeños, pero la cintura se me marcó un poco más... y creo que mi trasero creció, pero no estoy segura. ¿Tú qué opinas?

Por el reflejo del espejo puedo ver perfectamente el rostro de mi hermano, baja el jarrón floreado que tiene en las manos y me mira como si estuviera a dos segundos de asesinarme.

—Me gritaste con desesperación, como si te estuvieran asesinando, haciendo que viniera hasta aquí sin darme tiempo a ponerme un pantalón... ¿Sólo para que viera tu asqueroso trasero?

Me encojo de hombros.

—¿Entonces crees que creció? — pregunto, ignorando el reproche en su voz.

Ron toma un largo respiro, cierra los ojos por un segundo y al abrirlos me mira con furia contenida. Apenas tengo tiempo de parpadear cuando él se me lanza encima, batiendo el jarrón hacia mí. Suelta un gruñido, parecido a un grito de guerra.

Un grito agudo se me escapa y retumba en las paredes del segundo piso, mientras me cubro la cabeza con los brazos y me agacho en mi lugar.

—¡Ron, no asesines a tu hermana! — la voz de mi madre nos llega desde el pasillo.

Ron finge no escucharla mientras golpea levemente el jarrón contra la parte superior de mi cabeza, aquella que mis brazos no cubren. Apenas es un golpe seco, y con muy poca fuerza, pero es suficiente para que duela. Levanto la mirada y lo fulmino.

—Y para que sepas tu trasero sigue igual de plano. — dice con amargura.

Deja el jarrón en una mesita cerca de la puerta, y abandona la habitación.

—¡Ronald Weasley! ¡¿Qué haces en ropa interior por la casa?! — los gritos escandalizados de mi madre llegan a mis oídos y sonrío maliciosa.

—¡Ron que asco puedo ver tu trasero! — esta vez el Ginny la que se queja.

Mi mellizo suelta un gruñido mientras sube las escaleras con pasos sonoros.

—¡Esta no es nuestra casa para que andes desnudo por los pasillos, Ronald! ¡Hay chicas aquí que no quieren ver tu flacucho trasero! ¡Hermione está aquí, Ron! — continua riñándolo.

Me asomo por la puerta de la habitación, que queda justo enfrente de las escaleras. Ginny y Hermione se encuentran al lado de éstas, la primera tiene los ojos cubiertos con sus manos y una mueca de asco, Hermione está sonrojada de pies a cabeza.

—¡Exacto, Ron! ¡Nadie quiere ver tu trasero plano! — exclamo con fuerza, asegurándome de que me escuche. — ¡Porque el tuyo si es plano, no como el mío!

Giro sonriendo ampliamente, mi madre se encuentra en el pasillo mientras carga un canasto con ropa recién lavada. La veo aplanar los labios, y girar los ojos hacia el techo.

—Tengamos muchos hijos, Molly. — susurra entre dientes, en voz baja pero aún así la escucho. — Tengamos ocho hijos, Molly, será divertido. ¡Claro que no es divertido, Arthur!

Mi sonrisa se estira, divertida por oír a mi madre quejándose. Ella enfoca sus ojos en mí antes de entregarme el canasto con ropa.

—Dobla la ropa y repártela en los cuartos de tus hermanos, asegúrate de que Fred y George la acomoden en sus armarios correspondientes y que no únicamente la avienten sobre la silla del escritorio. — dice mamá, con esa voz que usa cuando quiere dejar en claro que es una orden y no una petición.

Suelto un gruñido, y pierdo la sonrisa.

—Ginny, ve con Ron y dile que cuando termine de cambiarse venga a ayudarme con la comida. — comenta de prisa, después toma una pausa como si estuviera recordando sus pendientes. — ¡Oh, y Sophie dile a Bill que baje a recoger el desorden que dejó en el comedor!

—Si, señora. — repetimos Ginny y yo al mismo tiempo. Ambas soltamos una carcajada.

—¡Rápido, niñas! — exclama mamá, dando un aplauso para apresurarnos. —Hermione, cariño ¿gustas unas galletitas con chocolate?

Ruedo los ojos con molestia mientras me encamino al dormitorio.

Mi madre siempre hace eso, a nosotros nos trata como si fuéramos sus sirvientes y a nuestros amigos los consiente hasta lo imposible.

¡Ah, y eso que no está Harry aquí! "Harry ¿quieres galletas?" "Harry, ¿qué prefieres para cenar? Haré lo que tú quieras." "Harry, quédate en la habitación de Ron, yo te llevaré el desayuno a la cama"

Aviento la canasta con ropa sobre la cama, y me pongo a doblarla refunfuñando entre dientes.

Hermione entra minutos después, comiendo una galleta muy sonriente. Se deja caer en la cama y me ayuda a doblar la ropa, suelto una carcajada cuando toma un calzoncillo de Ron y lo dobla con mala cara, un poco sonrojada.

—También tiene unos con caritas sonrientes que una tía de mi papá le regaló hace unos años. — le digo para molestarla. — Deberías pedirle que te los enseñe.

—No quiero ver los calzoncillos de Ron. — dice sonrojada.

—Pero si quieres ver a Ron en calzoncillos.

—¡Sophie! — grita escandalizada, golpeándome en el hombro con la blusa que está doblando.

Suelto una carcajada, burlándome del rojo llamativo que cubre su rostro. Continuamos doblando la ropa, con un poco de lentitud de mi parte pues me distraigo con cualquier prenda que llame mi atención.

—¿No es un poco deprimente que me queden los sostenes de Ginny? — digo distraída mientras me pruebo el sostén por encima de la ropa. — Incluso me queda grande.

Hermione me ignora ampliamente mientras sigue doblando.

—Tal vez este año los pechos me crezcan, o simplemente podré rendirme como con mi estatura. — continúo hablando, luego enfoco la vista en un punto especifico en el cuerpo de mi amiga. — A ti te crecieron los pechos.

—Deja de verme los pechos, Sophia. — dice Hermione cruzándose de brazos para ocultarlos.

Hago un mohín.

—No sirve de nada tener una mejor amiga con pechos si no te deja verlos. — la observo fijamente. — Además, creo que tienes lindos pechos, me gustan su forma.

—¡Deja de hablar de mis pechos, Sophie! — grita exasperada, lanzándome unos calzoncillos al rostro. — Mejor lleva esta ropa al cuarto de Bill, y avísale lo que te pidió tu mamá. ¡Ah, y de paso lleva la ropa de Sirius!

Pongo una mueca, pero obedezco. Cualquier cosa es mejor que seguir doblando toda la ropa de mi gigantesca familia.

Subo las escaleras a toda prisa hasta el cuarto de Bill, el cual está en el segundo piso junto al de Ron. Esta parte, como el resto de la casa es sombría, tiene techos altos y un tirador en forma de serpiente, aunque es más oscura que el piso donde se ubica mi habitación y esto se debe a que todas las cortinas están cerradas impidiendo el paso de la luz.

Entro al cuarto sin llamar, y me topo con mi hermano mayor sentado en la silla de su escritorio rodeado de un montón de papeles. Está tan concentrado que no nota mi presencia. Camino sigilosamente hasta colocarme a su lado, aún sosteniendo ambas pilas de ropa en mis manos.

—¿Estás preparándote para darle más clases privadas a cierta rubia que te la pone du...?

—No termines esa frase, Sophia Weasley. — advierte sin sobresaltarse. Un dato sobre Bill es que él jamás se asusta, y créanme que he tratado de hacerlo numerosas veces a lo largo de mi infancia. — Y sí, me estoy preparando para darle clases de inglés a Fleur, en estás semanas su lengua ha mejorado mucho con la pronunciación.

