Se nos da bien odiarnos | Sup...

Par ChicadeOtroRollo

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El prestigioso National City High School siempre contó con la excelente Kara Danvers, profesora de literatura... Plus

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 [Epílogo]

Capítulo 21

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Par ChicadeOtroRollo

Los días pasaron llegando a fin de año y, a pesar de que Lena insistía en que todo iría a mejor, fue ciertamente raro. No por culpa de Kara. Es más, jamás lo sería por ella; admitió y agradeció que ella fuese la única que le hizo mantener la mente en blanco hasta el último día.

Pensó en la rubia durante los siguientes días y se arrepintió de haber sido tan dura cuando los recuerdos se cruzaron por su mente. Estaba claro de que estaba intentando comprender su actitud, dirigiéndose a ella suavemente sin burlarse, siendo cautelosa. Solo quería saber lo que realmente estaba ocurriendo y lo único que hizo ella fue ladrar sin ninguna explicación. Y, aunque cueste de creer, aseguró que cuando se calmaran las cosas y viese la oportunidad, hablaría con ella para disculparse. Pero hablaría las cosas bien, dejando las tonterías a parte de una vez por todas porque Kara tenía razón: no la odiaba después de todo.

Lo de peor fueron por otras cosas. Después de discutir con Diana, incluyendo con Andrea por ser su defensora personal, pensar en estas fechas hacía que su estómago se revolviera desde primera hora de la mañana.

Se levantó y se dirigió directamente a casa de sus padres para ayudar con los preparativos de la cena antes de fin de año. No sabía que era peor: pasarlo sola o pasarlo junto a los suyos. A ver, ella adoraba a toda su familia, pero todavía sentía esa presión encima suya y su madre no la dejaba tranquila. Menos mal que su padre era más suave con ella y su hermano le daba un poco de tregua porque seguramente desataría la locura infernal.

En cambio, Kara fue a casa de su hermana junto con su madre, Sam (su novia ya oficial) y Ruby. Además, Winn y su esposa Aila también se sumaban a la diversión como algunos años anteriores ya que ambos padres tenían trabajo y, para no disfrutarlo solos, su mejor amiga siempre los invitaba.

Ella tampoco había amanecido de buen humor a pesar de tener al amor de su vida tumbado al lado de su cama que le alegraba las mañanas. No podía parar de pensar en Lena. No sobre sus sentimientos; ya los había aceptado. Sino porque realmente estaba preocupada. Quería saber cómo estaría, odiando no tener su número de teléfono y se comía la cabeza preguntándose si estaba mejor o no. Esperar siempre le mataba.

.

—¿Y esa cara de perro mojado? —preguntó su hermana dejando las cosas sobre la mesa junto a Sam.

—¿Por qué Winn le dice a todo el mundo lo mismo? —cuestionó la rubia al aire haciendo que la pelirroja frunciera el ceño mirando a su novia que encogía de hombros—. Og, da igual.

—Eh, pequeñaja —cogió sus manos entre que le echaba una mirada a la morena. Comprendió que quería un poco de privacidad y se marchó llamando a Ruby para ayudar con los cubiertos—. ¿Qué te pasa? Estás peor que en Navidad y mira que te encantan estas fechas.

—Lo siento por ser humana y hacerte sentir que este año sea diferente —masculló volviendo a coger las servilletas, pero su hermana se interpuso entre la mesa y ella.

—Kara... No te estoy atacando ni acusando si eso es lo que piensas —se apoyó en la mesa dirigiéndole una mirada de cachorro haciendo que la rubia suspirara.

—Sí. Tienes razón. Lo siento —se disculpó tajantemente mientras se cruzaba de brazos.

—Cariño, ¿qué pasa? —apareció Eliza al verlas discutir y ambas negaron con la cabeza.

—Nada, mamá.

—No lo sé —respondió la pelirroja a la vez que la rubia y Kara apartó la mirada entre que volteaba los ojos.

—¿Kara? —se acercó Eliza echándole la misma mirada a su otra hija como lo hizo con Sam y Alex se levantó para dirigirse con su novia—. Vale, cielo, ¿qué es lo que está ocurriendo contigo?

—Nada, en serio... Estoy bien —sacudió la cabeza decidida, pero la mayor de las Danvers sonrió apenada cogiendo sus manos.

