Mago Universal: Encrucijada t...

By EscuadrondeHeroes

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Un mal antiguo amenaza con destruir el tiempo y la realidad misma. Mago y Madame Universal son los únicos que... More

Mago Universal: Encrucijada temporal
Booktrailer
El ascenso del héroe
1. Cripto, el Vampiro Destripador
2. Las Hermanas Slytherin (Parte I)
2. Las Hermanas Slytherin (Parte II)
3. Lobizona (Parte I)
3. Lobizona (Parte II)
4. Xarkaxamum
5. Gigantes de Niflheim (Parte I)
5. Gigantes de Niflheim (Parte II)
6. Los llaneros magníficos (Parte I)
6. Los llaneros magníficos (Parte II)
7. Universales de presa
8. Fuera de tiempo
9. Guerra Gorqok
10. Dicotomía Universal
11. Yersinia sinistra pestilenza
12. Universales vs. Zombis
13. Bobbly el duende
14. El monstruo de sombras
15. La Biblia de la Oscuridad
16. Krimson Hill 2065
17. El fuego de la libertad (Parte 1)
17. El fuego de la libertad (Parte 2)
18. La encrucijada de Bobbly
19. Luz en la oscuridad
20. En el principio
21. Lord Máximo
22. In nomine Patris
23. Cacería profana
24. Contra el tiempo
25. El asedio a K'un Dai (Parte I)
25. El asedio a K'un Dai (Parte II)
26. Redención
28. El Refugio
29. Tiempo roto
30. Batalla por el Tiempo
Epílogo
Escena post-créditos
Galería de arte

27. Asalto inesperado

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By EscuadrondeHeroes

—Esto grave, muy grave —susurró James, embargado por una seria expresión—. ¿Qué tanto alteraste el tiempo?

—Solo unas pocas veces... —respondió Ada, pero el ceño poco convencido de Mago Universal la inquietó—. Está bien, lo estropeé más de diez veces.

—¡¿Más de diez?!

—Bueno, por ahí pasó la cuenta.

—¡Ada!

—Lo siento, ¿sí? No creí que fuera tan grave hasta que lo fui aprendiendo conforme viajaba.

—Lo es si tenemos en cuenta las condiciones actuales de la estructura del tiempo. —Exhaló en busca de calma—. ¿Tienes idea de por qué es tan importante que el tiempo no sea alterado?

—En realidad, creo que nos concentramos en los prófugos y te saltaste ese punto cuando me aceptaste en el equipo.

Mago suspiró en un intento por contener la desesperación que la situación le generaba. Extendió sus manos, y por el poder del Ojo Universal, una proyección mágica del universo se prolongó por el cuarto. Para James fue más alarmante de lo que creyó.

—Dios, no... —Retrocedió, anonadado.

Furiosas grietas de oscuridad atravesaban el azul en el mapa. Eran más de las que podía contar, a tal punto que habían destruido la mayor parte del tejido del tiempo.

—¿Qué significa esto?

—Significa que estamos perdiendo —reconoció por lo bajo—. El tiempo es la prisión que mantiene a Máximo en su condena perpetua en la Dimensión Oscura. Con Victoria estuvimos corrigiendo tantas alteraciones como pudimos durante estos meses, pero me temo que ahora el tiempo está más estrofiado que al principio.

—Esto es mi culpa —murmuró con decepción—. Yo misma le abrí las puertas a Máximo con mi ignorancia y mis decisiones imprudentes. James, yo...

—No negaré que eres responsable de esto, pero aún no está todo perdido —intentó calmarla. Ada mantuvo su vista puesta en el suelo—. Tenemos el Darkrom en nuestro poder y los libros de Salomón para desvelar sus misterios. Aún hay esperanza.

—¿Cómo lo arreglo? —preguntó de vuelta, decidida.

—Creo que lo más sensato será que esta vez te mantengas al margen de esto. —Caminó a la salida—. Debo buscar a Victoria.

—James, no te atrevas a dejarme fuera de esto. ¡Yo lo causé! Debo ser yo misma quien lo arregle. Es la única forma de remediar mis errores.

—Ada, por favor, ya hiciste suficiente —pidió, encarecido—. Permíteme arreglarlo a mí con cautela y prudencia. —Dio media vuelta.

