Laila Scamander y La Orden De...

By fanfics_and_fandom

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#5 , «No estamos solos» Después de un verano repleto de pesadillas e ir de aquí para allá, Laila Scamander t... More

Sinopsis + TRAILER
1: La Protectora
2: Grimmauld Place
3: Dementor en Privet Drive
4: Recuerdos
5: Una reunión llena de gritos
6: La Orden Del Fenix
7: Reunión
8: La antigua familia Black
9: Juicio
10: Los prefectos
11: King's Cross
12: Primos
13: Profesora de Defensa Contra Las Artes Oscuras
14: Primer día
15: Umbridge
16: Bowtruckles
17: Me convertire en una asesina
18: La carta de Percy
19: ¡Papá!
20: Mi Primer castigo
21: Sanadora
22: Cabeza de Puerco
23: Pesadilla
24: En las llamas
25: Solo un adolescente
26: El ejercito de Dumbledore
27: A Weasley vamos a coronar
28: Hagrid 1/2
29: Hagrid 2/2
30: Thestrals
31: Roto
32: Ataque
33: San Mungo
34: Navidad
35: Neville
36: Regalo Inesperado
37: De vuelta
38: Tiranía en Hogwarts
39: Cita
40: Fiesta en Slytherin
41: El quisquilloso se vuelve popular
42: Patronus
43: Dumbledore tiene estilo
44: Veritaserum
45: El recuerdo de Snape
46: Futura Magizoologa
47: Llamada por polvos Flu
48: Umbridgitis
49: Grawp
50: TIMOS 1/2
51: TIMOS 2/2
52: Papá
53: Crucio
54: No debo decir mentiras
55: Peligrosa Esfera
56: Pelea en el Ministerio
57: La ultima sonrisa
59: Toda la Vida
60: La segunda guerra magica
LAILA SCAMANDER Y LA MALDICIÓN DE MORGANA

58: Magia

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Voldemort desapareció y volvió a aparecer junto a la fuente. La estatua del mago empujó a Harry hacia atrás y lo apartó de la refriega, mientras Dumbledore avanzaba hacia Voldemort y el centauro galopaba en torno a ellos.

—Has cometido una estupidez viniendo aquí esta noche, Tom —dijo Dumbledore con serenidad—. Los aurores están en camino...

—¡Pero cuando lleguen, yo me habré ido y tú muerto estarás!—le espetó. Luego lanzó otra maldición asesina a Dumbledore, pero no dio en el blanco, sino que golpeó la mesa del mago de seguridad, que se prendió fuego.

Dumbledore también usó su varita, y fue tal la potencia del hechizo que emanó de ella que Morgana se sintió insegura. Esa vez, Voldemort se vio obligado a crear un reluciente escudo de plata para desviarlo. El hechizo, fuera el que fuese, no le produjo daños visibles al escudo, aunque le arrancó una fuerte nota parecida al sonido de un gong, francamente estremecedor.

—¿No quieres matarme, Dumbledore? —le preguntó Voldemort asomando los entrecerrados y rojos ojos por encima del borde del escudo—. Estás por encima de esa crueldad, ¿verdad?

—Ambos sabemos que existen otras formas de destruir a un hombre, Tom —respondió Dumbledore, impasible, y siguió caminando hacia Voldemort como si no temiera absolutamente nada, como si no tuviera ningún motivo para interrumpir su paseo por el vestíbulo, Morgana estaba de acuerdo, habian peores cosas que la muerte, mucho peores—. Reconozco que quitarte la vida no bastaría para satisfacerme...

—¡No hay nada peor que la muerte, Dumbledore! —gruñó Voldemort.

—Te equivocas —replicó Dumbledore, que continuaba acercándose a Voldemort y hablaba con despreocupación, como si discutieran tranquilamente aquel asunto mientras se tomaban una copa. Grite internamente, queriendo tener el control de mi cuerpo, al parecer logre hacer algo bien porque cai de rodillas y eso había sido obra mía.

