Saviour - Andy Biersack

By MoonsTears

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La vida de Rylee da un giro de 180 grados cuando su mejor amigo le entrega entradas para el concierto y Meet... More

2. La Fiesta
3. Crema Chantillí y Firmas
4. Vampiresa del Infierno
5. Nunca te defraudaré
6. Cigarros y Cervezas
7. Esto No Es Carrie
8. La libreta
9. Celos y Ropa Interior
10. AÑO NUEVOOO

1. El Concierto

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By MoonsTears

Capítulo 1 "El Concierto"


-Esto es malditamente rosa.- me sentía como una malteada. La altura de los zapatos no me molestaba, ni la poca longitud de la falta o lo holgado de la blusa, lo que me molestaba era el color. Rosa algodón de azúcar. Mi mente estaba vomitando todo tipo de líquidos corporales. 

-Mi vida, es lo único de tu talla.- mi progenitora me veía con los ojos iluminados. Esa era nuestra diferencia, ella pensaba que esto era hermoso y yo lo veía como algo, bueno, todo menos hermoso. 

Éramos tan diferentes. En sus tiempos libres ella pintaba, en mis tiempos libres me escapaba y me hacía tatuajes en lugares donde mi madre nunca se daría cuenta. Ella escuchaba música clásica, yo escuchaba todo tipo de música excepto esa mierda. Lo siento madre, no es mi culpa que sea tan ñoño

-¿Y la peluca qué?-pregunté, mirando la maraña de pelos rubios que picaba como el diablo. 

-No es necesario que enseñes tu horrible y espantoso corte de cabello.- cerró los ojos como si estuviese recordando a un monstruo.

-A mí me gusta -reclamé, frunciendo el ceño y fulminándola con la mirada a través del espejo. 

-Solo quiero que encajes, mi vida -besó cortamente mi frente. 

-Puedo ir a comprar ropa nueva, vi una tienda... –dije, pero ella inmediatamente me interrumpió. 

-Si no vas así al instituto te juro que me encargaré de que tu ropa y tus cosas se quemen en el infierno -amenazó con su dedo índice tamborileándose frente a mi nariz. Y dice que yo soy la sádica...

-Bien, pero no me pondré tu maldito maquillaje -rodé los ojos, alejándome del espejo y sentándome en la orilla de mi cama.

-¡No maldigas, Rylee! -me regañó, subiendo siete veces el tono de su voz. 

Lamí mis labios irritada, rodando los ojos y hundiéndome más en la cama, subiendo la colcha a mis piernas para cubrir el rosa cegador de la falda parecida a la que usan las prostitutas. No tenía ni idea de por qué estaba haciendo esto.


-Maldición, maldito maquillaje, maldita falda, maldita blusa, maldito mundo -maldije rápidamente, como si estuviera leyendo.

-Rylee, una maldición más y te voy a castigar -dijo, masajeando sus cienes, como si yo le diera dolor de cabeza. Bueno, pues estamos a mano.

Rodé los ojos, cruzándome de brazos. -Sólo te pondré un poquito de rosa en los labios, preciosa -dijo ella, surgiendo de nuevo la conversación pasada.

-Ya estoy yendo como vomito de unicornio, confórmate con eso. 

Dije y me puse de pie, agarrando mi mochila y poniéndomela en el hombro, camino al maldito infierno llamado instituto. 


Es increíble lo que un poco de ropa puede hacer. Nunca he sido muy... social —a falta de otra palabra—. Cuando llegué al aula para tomar la clase de álgebra, me senté atrás, como siempre, me callé, como siempre, y no di ninguna señal de socialización, como siempre; y todavía así, solo por el hecho de estar vestida como la muñeca de una niña de cinco años, la gente sí socializo conmigo. 

Si me hubiera vestido con mi ropa de siempre (unos jeans rotos, una camisa de cuadros, botas militares y algunos que otros collares y pulseras), esto no habría pasado. Todo el santísimo día tuve que ver como los labios de una rubia se movían frente a mi cara. La pobre no sabía que no escuchaba ninguna de las palabras que decía. Simplemente asentía de vez en cuando, algunas veces abriendo los ojos exageradamente murmurando un "Woah", y mordiendo el piercing derecho que tenía en mi labio inferior. 

El timbre sonó anunciando mi libertad. Estaba a punto de salir cuando alguien me agarró el brazo con delicadeza. Estaba a punto de darle un puñetazo al dueño de la mano hasta que vi a Miss Rubia sonriendo como una estúpida. Rodé los ojos.