—¿Esa es una clave para decir que es toda una experta en el beso francés? — pregunto burlona, Bill se gira hacia mí con mirada irritada.

—Cualquiera que te viera jamás pensaría que tienes una mente tan sucia. — dice seriamente, aunque hay un atisbo de diversión en su tono. Sonrío ampliamente —No era un cumplido.

Me encojo de hombros sin perder la sonrisa. —Igual me lo tomaré como tal.

Coloco su montón de ropa sobre la pila de papeles que está en el escritorio color negro carbón.

—Mamá dice que vayas a recoger todo el desorden que hiciste en la mesa del comedor. — le informo saliendo del dormitorio. — Yo que tú iría con cuidado porque hoy anda especialmente mandona.

—Es porque la orden se reunirá hoy. — me avisa descuidadamente.

Una idea cruza por mi mente al oír las palabras de mi hermano mayor.

Desde hace 2 semanas que Hermione y yo regresamos al mundo mágico, al principio pasamos unos cuantos días en la madriguera hasta que mi madre nos avisó que nos mudaríamos temporalmente al Grimmauld Place, el cual es el cuartel general de la Orden del Fénix, no nos dieron mucha información respecto a eso más que es una sociedad secreta fundada por el profesor Dumbledore durante la Primera Guerra Mágica. Así que mis hermanos y yo hemos tratado de buscar toda clase de información por nuestra cuenta, pero lo único que hemos encontrado es que la gente que la forma es muy rara, solo con decir que Ojo Loco Moody y Snape forman parte de ella.

Es por eso que cada que la Orden se reúne, buscamos una manera de infiltrarnos. Nuestros padres y Bill son demasiado responsables como para dejar cabos sueltos sobre cómo entrar en el salón donde se reúnen.

Y solo hay una persona lo suficientemente irresponsable, y habladora para darnos pistas sobre cómo oír lo que platican en el salón.

—¡Hola Sirius! — digo con alegría, después de que él me abriera la puerta de su habitación.

—¿Qué tal Sophie? — dice sonriendo ampliamente. Aún lleva el negro cabello largo, y despeinado, aunque tiene un aspecto menos descuidado que la última vez que lo vi el curso pasado, además de que viste mejores ropas que su vieja túnica de prisión. — Supongo que eso es mío.

Asiento y le paso el montón de ropa recién lavada. Él la toma de inmediato, y la comienza a acomodar de manera descuidada en el viejo pero costoso armario de su dormitorio.

La habitación de Sirius tiene una decoración muy peculiar, y supongo que muy acorde a su personalidad durante los años que vivió aquí. La habitación ahora se encuentra muy descuidada y vieja, pero alguna vez había sido hermosa, con cabeceras de madera tallada en las camas, cortinas de terciopelo y tapices finos y muebles. Sirius adornó su habitación en Gryffindor colores y pancartas, y carteles de chicas moteras muggles.

Me aclaro la garganta antes de hablar. — Entonces... ¿hay algún plan interesante para hoy? — trato de sonar lo más casual posible, como si no estuviera siendo una espía en este momento.

Sirius suelta una risa, está dándome la espalda asomado sobre el viejo armario.

—Bueno, teniendo en cuenta que soy un prófugo del ministerio, y que no puedo salir de este lugar a menos que sea en mi forma animaga... No, creo que no hay ningún plan interesante para hoy, Sophie. — el tono irónico de su voz no me pasa desapercibido, pero lo ignoro.

—Sí, eso es un poco triste. — digo distraídamente, mientras finjo tener un gran interés en la chica motera muggle que adorna la cabecera de su cama. — Mi madre hubiera asesinado a mis hermanos si alguno de ellos tuviera una imagen así en su dormitorio.

—Sí, mi madre también quería asesinarme. — Sirius ríe, pero por la manera en que lo dice, no parece una broma.

Me acerco a una pila de libros abandonados en un rincón del dormitorio.

—¿Eras bueno en la escuela? — pregunto con fingida curiosidad.

La verdad es que el cuarto de Sirius está tan húmedo, sucio y viejo que me provocan salir corriendo, pero quiero información sobre cómo poder oír la reunión de esta tarde.

Sirius se retira del armario, y se deja caer sobre la cama.

—Era un asco. — admite, sonriendo mientras niega. — Pero eso no importaba porque James y Remus eran muy buenos, y ellos me ayudaban a estudiar... además de que era muy, muy bueno para copiar.

—¿Eras muy amigo del profesor Lupin? — pregunto, esta vez tomando una foto donde salen tres chicos en el campo de Quidditch de Hogwarts, la foto parece estar rota y estoy segura de que en esa parte era donde salía Peter Pettigrew.

—Desde luego que sí, pero eso ya lo sabes, Sophie. — dice con tono sospechoso. Por el rabillo del ojo veo que se incorpora de la cama y me observa fijamente. — ¿Qué quieres saber?

Me giro hacia él sonriendo con complicidad.

—¿Qué me puedes decir? — le digo levantando una ceja.

Él sonríe de lado.

—Tal ves te podría decir que tu madre pondrá un hechizo silenciador en la sala porque se enteró que ustedes escuchan detrás de la puerta.

Maldigo en voz baja.

—Y tal vez te podría decir que si van la lavandería, la cual queda justo detrás de la sala, descubrirán una pequeña ventana oculta detrás del armario, la cual da justo al salón, y que tal vez... solo tal vez podrían husmear a través de ella. — termina de decir eso con un guiño.

Sonrío ampliamente en su dirección.

—Eres el mejor, Sirius.

Él se encoge de hombros. — Sí, lo sé.

Me despido de él y camino en dirección a la salida de su habitación, pero antes de poder cruzar la puerta me detiene.

—No es que quiera que me pagues por la información que, y quiero aclarar,  accidentalmente ha salido de mis labios... pero tengo antojo de las galletas de chocolate que haces.

Suelto una carcajada, pero le garantizo que le prepararé unas galletas el fin de semana.

════ ⋆★⋆ ════

—¡Ah, Ron me estás pisando!

—¡Hermione tu codo huesudo me lastima!

—¡Cállense!

—Cállate tú.

—¡Nos van a descubrir!

—¿Quién se echó un pedo?

—¡Sophie!

—Shhh. — me llevo la mano a los labios, señalándoles que guarden silencio.

Pero sí, yo me lo eché.

—Fred, George su oreja extensible no funciona. — les digo con molestia.

Estamos todos reunidos frente a la pequeña ventana en la lavandería, aquella que da directamente al salón donde la orden se está reuniendo esta tarde, y que afortunadamente queda oculta tras un viejo armario por lo que no nos pueden ver. Fred, George, Ron, Ginny, Hermione y yo estamos amontonados uno al lado del otro tratando de escuchar a través de la oreja extensible que los gemelos inventaron. Pero ni una sola voz se escucha.

—Sí funcionan, pero ustedes no se callan. — murmura George frustrado.

—No se escucha nada. — refuta Ginny. — No funciona.

Fred lanza un suspiro frustrado, y retrae la oreja para moverla un poco, después de unos cuantos movimientos bruscos finalmente se logra escuchar algo.

—No lo sé, Dumbledore. — es la voz de Sirius, y suena enojado. — No creo que debas dejar que ese idiota de Mundungus Fletcher a cargo de las vigilancias.

—Mundungus es de confianza, Sirius. — dice tranquilamente Dumbledore, aunque suena como si ya lo hubiera repetido miles de veces con anterioridad.

—Pero aun así es un...— Sirius continúa, pero es interrumpido por Dumbledore.

—Severus, me gustaría que comentaras con los otros miembros el avance que has tenido con la tarea que se te ha encargado.

—Todo ha salido de acuerdo al plan. — es toda la información que comparte.

