El príncipe de las hadas (com...

By CarnavalDeMonstruos

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(LGBT+) Un joven rey invoca a un príncipe hada para realizar un ritual mágico que mejore su suerte. ¿Qué tan... More

Advertencia de contenido (opcional)
1. Cambio de suerte
2. Armas secretas reales
3. Jardín de hadas
4. Al final de la fiesta
5. Cadena de errores
6. Rescatarte
7. Sin magia
8. Donde se encuentran los caminos
9. El punto de no retorno
10. La casa del mago
11. Algo más tenebroso
12. Sobre hechizos prohibidos
13. Las puertas del bosque
14. El corazón de los árboles
15. Un refugio del caos
16. No hay rosas sin espinas
17. Los ojos del halcón
18. Te amo y adiós
19. En las fauces de la oscuridad
20. La invocación de la nigromante (actualización especial)
21. Un contratiempo terrible
22. Encantamiento de glamour
23. Lluvia de miradas indiscretas
24. Marionetas rebeldes y encuentros inoportunos
25. El secreto del guardia seductor
26. La ciudad muerta
¡Interludio especial de MEMES!
27. Los que no pueden volver
28. Conexiones siniestras
29. Susurros del hielo
30. Entre los hilos de la telaraña
31. El ardid sangriento de la hechicera
32. El portal hacia la luna
33. La reina maga
34. Extrañas maravillas ocultas
35. El misterioso pacto de Doslunas
36. Bruma sobre el lago
37. Lo que hay al final de la escalera
39. La fuente del poder arcano
40. Noticias ominosas de la tierra de los muertos
41. Todos los miedos (parte 1)
42. Todos los miedos (parte 2)
43. La llave del viento (FINAL)
Epílogo: la inauguración del nuevo jardín
¡Segundo especial de solo MEMES!
EXTRA #1: Una especie de magia (Drustan y Arami)
EXTRA #2: Una promesa encantada (Angus, CaDion, DrustaMi)
Curiosidades de cómo escribí este libro (SUPER SPOILERS)
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¡Tercer especial de fanarts!
EXTRA #4: ¿A qué huele la magia? (🐶 y 🐱, Casio/Dion, Arami/Drus, Nora/Erika)

38. Más allá del túnel

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By CarnavalDeMonstruos

Agobiado como estaba por el recuerdo que acababa de ver, Dion creyó que su cabeza estallaría. Él conocía otra parte del rompecabezas, la del hada originalmente capturada por Solonia y liberada por Angus. Recordó la historia de cómo habían extraído su sangre para salvar al bebé, y de cómo luego la reina había traído a nuevos magos dispuestos a practicar técnicas prohibidas. ¿Así que ellos habían conseguido recapturar al hada con el mismo tipo de hechizo usado sobre Erika, para seguir explotándola?

—Entonces cuando invaden reinos lo que están haciendo es... liberar hadas presas —murmuró Dion, en un hilo de voz.

—Sí —dijo la reina Evana—. Aura me prestó su suerte para tener ventaja. Ayudarla a cumplir con esto es lo mínimo que puedo hacer para compensar todos los años que estuvo encerrada, siendo esclava de los humanos.

—¿Qué pasó con el hada original?

Aura desvió la vista, con el rostro compungido, y se dio la vuelta sin responder. Quien lo hizo fue Evana:

—Intentamos liberarla, pero el proceso de remover a un hada de esos recipientes es peligroso. La explosión que viste en ese recuerdo mató a la hechicera y me hirió a mí. Aura sobrevivió, pero el hada de Solonia no. Hemos tenido mejor suerte en los otros dos reinos, pero hasta ahora Aura es quien ha salido más entera.

Más entera, pero no ilesa. La voz de Aura delataba que no todo estaba bien; probablemente fuera solo un signo de algo peor, más allá de la fuerza que intentara demostrar.

—¿Qué pasó con las otras hadas...? —preguntó Dion.

