Un salto al vacío

Od LunnaDF

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Ana Gabriela Real, más conocida como Ágatha, es la cantante pop del momento. Miles de jóvenes la admiran y su... Více

🎤 Sinopsis + Info Importante 🎤
Capítulo 1 🎤
Capítulo 2 🎤
Capítulo 3 🎤
Capítulo 4 🎤
Capítulo 5 🎤
Capítulo 6 🎤
Capítulo 7 🎤
Capítulo 8 🎤
Capítulo 9 🎤
Capítulo 10 🎤
Capítulo 11 🎤
Capítulo 12 🎤
Capítulo 13 🎤
Capítulo 14 🎤
Capítulo 15 🎤
Capítulo 16 🎤
Capítulo 17 🎤
Capítulo 18 🎤
Capítulo 19 🎤
Capítulo 20 🎤
Capítulo 21 🎤
Capítulo 22 🎤
Capítulo 23 🎤
Capítulo 24 🎤
Capítulo 25 🎤
Capítulo 26 🎤
Capítulo 27 🎤
Capítulo 28 🎤
Capítulo 29 🎤
Capítulo 30 🎤
Capítulo 31 🎤
Capítulo 32 🎤
Capítulo 33 🎤
Capítulo 34 🎤
Capítulo 35 🎤
Capítulo 36
Capítulo 37 🎤
Capítulo 38 🎤
Capítulo 40 🎤
Capítulo 41 🎤
Capítulo 42 🎤
Capítulo 43 🎤
Capítulo 44 🎤
Capítulo 45 🎤
Capítulo 46 🎤
Capítulo 47 🎤
Capítulo 48 🎤
Capítulo 49 🎤
Capítulo 50 🎤
Capítulo 51 🎤
Capítulo 52 🎤
Capítulo 53 🎤
Capítulo 54 🎤
Capítulo 55 🎤
🎤 Epílogo 🎤
Extra 1 🎤
Extra 2 🎤

Capítulo 39 🎤

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Od LunnaDF

Gaby lo empujó para guiarlo hasta la cama e hizo que se sentara, entonces, ella se desnudó por completo y se acercó a él. Tomó su mano derecha entre las suyas y la guio hasta su pecho, mientras hacía lo mismo con la izquierda dejándola en su cadera.

—¿Qué haces? —inquirió él.

—¿Qué crees? —preguntó ella mientras se acercaba más y comenzaba a aflojarle la corbata y sacarle el saco, dejándole sus pechos casi en frente de la cara.

—¿Por qué?

—Dime que no deseabas esto en el escenario, Lautaro, porque yo no podía esperar más —añadió—, eres tan sexy con el piano y deseaba tanto cantar contigo...

—No me hagas recordar las veces que pensé que no sabías nada de música y que debatimos sobre lo mala cantante que era Ágatha.

Gabriela rio.

—Sí, te he de haber dado risa —agregó él mientras dejaba que ella le quitara la camisa.

—No, en realidad me molestaba un poco —susurró empujándolo para que se recostara y desabrochar el pantalón—, porque quería que me admiraras tanto como yo te admiro a ti. ¿Sabes? No me importa cuánta gente coree mi nombre en el público, yo solo quería que tú me admiraras un poco...

—¿Por qué? No soy nadie al lado de lo que tú eres...

—¿Cómo dices? —preguntó ella y lo miró a los ojos—. Eres mi Lauty, el hombre que amo y el mejor pianista que conozco, nunca he sentido lo que sentí hoy en el escenario, me has devuelto la magia de la música...

—Tú eres la magia de la música —dijo él y se acomodó en la cama mientras ella le sacaba los zapatos—. Dios, me arrepiento de todo lo que dije de ti... eres perfecta y tu música lo es también, lo descubrí esta noche... Aun no comprendo como no lo noté antes...

