BABYSITTER

Od Ara_YiZhan

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Xiao Zhan es contratado para cuidar a un lindo niño que cuyo hermano mayor ama a las niñeras, no hay una que... Viac

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EPISODE 8
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EPISODE 27
EPISODE 28
EPISODE 29
EPISODE FINAL

EPISODE 13

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Od Ara_YiZhan


Toda la mañana Xiao Zhan se la pasó tratando de concentrarse en sus estudios. Él siempre había sido un bue3n estudiante, ni siquiera había tenido la necesidad de estudiar para los exámenes, siempre había sido fácil aprender y ahora estaba en una nube de confusiones y en especial de sentimientos.

Cada vez que pensaba en Yibo y lo que había pasado en la noche, unos retorcijones en el estómago venían sorpresivamente, así como un nerviosismo que le provocaba mover las piernas o comerse el lápiz. debía concentrarse, pero miraba su cuaderno o libro de clases y no podía, recordaba las caricias y lo que Yibo se había atrevido a hacerle, esa sensación húmeda de su boca centrada en su pene, en lo más sensible de él lograba enloquecerlo y tener que dar golpes en la mesa para evitar seguir pensando o entraría en calor y tendría una hermosa erección en clases.

—Por favor, entreguen los trabajos —habló la vieja profesora y todos se levantaron uno a uno a entregar sus investigaciones.

Xiao Zhan vio por última vez el folder de su trabajo y lo ojeó solo para suspirar viendo esa letra redonda y tan bonita además de los dibujos que ahí había. Se dio cuenta además de que su trabajo era el más grueso de todos. seguro había sido un gran trabajo gracias a Yibo.

Dilraba, como era de esperarse, se había cambiado de lugar y no le había dirigido la palabra, Xiao Zhan pasó por su lado y le tocó el hombro para saludarla.

— Hola ¿Cómo estás? —Preguntó con esperanza de un saludo—. Vamos, no puedes estar todo el tiempo así, eres mi amiga.

—Aléjate de mí —contestó fría y Xiao Zhan se angustió.

Suspiró regresando a su sitio, no había caso ella estaba dolida aun, entendía su molestia, pero sin ella en clase se sentía solo, después de todo es su amiga.

No veía la hora de que todo terminara y poder regresar a su refugio y si fuese posible a los brazos de Yibo.


—&—

Yibo bajó de la habitación luego de haber dormido un poco más, esperaba no ver a Liu Ting por ningún lado y así poder escapar. Pero cuando bajó, Liu Ting lo llamó a desayunar y tuvo que acceder.

Le era incómodo estar a su lado, no sabía qué decir y ella solo lo observaba como queriendo decirles tantas cosas, pero a la vez nada salía de sus labios. el timbre del horno sonó y fue el momento en que las miradas cesaron, Liu Ting saco una bandeja de galleta recién horneadas, era demasiadas para dos personas y eso llamó la atención de Yibo.

— ¿Galletas para algún negocio?

—No hijo, son para una actividad. Verás, en el barrio tenemos organizado una fraternidad, no es algo religioso porque somos de varias religiones y ninguna iglesia se quiere prestar a la obra, ya sabes, siempre quieres resaltar su nombre sino no hacen nada. Hace años tenemos un grupo de ayuda y organizamos diversas actividades... —Ella seguía hablando y Yibo trataba de comprender eso de organización de fraternidad.

— ¿Caridad para los más necesitados? —preguntó interrumpiéndole con la finalidad de entender y Liu Ting rió.

—Ninguna persona necesita caridad, Yibo, eso las hace sentirse miserables, ninguna persona merece sentirse así. Hacemos actividades en favor de la sociedad, como cualquier ser humano lo haría.

Cualquier ser humano, menos Yibo y no le entraba en la cabeza hacer semejante cosa. Vio cómo Liu Ting metía las galletas en unas cajas y luego esas cajas en otras más grandes. Yibo dio un paso atrás, pero ella lo miró fijamente.

—Eres joven y fuerte, ¿no quieres ayudarme? ¿Tienes tiempo hoy? —Yibo tragó saliva, quería decirle que no, que prefería ir a su antigua casa a solucionar sus problemas, y que solo estaba ahí por Xiao Zhan para cumplir con su objetivo de tenerlo para él y no quería cuestionamientos de parte de su madre. Pero no podía decir todo eso, solo sonrió de lado y un poco nervioso asintió.

—Bueno —fue todo lo que dijo y Liu Ting sonrió.

