MOVING CASTLE | KTH + JJK

By sempretaegguk

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『 "¡Estoy aquí para limpiar!" le gritó JungKook. "Entonces ve encontrándole otro sentido a tu vida." dijo Ta... More

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❝ s e v e n t h ❞

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By sempretaegguk

Lo que impidió que JungKook saliera hacia Market Chipping aquella misma tarde fue un ataque intensísimo de dolores y achaques. La llovizna de Porthaven le había calado hasta los huesos. Se tumbó en su cubículo con sus dolores y se dedicó a preocuparse por MinHa. A lo mejor no era tan malo, pensó. Sólo tenía que decirle a MinHa que el mago Kim TaeHyung era el pretendiente del que no estaba segura. Aquello la asustaría. Y le contaría que la mejor manera de alejar a TaeHyung de su lado era confesarle que estaba enamorada de él, y tal vez amenazarlo con alguna tía.

A JungKook le seguían crujiendo todos los huesos cuando se levantó a la mañana siguiente.

—¡Maldita Bruja del Páramo! —le murmuró a su bastón cuando lo sacó, listo para marcharse. Oyó a TaeHyung cantando en el baño como si no hubiera tenido una pataleta en toda su vida. Se acercó a la puerta de puntillas, tan deprisa como pudo.

TaeHyung salió del cuarto de baño antes de que llegara. JungKook lo miró irritado. Estaba todo elegante y deslumbrante, ligeramente perfumado con flores de manzano. El sol de la mañana hacía brillar su traje gris y escarlata y le daba a su pelo un halo ligeramente rosado.

—Creo que este color me favorece bastante. —dijo.

—¿Ah, sí? —gruñó JungKook.

—Le va bien al traje. —dijo TaeHyung—. Eres muy hábil con la aguja, ¿verdad? De alguna manera le has dado al traje más estilo.

—¡Ja! —dijo JungKook.

TaeHyung se detuvo en la puerta con la mano sobre el taco de madera.

—¿Tienes algún dolor o achaque? —preguntó—. ¿O es que te ha molestado algo?

—¿Molestado? —preguntó JungKook—. ¿Y por qué me iba a molestar? Alguien acaba de llenar el castillo con un pringue asqueroso, ha dejado sordos a todos los habitantes de Porthaven y ha reducido a Calcifer a cenizas, y además ha roto unos cuantos cientos de corazones. ¿Por qué me iba a molestar?

TaeHyung se rió.

—Lo siento. —dijo, girando el pomo hacia el rojo—. El Rey quiere verme hoy. Probablemente me haga esperar en Palacio hasta la noche, pero cuando vuelva me encargaré de tu reuma. Y no se te olvide decirle a NamJoon que le he dejado el conjuro sobre la mesa.

Sonrió alegremente a JungKook y salió a las calles engalanadas de Kinsbury.

—¡Y te crees que así se arregla todo! —gruñó JungKook mientras se cerraba la puerta. Pero su sonrisa había conseguido suavizarlo—. ¡Si esa sonrisa funciona conmigo, no me extraña que la pobre MinHa no sepa lo que hace!

—Necesito otro tronco antes de que te vayas. —le recordó Calcifer.

JungKook le puso otro tronco en la bandeja. Luego se volvió hacia la puerta. Pero entonces NamJoon bajó corriendo las escaleras y cogió lo que quedaba de una barra de pan de camino a la puerta.

—No te importa, ¿verdad? —dijo de forma agitada—. Traeré una nueva cuando vuelva. Hoy tengo que hacer una cosa muy urgente, pero volveré por la noche. Si el capitán del barco pide su conjuro para los vientos, está en el extremo de la mesa, con el nombre puesto. —hizo girar el pomo con el verde hacia abajo y saltó a la ladera ventosa, apretando el trozo de pan contra el estómago—. ¡Hasta luego! —gritó mientras el castillo seguía avanzando y la puerta se cerraba.

—¡Qué lata! —se quejó JungKook—. Calcifer, ¿cómo se abre la puerta desde fuera cuando no hay nadie en el castillo?

—A NamJoon o a ti os la abro yo. TaeHyung lo hace él mismo. —contestó Calcifer.

Así que nadie se quedaría sin poder entrar si él salía. No estaba seguro de querer regresar, pero no tenía intención de decírselo a Calcifer. Le dio a NamJoon tiempo para que llegara a donde fuera que se dirigiese y volvió a encaminarse a la puerta. Esta vez lo detuvo Calcifer.