—¿Qué plan? — susurra Ron para sí mismo, haciendo la pregunta que todos tenemos en mente.

—Muchas gracias, Severus. — dice Dumbledore, después de eso hay una pausa y luego voces realmente bajas. — Figg, ¿cómo han estado las vigilancias?

—Todo muy bien, Dumbledore. — dice una voz nueva. — Él casi no sale, aunque le gusta mucho tumbarse boca arriba en un parterre de flores. Es alguien muy raro.

Se escuchan un par de risas ahogadas, y luego un ruido sordo como de un golpe.

—Lo siento. — esta vez es mi madre la que habla.

De repente, la oreja extensible da un tirón y sale disparada de las manos de Fred hacia la ventana. Mi madre nos ha descubierto.

Comparto una mirada con mis hermanos y mejor amiga, y los cuatro salimos corriendo en dirección a la cocina, Fred y George se desaparecen, una ventaja de haber pasado el examen de aparición. Una vez llegamos ahí nos acomodamos todos en el comedor, y Ron saca de su bolsillo trasero una baraja de naipes explosivos. Mamá entra justo cuando mi mellizo está repartiendo los naipes. 

—Es la tercera partida que pierdo. — actúo estar enojada, fulminando a mis hermanos. — Espero en esta partida poder ganar.

—Jamás vas a poder superarme, Sophie. — dice Fred, siguiéndome el juego para despistar a nuestra madre. — Soy el rey de los naipes.

—¿Me pueden explicar qué esto? — mamá deja la oreja expansible en la mesa, dando un fuerte golpe con su mano libre.

Nos mira alzando una ceja, pero su atención se enfoca principalmente en Fred y George.

Fred finge analizar el objeto con suma curiosidad durante unos segundos, luego se encoge de hombros.

—Jamás la había visto en mi vida. — dice tranquilamente. — ¿Tú habías visto esa cosa rara antes, George?

—Nunca, Fred.

Mi madre los apunta con el dedo amenazantemente. Tiene el rostro lleno de enojo, y está tan roja como su cabello.

—No crean que me hacen tonta. — dice fríamente. —Sé que estaban espiando la reunión con esta cosa rara.

Dirige la mirada hacia el resto de nosotros, todos apartamos la vista y nos enfocamos en nuestros naipes evitando hacer contacto visual con ella.

—¡Todos ustedes! — exclama mamá con furia, Hermione da un respingón al escuchar el grito explosivo.

Já, novata.

—Si los vuelvo a sorprender mientras hacen alguno de sus truquitos. — continua mamá. — ¡Todos estarán castigados hasta que yo muera!

Dicho esto sale de la cocina, sin olvidar tomar la oreja expansible para confiscarla.

—Bueno, entonces no creo que el castigo dure mucho. — digo con burla, para aligerar el ambiente.

—¡Te escuché, Sophia Weasley! — grita mi madre desde el pasillo. — ¡Y solo por eso te tocará lavar los platos de la cena!

—Maldita sea.

Mi madre se vuelve a adentrar en la reunión, y nosotros nos quedamos resignados en la cocina jugando una aburrida partida de Naipes explosivos. No es hasta transcurrida una hora y media que se escuchan pasos fuera del salón, y nuestra madre entra para decirnos que es hora de cenar, y que la ayudemos a preparar la mesa. Tonks entra minutos después, luciendo un muy llamativo color azul en el pelo, para ayudarnos, pero mi madre la corre amablemente debido a que por su torpeza todos los platos terminaran en el suelo.

—Me temo, Molly. — dice el profesor Dumbledore, cuando mi madre les llama para cenar. — Que voy a tener que declinar la cena de hoy, tengo unos asuntos pendientes para esta noche.

—No es ningún problema, profesor Dumbledore. — dice mi madre sonriendo con amabilidad. — Fue un gusto tenerlo con nosotros esta noche.

—Aunque antes de irme, me gustaría hablar un momento con Ron, Hermione y Sophie. — dice nuestro director, dándonos una mirada.

Inmediatamente nos ponemos alerta. En el tiempo que llevamos aquí no hemos hablado con el profesor Dumbledore más que unos cuantos saludos, así que cualquier cosa que tenga para decirnos es interesante.

—¡Oh, claro, claro! — dice mi madre, y disimuladamente nos empuja para salir del comedor.

El profesor Dumbledore camina tranquilamente unos pasos más adelante que nosotros, y nos guía hasta la sala de estar.

—¿Creen que nos vaya a regañar por espiar? — pregunta Ron en un susurro con voz temerosa.

—No creo. — dice Hermione, aunque duda.

—Tomen asiento, por favor. — nos dice Dumbledore. Señalando el enorme sofá, el se sienta en uno individual.

Una vez estamos todos acomodados, prosigue a hablar.

—No me miren con esa cara, no los voy a regañar por tener curiosidad y husmear en los asuntos de la orden. — dice con una pizca de diversión. — Creo que de eso ya se encargó su madre.

Los tres nos relajamos un poco, y sonreímos en su dirección.

—Estoy aquí para hablarles sobre Harry.

—¿Harry está bien? — Hermione se apresura a preguntar.

—Oh, sí. Está todo lo bien que puede estar en casa de sus tíos. — comenta el profesor Dumbledore, tratando de tranquilizarnos pero no lo hace realmente bien. — Más bien les quiero pedir un favor, sé que como buenos amigos se han estado comunicando con él mediante cartas.

Los tres asentimos.

—Y sé que él se ha de estar preguntado qué está sucediendo en el mundo mágico, así como también sé que ustedes se han de estar muriendo de ganas por contarle todas las cosas interesantes que han descubierto sobre la orden, y sobre todo de la orden en sí. — dice seriamente. — Pero me gustaría que no lo hiciera, al menos no por carta y no por ahora. Es importante que mantengan en secreto todo lo que está sucediendo aquí.

Mi ceño se frunce más conforme sigue hablando.

—Harry tiene derecho a saber. — le digo, sintiéndome un poco molesta por su petición. —Tiene derecho a conocer todo lo que está pasando en el mundo mágico, y sobre la orden del fénix.

—Exacto, prácticamente todo está sucediendo por él. — me apoya Ron. — Se va a poner furioso si no le contamos.

—No es justo dejarlo solo, y sin noticias después de lo que pasó el curso pasado. — dice Hermione, su tono es un poco duro.

El profesor Dumbledore nos deja quejarnos con toda la paciencia del mundo, y una vez le hemos presentado todas nuestras replicas, continua.

—Entiendo sus puntos de vista, pero deben saber que Harry está siendo vigilado constantemente por los mortífagos, y es probable que las cartas que recibe sean interceptadas por lo que no puedo permitir que revelen información importante. — dice Dumbledore con firmeza. — Les aseguro que Harry vendrá y se enterará de todo pronto, pero eso será hasta dentro de un poco de tiempo más. Por ahora necesita quedarse en Privet Drive. ¿Comprenden?

Los tres asentimos a regañadientes, pero nuestro director no parece muy conforme con eso porque nos hace jurar que no le contaremos nada.

—Harry estará furioso. — digo con molestia después de que nos despedimos de Dumbledore.

—Estará peor que furioso. — dice Ron, y sé por su tono que se encuentra igual de molesto que yo.

—Es lo mejor para él. — dice Hermione, aunque tampoco está muy satisfecha con la idea. — Y para la orden, Dumbledore tiene razón; las cartas pueden ser interceptadas.

—Solo espero que Harry venga pronto. — murmura Ron entre dientes.

Después de cenar, nos dirigimos hacia nuestro dormitorio. Tonks nos acompaña pues dice que no tiene nada interesante que hacer en su pequeño departamento, y que prefiere divertirse un rato con nosotras.