Yibo tuvo que cargar las cajas de galletas cuando un auto llegó a casa y unas cuatro señoras, igual que Liu Ting de risueñas, le salieron al paso.

—Él es Wang Yibo, amigo de mi Xiao Zhan y es un chico muy amable —lo presentó Liu Ting y las demás señores le sonrieron.

—¡Qué joven más guapo! —dijo una más viejita y Yibo rió disimulado.

Estaba nervioso porque en su mente, todas las señoras eran como su abuela de calculadora, o como su madre de fría u observadora, para él las mujeres eran así por eso se relacionaba con las divertidas ofrecidas ya que esas no eran de darle problemas.

Tras ese auto había otros más y cada uno llevaba algo en especial, Yibo pudo darse cuenta de que eran varias personas entre hombres y mujeres quienes iban a algún lugar para hacer algo. Liu Ting se sentó a su lado en el auto porque lo vio extrañado y confuso, ella le explicaría algunas cosas.

—... nosotras iremos con los ancianos, hay otros grupos que se encargan de otras cosas, pero a nosotras nos gusta visitar a los más olvidados.

—¿Y le dan galletas y cosas?

—No siempre, no todos necesitan cosas como donaciones, en su mayoría no, solo compañía y compartir algo entre todos. Algunos necesitan ayuda con sus cosas, como por ejemplo sus jardines, ellos ya no pueden arreglarlos y nosotros le ayudamos.

Yibo disimuló una sonrisa, él no entendía eso, o sea, no entendía el deseo que tenían todas ellas en ir a casa de ancianos amargados para alegrarles el día, ¿acaso eran payasas? Pero ya estaba ahí metido y como el hombre que era, tuvo que ayudar a bajar las cajas de cosas cuando llegaron a una casona vieja. Yibo detestaba ayudar a los demás si no tenía recompensa, pero no podía quejarse, debía mostrarse amable.

Una anciana salió de la casa emocionada hasta llorar, Yibo la vio como una loca, llorar por visitas era raro, pero las señoras la entendían.

Entraron a su casa y Yibo fue con ellas un poco incómodo. Las señoras hablaron con la anciana de muchas cosas que él no entendía y luego Liu Ting se acercó a él y le susurró al oído si podía ayudar con el jardín.

Minutos más tarde, algunas señoras y Yibo limpiaban el jardín de la mala hierba y volvían a plantar más rosas luego de podarlas.

—¿Sabes de computadoras? —le preguntó una de las señoras y Yibo asintió—. Te necesitan adentro. —« Oh, qué genial», pensó Yibo sin ánimos.

—... mi hija me compró este aparato ya hace meses, me dice que podré ver a mis nietos por esto —señaló una cámara—. ¡Pero no puedo! Creo que se ha dañado. —Yibo puso los ojos en blanco al escuchar a la anciana—. No prende hijo.

Yibo se agachó a ver los cables y claro, había uno roto, estaba roído. —Señora, tiene ratas —dijo y la anciana se asusto.

—¡Nunca he visto una!

—Como sea, su cable está mordido. — Yibo suspiró y solo pidió las herramientas para poder arreglar el maldito cable.

Estaba aburrido, haciendo y haciendo cosas por mandato. La anciana se le acercó y le dio chocolate caliente sonriéndole amable, Yibo solo asintió agradecido. Conectó la computadora y la anciana se emocionó al poder entrar al programa para ver a su familia. Se quedó ahí sentada en la computadora.

—Hace meses no tiene contacto con sus seres queridos —le dijo Liu Ting a Yibo y éste la miró—. Por un simple cable pudiste darle la oportunidad de sonreír otra vez. —Esas palabras lograron mover algo dentro de Yibo, él no lo había visto de esa manera, estaba aburrido por tener que hacer cosas aburridas, pero no se había puesto a pensar en lo que en realidad estaba haciendo y lo que eso significaba, el simple hecho de ayudar sin interés alguno.

Luego de esa casa fueron a otra, el anciano estaba loco prácticamente y no quería salir, les lanzaba cosas a través de su ventana, pero ninguna de ellas se molestaba excepto Yibo, estaba airado porque una zapatilla apestosa lo había golpeado.

—¡Queremos ayudar, no lo entiendes! —gritó Yibo y Liu Ting lo jaló.

—No es la forma, Yibo, tranquilo. —Yibo se alejó un poco de ellas, no las entendía.

Los minutos pasaban y las mujeres lograron convencerlo de abrir la puerta. Adentro era un completo desastre, si bien se podía ver que era un anciano adinerado, eso se veía en los sofisticados muebles que tenía y la decoración antigua.

