NEPENTHE ⟶ James Potter ⟶ Esp...

By -CamilleBlack-

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Ha pasado más de un año desde el asesinato de su esposa, Lily, y James Potter desea cada día que sea simpleme... More

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NEPENTHE
prologue
chapter one
chapter two
chapter three
chapter four
chapter five
chapter six
chapter seven
chapter eight
chapter nine
chapter ten
chapter eleven
chapter twelve
chapter thirteen
chapter fourteen
chapter fifteen
chapter sixteen
chapter eighteen
chapter nineteen
chapter twenty
chapter twenty-one
chapter twenty-two
chapter twenty-three
chapter twenty-four
chapter twenty-five
chapter twenty-six
chapter twenty-seven
chapter twenty-eight
chapter twenty-nine
chapter thirty
chapter twenty-one
chapter thirty-two
chapter thirty-three
chapter thirty-four
chapter thirty-five
chapter thirty-six
chapter thirty-seven
chapter thirty-eight
chapter thirty-nine
chapter forty
chapter forty-one
chapter forty-two
chapter forty-three
chapter forty-four
chapter forty-five
chapter forty-six
chapter forty-seven
chapter forty-eight
chapter forty-nine
chapter fifty
chapter fifty-one
chapter fifty-two
chapter fifty-three
chapter fifty-four
chapter fifty-five
chapter fifty-six
chapter fifty-seven
chapter fifty-eight
chapter fifty-nine
chapter sixty
chapter sixty-one
chapter sixty-two
chapter sixty-three
chapter sixty-four
chapter sixty-five
chapter sixty-six
chapter sixty-seven
chapter sixty-eight
chapter sixty-nine
chapter seventy
chapter seventy-one
chapter seventy-two
chapter seventy-three
chapter seventy-four
chapter seventy-five
epilogue
sequel is up

chapter seventeen

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By -CamilleBlack-

Parecía que cuanto más tiempo permanecía Renata en la casa de los Potter, más se fijaba en las prendas de James, creyendo que eran de sus hermanos, y cuanto más las cogía, se daba cuenta de que su hermano iba a acabar desnudo si se las quedaba todas. Aunque eran cómodas, pensó que era injusto mantener su ropa como rehén, y ni una sola vez se le pasó por la cabeza que estaba usando la ropa de James. Uno supondría que James diría algo, pero no se atrevía a hacerlo. Renata había confesado durante una de sus discusiones nocturnas que era muy difícil encontrar ropa o túnicas que no le irritaran la piel porque los materiales eran muy ásperos siempre.

Así que, naturalmente, James nunca dijo una palabra ni le comentó que, de hecho, llevaba sus jerseys y camisas por la casa. Varias veces, Remus y Sirius se habían dado cuenta cuando visitaban la casa por separado para ver cómo estaban James y Harry. Fueron a mencionarlo pero James les advirtió que se mantuvieran en silencio. Era lo menos que podía hacer por Renata además de pagarle, con todo lo que hacía por él y por Harry.

Además, había una parte de él que se sentía feliz cuando la veía llevar su ropa, no sabía bien por qué. Renata siempre llevaba los trajes más bonitos, todos ellos confeccionados a la perfección y siempre tan "arreglados y elegantes" como proclamaba Sirius. Ella, por supuesto, se veía bien con su propia ropa, pero tal vez era el hecho de que se veía cómoda y relajada con la ropa de él lo que lo hacía feliz. Después de todo, él se preocupaba tanto de que ella estuviera cómoda mientras se quedaba con ellos en la casa. Todavía le molestaba que ella no aceptara una de las habitaciones más grandes, pero ella insistía en que su dormitorio estaba bien.

Si bien era su propia misión asegurarse de que Harry fuera feliz, junto con él, parecía que la felicidad de Renata también se convertía en una prioridad en su vida. Desde que llegó a su vida en el momento en que lo necesitaban, Renata hacía todo lo que se le pedía sin rechistar, eso era algo maravilloso de tener, pero también eran las pequeñas cosas que hacía las que realmente traían una felicidad al ambiente.

