Mago Universal: Encrucijada t...

By EscuadrondeHeroes

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Un mal antiguo amenaza con destruir el tiempo y la realidad misma. Mago y Madame Universal son los únicos que... More

Mago Universal: Encrucijada temporal
Booktrailer
El ascenso del héroe
1. Cripto, el Vampiro Destripador
2. Las Hermanas Slytherin (Parte I)
2. Las Hermanas Slytherin (Parte II)
3. Lobizona (Parte I)
3. Lobizona (Parte II)
4. Xarkaxamum
5. Gigantes de Niflheim (Parte I)
5. Gigantes de Niflheim (Parte II)
6. Los llaneros magníficos (Parte I)
6. Los llaneros magníficos (Parte II)
7. Universales de presa
8. Fuera de tiempo
9. Guerra Gorqok
10. Dicotomía Universal
11. Yersinia sinistra pestilenza
12. Universales vs. Zombis
13. Bobbly el duende
14. El monstruo de sombras
15. La Biblia de la Oscuridad
16. Krimson Hill 2065
17. El fuego de la libertad (Parte 1)
17. El fuego de la libertad (Parte 2)
18. La encrucijada de Bobbly
19. Luz en la oscuridad
20. En el principio
21. Lord Máximo
22. In nomine Patris
23. Cacería profana
24. Contra el tiempo
25. El asedio a K'un Dai (Parte I)
25. El asedio a K'un Dai (Parte II)
26. Redención
27. Asalto inesperado
28. El Refugio
29. Tiempo roto
Epílogo
Escena post-créditos
Galería de arte

30. Batalla por el Tiempo

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By EscuadrondeHeroes

Las criaturas produjeron un chillido inentendible que se transformó en un clamor sonoro de guerra. Los monstruos, diferentes en tamaños y formas, continuaban su brutal expansión por cielo y por tierra. El suelo temblaba en vaticinio de la destrucción desencadenada por el innumerable ejército marchante.

Mago Universal dio un paso al frente, armándose de valor. No se dejaría intimidar ni por un momento. No le importaba cuántos fueran, ni qué tan grandes o sombríos parecieran, no daría marcha atrás en su tarea de proteger al mundo, porque sin importar los resultados, siempre sería un héroe.

—Valiente esfuerzo, debo reconocerlo, pero cada variable que se pueda desencadenar de esta batalla estará siempre a mi favor —exaltó Máximo—. Su exasperada defensa no podrá resistir. Mire a su alrededor, James Jerom, no hay salvación para este mundo.

A unos metros detrás de Lord Máximo, una hilera completa de seres malignos hizo presencia. James Jerom reconoció con el ceño fruncido a cada uno de ellos: Cripto, Serpentina y Cascabelea Slytherin, Pestilencia, Ymirstalg el rey de los gigantes oscuros, Skudakumooch, la reina gorqok, Emiko la sacerdotisa e incluso el Kantrox.

Habían sido los peones en el juego demoniaco de Máximo desde el principio, los había enfrentado a cada uno en agotadoras contiendas, y ahora todo se resumía a un último destino que lo definiría todo.

Pero aquello no fue suficiente, el espacio se rasgó abruptamente con una brecha oscura y dejó entrever un báculo. Sue Máxima fue la primera en atravesarlo con una sonrisa macabra, la seguían Elementor, Kronstop y Amazona.

Todos se detuvieron al borde, en espera de la orden de su señor.

Mago continuó su camino. Solo una distancia considerable lo separaba del numeroso ejército oscuro. Respiró profundo antes de avanzar.

—Fue un adversario formidable, James Jerom —sentenció Máximo—. Le prometo una muerte con honor. ¡Hoy, La Oscuridad ha ganado! —alabó con sus brazos abiertos. El ejército tras él correspondió con un grito unísono de gloria.

—Oh, darling, no esté tan seguro de eso.

Un viento frío recorrió la espalda de James y le erizó cada vello del cuerpo. Los latidos de su corazón, que se habían mantenido bajos hasta el momento, se aceleraron de repente. Reconocía la voz a sus espaldas. Respirando agitado, se giró. Una mujer de cabellos rojos y vestido escarlata victoriano coronaba la cima de una pila de escombros, con una mano elegantemente puesta en su cadera y una amplia sonrisa que iluminaba su rostro. Se veía más radiante que nunca.

—Victoria —murmuró con una alegría que avivó su espíritu decaído. Era Victoria, su Victoria—. Estás viva.

—Imposible —exclamó Máximo, tornando seria su mirada—. ¡Yo mismo te maté!

