You've ruined my life (by not...

By raquellu47

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Inspirado por un prompt que vi en Tumblr: Fiesta de Navidad de la oficina. Acabamos juntas accidentalmente ba... More

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By raquellu47

A/N: Teóricamente este iba a ser el capítulo final para esta historia PERO.

Resulta que, aún habiendo recortado algunas cosas innecesarias, eran 10 páginas de Word (para que os hagáis una idea, un capítulo normal mío ronda las 12-13 páginas) y aún me quedaba una escena tocha, una breve, y el final en sí. Iba a quedar demasiado largo. Incluso para mí (xddd).

Así que al final he decidido dividirlo en dos capítulos. Aunque sean un poco más cortos de lo habitual, creo que ganarán en ligereza y facilidad para digerir la trama, que si fuera un capítulo interminable en el que pasan 50 cosas una detrás de otra.

Y hasta aquí todo lo que tengo que decir. Os dejo leer.

***

- ¿Y bien? – inquiere Chloe apenas cinco minutos después mientras cruza el umbral del estudio para entrar.

Engancha el talón en el borde de la puerta para cerrarla tras ella, sus manos ocupadas sujetando los aparatos electrónicos que ha apilado uno sobre otro en una montaña inestable: su portátil, el cargador, la tableta gráfica con su bolígrafo, su almohadilla ergonómica y el ratón.

Lleva dos bolsas de papel, de un llamativo amarillo pollo y verde botella, colgando de su codo por las asas y golpean con un crujido acartonado sus piernas con cada paso que da.

Beca suelta un prolongado suspiro y se hunde en su silla como un muñeco de trapo. Sigue el avance de Chloe por el rabillo del ojo izquierdo hasta que desaparece de su campo de visión al cruzar tras el respaldo de su silla.

Chloe reaparece por su derecha, inclinándose sobre un espacio libre en la mesa de mezclas para depositar cuidadosamente su montaña electrónica en la superficie.

Deja las manos suspendidas en las proximidades hasta que está segura de que nada se va a caer al suelo. Solo entonces estira el brazo en el que lleva colgadas las bolsas de papel, que resbalan sin freno hasta que las asas se enganchan en su mano.

- Los chicos han traído esto para ti, por cierto – comenta Chloe.

La bolsa ofrecida se balancea en el aire entre sus cuerpos hasta que Beca la coge.

Ahora que puede verla mejor, se fija en el logro impreso en vertical de una empresa de reparto de comida a domicilio. Al lado, escrito en letra desgarbada con permanente negro, Jesse ha puesto: Compensación por daños emocionales #1.

Beca ríe para sí misma.

- Gracias, ¿a ti también te han traído una?

Chloe asiente de manera distraída mientras arrastra una silla hasta donde tiene pensado instalarse para trabajar.

Gira la bolsa con su comida para que Beca pueda verla. El mensaje es exactamente el mismo a excepción de que alguien —Amy la Gorda, a juzgar por los garabatos ininteligibles que adornan la superficie de papel— ha dibujado una flecha bajo la palabra "emocionales".

Siguiendo la dirección en la que señala, Beca encuentra un mensaje adicional apretujado hacia el culo de la bolsa:

Compensación por daños emocionales #1.

Provocados por tener que sufrir un beso de mierda

La expresión de Beca se transforma en una de auténtica indignación. Frunce el ceño y clava su mirada furiosa en la sonrisa expectante de Chloe, como si hubiera estado esperando exactamente esta reacción por su parte.

- ¡No fue...! – pero su protesta muere de golpe en sus labios cuando el movimiento interesado de cejas de Chloe le hace darse cuenta de que defenderse significaría hablar de lo ocurrido anoche, y todavía no tiene claro si está preparada para ello.

Carraspea y desvía la mirada hacia el Mac del estudio. En un obvio cambio de tema, decide que es más seguro responder a la pregunta inicial de Chloe que abrir la caja de pandora que es el beso y las circunstancias que lo rodearon.

Mueve el ratón sobre la mesa para devolver a la vida la pantalla y hace un vago gesto con la mano hacia el programa de edición.

- Esto es todo lo que tengo de momento.

Presiona la barra espaciadora del teclado y la voz de Snoop Dogg, suavizada y con un eco añadido en postproducción por Beca, empieza a cantar Winter Wonderland desde los altavoces de la mesa de mezclas.

- Que es lo mismo que no tener nada – suspira, pinchándose el puente de la nariz para mantener a raya el dolor de cabeza que puede notar formándose entre sus sienes.