—... no quieren venir, cuando llamo no vienen —se quejaba el anciano refiriéndose a la gente de la limpieza. Es que por su especial carácter, nadie quería asomarse a esa casa. él anciano tenia un aspecto muy horrible, sin cabello, larga barba y ropa muy vieja y rota, pero lo que mas le llamo la atención a Yibo fueron sus temblorosas manos, eso logro asustarlo—. Tú, eres desagradable —señaló a Yibo—. Me gritaste, ¿Qué te crees? No quiero que esté aquí vete.

—Señor Hong, descuide, Yibo es tan amable como nosotras y solo ha venido a ayudar, no lo eche —dijo Liu Ting y Yibo sintió rabia, estaba ahí por ayudar y el anciano horrendo lo quería echar.

Liu Ting tocó el brazo de Yibo para que no dijera nada. —¿Nos ayudas hijo?

—¿Qué van a hacer?

—Arreglar este desastre. —Yibo cerró los ojos por un momento.

Nunca en su vida había barrido y fregado los pisos como esa mañana. Yibo rió al encontrar algo de pornografía entre las cosas del anciano y éste se acercó recogiéndolas entre risas nerviosas.

—Tú me entiendes, ¿cierto? —susurró el anciano a Yibo.

—Claro. —Rió Yibo.

—Solía tener muchas mujeres, si supieras jovencito, era el rey del sexo, ellas me buscaban... —comenzó a hablar mientras Yibo terminaba de poner la basura en unas bolsas negras. Extrañamente se interesó en su relato—. Tuve tantas y hasta hijos con varias de ellas, pero eran interesadas en mi dinero, ¡malditas perras del demonio! Todas ellas se interesaban en el sexo y en el dinero, pero solo una, mi Hana, solo ella me amó tal como era, un perro faldero, solo ella vio mi corazón, pero murió de una manera horrenda... —Comenzó a llorar el anciano y Yibo no supo qué hacer, solo estaba mudo mirándolo—. La extraño mucho... la única que me amó.

—Lo siento —dijo Yibo.

—No desperdicies tu vida, muchacho, eres tan joven, mujeres habrán como la arena del mar, pero el amor verdadero solo se presenta una sola vez, yo.... yo.— él anciano enmudeció, Yibo lo miro y se sorprendió al ver al anciano con el rostro bañado en lagrimas y pálido, empezaba a temblar y golpear su pecho, jamás había presenciado algo así.

Las mujeres nerviosas hablaban que abuelo Hong estaba sufriendo un ataque o crisis de nervios o algo así que Yibo no comprendió. Liu Ting llamo al doctor del anciano y en un par de minutos un psiquiatra bajaba de un auto con su maletín y bata.

El psiquiatra pidió a Yibo, le ayudara a sostener al señor Hong para aplicarle un tranquilizante.

—Pobre señor Hong, ya necesita medicación con urgencia... —dijo Liu Ting mientras escapaban de sus gritos.

—Dice tener muchos hijos, ¿Dónde están ellos? —preguntó Yibo al doctor en cuanto el anciano se adormeció en el sofá.

—Lo han olvidado...


—&—

Xiao Zhan regresó a casa, pero no encontró a nadie, solo algunas galletas y supo que su mamá se había ido con las mujeres de la fraternidad y sonrió ante eso. Su mamá solía trabajar en una biblioteca eventualmente, pero ni Han, ni nadie le había podido quitar el deseo de hacer algo por los demás. Xiao Zhan estaba acostumbrado a eso y muchas veces la había acompañado en eso.

— ¿Yibo? —llamó pensando que quizá estaba y como su mamá no, quería aprovechar ese tiempo para estar con él, pero no lo encontró. Suspiró y solo se preparo para ir al trabajo.

Extrañaba a Jin, esperaba encontrarlo mejor y poder tener una tarde sin complicaciones.

Lo primero que encontró fue a la señora Carman esperándolo.

—Mi hijo no está bien, algo le pasa —dijo bajito y lo jaló hacia la oficina de su esposo cerrando la puerta. Xiao Zhan estaba nervioso por verla así—. Verás, está demasiado rebelde y me temo que es influencia de Yibo, no quiero que vea a su hermano porque cada vez está peor.

—Señora Carman, disculpe mi atrevimiento, pero creo que no es por Yibo, es por otra cosa. —Carman se puso seria y lo observaba fijamente.

— ¿Qué es? —Xiao Zhan se puso muy nervioso porque no quería acusar a nadie.

