Un salto al vacío

By LunnaDF

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Ana Gabriela Real, más conocida como Ágatha, es la cantante pop del momento. Miles de jóvenes la admiran y su... More

🎤 Sinopsis + Info Importante 🎤
Capítulo 1 🎤
Capítulo 2 🎤
Capítulo 3 🎤
Capítulo 4 🎤
Capítulo 5 🎤
Capítulo 6 🎤
Capítulo 7 🎤
Capítulo 8 🎤
Capítulo 9 🎤
Capítulo 10 🎤
Capítulo 11 🎤
Capítulo 12 🎤
Capítulo 13 🎤
Capítulo 14 🎤
Capítulo 15 🎤
Capítulo 16 🎤
Capítulo 17 🎤
Capítulo 18 🎤
Capítulo 19 🎤
Capítulo 20 🎤
Capítulo 21 🎤
Capítulo 22 🎤
Capítulo 23 🎤
Capítulo 24 🎤
Capítulo 25 🎤
Capítulo 26 🎤
Capítulo 27 🎤
Capítulo 28 🎤
Capítulo 29 🎤
Capítulo 30 🎤
Capítulo 31 🎤
Capítulo 32 🎤
Capítulo 33 🎤
Capítulo 34 🎤
Capítulo 35 🎤
Capítulo 36
Capítulo 37 🎤
Capítulo 38 🎤
Capítulo 39 🎤
Capítulo 40 🎤
Capítulo 41 🎤
Capítulo 42 🎤
Capítulo 43 🎤
Capítulo 44 🎤
Capítulo 45 🎤
Capítulo 46 🎤
Capítulo 47 🎤
Capítulo 48 🎤
Capítulo 49 🎤
Capítulo 50 🎤
Capítulo 51 🎤
Capítulo 52 🎤
Capítulo 54 🎤
Capítulo 55 🎤
🎤 Epílogo 🎤
Extra 1 🎤
Extra 2 🎤

Capítulo 53 🎤

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By LunnaDF

La gente sobresaltada comenzó a gritar, y Lautaro, que había salido a buscar a Pili con desesperación, no se dio cuenta de lo que allí sucedía. Cuando regresó, vio a Gaby rodeada de personas en medio del escenario y a Pilar abrazándola y no pudo ocultar las lágrimas de desesperación y confusión, por lo que buscó otra salida para alejarse de la muchedumbre y andar hacia los camerinos.

Por el camino, se topó con Alicia que no acababa de entender lo que sucedía. Lautaro le explicó que Gaby se desmayó y ambos corrieron hacia el guardia de seguridad que custodiaba la zona de los artistas.

—¡Tranquilos!

Por los parlantes escucharon que el locutor intentaba, sin efecto, calmar a la muchedumbre.

—Por favor, déjennos pasar, somos familiares de Gaby, de Ágatha —imploró al guardia.

—Sí, seguro... —dijo este con reticencia e ironía.

—¡En serio! —gritó Alicia desesperada.

—¡Papi! ¡Papi!

Lautaro vio a Lala acercarse con Pili de la mano y esperó ansioso a que llegaran junto a él.

—La llevarán al hospital. ¡Vamos! —exclamó e hizo un gesto para que el guardia los deje pasar. Lautaro se contuvo las ganas de pegarle y rematar su furia por él.

—¿Qué le pasó? —inquirió Alicia desorientada.

—No lo sé, la vi mal, pero no tengo idea —dijo la muchacha—, la sacaron en una camilla y la llevaron en la ambulancia al hospital más cercano. ¡Tengo el auto por allá! —exclamó y comenzó a correr.

Lautaro cargó a Pili en sus brazos para seguir el ritmo de Lala y los tres la alcanzaron y subieron al vehículo a toda velocidad.

Cuando llegaron al sitio, no los dejaron pasar, les dijeron que la muchacha estaba siendo atendida y que debían aguardar allí. Pronto, la sala de espera se llenó de gente, llegó Matías, Franco, y algunas personas allegadas que formaban parte de su círculo laboral. Afuera del hospital, los periodistas se aglutinaban en espera de noticias.

Lautaro se alejó con Pilar y se sentaron cerca de una ventana, Alicia, mientras tanto y a pedido de Lala, llamó a Alejandro para informarle de la situación al tiempo que la muchacha se comunicaba con los padres de Gaby.