—Novena energía, un regalito de nuestros amigos futuristas de Galtha, a donde usted muy amablemente me arrojó después de casi asesinarme sin piedad, señor Máximo —respondió, triunfante, mientras comenzaba su caminar al lado de Mago Universal—. Verá, es lo curioso de lo viajes en el tiempo —dijo finalmente junto a James, brindándole una sonrisa que le dio paz en medio de la tormenta—. Para usted llegar aquí fueron minutos; para mí, mucho más que eso. Quizá usted tuvo la eternidad a su favor para formar todo un ejército, pero usted mismo rompió el tiempo, y adivine qué... está muy molesto por lo que ha hecho. Tanto, que nos permitió romper algunas reglas para darle una lección que, le aseguro, jamás olvidará.

Un ruido centelleante se formó a su derecha. Inició como un chispeo púrpura, pero en pocos segundos se hizo más grande. Del otro lado del mismo se vio el interior del Templo Universal. Adara Jerom salió primero, y mientras invocaba sellos mágicos en sus manos, Xinok, el titánico guardián de las mazmorras, hizo temblar el suelo con su paso, a la vez en que un furioso Dreccan, con Bobbly montado en su espaldar, desplegaba sus alas en preparación.

Otro portal se abrió de repente a la izquierda con vista a un bosque. La Lobizona rugió con fuerza mientras prolongaba sus garras. Del cielo descendió un águila de plumas oscuras que, al tocar tierra, envuelta un resplandor mágico, se transfiguró de regreso en ShamWo. La persona de en medio pisó firme mientras desenvainaba la espada de su cinturón, el movimiento se llevó a un costado un mechón blanco que contrastaba con su cabello oscuro; Venatrix mantuvo una mirada amenazante.

Y así, la sonrisa triunfante de Lord Máximo se deformó por completo en una creciente confusión. Una multitud de portales de diferentes colores se abrían ante sus ojos.

Monje, Doctor y Reverendo fueron los primeros de todos los Universales en avanzar con sellos mágicos, mientras Seidkona extendía su brazo para que su siempre leal cuervo Hugmun se posara en él. Desde otro punto, Caballero Universal, montado sobre un pegaso, desenvainó su reluciente espada plateada, junto a las criaturas guerreras de El Refugio que se ofrecieron para la luchar.

Los portales más altos fueron surcados desde 2035 por naves bélicas de guerra, entre oscuras y blancas. La Emperatriz Kissandra de Corvyn, con su rostro protegido por su máscara de batalla, lideraba con su vuelo la flota de galtheanos y corvynianos, mientras que la Capitana Pectra iba al frente de los soldados en tierra.

Una de tantas naves reflejó un brillo al suelo, y los Caballeros Oscuros de Galtha aparecieron. Garteo, Iodrana, Jexyit, Zahim y Zilra ofrecieron un asentimiento hacia Mago Universal.

Kissandra entonces aterrizó, haciendo temblar el suelo con su impacto, y su máscara se plegó por un instante para dejar ver su rostro firme. Su mano derecha portaba el Brazalete Real de Corvyn, mientras que en la izquierda sostenía la leal espada de su caído hermano, el Príncipe Kassian.

Desde 262 antes de Cristo, Shinobi Universal, Blazer y el Gran Maestro Tetsu lideraban el ejército ancestral de guerreros Kage no senshi de K'un Dai.

En el portal a Krimson Hill 2065, Dakota extendió sus garras, mientras Carol Hardy aterrizaba junto a ella, resplandeciente cual supernova. En cabeza de los jóvenes marchantes de La Resistencia, el pie firme de un exotraje metálico negro se hizo sentir, quien lo portaba era nada más que el veterano y sonriente General Vincent Hardy, en todo el pecho aún portaba el símbolo de Vigilante.

Otro portal al viejo oeste de 1872 trajo a los ahora aliados Wanikiy y los locales de Survivor. En cabeza de los nativos, se encontraban Ajeiwa, con un carcaj lleno de flechas, y Hanakai, montado sobre un oso gigante. Los vaqueros Diegston Wern, Mick Purcell y Will el cantinero cargaron las armas que les habían provisto con anterioridad para la batalla.

Por último, el portal tras Mago y Madame Universal mantenía vista directa a la antigua ciudad de Kryptos, en 1500 A.C. El rey Tornak de la dinastía Melacton y sus tropas de avanzados guerreros terminaron de emerger mientras el ejército aliado de Mago Universal terminaba de agruparse.

—Toma, lo necesitarás —le dijo el soberano, arrojándole un auricular que James recibió—. Todos estamos conectados para la batalla. Es increíble lo que puede lograr la tecnología futurista en las manos de un krypto.