—Su familia... —dijo con labios temblorosos y Carman frunció el ceño.

— ¿Sabes todo lo que hacemos por él? No tienes idea. No pude dominar a mi hijo mayor y éste pequeño quiere ser como él —dijo dándole la espalda, estaba en cierta forma perturbada—. Advertí Arthur que Yibo no se vuelva a acercar a mi pequeño Jin, ahora te hago la misma advertencia, si eso pasa, llámame o llama a Arthur, él ya sabe lo que tiene que hacer. Espero que te quede claro Xiao Zhan, no quiero tener problemas contigo ahora.

Xiao Zhan no sabía qué decir y no lo hizo definitivamente esta señora no esta bien, toda esa familia esta muy mal. Salió de ahí y subió las escaleras para buscar a Jin, éste estaba en su habitación y cuando lo vio, corrió a su encuentro aferrándose a su cuello.

—¡Zhan Zhan! ¡Zhan Zhan! te extrañe mucho—Reía emocionado.

—Yo también te extrañé, pequeño.

Bajó con él para hacer las tareas y como siempre Jin objeto he hisos sus berrinches de no querer hacerla y Xiao Zhan no podía entender que de un minuto para otro la personalidad del pequeño podía cambiar tanto, no era fácil trabajar con alguien así.

—¡Ya basta, Jin! —Gritó molesto cuando éste tiro sus cuadernos porque no quería terminar sus tareas—. ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué lo haces? mírame. —El pequeño no dijo nada y solo agacho su cabeza.

A los minutos se escucho la puerta principal de la casa ser cerrada de manera brusca, era Yibo quien entraba rápido y parecía estar airado. Xiao Zhan tomó a Jin de la cintura antes de que quisiera correr hacia Yibo.

Yibo no quería ver a Jin, ni a Arthur, ni a Xiao Zhan, a nadie ahí. Había recibido la llamada de su abuela quien le había dado un ultimátum de todo y lo había citado a conversar, había tenido que dejar a Liu Ting y sus visitas a las demás casas.

—¡Es mi hermanito! —gritó Jin.

—Espera... —dijo Xiao Zhan sosteniéndolo y forcejeando con él para que lo viera a los ojos y se calmara, Jin parecía estar como loco.

Lo siguiente que se escuchó, fue una pelea en la sala. Arthur había salido con toda la intención de echarlo a como dé lugar, era órdenes de la señora Carman que debía cumplir.

— ¡Estoy aquí por mi abuela! —gritó Yibo en cuanto había recibido un golpe en el rostro.  Arthur solo tenias ordenes y el las iba a cumplir le costara quedar ensangrentado con el hijo de sus jefes.

Xiao Zhan se paralizó al igual que Jin, los dos se miraron muy asustados y Jin comenzó a llorar temblando, incapaz de entender lo que estaba pasando. Xiao Zhan lo abrazó fuerte.

—Nada malo le pasará, pero no debemos ir allá... —dijo Xiao Zhan, luego vio la puerta abrirse y una mujer mayor entrar apurada, era la abuela de Yibo quien al entrar a la sala exclamó un "¡qué pasó aquí!".

Jin lloraba y lloraba desconsoladamente mientras Xiao Zhan lo abrazaba con la intención de que no vaya hacia la sala y tenga que ver lo que ahí pasaba, algo le decía que no era nada bueno.

La mujer mayor, su abuela Helen, madre de Carman, estaba parada al lado de Arthur mirándola anonada, estupefacta de ver el pómulo de su nieto comenzando a hincharse.

—¿Qué clase de actitud es esta, Arthur? ¡Estoy indignada!

—Mis disculpas señora Helen por esto, fueron órdenes estrictas de la señora Carman, el joven Yibo ya no es bienvenido aquí y si tengo que tomar estas medidas es porque ya es insolente y no saldrá al menos con golpes.

—¿Mi hija mandó esto? —preguntó indignada y se acercó a Yibo quien tenía una mano en su mejilla.

—¿Te das cuenta, abuela? Quieren que no dé mal ejemplo a Jin y lo primero que hacen cuando entro es meterme un golpe en la cara. — Yibo dijo,  le dolía mucho y miraba retadoramente a Arthur.

—Joven, usted comenzó agrediéndome —justificó Arthur.

—Porque no me dejabas entrar a mi propia casa.

—No es más su casa...

— ¡Basta! —gritó Helen.

La anciana tomó el brazo de su nieto y lo jaló hacia ella queriendo darle un abrazo de consuelo el cual fue rechazado, Yibo detestaba el contacto físico.

