Our Story

By PatoTorresBF

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Camila Cabello y Lauren Jauregui se conocen de prácticamente toda la vida, sin embargo nunca habían cambiado... More

Universidad Privada Benjamin Franklin. Capítulo 1.
Camila Cabello. Capítulo 2.
Lauren Jauregui. Capítulo 3
La reunión (parte 1) Capítulo 4.
La reunión (parte 2) Capítulo 5.
La reunión (parte 3) Capítulo 6.
Cara a cara. Capítulo 7.
Taylor Jauregui. Capítulo 8.
El juego. Capítulo 9.
Camila vs. Rachel. Capítulo 10.
Vacaciones. Capítulo 11.
Preparativos. Capítulo 12.
La subasta. Capítulo 13.
Casi año nuevo. Capítulo 14.
La charla y año nuevo. Capítulo 15.
Otro día de vacaciones. Capítulo 16.
Regreso a clases. Capítulo 17.
Confesión. Capítulo 18.
Al fin y al cabo amigas. Capítulo 19.
Declaración. Capítulo 20.
Los Williams. Capítulo 21.
El resto de la noche. Capítulo 22.
Golf. Capítulo 23.
¿Primera vez? Capítulo 24.
Primera vez (Parte 1) Capítulo 25.
Primera vez (Parte 2) Capítulo 26.
Celos, conversaciones y amigas. Capítulo 27.
Días increíbles. Capítulo 28.
El inicio de la tormenta. Capítulo 29.
Tatuajes. Capítulo 30.
Secretos detras de las puertas. Capítulo 31.
Escape. Capítulo 32.
Entre la vida y la muerte. Capítulo 33.
Testamento y alumna nueva. Capítulo 34.
Otro de mis días sin ella. Capítulo 35.
Florencia. Capítulo 36.
Retorno. Capítulo 37.
Verdades. Capítulo 39.
Como si fuera la primera vez. Capítulo 40.
Promesa. Capítulo 41.
Propuesta. Capítulo 42.
Después de la propuesta. Capítulo 43.
El gran día (parte 1). Capítulo 44.
El gran día (parte 2). Capítulo final.
Agradecimientos.

Sentimientos. Capítulo 38.

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By PatoTorresBF

–Yo no quería irme –dije después de unos  minutos en silencio sentada junto a Lauren en el sofá.

–Pero aun así lo hiciste y no dijiste nada a nadie –había dolor y rencor en su voz.

–En cierta forma no pensé cuando lo hacía –una risa sarcástica salió de sus labios.

–Claro que no –bebió más de aquel líquido que estaba fastidiando mi sentido del olfato.

–Lauren, déjame decirte lo que tengo que decir –ella se puso de pie y comenzó a caminar desesperada por la habitación.

–No Camila, no puedo escucharte sin sentir enojo y ganas de correr –sus ojos se volvieron cristalinos y sentí en mi pecho una opresión bastante conocida.

–Yo no podía quedarme, no podía amarte y no puedo hacerlo –se detuvo en seco y miró al suelo.

–Es obvio que no, pronto te casarás –dio un gran trago y se terminó lo que sería su sexta copa.

–No me casaré, eso sólo fue una situación ajena a todo conocimiento público –me sorprendí de mi selección de palabras pero no lo expresé sin embargo los ojos de Lauren estaban sobre los míos de una manera intensa que hacían mis manos sudar.

–Bien, no te casarás –se dirigió a servirse más whisky detrás de mí – ¿Entonces que te detiene? –bajé mi mirada e intenté respirar con tranquilidad.

–No soy quien deba decirte esto…

–Estoy harta de esa mierda, nadie quiere decirme nada y nadie parece ser el “indicado” para hacerlo, pero les encanta la intriga –me puse de pie para poder verla.

–Lau… –ella levantó una mano para interrumpirme y bebió más.

–Mi padre murió, la Nana está enferma, mi hermano es alcohólico y yo también, Taylor y mi madre viven en Francia desde hace un año y no sé nada de ellas, vivo en una casa fría y solitaria, tengo todo lo necesario, mi vida es un caos total, no hay un solo puto día en el que no te extrañe y deje de amarte. Ahora pretendes volver y que te perdone con esas estúpidas excusas. Discúlpame pero no puedo –el fondo de su vaso golpeó la mesa del mini bar haciendo a mi cuerpo estremecerse.

–No entiendes, no podemos ser nada ni ahora ni en un futuro. Créeme que mi vida tampoco ha sido un maldito paraíso y te amo pero esto no puede ser –había un nudo en la boca de mi estómago.

– ¡Explícame!

– ¡Somos hermanas! –inmediatamente tape mi boca con ambas manos y mis ojos no podrían estar más abiertos justamente como los de la mujer frente a mí.

Ambas nos quedamos en silencio, Lauren parecía no respirar y tampoco se movía.

– ¿Qué? –su voz apenas salió con un tono áspero.

–Somos hermanas, eso fue lo que escuché decir de mi madre el mismo día que me fui a Londres –Lauren tragó fuerte y pasó sus manos por su largo cabello claramente agobiada.