- No es nada – le regaña Chloe suavemente –. Ya tienes toda la parte vocal.

- Lo cual ya venía hecho.

Chloe hace un gesto exasperado y cambia tácticas.

- ¿Y qué ideas tienes para el resto? – inquiere en su lugar, acercándose hasta quedar de pie justo al lado de donde Beca está sentada.

Posa una mano en la esquina del respaldo de la silla de Beca en un movimiento que derrocha cautela, como si temiera que Beca se fuera a girar de repente para morderle, o no estuviera segura de si tiene permitido entrar en su burbuja de espacio personal.

Sinceramente, Beca preferiría que se mantuviera fuera.

Pero solo porque es incapaz de pensar de manera coherente cuando toda su piel parece sensible a cada pequeño cambio del aire a su alrededor provocado por Chloe.

Y necesita ser capaz de pensar para mantener la conversación.

- Erm... – cierra los ojos un segundo y se obliga a concentrarse –. Estaba pensando en empezar con un coro, rollo...

- Los coros navideños que están en la calle o van de casa en casa – termina Chloe por ella, asintiendo con clara aprobación. Sus ojos se iluminan con un brillo emocionado y Beca se encuentra a sí misma contagiándose ligeramente.

- Ajá – confirma con una pequeña sonrisa –. Y como es un villancico, obviamente no pueden faltar las panderetas y los cascabeles – bromea poniendo los ojos en blanco y ganándose una risa por parte de Chloe –. Pero estaba pensando en dejar la melodía solo con eso, súper simple, y ver si funciona.

- ¡Guay! – la exclamación de Chloe, aunque llena de positividad, suena ligeramente distraída.

Beca inclina la cabeza hacia atrás para poder robar un vistazo a su rostro. Descubre a la pelirroja mirando con intensidad hacia la pantalla del Mac de esa forma que delata que una persona está perdida en el interior de su cabeza, sin ver realmente lo que tiene delante.

Chloe mordisquea el interior de su labio inferior mientras piensa, y el recuerdo de cómo fue sentir eso en su propio labio sacude a Beca como un terremoto.

- ¿Todo bien? – pregunta tras aclararse la garganta, necesitando romper el silencio.

Chloe parpadea y esboza una sonrisa de disculpa.

- Sí, sí, estaba... Estaba pensando ya en cómo puedo hacer las animaciones del vídeo – agita la mano en el aire como para espantar la distracción y tuerce la boca –. Pero me parece muy buena idea – asegura con un asentimiento vigoroso.

La mano de Chloe resbala desde el respaldo de la silla hasta posarse sobre el hombro de Beca y darle un amistoso apretón de ánimo.

- Creo que puede quedar muy guay.

La sonrisa radiante que Chloe le regala, y la tranquilidad y firme confianza que Beca puede ver reflejadas en sus ojos azul bebé encienden una cálida llama en el interior de su pecho que empieza a arder lentamente.

- Gracias – murmura con una sonrisa tímida.

- Bueno, te dejo que sigas que, además, yo también tengo mucho que hacer – con una mueca, Chloe le da un último apretón antes de deslizar la mano por el brazo de Beca y retroceder de espaldas.

***

Conviven en absoluta y completa paz durante un largo rato, todo un récord para ellas considerando su historia.

La vibración del iPhone de Beca sobre la mesa de mezclas rompe su concentración y sus dedos se detienen sobre las teclas del teclado. Gira la cabeza hacia la pantalla iluminada de su móvil y se inclina hacia la izquierda en su silla para poder leer bien.

Normalmente no habría dejado que la interrumpieran cuando está inspirada, pero todavía tiene la esperanza de que Sammy aparezca en cualquier momento riéndose para decirles que es todo una broma y que se pueden ir a casa.

Se da cuenta de lo ridículo que es ante el pequeño pinchazo de decepción que siente al no ver el nombre de su jefe en la notificación entrante, sino los de Stacie y Jesse.

Stace (12.31): Habéis follado ya sobre la mesa de mezclas???? 😏

Jesse (ahora): Seguís vivas????

Jesse (ahora): U os habéis matado mutuamente a base de puñales???? 😝

Beca resopla una risa silenciosa y pone los ojos en blanco ante las tonterías de sus amigos. Entra en su chat con Stacie para responderle con un simple emoji de una mano haciendo el corte de manga antes de abrir los mensajes de Jesse.

Beca (12.49)

Ja ja ja

Sí, seguimos vivas

Jesse (12.49)

Mándame una prueba de vida de Chloe

.

