Mirada de Dragón ©

By jazminsuarezcruz

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[Mirada de Dragón | Mi ángel oscuro 1] La vida de Zoé es un desastre porque su propio padre le ha roto las al... More

Mirada de Dragón ©
Personajes.
Prefacio.
1 | Amnesia
2 | El chico nuevo.
3 | Presa
4 | Problemas y respuestas
5 | Choques eléctricos
6 | Consejos del abuelo
7 | La pianista.
8 | Ojos color violeta
9 | Espada de dolor
10 | La cantante del cementerio
11 | Enfrentamiento
12 | ¿Quién soy?
13 | Los hijos de Drakon y Raella
15 | Me gusta la paz
16 | Dejar de ser cobarde
17 | Él
18 | Mirada de dragón
19 | Rabia
20 | Error es igual a humano
21 | Escoria
Final | El misterio de la laguna
Epílogo

14 | El helado es mi salvador

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By jazminsuarezcruz

Zoé

—Inhala. Exhala. — repetía por cuarta vez Ari, con voz calma. Ambos nos encontrábamos en su jardín, sentados con las piernas cruzadas con la finalidad de meditar pues, así como lo indicó el Señor Arthur, Ari tenía la tarea de enseñarme a controlar mis poderes para que pudiera defenderme, en caso de que los hijos de Drakon y Raella aparecieran para atacarme.

«El primer paso para controlar lo que hay en tu entorno, es aprendiendo a controlar primero lo que hay en tu interior», había dicho Ari, no obstante, me costaba mantener la mente tranquila.

Ayer, al llegar a casa, busqué una fotografía de mi padre con la finalidad de corroborar mis sospechas. Lo sé, es un poco tonto, pero a veces las fotografías revelan cosas que normalmente son invisibles al ojo humano. Por su puesto, como dije, fue una tontería y no encontré una prueba exacta, aunque si una gota más para llenar mi jarro de la sospecha. Los ojos de Marcos, mi padre, se veían lo bastante normal, pero para mi sorpresa, se vislumbraban de un tono café oscuro, pero desde que tengo memoria, estos han sido de un color ámbar. No lo sé, quizás se trataba de un efecto de luz.

Quería contarle todo eso a Ari, pero tenía miedo de estar equivocada. Si como ángeles somos los encargados de proteger a la humanidad y mi padre un hijo de Drakon, ¿lo matarían? En todo caso, Marcos se lo merecía pero...¿eso significaría que en realidad yo sería la causante de su muerte? O peor aún, ¿que yo sería su asesina? ¿Qué pensaría mamá de eso? ¿Realmente se lo merecía después de lo que sucedió la noche en que murió el señor Vaughn?

¡Pff! Y ahí estaba yo pensando de nuevo en lo injusto que fue el asesinato del señor Vaughn. Yo lo sabía perfectamente, y Ari junto con sus padres lo sospechaban. Ha habido momentos en que estoy decidida a contar todo lo que sucedió aquella noche, pero entonces algo pasa. Mi corazón comienza a latir con rapidez, el aire se escapa de mis pulmones y entonces las palabras se quedan atoradas en mi lengua, ¿a qué le temo? ¿por qué soy tan cobarde? Seguramente el abuelo Vaughn estaría decepcionado de mí.

—Paz interior. — susurré, con la esperanza de que mis murmullos ahuyentaran mis pensamientos, pero entonces ocurrió lo inesperado...Escuché como Ari soltaba una risotada, al mismo tiempo en que el calor se hizo presente en mis mejillas. Seguramente me he de ver patética.

—¿Qué sucede? — me animé a cuestionarlo.

—Es solo que...jajajjaa...sonaste como Shifu— con trabajos pudo formular, pues no paraba de reír.

—¿Shifu? ¿Quién es Shifu? — Ahora sí que me sentía patética, ni si quiera entendía de qué estaba hablando, probablemente ya pensaba que era la chica más torpe del planeta.

—¿En serio? — formuló, secándose las lágrimas—¿Nunca viste Kung Fu Panda?

Negué con la cabeza.

—Pues que alegría— una sonrisa se dibujó en su rostro, todavía rojo por las carcajadas —Tendré el gran honor de ver esa película contigo, ángel.

