Beth
—Vale,¿tenemos todo?—pregunto por ultima vez antes de subir al taxi, llevo alrededor de tres maletas sólo de Amellie más un bolso grande que lleva sus cosas necesarias entre ellas: su peluche.
Fabrizzio rueda los ojos.
—No es como si te fueras a mudar, por el amor de dios.—dice colocando la última maleta en el asiento trasero ya que el cajón esta repleto
—Vale, Amellie, ven acá cariño.—ella corre hacia mi y la tomo entre mis brazos, Fabrizzio nos sostiene la puerta y entramos, coloco a Amellie sobre mi regazo, luego el se sienta adelante y el taxista arranca
—¡Mami, mami!—grita ella emocionada—¿A dónde vamos?—pregunta
—Vamos al otro extremo del mundo.—digo y ella frunce el entrecejo, Dios mío, es igual a él cuando lo hace—Vamos a Canadá, muñeca.—le doy un beso en la mejilla y ella sonríe
Escucho la ronca risa de Fabrizzio desde el asiento de adelante.
—¿En dónde queda Canadá?—pregunta tomando un mechón de mi cabello y empieza a acariciarlo suavemente
¿Por qué cada vez que hace este tipo de preguntas no se que responder?
—En dónde vive Mona La Vampira.—responde Fabrizzio y voltea sonriendo, frunzo el ceño sin entender de que habla, aunque posiblemente es otra de las extrañas caricaturas
—Mami, no me gusta mona la vampira.—Amellie hace mala cara y ahora quiero golpear a Fabrizzio
—Bueno, te prometo que no la veremos.—suspiro y sonrío, Fabrizzio solo ríe y el conductor también
—¡Mira un pajarito!—exclama y agradezco que se entretenga con algo más
Minutos después llegamos al aeropuerto, Fabrizzio se encarga de buscar un carrito y colocar las siete maletas sobre él, tomo a Amellie de la mano y los tres empezamos a caminar para chequear los pasaportes y dejar las maletas, sólo me quedo con el bolso de cosas necesarias, mi bolso y Fabrizzio se queda con una pequeña valija.
Luego la voz femenina del aeropuerto nos anuncia que es hora de abordar así que nos dirigimos a la puerta mientras Amellie chilla cada vez que ve una tienda con peluches.
Los asientos de primera clase que hemos elegido son perfectos, aunque no quiera me toca darle el asiento de la ventana a Amellie, ya que ha lloriqueado, demasiado diría.
El avión toma velocidad para despegar y ella se aferra a mí, sollozando.
—Todo esta bien pequeña.—le doy un beso en la cabeza abrazándola.—Ya paso.—digo con voz dulce y ella levanta su mirada y abraza a su peluche
—Te adoro señor esponjoso.—murmura con tierna voz apretando con mucha fuerza el pobre peluche, le sacará toda la esponja, Fabrizzio sonríe
—Am,¿te habías montado alguna vez en un avión?—pregunta y lo fulmino con la mirada, claramente no.
Ella niega con la cabeza y luego se voltea a la ventana.
—Mami,¿por qué el cielo es azul?—pregunta de pronto y frunzo el ceño, ni yo sé porque el cielo es azul, Fabrizzio estalla en una carcajada
—Anda mamá, explícanos porque el cielo es azul.—me susurra en el oído
—Bueno...porque el cielo es el reflejo del mar.—digo, o tal vez es al revés, la verdad no tengo idea y explicarle algo de biología que me han enseñado sobre los rayos de luces, solo haría que se frustrara y llorara
Ella no le da importancia y me muerdo el labio inferior.
—Oh pero que niña tan linda,¿Quieres participar en el concurso para el mejor dibujo?—la azafata dice agachándose con una gran sonrisa y Amellie sonríe con una muy gran emoción asintiendo
Ella sólo le pasa la hoja y la caja de colores, le abro la mesa de su asiento y ella se apoya sobre él, para empezar a dibujar.
—¿Estas nerviosa?—pregunta Fabrizzio
—Sí, algo.—murmuro incómoda
—Hablando las muy pocas posibilidades de que lo veas,¿se la presentarías?—él habla suave, pues el tema de «papá» con Amellie no esta del todo aclarado
—No creo que siquiera me lo pida, no lo conoces.—hago una mueca y el asiente poniendo sus labios en una fina línea
Me volteo para prestarle atención a Amellie.
—¿Que dibujas, linda?—pregunto sonriendo y le doy un beso en la parte superior de la cabeza
Frunzo el ceño mirando el dibujo, hay una casa, y tres personas echas con palitos, una mujer, una niña y un hombre, al lado hay un pequeño gato el resto del dibujo lleva sólo paisaje.
—¿Ese es Fabrizzio?—pregunto tiernamente mostrándole a la tercera persona del dibujo y ella niega con la cabeza, Fabrizzio nos mira extrañado
—Es papi.—dice y esboza una leve sonrisa
Le miro sin expresión alguna.