Beca sacude la cabeza y se reclina en el respaldo de su silla, balanceándose ligeramente.

Se gira hacia su derecha con toda la intención de sacarle una foto de manera disimulada a Chloe, aprovechando que está tan concentrada, y que tiene sus AirPods puestos, que lo más probable es que no se dé ni cuenta.

Pero casi se atraganta con su propia saliva al fijarse por primera vez en la postura que ha tomado la pelirroja mientras trabaja.

Chloe también está reclinada en su silla, el respaldo tumbado hacia atrás todo lo posible para poner los pies sobre la mesa. Tiene enganchado el talón de sus botas en el ligero relieve del borde para que no se le resbalen.

Con la tableta gráfica en su regazo, dibuja con su mano derecha al mismo tiempo que sujeta los últimos mordiscos de su burrito con la izquierda.

La falda de su vestido descansa, arrugada, en la parte superior de sus muslos y deja sus piernas completamente al descubierto. Las cuales, para desgracia o fortuna de Beca, están semi ocultas bajo la tela oscura de sus medias negras.

Beca está segura de que, si hubiera llegado a venir sin medias, con su piel morena al aire, habría sufrido un síncope ahí mismo.

Porque, justo cuando se gira a mirarla, Chloe se está limpiando los dedos de los restos de salsa que han resbalado por su piel.

Con la lengua.

Con manos temblorosas, Beca traga saliva y devuelve su atención a la pantalla de su iPhone con obstinada cabezonería. Frunce el ceño cuando solo ve letras borrosas y tiene que parpadear unas veces hasta que es capaz de encontrarle el sentido.

Beca (12.52)

Acaso no confías en mí?

Jesse (12.53)

Ni una pizca 😂

Pero oye

Seguro que no hay nada con lo que os podamos ayudar??

Beca (12.53)

Nah

Gracias pero de verdad que no hace falta

Disfrutad de la comida por nosotras

Y gracias por los burritos 💜

Jesse (12.53)

Uy

Estás segura de que no eres Chloe haciéndote pasar por Beca??? 🤔

Beca (12.54)

🙄 🙄 🙄

Sabría Chloe que tienes un cajón aparte para todos tus calzoncillos frikis??

Jesse (12.54)

JAJAJAAJAJ

Me alegro de que sigas viva Becs

.

La sombra de una sonrisa cariñosa curva los labios de Beca al leer los últimos mensajes de su amigo, pero se transforma en un suspiro cuando, con bastante reticencia, bloquea el iPhone para dejarlo boca abajo y volver al trabajo.

Al posar las manos en el borde de la mesa de mezclas siente sobre su piel las vibraciones que está provocando Chloe al mover los pies al ritmo de la música que está escuchando en sus AirPods.

Gira la cabeza en su dirección para decirle que pare porque resulta bastante molesto y no le deja concentrarse, pero justo en ese momento Chloe empieza a tararear de manera abstraída la melodía de la canción.

Beca se traga las palabras.

Primero, porque esta es la primera vez que escucha a Chloe cantar, algo que ni siquiera sabía que la pelirroja era capaz de hacer, y la dulzura de su voz coge a Beca completamente desprevenida.

Segundo, porque el movimiento de los pies de Chloe al ritmo de cada golpe de tambor del villancico, que a Beca le resulta familiar pero no termina de identificar, encaja a la perfección con la cover de Snoop Dogg que continúa reproduciéndose en bucle en sus auriculares.

Una bombilla se enciende en su cabeza y se sienta más recta en la silla con tanta rapidez que parece que la hubieran pinchado con una aguja.

Y quizá porque Chloe capta el borrón de su movimiento por el rabillo del ojo, o quizá porque de alguna forma puede sentir la mirada fija de Beca clavada en su perfil, Chloe ralentiza el vaivén de sus pies hasta parar por completo.

- ¿Pasa algo? – pregunta, cautelosa, mientras se quita un AirPod.

- Sigue – es todo lo que Beca es capaz de decir de vuelta, demasiado ocupada con cientos de ideas como para preocuparse por tratar de formar una explicación coherente.

El ceño de Chloe se frunce en señal de confusión y sus labios se despegan para formar una pregunta que nunca llega a salir de su boca.

- Sigue cantando ese villancico – le urge Beca agitando una mano en su dirección, deslizándose sobre el suelo sobre la silla hasta detenerse justo frente a los botones apagados del sintetizador.

