Tal vez, algún día

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Los años pasaron y muchas cosas han cambiado, Candy se ha casado con Neil, Terry se ha separado de Susana cad... עוד

TAL VEZ, ALGÚN DíA Part 1
DECISIONES
SORPRESAS
EL ENFRENTAMIENTO
HARRIET 1era parte
HARRIET parte 2
Un indicio, una verdad y muchas lágrimas
Recuerdos y culpas
Noche sin fin
Frente a frente
Revelaciones
Mía
Capítulo extra
Lo Quieras o No capítulo 14

Tormento

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Tal vez, algún día

Capítulo 13

Todo era oscuridad, de nuevo estaba en ese cuarto húmedo, se abrazó a sí misma, sus brazos estaban helados, sus pies descalzos estaban entumecidos, sus dientes comenzaban a castañear debido al frío, quiso hablar, pero la voz no le salía, se llevó las manos a la garganta con desesperación, abrió la boca y miles de clavos le perforaron la tráquea, se giró entre las sombras, buscando, pero no había nadie más, solo ella.

— ¡A....yu...den...me! — Exclamó con mucho esfuerzo.

El sonido de una cubeta al caerse la alertaron, trato de ver algo en un rincón, pero no veía nada, sin embargo, los pasos sobre el agua le indicaron lo contrario; todos los vellos de su cuerpo se le erizaron de terror... era él...

— Nadie vendrá a ayudarte querida — Proclamó la voz cavernosa de un hombre muy conocido — Tu solita te has metido en este embrollo.

— ¡Ne...Neil...!

— ¡Pobre de ti Candy! — Se burló — Acabarás sola, metida en este hoyo tan profundo que tú cavaste, él no te ayudará, va encerrarte aquí, de nada te sirvió matarme, no serás feliz nunca.

Candy retrocedió todo lo que pudo hasta chocar con la pared mojada, el hombre siguió avanzando hasta quedar muy cerca, tan cerca que la rubia podía sentir su aliento a coñac.

— Él se llevará a tus bastardos y tú te quedarás sin nada, estarás más sola que un perro.

— ¡No! — Grito la rubia llevando sus manos hasta su vientre plano, aterrada se palpó buscando aquella redondez llena de vida, pero, ahora... ya no estaba.

Entonces... el sonido del barco avisando su partida...

— ¡Mis hijos! — Lloró la mujer.

Candy vio la luz brillante que entraba por una pequeña ventana, ¿De dónde había salido si hace un momento todo era oscuridad? Con premura se acercó, estaba muy alta para ella, pero, había una cama de piedra, se subió poniéndose de puntas, se aferró a los barrotes y lo vio, el puerto de Southampton, el Mauritania, ¡Terry!

— ¡Terry! — Gritó la rubia como aquella vez que lo vio partir y no lo alcanzó — ¡Terry! ¡Estoy aquí! ¡Terry! — Gritaba ronca, con un dolor punzante en la garganta.

Y él la escuchó, miró hacia su dirección, sin embargo, solo había hielo azul en su mirada.

La risa de una niña llamó la atención del hombre, él le tomó la mano y fue entonces que Candy se fijó en el bulto azul que Terry llevaba en sus brazos.

— ¡No! ¡No te los lleves! ¡También son mis hijos! ¡Terry! ¡Terry! — Gritó sin cesar, pero él ya no la escuchó, subió al barco con los niños y ella los vio partir sin poder hablarles, sin tocarlos.

Se derrumbó sobre la cama fría y dura, los torrentes de lágrimas caían de sus verdes ojos, quería seguir gritando, pero ya no podía, la poca voz que le quedaba se ahogaba con su llanto tan desgarrador que resonaba en el calabozo, de nuevo la oscuridad la invadió.

— Bienvenida al infierno "mi amor" — Le dijo Neil al tiempo que posaba su mano helada sobre el hombro de la rubia.

.

.

.

— ¡No! ¡Déjame! ¡No! ¡No!

— ¡Candy! ¡Candy! ¿Qué te pasa? ¡Candy despierta! ¡Despierta linda!

— ¡Albert! — Pronunció la rubia apenas abrir los ojos y toparse con otros que la miraban con angustia — ¡Vino por mí! ¡Neil vino por mí! — Afirmó al tiempo que se aferraba con fuerza al chaleco gris de su amigo.

— No linda, estás a salvo, estás a salvo aquí — Comenzó él a susurrarle mientras la mecía levemente — Tranquila... todo estará bien Candy... shhh... todo estará bien.