Las horas de espera se hicieron interminables y al final, Lautaro creyó que era mejor que Pilar regresara con Alicia al departamento de Gaby, donde se iban a hospedar esos días. Alicia concordó en que era lo mejor para la niña y a pesar de que esta se negó, terminaron por convencerla.

Durante la madrugada, la madre, el padre y el hermano de Gaby llegaron al hospital. Alejandro les presentó a sus padres a Lautaro como el novio de Gaby y ellos le saludaron con cortesía. Nadie hablaba mucho, Matías hacía llamadas tras llamadas mientras Lala lo observaba a la distancia con mirada desconfiada.

Lautaro se acercó a Lala cuando esta se quedó un rato sola.

—No sé si yo debería estar aquí —dijo él y ella la miró con curiosidad.

—¿Cómo?

Lautaro suspiró.

—Siento que no es mi lugar, Lala...

—¿Gaby no es tu lugar, Lautaro? —inquirió la muchacha—. Si piensas así es mejor que te vayas y no regreses...

—No lo comprendes...

—No... —respondió ella cortante—. O la amas o no la amas, es lo único que comprendo —zanjó.

En ese momento el médico salió preguntando por los familiares de Gabriela.

La madre, el padre y el hermano se acercaron, pero un minuto después, también Matías y Lala rodearon al médico.

—Está bien, está estable, está descansando, tuvo una descompensación, aparentemente es solo estrés, pero le haremos unos cuantos estudios —explicó y luego miró a los familiares para hablarles solo a ellos.

Lautaro, al oír eso suspiró. Pasaba la media noche y pensó que lo mejor sería regresar a casa. No tenía mucho qué hacer allí, aunque Lala no lo comprendiera, él no era nadie en ese sitio por más que Gabriela fuera todo para él.

Lala lo vio partir y negó con la cabeza, odiaba los hombres cobardes y al parecer Lautaro era uno de ellos, en ese caso, no tenía nada que hacer allí, no después de lo que su amiga había hecho por él en el escenario.

Pero la verdad era que Lautaro se sentía agobiado, cansado y sin respuestas a las dudas que lo aquejaban.

Caminó sin rumbo por las calles silenciosas hasta que decidió llamar a Karen, sabía que no era la mejor opción, pero no tenía a nadie más con quién hablar que resultara neutro. Marcó el número y un rato después reconoció la voz adormilada de su amiga preguntando quién era.

—Lauty... ¿Qué sucede? —inquirió Karen.

—¿Podemos hablar?

—Claro... ¿Qué sucede?

—Nada, solo necesito hablar con alguien, Karen...

La muchacha asintió y aguardó a que continuara. Lo conocía bien, habían sido amigos siempre y solían buscarse cada vez que alguno de los dos estaba mal. Lautaro comenzó a contarle sobre su relación con Gabriela y sobre la decisión que había tomado de alejarse de ella, pero había obviado decirle que Gaby era Ágatha porque como él se había perdido lo que ella había dicho en el concierto ignoraba que ya todo el mundo conocía esa información, guardó el secreto, aunque eso le hiciera más difícil de lo que creía poder expresar su consternación.

—No pertenecemos al mismo mundo... —concluyó.

Karen, que había visto esa misma noche uno de los videos virales en los cuales Ágatha contaba su verdad y se sacaba la peluca antes de desmayarse, no acababa de comprender.

—A ver... dime algo... ¿Tú lo sabías o no? —inquirió Karen para ordenar sus ideas.

—¿Saber qué? —preguntó Lautaro confundido.

—Lo de que tú novia, Gabriela, es la cantante más conocida del momento: Ágatha —añadió ella confundida.

—¿Cómo lo sabes? —inquirió él.

—Lo dijo ella misma hoy, en el concierto de Navidad, se sacó la peluca y la máscara y lo admitió ante todos. ¿No estabas allí? ¿No lo sabías?

Lautaro la miró perplejo.

—Estaba, pero Pilar desapareció y nos pusimos a buscarla y me perdí su parte... Justo antes de que saliera, habíamos hablado en su camerino y le había dicho que no podía seguir...