—Todo está planeado para que nadie lo note, Lauty, decidí mantenerme como Ágatha porque valoro demasiado mi libertad y autonomía, poder salir a la calle y ser yo misma. A mí no me interesa la fama, vino con mi arte, pero no es lo que me llena... a mí me llena cantar y trasmitir lo que siento —comentó mientras le quitaba el pantalón y los bóxers—. Si la gente supiera quién soy, no podría vivir con la libertad que vivo y no puedo ser esclava de lo que amo porque dejaría de amarlo... ¿Comprendes? Es por eso por lo que no podía decirte nada...

—Pero... me mentiste —murmuró él mientras sus manos comenzaban a acariciar con fiereza el cuerpo de la muchacha.

—No, no te mentí. Llevaba años encerrada en mí misma, siendo esclava del mundo en el que vivía. Llevaba años con miedo a salir y a que todo se desbarate, me animé, fui a Caya a la universidad contra viento y marea con el simple deseo de hacer algo normal. Me he perdido de todo, Lauty, no he podido ir a la escuela como una chica normal ni vivir las experiencias de alguien normal... Y te conocí, a ti, a Pili, a Ali... y ustedes me trataban como una más y yo fui feliz... me querían por quién era no por lo que tengo ni por la ilusión que se hacen de mí quienes me siguen, pero no me conocen —afirmó.

Lautaro la besó con devoción y las palabras se ahogaron en sus bocas. Introdujo su lengua en aquella boca que hacía unas horas le había encantado como si buscara en el fondo de ella el origen de aquella magia.

Se apartaron con dulzura, ella se sentó a horcajadas sobre él y acarició con ternura sus cabellos mientras lo miraba a los ojos. Lautaro subió sus manos y apretó sus senos con pasión y lujuria.

—Me lo hubieses dicho antes...

—No sabía cuándo era el momento indicado. Quería hacerlo... pero al principio era muy pronto. Son muy pocos los que saben mi identidad, cuanta menos gente lo sepa menos posibilidades hay de que se filtre a la prensa la información. Los pocos que lo saben, mi abogado, Lala, mis padres, mi hermano y su familia, Matías y mi representante anterior, Franco, todos deben firmar un contrato de confidencialidad...

—¿Y yo?

—Deberás firmarlo también —susurró ella entre el medio del placer que él le prodigaba y al tiempo que enredaba sus dedos en sus cabellos—. No sabía para dónde íbamos y temía que si algo salía mal...

—¿Te descubriera? ¿Vendiera la información al mejor postor? —dijo él ofendido al tiempo que de un movimiento la volteaba y quedaba él sobre ella, abriéndose paso entre sus piernas.

—Lo siento, no es que dudara de ti, amor... es que... nos estábamos conociendo...

Lautaro acercó su cuerpo al suyo y con una mano le sostuvo ambas muñecas por sobre su cabeza mientras con los dientes mordisqueaba sus pezones y hacía que se retorciera de placer.

—Yo te conté todo de mí, Gabriela, no seré famoso ni tendrás que firmar un contrato de confidencialidad, pero te conté incluso lo que nadie más sabía. Sabes quién es la madre de Pili y tú le has ganado en la final de aquel concurso, incluso en ese momento callaste...

—Lo siento, Lautaro, no era sencillo para mí... —dijo mientras se retorcía. Lautaro ahora succionaba con fuerza uno de sus pezones—. Estaba muy confundida en ese momento. Yo no sabía quién era...

—¿Y qué ha cambiado ahora? —inquirió él viéndola a los ojos y liberando el ajuste de sus muñecas.

Ella suspiró y él se dejó caer a su lado en la cama. Gaby tomó el mando de nuevo volviendo a sentarse sobre el muchacho y restregando su humedad sobre su abdomen.

—Todo... todo ha cambiado desde que te conocí, desde que conocí a Pili, desde que entré a tu mundo y tú entraste al mío. Le diste sentido a mi vida, me enamoré perdidamente de ti... ¿qué más quieres que te diga? Hoy fuiste a verme, pensé que era Alicia la que vendría y monté la escena con ayuda de Lala —dijo mientras él volvía a pasear su mano izquierda para alcanzar uno de sus senos mientras con el pulgar de la derecha buscaba el clítoris pegado a su abdomen.

