Un salto al vacío

By LunnaDF

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Ana Gabriela Real, más conocida como Ágatha, es la cantante pop del momento. Miles de jóvenes la admiran y su... More

🎤 Sinopsis + Info Importante 🎤
Capítulo 1 🎤
Capítulo 2 🎤
Capítulo 3 🎤
Capítulo 4 🎤
Capítulo 5 🎤
Capítulo 6 🎤
Capítulo 7 🎤
Capítulo 8 🎤
Capítulo 9 🎤
Capítulo 10 🎤
Capítulo 11 🎤
Capítulo 12 🎤
Capítulo 13 🎤
Capítulo 14 🎤
Capítulo 15 🎤
Capítulo 16 🎤
Capítulo 17 🎤
Capítulo 18 🎤
Capítulo 19 🎤
Capítulo 20 🎤
Capítulo 21 🎤
Capítulo 22 🎤
Capítulo 23 🎤
Capítulo 24 🎤
Capítulo 25 🎤
Capítulo 26 🎤
Capítulo 27 🎤
Capítulo 28 🎤
Capítulo 29 🎤
Capítulo 30 🎤
Capítulo 31 🎤
Capítulo 32 🎤
Capítulo 33 🎤
Capítulo 34 🎤
Capítulo 35 🎤
Capítulo 37 🎤
Capítulo 38 🎤
Capítulo 39 🎤
Capítulo 40 🎤
Capítulo 41 🎤
Capítulo 42 🎤
Capítulo 43 🎤
Capítulo 44 🎤
Capítulo 45 🎤
Capítulo 46 🎤
Capítulo 47 🎤
Capítulo 48 🎤
Capítulo 49 🎤
Capítulo 50 🎤
Capítulo 51 🎤
Capítulo 52 🎤
Capítulo 53 🎤
Capítulo 54 🎤
Capítulo 55 🎤
🎤 Epílogo 🎤
Extra 1 🎤
Extra 2 🎤

Capítulo 36

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By LunnaDF

Dos meses habían pasado desde que Gaby y Lautaro habían cruzado la línea de la amistad, y aunque no definían bien cuál era en realidad la relación que compartían, ambos se sentían cómodos en la burbuja en la que se habían sumergido.

La rutina de Gabriela continuaba sin muchos cambios, iba temprano a Reyes para sus ensayos y apenas terminaba, regresaba a Caya donde luego de darse un baño y tomar un café para cargar energías, iba a lo de Lautaro y se quedaba allí hasta la hora de ir a clases. Allí compartía con él y Pili un rato para luego ir juntos a la universidad. En la casa, y aunque les costaba bastante, evitaban los besos, abrazos y caricias frente a la pequeña, pero en la calle y en la universidad, se comportaban como una pareja cualquiera.

Al salir de clases, volvían a pasar tiempo juntos, a veces en lo de Lautaro y a veces en lo de Gaby. Los fines de semana, ella iba con él a sus actuaciones en el hotel donde disfrutaba al máximo de escucharlo tocar. Solían hablar mucho de música, él era quien más hablaba y ella escuchaba, aprendía mucho de él y despertaba en ella esa pasión que la había llevado a elegir su carrera.

Matías estaba tranquilo de nuevo, parecía concentrado en poner todo a punto lo de la gira y ya le había enviado el calendario de fechas. A finales de octubre tenía una actuación en la inauguración de un hotel, solo serían tres canciones, pero era importante porque allí habría gente muy conocida, sobre todo un importante empresario de una discográfica en Europa con el que él quería cerrar un trato. Un mes después, arrancaba la gira, el primer concierto sería en Reyes y sería un mes antes de Navidad, tendrían cinco actuaciones más, dos en Reyes y tres en Playa María que era la ciudad costera más importante del país y que en esa época se llenaba de turistas. Luego, harían una pausa por las fiestas y volverían en febrero, con las actuaciones que restaban. Descontando los días de descanso, la gira duraría medio año.

—¿En qué piensas? —le preguntó Lala cuando la vio recostada en su vestuario.

—En que quiero decirle a Lautaro la verdad, pienso que el año que viene con los viajes tendremos poco tiempo para pasar juntos. Me gustaría que viajara conmigo, pero no podría, por Pili... Me gustaría hablar con él para ver cómo lo solucionamos.

—Lo que deberías decirle es que estás enamorada —dijo Lala con una risa divertida.

—¿Lo estoy? —preguntó Gaby y se llevó las manos a la cabeza—. No lo sé, no quiero equivocarme, no con él. Tengo miedo de su reacción cuando sepa quién soy... Pasaremos mucho tiempo juntos ahora que llegan los exámenes, quizás aproveche uno de esos días para decirle.

—¿Confías lo suficiente en él?

—Claro... Estoy segura de que no dirá nada... —afirmó.

Lala dejó a Gaby para volver a su trabajo, y al salir del vestuario, le pareció ver a Rosy muy cerca, como si hubiese estado husmeando en lo que ellas hablaban, frunció el entrecejo y esperó que la muchacha no haya escuchado nada importante, al final de cuentas, podría solo haber pasado por allí en aquel momento.