—Espera, aún hay algo más que debo confesarte —lo interrumpió de nuevo.

Mago exhaló, llevado por la frustración.

—No puede ser más grave que esto, así que puede esperar. Nuestra prioridad en este momento es evitar que Máximo quede libre.

Sin más, Mago terminó de cruzar el umbral. Ada quedó sola en la habitación y con una angustia lamentable y un enojo creciente. Solo encontró salida al empuñar su mano y golpearela con impaciencia contra su propia pierna.

Entonces una punzada inesperada en su mente la desestabilizó. Se prolongaba como un chillido agudo y distante que subía potentemente en intensidad. Ada tuvo que sostenerse del pedestal más cercano para no caer. Llevó una de sus manos a la cabeza mientras cerraba sus ojos con dolor.

—Maldita sea, James —murmuró con dificultad, la punzada la taladraba—, ¿por qué no me escuchas? Esto es igual de urgente.

De entrada a la biblioteca, Victoria, Bobbly y Adara se giraron para recibir a Mago Universal. Su caminar decidido y la expresión en su rostro les advirtió todo lo que necesitaban.

—¿Todo bien con Ada? —preguntó Madame. Acababa de pedir disculpas a Bobbly por lo que había dicho antes.

—Un poco triste por lo que le gritaste, pero no es lo importante en este momento.

—¿Qué ocurre, hijo? —inquirió Adara, acercándose. James apartó la mirada—. ¿Estamos en problemas, no es así?

—Y son más críticos que nunca. Vengo de revisar el último registro al tejido del tiempo —dijo a media verdad—, está destruido a un noventa y cinco por ciento.

Todos ampliaron sus ojos con terror, quedaron estáticos en sus miradas.

—Esto es muy malo —murmuró Victoria—. ¿Cómo es que es siquiera posible sin que nos hubiéramos dado cuenta? ¡Habíamos logrado reducir el daño al cuarenta y tres!

—Bobbly jura no haber hecho nada malo —aseguró.

—No tengo la menor idea, pero sí la solución al alcance de nuestras manos —respondió con la vista puesta en los libros sobre la mesa—. ¿Lograste encontrar algo? —preguntó a Adara.

—Estuve repasándolos. Es tal como lo dijo Salomón —le respondió su madre—. Los grimorios están llenos de una sorprende sabiduría, contienen un instructivo completo para acceder al Darkrom sin caer en su maldición.

—¿Y qué se necesita?

—La única forma de combatir la oscuridad de sus sellos se encuentra en un mismo nivel de luz —explicó—. Deberán prepararse con una poderosa energía espiritual si quieren abrirlos.

—El agua del lago —se adelantó Madame—. Tiene propiedades mágicas y curativas. Si meditamos allí unos minutos, podremos armonizarnos con la energía de luz que necesitamos.

Adara asintió.

—Vayan, yo continuaré estudiando las páginas de estos libros, así les ahorro tiempo.

—No hay tiempo que perder. —Decidido, Mago se apresuró en camino al jardín, Madame lo siguió.

—Bobbly se encargará de cuidar a Dreccan —dijo antes de salir.

Mientras tanto, hacia los pasillos más cercanos a la biblioteca, Ada tambaleaba de un lado a otro, golpéandose con desespero contra las paredes. No lograba mantener el equilibro cuando lo único que sentía era todo su mundo desplomarse con la más retumbante de las migrañas.

Sus sienes se inflaban y desinflaban como si golpearan un tambor a su lado. Los susurros se tornaban intensos, demasiados para ser soportados por cualquier criatura.

Siguió el camino a la biblioteca, soltando bramidos cada vez más punzantes.

—Encuentra a James —se esforzó por susurrar, demasiado bajo—. Él puede sanarte. Solo James puede detener esto.

La biblioteca estaba cerca, alcanzaba a distinguir la gran entrada entre tanto sufrimiento. Pasó saliva y dio unos pasos más. Se chocó contra el marco, casi agonizando. Su cabello se había empapado, las venas de su rostro se encontraban brotadas y gotas interminables de sudor bajaban por sus mejillas.

—¡Ada! —exclamó Adara. Dejó los libros a un lado y corrió a asistirla con una alarmada preocupación—. ¡Estás muy grave! ¿Qué te sucede?