—Y entonces llegué yo... ¿Por eso estabas tan ansiosa e inquieta? —inquirió mientras comenzaba a hacer círculos y marearla de placer.

—S-sí... me sorprendiste —susurró en medio de la oleada de placer que recibía—, tenía que volver al ensayo y tenía miedo a que me descubrieran, en Reyes no tengo la misma calma que en Caya, que es una ciudad más chica y donde siento que corro menos riesgo de ser reconocida —suspiró al tiempo que echaba el cuerpo hacia atrás para darle más alcance a Lautaro.

Lautaro no dijo nada, le acarició hasta que supo por sus gestos que estaba al borde del abismo y entonces se detuvo en seco.

—¿Estás castigándome? —inquirió ella que intentaba sin éxito manejar los espasmos de su cuerpo.

Lautaro no respondió. Se incorporó para moverla a su lado de la cama y la acomodó para introducir un par de dedos en su interior.

—Oh, por Dios... —susurró ella.

—¿Qué sentiste cuando me viste allí? ¿Todo idiota yendo a decirte que te amaba? —inquirió.

—¿Por qué hablas así? Mi corazón se derritió al verte y al saber tus intenciones, yo también te amo, Lauty, desde hace mucho, desde siempre, quizás... no sé —dijo en medio de un gemido.

Lautaro supo que volvía a acercarse al orgasmo por lo que retiró sus dedos con lentitud y se los llevó a la boca para saborearlos. Gabriela lo miró con los ojos empañados y la frente aperlada de sudor.

—Deja de hacerme eso... —pidió cerrando las piernas con fuerza para contener el vacío que las caricias habían dejado en ella.

—No me has respondido, ¿qué sentiste? —inquirió y con sus manos volvió a abrirle las piernas mientras se colocaba en medio y acercaba sus labios a su parte más íntima.

—Sentí que debía decirte la verdad, que no podía seguir callando esto. Hace rato que debí hacerlo, pero me daba miedo. El tiempo pasa y pasa y no quería que te enfadaras conmigo o me rechazaras por ser... lo que tú más temes... —susurró casi sin voz al sentir la suavidad de la lengua de Lautaro recorriéndola por completo.

—¿Qué es lo que yo más temo? —dijo él sin apartar casi su boca del centro de Gabriela que temblaba de placer.

—El dolor que te dejó el hecho de que Liza eligiera su carrera sobre ti y Pilar... En ese momento, la fama y la carrera que ella tanto perseguía se convirtieron en una enemiga invisible, algo que te separó de la persona que amabas... Tú no te crees suficiente para pelear con eso y yo tenía miedo de que al saber quién era yo te fueras, no te animaras, tuvieras miedo a que...

—¿A qué? —inquirió él al tiempo que introducía su lengua en ella para empaparla en sus jugos.

—Oh, por Dios, así no puedo pensar —pidió.

—¿A qué? —insistió él.

—No te detengas, por favor... —rogó la muchacha y enredó sus dedos entre los cabellos de su amado para que no se retirara de allí al tiempo en que él comenzaba a succionar y mordisquear el clítoris inflamado.

Gabriela no tardó en explotar de placer de una forma tan potente que del fondo de su garganta salió un grito que le provocó a Lautaro una sonrisa de satisfacción. Su cuerpo comenzó a relajarse y él recostó su cabeza en su pubis mientras disfrutaba de sus temblores.

—¿A qué? ¿A qué podría tener miedo?

—A que te volviera a suceder lo mismo, a que yo eligiera mi carrera por sobre ti y Pili, a que tu no fueras suficiente para mí, a que no te sintieras a mi altura porque muchas veces me has dicho que te sientes fracasado.

Lautaro no respondió, se quedó allí y un par de lágrimas cayeron de sus ojos y se derramaron sobre la piel caliente de la mujer que aún se contorneaba de placer bajo su cabeza.