—Entonces, ¿también puedes hacer creer tus pechos? — le pregunto con curiosidad, intrigada por los detalles de que sea metamorfomaga.

Escucho a Hermione soltar un bufido. Tonks suelta una carcajada.

—Claro que puedo. — dice con diversión. — Lo hice un par de veces durante el colegio, pero al final decidí dejarlos en su tamaño normal porque me di cuenta de que si tenías pechos los chicos se volvían más idiotas de lo que ya son.

Su comentario me hace reír, durante el camino a nuestro dormitorio Ginny le sigue haciendo preguntas. Cuando llegamos la habitación, me percato de la presencia de una vieja lechuza color marrón que descansa tranquilamente sobre el sofá del dormitorio, tiene una carta atada a la pata.

La emoción recorre mi cuerpo al reconocer la lechuza.

—Es la lechuza de los Longbottom. — digo en voz baja, entusiasmada. Me lanzo el animal y le quito la carta de la pata.

Sonrío con nostalgia la ver la descuidada letra sobre ella.

—¿Es una carta de Neville? — pregunta Hermione, dejándose caer a mi lado.

Yo asiento, antes de hacer una cosa que quizá resulta muy patético; oler la carta. Lastimosamente no tiene un olor especial a Neville, solo a pergamino viejo.

—¿Quién es Neville? — pregunta Tonks, recostándose sobre la cama de Ginny. Mi hermana la imita.

—Es el novio de Sophie. — dice Ginny con burla. Me sonrojo de pies a cabeza.

—No es mi novio, Ginny.

—Pero bien que te gustaría. — continua mi hermana. Luego se gira hacia Tonks. — Neville es su mejor amigo, y Sophie está profunda y perdidamente enamorada de él. Le confesó sus sentimientos un día antes de finalizar el curso, pero él se quedó en shock y no le respondió nada, Sophie estaba devastada y lo evitó todo el día hasta que en el tren Neville la secuestró en uno de los compartimientos y la besó apasionadamente.

—¡No me besó apasionadamente! — le reclamo, lanzándole un cojín que le da justo en el rosto. Estoy tan abochornada que siento mi rostro arder.

—¡Ron dijo que vio lengua!

—¡No hubo lengua! ¡Ginny! — exclamo avergonzada.

Tonks suelta una estridente carcajada que retumba en el cuarto. El color de su cabello pasa a un rojo llamativo.

—¡Amo el amor joven! — dice ella, recostándose sobre la cama. — Este chico... Neville, ¿está bueno?

Hermione y Ginny sueltan unas risitas que me molestan.

—Neville no es precisamente...— empieza a decir Ginny, mueve la mano en una seña. — Guapo.

—Neville es muy guapo. — digo molesta, fulminándola con la mirada. — Neville es uno de los chicos más guapos de Hogwarts, y es su problema si no lo ven.

—Es que Neville es tierno. — explica Hermione, tratando de calmarme. — No es de esos chicos que voltees a ver porque su belleza es deslumbrante, es de los tiernos que te derriten el corazón.

Tonks asiente lentamente, después levanta su pulgar en mi dirección.

—Bien elegido, Sophie. Los calladitos siempre la tienen grande.

—¡Tonks! — exclamamos las tres antes de partirnos de risa.

Las chicas continúan la conversación, hablando sobre su tipo de chicos y Tonks comparte sus experiencias. Yo me aparto un poco para leer la carta de Neville.

Hemos estado mandándonos cartas a lo largo de las vacaciones, la primera que me mandó fue una donde se disculpaba por faltarme al respeto al besarme sin mi consentimiento (no es como si para mí hubiera sido una falta de respeto, claro) y decía que tenía muchas cosas que explicarme, pero que prefería que nos viéramos en persona para poder decirlo. Aunque al final aclaró que sí corresponde mis sentimientos, lo cual me tuvo gritando y sonriendo como estúpida por más horas de las que me gustaría admitir. 

Hola, Sophie:

Hoy te ves hermosa, y no necesito verte para saberlo porque tu siempre eres hermosa.

Respondiendo a la pregunta de tu última carta; no, no creo que debas asesinar a Hermione porque te patea mientras duermes. Podrían mandarte a Azkaban, y escuché que ahí no tienen ese shampoo de esencia de asfódelo que utilizas y hace que tu cabello se vea perfecto siempre.

La abuela decidió que pasaremos el resto de las vacaciones, incluyendo el día de mi cumpleaños en la vieja cabaña de mi tío Algie en Norfolk, tomaremos el trasladador en la madrugada del 30 de julio y volveremos una semana antes del inicio del curso. No estoy tan emocionado por la idea, pero mi abuela alega que necesita tomar un respiro lejos de casa, así que me alegro de que ella pueda descansar un poco.

Seguiré enviándote cartas desde Norfolk, pero serán un poco menos seguidas debido a que Queen no puede viajar tanto, ya es muy vieja; mi abuela la tiene desde que ella entró a Hogwarts.

Te extraño, espero verte pronto.

Con amor,

Neville Longbottom.

Pd. A Queen le cuesta un poco mantenerse despierta, es probable que en cuanto llegue se quede dormida, así que por favor déjala que descanse un poco porque de no ser así se quedará dormida durante el vuelo de vuelta a casa.

Tal como dice la carta, en cuanto Queen, la lechuza de la familia de Neville, llegó se quedó dormida sobre el sofá de la habitación.

Releo la carta una vez más, solo para asegurarme de no haberme perdido ningún detalle, y la guardo dentro de uno de los cajones del dormitorio. Ahí tengo todas las cartas que he compartido con Neville durante el verano, son siete en total.

—¿Por qué la cara larga? — me pregunta Ginny.

Cuando me volteo hacia ellas, noto que las tres me están observando con curiosidad. Incluso el cabello de Tonks cambia de color a uno más tenue.

—¿Escribió algo malo? — pregunta Tonks, cuidadosamente.

Niego con la cabeza.

—Nada de eso, es solo que tenía la esperanza de poder visitar a Neville el día de su cumpleaños pero al parecer pasará el resto de las vacaciones en una cabaña en Norfolk. —les explico, caminando hasta colocarme en la cama junto a Hermione. — Quería hablar con él antes de empezar el curso, aclarar las cosas y nuestros sentimientos.

—Pero es obvio que Neville está loco por ti. — dice Ginny rodando los ojos. — Ni siquiera sé porque se hizo tanto drama cuando le confesaste que estás enamorada de él; todos sabemos que Neville está enamorado también.

Me sonrojo un poco, pero niego con la cabeza.

—Ahora lo sé, pero de igual manera me gustaría oírlo de él, no solo leerlo en las cartas que manda.

—Tal vez puedas visitarlo antes de que se vaya. — dice Tonks.

—Se irá el 30 de julio. — les explico, haciendo una mueca. — Es en dos semanas, y mamá no me dejará usar la Red flu para visitarlo. No quiere que nadie se entere que estamos viviendo aquí.

Hermione y Ginny asienten, recordando todas las advertencias que nos ha dado mi madre a lo largo del tiempo que llevamos en Grimmauld Place.

De repente, a Tonks le cambia el cabello a un rosa chillón, y su cara se le ilumina.

—Puedes venir a mi departamento. — dice emocionada. — Tengo Red flu, y no es como que sea un lugar súper secreto como Grimmauld Place, puedes visitar a Neville el día anterior a su cumpleaños durante la mañana y regresar en la noche. Yo te llevaré a mi departamento, y también te traeré de vuelta a casa.

La idea me entusiasma de inmediato, me incorporo en la cama y la observo con emoción.

—¿De verdad?

—¡Sí! — dice rápidamente. — Estaré feliz de ayudar, siempre y cuando nombren a su primera hija en mi honor.