—Mi amor... Sé que no te he dado a luz, pero incluso Jeremiah, que no está aquí y que en paz descanse, sabría que te ocurre algo —intentó, pero Kara apartó la mirada—. Tu hermana tiene razón; adoras con pasión estas fechas y más cuando no estamos solos —miró hacia un lado como también lo hacía la rubia: Sam, Alex, Winn, Aila y Ruby conversando entre sonrisas en la cocina—. Sabes que te dejamos tu espacio, que si sientes que te ahogamos, te soltaremos. Solo estamos preocupadas por ti porque no te habíamos visto así desde...

—Para nada es cómo lo de Kate —interrumpió la rubia mirándola de nuevo, sabiendo por donde iban los tiros.

—Lo sé... No te estoy diciendo que lo sea. Solo que estoy comparando tu estado de ánimo con esa relación —se explicó haciendo que su hija asintiera suavemente—. Mira, ciertamente has cambiado, mi niña, y tengo una ligera idea de lo que te ocurre.

—Pero...

—Es Lena, ¿no? —preguntó con una sonrisa tierna y Kara suspiró mordiéndose el labio, volviendo apartar la mirada—. Sé que no me puedes mentir y desde que esa mujer entró en tu vida eres totalmente una mujer nueva —se echó a reír suavemente recordando las veces que la rubia se quejaba de ella y ésta sonrió, asintiendo—. ¿Qué ha pasado?

—Eso es lo que ocurre... —contestó en un susurro a la vez que hacía una mueca—. Que no sé lo que pasa...

—¿Estás intentando descubrir cómo es posible que te hayas enamorado de ella si te cae tan mal? —preguntó de broma. Realmente Eliza bromeaba.

—¿¡Qué!? —casi chilló, ganándose las miradas de los presentes y agitó las manos para restar importancia, haciendo que volvieran a sus cosas—. No es por eso, en serio —bajó la voz y la mayor de las Danvers alzó la ceja, instando a que continuase—. Además, de que sirve tener un cuerpo caliente como el infierno si tiene un corazón helado como el iceberg —bromeó haciendo que su madre sacudiera la cabeza con una sonrisa—. No, de verdad. No es por eso realmente —chasqueó la lengua intentando no mentir, pero tampoco quería decir las cosas porque ese no era el punto y, además, esas sensaciones iban a desaparecer con el paso del tiempo—. Es porque ahora... he descubierto que no me cae tan mal —se sinceró con una mueca haciendo sonreír más a su madre—. Es decir, me preocupo por ella y realmente me parece interesante, incluso podríamos llegar a ser amigas cuando dije que ni de lejos caería tan bajo —bromeó y Eliza se echó a reír, asintiendo en lo que quería decir—. El problema es que no sé qué es lo que quiere ella. Es decir, lo hemos hablado... Más o menos... Pero, aunque diga que no, sé que siente todo lo contrario. No sé si me entiendes.

—Cariño, seguramente con lo fría y dura que es como me has descrito, le costará un poco aceptar las cosas y más por el largo camino que habéis llevado a cabo juntas. Solo... deja que el tiempo ponga a cada uno en su lugar —acarició su rostro con cariño.

—Eso haré... —susurró Kara con una media sonrisa y Eliza se acercó para besar su frente.

—Lo único que te pido que tampoco te centres tanto en ello. Sé que eres un amor de persona, pero también piensa en ti y más cuando dices que Lena y tú no sois ni amigas. Deberías saber que te mereces la misma compasión que tú tienes con todos los demás, que te valores y des lo que recibas —le recordó como muchas veces había hecho y la rubia asintió con una sonrisa, dándole la razón—. Venga, vamos a despedir el año con felicidad.

.

—Alexander, por última vez, dame mi móvil —regañó Lena sentándose a su lado.

—Es que hemos terminado con los entrantes y lo único que has hecho es evadirte de todos con este mísero cacharro. Tu mejor amiga también está aquí, por si no te habías dado cuenta —se burló su hermano mirando a Diana que tenía un rostro apenado ya que de verdad la pelinegra había evitado todo contacto con ser humano.

Era una tradición de que la morena le acompañara sobre estas fechas ya que sus padres vivían en Australia y Diana no dudó en volver a asistir en la reunión familiar a pesar de que su mejor amiga estaba cabreada con ella. Quiso pensar que este encuentro calmaría un poco las cosas y más si veía que le acompañaba en los tiempos más cruciales de su vida.

Lena no es que le guardase rencor, pero quizá no estaba lista para afrontarlo. Andrea tenía razón, se había sobrepasado con ella cuando la morena lo único que intentaba era ser honesta y hacer el bien. La pelinegra realmente lo lamentaba y, si le costaba mostrar sus sentimientos, más lo era a la hora de disculparse y quiso esperar a que se crease un momento idóneo para hacerlo.