—Si vas a estar mucho tiempo fuera —dijo—, podrías dejarme unos troncos donde los pueda alcanzar.

—¿Puedes cogerlos tú solo? —preguntó JungKook, intrigado a pesar de su impaciencia.

Como respuesta, Calcifer estiró una llamarada azul en forma de brazo terminada en varias llamitas que parecían dedos verdes. No era ni muy larga ni tenía aspecto fuerte.

—¿Ves? Casi llego a las piedras —dijo con orgullo.

JungKook apiló unos troncos delante de la bandeja para que pudiera coger, al menos el que estaba arriba.

—No los quemes hasta que no los tengas sobre la bandeja. —le advirtió, y se dirigió a la puerta una vez más.
Entonces, alguien llamó a la puerta antes de que llegara.

«Menudo día», pensó JungKook. Debía de ser el capitán. Levantó la mano para girar el taco con el azul hacia abajo.

—No, es la puerta del castillo. —dijo Calcifer—. Pero no estoy seguro...

Entonces sería NamJoon, que había regresado por algún motivo, pensó JungKook mientras abría la puerta.
Una cara de nabo le hizo una mueca. Olía a moho. Recortándose contra el cielo azul, un brazo maltrecho que terminaba en el muñón de un palo dio media vuelta e intentó agarrarle. Era el espantapájaros. Sólo estaba hecho de palos y harapos, pero estaba vivo y quería entrar.

—¡Calcifer! —gritó JungKook—. ¡Haz que el castillo vaya más deprisa!

Los bloques alrededor de la puerta crujieron y rozaron unos contra otros. Los brezos verdes y pardos pasaban a toda velocidad. El brazo de palo del espantapájaros golpeó la puerta y arañó el muro del castillo cuando este lo dejó atrás.

Entonces movió el otro brazo como si quisiera agarrarse a la piedra. Tenía toda la intención de meterse en el castillo.

JungKook  cerró la puerta de golpe. Pensó en lo estúpido que había sido al intentar buscar fortuna. Se trataba del mismo espantapájaros que había colocado en el seto, cuando iba de camino al castillo. Había bromeado con él. Y ahora, como si sus bromas lo hubieran devuelto a la vida para hacer el mal, lo había seguido hasta allí y había intentado tocarle la cara.
Corrió a la ventana para ver si aquella cosa seguía intentando colarse en el castillo.

Lo único que vio fue el sol que lucía en Porthaven, con una docena de velas que se izaban en sendos mástiles más allá de los tejados, y una bandada de gaviotas volando en círculos bajo el cielo azul.

—¡Ese es el problema de hallarse en varios sitios al mismo tiempo! —dijo JungKook a la calavera que estaba sobre la mesa.

Y entonces, de repente, descubrió la verdadera desventaja de ser un anciano. El corazón le dio un brinco con un ligero aleteo, y parecía golpearle el pecho intentando salir. Le dolía. Todo el cuerpo le empezó a tiritar y las rodillas le temblaban. Pensó que quizá se estuviera muriendo. Lo único que pudo hacer fue llegar a la silla junto al fuego. Se sentó jadeante, llevándose las manos al pecho.

—¿Te pasa algo? —preguntó Calcifer.

—Sí. Mi corazón. ¡Había un espantapájaros en la puerta! —exclamó JungKook.

—¿Qué tiene que ver un espantapájaros con tu corazón? —preguntó Calcifer.

—Estaba intentando entrar. Me ha dado un susto terrible. Y mi corazón... ¡pero tú no lo entenderías, eres un demonio, jovenzuelo! —jadeó JungKook—. Tú no tienes corazón.

—Sí que tengo. —replicó Calcifer, con tanto orgullo como cuando le había enseñado el brazo—. Está ahí abajo, en la parte que brilla entre los troncos. Y no me llames jovenzuelo. ¡Soy un millón de años mayor que tú! ¿Puedo reducir ya la velocidad del castillo?

—Sólo si se ha ido el espantapájaros —dijo JungKook—. ¿Se ha ido?

—No lo sé. —dijo Calcifer—. No es de carne y hueso. Ya te he dicho que no puedo ver lo que hay fuera.