—De hecho, tu incapacidad para comprender que hay cosas mucho peores que la muerte siempre ha sido tu mayor debilidad...

Otro haz de luz verde surgió de detrás del escudo de plata. Esta vez fue el centauro manco, que galopaba delante de Dumbledore, el que recibió el impacto y se hizo añicos, pero, antes de que los fragmentos llegaran al suelo, Dumbledore echó hacia atrás su varita y la sacudió como si blandiera un látigo. Una larga y delgada llama salió de la punta y se enroscó alrededor de Voldemort, abrazando también el escudo. Por un instante pareció que Dumbledore había ganado, pero entonces la cuerda luminosa se convirtió en una serpiente que soltó a Voldemort de inmediato y se dio la vuelta, silbando furiosa, para enfrentarse a Dumbledore.
Senti un horrible dolor de cabeza y al parecer Morgana sintió lo mismo porque se agarró la cabeza y sentí su desagrado.

"¡Devuelveme  mi cuerpo ahora!"

"No, anwyl"

Hubo un fogonazo en el aire, por encima de Dumbledore, y en ese preciso momento reapareció Voldemort: estaba de pie en el pedestal, en el centro de la fuente donde hasta hacía poco se alzaban las cinco estatuas.

"TENEMOS QUE AYUDAR A DUMJLEDORE!"chille mientras pensaba en como se sentía mover mis piernas, sin embargo Morgana alzo la vista para ver lo que estaba ocurriendo en el duelo entre Voldemort y Dumbledore.

Durante un instante lo único que se vio de él fue una oscura, borrosa y desdibujada figura sin rostro que se estremecía sobre el pedestal; era evidente que intentaba librarse de aquella sofocante masa en la que al parecer Dumbledore lo había atrapado ... Pero de pronto desapareció, y el agua cayó con gran estruendo en la fuente, se derramó por el borde e inundó el suelo.

—¡AMO! —gritó Bellatrix.

Me quede quieta, porque Morgana sabía que esto no habia acabado, que Voldemort seguía aquí, seguía con un as bajo la manga.

—¡Quédate donde estás, Harry!—Dumbledore parecía asustado por primera vez.

Aunque por fuera Morgana veía por los ojos con una calma impasible, por dentro yo me estaba muriendo al ver cómo Harry gritó de dolor y cayo al suelo.

Vi como se agarraba la cicatriz  y se retorcía en el suelo con dolor mientras respiraba con dificultad  y el director se arrodillada a su lado.

—Mátame ahora, Dumbledore...—una voz que no era la de Harry pero salía de él pronuncio—. Si la muerte no es nada, Dumbledore, mata al chico...

No....no...no....
Dentro mío pelee a mas no poder para recuperar mi cuerpo. Senti dentro de mi cabeza el ruido de unas uñas raspar una pizarra de tiza haciéndome chillar.

"Laila..."

Vi como Harry grito de nuevo de dolor y mi corazón retumbó de miedo, el pánico me hizo llorar además del enorme dolor que estaba sintiendo ahora.

No...papá habia muerto y me dolía el alma, me desgarraba por dentro pero perder a Harry....tan solo pensarlo me cortaba la respiración. No lo dejaría, no dejaría que el me dejase, no él y ni dejaria que Morgana me impidiera hacerlo.

Voy a recuperar  mi cuerpo...tengo que salvarlo...

Me agarré la cabeza de nuevo y sentí como poco a poco era yo la que estaba recuperando mi voluntad y movilidad. Mi deseo de salvar a Harry, de no dejarlo ir, me estaba ayudando.

"Laila que...que estas..."

Comenze a gatear, sintiendo ahora la punta de mis manos, sentí mis rodillas rozar el frío suelo, las sensaciones de dolor y cansancio volvieron a mi. Esto, mientras gateaba hacia Harry.

—NO VOLVERAS A POSEERME NUNCA MAS. VOY A SALVAR A HARRY Y DESPUES SALDRAS DE MI CUERPO!—murmure, mientras llegaba a su lado, me partió el corazón como estaba sufriendo y es que yo también lo estaba, mi cabeza estaba a punto de estallar del dolor y mi corazón casi roto de la pena. Extendí mi brazo y le tome la mano, entrelazandola con la suya , me acerque a él, estando frente a frente.