—¿Ya estamos todos? —apareció su padre Lionel con un par de platos de Hoppin' John para servirlos en la mesa.

—Sí, solo falta los dos últimos platos —Lillian apareció detrás de él por la puerta con otros dos platos.

—¡Y aquí están! —chilló Lana emocionada, la novia de Lex, apareciendo con el restante.

—Toma, para que cuando hagamos sobremesa tengas con qué volver a evadirte —se burló su hermano entregándole el móvil que Lena cogió de mala gana.

—Eres un idiota —insultó en un susurro.

—Lena —regañó su madre, aunque lo hizo suavemente, como un toque de atención. Cosa que le sorprendió hasta Diana y más cuando apartó la mirada y dirigiéndose a todos—. Venga, vamos a comer.

A pesar de ser estas fechas, la mayor de los Luthors jamás se ablandó con su hija y era obvio que había algo que no era lo mismo. Incluso esta mañana se sorprendió cuando la recibió con un breve abrazo cuando aquella mujer no era para nada cariñosa, pero no se iba a preguntar qué mosca le había picado. Bastantes problemas tenía ya y poco a poco se iban a arreglar.

Suspiró y cogió la cuchara para empezar con el plato, pero fue tan torpe que se le cayó la primera cucharada de arroz y contuvo varias palabrotas lamentándose de lo patosa que había sido. Respiró hondo, pero se detuvo cuando vio aparecer una servilleta a su lado. Diana se lo estaba ofreciendo y la pelinegra, asintió, agradeciendo el gesto.

—Lena... ¿te está gustando el instituto? Me han dicho que estás en el mejor de National City, que te has adaptado bien y que has resuelto unos cuantos problemas, aunque también dicen que hay cierta persona que te molesta o algo así, ¿no, cariño? —Lana rompió el hielo puesto que todas las conversaciones giraron en torno a la empresa. Dirigió la mirada a su novio que tenía una mueca en los labios ya que le contaba todo y esperaba la ira de la pequeña Luthor por haberle dicho demasiado. Sin embargo, la pelinegra levantó la cabeza, mirando a su madre como se enterraba en el plato.

—No pensaba que me iba a gustar, pero sí. Me gusta ser profesora y me estoy planteando seriamente en quedarme allí unos cuantos años más. Sé que no es tan interesante como las investigaciones de nuestra empresa, pero cualquier trabajo es digno para cada persona, ¿no? —admitió Lena dejando la cuchara en el plato y Lionel asintió en de acuerdo—. Y sí, hay una persona muy molesta... Se llama James —continuó la pelinegra haciendo que Diana y Lex se detuvieran en seco, mirando su rostro con cierta sorpresa—. Perdón por las palabras, pero el profesor más estúpido, desagradable e incluso el más gilipollas que he visto en mi vida.

—Lena... —su madre levantó la cabeza llamando su atención, pero la pelinegra sacudió la cabeza, ignorándola.

—Quizá es verdad que puedes llegar a odiar a una persona sin conocerla después de las acciones malas que ha hecho, ¿verdad? —preguntó haciendo que Diana que respirara hondo y asintió cuando le contó lo que hizo aquel ser repugnante—. En cambio, hay otra que crees que la odias con toda tu alma y, sin embargo, cuando pasa el tiempo, te demuestra lo equivocada que estás. Y tanto que has estado equivocada que sin darte cuenta hiciste daño a los tuyos cuando lo único que hacían era preocuparse por ti. Y, aun cuando no deberían tomar decisiones a la ligera por ti, tampoco debes contestarles bruscamente cuando lo único que intentaban hacer era lo correcto y realmente lo sientes por eso... —miró a su mejor amiga de soslayo y ésta le sonrió, deslizando su mano hacia la suya para estrecharla.

—Vaya, si mi hermana es tierna también... —se burló su hermano rompiendo la magia haciendo que Diana y la pelinegra le asesinaran con la mirada. Menos mal que Lana estaba ahí para darle un golpe en el hombro.

—Que te den, Lex —se echó a reír Lena con Diana.

—Lena, cuida ese lenguaje —su madre alzó un poco la voz y para su sorpresa, Lena sacudió la cabeza. Iba a replicarle y a ser sincera de una vez por todas. No iba a contenerse como la niña adolescente, afrontándola sin reparo.

—Mamá. No voy a trabajar jamás en la empresa porque acabo de decir que me gustaría seguir siendo profesora, así que deja de ser tan estricta conmigo como si fuera un inversor o cliente tuyo —espetó de mala gana ganándose la mirada de su madre—. Se acabó eso. Ya no soy una cría. Sé que lo he hecho mal desde pequeña, pero en serio, estoy cansada de toda esa frustración acumulada. Quiero ser feliz y ser mejor, pero no para ti ni para los demás, sino para mí. Creo que después de todo lo que hemos pasado, me lo merezco.