—Adara —alcanzó a murmurar—... Po-por.. favor, haz que pare, haz que.. se-se detenga —suplicó.

Otro zumbido la atravesó. Ada lanzó un grito a todo pulmón.

Adara movió sus manos con nerviosismo. Tomó a Ada y la acercó a un sillón donde la ayudó a sentarse.

—¿Qué se detenga qué? —Atrajo un abanico a sus manos y comenzó a darle aire—. Querida, estás terrible. No tengo la menor idea de qué es lo que te está pasando. Tendrás que ser más específica.

—Las-las... vo-voces —murmuró.

Otro ruido chocó en su cerebro como un trueno. Ada volvió a gritar.

—¡Ada, por el amor a La Eternidad! Llamaré a James.

—Las malditas voces... no se detienen. —Respiró con agitación. Su corazón latía arítmicamente.

—¿Voces? ¿Qué voces?

—Son... demasiadas. No las puedo controlar. —Enterró su cabeza entre sus piernas, desesperada.

—¿Y qué es lo que te dicen, mi niña? —No hubo respuesta, parecía haberse inmvolizado como una piedra—. ¿Ada?

Adara se acercó para moverla, cuando Ada Reich levantó su rostro lento y pausado. Adara retrocedió con brusquedad ante los profundos y centelleantes ojos oscuros que poseyeron a la pelinegra.

—Me piden que te mate.

El rostro de Adara se llenó de pavor. Ada no le dio tiempo de reaccionar, extendió su brazo hacia la mujer y disparó un potente rayo de oscuridad como nunca antes lo había hecho. Nisiquiera había necesitado usar su varita.

Adara fue expulsada al otro lado del salón, tan brutal fue su caída contra los estantes que al menos cinco de ellos fueron destruidos en el impacto. Adara soltó un quejido ahogado en busca del aire que salió expulsado bruscamente de sus pulmones.

—Su tiempo se acabó, Adara Jerom —aseveró, esa vez con una voz totalmente distinta, era masculina, gruesa y firme—. Logró escapar de mis peones, pero no tendrá la misma suerte conmigo.

—Máximo —reconoció con rencor, terminando de reincorporarse. Sus manos resplandecieron en energía púrpura como preparación.

—Soy Lord Máximo, y aprenderá a temer el nombre de su nuevo señor.

Ada empuñó su mano. Una energía profana y oscura doblegó la voluntad de Adara y la obligó a caer de rodillas ante él, pero no solo la retenía, también comprimía sus músculos. Adara mascullaba murmullos de dolor por lo bajo.

Ada rio, aunque ya no era ella.

—Eso es. Siento el dolor, se transforma en un insufrible temor que me alimenta. —Esbozó una sonrisa—. Témame, Adara. ¡Tema al máximo gobernante de todo!

Ada alzó su mano, y, por orden de su poder, Adara fue alzada en el aire. El quejido fue ahogado y apenas audible. La presión se generaba en la garganta y amenazaba con cerrarle por completo el paso del aire, sus pies protestaban el haber sido arrebatados del suelo.

Ada fue cerrando poco a poco su mano, y el dolor en Adara se intensificó. Estuvo por dejarla por completo sin respiración, cuando un ruido leve desvió su atención a la entrada.

Bobbly temblaba frenéticamente con Dreccan entre sus manos.

—Hada Ada —musitó con pánico—, ¿qué le está haciendo a Madame Adara?

En Ada Reich se formó una sonrisa diabólica.

Mientras tanto, en el lago del Templo, un frenético ruido retumbó. Los cuerpos astrales de Mago y Madame Universal regresaron a ellos de golpe. Ambos dirigieron miradas de alerta hacia el pasillo que daba al interior.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Mago.

—Tan fuerte y claro que llegó hasta el Plano Astral, my dear —respondió Victoria—. Creo que vino de la biblioteca.

—Oh, no, ¡mamá!

James fue el primero en salir volando hacia allí. Victoria no le perdió el paso ni por un instante. Aterrizaron con unas sorpresivas miradas de asombro ante las inmimentes secuelas de batalla en la sala.

—¡Mamá! —gritó James mientras corría a ayudarla a levantarse.

Adara se sujetaba la espalda con un quejido entre dientes. Su cabeza sangraba, su cuerpo y su vestido estaban llenos de polvo y su cabello estaba revuelto. Había luchado hasta casi agotar su último aliento.