Como cuando James se despertaba algunas mañanas y encontraba el último número de Seeker Weekly, la revista de Quidditch de publicación internacional. O cuando cogía libros de cocina por aquí y por allá, porque desde sus exitosos espaguetis, a James le resultaba bastante agradable cocinar y estaba dispuesto a probar nuevas recetas, con la orientación de Renata, por supuesto.

Ella le dejaba el somnífero en la mesa de la cocina por la noche para que se acordara de tomarlo y James tenía que admitir que todo estaba funcionando bastante bien. Hacía semanas que no tenía pesadillas y, desde luego, esperaba seguir así. Utilizaba el despertador cada mañana y se sentía realmente bien descansado. Por no hablar de que Harry dormía durante toda la noche, e incluso se acostaba algunas mañanas, lo cual era absolutamente inaudito. Pero estaba tan cansado de un día de diversión, ya fuera con Renata o en una cita de juegos con Ron o Neville, que no tenía más remedio que dormir tranquilamente.

Harry tampoco sufría de las pesadillas que lo llevaban a despertarse en medio de la noche o si lo hacía, Renata se encargaba de ello y no hacía ninguna mención de que lo perturbaban. James no sabía cómo Renata podía equilibrar tantas cosas a la vez y no perder la cabeza, siempre parecía tan tranquila por fuera. Muchas veces, él esperaba que ella simplemente lanzara las manos al aire y gritara "¡basta!" antes de salir corriendo.

Las cosas iban tan bien que James supuso que algo iba a salir mal en última instancia. Tenía metido en la cabeza que su felicidad iba a estar limitada para siempre. Pero el problema era que James se lo hacía a sí mismo. No había nada malo a su alrededor, sino que era su propia mente la que sostenía el cruel látigo y descargaba latigazos en su mundo feliz. Sus propios pensamientos problemáticos y la culpa se apoderaron de él porque no creía merecer la felicidad todo el tiempo.

Podía estar en la cima durante días y semanas, incluso un par de meses, y luego se desplomaba. Y había estado en un nivel tan alto durante bastante tiempo que no estaba preparado para la caída y se golpeó con fuerza.

Renata le había dicho esa misma mañana que iba a visitar a su hermano y que iba a llevar a Harry con ella para que pudiera jugar con Enzo. Aparentemente, él se veía cansado para ella porque antes de irse, le sugirió que tomara una siesta o se relajara con su tiempo de descanso mientras estaban fuera. En un principio, él no iba a estar de acuerdo, pero después de que ella y Harry se fueran, la casa estaba muy tranquila y él se encontró bastante aburrido.

Remus seguía buscando un trabajo estable, ya que insistía en pagarse su propia vida sin ayuda de nadie, por lo que no venía tanto. Y desde hace poco, Sirius aseguraba que también había conseguido un nuevo trabajo, aunque no decía dónde curiosamente. James se encontraba bastante solo y no le gustaba, pero ya se sentía bastante débil, no quería invitarse a sí mismo a acompañar a Renata. Sentía que ella tenía suficiente de él durante todo el tiempo que estaba trabajando, no quería entrometerse.

Él seguía sin entender que Renata no veía su trabajo como ningún tipo de carga, especialmente no veía a Harry o a James como una carga en su vida. Le encantaba su trabajo, era el mejor que había tenido, y estaba haciendo realidad su sueño de convertirse en Auror. Había algo en el hecho de despertarse cada mañana y tener a dos personas muy contentas de verla y siempre planeando un día para ellos que la llenaba de alegría.

Podía sentir su felicidad y eso le dio un fuerte impulso a su propia felicidad.

Pero James no lo entendió... todavía.



Cuando Renata se presentó en casa de Adelmo en su día libre, Harry y Enzo se pusieron a jugar de inmediato mientras corrían por el salón con uno de ellos persiguiendo al otro y luego cambiándolo. Adelmo le sirvió un poco de té y se acomodó con ella en la mesa, con una mirada extraña mientras miraba su propia taza. No había mucho que ocultar a Renata, pues ya podía captar el remolino de confusión que nublaba la cabeza de su hermano.

-¿Qué te preocupa, Adelmo?- le preguntó enseguida, haciéndole levantar la vista y en un par de segundos se echó a reír. Estaba a punto de preguntar cómo podía ella percibir que había algo que le molestaba, pero ya tenía su respuesta.