Suelto una carcajada y asiento.

—Tengo que pedirle permiso a mi madre, pero es obvio que aceptará.

Al día siguiente, cuando le cuento a mi madre sobre mi plan para el cumpleaños de Neville, ella acepta encantada aunque el pegajoso de mi mellizo no se lo toma igual de bien.

—Yo puedo acompañarla. — repite por quinta vez mientras preparamos la cena—¿De verdad la dejarás ir sola a la casa de los Longbottom?

—¡Ron ya para! — le grito molesta, lanzándole un pedazo de papá en la cara. — La abuela de Neville estará en casa, y no es como que vaya a hacer algo malo. ¡Por Merlín, tengo quince años!

Pero eso no lo tranquiliza.

—Escuché de una chica de Hufflepuff a la que la dejaron ir sola a la casa de un chico, y terminó embarazada de trillizos. — le dice a mi madre, quien actúa como si Ron no estuviera presente.

—¡Eso te lo acabas de inventar!

—Hermione, cariño ¿me pasas la sal? — pregunta mi madre, ignorando deliberadamente la discusión.

—Yo iré contigo, punto final.

—Eso jamás va a ocurrir.

Ron lanza un gruñido, y la cara se le ilumina cuando ve a mi padre entrar por la puerta, sosteniendo la edición diaria de El Profeta en una mano y una carta en la otra mano

—¡Papá, dile que no irá sola a la casa de...!

Pero se calla de golpe en cuanto nota la cara de mi padre, pareciera como si acabara de recibir la peor noticia del mundo y luce preocupado hasta la médula. El repentino silencio llama la atención de mi madre, quien para de cocinar y se gira extrañada.

—¿Qué pasó, Arthur? — pregunta cuidadosamente, hasta con temor de saber la respuesta.

Mi padre aparta la vista del periódico, y voltea hasta mi madre.

—Dumbledore ha convocado una reunión. — explica, y luego le cambia el rostro a uno furioso. — Los dementores atacaron a Harry, y a su primo, Mundungus había abandonado su puesto de vigilancia. El Ministerio de Magia ha declarado que Harry será expulsado de Hogwarts por utilizar magia fuera del colegio siendo menor de edad, y peor aún, frente a un muggle. Le dijeron que van a destruir su varita

—¡Pero no pueden hacer eso! — exclamo con fuerza.

—¡¿Expulsado?! ¡¿Destruir su varita?! — pregunta Ron, su tono en una mezcla de furia e incredulidad.

—¡Fue en una situación donde peligraba su vida, estoy segura de que no debería haber ningún problema! — murmura Hermione en voz alta, se aparta de la mesa y comienza a caminar en círculos como hace siempre que está pensado.

—Tienes que mandarle una carta a Harry, Arthur. — dice mi madre con preocupación. — Mándasela rápido, dile que no salga de casa de sus tíos y que por ningún motivo entregue su varita.

—Ya lo hice, Molly. — le dice mi padre.

—¿Cuándo pasó eso? — pregunto confundida. Hace apenas un día que recibimos una carta de Harry, estaba molesto pero no dijo nada de que lo habían expulsado del colegio.

—Hace apenas unas horas, Dumbledore acaba de mandar una carta. — nos explica papá, levantando la carta que tiene en la mano izquierda. — Está intentando arreglar el problema con el ministerio, pero vendrá para acá de inmediato.

Mi madre se quita el delantal, y lo coloca en el respaldo de la silla.

—Tengo que arreglar todo para la reunión. — dice en un murmuro. — Niños, les tocará hacer la cena, por favor no quemen nada. Hermione estás cargo.

En otra ocasión hubiéramos renegado porque nuestra madre puso a Hermione a cargo, pero ahora mismo estamos demasiado preocupados por Harry.

Nos dimos cuenta del momento exacto en el que Dumbledore llegó pues se escuchó un gran alboroto de voces en la sala de estar, después entraron todos al salón donde se suelen reunir y el ruido cesó. Ron, Hermione y yo terminamos la cena con rapidez, y esperamos impacientemente a que la reunión terminara.

La puerta se abre dos horas después, y Dumbledore sale luciendo furioso, jamás lo había visto tan molesto. Camina con pasos firmes, tiene el ceño fruncido y los ojos en llamas, le da un asentimiento rápido a Sirius y a mi madre y sale del lugar.

—¿Qué va a pasar con Harry? — le pregunto a mi madre, mientras caminamos hacia el comedor.

—¿Cómo fue que llegaron los dementores a Little Whinging? — le sigue Hermione.

—Seguimos sin descubrir eso. — explica mamá, caminando rápidamente y sin mirarnos. — Pero Harry tiene una visita en el Ministerio de Magia el 12 de agosto, y ahí se decidirá si Harry será expulsado, y se le retirará la varita, o si saldrá impune de la situación.

—¿Y Harry ya sabe eso? — le pregunta Ron con molestia. — Porque a él no le cuentan nada, nunca.

—El Ministerio de Magia le mandó una carta, Ron. — explica mi madre duramente. —Dumbledore nos prohibió explícitamente comunicarnos con Harry durante estos días.

—¡Pero Harry debe estarse muriendo de la preocupación! — exclamo indignada.

Mi madre entra en el comedor, y comienza a acomodar la cena. Ron, Hermione y yo la seguimos detrás, esperando respuestas

—Hay que seguir las ordenes de Dumbledore, Sophie. — dice secamente.

Durante la cena el ambiente está muy tenso, y por primera vez desde que estamos en Grimmauld Place número 12, solo somos la familia y Sirius los que nos quedamos a cenar. Tonks, Lupin, y los demás de la orden salieron en cuanto la reunión terminó.

—¿Por qué el Ministerio de Magia quiere expulsar a Harry? — pregunta Ginny con confusión.

Estamos en el dormitorio de los gemelos, reunidos para compartir la poca información que sabemos.

—Es obvio, Ginny. — le dice Hermione. —El Ministerio de Magia hará cualquier cosa para librarse de Harry, bastó con ver la escena que el ministro hizo aquella noche después del Torneo. Quiere deshacerse de Harry y de Dumbledore.

—¿Creen que el ministerio haya mandado los dementores? — pregunto.

Hermione hace una mueca.

—No me sorprendería.

—Tal vez fue Quien-tú-sabes. — comenta Ron, estremeciéndose ante la idea. —El Ministerio de Magia no es el único enemigo de Harry, si se ponen a pensar.

—Pero mandar dementores no parece algo que Quien-tú-sabes haría. — dice Fred negando. —¿Qué más les dijo mamá?

—Nada, únicamente que no podemos comunicarnos con Harry hasta nuevo aviso, y me parece una completa tontería de parte d...

Mi voz se queda ahogada cuando escuchamos el picoteo de algo contra la ventana de la habitación, todos volteamos en dirección al ruido. Una lechuza blanca, perfectamente familiar, se encuentra en la ventana golpeando el pico contra el vidrio.

Ron camina hasta ella y la abre. Hedwig entra a la habitación, sostiene 4 cartas atadas a la pata y tiene los ojos furiosos.

—Es de Harry. — digo mortificada, inclinándome para tomar la carta con mi nombre. En cuanto todos hemos tomado nuestras cartas correspondiente, Hedwig sale volando por la puerta en dirección al pasillo.

Me han atacado unos dementores y es posible que me expulsen de Hogwarts. Quiero saber qué está pasando y cuando voy a poder salir de aquí.

—Tenemos que decirle. — dice Ron mientras lee su carta, tiene las mismas palabras que la mía.

—No podemos. — dice Hermione firmemente. —Tenemos que obedecer a Dumbledore.

—Harry merece saber que...

—Hermione tiene razón, Sophie. — dice una voz gruesa junto a la puerta.