Evana tomó aire.

—Las otras dos que hemos conseguido liberar han quedado muy maltrechas en todo sentido. Su colonia solía estar cerca de Solonia, pero ya no, así que partieron en su búsqueda. Sospechamos que esa colonia emigró cuando Solonia comenzó a recurrir a la magia oscura y su influencia se expandió demasiado. Una de ellas nos dijo que fueron atraídas a través del hada original, cuando esta estaba siendo controlada. Los nigromantes les tendieron una emboscada.

Casio había hablado sobre la alianza de Solonia con otros territorios, una que había disparado una era de prosperidad. Esto incluía al reino de Casio. ¿Podría Dion haber estado pisando el suelo bajo el cual un hada estaba siendo explotada?

—¿Están seguras de que todos los aliados de Solonia usan hadas?

—Bastante —dijo Evana—. Y en un momento sospechamos de Doslunas también, pero de acuerdo a la investigación de Aura, la fuente de su prosperidad es otra. No es una prosperidad artificial, aunque hayan recibido una ayuda en el pasado.

Aura volvió a mirar a Dion de frente y dijo con su voz gélida y rasposa:

—Pero el reino del humano con el que andas tiene que estar usando una. Son aliados cercanos a Solonia.

De pronto, todo estaba cobrando sentido. Solonia le había exigido ayuda al reino de Casio porque necesitaba reemplazar al hada que era la fuente de su prosperidad, luego de que Evana y Aura la hubieran liberado.

—¡Pero Casio no sabe nada de esto! Cuando pidió ayuda a las hadas fue para defender a su reino...

—Sí —dijo Aura—. Lo que le importa es su reino. Nada más. A ti te quiere usar para recuperar su trono.

—¡Lo perdió por defenderme! ¿Qué piensas hacer, retenerme para siempre? ¿No era que querías liberar a las hadas?

Quizá no fuera posible razonar con Aura a esas alturas. Quizá estaba demasiado dañada por sus experiencias como para entender que, en su afán por protegerlo, estaba lastimándolo. Su último intento de rescate había fallado. ¿Qué clase de daño había sufrido al ser extraída del huevo, y al destruir los otros? ¿Qué tal si no era solo físico, sino algo más allá? ¿Qué tal si estaba rota?

—No quiero más hadas heridas —murmuró Aura, tajante—. Involucrar a otras es peligroso. Este es mi trabajo. Vamos a retenerte hasta encargarnos del humano que te manipula.

—¡No! —exclamó Dion.

Con ese grito, un torbellino se formó dentro de él, y de su enojo nació un viento de energía que hizo que la estructura de la red temblara. Por primera vez, sintió que tenía en sus manos el poder de deshacer los hilos que lo retenían, pero la sensación fue breve. La red de hielo reaccionó a su resistencia; se volvió más densa y se extendió por su piel, formando una capa más sólida que lo obligó a cerrar los ojos y callar.

Mientras era empujado hacia un abismo de hielo, escuchó las voces de la reina y de Aura que discutían. Tuvo la impresión de que era sobre él, aunque no estaba seguro. Era posible que fuera sobre el reino, o sobre lo que hacer a continuación. Pronto, todo eso dejó de importar; Dion se encontró apartado de su mundo, encerrado dentro de sí mismo.

En ese estado dejó de tener consciencia de su cuerpo, pero no de sus pensamientos. A pesar de que en el limbo oscuro en el que estaba suspendido no parecía haber escapatoria, Dion se mantuvo sereno y se concentró en encontrar una salida. A lo lejos, distinguió una pequeña luz que tintineaba en medio de las tinieblas, la única estrella de esa noche artificial; se aferró a ella y navegó en su dirección, flotando a través de la nada.