-Siempre me olvido de que nada se te escapa- dijo -y no es preocupante, sólo diría que es bastante confuso.

-Muy bien, ¿qué es lo que encuentras confuso?

Adelmo removió el líquido de su taza con una pequeña cuchara, evitando la mirada de su hermana -¿Sabías que Sirius Black empezó a trabajar en San Mungo?

Renata se atragantó con su té, casi resoplando al mismo tiempo, lo que le hizo quemarse la parte superior del labio. Dejó escapar un pequeño gemido y dejó la taza en el suelo rápidamente antes de usar la manga para limpiarse la boca con suavidad.

-¿Vuelve a venir?

-Sí- continuó Adelmo mientras se sentaba en su silla -es cierto. Empezó a trabajar como Mago de Bienvenida. Lo veo casi todas las mañanas porque es el primero en desearme buenos días cuando entro. No estoy seguro de cómo me siento al respecto.

-¿Adulto, quizás?

Finalmente, él levantó la vista hacia ella y fue entonces cuando Renata volvió a sentir los pensamientos perturbadores. Puede que al principio se sintiera confundido, pero ahora ella sentía que había pasado a algo más.

-Sin embargo, estás preocupado- dijo -preocupado por lo que sientes y por cómo reaccionarán los demás.

Cuando Renata tenía unos trece años, Adelmo le había hecho una confesión a sus padres y no le había sentado muy bien. Ella había podido notar que él estaba nervioso por algo durante meses y cada vez que le preguntaba al respecto, Adelmo se desentendía diciéndole que no pasaba nada. Pero al final, Adelmo no pudo ocultarlo más, sobre todo porque se sentía fatal por haber mentido a su hermana.

Fue una noche de los meses de verano, pidió que se reunieran todos, en su mayoría queriendo la atención de sus padres e hizo su confesión. No lo entendía del todo, pero confesó que desde hacía tiempo sentía una atracción por el mismo sexo. Y aunque sus padres siempre le habían mostrado apoyo y cariño con sus ambiciones, eso era algo que sus padres no apoyaban.

Había sido una noche horrible en la que sus padres se limitaron a decirle a Adelmo que estaba confundido porque su cuerpo seguía experimentando cambios y que pasaba mucho tiempo con sus amigos que resultaban ser también chicos. No sólo intentaban convencerle de que estaba confundido, se lo decían, no tenía otra opción que aceptar su palabra.

Renata no entendía qué había de malo en que su hermano se sintiera atraído por los chicos, porque a ella también le atraían los chicos, era algo que tenían en común como hermanos, ¿no?

Adelmo nunca lo mencionó después de esa noche, al menos a sus padres, y hubo ocasiones en las que traía señoras a casa, anunciando que estaban saliendo, pero las relaciones nunca duraron mucho. No es que les importara a sus padres, simplemente se alegraban de que trajera a casa mujeres y no hombres. Sin embargo, hubo una ocasión en la que Renata vio a Adelmo hablando con algunos hombres, compartiendo una bebida con ellos en un bar, y pareciendo muy cercano a ellos.

Nunca dijo nada al respecto, simplemente porque no quería que sus padres se molestaran y tampoco quería que Adelmo se molestara. Parecía que la vida secreta que llevaba lo mantenía algo feliz porque no podía ser del todo honesto sin recibir reacciones. Hubo una ocasión en la que ella se presentó en su casa cuando aún vivía en Italia y una de sus parejas de entonces se había marchado de madrugada.

Nunca había llorado delante de ella, pero ciertamente lloró esa mañana mientras le rogaba a Renata que no dijera nada a sus padres sobre lo que había visto. Ella nunca se atrevería a hacer algo así, pero la dejó muy desgarrada, porque amaba a sus padres, pero no le gustaba lo que le estaban obligando a hacer a Adelmo.

-Es muy abierto al respecto, ¿no?- dijo Adelmo con un suspiro mientras se recostaba -No le importa lo que los demás puedan decir o pensar.

-Bueno, estoy segura de que eso es porque él ha encontrado más apoyo con él que tú, Al- le dijo -Sabes que he tratado de estar ahí para ti tanto...

-Ren, ni siquiera intentes culparte. Siempre me has apoyado maravillosamente.