Me ruboricé ante sus palabras. Aquella situación me hacía sentir demasiado incómoda, ¿qué se supone que deba responder a eso?

—Es más, vayamos al cine.

Alcé una ceja a manera de interrogación.

—¿No se supone que debemos entrenar?

—Sí, pero...— puso sus palmas sobre el césped, justo detrás de sus caderas, para recargar el peso de su columna — siempre estás tan callada, tan perdida en tu propio mundo. No sé ni si quiera cuál es tu color favorito ni la comida que más aborreces.

—¿Y eso qué importa? — cuestioné de forma suave, con la cabeza baja para no sonar grosera.

Nunca me había gustado que la gente husmeara en mi vida porque en su mayoría era algo que me dolía. Todo el tiempo finjo estar tranquila, que nada pasa y no me gustaría perturbar mi posición contando las distintas maneras en que mi padre nos ha golpeado a mí y a mi madre cuando está perdido por el alcohol, ni mucho menos evidenciar lo inútil y cobarde que soy al no hacer nada por nosotras, al no atreverme a dejarlo.

—Importa demasiado. Si no te conozco no puedo entrar en tu mente y entonces no podré enseñarte a controlarla.

Una parte de mí se resistía a acceder, no estaba dispuesta a derribar ese muro que mantiene a salvo mi corazón, más bien no quería, prefería mantener la incógnita sobre la persona que realmente soy porque la verdad es que ni yo lo sé y me aterra que detrás de todo lo que intento aparentar no haya nadie. Por otra parte, justo sobre esto Ari tiene razón, mi mente es demasiado poderosa que incluso me atormenta con recuerdos y sobre todo, con suposiciones hirientes.

—Vamos, tomemos un descanso. — sentenció Ari después de ponerse de pie, mientras se sacudía restos de pasto de los pantalones.

Ari me observó con sus brillantes ojos miel hasta que asentí, entonces me tomó de la mano para ayudarme a ponerme de pie.

—No iremos al cine si no quieres, por ahora, pero te enseñaré mi colección de música, ¿A ti qué música te gusta? Bueno, bueno, haré que escuches de todo y me darás tu opinión. También comeremos helado, ¿qué sabor prefieres? Tengo de zarzamora con queso, galleta, limón y mango con chile. ¡Uy! ¿O por qué no probamos un poco de todo? No, no, mala idea, nuestro estómago haría erupción...— habló y habló mientras nos introducíamos en la enorme casa, la cual imaginaba que nos devoraba como un monstruo. Mi corazón comenzó a palpitar con prisa, e incluso tuve que tomar una bocanada de aire para calmarme, no por el hecho de imaginar que la vivienda de Ari nos comía si no porque no podía pasar desapercibido el hecho de que él no había soltado mi mano durante el trayecto. Su piel tibia causaba pequeñas descargas eléctricas en la palma de mi mano, solo que, a diferencia de cuando te electrocutas y sales corriendo, esta era una sensación agradable, pero al mismo tiempo preocupante debido a que, seguramente, para Ari no significaba nada. ¡Dios! ¿Es que a caso mi mente no puede quedarse tranquila?

Llegamos hasta un pequeño salón con un enorme ventanal que permitía apreciar el precioso jardín trasero de la casa. Tenía la forma de un hexágono, en el centro colgaba una lámpara muy elegante, y a la izquierda se encontraba una pequeña mesita con un tocadiscos, junto con un pequeño librero repleto de vinilos.

—¿Qué te apetece escuchar? — expresó Ari al soltar mi mano para acercarse al estante, lo cual agradecí pues con los nervios mi palma comenzaba a sudar y habría sido vergonzoso que lo notara —Tengo a Mozart, Beethoven, Niccolò Paganini ...Uff, Dios, la forma en que toca el violín es como si te metieran adrenalina en la sangre— dijo con Euforia mientras se decidía por alguno. Ciertamente no sabía cuál elegir. — ¿O eres más de rock? También tengo a The beatles, Nirvana, Guns 'n roses. Ya sé, ¿Te gusta Queen? — Esta vez hizo la pregunta con su mirada sobre mí, exigiendo una respuesta.