—Harry...—mumure temblorosa.

—Haz que pare....haz que todo pare—él suplico antes de dar otro grito doloroso, yo le apreté la mano.

—Escuchame, no va a parar. Jamas dejare que te rindas....¡Te quiero desde que me compraste esos estupidos dulces...—le expliqué tratando de sonreír pero fallando miserablemente en el intento, mi cara estaba llena de sudor , sangre y lágrimas—. ¡Te amo Harry! Y no como mi hermano molesto como siempre dije...¡Estoy enamorada de ti! Asi que no te atrevas a dejarme, porque yo no te dejare...nunca lo hare...

Pense en mis recuerdos mas queridos y se los puse en su mente, no se como lo hice, todo lo que estaba pensando, lo que estaba recordando se lo proyectaba. Cuando nos conocimos y ese delgado y escuálido chico de gafas y ropa holgada me había compartido todos sus dulces, cuando yo le gritaba y le hacia barra cada vez que él jugaba quidditfch, el dia que Lockhart le habia sacado los huesos del brazo y yo habia jugado con su brazo como si fuera un juguete de hule todo el dia, cuando me regaló Presidente Besos, en Navidad cuando bailamos los dos solos en la sala común de Gryffindor después del baile, y del cementerio cuando nos habiamos reencontrado en la oficina de Dumbledore  y lo había abrazado, ambos llorando en el hombro del otro, porque ambos habíamos salido vivos de esa horrible experiencia. La navidad que pasamos con papá...

—¡Él puede estar muerto pero antes ya tenías una familia!— exclame mientras el se daba la vuelta—. ¡Yo, Hermione, Ron y los Weasley! ¡Hagrid, McGonnagal, Remus! ¡Somos tu familia! ¡Nunca estaras solo!— llore—. Yo estoy aquí contigo....por favor no me dejes, te amo mucho, hay muchos que también te aman. Eso es lo que los diferencia...te amo por lo gentil y valiente que eres...estoy enamorada de ti, todo tu, incluido tu enojo o alguna rabieta...¡lo amo porque eso es también parte de ti!

Jadee pensando lo que le quería mostrar; mis recuerdos de este año; lo aliviada que estaba cuando el juicio salio a su favor, como nos quedamos dormidos juntos en la sala común frente a la chimenea, pero sobretodo cuando lo vi besarse con Cho y me di cuenta de mis verdaderos sentimientos hacia él.

Después  de esto me sentí mentalmente exhausta que comencé a ver borroso sin embargo noté como Harry me apreto la mano.

—Tu eres el débil...—susurró agitado—. Nunca conoceras el amor o la amistad....y siento lástima por ti.

Harry gritó una última vez y se quedó temblando como si estuviera tendido sobre hielo al igual que yo. Sin embargo logró ponerse de rodillas.

Se lanzó a abrazarme, mi espalda me dolió demasiado pero apreté los dientes y lo abrase de vuelta. Nos alejamos un poco al oír resonar unas voces y al verlo de cerca le arreglé sus torcidas gafas con cuidado

—¿Están bien ambos?—Dumbledore nos preguntó, yo asentí aunque apenas sentía las piernas del frío.

—Sí, estoy... ¿Dónde está Voldemort? ¿Dónde...? ¿Quiénes son ésos, qué...?—pregunto Harry.

El Atrio estaba lleno de gente; en el suelo se reflejaban las llamas de color verde esmeralda que habían prendido en todas las chimeneas de una de las paredes; y un torrente de brujas y de magos salía por ellas. Cuando Dumbledore nos ayudó a ponernos de pie, vi que las pequeñas estatuas de oro del elfo doméstico y del duende, que guiaban a un atónito Cornelius Fudge.