JungKook se levantó y se acercó de nuevo a la puerta, sintiéndose enfermo. La abrió despacio y con precaución. Por la puerta pasaron a toda velocidad pendientes verdes, rocas y prados morados, lo que le mareó, pero se agarró al marco de la puerta y se asomó para mirar a lo largo de la pared hacia los brezos que iban dejando atrás. El espantapájaros estaba a unos cincuenta metros de ellos. Saltaba de una mata de brezo a otra con siniestra determinación, con los brazos de palo extendidos para no perder el equilibrio en la ladera. Mientras JungKook lo observaba, el castillo le sacó más ventaja. Era lento, pero aún los seguía. Cerró la puerta.

—Sigue ahí. —dijo—. Saltando detrás de nosotros. Ve más deprisa.

—Pero eso estropeará todos mis cálculos. —explicó Calcifer—. Tenía pensado dar la vuelta a las colinas y regresar a donde NamJoon nos ha dejado, justo a tiempo para recogerle esta misma noche.

—Entonces ve el doble de rápido y da la vuelta a las colinas dos veces. ¡Lo que sea con tal de que dejes atrás a esa cosa horrible! —dijo JungKook.

—¡Qué exagerado! —gruñó Calcifer. Pero Calcifer incrementó la velocidad del castillo. JungKook, por primera vez, lo sentía moverse sentado en la silla mientras se preguntaba si se estaría muriendo. No quería morirse todavía, no antes de hablar con MinHa.

A medida que transcurría el tiempo, todas las cosas del castillo empezaron a temblar con la velocidad. Las botellas tintinearon. La calavera daba golpecitos sobre la mesa. JungKook oyó cómo se caían cosas de la estantería del baño al agua de la bañera, donde seguía en remojo el traje azul y plateado de TaeHyung. Empezó a sentirse un poco mejor. Se arrastró otra vez hacia la puerta y miró hacia fuera, con el cabello ondeando al viento. El campo pasaba como un relámpago a sus pies. Las colinas parecían estar girando lentamente mientras el castillo pasaba a toda velocidad por encima. El ruido estremecedor del castillo casi le dejó sordo, y el humo salía a chorros. Pero el espantapájaros ya no era más que una mota negra en la distancia. La siguiente vez que miró, había desaparecido completamente de su vista.

—Bien. Entonces pararé durante la noche. —dijo Calcifer—. Ha sido un esfuerzo terrible.

El traqueteo se interrumpió. Las cosas dejaron de temblar. Calcifer se fue a dormir, como hacen los fuegos, escondiéndose entre los troncos hasta que se convierten en cilindros rosados cubiertos de ceniza blanquecina, con solo unos reflejos de verde y azul asomando por debajo.
JungKook ya se sentía mucho mejor. Fue a pescar seis paquetes y una botella del agua pringosa de la bañera. Los paquetes estaban empapados. No se atrevió a dejarlos así, después de lo del día anterior, así que los colocó en el suelo y, con mucho cuidado, espolvoreó sobre ellos los POLVOS SECANTES. Se secaron casi instantáneamente. Aquello era prometedor. JungKook dejó correr el agua y lo probó con el traje de TaeHyung. También se secó. Seguía manchado de verde y un poco más pequeño que antes, pero se sintió satisfecho al comprobar que al menos podía arreglar algo.

Se sintió lo bastante bien para ocuparse de la cena. Amontonó todo lo que había en la mesa junto a la calavera y empezó a cortar cebollas.

—Al menos tus ojos no lloran, amigo. —le dijo a la calavera—. Puedes considerarte afortunado.

La puerta se abrió de golpe.

JungKook estuvo a punto de cortarse del susto, creyendo que era otra vez el espantapájaros. Pero se trataba de NamJoon. Entró lleno de júbilo. Soltó una hogaza de pan, un pastel de carne y una caja a rayas blancas y rosas encima de las cebollas.

Luego cogió a JungKook por la delgada cintura y lo llevó bailando por toda la habitación.

—¡Todo está bien! ¡Todo está bien! —gritó de alegría.

JungKook daba saltos y se tropezaba para apartarse de las botas de NamJoon.

—¡Tranquilo, tranquilo! —jadeó, intentando sujetar el cuchillo de forma que no cortara a ninguno de los dos—. ¿Qué es lo que está bien?

—¡ChaeRin me quiere! —gritó NamJoon, bailando con él casi hasta el cuarto de baño y luego casi dentro de la chimenea—. ¡Nunca había visto a TaeHyung! ¡Todo ha sido un error!

Luego siguió bailando, girando hasta el centro de la habitación.

—¡Me quieres soltar antes de que este cuchillo nos corte a los dos! —gritó JungKook—. Y podrías explicarte un poco.