—Y también necesitarás esto, querido mío. No hay Mago sin capa. —Adara se le acercó con una nueva prenda doblada entre sus manos, él la vistió de inmediato con tan solo mover su mano.

—Usted nos dirige, Mago. Yo podré ser el primero, pero usted se convirtió en el más grande todos nosotros.

James volteó a un lado. Quien le hablaba era un hombre alto y barbado de facciones hebreas, vestido con una túnica dorada.

—Adam —reconoció con respeto. Entre otros, distinguió también a Salomón, Sacerdotisa, Olimpo, Chamán, Iluminado, todos los Universales de todas las épocas se habían unido a la batalla.

—Todos atendieron al llamado por usted, darling —le aseguró Victoria—. Bueno, casi todos, los Venatores prefirieron mantenerse al margen.

—¿Esperabas más? —preguntó, aún procesándolo.

Y terminando de sorprenderlos, un chillido en el cielo captó toda su atención hacia el abismal vórtice a la Dimensión Oscura. Una numerosa cantidad de seres alados volaban en dirección a ellos. Aterrizaron todos junto al ejército de los héroes. Ada Reich plegó sus alas al instante, la acompañaban otras hadas en su misma condición.

—Espero no haber llegado tarde, el tráfico estaba terrible en la Dimensión Oscura.

Mago y Madame le sonrieron con dicha.

—Justo a tiempo —acotó Victoria.

Mago dio un paso al frente.

—Hoy, todos nosotros nos hemos convertido en una fuerza encarnada de lucha y resistencia —habló con su natal liderazgo—. Humanos de la Tierra y de las estrellas, criaturas, guerreros, hechiceros... héroes, todos juntos representamos la esperanza que no muere, somos el sacrificio y la constancia de un futuro de paz. Que sea este un recordatorio perpetuo para La Oscuridad, de que mientras haya uno de nosotros que aún respire, el mal no se pondrá sobre el horizonte. Hoy somos más que un escuadrón. ¡Hoy, todos somos la nueva Fuerza de la Luz!

El ejército de Mago fue el primero en lanzarse a la batalla con un retumbante canto de guerra. A Lord Máximo no le quedó más que dar la orden, y sus tropas también corrieron al enfrentamiento.

Las naves volaron con toda su potencia y abrieron fuego a las bestias en aire y en tierra, mientras que en suelo firme los dos ejércitos chocaron en una frenética embestida de poder y muerte.

—¡LO-BI-ZONA! —La gigantesca mujer lobo descargó un ataque rabioso con el que despedazó una criatura semejante a su colosal tamaño y otros tres más a su alrededor.

Dakota corrió a paso firme y escaló a gran rapidez sobre el peludo espaldar de la licántropa. Al llegar a los hombros dio un salto tan alto que le permitió alcanzar a Cripto y rastrillar sus garras en las alas murciélago.

El vampiro cayó como un proyectil, al tiempo en que Venatrix y Iodrana atacaban con una letal fiereza a las patas del Kantrox. El Monstruo de Sombras fue abatido al instante. Sobre ellas voló ShamWo, metamorfoseado en un águila oscura, pero pronto se transfiguró en un gorila que cayó sobre Ymirstalg, y tomándolo de los cuernos, lo doblegó con una sorprendente fuerza que le permitió aventarlo de regreso al lado contrario. A su lado, Xinok molía con su mazo a todo ser viviente a su alrededor y Zilra hacía uso de sus cuatro brazos en un remolino de cortes de espada.

Doctor, Monje y Reverendo Universal se unieron en el aire en una convergencia mágica. La energía verdosa y blanca combinada que irradiaron se consolidó en un megarayo que desintegró un pelotón entero.

Kissandra y Supernova atravesaron el campo de batalla en un vuelo parejo, pero se dividieron ante la cercanía de dos titánicas serpientes voladoras. La Emperatriz de Corvyn dio vuelta a la espada de Kassian y la hundió en el cuerpo de la criatura en un furioso corte horizontal que la derribó, mientras Carol Hardy, protegida por el fuego incandescente de su luz, atravesó a la serpiente por la mitad, provocándole una inminente explosión de energía.

Con el camino despejado, por medio de ellas voló Caballero Universal sobre su pegaso. Percival se levantó en mitad del trayecto y, listo con su espada, dio un salto, cayendo encima del cuerpo de la reina gorqok. Apartó con una patada el viscoso organismo de su arma y continuó el combate contra los demás insectos que se le lanzaron encima en venganza por la muerte de su soberana.