El hecho de que Chloe, a pesar de que se nota que no termina de entender qué está pasando ahora mismo, opte por acatar su orden sin más y seguirle el rollo en lugar de cuestionarla, hace que Beca alcance nuevos niveles de apreciación por Chloe.

Escucha intensamente cómo Chloe se lanza sin dudar al estribillo de Here Comes Santa Claus, y si antes pensó que su voz era dulce cuando Chloe solo estaba tarareando, ahora Beca piensa que es puramente angelical.

De hecho, se deja llevar tanto por ella que se da cuenta de que no está prestando atención a lo que debería y tiene que sacudirse la cabeza a sí misma para centrarse.

Sigue el tempo del villancico con pequeños asentimientos llenos de seguridad, marcando el ritmo que antes tan claramente ha escuchado en su cabeza, y poco a poco se expande por sus labios una sonrisa emocionada.

Chloe la corresponde, aunque no sepa cuál es el motivo tras la felicidad de Beca, y termina el estribillo sin fallar ni una sola nota.

- ¿Sigo? – inquiere con una ceja arqueada, como si presintiera que Beca ya tiene todo lo que necesita.

Beca se levanta, empujando la silla hacia atrás con las piernas.

- No, no, no hace falta – sacude la cabeza en una negativa y desengancha el jack de los auriculares del Mac para dejar que el sonido fluya a través de los altavoces –. Escucha esto – pide con una breve mirada en la dirección de Chloe.

La pelirroja reacciona de manera inmediata: se levanta de un brinco, casi tirando la tableta gráfica que parecía haber olvidado que todavía tenía en el regazo, y la deja sobre la mesa con cierta torpeza por sus prisas por llegar junto a Beca.

Los dedos de Beca descansan, relajados, sobre las teclas iluminadas por colores del sintetizador. Cuenta mentalmente por encima del Winter Wonderland de Snoop Dogg para saber cuál es el momento correcto para entrar.

Chloe se detiene justo a su lado, todo lo cerca que puede estar sin ponerse —literalmente— encima de ella, y Beca se siente a sí misma tensarse, sus nervios a flor de piel, sensibles a cualquier movimiento de Chloe.

Tiene que morderse el interior de la mejilla con fuerza para no distraerse: nota el calor corporal de Chloe en su costado, su brazo roza su pecho al moverlo para presionar una de las teclas bañadas en luz azul celeste.

Empieza a pulsar el ritmo que se le ha ocurrido y el sintetizador se lo devuelve en bases electrónicas que se reproducen en un patrón repetitivo.

La mirada de Chloe clavada en ella, tan firme e intensa, tan cercana, hace que le ardan las mejillas. Igual que si fuera una adolescente con su primer crush, casi se olvida por completo de la letra de un villancico que lleva cantando todas las navidades desde que tiene uso de razón.

Afortunadamente, el instinto es más fuerte que los nervios y cuando Beca abre la boca para cantar, de ella sale el estribillo de Here Comes Santa Claus.

Chloe, ya sea de manera consciente o inconsciente, da medio paso hacia delante, todo lo que le permite el ya de por sí escaso espacio que todavía quedaba entre sus cuerpos. Sorprendida, Beca gira la cabeza para mirarla.

Sus ojos se quedan enganchados en cuanto se cruzan. Por el borde inferior de su campo visual, Beca capta el momento en el que los labios de Chloe se despegan, la pequeña inhalación que se cuela entre ellos.

Está tan convencida de que está a punto de decirle que su idea no funciona tan bien como ella cree, que su cerebro colapsa sobre sí mismo cuando la dulce y cristalina voz de Chloe se une a la suya, cubriendo las partes más agudas en perfecta armonía.

Siente el shock en su cuerpo: cómo toda ella parece dar un tirón, como cuando se te engancha la manga de la chaqueta en el manillar de una puerta y te echa hacia atrás, o cuando tropiezas con un adoquín levantado en la calle.

Su estómago da un vuelco en ese instante en que se siente en el aire y todo a su alrededor se ralentiza, y todavía no está segura de si está a punto de irse de morros al suelo o va a ser capaz de recuperar el equilibrio a tiempo.

Cuando el mundo vuelve a su ritmo normal, Beca se da cuenta de que ha perdido por completo el tempo de la canción y su lengua se ha hecho un lío con la letra, pesada y seca en su boca como si hubiera sufrido una reacción alérgica.

Deja de cantar de manera tan abrupta que el ceño de Chloe se frunce, primero con confusión, luego con preocupación, e inmediatamente se queda callada ella también.