La luz se fue agrandando a medida que Dion se acercaba. Aparentaba ser una ventana hacia el exterior, pero lo que vio del otro lado lo confundió: ante él se desplegó Doslunas, ahora libre de niebla, desde el balcón de la habitación que compartía con Casio. Junto con la vista vinieron otros sentidos: el tacto de la baranda fría bajo sus manos; el olor a vegetación de los alrededores; el ulular de un búho; el vago rastro dulce de sabor a fruta en su paladar. ¿Estaba allí? ¿Estaba libre? No, entendió poco después: era solo un observador. Aquel no era su paladar, ni aquellas sus manos. Estaba viendo a través de los ojos de otro: estaba, de alguna forma, dentro de la mente de Casio. Buscando un escape, había encontrado un camino hacia él.

Casio se apartó del balcón, su corazón latiendo alocado, y murmuró:

—Dion...

A pesar de que no pudiera responderle, escuchar su nombre de la boca de Casio fue para Dion una bocanada de aire fresco, un pimpollo que se abría animado por la tibieza de la primavera luego de un largo invierno. Allí estaba la esperanza que venía buscando.

—¿Qué pasa? —dijo una segunda voz, que Dion reconoció como la de Alhelí.

—Creo que sé dónde está —respondió Casio—. Creo que puedo llegar al lugar. Es como si tuviera algo adentro de mí que puede guiarme.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé. Es como si supiera adónde hay que ir, como si Dion estuviera indicándomelo, como si estuviéramos conectados a través de una fuerza invisible.

Casio se dio la vuelta. En la habitación estaba Nora y el resto del grupo, observándolo con intriga.

—¿Podría ser una consecuencia del cambio de suerte? —preguntó Nora, apretando contra sí su libro de hechizos—. ¿Dion está con la reina guerrera y con el hada que la ayuda, entonces?

—Sí, está atrapado. ¡Tenemos que hacer algo!

—No podemos ir solo nosotros —se atrevió a decir Arami—. Seríamos cinco personas contra quién sabe cuántos.

—¡Seis! —exclamó Alhelí, volando hacia él, que dio unos pasos atrás y se chocó contra Drustan.

—¡Oye, ahora no es el momento, pero quizá después! —susurró Drustan. Arami negó con la cabeza y señaló a Alhelí; Drustan, que no podía verla, le guiñó un ojo.

—No voy a quedarme aquí sin hacer nada —dijo Casio, poniéndose en camino a la salida—. Si Yatziri se niega a tomar partido por no querer meterse en asuntos de hadas, encontraré otra manera. Negociaré con ellas, o encontraré a alguien más con quien aliarme. Volveré al bosque de las hadas si es necesario.

Un murmurar de voces alarmadas que llegó hasta ellos como un aleteo de pájaros interrumpió la discusión. Venía del nivel inferior, donde un grupo de magos corría hacia el camino de la montaña que llevaba al pueblo. Alhelí voló hacia afuera y luego de dar unas vueltas, volvió al interior.

—Viene alguien —dijo Alhelí—. ¡Un hada mayor del lago!

Casio corrió hacia la ventana. Desde allí no se veía más que a un grupo de magos que se aglomeraban en la entrada del patio. Sin demorarse, Casio salió de la habitación y bajó hacia el nivel inferior, seguido por el resto de los presentes, algunos más rápidos que otros.

Llegó al patio de abajo justo para ver a los magos y guardias apartarse, dejando a la vista a la criatura del lago con la que Dion había hablado, con su aspecto anfibio y piel escamosa brillante por el agua. Caminaba dejando un rastro de huellas mojadas detrás de sí.

—¿Eso es... un hada también? —dijo Drustan por lo bajo—. Entonces no todas son refinadas como Dion. Esta no es muy... elegante que digamos.

—Debe de ser la primera vez que no encuentras atractivo a alguien —respondió Arami.

—¡No! Y no hables así con ese desprecio. Mira, no tiene nada de malo apreciar la belleza de la vida; pero más allá de lo de afuera, tengo que conectarme espiritualmente con alguien para que me guste de verdad —declaró Drustan, con una mano sobre el pecho. Arami resopló.