-Entonces, ¿vienes con nosotras? -su sonrisa de prostituta en sus labios.

-No -articulé lentamente la palabra, sonriendo después. 

Y salí de ahí a grandes zancadas.

***

Mi teléfono sonó. Alargué mi brazo hasta tocarlo y lo tomé, para después ponerlo entre mi hombro y mi cuello para seguir jugando a lanzar una pelotita de plástico hacia arriba. La pelotita bajó después, a mis manos, y volví a aventarla. 

-¿Cómo estás pequeño demonio?- sonreí ante el sonido de su voz.

-Muerta de aburrimiento -me quejé, frunciendo la nariz. La pelotita se me zafó de las manos y salió rodando hasta la puerta de mi habitación. Gruñí levemente.

-¡Oh, Rylee, pobre de ti! -exclamó riendo.  

-Necesito regresar al infierno, o en serio moriré -le dije con voz cautelosa-. No es de juego, Brett. 

-¿Necesitas regresar al infierno o morirás? ¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? Sí estás en el infierno, estarás muerta, es decir...

-Al grano, Brett -rodé los ojos. 

-Dirección. Teléfono. Mensaje. Adiós, pequeño demonio –dijo y luego colgó.

Puede que ame a Brett, pero juro que a veces sólo quiero hacerlo tragar sus propios intestinos. Con amor, claro. Brett es mi mejor y único amigo (sin contar a la rubia de pelo maltratado de la clase de álgebra). Lo conocí bajo circunstancias nada agradables, pero llegamos a tener una amistad tan valiosa como un perro y su dueño.

Me fui a mensajes, para ver el mensaje que me había mandado. Sabía dónde quedaba ese bar. Bufé. Eran las ocho y media de la noche. No tenía nada que perder. 

Me miré al espejo y casi vomito. No me había cambiado desde que había llegado del instituto por lo que todavía parecía princesa de cuento de niñas de cinco años. Me quité la ropa rápidamente, aventándola al bote de basura. Fui a mi ropero y saqué algo que sí me pondría (gracias a todos los perritos con lentes mi ropa ya había llegado): tomé un corsé negro de cuero que se ajustaba en mi busto y hacía parecer que sí tenía senos, unas medias moradas rotas, una falda negra y corta que se apegaba a mi silueta hasta debajo del muslo, después me puse un cinturón con púas de metal y por último unas botas geniales militares. Maquillé mis ojos con sombra negra y dejé mis labios al natural.

Agarré la trenza de cinco sábanas que siempre utilizaba para escapar y aventé un extremo por la ventana, para después amarrar el otro a la pata de la cama. Me acerqué a la puerta de mi cuarto y le puse seguro, para después correr hacia la ventana y bajar por las sábanas.


Cuando mis pies tocaron el suelo, corrí hacia la calle haciéndome a mí misma lo más pequeña posible. Tomé un taxi y le di la dirección. Cerré los ojos y recargué la cabeza contra la ventana, golpeándome en la nuca cada vez que pasábamos por un bache o algo por el estilo.

Por fin llegué y me bajé del carro, para después pagarle al taxista y salir corriendo hacia la entrada. Había muchas más personas de lo normal, y la mayoría estaba vestida de negro como yo, lo que se me hizo sumamente extraño. Pasé por unos gorilas gigantes y me encontré con Brett en la entrada del bar.


-Hola, pequeño demonio –sonrió él.

-Hola, enorme dolor en el trasero. 

-Y preguntas por qué solo yo te soporto –rodó los ojos, dando un sorbo a la lata de cerveza en su mano.
-Sip –reí.

-Ten –me entregó un boleto.

-¿Qué es esto, sanguijuela? –pregunté frunciendo el ceño.

-Lee –ordenó.

Después de rodar los ojos, leí. Mi mandíbula cayó al suelo cuando leí lo que tenía impreso en el pequeño pedazo de papel. Un logo se expandía por el ticket, formando "BVB" de forma artística. Entrada a concierto y a Meet & Greet. Sentí que lágrimas bajaban por mis mejillas y descendían por mi barbilla para después caer al suelo.

Alcé la mirada a Brett. –No llores, Rylee –rio un poco.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello, apretujándolo y besando su mejilla una y otra vez.

-Vamos, entremos –dije, cuando me separé de él.