Sirius está recargado en el margen de la puerta, sosteniendo su carta y con Hedwig en el hombro.

—Dumbledore dijo que es mejor no escribirle a Harry por ahora, pero pronto lo tendremos por aquí. Además, él está a salvo en casa de sus tíos, siempre y cuando no vuelva a salir.

Suelta un largo suspiro, y acaricia a la blanca lechuza.

—Denle algo de comida, y agua a Hedwig. — nos dice antes de salir.

La lechuza camina hasta mi dirección y comienza a picotear mi cabello. Suelto un quejido, apartándome.

Hedwig, eso duele. 

Pero ella no obedece, se pasa el resto de la noche lanzando picotazos a toda persona que se le acerque, muy enfadada.

Con el paso de los días su nivel de enfado a pasado a ganas de asesinar, pues en cuanto nos ve a Ron, Hermione, Sirius o a mí se lanza a picarnos y nos clava las garras en los brazos, además de que se niega a irse sin una carta de vuelta.

—Tal vez deberíamos mandarle una carta vacía. — le digo, fulminando con la mirada a la lechuza que descansa sobre el armario en el cuarto de Ron. —Así Hedwig se irá.

—Recibir una carta vacía solo pondrá más furioso a Harry, nos querrá asesinar. — me contesta Ron, está cambiando el vendaje del corte que tiene en el dedo índice de la mano derecha. Hedwig lo mordió luego de que él le gritara que no habría cartas para entregar.

—Y si ella sigue amenazándome con sus ojos saltones yo la asesinaré. — murmuro entre dientes, mirando a Hedwig. La lechuza lanza un gruñido de molestia.

—¡Irán por Harry esta noche! — dice Hermione, entrando a la habitación junto con Ginny. Tiene una enorme sonrisa en el rostro, algo que no le veíamos desde hace una semana cuando sucedió el incidente de los dementores. —Tonks nos dijo que varios magos y brujas de la orden irán por él, y lo traerán a Grimmauld Place.

—¿Esta noche? — pregunto emocionada.

Las dos asienten.

Me pongo de pie de un salto.

—Tengo que prepararle galletas. — digo mientras camino hacia la puerta. —Tal vez si le doy galletas calmará su furia y no querrá asesinarme en cuanto llegue.

════ ⋆★⋆ ════

Llevo cuarenta minutos vigilando las escaleras, esperando escuchar algún movimiento que me indique que Harry ha llegado, cuando por fin distingo un montón de voces nuevas en el pasillo.

Salgo corriendo hacia el cuarto de Ron, donde él y Hermione me esperan sentados en la cama, hablando en voz baja y más cerca de lo normal. En cuanto me ven dan un brinco y se apartan de inmediato.

Levanto una ceja en su dirección, pero decido no preguntar.

—Ya está aquí, no debe tardar en subir. — les aviso, colocándome frente a la puerta en la espera de uno de mis mejores amigos.

Apenas unos instantes después la puerta se abre, y por ella entra un chico delgado, con el pelo y gafas. Está un poco más alto y delgado que la última vez que lo vi, e incluso da un aspecto enfermizo de quien ha crecido mucho en poco tiempo.

Antes de que pueda reaccionar, Hermione se abalanza sobre él en un abrazo que casi lo derriba.

—¡Harry! ¿Cómo éstas? ¿Estás bien? ¿Estás enfadado con nosotros? Seguro que sí, ya sé que en nuestras cartas no te contábamos nada, pero Dumbledore nos hizo jurar que no te diríamos nada, oh, tengo tantas cosas que contarte, y tú también... ¡Los dementores! Cuando nos enteramos, y lo de la visita del Ministerio... es indignante. He estado buscando información y no pueden expulsarte, no pueden hacerlo, lo estipula el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad en situaciones de amenaza para la vida...

Camino hasta ellos, y aparto a mi amiga de Harry.

—Es mi turno de ahogarlo, Hermione. — digo antes de abrazarlo con fuerza. Harry suelta una risita y me devuelve el abrazo. —Te juro que quería patearle el trasero a Dumbledore cuando nos prohibió contarte todo lo que pasaba, estaba muy furiosa. Por favor no me asesines.

—Déjenlo respirar, chicas. — dice Ron detrás de mí.

Cuando me aparto lo veo sonriendo al tiempo que cierra la puerta. Un suave zumbido se oye en la habitación y una cosa blanca sale volando de lo alto del oscuro armario y se posa con suavidad en el hombro de Harry.

—¡Hedwig!

La lechuza, blanca como la nieve, hace un ruidito seco con el pico y le da unos cariñosos golpecitos con él en la oreja, mientras Harry le acaricia las plumas.

—Ahora si eres todo amor, bicho maldito. — murmuro entre dientes. Harry me mira extrañado. —Estaba muy molesta. Nos mató a picotazos cuando nos trajo tus últimas cartas.

—Mira esto...— dice Ron, señalándole el dedo índice de la mano derecha, donde tiene el corte que le hizo.

—¡Oh, vaya! — exclama Harry. — Lo siento, pero quería respuestas...

—Y nosotros queríamos dártelas, Harry. — dice Ron. — Hermione estaba volviéndose loca, y Sophie estaba tan furiosa que no paraba de decir que harías alguna tontería si seguías aislado y solo sin noticias, pero Dumbledore nos hizo...

—...jurar que no me contarían anda. — acaba Harry, y suena sarcástico. — Sí, Hermione ya me lo ha dicho.

Se instala un silencio incomodo y tenso en la habitación, Harry tiene una mueca molesta en el rostro y los ojos llenos de furia contenida.

—Por lo visto, Dumbledore creía que eso era lo mejor. — aclara Hermione con ansiedad.

—Por supuesto. — dice Harry.

El tono de Harry me provoca mucha impotencia, aunque entiendo que esté molesto no debería comportarse de esa manera indiferente.

—Te hice galletitas. — le digo, para aligerar la tensión del ambiente. Camino hasta la cómoda junto a la cama y saco las galletas envueltas en una servilleta. —Son de chocolate blanco porque sé que es tu favorito...

Harry asiente secamente, da una mirada en dirección de las galletas pero no las toma. El corazón se me hunde en el pecho.

—Creo que Dumbledore pensaba que donde estabas más seguro era con los muggles...— empieza a decir Ron.

—¿Ah, sí? — se extraña Harry, arqueando las cejas. — ¿Los han atacado unos dementores a alguno de ustedes este verano?

—Pues no, pero por eso ordenó que fueras vigilado todo el tiempo por miembros de la Orden del Fénix. — le contesto, ignorando que me siento herida por el rechazo a mis galletas.

Harry suelta un bufido, y arruga la frente.

—Pues no ha funcionado muy bien, ¿no crees? Al fin y al cabo he tenido que cuidarme yo solito.

—Dumbledore estaba furioso. — comenta Hermione con una voz casi atemorizada. —Nosotros lo vimos. Cuando se enteró de que Mundungus había abandonado su puesto antes de que terminara su turno...Daba miedo.

—Pues mira, me alegro de que se marchara. — replica Harry con frialdad. —Si se hubiera quedado, yo no habría hecho magia y seguramente Dumbledore me habría dejado en Privet Drive todo el verano.

—¿No estás... no estás preocupado por la visita del Ministerio de Magia? — pregunta Hermione con voz queda.

—No. — dice Harry desafiante.

Se aparta de nosotros, mirando alrededor en la húmeda y oscura habitación. Lo seguimos con la mirada.

—¿Y se puede saber por qué Dumbledore tenía tanto interés en mantenerme escondido? — pregunta Harry, tratando de adoptar un tono despreocupado. —¿Se molestaron en preguntárselo por casualidad?