Gaby volvió al ensayo y luego de que acabara, regresó a Caya, por el camino, se quedó sin batería, por lo que fue directo a casa de Lautaro, pues habían quedado en comenzar a estudiar. Sin embargo, al llegar, no encontró a nadie. El abuelo fue quien le abrió y le informó de que Pili se había sentido mal y Lautaro la había llevado a la urgencia.

Gaby le pidió permiso para cargar su celular y él le dejó entrar. Cargó un poco y revisó los mensajes en donde Lautaro le decía que la niña tenía fiebre y mucho dolor de estómago, que había estado vomitando y que la llevaba a la urgencia en el hospital de niños del centro.

Gaby tomó su bolso, desconectó el celular, besó al abuelo en la frente y voló al hospital. Allí encontró a Lautaro hecho un mar de nervios, en unos minutos le contó que iban a llevarla a cirugía pues tenía apendicitis.

—Todo saldrá bien, ya verás, amor, la has traído a tiempo —dijo ella para calmarlo.

—No quiero que le pase nada... —dijo él con preocupación.

Gaby lo abrazó y esperaron que el médico los llamase para que vieran a la niña antes de ir a cirugía. Los dos ingresaron y la tomaron de la mano.

—¿Me van a cortar la panza? —preguntó ella asustada al ver a su padre.

—No, solo te harán un pequeño hoyito para sacar eso que está molestando, no sentirás nada, ya lo verás —prometió.

—¿Ustedes me esperarán aquí? —inquirió.

—Claro, no nos moveremos de aquí —prometió Gaby.

El médico dijo que era hora y la niña asintió.

—Eres muy valiente, corazoncita, estoy orgullosa de ti —dijo Gaby y la abrazó.

—Te quiero, Gaby... muchísimo —murmuró entonces la pequeña y la vio a los ojos.

El corazón de Gaby se derritió y la besó en las mejillas secándole las lágrimas.

—Yo también, todo saldrá bien, ¿sí? Cuando estés bien te llevaré al centro y te compraré la muñeca que más te guste, ¿qué te parece? —sonrió.

—Quiero una muñeca bebé...

—Bueno, Pili, dale un beso a tu mami y vamos —dijo el médico que insistía en llevarla.

Las dos se miraron y volvieron a abrazarse.

—Papi, vengo en un ratito —dijo la niña con una valentía que a él le estrujó el corazón.

Gaby y Lautaro la vieron partir y luego se abrazaron. La espera se les hizo interminable, Alicia llegó un poco después y les acompañó. Cuando Pili regresó, dormía, el médico dijo que todo había salido bien y que ahora solo quedaba que se recuperara.

Esa noche, los dos se quedaron a acompañarla en el hospital. Por primera vez en todo el tiempo desde que las clases habían iniciado, Gaby avisó que no iría al ensayo y se tomó el día libre para quedarse con Lautaro y con Pili.

Cuatro días después, cuando Pili obtuvo el alta, entre los dos la llevaron a la casa.

—¿Puedes quedarte a dormir con nosotros? —inquirió la niña cuando se hizo de noche y Gaby dijo que iría a su casa.

—Yo... bueno...

—Yo sé que te has quedado otras veces —dijo Pili—, ¿puedes quedarte hoy también?

—¿Qué? —preguntó Gaby con sorpresa y miró a Lautaro que solo negó.

—Yo los vi dormir juntos —dijo Pili—. La otra noche tuve una pesadilla y fui al cuarto de papá y tú estabas allí, se estaban abrazando. Sé que son novios en secreto —añadió—. ¿Puedes quedarte a dormir? —insistió.

Lautaro no supo qué decir y Gaby sintió que el rostro se le puso rojo de la vergüenza.

—¿Puede quedarse, papi? —insistió Pili.

—¿Qué dices? —inquirió entonces él.

—Bien... me quedaré —dijo Gaby con una sonrisa.

—¿Me lees un cuento? —preguntó la pequeña.

Gaby entonces la llevó a su habitación y le contó una historia acerca de ratones mágicos, luego, cuando pensó que ya dormía y pretendía salir de la habitación, la niña la tomó de la mano.

—¿Gaby? ¿Amas a mi papá? —inquirió.

—Bueno... es complejo, pero...

—¿Por qué no me dijeron que eran novios? Pensé que tú y yo éramos amigas...

—Corazoncita, es que teníamos miedo de que tú... Mira, las cosas entre los adultos a veces no funcionan, y no queremos que tú sufras si tu papá y yo no lo logramos —explicó—, solo por eso, queríamos estar seguros para decírtelo...

—Si mi papá y tú no se llevan bien, como los padres de mi amiga Laura, que se separaron, ¿me abandonarás?

—Nunca, Pili, aunque tu papá y yo no funcionemos como pareja, yo estaré siempre cerca de ti y podrás contar conmigo —prometió.

—¿Y si se casan? ¿Serás mi mamá? ¿Me adoptarás? —preguntó.

Gaby sonrió.

—Tú tienes una mamá, corazoncita —dijo sin saber qué más decir ante una pregunta como esa.