Asintió. Lo abracé una vez más, hasta que se quejó de que le faltaba oxígeno. Le di los boletos al gigantesco guardia de la entrada y nos dio el pase. Alcé mis brazos, mostrando los dedos pulgar, índice y meñique, haciendo el símbolo del rock. Grité hasta que me quede sin aire y aun así apenas y lo escuche con el ruido que había.  Brett rio a un lado mío, negando con la cabeza. Una chica pasó en frente de nosotros, sonriéndole a mi amigo. Ugh. Putas.

-En un momento te acompaño, pequeño demonio –dijo él, sonriendo y siguiendo a la chica. Rodé los ojos.

El escenario estaba iluminado, pero todo lo demás estaba en penumbras. Había un espeso humo que me rodeaba a mí y a todos los cuerpos del lugar, otorgándonos un olor profundo a cigarro. Había personas hablando y riendo, todos con maquillaje exagerado (cosa que me encantó)

De pronto, toda luz se extinguió. Una melodía de guitarra estalló por el lugar, seguida por gritos del público. Yo me encontraba con ellos, gritando "Black Veil Brides" al unísono de todos. Sentía que la adrenalina corría por mi cuerpo, haciéndome dar saltitos en el lugar.


Entraron cinco chicos, todos vestidos de negro, algunos tenían tatuajes enormes que me hacían feliz en más de una manera. Los piercings en sus labios y cejas y en todos los lugares. Sus ojos estaban maquillados de manera artística y apostaba que eso era más arte que lo que mi madre pintaba en sus tiempos libres. 


»Driving through this world unknown, I've built my life on broken bones « una voz profunda llenó mis oídos.

Y en ese momento sentí como mi alma salía de su contenedor (mi cuerpo) y se alzaba por el cielo, juntándose con todas las almas que deambulaban por ahí. Abrí mis brazos y la sensación de estar mareada se hizo presente, tambaleándome hacia adelante y hacia atrás, dejándome llevar por el compás de la música.

Alcé mis brazos y canté Heart Of Fire junto a Andy Biersack, moviendo mi cabeza al ritmo del bajo de Ashley Purdy, escuchando las melodías que salían de las guitarras de Jinxx Ferguson y Jake Pitts, y sintiendo cómo mi corazón latía al unísono de la batería de Christian Coma.


El concierto fue transcurriendo, con ello mi energía. Brincaba como si tuviese grillos en mis botas, y gritaba las canciones a todo pulmón. Reía de las cosas sin sentido que los cinco chicos decía. 


-Bueno, como pueden saber, nosotros vivimos aquí en L.A. -dijo Andy, echándose el cabello hacia atrás con su mano derecha-. Y a muchos de ustedes los conozco, hijos de perra. Lo he visto caminando por la calle y me han pedido autógrafos, y fotos -continuó-, así que quiero decirles que... -se quedó un momento callado, mirando de reojo a Ashley, quién lo miraba expectante-. Esperen... ¿qué quería decirles? 

El público rió, incluyéndome. 

-Estás jodido, hombre -dijo CC riendo.

Andy frunció el ceño, después se rió y se volteó de nuevo al público.

-Bueno, no importa -dijo, después de aclararse la garganta-. Desagradablemente, el concierto a llegado a su fin -dijo después. 

Todos comenzaron a quejarse, pidiendo por una canción más. Ashley se acercó a  Andy y le susurró algo al oído, Andy asintió y les dijo algo a los demás. 

CC comenzó a tocar la batería, seguido por las guitarras de Ashley y Jake. El público vitoreó. Lancé mis brazos hacia el cielo y grité, mi grito se unió al de todos y juro que en ese momento me sentía inmortal.

»Alone at last we can sin and fight. And I've lost all faith in this blurring light« Andy cantó. 


Todos volvieron a brincar; una chica de pelo azul eléctrico me empujó contra un tipo gordo. El gordo se rió contra mi oído, susurrándome cosas obscenas a la oreja. Traté de zafarme de su agarre, pero el mantuvo firmemente su mano contra mi cintura. Me agaché, en un intento de escape, pero era todo en vano. 

-¿Soltarías a mi amiga? -preguntó la voz de Brett a mis espaldas. Casi me echaba a llorar de alivio al oír su voz. 

-Vete y mete tus narices en otro lado -respondió cortante el gordo. 