—Jamás los he escuchado. — admití mordiendo mi labio. Me daba mucha vergüenza no saber de música, y aunque temí que Ari se burlara o algo parecido, su reacción fue de lo más tierna. La sonrisa que siempre llevaba en el rostro se ensanchó, pero a contrario de mostrar disgusto esta estaba llena de emoción. Sacó un disco de vinilo y lo colocó en el tocadiscos.

—Esto te va a encantar.

Una melodía tranquila comenzó a sonar.

—Mamaaa, uuh uh...— tanto el intérprete como Ari cantaron al unísono, este último acercándose a mí con un baile.

Cuando llegó a mi lado continuaba cantando, tomó mis manos para posarlas sobre sus hombros y colocó las suyas sobre mis caderas, obligándome a mecerme de un lado a otro sobre mis pies como él lo hacía, al ritmo de la música. Me sentía muy torpe porque nunca antes había bailado, no obstante, a Ari parecía no importarle que yo tuviera dos pies izquierdos, me hacía girar una y otra vez hasta hacerme sentir que estábamos en un baile real, como en los cuentos de princesas.

Me avergonzaba aquella situación, pero al mismo tiempo, el hecho de que la sonrisa de Ari no dejara de estar en su rostro me hizo sonreír también, estaba siendo algo divertido, sin embargo, sucedió lo inevitable, mis pies se enredaron provocando que perdiera el equilibrio.

Cerré los ojos en espera del tremendo golpazo que recibiría al caer en el piso de mármol, pero afortunadamente eso no pasó debido a que Ari me sujetó fuertemente de la espalda, fue entonces cuando abrí los ojos.

En ese momento el aire huyó de mis pulmones y el calor llegó a hacer una fiesta en mis mejillas, Ari se encontraba demasiado cerca que no me dejaba pensar, añadiéndole el hecho de que sus ojos bajaron hasta mis labios y su rostro parecía acercarse cada vez más.

¿Un beso? ¿Ariel Castell quería besar a esta fachuda?

No, no, seguro eran alucinaciones mías, no obstante, tenía que pensar algo rápido para zafarme de esa situación tan incómoda.

—Zarzamora con queso— emití. Fue lo único que se me ocurrió para cortar la tensión que sentía en ese momento.

—¿Cómo? — Ari parpadeo desconcertado.

—Me gustaría probar el helado de zarzamora con queso.

—Oh — expresó para luego alejarse y ayudarme a estar completamente de pie, entonces me condujo hasta la cocina con tranquilidad. Por mi parte, comencé a maldecirme para mis adentros porque ya estaba deseando tenerlo tan cerca otra vez y más aún, que tomara mi mano una vez más. ¿Sería posible eso? ¿O se quedaría en un simple sueño fugaz? No me sorprendería en absoluto lo segundo pues él y yo éramos distintos; él tenía una casa, o más bien una mansión, y yo con suerte tengo comida en mi plato, él era alegría, mientras que lo único que yo siento es rabia y dolor. Definitivamente no sería capaz de arrastrarlo a mi miseria.

Haciendo a un lado mis pensamientos, me percate de que su linda sonrisa no había abandonado sus labios, lo cual me hizo sentir aliviada pues ello significaba que no estaba molesto.

Posteriormente, Ari sacó un botecito del refri, y de un estante tomó dos vasos, mientras que de un cajón obtuvo dos cucharas. Depositó con cuidado el contenido en cada vaso y acercó uno de ellos hacía mí para que pudiera saborearlo. Me encantó la sensación fría y dulce en mi boca.

«Querido helado, gracias por existir.»

¿Y bien? ¿Qué les ha parecido el capítulo de hooy?

Yo estaba como: Ay, ya cállate y bésalo, jaja.

Confieso que eso de escribir romance no se me da pero he hecho un esfuercito :(

Esta vez les dejaré mi Twitter por si quieren interactuar más con su servilleta, jaja, o por si quieren estar más al pendiente de cuándo actualizo.

Por cierto, perdón por tanta actualización, estoy tratando de darle más estética a las publicaciones, jiji.

¡Cambio y fuera! <3

¡Búscame!

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