—Pero ella no me eligió a mí. Yo también podría elegirte a ti, ¿no? ¿Por qué debo elegir a alguien que no me ha elegido?

Gaby sonrió, aquello le parecía lo más inteligente que había escuchado en mucho tiempo.

—Es muy pronto para hablar de casamiento y de cosas como esas... No sé qué decirte, Pili, no quiero lastimarte... si yo hubiese sido tu madre, jamás te hubiese abandonado, siempre te elegiría a ti...

—Entonces elígeme, Gaby... y yo te elegiré a ti —dijo ella y se mordió el labio con ansias.

Gaby la besó en la frente, ojalá todo fuera tan sencillo, pero no podía prometerle algo tan grande como eso.

—Mira, esperemos que el tiempo nos muestre qué hacer, ¿sí? Yo sé que el corazón nos mostrará el camino...

—Como dice la música de Ágatha —dijo la pequeña.

—Así mismo... como dice la música de Ágatha —susurró Gaby—, ahora a dormir, debes reposar.

—¿Vas a dormir con mi papá? —inquirió.

—¿Te molesta que lo haga? —preguntó Gaby.

—No... me gusta, las mamás duermen con los papás, ¿no?

Gaby negó con una sonrisa y la volvió a besar en la frente. Aquella niña le generaba una ternura inmensa y deseaba por sobre todas las cosas que todo fuera tan fácil como ella las soñaba en su infinita inocencia.

Gaby apagó la luz y fue hasta la habitación de Lautaro, él se estaba dando un baño, por lo que buscó en su bolsa su tarjetero. Necesitaba un mensaje, una señal, se encontraba demasiado conmovida:

"El amor es siempre la mejor opción".

Lautaro salió de la ducha y la encontró sentada sobre su cama con la tarjeta en las manos y lágrimas en los ojos.

—¿Qué sucede? —inquirió.

—La amo —dijo ella y suspiró—. Tu hija... es un dulce y la amo —añadió—. Quiere que la adopte, que sea su madre... dice que me elige a mí y me ha pedido que la elija. ¿Cómo le explicamos que el mundo de los adultos es tan complicado? —inquirió—. ¿Cómo le digo que no puedo ser su madre sin romperle de nuevo el corazón? ¿Por qué no puedo ser su madre? —añadió.

Lautaro se sentó a su lado y la tomó de la mano, le sacó la tarjeta y leyó lo que decía.

—El amor es siempre la mejor opción —susurró.

—Es tan complejo, Lauty, y ahora comprendo tus miedos... Si tú y yo no funcionamos ella... no quiero que sufra, no quiero salir de su vida... No quiero dejarla huérfana otra vez. ¿Acaso esto que siento aquí no es una especie de amor de madre? —dijo y señaló su pecho—. Estos días han sido duros, tenía miedo de que le sucediera algo, la miraba cansadita, tan pálida, tan frágil y me daba miedo... ¿Qué es lo que siento por ella? ¿Cómo se define?

Lautaro la abrazó y la besó en la frente.

—Amor... es amor... —dijo él.

—Prométeme que pase lo que pase entre nosotros no me negarás la posibilidad de verla y pasar tiempo con ella, prométemelo, júramelo —dijo Gaby casi con desesperación—. Yo sé que no soy Liza y no tengo derechos sobre ella, pero...

—Ella es quien no tiene derechos sobre Pili, tú sí los tienes, Gaby, tú la eliges —dijo Lautaro mirándola con dulzura—, te prometo que pase lo que pase entre nosotros, aunque un día nos odiemos, podrás seguir viéndola y compartiendo con ella...

—No quiero odiarte nunca, Lauty —añadió ella y él sonrió.

—Ni yo... ¿Te presto una camiseta para que te cambies?

—Sí...

Lautaro buscó una grande y se la pasó, Gaby se la puso mientras lo veía ponerse el bóxer y prepararse para dormir. Se acostaron uno al lado del otro y se abrazaron, ella se quedó dormida enseguida, estaba cansada por los ensayos y la preocupación de una semana agitada. Lautaro la besó en la frente y pensó que era cierto, que el amor era siempre la mejor opción y que él estaba indefectiblemente enamorado.

Gabriela despertó temprano y se alistó para ir a Reyes, debía cambiarse de ropa en su casa e ir al ensayo. Aún era de madrugada, pero estaba sobre la hora.

—¿No vas a desayunar? —le preguntó Lautaro.

—No, voy retrasada, no quiero problemas —añadió.

Lautaro la vio salir como si de una ráfaga de viento se tratara y algo en su interior le dijo que la siguiera. Pero no podía, ese día tenía clases con los niños a los que enseñaba y debía cuidar a Pili que aún tenía reposo. Sin embargo, pensó que iría a Reyes uno de esos días y le caería de sorpresa. Quizá llamaría a Lala para preguntarle la dirección del centro de estética en el cual trabajaban ambas.

Gaby, por su parte, llegó justo al ensayo, pero durante todo el trayecto, no pudo dejar de pensar en que su corazón se quedaba en Caya, con Lautaro y Pili. Esperaba que la jornada pasara rápido para volver a esa casa que sentía como su hogar.


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