—Cariño... —Lionel arrugó la frente, apenado, cogiendo la mano de su esposa.

—No lo digo como si fuera un reproche, en serio —interrumpió Lena antes de que su madre hablase—. Dios, eres mi madre y te quiero muchísimo porque a pesar de todo, siempre has estado ahí. Puede que a tu manera, pero has estado ahí. Lo único que intento decir es que solo quiero a una madre normal en una conversación normal y que me abrace como esta mañana como si fuera algo normal, aunque sean dos segundos... —deseó con voz casi quebrada y Lillian agachó la cabeza, arreglando su servilleta.

—Se nota que has cambiado, hija...

—Mamá... —susurró Lena apenada al igual que todos estaban en el comedor con una mueca.

—Y me alegro de que haya sido así —levantó la mirada con una sonrisa suave haciendo que el corazón de la pelinegra golpeara alegremente por su caja torácica ya que nunca la había visto así—. Tienes razón, te sigo machacando cuando ya eres toda una mujer y sabes lo que haces... Y seré sincera, me costará adaptarme, pero intentaré coger ese papel de madre.

—Gracias... —agradeció Lena con felicidad agarrando fuertemente la mano de su mejor amiga que ésta también se alegraba por ella.

—¿¡Quién quiere postre!?

—¡Lex! —regañaron todos al unísono al romper el momento mágico, pero luego se echaron a reír.

.

Las vacaciones navideñas concluyeron a su fin y con eso llegó la vuelta al instituto. Lena se sentía nerviosa, pero decidida. Aunque habían pasado menos de dos semanas, no sabía cómo sería reencontrarse con Kara, pero estaba claro de que quería arreglar las cosas. La rubia también sentía lo mismo.

Ambas dieron sus clases, pero no se vieron ni cruzándose por los pasillos en los cortos descansos cuando sonaba el timbre. Parecía que los astros se habían alineado para no encontrarse por ahora. La rubia incluso estaba distraída que no dio bien su materia y decidió que sus alumnos hiciesen lo que quisieran en su hora.

A pesar de que quería hablar con la pelinegra, decidió que ella diese el primer paso. No quería agobiarla y realmente quería darle ese tiempo, deseando que en estas cortas vacaciones se diese cuenta de que realmente estaba preocupada por ella. Lena sabía que tenía que hacerlo, aunque no supo muy bien cómo.

Después de las primeras horas de clase, llegó el descanso para todos y Kara se dirigió hacia la sala de profesores. Respiró hondo, aliviada de que la pelinegra no estuviera todavía y cruzó algunas palabras con Winn y Brainy que se hicieron realmente buenos amigos con sus cosas frikis.

—Vamos a la cafetería de al lado del instituto, ¿te vienes?

—Sí. Id tirando, ya os alcanzaré. Voy a guardar las cosas y a coger mi móvil —respondió la rubia ante Winn que asintió marchándose junto a Brainy.

Lo que no se fijo es que justo después la pelinegra entró por la puerta. Lena contuvo la respiración al verla concentrada con sus cosas y anduvo sigilosamente hacia su posición. No se había dado cuenta y eso hizo que pensara algún plan para saludar ya que creía que no se encontraría aquí sabiendo lo mucho que le gustaba el café de aquel local de al lado como a ella.

Se paró al lado de ella, viendo lo concentrada que estaba y se preguntó si Kara era sorda. O si estaba pensando algo tan alto que no llegó a escucharla. O si se había dado cuenta y la estaba ignorando, aunque ese último pensamiento deseó que no fuera así. 

Sea lo que sea sabía que esto no iba a durar para siempre. No sabía cómo comenzar, pero pensó que su cambio de aspecto era una gran excusa para hacerlo.

Wow... Te has cortado el pelo y has dejado tus gafas pastas atrás... —susurró Lena ladeando la cabeza, viendo como el cabello dorado ahora le quedaba por los hombros.

Kara se sobresaltó hacia un lado, cogiendo el móvil con fuerza y estrujándolo fuertemente contra su pecho ante su inesperada voz. Se tranquilizó al ver que era Lena, pero luego su corazón sufrió otro vuelco al ver que se trataba de ella. Y que le estaba hablando con total naturalidad. Eso era algo.