—Mami,¿veremos a papi?—pregunta con cierta emoción y niego
—Amellie, ya te he dicho que papi vive lejos.—odio contestarle de esta forma
—Pero, podemos visitarlo, ¿no es así?—en sus ojos hay esperanza de ver a su papá, pero, ¿cómo le digo que su papá es un asesino?
Suspiro y miro de reojo a Fabrizzio que está sorprendido por las preguntas.
—Papi, suele estar ocupado.—murmuro
—¿Eso significa que no irá a ver mi recital de fin de año?—dice con decepción y la tristeza empieza a aparecer en sus ojos los cuales se humedecen, y ahora yo quiero llorar
—Fabrizzio irá.—trato de esbozar una falsa sonrisa para no llorar y entonces ella estalla en un llanto
—Yo quiero papi.—dice llorando a lo que le desabrocho el cinturón y la tomo entre mis brazos, ella rodea mi cuello con fuerza mientras solloza y le doy un beso en la mejilla, esto es difícil para ella pero lo es mucho más para mí
Miro a Fabrizzio mientras Amellie llora en mi cuello y el encoge los hombros haciendo una mueca de disculpa, no sabe que decir.
—No llores mi niña linda.—murmuro en su cabello
—Todos los papis de niñas de ballet irán a verlas.—se aparta un poco de mi y me mira con ojos llorosos, se me parte el corazón en mil y un pedazos, quiero llorar pero ahora yo debo ser la fuerte, pero no se que decirle, no estoy preparada para esto.—Quiero ver a papi.—murmura
—Amellie, papá posiblemente te envíe una carta.—dice Fabrizzio y a ella le brillan los ojos de la emoción, esboza una sonrisa, y aunque todo se vuelva bien por el momento debo decirle que posiblemente ella jamás lo verá, pero no ahora
—¿Si?—ella exclama emocionada.—¿Y vendrá luego a verme bailar ballet?—sus ojos se abren haciéndolos mas grandes de lo que ya son, ahora están de un color gris y cristalinos por haber llorado
—Podrías preguntárselo tu misma en la carta si te la envía.—contesta él amable
No me gustaba darle falsas esperanzas a mi hija, pero tampoco quiero decepcionarla a sus tres años, diciéndole todo este tipo de cosas, además jamás le terminaría contando toda la verdad.
Amellie chilla de emoción y se quita de mí colocándose en su asiento.
—Gracias, pero ambos sabemos que papi no le enviará ninguna carta y entonces ella va a llorar mucho más.—le murmuro seriamente a Fabrizzio
—Papi no se la enviará pero yo podría hacerlo.—me guiña un ojo y coloco los ojos en blanco
—No quiero engañarle.
—Entonces le dirás que han robado la carta.
Me muerdo el labio inferior y me quedo en silencio.
Luego de que la azafata recogiera el dibujo de Amellie y nos sirviera la comida, por fin ella se queda dormida sobre el asiento con su oso entre sus brazos.
Tomo su cobija rosada y le arropo antes de depositar un beso en su frente, parece un ángel durmiendo.
—También deberías dormir, todavía faltan al rededor de ocho horas.—dice Fabrizzio mirándome serio
—¿Qué pasa si Am se despierta?—suspiro.—No puedo dormir.
—Yo me ocuparé de ella, no te preocupes, es un vuelo de quince horas Beth, necesitas descansar.—dice con sinceridad y asiento
—Vale, si Am se despierta por cualquier cosa necesito que me avises.—le advierto y el sonríe asintiendo
Acomodo el asiento, recostando mi cuerpo y extendiendo mis piernas por completo, no había nada como viajar así, y antes de siquiera alcanzar a contar unas tres ovejas, me quedo dormida.
—Mami, despierta.—la dulce voz de mi pequeña que tanto amo y su imagen de ella sonriendo aparece en mis sueños
—Mami, mami, vamos a desayunar.—de pronto siento como sacuden mi brazo y frunzo las cejas en mi sueño
Luego siento como me besan la mejilla, esos suaves y pequeños labios y abro mis ojos, para encontrarme con Amellie sonriendo de oreja a oreja, sus ojos se clavan en mí.
—Mami, la comida llego.—dice feliz mostrando su mesa que lleva un croissant y jugo de naranja
—Buenos días, bella durmiente.—bromea Fabrizzio a lo que me levanto acomodando mi asiento para encontrarme con mi mesa con un cereal y un jugo de naranja, le miro colocando los ojos en blanco
—Hola pequeña.—le doy un beso en la mejilla y ella suelta una pequeña risa
—Mami, estas despeinada.—dice señalando mi cabello y Fabrizzio estalla en una carcajada dándole un sorbo a su café, no puedo evitar sonreír debido a ambas risas
—¿Me quieres peinar pequeña?—digo sonriendo y ella asiente, se levanta en el asiento y hace una clineja la cual yo le he enseñado
—Listo mami, ahora ves linda.—dice y arqueo las cejas mirándola sorprendida
—¿Estas diciendo que no siempre me veo linda?—digo sonriendo y ella encoge los hombros dandole un mordisco a su comida provocando que riamos
Media hora después de comer, el avión aterriza en Toronto.