—¿Pero qué fue lo que pasó aquí? —preguntó Victoria.

— Se lo llevó. Era demasiado fuerte. —Buscó el aliento para responder—. ¡Se llevó el Darkrom! —Señaló, retomando la postura.

—¿Quién? ¿Quién te hizo esto? —inquirió Mago.

Adara pasó una mirada de preocupación de James a Victoria. En la pelirroja británica ya se generaba una idea.

—Fue Ada —reconoció con desilución—. La controlaba Máximo.

En ese instante una expresión de cólera embargó a Victoria, mientras en James se desplomó todo en su interior, se veía totalmente decepcionado.

—Y no solo tiene el Darkrom, también se llevó a Bobbly y a Dreccan. —James palideció por un segundo—. Lo siento, no pude detenerla, estaba influenciada por una energía oscura más fuerte que yo.

—¿Hacia dónde se fue? —preguntó Madame con firmeza.

—Por allá. —Señaló.

Mago y Madame compartieron un asentimiento decidido y salieron a su búsqueda. Atravesaron con su vuelo gran parte del Templo hasta encontrarla de espaldas a ellos, con mira a la entrada principal. Las puertas se hallaban abiertas y a través de ellas podían observar el mar de intensos colores que confluían en el Limbo Temporal.

Ambos prepararon sellos mágicos en sus manos.

—¡Ada! Deténgase ahora mismo —gritó Victoria.

Ella se giró con sus ojos aún sumidos en un abismo infinito de oscuridad. Llevaba una mochila terciada en la que se podía ver el Darkrom. Con una mano sostenía una bolsa que se sacudía con violencia, lo que iba dentro de ella protestaba. No les cabía duda que era Dreccan. Con la otra mano sujetaba la enorme cuchilla en la que se había convertido su varita, mantenía a Bobbly prisionero con su codo.

—Ni un paso más, o ambos se mueren —advirtió, usando la voz de Ada Reich.

Bobbly temblaba. En sus ojos suplicaba por misericordia, pero se abstenía de hablar por la cercanía de la hoja a su garganta.

—Ada, ¿por qué lo hiciste? —quiso saber James.

Ada respondió con una retumbante carcajada divertida.

—Oh, si pudiera ver su rostro en este momento —se burló—. James Jerom, siempre vulnerado por su débil humanidad y su confianza ciega en las personas —manifestó, esa vez con la voz del autor detrás de aquel altercado—. ¿De verdad cree que todo el mundo merece redención? ¿Qué todos merecen una oportunidad de ser mejores? Qué patético.

—Máximo —reconocieron con rencor.

—¡Suelta a Bobbly y libera a Dreccan, ahora mismo! —exigió James.

—No está en posición de demandar nada, señor James Jerom —enfatizó Máximo—. Recuerde quién tiene la ventaja aquí.

—Así que todo el tiempo Ada estuvo trabajando para usted —afirmó Madame.

—No en realidad, señorita Pembroke. El hada nunca estuvo dentro de mis planes —aseguró, sereno, pero triunfante—. Pero debo reconocer que su fuga inesperada de mi reino abrió una ventana de oportunidad que no podía desperdiciar.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó Mago.

—A que usted mismo me puso el Darkrom en bandejada de plata, señor Jerom, al integrar al hada a su patético equipo de salvadores de la historia. —Sonrió ante la mirada confusa de James—. Oh, ¿no lo sabía? Eso lo hace más exquisito e interesante. ¡Todas las criaturas que hayan permanecido el tiempo suficiente dento de mi mundo, me pertenecen! Por lo tanto, todas están bajo mi control. —Madame y Mago cruzaron sus miradas—. Confieso que el hada no lo hizo fácil con todos esos repugnantes ideales con lo que ustedes le han llenado la cabeza, pero tarde o temprano, todos caen ante mí. ¡Todos se rinden ante su señor!

—¿Entonces por qué no usar a Bobbly? —inquirió Madame.

—¿Este estúpido duende? —Hizo una mueca—. Qué blasfemia de su parte, señorita Pembroke. Bobbly ya perdió su oportunidad al desafiarme.