Unos metros más allá, el brutal puñetazo de Amazona chocó con el puño del exotraje de Vigilante, generando una onda expansiva que derribó un grupo de monstruos. Vincent desplegó unas pinzas metálicas de la mano del traje, que se aferraron al brazo de la Pacificadora, y con una increíble fuerza sobrehumana, le dio una vuelta en el aire y la enterró de pecho contra el suelo. Sin darle tiempo de levantarse, levantó el pie mecánico y terminó por hundirla en los ruinas.

—Espero que el polvo haga parte de tu dieta —comentó, haciéndole presión en la cabeza.

A su lado, el Blazer arrojó el filo de su kusarigama alrededor del cuello de un orco. Tan pronto la cadena se le enrolló, el gancho en la punta se le clavó allí mismo. Aplicando su fuerza al extremo opuesto, la bestia fue atraída en contra de su voluntad hacia él, justo a tiempo para que Zahim le abriera un hoyo en el pecho con su cañón de energía.

Diegston Wern, Mick Purcell y Will se agruparon espalda contra espalda, en un círculo de disparos sostenidos que resultó mortal para el enemigo, en especial luego de que la Capitana Pectra los equipara con armamento de energía corvyniana.

—Ajuaaa —celebró el sherrif Wern, sin dejar de disparar las dos pistolas en sus manos—. ¡Las cosas en el este sí que son otro cuento, Mick! Deberíamos venir más seguido.

—Cállate, Wern —replicó Mick, explotando en pedazos una bestia voladora con el tiro certero de su escopeta—. Se supone que es el fin del mundo, no una fiesta.

—Prometo brindar los tragos si salimos de esta —agregó Will.

Diagonal a los cowboys, la Capitana Pectra rodó por el suelo para esquivar un golpe de Kronstop que, de no haberlo evitado, hubiera resultado mortal. La letal rubia de las estrellas se valió de una pila de escombros a su lado y dio una voltereta con su bastón listo. El golpe derribó al Pacificador hacia atrás. Y sin permitirle levantarse, Jexyit lo atrapó en un campo de energía con el que lo arrojó por los aires.

¡KHORAK! —gritó Bobbly, montado sobre el lomo de Dreccan. El dragón dio un voluminoso escupitajo que incineró de frente al asesino de La Orden—. Buen chico —le susurró, continuando con el vuelo.

Por un lado de ellos, pasó una veloz hacha protegida por un resplandor blanco que derribó a una arpía de su vuelo. El arma se devolvió por el mismo camino, atravesando una pila de criaturas en el trayecto. Garteo la recibió justo a tiempo para bloquear el ataque de un minotauro con su juego de hachas. Estuvo listo para contraatacar, pero la criatura cayó repentinamente.

El filo de una flecha acababa de atravesarla, quien la disparó llevó su mano libre al carcaj. Ajeiwa descargaba saeta tras saeta contra los monstruos que se le acercaron. Uno de ellos consiguió pasar el umbral, pero la nativa wanikiy, precisa en su movimiento, tomó una flecha y la clavó por su propio puño a la bestia deforme que le saltó por detrás.

Frente a ella saltó un mujer con la fiereza de un gato. Dakota esquivaba los embrujos con los que Skudakumooch intentaba someterla, pero fue salvada por la intervención oportuna de Olimpo y Sacerdotisa Universal, quienes se unieron en un conjuro que aventó al demonio con una voluminosa bola mágica.

Dakota soltó un largo suspiro. Se recargó de fuerzas para continuar, cuando su vista chocó de frente con la mirada perpleja de Ajeiwa.

Sání... —Sus ojos se aguaron—. ¿Eres tú?

Ajeiwa dio pasos lentos y desconfiados, con su ceño entrefruncido. Sus manos temblaron mientras las acercaba al rostro de Dakota.

—Tú... tú te ves como ella —le susurró, palpándole el rostro y acariciándole su cabello azabache. La pintura negra, roja y blanca bajo los ojos de Dakota comenzaba a escurrirse por sus lágrimas—. Eres como mi Tayen.

Dakota asintió entre sollozos.

—Sí, sání, soy como ella. —Una sonrisa nostálgica se formó en su rostro. Tomó con sus propias manos las de Ajeiwa—. Soy como tu Tayen.

Con la batalla que estallaba a su alrededor, la nativa de piel tostada cerró sus ojos, apartándose por un momento de toda aquella locura. Respiró profundo, dejando fluir sobre sí la energía que su nieta emanaba.

—Mi niña... Dakota. —La Comandante Robbins asintió entre lágrimas, Ajeiwa la envolvió en un sentido abrazo—. Lamento tanto lo que has sufrido. Pero estoy aquí, y ni el tiempo ni el espacio, ni la vida misma, podrá apartar a tus seres queridos de ese hermoso corazón.