—Estimados pasajeros, les informamos que hemos llegado a nuestro destino: Toronto, Canadá. Esperamos que hayan disfrutado su estancia con nosotros, que tengan un feliz día.—suena la voz de la azafata
—¿Llegamos?—pregunta Amellie y asiento
—Así es.—suelto una gran respiración nerviosa al saber que estoy aquí de nuevo, en su ciudad
Nos dan prioridad para salir primero por la primera clase y porque tenemos a Amellie, así que no debemos esperar a que nadie salga.
La tomo entre mis brazos mientras Fabrizzio carga los bolsos, empezamos a caminar por el aeropuerto para recoger el resto del equipaje.
—Se nota lo nerviosa que estás.—murmura él mientras estamos esperando las valijas
—¡Esto es muy grande!—dice Amellie emocionada
—Esta es su ciudad, y me siento extraña estando aquí.—murmuro mirándole y el sólo asiente
Recogemos el resto del equipaje colocándolo sobre el carrito que Fabrizzio ha cogido y nos dirigimos a la sala principal del aeropuerto en dónde nos deben estar esperando Lorena y Sergio.
Amellie camina a mi lado mirando sorprendida el lugar con la boca abierta, sin decir ni una sola palabra.
De pronto veo una hoja blanca que dice Beth Previtti en mayúsculas y debajo de la hoja puedo visualizar el cabello castaño de Lorena que ahora lleva unos mechones mas oscuros de su color, y esta completamente liso, me mira con una sonrisa enorme, sus labios están pintados de un rojo intenso.
Junto a ella veo a Sergio mirando con la misma emoción de ella, el sigue igual, esbozo una gran sonrisa y les saludo con mi mano suelta.
—Quisiera tener un trío con tus amigos.—susurra Fabrizzio en mi oído y suelto una carcajada
—Suerte con eso, ambos tienen novio, creo.—le guiño el ojo y el sonríe de medio lado
—¡No puede ser, Beth Previtti y...—Lorena grita y luego baja su mirada para mirar a Amellie la cuál la mira confundida.—¡Oh Dios mío, mi sobrina!—grita antes de abalanzarse sobre Amellie y besarla, ella no se aparta pero tampoco le corresponde, pues no tiene idea de quien es
—Am, saluda a la tía Lorena.—digo sonriendo y Amellie no muy segura deposita un beso en su mejilla a lo que Lorena suelta un chillido de amor
—Hola tía Lorena.—murmura dulcemente
—¡Eres preciosa igual que tu mami!—chilla Sergio abalanzándose también sobre ella, toda la atención esta en Amellie
—Y el es el tío Sergio.—aclaro y Amellie repite lo mismo que con Lorena
—¿Te puedo tomar en mis brazos?—dice Sergio emocionado y ella asiente, el la alza y ella enrolla sus brazos al rededor de su cuello
—Es hermosa.—exclama Sergio mirándola sin creer
—Bueno, mami Beth también quiere un abrazo.—hago una mueca y ambos ríen, miro de reojo a Fabrizzio el cual mira la situación, el sabe perfectamente el momento en que se presentará así que no le preocupa
Lorena se lanza en mis brazos dándome un fuerte abrazo el cual le correspondo.
—Te había extrañado, bonita.—murmura y se que esta a punto de soltar unas lágrimas
—Y yo a ti.—digo sonriendo y me aparto
Luego Sergio se acerca a mi con Amellie en sus brazos y me abraza de una forma extraña dándome un beso en la mejilla.
—Mi Betty Boo, que guapa estás, te extrañé.—dice sonriendo y le agradezco sonriéndole igual
Y como lo había dicho ahora la atención se fija en: Fabrizzio.
—Y bueno, ¿no nos vas a presentar a tu amigo?—dice Lorena mirándole de pies a cabeza y Sergio hace lo mismo, él sonríe con suficiencia
—Mucho gusto, soy Fabrizzio, el hijo de Ariadne.—dice extendiendo su mano y ambos se la estrechan, pero luego hacen una mueca de disgusto
—¿Tu hijo de ella? ¡Imposible, guapo!—exclama Sergio y reímos
—Bueno, lo soy.—hace una mueca.—Gracias por lo de guapo.—le guiña un ojo con sonrisa coqueta y Sergio gime a lo que Amellie le mira extrañada
—Bueno, no quiero coqueteos frente a mi hija, vamos.—bromeo sonriendo y nos dirigimos hacia el auto
Se siente bien estar de vuelta de alguna forma.