Brett era fuerte y alto como un pino, pero el tipo era tan robusto que era imposible que mi amigo ganara esta pelea. Sin embargo, Brett alargó sus brazos y me cogió por la cintura -Vete a la mierda, a ella no la tocas -respondió él, con el mismo tono que el gordo. 

El gordo lanzó su puño directo a la nariz de Brett, quien se echó aun lado para evitar el golpe, pero el tipo tenía anillos por lo que le dejó un rasguño en la mejilla izquierdaUn gorila se acercó a nosotros, enfrentándose al tipo. 

-Vine lo más rápido que pude -llegó una chica-. El maldito gorila no quería venir -dijo con su respiración desasosegada-. ¿Estás bien, Rylee? -preguntó gritando a través de la música.

-Uhhhm si, gracias -asentí, gritando igualmente. 

El gorila se llevó al tipo casi arrastras. Dejé salir el aire que ni siquiera sabía que estaba reteniendo. El concierto aún seguía, y la gente ni siquiera notó el numerito que acabábamos de realizar. Brett me tomó de la mano y me la apretó un poco, como diciendo: Todo va a estar bien. Perdona por haberte dejado. 

Asentí un poco he hice un gesto con mi mano para quitarle importancia, pero el agarro mi cabeza y la recargo en su hombro. Brett y yo habíamos aprendido a hablarnos sin palabras con el tiempo. 


Había esas veces que yo no decía una palabra en absoluto (porque había sufrido de una noche de insomnio, o porque el día anterior había sido fatal), sólo asentía y eso era una gran ganancia; Brett tampoco hablaba, decía que si el mundo no recibía mi voz por ese día, que tampoco recibiría la voz de él. A esos días les llamábamos "Días mudos", consistían en comunicarnos con señas, porque "no nos apetecía hablar" -de eso queríamos convencernos, pero en realidad era porque estábamos tan dañados emocionalmente que no podíamos soportar sonreír, ni siquiera decir alguna palabra-. 

Andy seguía cantando Knives and Pens con demasiada profundidad, como si supiese de las noches oscuras que estaba pensando en ese momento. La canción terminó y con ello toda luz en el lugar. 

-¡Gracias, hijos de puta! -gritó Andy.


Nos quedamos a oscuras, algunos chicos aún gritando "¡Black Veil Brides!"

Encendieron las luces, para demostrar un escenario sin los chicos. Me volteé hacia Brett y lo abracé.

-No llores otra vez, Rylee -dijo él, riendo. 


No me había dado cuenta de que lloraba hasta en ese momento. Sentía mis mejillas empapadas y lo pegajoso del rímel corrido. La chica que trajo el gorila rió, entregándome un pequeño pañuelo. Lo acepté, extrañada. 


-Ella es Marie -explicó Brett.

Oh. Era la chica que le sonrió a Brett al principio del concierto. Era tan alta que me sacaba una cabeza, estaba muy delgada que podía ver sus costillas a través de su muy apretada blusa negra y tenía el cabello güero y corto. Estaba maquillada exageradamente, era normal en este tipo de ocasiones, y aún así podía notar que era muy bonita. 


-Mucho gusto, soy Rylee -le ofrecí mi mano. Ella rió como si le causara mucha gracia mi mano, y ante mi asombro, me abrazó. 

-Hace mucho que quería conocerte -dijo Marie. Fruncí mi ceño, mirando a Brett quien mantenía un Después te explico en sus ojos.

Le sonreí a Marie. 

-Escuché que si te quedas hasta el final en los Meet & Greet, ellos tienen más tiempo y hablan más y eso -dijo Brett, rascándose el cuello. 


Oh dios. Se me había olvidado que tenía pase para esa mierda. Sentí que toda la adrenalina se juntaba en mi pecho y casi quería estallar como un globo de la emoción. 


Marie y yo fuimos al baño, en donde me limpié la cara (el rímel estaba todo corrido) y me puse un poco de maquillaje que ella me ofreció. Nos reunimos con Brett en la entrada del backstage, en donde esperamos unos quince minutos para ser los últimos y estar más tiempo con la banda.
Brett y Marie comenzaron a besarse y sentí que todo se volvía incómodo. No sé si era porque había brincado mucho o por el hecho que mi amigo y su chica estaban casi teniendo sexo a un lado de mí, pero comencé a tener mucha calor. Decidí quitarme las medias rotas y las eché a la basura. 

Cuando volví, Brett y Marie habían desaparecido. Había una papelito en el suelo. Genial.

»Marie. Adiós. Emergencia. Bye, pequeño demonio«.