—Déjalos ir, ellos no tienen nada que ver con esto. Podemos arreglarlos entre tú y yo —dijo James sin bajar la guardia.

—James Jerom, nuestro encuentro inevitablemente sucederá. No hoy, pero le prometo que llegará más pronto de lo que cree —aseguró, dando un paso atrás—. Ahora, ¿de verdad quiere recuperarlos? —Sonrió, desafiante—. Con gusto puede venir por ellos, igual ya tengo lo que quería.

En un movimiento diagonal, Ada deslizó el filo del cuchillo por el cuello de Bobbly y lo arrojó al Limbo Temporal junto a la bolsa que aprisionaba a Dreccan.

Ver la sangre brotar del cuello de Bobbly y su pequeño e indefenso cuerpo ser lanzado hacia las inmensidad de la dimensión frente a ellos, junto a su bebé dragón, despertó un grito doloroso en Mago Universal. Lo había sufrido como una estocada directa al corazón.

Victoria llevó las manos a sus boca, en un intento por contener su grito, aunque sus ojos lo expresaron todo.

Mago se lanzó contra Ada Reich, pero ella tomó la varita y razgó con ella el espacio, justo a tiempo para cruzar la brecha y desaparecer antes de que James Jerom la alcanzara.

Quedó petrificado al borde de la puerta. Un intenso sentimiento de impotencia recorría su cuerpo. Se giró con rapidez a Victoria, los ojos de ambos se veían aguados.

—No puedo perderlos —le susurró—. Ellos son mi familia.

James se lanzó de clavado.

—¡Sir James! —Corrió tras él.

—¡Victoria, no! —Adara la sujetó del brazo justo a tiempo y la acercó hacia ella.

—Déjeme, madame. —Intentó zafarse, desperada y nostálgica—. Debo ayudarlo, ¡me necesitan!

—¡Victoria, mírame! —exhortó, obligándola a girarse—. No podemos dejar el Templo Universal sin protección, menos con Máximo cada vez más cerca. James nos necesita aquí. Él podrá hacerse cargo de ellos.

Madame Universal devolvió su mirada triste al Limbo, con una preocupación asolando su rostro.

—Solo espero que pueda traerlos de regreso.

—Confío en que mi hijo los encontrará.

Más allá del Templo, James se sumergía en el infinito mar de colores. Bobbly y Dreccan estaban demasiado lejos de él, pero por sus pequeños estaba dispuesto a llegar al final del mismísimo espacio-tiempo.

Motivado por ese poderoso sentimiento, creó un látigo mágico con el que atrapó el cuerpo agonizante de Bobbly. Intentó llegar también al saco que retenía a Dreccan, pero el dragón desapareció al cruzar un punto en el tiempo, el mismo que segundos después fue atravesado por James y Bobbly.

Fortaleza de la Oscuridad, Umbramundo.

Lord Máximo sonrió con un éxito placentero. El Darkrom estaba de regreso en sus manos luego de mucho tiempo fuera.

—Diría que fue un excelente trabajo, señorita Ada, pero tuve que hacerlo yo mismo. —Sonrió de vuelta a su trono, donde tomó lugar, victorioso.

A sus pies, Ada se encontraba sujetada a cada lado por Cripto y Barón Ekkovrish. Batallaba por liberarse, pero el agarre de los hombres era demasiado fuerte. Las hermanas Slytherin también se hallaban en presencia de su señor.

—Me usaste. ¡Maldito infeliz! —exclamó con lágrimas en sus ojos—. ¡Me obligaste a traicionarlos! ¡Te odioooo!

Lord Máximo rio por lo bajo. Era un plancentero espectáculo.

—Calla, escoria. —Pestilencia le tapó la boca.

—¿Qué hacemos con ella, milord? —preguntó Cripto.

—Ya que todos ustedes son un hato de inservibles, espero puedan al menos cumplir con una simple tarea —respondió, despectivo—. Llévenla a Las Fosas, y asegúrense de que sufra mucho... luego yo mismo me encargaré de arrancarle las alas.

Ada forcejó de nuevo, temerosa. Sabía muy bien que Lord Máximo cumplía su palabra. No podía permitirle arrebatarle lo último que le quedaba. Pero los hombres lograron someterla y arrastrarla en contra de su voluntad.

—El ascenso está cerca —saboreó Máximo, sonriente.


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