—¡Yuuupiii! —gritó NamJoon. Llevó a JungKook dando vueltas hasta la silla y lo dejó caer sobre ella, donde se quedó respirando aguadamente—. ¡Anoche deseaba que le hubieras teñido el pelo de azul! —dijo—. Ahora no me importa. Cuando TaeHyung dijo «Jeon ChaeRin» incluso pensé en teñírselo de azul yo mismo. Ya sabes cómo habla. Sabía que iba a dejar a esta chica en cuanto consiguiera su amor, como hizo con todas las demás. Y cuando pensaba que era mi ChaeRin... En fin, ya sabes que dijo que había otro tipo, ¡así que pensé que era yo! Por eso hoy he ido a Market Chipping. ¡Y todo está bien! TaeHyung debe de estar por otra chica con el mismo nombre. ChaeRin no le ha visto nunca.

—A ver si me entero. —dijo JungKook un poco mareado—. Estamos hablando de la Jeon ChaeRin que trabaja en la pastelería de Kim SeokJin, ¿no?

—¡Claro que sí! —dijo NamJoon radiante—. La amo desde que empezó a trabajar allí, y cuando me dijo que me quería casi no me lo podía creer. Tiene cientos de admiradores. No me habría sorprendido que TaeHyung hubiera sido uno de ellos. ¡Qué alivio! Te he traído una tarta de Kim's Pastry para celebrarlo. ¿Dónde la he puesto? Ah, aquí está.

Le pasó la caja rosa y blanca a JungKook. Los aros de cebolla cayeron sobre su regazo.

—¿Cuántos años tienes, jovencito? —preguntó JungKook.

—Cumplí quince el día uno, el día de la fiesta de mayo. —dijo NamJoon—. Calcifer lanzó fuegos artificiales desde el castillo. ¿A que sí, Calcifer? Ah, está dormido. Probablemente estás pensando que soy demasiado joven para comprometerme, todavía me quedan tres años como aprendiz, y a ChaeRin incluso más, pero nos hemos prometido, y no nos importa esperar.

Entonces JungKook pensó que NamJoon tenía la edad adecuada para MinHa. Y ahora sabía que era un joven bueno y responsable con un futuro como mago. ¡Bendita MinHa! Cuando recordó aquel extraño día de la fiesta de mayo, se dio cuenta de que NamJoon había estado entre aquel grupo de pretendientes que se apoyaban en el mostrador delante de MinHa. Pero TaeHyung se encontraba fuera, en la Plaza del Mercado.

—¿Estás seguro de que ChaeRin decía la verdad sobre TaeHyung? —preguntó preocupado.

—Totalmente. —dijo NamJoon—. Sé cuándo está mintiendo porque deja de hacer molinetes con los pulgares.

—¡Es verdad! —dijo JungKook, riéndose.

—¿Y tú cómo lo sabes? —preguntó NamJoon sorprendido.

—Porque es mi her... la nieta de mi hermana —dijo JungKook—, y de niña no era siempre sincera. Pero... bueno, supongo que ha ido cambiando al crecer. Puede, puede que dentro de un año o así no tenga el mismo aspecto.

—Yo tampoco lo tendré. —dijo NamJoon—. La gente de nuestra edad cambia todo el tiempo—. No nos importará. Seguirá siendo ChaeRin.
«De alguna manera», pensó JungKook.

—Pero supongamos que estuviera diciendo la verdad —continuó preocupado—, ¿y si conoce a TaeHyung con un nombre falso?

—No te preocupes, ya se me había ocurrido. —respondió NamJoon—. Se lo describí, tienes que reconocer que es inconfundible, y no lo ha visto nunca ni a él ni a su maldita guitarra. Ni siquiera tuve que decirle que no sabe tocarla. No lo ha visto nunca, y no dejó de girar los pulgares durante toda nuestra conversación.

—¡Qué alivio! —exclamó JungKook, acomodándose en la silla. Y la verdad es que era un alivio saber que MinHa estaba a salvo de TaeHyung. Pero en realidad no era tanto alivio, porque JungKook estaba seguro de que sólo había otra Jeon ChaeRin en el distrito: la auténtica. Si hubiera habido otra, alguien habría venido a la sombrerería y habría cotilleado sobre ella. Y era muy propio de ChaeRin mostrarse testaruda y no ceder ante TaeHyung. Lo que le preocupaba a JungKook era que ChaeRin le había dicho a TaeHyung su nombre verdadero. Tal vez no estuviera segura sobre él, pero le gustaba lo suficiente para confiarle un secreto tan importante como ese.