—¡Estaba aquí! —gritó un individuo ataviado con una túnica roja y peinado con coleta que señalaba un montón de trozos dorados que había en el otro extremo del vestíbulo, donde unos momentos antes había estado atrapada Bellatrix—. ¡Lo he visto con mis propios ojos, señor Fudge, le juro que era Quien-usted-sabe, ha agarrado a una mujer y se ha desaparecido!

—¡Lo sé, Williamson, lo sé, yo también lo he visto! —farfulló Fudge, que llevaba un pijama bajo la capa de raya diplomática y jadeaba como si acabara de correr una maratón—. ¡Por las barbas de Merlín! ¡Aquí! ¡Aquí, en el mismísimo Ministerio de Magia! ¡Por todos los diablos, parece mentira!
¡Caramba! ¿Cómo es posible?

—Si baja al Departamento de Misterios, Cornelius —sugirió Dumbledore, que parecía satisfecho y dio unos pasos hacia delante; al hacerlo, varios de los recién llegados se percataron de su presencia unos cuantos levantaron las varitas; otros se quedaron pasmados; las estatuas del elfo y del duende aplaudieron, y Fudge se llevó tal susto que sus zapatillas se levantaron un palmo del suelo)—, encontrará a unos cuantos mortífagos fugados retenidos en la Cámara de la Muerte, inmovilizados mediante un embrujo antidesaparición, que esperan a que decida qué hacer con ellos.

—¡Dumbledore! —exclamó Fudge con perplejidad—. Usted... aquí... Yo

Entonces miró salvajemente a los aurores que lo acompañaban y quedó clarísimo que estaba a punto de gritar: «¡Deténganlo!» Alze mi varita, aunque lo único que quería era enrollarme en unas sábanas iba a pelear hasta el último momento. Sin embargo con delicadeza Dumbledore bajo mi varita.

—¡Cornelius, estoy dispuesto a luchar contra sus hombres y volver a ganar! —anunció Dumbledore con voz atronadora—. Pero hace sólo unos minutos con sus propios ojos ha visto pruebas de que llevo un año diciéndole la verdad. ¡Lord Voldemort ha regresado, y en cambio hace doce meses que está usted persiguiendo al hombre equivocado; ya es hora de que empiece a usar la cabeza!

—Yo... no... Bueno... —balbuceó Fudge, y miró alrededor como si esperara que alguien le dijera lo que tenía que hacer. Como nadie decía nada, añadió—: ¡Muy bien! ¡Dawlish! ¡Williamson! Bajen al Departamento de Misterios a ver... Dumbledore, usted... usted tendrá que contarme exactamente... La Fuente de los Hermanos Mágicos, ¿qué ha pasado? —añadió con una especie de gemido contemplando el suelo del Atrio, por donde estaban esparcidos los restos de las estatuas de la bruja, el mago y el centauro.

—Ya hablaremos de eso cuando haya enviado a mis alumnos a Hogwarts —dijo Dumbledore.

—¿Sus...sus alumnos?—pregunto el ministro.

Fudge se dio bruscamente la vuelta y se quedó contemplando a Harry y a mi; que estábamos pegados contra la pared, junto a la estatua caída siendo que apenas me podía mi propio peso.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó el ministro—. ¿Qué... qué significa esto?

—Se lo explicaré todo cuando ellos hayan regresado al colegio —repitió Dumbledore.

Y entonces se apartó de la fuente y se encaminó hacia el lugar donde había caído la cabeza dorada del mago. La señaló con la varita y musitó: «Portus». La cabeza emitió un resplandor dorado y tembló ruidosamente contra el suelo de madera durante unos segundos, y luego volvió a quedarse quieta

—¡Un momento, Dumbledore! —gritó Fudge mientras aquél recogía la cabeza del suelo e iba hacia nosotros—. ¡No tiene autorización para utilizar ese traslador! ¡No puede hacer esas cosas delante del ministro de Magia como si..., como si...! —exclamó, pero se le entrecortó la voz cuando Dumbledore lo miró autoritariamente por encima de sus gafas de media luna.

