Una luz para cada sombra. [Se...

Par DRCTKSS

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Habían pasado dos años desde el nacimiento del miembro más reciente de la familia Grey. Aria jamás pensó que... Plus

Prólogo.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Capítulo diecinueve.
Capítulo veinte.
Capítulo veintiuno.
Capítulo veintidós.
Capítulo veintitrés.
Capítulo veinticuatro.
Capítulo veinticinco.
Capítulo veintiseis.
Capítulo veintisiete.
Capítulo veintiocho.
Epílogo.
Notita. <3
Conclusión...
C. EXTRA [1]
C. EXTRA [2]
C. EXTRA [3]
C. EXTRA [4]
C. EXTRA [5]
C. EXTRA [6]
C. EXTRA [7]
C. EXTRA [8]
C. EXTRA [9]
C. EXTRA [10]
C. EXTRA [11]
C. EXTRA [12]
C. EXTRA [FINAL]
Alex y Nadia, ¿algo nuevo?
¡Decidido!
¡Último aviso! :D

Capítulo catorce.

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Par DRCTKSS

-Esto no está saliendo como lo planeamos, Michael, y a Elena no le va a hacer ninguna gracia -dije a mi gemelo mientras me mordía el labio algo nerviosa.

El nombramiento de nuestra querida madre, estremeció a Michael. A pesar de sus ojos verdes -herencia de nuestro desconocido padre- y de nuestro pelo rubio -herencia de nuestra maternal madre-, jamás aceptaría que él y yo éramos gemelos.

Sus rasgos eran mucho más afilados que los míos, y aunque sonriese, la mueca que se le formaba le hacía parecer hasta cruel... Aunque parecía ser la única que lo notaba.

-No sé qué haremos, pero ella no debe enterarse de nuestro fracaso... Al menos, por ahora.

Sentí un frío apoderándose de mi estómago y tragué compulsivamente. -Quizá podamos arreglarlo... -me arreglé el pelo-, Tenemos que hacer algo para separarlos. ¡Ted no puede estar junto a esa zorra, teniéndome a mí!

La mueca divertida de Michael me exasperó.

-Estás celosa... Qué patética eres, Alexia...-él se rió cuando me sonrojé de la furia-. Tranquila, hermanita... Pensaré en algo mientras tú intentas recuperar la confianza del joven Grey.

Apreté los labios cuando él se levantó del sofá de mi amado piso y me miró con superioridad.

- Y recuerda lo que te dije, Alexia. No pierdas los nervios con el ricachón... Él es nuestro pasaje hasta su dinero -se puso la chaqueta y sonrió-. Deja de ser tan puta y mantén las piernas cerradas hasta que lo consigamos. No quiero que se repita lo del último tío.

Me sonrojé al máximo cuando recordé cómo el sensual desconocido había conseguido entretenerme. Por su culpa, no había podido interceptar a Aria y a Ted... Aunque había logrado un magnífico orgasmo.

-Deja de insultarme, marica -le solté, furiosa-. Lárgate con tu novio a comerle la polla.

Sabía que a él le molestaría aunque no lo demostrase, y eso me encantaba.

-Eso se te da mejor a ti, hermanita... -el idiota me guiñó un ojo-. Te avisaré de cómo han ido pasando las cosas.

Y sin despedirse, se largó, cerrando de un portazo la puerta principal. Me mordí el labio pensando en todo lo que había en juego y suspiré. Si esto salía bien, sacaríamos a nuestra madre de la cárcel... Y ella nos recompensaría con creces.

Aunque realmente lo único que yo quería era a Ted... A mi amado Ted... Y a nuestro hijo.

Sonreí. Alexander también sería mío.

******

Desperté con la mejor sensación del mundo. Dulces besos se repartían por mi espalda, y sonreí cuando su pelo me hizo cosquillas en la piel.

Me reí cuando ella se acostó sobre mí, pegando sus pechos a mi espalda y besó mi cuello.

Moví mi brazo hasta sus muslos, que descansaban a cada lado de mi cuerpo y acaricié su suave piel.

Gemí recordando el tiempo que hacía que no despertaba con esta felicidad clavada en el corazón.

-Buenos días, Sr. Grey...-la voz ronca a causa del sueño de Aria me encantó.

-Buenos días, Sra. Grey...

Ella rió y hundió su mano en mi pelo, tirando de mi cabeza hacia un lado para que pudiésemos darnos un extraño beso... Que me encantó.

Sentí sus pezones endurecer contra mi espalda, y gruñí de placer.

Obligué a Aria a tirarse sobre la cama para que pudiese encararla. Cuando estuve sobre ella, la besé con la pasión que sentía en ese mismo instante. Ella me respondió con la misma intensidad, y sólo nos separamos cuando el aire nos faltó.