—¡No pongas esa cara de preocupación! —se rió NamJoon, apoyándose en el respaldo de la silla—. Mira la tarta que te he traído.

Cuando JungKook se puso a abrir la caja, se le ocurrió que NamJoon había pasado de verlo como un desastre de la naturaleza a caerle bien. Estaba tan contento y agradecido que decidió contar a NamJoon toda la verdad sobre ChaeRin y MinHa y sobre sí mismo. Era justo que supiera el tipo de familia que tenía la mujer con la que se iba a casar. La caja se abrió. Era la tarta más deliciosa de Kim, cubierta de crema y cerezas y pequeñas virutas de chocolate.

—¡Oh! —exclamó JungKook.

El taco sobre la puerta giró por si solo hasta quedar con la mancha roja mirando hacia abajo. Entonces entró TaeHyung.

—¡Qué tarta tan maravillosa! ¡Mi favorita! —dijo—. ¿Dónde la has comprado?

—Yo... esto... en Kim's Pastry. —dijo NamJoon un poco cortado. JungKook levantó los ojos hacia TaeHyung. Era evidente que algo lo interrumpiría siempre cuando estuviera a punto de decir que estaba hechizado. Incluso, al parecer, un mago.

—Por el aspecto, merece la pena el paseo. —dijo TaeHyung, inspeccionando la tarta—. He oído que Kim's Pastry es la mejor pastelería de Kingsbury. Mira que soy tonto, no he ido nunca. ¿Y es un pastel de carne aquello que veo sobre la mesa? —se acercó a mirar—. Pastel sobre un lecho de cebollas crudas. La calavera parece estar sufriendo muchísimo. —cogió la calavera y le sacó un aro de cebolla de la cuenca del ojo—. Ya veo que JungKook ha estado muy ocupado de nuevo. ¿No podías haberlo controlado, amigo mío?

La calavera movió los dientes. TaeHyung pareció desconcertado y la dejó en su sitio a toda prisa.

—¿Pasa algo? —preguntó NamJoon lleno de sospechas.

—Pues sí. —respondió TaeHyung—. Tendré que encontrar a alguien que ensucie mi nombre ante del Rey.

—¿No ha funcionado bien el conjuro para los carros? —preguntó NamJoon.

—Al contrario, ha funcionado perfectamente. Y ese es el problema. —dijo TaeHyung, haciendo girar inquieto el aro de cebolla en un dedo—. El Rey está intentando que me comprometa a hacer otra cosa. Calcifer, si no tenemos cuidado, me va a nombrar Mago Real.

Calcifer no respondió. TaeHyung acudió junto al fuego y se dio cuenta de que estaba dormido.

—Despiértale, NamJoon. —dijo—. Necesito consultarle una cosa.
NamJoon le echó dos troncos a Calcifer y le llamó. No hubo respuesta, excepto una delgada espiral de humo.

—¡Calcifer! —gritó TaeHyung. Aquello no sirvió de nada. TaeHyung le dirigió a NamJoon una mirada confundida y cogió el atizador, cosa que JungKook no le había visto hacer nunca—. Lo siento, Calcifer. —dijo, pinchando bajo los troncos que quedaban por quemar—. ¡Despierta!

Una gruesa nube de humo se elevó en el aire.

—¡Déjame en paz! —gruñó Calcifer—. Estoy cansado.

Al oír esto, TaeHyung pareció muy alarmado.

—¿Qué le pasa? ¡Nunca lo había visto así!

—Creo que ha sido el espantapájaros. —dijo JungKook.

TaeHyung dio media vuelta sobre las rodillas y lo taladró con sus ojos de vidrio.

—¿Qué has hecho ahora?

No dejó de mirarlo mientras JungKook se explicaba.

—¿Un espantapájaros? —preguntó—. ¿Calcifer accedió a llevar el castillo más deprisa por un espantapájaros? Querido JungKook, haz el favor de decirme cómo consigues que un demonio del fuego te obedezca. ¡Me encantaría saberlo!

—No le he obligado. —contestó JungKook—. Me he asustado y le he dado.

—Se ha asustado a Calcifer le ha dado pena. —repitió TaeHyung—. Mi querido JungKook, Calcifer nunca siente lástima por nadie. En fin, espero que disfrutes de las cebollas crudas y del pastel de carne para la cena, porque has estado a punto de acabar con Calcifer.