—Quiero que dé la orden de echar a Dolores Umbridge de Hogwarts —sentenció Dumbledore—. Quiero que diga a sus aurores que dejen de buscar a mi profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas para que pueda volver a su trabajo. Voy a darle... —Dumbledore sacó un reloj con doce manecillas del bolsillo y lo consultó—. media hora de mi tiempo esta noche; creo que con eso bastará para repasar los puntos más importantes de lo que ha ocurrido aquí. Después tendré que regresar a mi colegio. Si necesita usted más ayuda de mí, no dude en consultarme en Hogwarts, por favor. Me llegarán todas las cartas dirigidas al director.

Fudge miraba a Dumbledore con unos ojos más desorbitados que nunca; tenía la boca abierta y su redondeado rostro estaba cada vez más sonrosado bajo el desordenado cabello gris.

—Yo..., usted...

Dumbledore le dio la espalda.

—Tomen el traslador— tendió la dorada cabeza de la estatua y di un paso hacia adelante pero de no ser por el director que me sujetó me hubiera dado contra el suelo, no sentía mis piernas de lo helada que estaban—. Harry, me reuniré contigo dentro de media hora —le aseguró Dumbledore quedamente—. Cuando llegues deja a Laila en la enfermería y vuelve de inmediato a mi despacho. Uno, dos, tres...

Note esa sensación que desde el estomago me estaban tirando, el suelo desapareció bajo mis pies y note un torbellino de colores antes de cerrar los ojos cansada y no abrirlos.

[...]

Cuando desperte lo primero que note fue que ahora podia sentir las piernas. La sensación de frío había desaparecido y me sentia cómoda y calentita, la cara la sentía fresca, y mi espalda no me dolía.

Abri lentamente los ojos y note que estaba en una tibia y suave cama de la enfermería. A mi lado y al frente estaban todos mis amigos, varios estaban durmiendo, no los culpaba después del enorme desastre en el que nos habíamos metido. Ginny estaba con su tobillo en una almohada, Neville por fin tenía sus piernas quietas, Ron roncaba a más no poder en sincronía con Fay, la única despierta era Luma que estaba en la cama a mi lado y me vio con curiosidad.

—Estás despierta.—ella afirmo con esa voz soñadora de siempre

—Si...eh ¿como te sientes, Luna?—pregunte sentándome con cuidado.

—Estoy bien, mucho mejor.

—¿Sabes cuento tiempo hemos estado aquí?

—Tal vez una hora—ella me observo con aquellos ojos protuberantes y de mirada extrañamente brumosa—. Lo siento mucho por tu padre, Laila.

Desvíe la mirada y vi la sabana en la que estaba envuelta, las memorias volvieron golpeando me, mi padre haciendo una mueca de sorpresa y miedo, como se fue por el velo y no volvió, el grito triunfante de Bellatrix...senti mis ojos arder y me los refregue con fuerza. De todas maneras vi a la chica a mi lado.

—Gracias Luna— le sonreí suavemente y es que recordé que yo y Harry no éramos los únicos que podían ver a los Thestrals entre nuestro grupo cercano, Luna también podía. La vi, tratando de no ser grosera—. ¿Tu has...tu has visto a alguien morir?

—Sí —contestó Luna con naturalidad—, mi madre. Era una bruja extraordinaria, ¿sabes?, pero le gustaba mucho experimentar, y un día uno de los hechizos le salió mal. Yo tenía nueve años.

—Lo siento .

—Sí, fue terrible —continuó Luna con desenvoltura-—. A veces todavía me pongo muy triste cuando pienso en ella. Pero me queda mi padre. Como a ti tus abuelos.

Me dieron escalofríos , ahora sin poder tener a mi padre lo único que quería era estar en los brazos de mis abuelos Newt y Tina. La primera vez que mi abuelo Newt se enfermó gravemente fue cuando entendí que ellos ya eran ancianos...y que pronto, algún día, ellos se irían... llore toda la noche esa vez. Nunca estaría preparada para eso, como tampoco estaba preparada para perder a mi papá.