—Arthur, ve por un botiquín, debo hablar con Yibo, estaremos en el estudio. Ven conmigo —ofreció a su nieto y éste fue con ella.

Yibo estaba adolorido y ofuscado. Su abuela lo invitó a sentarse en unos sofás del estudio y se sentó al frente viéndolo.

—Lamento que te traten así, hablaré con mi hija ni bien la vea. Necesito hablar contigo. —Yibo se acomodó en el sofá, a decir verdad él también deseaba hablar con ella en especial para saber si recuperaría o no su jugosa herencia.

—Dígame, abuela.

—¿Qué estás haciendo con tu vida? Ya va más de una semana que me dicen que no estás en casa y no quiero ni pensar en dónde estás viviendo, imaginación no me falta como para creer que vives con alguno de tus amigos, esos perdidos de siempre. —Yibo bufó incómodo, sabía que recibiría los sermones de siempre.

—Estoy bien. ¿Sólo eso querías preguntar? Manejo mi vida de la mejor manera.

—La desperdicias, Yibo, a mí no me vengas con cuentos, lo sé todo.

— ¿Así? ¿Qué sabes? —él se cruzó de brazos.

—Andas por el parque Tierpark. —Todos sabían que esa zona no era nada agradable—, en la casa de una familia pobre. —Yibo se incomodó por ese término.

—No son pobres.

—Sabes a lo que me refiero.

—No abuela, esta vez no lo sé.

—Esa no es la vida que queremos para ti. No entiendo por qué te juntas con gente mediocre que no mira más allá de sus narices.

—Abuela, espera, tú no sabes nada de ellos, no puedes juzgarlos.

— ¿Quiénes son? ¿Dónde estás viviendo? —con esa pregunta Yibo supo que ella no sabía nada y sintió alivio, no le explicaría.

Su abuela suspiró resignada, Arthur llamó a la puerta con el botiquín en mano. Yibo ni lo quería ver, mucho menos dejó que lo atendiera, le quitó la venda de las manos y prefirió él curarse solo. Arthur se retiró y Yibo volvió a enfocarse en su abuela.

— ¿Regresarás mis propinas y las cuentas que tenía?

— ¿Qué te hace pensar que sí? No tengo la más mínima intención. —Yibo se ofuscó y se puso de pie para largarse—. Espera —dijo ella, nerviosa.

—Creo que pierdo mi tiempo.

—No todo es dinero, Yibo, el dinero no soluciona las cosas. Quiero que trabajes. —Yibo puso una mueca de disgusto.

—Es algo que no pienso hacer —declaró firme.

— ¿Qué te gusta hacer? Piénsalo.

Era una mala pregunta para Yibo, quien con una sonrisa imaginaba la cara que pondría su abuela si le contestara que si tuviera que elegir un trabajo sería de actor porno.

—No me gusta nada —prefirió contestar.

—El negocio de tus padres jamás será tuyo si te pones en ese plan.

—No quiero su dinero, abuela, solo quiero un poco para mis necesidades, nada más.

—Tengo trabajo para ti... —Dijo ella esperanzada que esta vez si resultaría, Yibo se puso serio y volvió a sentarse en el sofá.

—Bien, te escucho.—Yibo dijo ya no había caso, no perdería nada escuchándola.


—&—

Xiao Zhan entró a la sala de la mano de Jin, ya se había calmado un poco, pero estaba ansioso y deseoso por hablar con Yibo.

Fue a la cocina para prepararle algo de comer mientras lo había dejado en el comedor terminando, a las malas, una tarea.

Pronto escuchó los gritos emocionados de Jin y la risa de Yibo, entonces salió al paso bastante asustado encontrando la escena. Jin estaba en los brazos de su hermano mayor como si éste hubiera regresado de un gran viaje. Yibo lo sostenía en sus brazos y dejaba que Jin acariciara con cuidado su rostro. Xiao Zhan pudo ver su pómulo hinchado y sintió algo dentro de sí que le hizo doler. Deseaba con todas sus fuerzas ser capaz de acercarse y preguntarle si estaba bien o no, pero cerca de la puerta principal estaba Arthur observándolo todo y eso frenó sus intenciones, además, la anciana abuela de Yibo, salió del estudio y le lanzó una mirada retadora.

Jin besó la mejilla de su hermano y le susurró si le dolía, Yibo le dijo que no, ni un poquito y eso lo había tranquilizado, su hermano era muy fuerte.