Puede ver las dudas aparecer, burbujeantes, como el gas del champán, en el azul bebé de sus ojos; puede ver saltar ese instinto natural de Chloe de preguntar siempre si todo está bien, de asegurarse de que todo esté bien.

Y Beca lo encuentra tan jodidamente adorable, tan jodidamente frustrante al mismo tiempo, que obnubila por completo su capacidad para tomar buenas decisiones.

Así que hace lo único en lo que no ha sido capaz de dejar de pensar desde la noche anterior: besa a Chloe.

Por tercera vez en menos de veinticuatro horas, los ojos de Chloe se amplían por la sorpresa cuando Beca se lanza hacia ella con las manos por delante, captura sus mejillas con ellas, presiona sus labios con un ímpetu que nace directamente de la frustración.

Sin embargo, esta vez, ya sea porque Chloe está empezando a acostumbrarse a los besos por sorpresa, o porque de alguna forma presentía que Beca iba a hacerlo más pronto o más tarde, Chloe apenas se tensa una fracción de segundo antes de devolverlo con ganas.

En seguida ajusta su cuerpo para salvar los escasos centímetros de distancia que el cambio en la posición de Beca ha provocado, pero de manera que parece totalmente inconsciente, instintiva.

La lengua de Chloe lame sus labios, se cuela al interior de su boca a través de ellos cuando Beca, con una rapidez que en otro momento probablemente le habría resultado vergonzosa, se abre bajo cada insistente roce en una clara invitación.

Un suave y traicionero gemido escapa de su garganta ante la forma rigurosa en que la lengua de Chloe recorre cada valle y montaña de su paladar. Algo dentro de Beca se encoge, abochornado, pero apenas tiene tiempo para que el fugaz pensamiento de: "Ojalá Chloe no lo haya oído", cruce por su mente.

Obtiene su respuesta al notar la forma en que los dedos de la pelirroja se crispan en su nuca, en el aumento del calor de su beso, en cómo presiona sus cuerpos con ayuda de una mano en la zona baja de la espalda de Beca, hasta que no queda ni una sola mota de aire entre ellas.

Chloe parece dispuesta a devorarla entera, y Beca está —extrañamente— de acuerdo.

Le asusta lo poco que le asusta esa idea. Lo poco que quiere salir corriendo de allí, y lo mucho que su cuerpo le está pidiendo a gritos fundirse con el de Chloe, derretirse entre sus brazos y dejar que haga con ella lo que quiera.

Es un error que Chloe escoja precisamente ese momento para separar sus labios y respirar.

No son más que un par de segundos, pero es suficiente para que el cerebro ansioso de Beca elabore una lista interminable de por qué esto no debería estar pasando, y las palabras caen de su boca antes de que Beca sea totalmente consciente de ellas:

- No deberíamos estar haciendo esto.

Espera que Chloe le lleve la contraria, que le dé un argumento tan convincente para seguir que Beca no sea quién para negarse.

Sin embargo, Chloe le da la razón.

- No, no deberíamos – responde en calma absoluta, sin hacer movimiento alguno para retomar el beso, pero sin retroceder en señal de que ya no tiene interés en continuar con lo que sea que está pasando entre ellas.

Y Beca no sabe qué hacer con su sinceridad, con sus ganas de seguir, con el vértigo en su estómago.

- Necesito... – da un paso hacia atrás, insegura, y Chloe la deja marchar sin oponer resistencia –, ...aire.

Recula hasta la puerta cerrada del estudio y la abre a tientas, saliendo al pasillo desierto. Se dice a sí misma que está vez no está huyendo, solo va en busca de un poco de espacio para poner en orden sus alborotados pensamientos.

Pero quizá sus zancadas son demasiado largas, sus movimientos demasiado rápidos, para alguien que teóricamente no está huyendo.

Se encierra en el baño de minusválidos y apoya ambas manos, algo temblorosas, en el mármol del lavabo. La imagen de sí misma que le devuelve el espejo manchado de salpicaduras de aguas resecas le resulta casi desconocido.

Tiene las mejillas coloradas y un brillo casi febril en la mirada. Un escalofrío trepa por su columna vertebral porque es ahí, en sus propios ojos, donde ve hasta dónde estaba dispuesta a llegar con Chloe.

Deja caer la cabeza entre sus hombros y se centra en coger profundas respiraciones, aguantar el aire en los pulmones un par de segundos, y luego expulsarlo lentamente por la boca. Una vez la agitación en su pecho ha vuelto a su nivel normal, Beca abre el grifo y mete las manos bajo el chorro de agua fría.