Muchas gracias, dolor en el trasero. 


Pasaron cinco minutos, y vi que ya casi no había gente, así que me acerqué a las mesas en donde se encontraban los chicos. 

Me acerqué a Jinxx, quién levantó la vista y me sonrió. 

-Hola Jinxx -dije, odiando cómo mi voz era cinco tonos más aguda.

-Hola -dijo él, aún sonriendo. 

-¿Me puedes firmar... el corsé? -pregunté, riendo un poco. ¿Soy nada más yo o eso sonó a línea de puta?

No tenía nada para que me firmaran, pues no había venido preparada para esto, gracias a Brett, así que lo único que me podían firmar era el corsé; pero al momento de decirlo, me sentí una gran prostituta. 

Jinxx alzó las cejas, riendo. Jake se rió también, intercambiando una mirada con su compañero. La sangre se acumuló en mis mejillas y bajé el rostro hacia el suelo. Dios, esto era vergonzoso. 

-Quiero decir... -comencé, balbuceado.

-¿En dónde? -interrumpió Jinxx divertido, negando la cabeza.

Me acerqué y le señalé un punto alejado del busto (sino en serio me vería como una puta). Jinxx me firmó con un sharpie plateado, ya que el corsé era negro. Jake se acercó con nosotros y de una vez por todas, también me lo firmó.

-Gracias Jake -dije sonriendo. 

-Por nada, dulzura -dijo él, asintiendo. 

Me acerqué a CC, quien hablaba con una chica de pelo rosa. Ella se despidió y CC viró su mirada hasta mí. Mi dios. Sentía tanta emoción que podría brincar desde el último piso del edificio más alto del mundo. 

-Hola CC -saludé, sonriendo tímidamente. 

-¡Hola! -gritó él. -¿Te puedo dar un abrazo? ¡Quiero abrazar a todas las fans! -gritó. 

Solté una carcajada al ver que en su mano derecha había una botella de cerveza. CC se acercó y me abrazó. Pude oler el olor a alcohol que emanaba de sí, pero en él olía bien. Me aferré a sus costados, manteniendo mis brazos fuertemente contra su espalda. Mis manos temblaban de la nerviosidad y la felicidad, y quise congelar este momento por siempre. 

Sentí cómo las lágrimas se escapaban de mis ojos, sin poder evitarlo. 

-Te quiero mucho -dije, aún abrazándolo. 

-Yo más -dijo él, y se separó. 

-Hey, tu CC, no acapares a las chicas.- me volteé y encontré a Ashley detrás de mi. Puedo jurar por todas las hamburguesas y papas fritas del mundo que en ese momento amé a Brett.

-¿Foto o firma preciosa?- dijo Ashley.

Preciosa. Me dijo preciosa. Considérenme muerta. 


-Firma.- le apunte un lugar en el corsé junto a las otras firmas.

Apoyó su mano izquierda en mi cintura, para firmar con la derecha. Me mordí el piercing derecho en mi labio inferior para no gritar. 

Quería también una firma de CC así que me volteé hacia él. -¿Me firmas tu también, CC? 

-¡Claro nena! -se puso en cuclillas, y me lo firmó. 

Volteé hacia todos lados y me di cuenta de que solo quedábamos yo y los chicos. Jinxx, Jake y Andy no se veían por ninguna parte y realmente me decepcionó porque no había conocido a Andy, pero al menos conocí a los demás y eso me hacía tan feliz como una lombriz. 

-¿Cómo te llamas? -preguntó, Ashley, sonriendo. 

-Soy Rylee -sonreí, con la sangre en mis mejillas. Dios, soy como una estúpida colegiala enamorada de su maestro de álgebra. 


-Lindo nombre -dijo CC-.

-Gracias -reí nerviosamente.

-Y bien, Rylee, ¿te gustaría ir a una fiesta con nosotros? .- Ashley estaba recargado en el marco de la puerta y me ofrecía una lata de cerveza. 

Mi madre me buscaría en la mañana. Sabría que me había escapado. Probablemente metería en problemas a Brett (ya que él era como mi hermano mayor que me "cuidaba"). 

Es incorrecto, no debo de hacerlo. Pero quiero. Pero no puedo. 

Tomé la lata, la abrí para después dar un buen y largo trago. 

A la fiesta se ha dicho. 

____________

Espero que les haya gustado el primer capítulo! 

-Andrea & Beca=3

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