Con un brillo en sus ojos, que seguro que también se reflejaban en los míos, ella dijo:

-No quiero que desconfíes nunca más de mí, Ted. Te quiero, y espero que algún día puedas comprender que jamás te haría daño... Ni te traicionaría por nada del mundo.

Sus palabras crearon un nudo en mi garganta, pero cuando ella intentó irse a causa de mi silencio, lo evité.

Agarrándola de la muñeca, la atraje hasta mí y la abracé. Mis latidos aumentaron cuando el suave olor de su pelo me envolvió.

-Te amo...-susurré en su oído-. Jamás volveré a desconfiar de ti, Aria. Te lo juro.

Ella se estremeció entre mis brazos y me abrazó con más fuerza.

De repente, se escuchó un fuerte ruido y un grito alarmado.

-¡Alexander! -gritó la voz de mi madre.

Aria saltó de mis brazos alarmada, y corrió hasta el armario para ponerse algo de ropa; yo la imité.

En el pasillo, me encontré a mi madre arrodillada con Alexander en brazos. Mi pequeño hijo lloraba con fuerza, y se me encogió el corazón al verlo así.

Aria se arrodilló junto a mi madre y cogió el pequeño brazo de nuestro hijo, examinándolo.

Me sorprendí con la rapidez que actuó. Todavía no me acostumbraba a verla actuar como una doctora... A pesar de que estaba acabando su carrera aquí.

Minutos después, Alexander había dejado de llorar y ahora simplemente se agarraba la muñeca con fuerza.

-Tranquilo cariño -le besó la cabeza y lo cogió en brazos-. Vamos a ponerte hielo en esa mano y pronto te dejará de doler, ¿De acuerdo?

Se me hinchó el corazón de amor al ver a Aria con nuestro hijo en brazos. Éste, a pesar de haberse dado un buen golpe en la mano, sonreía ante las tonterías que Aria hacía. Verlos sonreír, con esos dos pares de hoyuelos idénticos, me hizo sonreír todavía más.

Sin querer evitarlo, me acerqué a ellos y besé a cada uno en la cabeza y antes de saludar a mi madre me aseguré que Alex estaba completamente bien.

Cuando Aria y Alex desaparecieron en la cocina, abracé a mi madre y ella me devolvió el abrazo gustosa.

-No sé cómo ha pasado, Ted... En un segundo estaba a mi lado, y al siguiente estaba corriendo por el pasillo hacia vuestra habitación.

Inspiré con fuerza ante lo que habría visto si hubiese entrado en la habitación minutos antes.

-No pasa nada, mamá. No ha sido nada grave, pero... ¿Cómo has entrado?

Ella se sonrojó y sus ojos, idénticos a los míos, brillaron avergonzados.

-Alex y yo queríamos darte una sorpresa... Aunque claramente no sabía que os estabais reconciliando...

La mirada cómplice que dirigió a mi ropa me hizo reír.

-¿Y dónde está papá?

-Oh, él se ha quedado hablando con Phoebe sobre información que quería conseguir y que era mejor que no supiese-luego, añadió en tono confidencial-: pero acabará contándomelo...

Y con un guiño, se encaminó a la cocina para poder ver el estado de su nieto.

La seguí feliz de que todo se hubiese arreglado, pero con una pequeña pregunta mental que desearía poder contestar:
¿Qué era lo que quería saber y que era tan importante para Phoebe, que le pedía ayuda a nuestro padre?

*******

Cuando acabé mi enorme monólogo, en el que le explicaba todas mis sospechas, y luego acertadas dudas sobre Alexia, sentía que me faltaba el aire.

Su mirada se había endurecido a cada palabra, pero aún así, su voz fue suave cuando me habló.

-¿Quién es tu informador, Phoebe?

-¡Eso no importa, estamos hablando de que Alexia ha intentado destruir el matrimonio de Ted! Además... Luego está el pequeño hecho de que Elena es su madre. Y de que no actúa sola. ¿Y si Elena está decidida a vengarse de Aria? ¿Y quién es quien le ayuda? ¡Necesito que me ayudes, papá, no que te pongas sobreprotector!

-Phoebe -su voz sonó dura-. Yo me encargaré de todo esto. Mientras, te pido que te alejes de todo esto, por tu seguridad. Investigaré a Alexia y a Elena más a fondo, y si hay algo que debas saber, lo sabrás. ¿Entendido?

Apreté los labios, haciendo un involuntario puchero, y asentí... Aunque, realmente tanto él como yo sabíamos que no me quedaría al margen... Desde luego que no.

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