Los tres compartimos una mirada, esta era la manera en la que nos temíamos que Harry reaccionara.

—Le dijimos a Dumbledore que queríamos contarte lo que estaba pasando. — contesto. —Se lo dijimos, Harry. Pero ahora Dumbledore está muy ocupado, solo lo hemos visto dos veces desde que vinimos aquí, y no tenía mucho tiempo para nosotros; nos hizo jurar que no te contaríamos nada importante cuando te escribiéramos. Dijo que las lechuzas podrían ser interceptadas.

—De todos modos habrían podido mantenerme informado si se lo hubieran propuesto. — replica Harry de manera cortante.

—Harry no es tan sencillo...

—Quizá piense que no se puede confiar en mí. — dice Harry, observándonos con atención.

—No seas idiota. — le contesto, desconcertada por la manera en la que está tomándose la situación.

—¿Entonces por qué tenía que quedarme en casa de los Dursley mientras ustedes dos participaban en todo lo que estaba pasando aquí? ¿Por qué ustedes tres están al corriente de lo que está ocurriendo?

El volumen de la voz de Harry va aumentando con cada palabra que dice.

—¡Eso no es cierto! — lo interrumpe Ron. — Mamá no nos deja acercarnos a las reuniones; dice que somos demasiado pequeños...

Lo próximo que sé es que Harry está hablando a gritos que retumban por la habitación.

—¡AH, YA!, NO HAN ESTADO EN LAS REUNIONES, ¡QUE BIEN! PERO HAN ESTADO AQUÍ, ¿VERDAD? ¡HAN ESTADO JUNTOS! ¡YO, EN CAMBIO, LLEVO UN MES ATRAPADO EN CASA DE LOS DURSLEY! ¡Y YO HE HECHO COSAS MUCHO MAS IMPORTANTES QUE USTEDES TRES, Y DUMBLEDORE LO SABE! ¿QUIÉN SALVÓ LA PIEDRA FILOSOFAL? ¿QUIÉN SE DESHIZO DE RIDDLE? ¿QUIÉN LES SALVÓ LA VIDA CUANDO LOS ATACARON LOS DEMENTORES?

Doy un paso hacia atrás, asustada por los gritos que deja salir. Siento que las lágrimas se acumulan en mis ojos debido a la sorpresa que me genera ver a Harry en tal estado.

—¿QUIÉN TUVO QUE PASAR POR DELANTE DE DRAGONES Y ESFINGES Y TODO TIPO DE BICHOS REPUGNANTES EL AÑO PASADO? ¿QUIÉN VIO QUE ÉL HABÍA REGRESADO? ¿QUIÉN TUVO QUE HUIR DE ÉL? ¡YO!

Volteo la cabeza hacia Ron, él está con la boca abierta, atónico y sin saber que decir, mientras que Hermione parece a punto de llorar igual que yo.

—Harry, nosotros queríamos contártelo, de verdad...— empieza a hablar Hermione.

—NO CREO QUE ESO LOS PREOCUPARA MUCHO, PORQUE SI NO ME HABRÍAN ENVIADO UNA LECHUZA, PERO CLARO, DUMBLEDORE LOS HIZO JURAR...

—Es verdad, Harry, nos...

—HE PASADO CUATRO SEMANAS CONFINADO EN PRIVET DRIVE, ROBANDO PERIODICOS DE LOS CUBOS DE BASURA PARA VER SI ME ENTERABA DE LO QUE ESTABA PASANDO...

—Nosotros queríamos...

—SUPONGO QUE SE HABRÁN REIDO DE LO LINDO, ¿VERDAD? AQUÍ ESCONDIDOS, JUNTITOS...

—No, Harry, en serio...

—¿No quieren una galletita?

Los tres voltean hacia mí, Harry todavía con los ojos furiosos, y Hermione y Ron con preocupación. Me encojo de hombros y levanto las servilleta con galletas.

—Saben ricas.

Hermione sonríe, aún con lágrimas en los ojos y asiente tomando una galleta.

—Si saben ricas. — dice con la boca llena y los ojos llorosos.

Lentamente Ron se acerca y toma una galleta, Harry lo imita mientras relaja la expresión de molestia que tiene en el rostro.

—Ahora que nos calmamos. — digo despacio, con miedo de que las cosas vuelvan a explotar. — Harry, lo sentimos mucho, de verdad lo hacemos. Tienes toda la razón ¡Yo también estaría furiosa si me hubiera pasado a mí!

Harry lanza un suspiro, masticando la galleta con detenimiento.

—Gracias por las galletas. — murmura, su rostro con un poco de culpa. Le sonrío ampliamente. — ¿Qué es esta casa?

—El cuartel general de la Orden del Fénix. — contesto de inmediato.

—¿Y piensa alguien decirme qué demonios es la Orden del Fénix?

—Es una sociedad secreta. — se apresura a responder Hermione. — La dirige Dumbledore; él fue quien la fundó. La formaron los que lucharon contra Quien-tú-sabes la última vez.

—¿Quiénes? — inquiere Harry, con más tranquilidad mientras toma otra galleta.

—Bastante gente...

—Nosotros hemos conocido a unos veinte. — le explico. — Pero creemos que son más.

—¿Y bien? — pregunta Harry, mirándonos con atención.

—Esto...— dice Ron. — ¿Qué?

—¡Voldemort! —exclama Harry enfurecido, los tres volvemos a hacer una mueca de dolor—. ¿Qué pasa? ¿Qué está tramando? ¿Dónde está? ¿Qué vamos a hacer para detenerlo?

—Ya te lo hemos dicho, la Orden no nos deja participar en sus reuniones —comenta Hermione, nerviosa—. Así que no tenemos muchos detalles; pero sí una idea general —se apresura a añadir al fijarse en la expresión de los ojos de Harry.

—Toma otra galletita, Harry. — le digo pasándole toda la servilleta. Harry me mira con mala cara pero las acepta

—Verás, Fred y George han inventado unas orejas extensibles —explica Ron—. Son muy útiles.

—¿Orejas...?

—Extensibles, sí. Pero últimamente hemos tenido que dejar de usarlas porque mamá nos descubrió y se puso hecha una fiera. Fred y George tuvieron que esconderlas todas para que mamá no las tirara a la basura. Pero las usamos bastante antes de que mamá se diera cuenta de lo que estábamos haciendo. Ahora sabemos que algunos miembros de la Orden están siguiendo a unos conocidos mortífagos, están vigilándolos...

—Otros se dedican a reclutar a más gente para la Orden... —intervengo.

—Y otros montan guardia no sé dónde —concluye Ron—. Siempre están hablando de las guardias.

—No será que me vigilan a mí, ¿verdad? —dice Harry con sarcasmo.

—¡Ah, claro! —asegura Ron como si acabara de comprenderlo.

Continuamos explicándole a Harry todo lo que ha sucedido durante el mes que pasó lejos de nosotros. Poco a poco comienza a calmarse, y deja de exaltarse por cada cosa que no comprende. Al cabo de unos minutos se nos unen Fred, George y Ginny.

—Charlie también ha entrado en la Orden —prosigue George, explicándole la situación—, pero todavía está en Rumania. Dumbledore quiere que entren en la Orden todos los magos extranjeros que sea posible, y Charlie intenta captarlos en sus días libres.

—¿Eso no podía hacerlo Percy? —preguntó Harry.

Al oír las palabras de Harry, todos nos volteamos a ver. Hace un mes que el nombre de Percy no era bien recibido en la familia.

—Pase lo que pase, no menciones a Percy delante de mis padres —le advierto con voz tensa.

—¿Por qué no? —pregunta Harry con confusión.

—Porque cada vez que alguien nombra a Percy, papá rompe lo que tenga en las manos y mamá se pone a llorar —contesta Fred.