La criatura del lago, ajena a todas las reacciones y comentarios, continuó su avance hasta encontrarse frente a Casio, el único que se atrevió a plantarse en su camino.

—Dime que viste lo que pasó con el hada que vino con nosotros —dijo Casio.

—Sí —respondió la criatura, con su voz profunda, acuosa. Esta tomó por sorpresa a Casio, que se tensó tanto que Dion sintió que el espacio en que estaba se volvía más sólido—. Mi nombre es Bilu. Vengo a hablar con la reina humana en el nombre del lago.

Aunque era la primera vez que lo veía, Casio asintió. La confianza que sentía venía de Dion, cuya energía deshizo los nudos que empezaban a formarse en los hombros del rey. Así, Casio se hizo a un lado y la criatura continuó avanzando hacia el interior de la edificación, sin que nadie la detuviera. Al pie de la escalera que llevaba al nivel superior fue recibida por Neleb, que después de una pequeña reverencia le indicó el camino con un gesto cortés.

Antes de seguirla, Casio miró hacia atrás un momento. Dion pudo sentir cómo se quedaba sin aliento al ver el estado del lago: desde el agua se asomaban las cabezas de más criaturas, pequeños puntos en la superficie a la distancia. Una tibia esperanza se encendió en la fría nebulosidad de la incertidumbre.

A través de los ojos de Casio, Dion vio a Bilu avanzar con parsimonia mientras subía escaleras y atravesaba pasillos. El camino terminó frente a una enorme puerta cerrada que Neleb abrió, detrás de la cual estaba la sala circular del templo de la luna. Yatziri, quien probablemente hubiera percibido el movimiento, ya no estaba sentada meditando, sino de pie, con los ojos abiertos. Al encontrarse con la mirada de la criatura del lago, se inclinó ante ella con respeto, apoyando una rodilla en el suelo.

Desesperado por escuchar lo que Bilu tenía para decir, Dion perdió la serenidad que lo mantenía conectado a Casio, quien se llevó una mano a la frente, asaltado por un súbito dolor de cabeza que ambos sintieron a la vez.

—¿Se encuentra bien Vuestra Majestad? —preguntó la voz de Nora.

—Sí —aseguró Casio, y cuando sacudió la cabeza para despejarse, Dion terminó por perderse de vuelta en la negrura donde no existía arriba ni abajo.

Ya no podía ver lo que Casio veía: la conexión se había roto.

Continuará.

Próximo capítulo: sábado 30 de enero.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Aunque lo de Aura y Evana es preocupante, ¿creen que se podrá razonar con ellas?

Ah, para contestar a una pregunta de la vez pasada sobre por qué Dion no fue controlado por Dalia: ¿se acuerdan de que para neutralizarlo, lo envenenaron con un veneno que es mortal para los humanos (el acónito, no es joda, es mortal)? Tendrían que esperar a que el efecto pasara para poder hacer el ritual sin MORIR. Creo que lo agregaré en alguna parte xD (me quedan cosas por pulir, entre otras: cambiar el nombre del reino de Casio).

A quienes han llegado aquí, les presento el siguiente diploma:

¿Qué hay después de Nivel Platino? Nivel RODIO, que es un metal todavía más precioso. Ese sí es el nivel final, cuando se acabe la historia (si tengo suerte terminaré en estos días).

¡Muchas gracias por acompañarme leyendo, votando y comentando! Lo tengo muy presente. 

¡Abrazos grandes!

EDIT: Resubido para agregar a la versión de pelo largo de Dion que le había prometido la semana anterior.

La artista la hizo para darse el gusto, y puso MUCHOS BRILLITOS (creo que están super lindos los brillitos). Digamos que es una versión de Dion cuando se disfrazó de Diana (aunque Diana tenía el pelo de otro color xD)

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