—Disculpa... —interrumpió Xiao Zhan—. Debemos terminar con la tarea. —Yibo volteó ver si aún Arthur estaba por ahí y efectivamente, lo tenía vigilado, así que solo optó por dejar a Jin.

La abuela conversaba algunos asuntos con Arthur y estaba sorprendida de cómo las cosas habían cambiado en su ausencia, esa casa no era como la había dejado hace años. Frunció el ceño y se cruzó de brazos, su hija se había pasado de la mano, fue lo que pensó, esto era obra de Carman, no de su yerno.

Xiao Zhan se fue con Jin hacia el comedor, le prometió que lo dejaría despedirse de Yibo si terminaba su última tarea.

Yibo subió a su habitación en cuanto pudo escapar de la vista de Arthur, y se percató que no podía entrar, la puerta estaba trabada y claro, de seguro si reclamaba le dirían que ya no vivía ahí y que por eso hacían lo que hacían. Se ofuscó mucho y no le quedó otra que entrar a la de Jin. Sintió mucha culpa al tener que rebuscar en sus cajones de ropa una caja en especial. Hace años su abuela le había regalado unos crucifijos de oro con incrustaciones de piedras preciosas, se los había dado cuando le mencionó querer hacer la Primera Comunión, pero ese hecho estaba lejos de poder realizarse debido a que ni Carman ni su padre lo habían llevado a alguna iglesia.

— ¿Qué haces? —preguntó Jin detrás suyo y Yibo se congeló.

—¿Qué haces tú aquí?

—Zhan Zhan me prepara algo de comer y escapé para verte, ¿Qué buscas? —Yibo tenía en sus manos la cajita de madera y se giró donde su hermanito mostrándosela.

—Jin, ¿me harías un favor?

—Claro que sí —dijo el pequeño sonriendo y yendo hacia Yibo quien se arrodilló a su altura. Estaba nervioso y algo avergonzado, muy pocas veces se había sentido así. Jin estaba curioso, no le creía capaz de robar, se imaginaba muchas cosas menos eso—. ¿Por qué tienes mi cajita especial? —preguntó Jin con una sonrisa.

—La necesito.

—¿Qué? —Yibo tragó saliva al ver su carita de decepción y confusión, su hermanito no era un tonto.

—Jin, la necesito.

—¿Necesitas de Dios? La abuela me dijo que esas cruces eran Dios y le podía rezar si me siento mal, pero no sé cómo.

—Exacto, necesito rezarle porque tengo problemas. Necesito utilizarlas —prefirió ser un poco más específico pues comenzó a sentirse mal por mentirle.

—Utilízalas entonces.

—Juro que te las devolveré pequeño —dijo Yibo y se lo prometió a sí mismo. No había podido recuperar sus relojes, pero esas cruces sí lo haría por el amor a su hermano.

Jin se acercó con cierto temor, tenía confusiones en su interior y solo quería sentir el abrazo de su hermano mayor, su súper héroe y que le dijera que volvería a verlo. Yibo vio su intención lo abrazó y luego lo alzó en sus brazos para darle un beso en su frente. El niño ocultó su rostro en su cuello. —¿Vendrás mañana? —preguntó desde ahí.

—Sí, quiero venir, pero si no lo hago, ten presente que para mí no hay otro hermano que tú, prometo que te devolveré tus cruces de dios.


Xiao Zhan salió con le cena del pequeño y no lo encontró donde lo había dejando, fue a su habitación, encontrando la escena mas tierna que jamás había visto en ese par de hermanos, Jin siendo cargado por Yibo  ambos sonriendo con amor y sinceridad, en cuanto Yibo se percató de que alguien los observaba, bajó a Jin y decidió salir de ahí.

Extrañamente Jin parecía más calmado y no protestó cuando Yibo salió.

Xiao Zhan lo vio irse por el pasillo y Yibo volteó solo para guiñarle un ojo, Xiao Zhan mordió su labio y su rostro enrojecido un poco y sonrió bajando la cabeza.

—Te gusta —dijo Jin a su lado—. Es raro que te guste siendo tú un chico, eso es ser gay. —Xiao Zhan se incomodó un poco, no sabía qué decirle.

— ¿Es malo? —Cuestionó preocupado de su reacción—. Recuerda que te dije un día que tú podías opinar en eso, si no quieres que me guste tu hermano, ya no me gustará.

—Como sea —se alzó de hombros—. Tú le gustas, supongo que si él está bien contigo que eres un chico, entonces todos estarán bien. —Xiao Zhan sonrió ante eso y lo condujo abajo para que cenara.