Lejos de aquella emotiva escena, Sue Máxima y Adara Jerom se enfrentaban en el aire con poderosas embestidas mágicas en la que ninguna parecía ganar. Sue Máxima disparó un rayo oscuro de su cetro una vez más, pero esa vez, en lugar de contraatacar, Adara lo mantuvo en el aire con sus manos, sin permitirle continuar su recorrido.

—Impresionante, abuela —le dijo Máxima, aumentando la potencia—. Me pregunto qué más saber hacer.

—¿Abuela? —replicó—. Ya verás lo que puede hacer esta abuela.

Adara tomó el control del curso del rayo, y aumentándolo en una impresionante intensidad, lanzó a rodar a la Pacificadora. Sobre ellas voló el cuervo nórdico de un ojo.

—Hugmun, ¡sisofromatem! —ordenó Seidkona.

El animal se alzó en el aire, su cuello se estiró y sus alas crecieron mientras escamas y cola le nacían. La vikinga se elevó con su magia hacia lo alto, donde fue recibida en el lomo de su ahora dragón nórdico. Hugmun se unió al vuelo de Dreccan. Bajo ellos, Serpentina y Cascabelea Slytherin sostenían una barrera que las protegía de los ataques del ejército krypto, liderado por el rey Tonraq.

Por orden de sus montadores, el par de dragones descendió al campo de batalla y las bañó con su fuego, haciéndolas arder entre gritos de dolor como si fuera una hoguera de su mítico pueblo de Salem.

Del otro lado, el oso sobre el que iba Hanakai embistió con sus garras a un grupo de esqueléticos seres oscuros, cuando el líder de los Wanikiy fue expulsado abruptamente de su mascota tras ser atacado por un rayo. Sin embargo, cayó en tres patas, con una mano levantada. El asalto no le había dolido ni un poco; al contrario, lo había absorbido por completo.

Elementor se dirigía hacia él en una nube de polvo. Sin mucho esfuerzo, el hombre de largo cabello plateado levitó una roca gigante y la aventó al nativo. Hanaki respiró profundo, esperando paciente. Y tan pronto la roca cayó sobre él, la recibió con sus fuertes brazos y, dando una vuelta con un esfuerzo antinatural, se la regresó con el doble de furia.

Sin embargo, Elementor la partió en dos antes de que lo alcanzara y se las envió de nuevo. Shinobi Universal, muy cerca al escenario, evitó el funesto impacto al levitar con su magia a Hanaki y su oso, quienes cayeron sobre el Pacificador y lo aplastaron en el suelo.

De inmediato, Shinobi conjuró un hechizo que le permitió moverse el campo de batalla a una velocidad ultrahumana, atravesando con su espada a las criaturas en su camino.

Mientras tanto, en los cielos, Ada Reich y su grupo de hadas se abrieron paso a gran velocidad.

—¡Hadas, preparadas! —gritó, centellando su varita. Las demás imitaron su acción—. ¡Fuego!

La magia de las varitas llovió como granadas contra las filas enemigas, en explosiones en cadena que aventaron a las criaturas por los aires cual campo minado.

Los ecos de los estallidos llegaron a oídos del Gran Maestro Tetsu, quien mantenía un reñido combate a espada con la sacerdotisa Emiko. De repente, un látigo escarlata la atrapó por el cuello. Madame Universal usó su poder mágico para arrojarla al cielo, donde el disparo de una nave corvyniana se encargó del resto.

Mago Universal descendió a un lado de ella, apremiando el paso hasta alcanzarla. La recibió con un apasionado beso que fue correspondido.

—¿Y eso a qué se debe, gentleman? —preguntó Victoria, sonrojándose.

—Seguramente a que creí que te había perdido para siempre, pero apareciste de repente con todo un ejército. —Soltó una suave risa—. Estoy muy feliz de verte de nuevo.

—Todo ese fatídico momento, mientras agonizaba en lo oscuro del espacio, en lo único en lo que pensé fue en usted, sir James —le respondió, tomándolo por su rostro barbado lleno de polvo—. Me atormentaba la idea de morir sin haberme despedido de usted, y en especial por haberle fallado.

—Victoria, nunca me fallaste ni por un momento. —Le sonrió, envolviéndola en un abrazo—. Siempre conseguimos la forma de volver el uno con el otro, porque no hay nada en este universo, ni en este tiempo, que sea tan fuerte para separar lo que sentimos.

—James... —Sonrió, conmovida.