—Además...ella ha estado aquí hace una media hora —Luna apuntó a una esquina de la enfermería, ahí en una silla, dormida con la cabeza algo torcida y durmiendo, incluso durmiendo lo hacia con elegancia y recatada, estaba mi abuela Angelique.

Algo en mi corazón se enternecio, desde hace unos meses supe el esfuerzo que ella estaba haciendo para construir una relación entre nieta y abuela. Y lo apreciaba mucho. Sin embargo aún había algo que tenía que hacer , tenía que hablar con alguien sobre lo que había pasado, mi sangre hirvio de rabia mientras hacía las sabanas a un lado. Vi que mis piernas estaban con raspones y me puse mis zapatos que estaban en el suelo. Luna inclino la cabeza y me vio con curiosidad.;

—¿Adonde vas?

—Tengo que hablar con Dumbledore—murmure entre dientes. Me sentía muy cansada y bostece, aunque los músculos los sentía relajados sintiendo  que había dormido un día aunque Luna me había dicho que solo había pasado una hora.

Lo bueno es que la enfermera no estaba aqui, así que no me podia regañar por haberme levantado de la cama. Me fijé en mis demás amigos, todos se habían arriesgado por nosotros, además Fay, Neville y Luna no conocían a papá, pero al saber lo importante que era para mí y para Harry vinieron con nosotros.

Con cuidado abri la puerta, saliendo de la torre de Enfermeria. Mientras caminaba por los pasillos note que habían varios chicos que debían de bajar al Gran Comedor para desayunar. Parecía imposible que pudiera haber gente en el mundo que todavía tuviera hambre, que riera, que ni supiera ni le importara saber que Sirius Black se había ido para siempre. Una vez subi a la oficina me encontré con la gárgola de mármol que custodiaba las escaleras.

—¿De verdad se necesita una contraseña hoy?—hoy le pregunte a la estatua y soprendentemente esta me dejo pasar. Mientras subia por las escaleras podía escuchar gritos y ruido...dudaba mucho que ese fuera el ministro de Magia. Porque dudaba que él se atreviera a hablar así después de lo que había presenciado.

Toque la puerta una vez y no espere a que me respondieran, entre así nada más, pero es que no tenia control de mis emociones en este momento.
Me encontre con Harry que estaba agitado en frente de Dumbledore, varios objetos estaban tirados y algunos destruidos en el suelo, obra de mi mejor amigo por supuesto. El director estaba sentado en su silla con tranquilidad y Fawkes piaba siendo un polluelo.

—Laila. Que bueno que hayas despertado—sus amables ojos se posaron en mi—. ¿te sientes mejor?

—Yo....si.—desvie la mirada de la de  Harry que no paraba de mirarme y ahora mismo no estaba dispuesta a sonrojarme—. Necesito hablar con usted...en privado.

—Por supuesto—él asintió, note que había un rastro de unas lagrimas en su cara, había lidiado con un adolescente inestable emocionalmente...ahora lidiaria con la peor—. Harry, ya puedes irte, debes ir a descansar, los demás están en la enfermería.

Harry le dio una última mirada a Dumbledore, yo entre a la vez que él estaba saliendo, nos quedamos viendo un rato antes de que ambos tomáramos direcciones distintas.

—¿Morgana?— me preguntó Dumbledore, apreté lo dientes.

—Callada. No se digna a aparecer. Pero no vine a hablar de mi.

—Lo se...Yo tengo la culpa de que Sirius haya muerto —afirmó Dumbledore con claridad—. O mejor dicho, casi toda la culpa, porque no voy a ser tan arrogante para atribuirme la responsabilidad absoluta. Sirius era un hombre valiente, inteligente y enérgico, y los hombres como él no suelen contentarse con quedarse sentados en su casa, escondidos, cuando creen que otros corren peligro.

—No. No tiene el derecho de hablar de mi padre—mi voz temblorosa mientras sentía mi mandíbula y labio temblar—
  ¡Usted tiene toda la culpa! Yo...—sentí que me faltaba el aire.—.  Yo..debi haberlo detenido. Debi haber detenido a Harry.