—&—

Yibo empeñó las joyas y le dieron mucho dinero lo guardó muy bien en su mochila. Recargó combustible en su moto y fue al súper mercado, tenía deseos de colaborar con Liu Ting como las otras veces lo había hecho y así fue.

— ¿Qué te pasó en el rostro? —fue lo que preguntó al verlo y Yibo bajó la cabeza.

—Un accidente, nada grave. —Liu Ting desvió su vista hacia las bolsas que Yibo tenía en la mano.

—... ya te he dicho que eres nuestro invitado —decía ella recibiendo las bolsas, Yibo había comprado prácticamente manjares y cosas que no acostumbraban comer, pero valía la intención.

—Nada de eso, es una muestra de mi agradecimiento por permitir que me quede.

—Lo hago por Xiao Zhan —dijo con una sonrisa—. Mi hijo te quiere mucho y estoy segura que eres un buen tipo para haberte ganado su cariño. —Yibo se sintió incómodo, Liu Ting tenía la habilidad para hacerlo sentir mal usando lindas palabras.

—Bueno, somos muy buenos amigos. —Trató de ocultar sus motivaciones. Liu Ting rió causando nerviosismo en Yibo.

—Sé que tienen una atracción, lo puedo ver de lejos, solo espero respeto. No quiero andar prohibiéndole como lo hacían conmigo y luego escapé de casa, yo juré no ser una madre así, por eso, solo te pido Yibo, que mi hijo no merece ser dañado. —Este bajó la cabeza, le dio mucha cólera que Liu Ting supiera sus intenciones, se sentía descubierto y no sabía qué decir, lo único que deseaba en esos momentos es vivir en otro lado.

En eso entró Xiao Zhan luciendo cansado y hambriento. Ya era de noche y un día de trabajo había terminado. Saludó a su mamá con un beso en su mejilla y miró a Yibo sonriéndole. Yibo salió de la cocina y puso la mesa para cenar algo.

Liu Ting le estuvo contando a Xiao Zhan lo curioso que fue llevar a Yibo con sus amigas de la fraternidad y Xiao Zhan reía imaginándose aquello, Yibo, por debajo de la mesa, golpeaba con la punta de su pie sus piernas, era un juego que sonrojaba a Xiao Zhan y Liu Ting seguía contando.

—Y de repente te llamó alguien, ¿Quién fue? —preguntó Liu Ting y Yibo se puso serio.

—Mi abuela. —Y no dijo más. Xiao Zhan carraspeó.

Todo fue silencio y Xiao Zhan tuvo mucha curiosidad y cuando Liu Ting terminó de limpiar todo y darles las buenas noches, Xiao Zhan fue donde Yibo en la sala.

—¿Estás bien, Yibo? —preguntó para luego acercarse y acariciar su rostro. Su pómulo estaba morado por el golpe y los ojos de Xiao Zhan brillaron. Yibo pudo reflejarse en ellos y se sintió pequeño. Las manos del pelinegro acariciaban su rostro, y sus orbes oscuras extrañamente temblaron y su vista se puso roja.

— ¿Qué pasa contigo? —preguntó Yibo tomando sus manos de su rostro y viendo descender una lágrima de sus ojos.

—No quiero que te hagan esto... —Acarició el moretón de su rostro—. No mereces que te traten así.

Yibo siento un calor agradable en su pecho, ¿acaso Xiao Zhan lloraba por eso? Le provocó una risa nerviosa y solo optó por jalarlo más y poder besarlo en los labios siendo un poco rudo y mordiéndole de paso cada que quería. Xiao Zhan gimoteó en sus brazos, pero al no conseguir ser liberado, solo se dejó aprisionar por los fuertes brazos de Yibo y su intenso beso.

—Vamos.—Yibo dijo levantándose y tomando la mano del pelinegro.

Ya arriba en la habitación de Xiao Zhan gemia por los toques en su cuerpo semidesnudo  trababa de hacer silencio, pero ya poco a poco había empezado a tomar la iniciativa.

—La lámpara... —dijo Xiao Zhan entre jadeos—, apaga la lámpara.

—No, esta vez deseo verte.

—No, no, Yibo, no me gusta así. —Yibo tenía sus manos en sus caderas semidesnudas, le bajaba los pantalones a tirones—. Espera... no quiero que pase, no aún...

—Solo besos —respondieron los dos al mismo tiempo y rieron luego de eso.

Lo cierto era que Yibo estaba muy cansado por todo lo que había vivido ese día y Xiao Zhan también, solo que a diferencia de Yibo, estaba curioso y esperaba que este le enseñara algo esa noche.