—Pero ahora no es momento de lamentos. Estás aquí, estás viva, y los trajiste a todos —dijo aún sorprendido—. ¿Cómo fue que lo hiciste?

—Lo último que recuerdo del espacio fue una luz atrayéndome. Por fortuna desperté en la nave de los Caballeros Oscuros de Galtha. Luego de que Jexyit me sanara con novena energía, pedí que me llevaran con los Cuatro Sabios. Ellos vieron lo que pasaría, así que salté de tiempo en tiempo para reclutar a todos los que ve aquí. —Sonrió—. ¿Qué le puedo decir, sir James? Es usted un hombre de excelentes relaciones públicas.

Kissandra aterrizó de repente junto a ellos.

—Lamento interrumpir su emotivo encuentro, pero hay problemas. El vórtice se hace más grande —puntualizó la Emperatriz—. Si no lo cerramos ahora mismo, puede que no tengamos oportunidad de detenerlos nunca.

—No podemos cerrarlo con las criaturas aquí —respondió Mago—. Sería catastrófico para nuestra dimensión que queden atrapadas de este lado.

—La Dimensión Oscura fue creada para contener todo el mal en un solo lugar. —Adam se unió al reducido círculo—. Su presencia en esta dimensión desequilibra las leyes del universo. Esta batalla no terminará hasta que Máximo y todos los seres de La Oscuridad regresen a donde pertenecen.

Kissandra asintió.

—¿Entonces qué propones, Mago?

—Hay que obligarlos a regresar a todos y cerrar la entrada a la Dimensión Oscura desde adentro —expuso James—. Esta vez estamos juntos en el mismo lugar todos los Universales que han existido en la historia. Estoy seguro de que podremos unirnos para derrotar a Máximo y sellar la dimensión, esta vez para siempre, es la única alternativa.

—Solo hay una forma de hacerlo —añadió Monje Universal, sumándose a ellos—. El Darkrom. Quien controla el libro controla a las criaturas, y con la ayuda de Salomón aquí, podremos hacerlo.

—¿Alguien vio un libro horrible y espeluznante por ahí? —preguntó Madame por su comunicador.

Lo estoy viendo justo en este momento —escucharon a Supernova, quien volaba cerca al vórtice—. El sexy tipo malo lo tiene en sus manos.

Máximo lo usa mentre parliamo per atraer más monstruos —intervino Venatrix—. Hay que arrebátarselo ahora mismo o questa lucha no tendrá fin.

—Aún así faltaría que alguien cierre el portal desde dentro —dijo Madame.

—Yo lo haré. —Ada Reich plegó sus alas al unirse a ellos—. Máximo mantiene a un numeroso grupo de hechiceras en lo más alto de su fortaleza. Ellas controlan el portal. Si las derroto, se cerrará.

—Pero, Ada, ¡no puede hacer eso! Quedaría atrapada para siempre —se alarmó Victoria—. Ya la perdimos una vez, no podemos hacerlo de nuevo.

—Debo hacerlo, Victoria. Debo ser yo quien cierre el vórtice. En parte soy culpable de lo que está sucediendo, Máximo me usó para llegar al Darkrom. Esta es mi forma de redimirme.

—Ada... ¿estás segura de que es lo que quieres? —le preguntó James—. No podrías volver, nunca más.

—James, ya estuve cientos de años sola en ese lugar sin un propósito. Ahora que tengo uno, estoy segura de que podré defenderme, además, ya no estaré sola. —Otras hadas con alas de murciélago descendieron en su vuelo cerca a ella—. Aproveché el alboroto de Máximo en la Dimensión Oscura y encontré a otras como yo, las liberé. Mis hermanas me acompañarán.

Mago asintió.

—Entonces hagámoslo.

Antes de que los héroes se separaran de nuevo, Pestilencia voló hacia ellos en una nube de muerte y polvo. Pero sin permitirle acercarse demasiado, Vigilante voló hacia él y lo derribó de un puñetazo de su traje, bloqueándole el camino. Barón Ekkovrish se levitó así mismo para no caer. Con sus manos resplandecientes en su magia mortífera, las unió como si las estrangulara. En consecuencia, del suelo emergieron dos manos gigantes que aprisionaron al viejo general.

Vincent soltó un quejido, el mismo traje comenzaba a comprimirlo. Con esfuerzo, movió su mano a una palanca especial que liberó una onda expansiva. Las manos mágicas se separaron lo suficiente para permitirle salir volando. Sin embargo, Pestilencia lo atacó con un rayo de muerte.