—También está la tarta. —dijo NamJoon, intentando poner paz.

La comida pareció mejorar algo el ánimo de TaeHyung, aunque no dejó de mirar con preocupación los troncos sin quemar de la chimenea durante toda la cena. El pastel de carne frío estaba bueno y las cebollas quedaron bastante sabrosas cuando JungKook las bañó en vinagre. La tarta estaba exquisita. Mientras se la comían, NamJoon se arriesgó a preguntarle a TaeHyung qué quería el Rey.

—Todavía nada concreto. —dijo TaeHyung con aire sombrío—. Pero me ha estado tanteando sobre su hermano, cosa poco halagüeña. Aparentemente tuvieron una gran discusión justo antes de que el príncipe ChanYeol se marchase, y corren rumores. El Rey obviamente quería que me ofreciera para salir en su busca. Y yo, como un tonto, le dije que no creía que el mago Lee estuviera muerto, y aquello complicó las cosas aún más.

—¿Por qué quieres evitar buscar al príncipe? —preguntó JungKook—. ¿No crees que puedas encontrarle?

—Tienes menos tacto que un toro, ¿verdad? —dijo TaeHyung. Todavía no lo había perdonado por lo de Calcifer—. Quiero escabullirme porque sé que puedo encontrarle, si tanto te interesa saberlo. ChanYeol era muy amigo de Lee, y la pelea con el Rey fue porque le dijo que se iba a buscarle. Pensaba que el Rey había hecho mal en enviar a Lee al páramo. Y hasta tú debes saber que allí hay una cierta dama que siempre causa problemas. El año pasado prometió freírme vivo y me ha enviado una maldición que hasta ahora he conseguido esquivar solamente porque tuve el acierto de darle un nombre falso.

JungKook estaba casi admirado.

—¿Quieres decir que le diste calabazas a la bruja del Páramo?

TaeHyung se cortó otro pedazo de tarta, con expresión triste y noble.

—Yo no lo diría con esas palabras. Admito que durante un tiempo creí estar encariñado con ella. En algunos aspectos es una dama muy triste, sin amor. Todos los hombres de Ingary le tienen pánico. Tú deberías comprender cómo se siente, querido JungKook.

JungKook abrió la boca totalmente indignado y NamJoon intervino rápidamente:

—¿Crees que deberíamos mover el castillo? Para eso lo inventaste, ¿no?

—Eso depende de Calcifer. —dijo TaeHyung, mirando por encima del hombro a los troncos que apenas humeaban—. La verdad es que cuando pienso en el Rey y la bruja, los dos detrás de mí, me dan ganas de plantar el castillo en alguna roca agradable a unas miles de millas de distancia.

NamJoon deseó no haber abierto la boca. JungKook vio que estaba pensando que miles de millas de distancia era terriblemente lejos de MinHa.

—¿Pero que le pasará a tu Jeon ChaeRin si te vas de aquí? —le preguntó a TaeHyung.

—Supongo que para entonces ya todo habrá terminado. —dijo TaeHyung distraído—. Pero si se me ocurriera alguna forma de quitarme de encima al Rey... ¡Ya sé! —levantó el tenedor, con un trozo de crema y tarta, y apuntó con él a JungKook—. Tú puedes ensuciar mi nombre ante el Rey. Podrías fingir ser mi anciano padre e ir a rogarle por tu querido hijo. —y le brindó a JungKook esa sonrisa que sin duda había encantado a la bruja del Páramo y posiblemente a ChaeRin también, dirigiéndosela de manera deslumbrante a lo largo del tenedor y de la crema, directamente a los ojos de JungKook—. Si eres capaz de intimidar a Calcifer, el Rey no te dará ningún problema.

JungKook le miró sorprendido incapaz de decir nada. Pensó que ese era el momento en el que le tocaba escabullirse. Se marchaba. Lo sentía mucho por el contrato de Calcifer. Estaba harto de TaeHyung. Primero el fango verde, luego las miradas asesinas por algo que Calcifer había hecho por voluntad propia. ¡Y ahora esto! Mañana escaparía a Upper Folding y le contaría todo a ChaeRin.


¡Aquí les traigo otro capítulo!
Disfrútenlo mucho y recuerden que si encuentran un error pueden hacermelo saber ❤️🌼

¡Besos y abrazos!

~CookiePuh.💜

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