—Sentí que debía decirte la verdad sobre mí porque me dijiste que me amabas y Ágatha es una parte de mí, una parte importante a la que le debo todo lo que soy y lo que tengo, no puedes amarme en realidad si no amas a Ágatha —susurró— y eso lo aprendí ahora... hace poco...

Gaby movió a Lautaro para que se acercara a ella y reposara sobre su pecho, él así lo hizo.

—Yo estaba enojada conmigo misma, perdida en mi soledad, en una relación tóxica carente de amor en la cual solo era utilizada por ser Ágatha, lo único que no quería era seguir siendo ella, ¿sabes? Pero no lo admitía, porque no tenía el valor de hacerlo. Entonces, te conocí, y me dolía que a ti ella te diera igual, y comprendí que era parte de mí y que no tenía la culpa de que yo misma me hubiese abandonado y perdido. Esta noche volví a reencontrarme con ella, y me enamoré de ella como desde un inicio, me amo como Ágatha y como Gaby y deseo que tú me ames también así, porque sé que amas a Gaby, pero Ágatha es parte de mí... Tú eres igual, Lauty, yo quizás use un nombre artístico para separar mi trabajo de mi vida personal, pero al final todos somos varias personas en una misma... Yo amo al Lauty padre, al Lauty amigo, al Lauty amante, al Lauty compañero de clases, al Lauty músico que hoy volvió a enamorarme en el escenario... y solo deseo que me ames con todas mis facetas, por eso necesitaba que lo supieras...

—¿Qué puedo darle yo a alguien como tú? —inquirió él.

—¿Hablas en serio?

—Sí...

—Todo... tu vida, tu talento, tu familia, tus pensamientos, tus caricias, tus besos...

—De eso no se vive, Gabriela... Soy un músico muerto de hambre que no tiene ni siquiera un trabajo fijo.

—¿Has escuchado la propuesta que tuvimos hoy? El señor lo dejó en claro, los quiero a los dos, dijo...

—Yo no estoy a tu altura —susurró—. Hoy cuando Lala me dijo que era Ágatha con la que tocaría me sentí desfallecer, ¿yo con Ágatha? Pensé que sería el fin de mi carrera.

—O el inicio de la misma —dijo ella—. ¿No te das cuenta de lo bueno que eres? ¿Por qué te cuesta tanto admitirlo?

—Porque tengo miedo, he fracasado demasiadas veces...

—Y llegará un momento que dejarás de hacerlo... pero ese momento no será hasta que tú creas en ti, Lauty...

—No puedo —susurró—, está Pilar...

—Ella no es un obstáculo, debería ser la fuerza que necesitas. Con un contrato como ese le asegurarías una educación de primera...

Gaby volvió a subir encima de él y lo miró a los ojos.

—No puedo verte derrotado, quiero verte triunfante y no porque no estés a mi altura, sino porque quiero que tú te sientas orgulloso de ti mismo, mi amor. Eres un hombre maravilloso... No necesito que me des nada, solo quiero que me des tu amor —susurró.

—Eso ya lo tienes —admitió él—, ya no hay nada que hacer al respecto...

—Lo dices como si quisieras retroceder —susurró ella mientras comenzaba a acariciar su torso y le llenaba de besos el pecho.

—No es eso, es que...

—¿No te has sentido más vivo que nunca hoy en el escenario? Fluimos de una manera única, estamos conectados como lo estamos aquí, ahora, en esta cama —admitió mientras paseaba su lengua por todo el torso y se detenía alrededor del ombligo—, como lo estamos en la vida misma, Lauty, tú y yo encajamos de una manera única en todo lo que hacemos, ¿no lo sientes así?

—Sí... —admitió él mientras las pulsaciones en su miembro comenzaban a alterar sus sentidos.

Gaby bajó más y ayudó con su boca a que el cuerpo de su hombre comenzara a responder y se alistara de nuevo para ella.

—¿Entonces? ¿A qué le temes tanto? Si es por Pilar, sabes que pase lo que pase yo siempre estaré...