Vigilante no se encontraba listo para defenderse ante esa clase de poder, pero el metal de una hoja maldita resonó. Venatrix acababa de bloquear el ataque con su espada. La cazadora desapareció entre las sombras, se movió a una gran rapidez que no le permitió ser reconocida.

Cuando Pestilencia menos lo esperó, Camille emergió tras él y le asestó una patada a los gemelos, desestabilizándolo. Venatrix desapareció de nuevo. Surgió de frente, donde le rebanó el pico de su máscara de una sola estocada. Con otro trajo, se la terminó de quebrar, y de una patada lo envió de espalda contra los escombros.

Camille lanzó otro ataque, pero fue detenido por Barón Ekkovrish antes de que llegara su pecho. El hombre hacía un esfuerzo poderoso por frenar con su magia la fuerza arrolladora con que la cazadora intentaba herirlo.

—Jamás lo logrará —masculló Pestilencia.

—Ja, te veré en el Inferno.

Poseída por un fuego infernal en su mirada, Venatrix atravesó a Pestilencia de un lado a otro. Usó su pierna como impulso para retirar su espada del cuerpo moribundo de Barón Ekkovrish.

—Siempre tan misericordiosa —comentó el General Hardy desde atrás.

Venatrix sacudió su mirada por un instante.

—¿Vincent? —Contuvo la risa—. En serio quiero preguntar, pero creo que non debería hacerlo. Realmente a JJ se le fue la mano con questa cosa del viaggio nel tempo.

—¿Venatrix sonriéndome? Debo estar muerto.

Sicuramente lo estarías si non ti avessi salvato. Ahora apártate, Maxi es mío.

Camille le ofreció una minúscula sonrisa antes de correr en dirección a su nuevo objetivo.

—Fue bueno verte —comentó Vincent, nostálgico.

De camino a Máximo, Kissandra cayó contra él con toda la furia del Brazalete de Corvyn, cubriendo el campo con una nube de polvo. Sin embargo, Lord Máximo absorbió el feroz golpe de energía y lo regresó como una llamarada de oscuridad que lanzó lejos de sí a la flamante Emperatriz.

De inmediato Supernova voló sobre él con su puño cargado de energía, pero Máximo esquivó, luego la tomó de la muñeca y la arrojó contra la Lobizona antes de que se le acercara. Fue esa oportunidad la que utilizó Kissandra para regresar; de un golpe lo apartó del Darkrom.

Máximo escupió la sangre que salió de su boca, y furioso, empuñó su mano, haciendo a Kissandra prisionera de una sacrílega energía oscura que doblegó sus fuerzas.

Por un lado pasó ShamWo bajo la forma de un lobo y atrapó el Darkrom con sus muelas, para luego correr tan lejos como sus rápidas piernas le permitían. En ese momento el cambiaformas se convirtió en el blanco de todo el ejército de la Dimensión Oscura, los monstruos se lanzaron contra él sin misericordia.

Caballero Universal le siguió el paso de cerca, montado sobre su pegaso. Junto a él, también iba el Blazer, quien recibió el Darkrom de ShamWo, pero con Elementor tras ellos, Ushio Sawada saltó al lomo de Hugmun, dirigido por Seidkona Universal.

Lord Máximo los derribó del aire con una catapulta de oscuridad. Voló hacia el libro de regreso, pero la embestida de una pila entera de escombros, rodeada por un brillo escarlata, lo bloqueó. Madame Universal y Venatrix eran el obstáculo a su camino. Tras él, Victoria usó su magia para impulsar a Camille por el aire.

La cazadora cayó con una estocada directa que rasgó un costado de Lord Máximo, luego dio un giro por el suelo para levantarse y usar su codo para golpearlo de frente, haciéndolo retroceder. Victoria emergió del otro lado, y con su puño cargado de magia, le dio un puñetazo de gancho con el que lo aventó por el suelo.

—Eso es por haberme asesinado —comentó mientras sacudía su mano dolida.

—Si valoran su vida, se apartarán de mi camino —amenazó, levantándose con una mirada fría.

Maxi, no estás preparado para Victoria Pembroke y Camille Delacroix —replicó Venatrix.

Con un grito de furia, Máximo se lanzó sobre ellas. El dúo de hábiles mujeres lo entretuvo en un combo coordinado de golpes, patadas, estocadas y ataques mágicos. Mientras tanto, unos metros más allá, Garteo corría de las criaturas con el Darkrom bajo su hombro. El guerrero galtheano lo arrojó de camino a Diegston Wern, quien había conseguido domar el lomo de una bestia.

Tras sobrepasar una barricada, el vaquero lo lanzó a la Capitana Pectra. La letal rubia lo recibió con una mano, mientras que con la otra sostuvo la metralla de energía con la que derribó a todo monstruo a su alrededor.