—Ha sido espantoso —añade Ginny con tristeza.

—Me parece que nos hemos librado de él —dice George con una expresión muy desagradable en la cara. Le doy un golpe en el brazo.

—Percy sigue siendo nuestro hermano.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Harry.

—Percy y papá discutieron —comienza Fred—. Nunca había visto a papá discutir así con nadie. Normalmente es mamá la que grita.

—Fue la primera semana después de terminar el curso —continuo, recordando los hechos—. Estábamos a punto de venir a reunirnos con los de la Orden. Percy llegó a casa y nos dijo que lo habían ascendido.

—¿Bromeas? —dice Harry.

Siento una presión en el pecho, recordando lo sucedido ese día. Siempre hemos sabido que Percy es una persona ambiciosa, pero la mayoría en la familia lo somos y ninguno de nosotros le daríamos la espalda a nuestros hermanos o padres.

—Sí, a todos nos sorprendió —afirma George— Porque Percy se metió en un buen problema por lo de Crouch, y hubo una investigación y todo. Dijeron que Percy debería haberse dado cuenta de que Crouch estaba loco y que habría tenido que informar a algún superior. Pero ya conoces a Percy: Crouch lo había dejado al mando, y él no iba a protestar.

—Entonces, ¿cómo es que lo han ascendido?

—Eso fue exactamente lo que nos preguntamos nosotros —responde Ron, que parecía encantado de poder mantener una conversación normal ya que Harry había parado de gritar. Y la verdad es que todos lo estábamos—. Llegó a casa muy satisfecho de sí mismo, más satisfecho incluso de lo habitual, no sé si podrás imaginártelo; y le dijo a papá que le habían ofrecido un cargo en la oficina del propio Fudge. Un cargo muy importante para tratarse de alguien que sólo hacía un año que había salido de Hogwarts: asistente junior del ministro. Creo que esperaba que papá se quedara muy impresionado.

—Pero papá no se quedó nada impresionado —agrego, negando con la cabeza.

—¿Por qué no? —preguntó Harry.

—Verás, por lo visto Fudge se pasea hecho una furia por el Ministerio vigilando que nadie tenga ningún contacto con Dumbledore —explica George.

—Es que últimamente Dumbledore no está muy bien visto en el Ministerio —agrega Fred—. Todos creen que sólo causa problemas al decir que Quien-tú-sabes ha regresado.

—Papá dice que Fudge ha dejado muy claro que todo el que tenga algo que ver con Dumbledore ya puede ir vaciando su mesa —dice George.

—El problema es que Fudge sospecha de papá, pues sabe que se lleva bien con Dumbledore, y siempre ha creído que papá es un poco raro por su obsesión con los muggles

—Pero ¿eso qué tiene que ver con Percy? —pregunta Harry confundido.

Suelto un suspiro de impaciencia.

—A eso quería llegar. Papá cree que Fudge sólo quiere tener a Percy en su oficina porque pretende utilizarlo para espiar a nuestra familia y a Dumbledore. — le explico

Harry emite un débil silbido.

—Me imagino que eso a Percy le encantó.

Ron y yo soltamos una risa un tanto sarcástica.

—Se puso hecho una fiera. Dijo... Bueno, dijo un montón de cosas terribles. Dijo que había tenido que luchar contra la mala reputación de papá desde que entró a trabajar en el Ministerio, y que papá no tiene ambición y que por eso siempre hemos sido... Bueno, ya sabes, que por eso nunca hemos tenido mucho dinero...

—¿Qué? —se extraña Harry, incrédulo, mientras Ginny hace un ruido de gato enfadado.

—Sí, sí —musito un hilo de voz—. Y eso no es todo. Dijo que papá era un idiota por relacionarse con Dumbledore, que Dumbledore iba a tener graves problemas y papá se iba a hundir con él, y que él, Percy, sabía dónde estaba su lealtad: con el Ministerio. Y que si papá y mamá iban a convertirse en traidores al Ministerio, él pensaba asegurarse de que todo el mundo supiera que ya no pertenecía a nuestra familia. Hizo el equipaje aquella misma noche y se marchó. Ahora vive aquí, en Londres.

Siento que la garganta se me cierra cuando termina de hablar, a pesar de no ser tan unida a Percy sigue siendo mi hermano y me duele que nos haya dado la espalda.

—Mamá lo ha pasado muy mal —prosigue Ron—. Ya te imaginas, llorando y eso. Vino a Londres para intentar hablar con Percy, pero él le cerró la puerta en las narices. No sé qué hace Percy cuando se encuentra a papá en el trabajo, supongo que ignorarlo.

—Pero Percy tiene que saber que Voldemort ha regresado —opina Harry—. No es idiota, tiene que saber que sus padres no se expondrían a perderlo todo si no tuvieran pruebas.

—Sí, bueno, tu nombre también salió en la discusión —continúo explicando y le lanzo a Harry una mirada furtiva—. Percy dijo que la única prueba que tenían era tu palabra, y..., no sé..., no creía que eso fuera suficiente.

—Percy se toma muy en serio todo lo que dice El Profeta —añade Hermione con aspereza, y los demás asentimos

—¿De qué estás hablando? —pregunta Harry, mirando alrededor.

Comparto una mirada con Hermione, y hago una mueca. Pensábamos que al menos estaba enterado de todo lo que El Profeta venía diciendo de él desde hace semanas.

—¿No..., no recibías El Profeta? —pregunta Hermione, nerviosa.

—¡Sí, claro! —responde Harry.

—¿Lo has... leído bien? —insiste ella, aún más nerviosa.

—No de cabo a rabo —confiesa Harry, poniéndose a la defensiva de nuevo. Lanzo una mirada a la servilleta pero las galletas se han acabado—. Si tenían que informar de algo relacionado con Voldemort, lo harían en la primera plana, ¿no?

Todos hacemos una mueca al oír el nombre. Hermione prosigue:

—Bueno, tendrías que haberlo leído de cabo a rabo para notarlo, pero... Bueno, el caso es que te mencionan un par de veces por semana.

—Pero yo lo habría visto...

—Si sólo leías la primera plana no —dice Hermione, moviendo negativamente la cabeza—. No estoy hablando de grandes artículos. Sólo te incluían de pasada, como si fueras un personaje de chiste.

Cuando noto que el rostro de Harry se enfurece de nuevo, me pongo de pie con la excusa de que mamá me está hablando y salgo de la habitación. Me quedo en el pasillo durante un buen rato, tomando un respiro de todo el drama de la última hora.

Generalmente me gusta el drama, pero cuando involucra muertes, asesinatos y magos tenebrosos prefiero observarlo desde lejos. Aunque siendo hermana de Ron Weasley, eso es algo muy difícil de hacer, es la primera ley del mellizo; si tu mellizo cae, tú también caes.

Entro en el dormitorio que comparto con Ginny y Hermione, y me encamino al escritorio para escribirle una carta a Augusta Longbottom. Dentro de una semana será el cumpleaños de Neville, y si planeo verlo antes de que parta a la cabaña de su tío Algie, tengo que ir el fin de semana y para ello debo avisarle a su abuela. Sería muy irrespetuoso de mi parte aparecerme de sorpresa.

Una sonrisa surge en mi rostro.

No puedo esperar a que sea el fin de semana. 

━━━━━━━※━━━━━━━

Holaaa! Espero les guste el capítulo, sé que tal vez es un poco aburrido porque no hay tanto Sophille pero en el siguiente habrá mucho más.

Muchas gracias por sus votos, comentarios y todo lo que hemos crecido. ¡Ya somos 4K! 🥳🥳

Cuando lleguemos a 5K haré maratón, les parece?

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