La temblorosa chica hundió su rostro en el pecho de Albert, estaba aterrorizada, de nuevo las pesadillas la estaban atormentando, ahora con su difunto esposo de protagonista.

.

.

.

Los cascos del caballo sobre el camino de piedra hicieron que Dorothy se levantara de un salto, miró al frente y, la figura de Tom Stevens se acercaba, la mujer se santiguó al distinguir que, delante de su marido, sobre el imponente animal color caramelo una pequeña niña venía con él.

— ¡Harriet! — Soltó aliviada.

— Ya estamos aquí — Dijo Tom al llegar junto a ella — Tómala — Pidió a su esposa cuando esta se acercó.

— Él... ¿Te dijo algo?... ¿Te hizo algo?... — Preguntó la castaña mientras sujetaba a la bebé y observaba a su esposo como buscando alguna herida.

— No, la mujer que estaba con él intervino, no pasó nada, pero no creo que se quede de brazos cruzados por mucho tiempo — Expuso Tom.

— La mujer es la madre de Terry y tampoco creo que se quede tan tranquilo.

— Lo imaginé — Alegó el vaquero — Fue tan solo un momento que los vi y casi me voy de espaldas, verlos a los tres... ¡Son idénticos! — Exclamó Tom — Me dio tanta pena ver el dolor en sus ojos cuando me iba con ella — Dijo acariciando la cabeza de Harriet — No sé lo que yo haría en su lugar, saber que tienes un hijo... no poder estar con él... ahora que nosotros...

Tom no pudo continuar, abrazó a su esposa por los hombros, depositó un suave beso en su frente atrayéndola hacia él.

— ¿Ya le dijiste a Candy? ¿Que nosotros también...?

— No he podido — Clamó la castaña con un leve sonrojo en sus mejillas — Cuando llegué con ella en la mañana se empeñó en venir a hablar con el señor Ardley y luego todo esto...

— Le diremos apenas podamos, sobre todo porque en poco tiempo se notará tu estado y no quiero que te esfuerces de más.

Tom estaba preocupado, cinco años atrás él y Dorothy habían contraído nupcias y hasta hacía poco la bendición de un hijo les había sido negada, estaban tristes por eso, pero lo estaban asimilando, al principio no les dio tiempo de pensarlo mucho, pues, al mismo tiempo comenzaron los problemas, uno tras otro en el rancho Stevens y cartwright, ganado muerto, incendios, robos, todo a la vez y que casi los lleva a la ruina total.

Fue entonces que Candy acudió a ellos, les pidió perdón por lo que había pasado, de principio no entendían el porqué de sus palabras hasta que ella les dijo cómo, debido a su rechazo el primogénito de los Leagan causó daños y perjuicios a su gente más querida, Tom estaba decidido a hacer pagar a Neil, pero Candy lo convenció que sería peor.

Ahora, que al fin parecía que podían estar un poco tranquilos de nuevo situaciones de suma gravedad se imponían.

— Llevaré a la niña a la habitación de arriba, la voy a cambiar y luego la dejaré con Candy, estaba dormida pero apenas despierte preguntará por ella, después debo ir a buscar ropa y los objetos personales de ambas, avisar al señor Leagan y...

— ¿Todo eso? — Preguntó Tom con el ceño fruncido.

— Bueno... no hay nadie de confianza... el señor George...

— Está bien, pero, te acompañaré — Dijo el vaquero con firmeza — No dejaré que vayas sola a esa casa del infierno.

Dorothy asintió.

Tomas Stevens dejó ir a su mujer, conociendo la casa a la perfección y a pesar de no haber sido invitado a pasar se introdujo en el majestuoso lugar para ir hacia la cocina y ahí esperar a su esposa.

.

.

.

— ¡Mamá! ¿Por que dejaste que se la llevara? — Reclamó Terrence mirando con fiereza a Eleonor.

— Es lo correcto hijo — Habló la mujer con suavidad — Me duele al igual que a ti, pero las cosas no son así — Comentó mientras iba hacia la cama y se dejaba caer, cansada — Te lo dije hace un momento, si quieres pelear por tu hija hazlo, pero como se debe, no llevándola como si fueras un ladrón.

— ¡Pero es que...! — Alegó el castaño golpeando con fuerza la pared con el puño.

— No hay pero que valga Terry, llama a tu abogado, pregunta, infórmate que puedes hacer — Declaró Eleonor tratando de mostrarse serena a pesar del arranque de su hijo.

— Contactaré a mi padre — Susurró el hombre con firmeza, mirando a su madre con un brillo de decisión en los ojos.