—No es por ella —dijo él y negó—. Sé que estarás —añadió en medio de un gemido.

—¿Entonces?

—No funcionó con Liza —murmuró al tiempo que cerraba los ojos y se dejaba llevar por las sensaciones y la imagen de Gaby envolviendo su miembro con su boca.

—Yo no soy Liza —dijo ella mientras subía y bajaba su mano por su longitud y acariciaba con su lengua—. Y ya le he ganado una vez en el pasado —añadió con una sonrisa irónica antes de envolver de nuevo su miembro con toda la boca.

—Gaby... —susurró él.

—¿Qué? —inquirió ella mientras se levantaba para buscar un condón en la billetera que Lautaro había dejado en el bolsillo de su pantalón.

—No es tan sencillo, amor...

—¿Y quién dijo que sería sencillo? —preguntó ella mientras regresaba para ponérselo.

—¿Y si no funciona? —preguntó él mirándola mientras le ponía el condón y se acomodaba sobre él.

—¿Y si funciona? —dijo ella y se sentó sobre su miembro de un solo movimiento exhalando un gemido—. Encajamos perfecto —susurró en medio del placer—, en todo lo que hacemos...

Lautaro dejó de pensar y se aferró a su cuerpo, se incorporó para colocar sus manos en el trasero de la chica y así guiarla en el movimiento y la observó bailar sobre él mientras se deleitaba en sus pechos bamboleándose por el movimiento.

—Tienes la voz más hermosa que he oído jamás —susurró mientras se dejaba llevar por el placer.

—Amor, por favor, anímate, yo saltaré, salta tú también... —cantó ella con la voz agitada y el corazón acelerado.

Lautaro la volteó en un solo movimiento sin salir de su interior y se colocó encima. Ella sonrió presa del éxtasis y del amor que poseía su alma y su cuerpo y se aferró a él atrayéndolo más hacia sí y envolviéndolo con sus piernas.

Las palabras desaparecieron y el único sonido que se escuchaba era el chocar de sus cuerpos y fluidos en medio de gemidos. Él esperó a que ella estuviera lista y cerca del clímax para dejarse ir y alcanzarla. Acabaron juntos en un orgasmo tan intenso como todo lo que habían compartido esa noche. Lautaro se dejó caer sobre su cuerpo, sudado y abombado, aún sin salir de ella, disfrutando de sus espasmos abrazándolo.

—Somos un par de raros que tenemos la charla más importante de nuestra relación en medio del sexo —murmuró él en medio de una sonrisa.

—Encajamos en todo lo que hacemos —dijo ella—, y eso incluye el sexo o una conversación sobre nuestra relación —afirmó—. ¿Qué mejor manera de charlar sobre algo tan importante que desnudos en cuerpo y alma?

—Suena como una música...

—Podríamos escribir una... o varias —respondió ella.

—Me agrada la idea... —susurró acostándose a su lado

—Te amo, Lauty —dijo ella y se recostó en su pecho—, por favor perdóname por no haberte dicho todo antes.

—Te amo, Gaby, y aunque no niego que aún no tengo idea de cómo saldremos adelante con estilos de vida tan distintos, solo puedo decirte que te amo completa... incluso cuando cantas esas canciones chiclosas que luego no puedo sacarme de la mente —bromeó y Gaby sonrió.

—La idea es que nunca me saques de tu mente, pero sobre todo de tu corazón y de tu alma... de tu vida...

—Eso ya es un hecho, incluso si intento olvidarte, Pili pondrá su disco o ingresaré a su habitación y allí estarás... No sé cómo no me di cuenta antes —negó—. No temas, firmaré lo que deba firmar, pero tu secreto está a salvo conmigo.

Gaby sonrió y lo besó con dulzura.

—Ha sido un día largo... —murmuró—, pero me siento feliz y plena... pensé que te enfadarías...

—Aún no estoy seguro de no estar enfadado —musitó.

—Tarde... —bromeó ella y él la besó en la frente.


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