–No puede ser, eso no es cierto Camila –comenzó a andar de un lado a otro diciendo cosas para sí misma.

–Estoy segura de lo que oí –fruncí mi entrecejo.

– ¿Hablaste con tu mamá de esto? –me detuve a pensarlo y entonces negué.

–Ellas no saben que yo estaba detrás de la puerta cuando dijeron que mis abuelos echaron a mi madre de casa por estar embarazada de ti –Lauren sobó sus sienes con los dedos medios.

–Esto es una mierda –bufó.

–Lamento haberme ido de esa manera pero no pensé en otras opciones –me acerqué a ella lentamente.

–Deberías habérmelo dicho –una lágrima cayó por su mejilla e instintivamente me acerqué más para limpiar su mejilla.

–Fui estúpida, tuve miedo y mi única luz fue huir –tomé sus mejillas y la hice conectar sus ojos con los míos.

–Camila –fue lo único que dijo antes de abrazarme con fuerza. La sentí sollozar entre mis brazos.

No sé cuánto duramos de esa forma pero no me importaba.

–Es tarde y debes estar cansada –Lauren intentaba tener una voz firme y un semblante serio pero sabía que estaba igual de rota que yo.

–Supongo que es hora de que me vaya –bajé la mirada pero Lauren tomó mi mano.

–Quédate conmigo –al ver sus ojos sentí todos mis sentimientos salir por cada poro de mi piel.

– ¿Eso estará bien? –ella bajó la mirada.

–Sólo quiero dormir acompañada por ti, sólo esta noche –el tono de ruego en su voz me hizo derrumbarme.

Ella al notar que no respondía volvió su mirada hacia mí y con media sonrisa dejé un beso en su mejilla respondiendo afirmativamente.

Tomadas de la mano, Lauren nos condujo hasta su habitación en el segundo piso.

–Es tan diferente a tu antigua habitación –murmuré viendo las blancas paredes y los muebles de madera oscura.

Una gran cama estaba en el centro de la pieza cubierta con sabanas negras y almohadas del mismo color.

Mientras observaba sentí unos brazos rodear mi cintura desde atrás.

–Te extrañé –el susurro de Lauren provocó que su aliento chocara en mi cuello.

–Lauren –cerré los ojos al sentir sus labios en mi cuello.

–Lo siento pero no puedo evitar sentir esto cada vez que te veo –comenzaba a pensar que sus palabras y sus actos eran a causa del alcohol.

Poco a poco Lauren nos acercó a la cama.

–Lauren, por favor –sabía que si ella continuaba así no podría seguir con esa barrera y terminaríamos haciendo más que dormir.

–Sólo tú me vuelves loca –se puso frente a mí y tomó mi rostro por mis mejillas.

–No sigas con eso –puse  mis manos en su pecho y la empujé ligeramente.

Se sentó en el borde de la cama y me atrajo tomando mi cintura.

–Creo que será mejor que me vaya –di un paso atrás y me disponía a irme pero tomó mi muñeca.

Con esa acción mi cuerpo se pegó al suyo con fuerza haciéndonos caer de lleno en la cama. Estaba sobre ella y nuestros rostros estaban sumamente cerca.

–Te amo –susurró y escondió su rostro en mi cuello.

–Te amo.

Sentí los músculos de mi cuerpo rendirse y fue así como encontramos la forma de dormir.

Tan pronto como abrí los ojos pude ver a Camila en mi cama con la misma ropa de ayer, me sentía incomoda con la mía.

La castaña estaba abrazada a mi cuerpo y cuidadosamente me zafé para dirigirme al baño.

En mi cabeza se repetía nuestra conversación una y otra vez.

Hermanas, eso no podía ser.

Cuando llegué a la compañía noté como todos abrían camino para dejarme pasar. Sabia cuanto me temían todos y me sentía mal haber llegado a tal punto pero prefería que fuera así.

Hola cariño –escuché la voz de mi madre al otro lado del teléfono.

–Hola… mamá –por primera vez sentí un sabor amargo al llamarla de esa forma.

Taylor y yo llegaremos a New York por la noche –sonaba emocionada pero lamentablemente yo no podía estar igual.

–Está bien, yo tengo que trabajar pero cualquier cosa me llamas –no había hablado con ella desde hace tiempo y que ella lo hiciera tan natural me desagradaba.

Muy bien, nos vemos para cenar –sin decir nada más, colgué.

El día pasó normal si no contaba las veces en las que pensaba en Camila y la pasada noche. Pronto poco faltaba para la que mi madre y mi hermana llegaran y nos reuniéramos a cenar.

–Me alegra verte cielo –mi mamá dejó un beso en mi mejilla cuando entré a la casa.

–Hola mamá –pensé en lo falso que eso había sonado.

–Lauren –mi hermana corrió hacia mí y me abrazó.

–Hola Tay –le regalé media sonrisa.

–Todo está listo, ahora esperaremos a que los Cabello lleguen –me quedé helada al escuchar a Clara.

– ¿Ellos vienen? –tragué con esfuerzo.

–Sí –se encaminó a la cocina con una sonrisa.

Presentía que la bomba estaba a punto de estallar.

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