— ¡No! — Exclamó la rubia poniéndose de pie en un salto — Sé que tú y él han arreglado sus diferencias, sé que por eso aceptaste ir a Stratford, pero los métodos nada ortodoxos de tu padre...

— Me lo debe Eleonor — Dijo levantando el índice, con los labios apretados — Una vez acudí a él para solicitar su ayuda y no lo hizo — Mencionó dolido — Desde que vino a buscarme y arreglamos las cosas él mismo saco a colación su deuda, es tiempo de que la salde, no pienso dejar a mi hija con esa mujer cuando me vaya de América.

— ¡Terry!

Eleonor lo miró sorprendida, la mirada fría y el brillo que refulgía en los ojos de su hijo le erizaron los vellos del cuerpo, era igual a la que una vez vio en el rostro de su ex amante, el padre de Terry, cuando este llegó para arrebatarle de sus brazos a su pequeño hijo.

El castaño no dijo nada más, tomó su maleta dirigiéndose a la habitación contigua, la opresión en su pecho y el nudo de su garganta le impedía seguir hablando, por lo que, dejando a su madre ahí sola se encerró por el resto de la tarde para poder así, ordenar sus pensamientos y los sentimientos que, a pesar de tantos años, le provocaron el ver de nuevo a Candy.

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.

.

Lakewood

— Solo fue un sueño Candy, tranquila — Dijo Albert tratando de dar consuelo a la rubia — No dejaré que nadie se lleve a la niña, antes pasarán sobre mi cadáver — Aseguró.

Tardó, pero al fin, Candy logró calmarse; más serena, la rubia se apartó de su amigo, se limpió las lágrimas y con voz ronca habló:

— ¿Podrías enviar a alguien para informarle a Arthur? No quiero que se preocupe, salí sin avisar y ya es tarde — Solicitó — No quiero seguir dándole armas a Sara para que me ataque de nuevo cuando les digan dónde he estado todo el día, ya he tenido suficiente.

— No tengas pendiente ya me encargaré de ello, quédate tranquila.

Con sutileza, la rubia se apartó de su amigo, de repente no se sentía cómoda de tenerlo tan cerca, además, necesitaba pensar, debía y tenía que pensar.

.

.

.

La noche caía, y desde la ventana del cuarto, en la posada, Terry miraba hacia el cielo, se sentía exhausto, llevaba horas pensando, desmenuzando palabra por palabra de las escritas en la carta que sostenía entre sus manos, miles de interrogantes, un sin fin de sentimientos, dejó caer la hoja y cerró las manos, apretó tanto los puños que los nudillos se le pusieron blancos.

— ¡Maldito infeliz hijo de puta! — Exclamó al tiempo que dio un golpe a la pared con potencia.

Del otro lado de la habitación, Eleonor se apresuró a llegar a la puerta que la separaba de su hijo tras escuchar el golpe.

— ¿Terry? ¿Qué te pasa? ¡Terry! — Clamó al tiempo que intentaba abrir sin éxito pues el castaño se había encerrado con llave.

La ex actriz estaba angustiada, después de la diferencia de opiniones con su hijo este entró a la habitación contigua y no había vuelto a salir, estaba en silencio y ella creyó que los acontecimientos del día más el cansancio del viaje lo vencieron, sin embargo, al escuchar el sonido de un golpe se alertó, tuvo miedo, su hijo estaba furioso, y no era buena señal.

— ¡Déjame entrar Terry! ¡Déjame ayudarte! ¡Terry abre!

El hombre escuchaba las súplicas de su madre, pero permanecía inmóvil, sus ojos color mar reflejaban su turbación, estaban oscuros, brillando, su ceño estaba fruncido, sus labios apretados y parecía contener la respiración.

— ¡Terry! ¡Hijo por favor! ¡Terry no estás solo! ¡Terry!

Eleonor seguía golpeando la puerta, estaba dispuesta a insistir, golpearía y golpearía, toda la noche si era necesario, hasta que sus nudillos sangraran, pero no dejaría a su hijo solo, no como estaba, no así.

.

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.

Se que me he tardado una eternidad ¡Cuánto lo siento! No crean que he olvidado esta historia, la tengo presente cada día pero me es tan difícil expresar todo lo que siento y pienso.


El capítulo es corto, pero no tenía caso alargar lo que para mí no debía, así que aquí les dejo el capítulo esperando sea de su agrado.


un beso y un gran abrazo para todas. cuídense mucho.


Primrose

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