—Busca el video, está en toda internet... —dijo Karen—. Te paso el link, revisa el WhatsApp... —añadió.

Lautaro escuchó entonces todo lo que ella había dicho y las lágrimas se le cayeron por los ojos.

—Tengo que admitir —dijo Karen cuando retomó la llamada—, que tenía mucho temor de que esta mujer te lastimara... tú sabes que yo... bueno, quizá solo eran celos infundados, pero quisiera que fueras feliz, que alguien te valorara y viera todo lo que tienes dentro...

Lautaro la escuchó con atención, le costaba hablar y él lo sabía.

—Hoy cuando vi este video y supe que era ella, y sobre todo cuando la escuché hablar así, de ti y de Pili... hacer lo que hizo solo por ti... —se mordió el labio aunque él no pudiera verla, como si aquello le costara admitir—, supe que esa mujer te ama, Lautaro, y que ve en ti todo lo que yo veo, y quizá más porque te conoce aún mejor... Lo que hizo... es de valientes... y para amar hay que ser valientes.

Lautaro suspiró, ahora se sentía mal, culpable y cobarde.

—No puedo creer que me perdí de eso, fui al hospital y no me quedé allí... Estaba rodeada de su familia, sus amigos a quienes no conozco, su productor que es su ex y que me odia, llena de periodistas, y... sentí... que yo no era nadie y que ese no era mi lugar...

—Tu problema es que no te das el valor que te mereces, Lautaro. Yo comprendo que tú tienes una historia en la cual siempre has perdido a las personas que amas, a tu madre, a la madre de tu hija... Sé que tú, aunque dices que respetas las decisiones de los demás, esperas como todos que los que amas te elijan, y que sientes que ellas no lo hicieron y que estás destinado a luchar solo en la vida... Te aferras a Pili y, aunque eso no está mal, te has descuidado a ti mismo... ¿Acaso te estás eligiendo tú, Lauty?

Lautaro hizo silencio y perdió la vista en sus manos.

—¿No te das cuenta de que no puedes pretender que otros te den lo que tú no te das? No puedes pretender que alguien te elija si no te eliges tú primero. Lo único cierto aquí es que tienes miedo a amar porque tienes miedo a perder, pero la única forma en que puedas llegar a ganar es arriesgándote a perder... Esa mujer, contra todo mi pronóstico —dijo y suspiró—, se ha jugado por ti hoy, ante miles de personas... ¿Y tú? ¿A ti te aterra no ser parte de su mundo? ¡Eres su mundo! Porque solo alguien que ama puede hacer lo que ella hizo hoy, te puso a ti delante de su carrera y sus sueños...

—Dios... yo no quería que hiciera eso... no se lo pedí... —dijo con culpa

—Lo hizo por amor, Lauty, porque no quiere perderte... porque seguro quiere que seas parte de ese mundo en el que vive...

—No sé cómo hacerlo, no sé cómo ser parte de eso...

Karen suspiró, se llevó las manos a la cabeza y negó.

—No tienes que saber hacerlo, solo tienes que hacerlo... Acá no es ella quien no te está eligiendo, eres tú quien no la elige a ella —zanjó—, y, además, la estás haciendo elegir entre tú y su carrera...

—¿Cómo? ¡No! —exclamó.

—Ella te ama, quiere estar contigo... es probable que, si siente que tú no te quedas por no pertenecer a su mundo, ella abandone ese mundo por ti... ¿Es eso lo que quieres?

—No, claro que no, ella es feliz en el escenario y yo amo verla allí...

—¿Entonces? Otra opción es que ella elija el escenario y se aleje de ti... como hizo la madre de tu niña, ¿no?

—Sí...

—Y tú pensarás que no te eligió... Pero ¿acaso no estás forzando esta situación? Ella ha dado mucho de su parte, ¿no corresponde que lo intentes tú? ¡Elígela si la amas, Lauty! Elígela por sobre tu miedo a sufrir...

Lautaro asintió, Karen tenía razón y él lo sabía... Ella suspiró y al oír esa expresión él comprendió la grandeza del amor, ella elegía su felicidad por sobre la suya, pues había dolor tras aquellas palabras.

—Gracias...

—No me lo agradezcas —dijo ella con ternura—, para eso estamos los amigos —añadió.


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