El exceso que se queda pegado a su piel en forma de diminutas gotas lo utiliza para refrescarse las mejillas y el cuello. Sus manos están mucho más estables cuando alarga una de ellas para coger un par de servilletas de papel del dispensador.

Sin embargo, algo la detiene a medio camino: la puerta del baño de minusválidos se abre y Chloe aparece en el umbral.

Se queda quieta de golpe cuando sus miradas coinciden, y sus labios se separan en una muestra de genuina sorpresa. Como si de verdad no hubiera esperado encontrarse a Beca ahí. Como si no la hubiera seguido hasta aquí.

Alza la mano que no está usando para sujetar la puerta y descubre su botella de aluminio, agitándola para que se escuche que solo le queda un culito de agua.

- Venía a rellenarla – dice, y aunque tiene todo el derecho del mundo, su tono suena como una disculpa.

- Pasa, yo ya casi he acabado – Beca se vuelve hacia el dispensador y se encoge de hombros con una aparente despreocupación que está muy lejos de sentir en realidad.

Convierte las servilletas de papel en una pelota deforme una vez ha acabado de secarse los restos de agua de su piel y la tira a la basura. Hace el amago de ir a marcharse para dejarle el baño a Chloe, en caso de que no viniera solo a rellenar la botella y también quisiera hacer pis.

Pero, al pasar tras la espalda de Chloe, una mano se alarga hacia ella y la retiene por la muñeca.

El movimiento es suave, y Chloe la suelta inmediatamente una vez ha conseguido su propósito. Aun así, el corazón de Beca salta a su garganta y se ve obligada a tragar saliva por miedo a que termine de trepar por ella y se le escape por la boca.

- Tienes buen culo, Mitchell, pero estoy algo harta de vértelo a estas alturas – le pica con una delicadeza hasta ahora ausente en sus encontronazos. Alza la mirada de la botella a medio llenar y usa el espejo para clavarla en Beca –. ¿Es que eres incapaz de no salir corriendo cada vez que pasa algo?

- Lo siento, lo llevo en los genes – es la respuesta de Beca, acompañada de una tensa mueca que pretende pasar por sonrisa.

Si Chloe está intrigada por ese pequeño dato, no lo muestra. Se mantiene impasible, su rostro tranquilo, su cuerpo relajado; y es en ese momento que Beca se da cuenta de que realmente nada la está obligando a quedarse en el baño.

Chloe no está tratando de bloquearle el camino, ni la está sujetando de ninguna forma, y de repente vuelve a ser la noche anterior y Beca está plantada en una nueva bifurcación.

Las palmas de sus manos vuelven a llenarse de sudor a medida que los segundos pasan y la mirada de Chloe permanece firme en ella, como si estuviera esperando a que fuera Beca la que tomara la decisión de qué va a pasar.

Beca da un paso hacia delante, se pausa, otro, una nueva pausa, y para el tercer paso ya le resulta un poco más fácil ignorar la fuerte atracción magnética que Chloe tiene sobre ella.

Llega tan lejos como la puerta del baño de minusválidos y ahí vuelve a quedarse parada. Agacha la cabeza y su frente casi toca la superficie azul de la madera pintada mientras observa el manillar con tanta intensidad que le sorprende que no se funda.

Alza la mano izquierda.

Lentamente, la ve cruzar el aire.

Subiendo, subiendo, subiendo, cada vez más cerca.

Sus dedos se cierran en torno el frío metal del pestillo y lo gira en un movimiento seco hacia la derecha.

La cerradura se bloquea con un click que retumba con su eco por los azulejos del baño.

- No puedo dejar de pensar en el beso de anoche – la confesión, hecha en un susurro apenas audible, resbala de entre sus labios envuelta en un suspiro casi aliviado.

Beca siente su cuerpo inmensamente más ligero, como si ese secreto hubiera sido una pesa de cincuenta kilos sobre su pecho, como si la hubiera estado manteniendo en el aire para evitar ser aplastada, pero las fuerzas ya le estuvieran fallando.

- Yo tampoco – dice la voz tranquila de Chloe tras ella.

Beca se relame, todavía sin descubrir su rostro a la mirada de la pelirroja, y asiente despacio.

- Bien.

Esta vez, cuando Beca se vuelve y cruza la distancia en cuatro largas zancadas, Chloe la está esperando.

Esta vez, son las manos de Chloe las que atrapan y acunan su mandíbula.

Estavez, el beso es mutuo desde el principio.

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