-Lo sé, pero... espera, ¿significa esto que realmente estás interesado en él?- preguntó Renata -¿Es algo que quieres perseguir y ver a dónde va?



Adelmo guardó silencio y ella pudo ver que no quería admitirlo porque eso sería admitir lo que estaba tratando de combatir durante tanto tiempo. Ninguno de los dos quería crecer siendo una decepción a los ojos de su familia. Estaban presionados constantemente para cumplir con las expectativas y posiblemente ir más allá de ellas. Fue la razón por la que Renata se fue después de fracasar en su entrenamiento de Auror, no podía enfrentar a sus padres después de eso.

Claro, ambos eran adultos, pero era una barrera que no podían superar ni siquiera cuando crecían. Sólo querían quedar bien con sus padres, aunque fuera a costa de su propia felicidad.

-Al- dijo ella, acercándose a la mesa y poniendo su mano sobre la de él -no están aquí, ¿sabes? Estás viviendo por tu cuenta, ellos están en Italia. Puedes hacer lo que quieras o quién... espera, no lo decía en ese sentido. Ya sabes lo que quiero decir.

-Pero si no son nuestros propios padres los que me juzgan, entonces es otra persona la que lo llama mal, Ren.

-La gente siempre se apresura a calificar de malas las cosas con las que no está de acuerdo, eso no las hace correctas. Papà y Mamma, los quiero pero no pueden obligarte a vivir tu vida así. Te mereces ser feliz. Haces grandes cosas por la gente, salvas vidas, Dios, eso debería ser más que suficiente para que vivas tu vida como quieras.

Había una leve sonrisa en su rostro mientras asentía con la cabeza, por supuesto, Renata sabía que era más fácil decirlo que hacerlo. Técnicamente estaba siendo una hipócrita porque todavía permitía que las expectativas de sus padres dictaran su vida, así que mientras predicaba, no estaba siguiendo exactamente el evangelio.

Un silencio se cernía sobre ellos porque no habría ningún cambio inmediato, si es que lo había, todo dependía de Adelmo. Y en lugar de darle vueltas al asunto, se le ocurrió algo que le permitió cambiar de tema.

-Oh, ya que estoy aquí, pensé que podría devolverte algo de tu ropa. Creo que mientras hacía la colada aquí, mucha de tu ropa se mezcló con la mía. Tenía toda la intención de quedármelas, pero me di cuenta de que estaba mal.

Se fue a coger la bolsa, comprobando que Harry estaba lanzando una pelota para que Enzo la recuperara. Se reía cada vez que la lanzaba y parecía más que satisfecho por el momento. Cuando le presentó la bolsa, Adelmo pareció desconcertado mientras empezaba a sacar la ropa.

-Ren, ninguna de estas prendas me pertenece- le dijo enseguida. Al principio, Renata creyó que le estaba tomando el pelo, sólo para reírse.

-¿De qué estás hablando?- cuestionó ella -Por supuesto que son...

-No- reiteró -nunca me he puesto burdeos, me quedan fatal. ¿Estás segura de que has mezclado la ropa sucia aquí o...?

De repente, Renata jadeó y se tapó la boca con las manos al sumar dos y dos. Adelmo no estaba seguro de lo que ocurría, pero vio cómo ella empezaba a sacudir la cabeza y se sentaba de nuevo en la silla.

-Oh, Dios- susurró para sí misma -si no te pertenecen a ti, eso significa... eso significa que pertenecen al señor Potter. ¡Esto es tan embarazoso! Creía que eran suyas y por eso no tenía problema en llevarlas por la casa, pero... sin embargo, él no dijo nada. Si fuera su ropa, la reconocería, ¿no? ¿Por qué no me lo dijo?

Su hermano se rió mientras lanzaba una mirada -Sí, ¿por qué no iba a decir nada un hombre que tiene a una hermosa mujer vestida?

Renata no parecía seguir su hilo de pensamiento, sino que estaba demasiado envuelta en su propia vergüenza, pensando que James pensaba que era una auténtica idiota. Probablemente estaba siendo amable y no quería decirle que era una estúpida y que llevaba su ropa.

-Bueno, probablemente debería enfrentarme a el señor Potter y devolverle la ropa, probablemente se esté quedando sin ella. ¡No puedo creer esto!