Dreccan planeó bajo, lo que le permitió a Dakota saltar del espaldar del dragón.

—Buena suerte —le dijo la Capitana, entregándole el grimorio.

La felina asintió para luego emprender una carrera hacia Mago Universal. Se impulsó con sus piernas para evitar una tras otra las montañas de monstruos que le llovían. Solo una corta distancia la separaba del objetivo, pero el fuego oportuno de una centella de Carol Hardy le dio la ventaja que necesitaba.

Dakota saltó sobre las bestias en llamas y llegó junto a Mago Universal.

—Sálvanos a todos —le pidió.

Mago asintió con firmeza. Somchai Tha, Adam y Salomón se unieron a él.

—Juntos —le dijo su viejo maestro.

Mago tomó un profundo respiro antes de abrir las páginas profanas del Darkrom. La Biblia de la Oscuridad protestó con un poderoso centellear sombrío que los cubrió como una gran nube de tormenta. Lo primero que recibió a James fue un abismo profundo que se reflejó en sus ojos, luego esa misma energía corrupta se comenzó a extender por su cuerpo.

Monje Universal dio un paso adelante, batallando con la ferocidad de la energía en contra.

—Por mi muchacho. —Con otro paso, logró colocar su mano sobre el hombro derecho de James.

De inmediato la energía oscura luchó también por conquistar su interior, pero, a la izquierda, Adam lo tocó, y junto a él, Salomón. La luz en aquellos cuatro héroes se tornó mayor a la del Darkrom. El grimorio maldito fue obligado a ceder poco a poco mientras la luz de los héroes tomaba lugar. Entonces, Seidkona, Caballero, Doctor y Reverendo se unieron también, aumentándolo en un brillo incandecente.

Cuando menos lo esperaron, una larga hilera de Hechiceros Universales se había formado, con James Jerom en el centro de todos ellos. Así la oscuridad fue consumida por completo con la luz. Los Universales, armonizados en un aplastante poder, conjuraron a una misma voz.

¡Outeprep olles, arucso noisnemid!

Por orden del hechizo, la tierra entera tembló y el mismo universo intervino. Una a una las criaturas comenzaron a ser absorbidas en contra de su voluntad, como si poderosos hilos invisibles los arrastraran de regreso al vórtice.

—¡No! —gritó Máximo, apartando de sí a sus contrincantes—. ¡Mi ejército! ¡Mi plan! ¡Se suponía que yo ganaría esta batalla! Lo calculé todo desde el principio. ¡Esperé siglos para mi victoria!

—Oh, darling —le contestó Madame, haciéndolo prisionero de un sello bajo sus pies, donde no pudo moverse—. Aquí solo hay una victoria, y su nombre es Victoria Pembroke.

—Adiós, Máximo —despidió James, con sus ojos rebosantes de poder.

Mago dirigió la energía combinada de los Universales hacia el autor de aquella catástrofe. La luz lo atravesó como una voraz estocada que fragmentó poco a poco su cuerpo y buscó desintegrar la oscuridad en él. Máximo bramó entre gritos de dolor, y tras un intenso brillo, de él no quedó nada más que partículas meneándose con el viento.

—Ada, ¿me recibes? —preguntó Adara por su comunicador, con su vista puesta en lo alto del vórtice.

—Llegando —contestó del otro lado, mientras esquivaba junto a sus aliadas guerreras a las gigantescas bestias que eran expulsadas de regreso hacia El Abismo.

Máximo fue derrotado. Debes cerrar el portal ahora.

—Ya escucharon, niñas.

Las hadas aterrizaron en lo más alto de la Fortaleza de la Oscuridad, donde las agotadas hechiceras de Lord Máximo mantenían el vórtice abierto. Aunque las viejas brujas intentaron defenderse, sus energías para continuar fueron escasas, las hadas las derribaron castillo abajo con los rayos de sus varitas.

De inmediato la abismal brecha inició una rápida reducción en el espacio.

—Adiós, James —susurró Ada, nostálgica, valiéndose de la intermitente señal que alcanzaba llegar al otro lado—. Gracias por darme un propósito, y gracias por haberme brindado el honor de ser parte de tu familia.

Lo últimos vestigios de la Dimensión Oscura mostraron a Ada Reich en lo alto del castillo, mientras que todos los seres oscuros caían de regreso como meteoros. Con las lágrimas que bajaron por sus mejillas, las puertas a aquella dimensión se sellaron con un para siempre, vencida la batalla más grande entre las épicas fuerzas del bien y del mal que alguna vez el universo había visto librarse.


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