—Espero que ese wow sea porque me estás llamando guapa —bromeó más calmada, demostrando de que lo tenía todo bajo control y haciendo que Lena apretara los labios entre que volteaba los ojos.

—No estás nada mal —se sinceró encogiendo de hombros, dejando sus cosas en la mesa—, pero que no se te suba a la cabeza...

—Tarde, ya me veo como Marilyn Monroe —se echó a reír y esta vez Lena dejó escapar una sonrisa sincera. Algo que era imposible de ver y eso hizo que aleteara el corazón de Kara agradablemente.

Esto era raro porque estaban conversando. No estaban discutiendo ni echándose nada en cara por todo lo que había pasado. Incluso Lena estaba aceptando de que era graciosa. Obviamente era bueno, pero raro. Estaba claro de que iba a cambiar su relación. Puede que su madre Eliza tuviera razón, de que el tiempo pondría cada uno en su lugar y que Lena por fin se haya dado de sus buenas intenciones.

—Pensaba que me ibas a ignorar —continuó bromeando, alzando ambas cejas intermitentemente con una sonrisa y la pelinegra sacudió la cabeza, mordiéndose el labio porque sabía que no la estaba atacando, sino que estaba siendo divertida, cogiendo sus bromas al vuelo.

—He estado pensando en todo y... —comenzó Lena respirando hondo, conectando sus ojos verdosos con los azulados—. Bueno, he sido un poco sangrienta contigo. No me retracto de lo que dije —hizo una mueca y la rubia asintió, ya teniendo el cuerpo hecho por ello—, pero si quiero disculparme por las formas en que lo hice porque... —agachó la cabeza y se mordió los labios—. Joder, no sé. Tienes razón, no me caes mal. Ni te odio siquiera. Al menos ya no —se sinceró con una mueca levantando la cabeza y la rubia se cruzó de brazos, asintiendo—. Y vi que te habías preocupado y he sido una gilipollas contigo y...

—Lena, tranquila... —le cogió los hombros suavemente y sonrió—. Se te da bien cabrearte e insultar, pero se te da de pena pedir perdón —se echó a reír haciendo que Lena finalmente asintiera, agachando la cabeza avergonzada y apretando los labios.

—Quizá lo que estoy tratando de decir que Cat tenía razón, que odiamos lo desconocido y, a pesar de las circunstancias, me has seguido tratando bien y sinceramente quiero disculparme por ello. Por todo, en realidad —la miró y Kara sonrió de manera vacilante.

—Hum... —susurró rompiendo el silencio que estaba matando a Lena, llamando la atención de su compañera—. Así que lo sientes...

—Kara, por favor —intentó no sonreír porque claramente la estaba imitando.

—Bueeeeeeeeeno. Si me invitas a un café de esa cafetería que tanto te gusta quizá... Solo quizá... te perdone.

—¿Eso es un sí, idiota?

—Eso es un sí, estúpida —asintió con una sonrisa y Lena suspiró aliviada, aunque luego se mordió el labio achinando un poco los ojos—. ¿Y esa cara?

—También quiero pedirte perdón por Diana, por lo que te dijo y por haberte ilusionado sin querer... —la miró apenada y Kara respiró hondo, entendiendo de nuevo lo que quería decir—. Y no quiero sonar cruel ni tampoco incomodarte, aunque tampoco quiero apresurarlo, pero realmente me gustaría que fuéramos amigas.

La rubia la observó y comprendió que estaba siendo sincera, que se estaba esforzando y que realmente había cambiado de actitud. Hasta se había tragado su orgullo para disculparse. No era la Lena que conoció el primer día de clase. Era mucho más suave y por supuesto le gustaba esta nueva versión. No iba a desaprovecharlo por unos sentimientos tontos que sabía que iban a desaparecer en cuestión de tiempo.

Lena contuvo la respiración por si había llegado demasiado lejos o por haber sido inoportuna de ser tan directa, viendo como Kara se apartaba de ella para dirigirse a la salida. No sabía que significaba eso. Realmente no sabía que iba a significar cada cosa a partir de ahora, pero suspiró de alivio cuando la rubia se giró y dijo:

—Si me invitas también a un donut seré tu amiga encantada.









Ya volví. 

Sé que es solo son dos capítulos y puede que hayan sido un poco meh con una montaña rusa llena de emociones, pero no quería alargarlo ni ser tan dramas (porque los capítulos finales tiene mucha drama). Solo diré que ahora viene lo verdaderamente interesante. 

También quería preguntar si queréis que quite el emoti del fueguito para no haceros "spoiler" del capítulo de que contendrá contenido explícito.

Hasta más ver <3

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