-Ren, realmente no es un gran problema.

-¡Sí, lo es!

A pesar de que Adelmo trató de convencerla de que estaba pensando completamente mal con la forma en que James probablemente lo veía, no funcionó y se fue a toda prisa con la bolsa y Harry para volver a la casa. Eso sí, antes de irse le prometió que vendría a lo largo de la semana para volver a pasar tiempo con él. Mientras tanto, Adelmo se quedaba pensando en cómo quería proceder con el nuevo Mago de la Bienvenida en el trabajo.



Al llegar a la casa de los Potter, Renata no dudó en apresurarse a entrar con Harry, pero la sorprendió lo silenciosa que estaba la casa al entrar. Pensando que James había seguido su consejo y se había echado una siesta, dejó a Harry en el suelo.

-Harry- le susurró -¿por qué no te vas a tu habitación a jugar?

No necesitó que se lo dijeran dos veces, ya que salió corriendo hacia su habitación, feliz de reunirse con sus juguetes. Renata recorrió la casa, viendo que la puerta del dormitorio de James estaba abierta pero él no estaba y tampoco dormía en el sofá. Su mente viajó instantáneamente a la hamaca y al entrar en la cocina, vio que la puerta trasera estaba abierta al jardín.

Al acercarse, supuso que se había instalado en la hamaca para dormirse, pero al abrir la puerta, vio a James de pie en medio del jardín.

-¿Señor Potter?- le llamó -señor Potter, hemos vuelto. Escuche, sólo quería disculparme porque me he dado cuenta de que estaba cogiendo sus camisas y jerseys, no...

Se detuvo al ver que James estaba haciendo algo, pero no pudo ver qué, ya que estaba de espaldas a ella.

-¿Señor Potter?

Acercándose a él, continuó llamándole y, finalmente, cuando estaba a un par de pasos de él, éste se giró para mirarla. En sus manos, había un par de tijeras y ella pudo ver que se había cortado gran parte del pelo que había caído a la hierba a sus pies. Los ojos de Renata se abrieron de par en par al ver el estado en el que se encontraba, sus ojos estaban rojos y su cara mojada, señal inequívoca de que había estado llorando.

Se encontró terriblemente nerviosa al ver las tijeras en su mano, temerosa de lo que iba a hacer con ellas, ya fuera para hacerse daño a sí mismo o a cualquier otra cosa.

-¿Decio cortarse el pelo?- preguntó ella, tratando de mantener el tono ligero ya que no quería que él hiciera algo drástico.

-Lily odiaba mi pelo, demasiado desordenado para su gusto- le dijo -dijo que la hizo enfermar una vez. Así que pensé que podía cortarlo todo, ¿sabes?



James se había puesto nervioso al sufrir una pesadilla cuando Renata y Harry se habían ido. Le había llevado a un recuerdo mucho antes de que él y Lily hubieran empezado a salir en el colegio. Le vino a la mente el día en que Severus había llamado a Lily "sangre sucia" y aunque eso había sido lo más ofensivo que se había dicho, Lily aún guardaba mucha rabia hacia James ese día y por alguna razón le vino a la mente, concretamente algo que dijo ese día.

-Arreglándote el pelo porque crees que queda muy bien que parezca que te acabas de bajar de la escoba, presumiendo con esa estúpida Snitch, caminando por los pasillos y hechizando a cualquiera que te moleste sólo porque puedes... Me sorprende que tu escoba pueda levantarse del suelo con esa cabeza gorda encima. Me das ASCO.

Tal vez esa era una de las razones por las que se había sentido tan miserable cerca del final, porque no podía ni siquiera soportar la visión de él. Así que decidió cambiar eso, cortándose él mismo el pelo aunque, en realidad, eso no resolvería nada, pero James no estaba pensando con claridad en ese momento.

-Harry tiene mi pelo- dijo, dejando a Renata con una mirada extremadamente alarmada -debería cortarle el pelo a él también. ¿Está dentro?

-¡SEÑOR POTTER!- le espetó Renata mientras sacaba su varita y le apuntaba -No creo que eso sea una buena idea, ¡tiene que bajar las tijeras ahora mismo! No le dejaré entrar hasta que lo haga.

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