—No es tu culpa la muerte de Sirius, Laila—él trato de calmarme.

Suspire.

—¡No lo entiende! Yo...

—Se lo que piensas. Crees que tu gran influencia en Harry pudo haber cambiado algo. Crees que por no haber  dudado más de él; tal vez tu padre seguiría vivo. Pero es un error. Laila. No eres culpable. Aunque hayas tratado de convencer a Harry, él si hubiera ido.—el director me trató  de tranquilizar—
  Pero si lo influenciaste para volver a ser el mismo. Tu maravillosa fuerza, es que tu corazón ha salvado a Harry...

—¡Si dice el poder del amor juro que le golpearé el rostro!—exclame ya harta, dándole un golpe al respaldo de la silla con mi puño.

—Pude ver lo que le mostraste a Harry. Fue muy hermoso—él me sonrio—. Fue muy hermoso poder ver el amor que le mostraste, y no solo el tuyo, si no también el de sus amigos. Les ha dado razones para seguir luchando.

No les respondí a eso. Aunque ese momento él lo considero hermoso para mí fue desesperante. Me estaba agarrando a cada recuerdo feliz, cada pedazo de emoción para no soltar a Harry, no perderlo ante Voldemort. Un pánico de emociones. Fue uno de los peores momentos de mi vida.

—Me he dado cuenta—comencé viendo al suelo antes de ver al director a través de sus lentes de media Luna—...solo es cosa de unir los puntos aunque...nunca quise aceptarlo; dejar que Harry se sacrifique año tras año...no explicarle desde un principio que hablaba con las serpientes, arreglar nosotros los problemas con un giratiempos, dejar que participara en el torneo de los tres magos...¿Asi es como usted ve a las personas que yo amo? ¿Como piezas que utilizar para un bien mayor?

—Yo me preocupo por Harry.—él me aseguro sin embargo eso solo hizo que mi rabia creciera considerablemente.

—Y yo lo amo.—lo interrumpí—. Hay una gran diferencia.

—¿Crees que no le tengo aprecio?—por primera vez no importa cuantas veces le hubiera gritado en el rostro, el director parecía ofendido—.  Me interesa el bienestar de Harry, por favor, Laila, estoy siendo de lo más honesto contigo. En cuanto a tu padre...

—¡Mi padre no se merecía eso !—solloce, completamente destrozada, me agarré al respaldo de la silla para no caer siendo que estaba parada, vi al director con rabiaz—. Él siguió todas sus estupida reglas ¡Y aún asi no fue suficiente! ¿¡Que se necesita para complacerlo?

—Laila...

—¡Mi padre era un rebelde !—exclamé—. El decidia que camino tomar. Y el elegía el precio que estaba dispuesto a pagar. Él se negaba a ser usado...así que usted lo abandonó ¡Por qué su lealtad era conmigo y con Harry, no con usted! ¡y sin lealtad a usted no le servía!

Respire agitadamenre, sintiendo mis ojos arder en lágrimas mientras empezabas hacer cawa vez más calor, la última expresión de mi padre plasmada en mi mente. Solloce poniéndome una mano en la boca.

—Estás enojada Laila. Y estas buscando a alguien en quien depositar tu culpa y pena. Si la depositas en mi, lo aceptaré porque creo que me lo merezco.—él me dijo solemnemente. Me di la vuelta poniéndome otra mano en el pecho tratando de ralentizar los rápidos latidos de mi corazón—. Pero me siento en la obligación de decirte que aunque seas la bruja más poderosa de entre los estudiantes, no fue el poder de Morgana que salvo a Harry. Esa fuiste tú.

Comencé a ir a la puerta, tomando el pomo con la mano, dada la conversación terminada, sin embargo al último segundo me di la vuelta para ver a Dumbledore.

—¿Puedo....puedo volver más tarde?

—Por supuesto.

Este jueves 11 dan los resultados de mi PSU y el viernes actualizaré porque es el cumpleaños de una seguidora. Así que el viernes sabrán si cumplí mi sueño o me quedo todo el fin de semana llorando :D

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