Yibo terminó de desnudarlo, pero Xiao Zhan pudo ver su letargo y cómo suspiraba buscando relajarse en vez de otra cosa, así que lo entendió, aunque se dejó quitar todo y un sonrojo se formó en su rostro ocasionando la risita burlona de Yibo.

— ¿Quieres? —preguntó con grave voz y Xiao Zhan solo asintió mordiéndose los labios.

Ante sus ojos, el glorioso pene de Yibo ya erguido. No sabía qué decir, ni siquiera lo quería tocar, estaba nervioso. Yibo lo atrajo hacia él y lo recostó frente a frente.

—Cuando lo hagamos gritarás tanto que Liu Ting tocará la puerta y me echará a patadas —dijo eso y luego Xiao Zhan comenzó a reír tratando de relajarse. Yibo se tocaba a sí mismo buscando placer.

— ¿No quieres ahora? —preguntó dudoso.

—Siempre quiero, hoy solo nos tocaremos. —Xiao Zhan se quedó quieto esperando que sea el otro quien hiciera algo, pero no pasó. Yibo estaba cansado, además ya se había hecho la idea de que en esa semana o en la otra, pasaría y sabría esperar un momento adecuado, mientras tanto prepararía el terreno.

Xiao Zhan hizo lo mismo que Yibo, se tocó con la misma intensidad y luego ambos se abrazaron muy juntos para terminar entre retorcijones y gemidos temblorosos.

Xiao Zhan quitó parte de sus sábanas y se acomodó para dormir, se había cansado, igual Yibo, aunque estaba lejos de dormir. Sintió curiosidad por saber lo que Yibo opinaba con respecto a lo que hacía su mamá. En la cena casi no lo habían dejado hablar.

—¿Todo bien con mi mamá y las señoras de la fraternidad? —preguntó suspirando, recostado al lado de Yibo.

—Es extraño, ¿sabes? Tu madre es tan distinta a la mía que por nada del mundo podrían ser amigas. No te miento si te digo que me aburrí o no entendí muchas de las cosas que vi hoy, pero tu mamá es genial. —Xiao Zhan sonrió ampliamente.

—Lo es. Mi padre nunca logró quitarle sus deseos de ayudar, él pensaba diferente, siempre aportaba con dinero pero nunca se involucraba y creo que no llegó a entender lo que tanto mi madre se moría por mostrarle... pero bueno, son cosas del pasado.

—Hubo un viejo que parecía un loco...

—El señor Hong, era tan bueno antes, mucho antes. —Xiao Zhan suspiró y Yibo tuvo una extraña curiosidad.

—Parece que no tiene a nadie, incluso a su mujer.

—¿Su esposa? Sí la tiene.

—Dijo que murió horrendamente.

—Ah, se refiere a su amada Hana, una de sus amantes. El señor Hong era un empresario que solía viajar por casi toda Asia, tuvo muchas mujeres y hasta hijos con varias de ellas, pero solo amó a una. —Xiao Zhan buscó la mirada de Yibo quien miraba hacia el techo de la habitación, quería saber si lo escuchaba, no quería aburrirlo, pero Yibo lo miró con curiosidad y lo animó a seguir—. Se llamaba Hana y era casi diez años menor que él, una joven, pero no podía tener hijos, los médicos decían eso, además no era de buena clase social como él y por esa razón el señor Hong se casó con la señora Mei, una mujer amiga de su familia, madura como él. Siempre le ocultó ese hecho a su amada, pero las noticias vuelan y ella al enterarse le mandó una carta diciendo que se separaría para siempre... —Yibo lo miró aún más atento—. Entonces el señor Hong fue a buscarla y según cuenta la halló en un campo por donde pasaban los rieles de un tren que venía puntual a las doce, ella estaba ahí y él no pudo impedir nada, te imaginarás lo monstruoso que habrá sido verla morir así, arrasada por un tren que no pudo frenar.

—Parece mentira.

—Deseo que sea un cuento —suspiró Xiao Zhan—. Eso no se lo deseo a nadie. Dicen que ella dejó una carta y que estaba escrita en plural, cuando murió, esperaba un hijo del señor Hong.

— ¿Y ahora por qué lo han abandonado? ¿Dónde están sus otros hijos?

—Otras largas historias. Su actual esposa no le quiso dar el divorcio y ahora se aprovecha de su estado mental para quitarle todo lo que tiene y ninguno de sus hijos lo quiere defender porque él siempre se negó a firmarlos. Todo lo que es cuestión de herencias y esas cosas lo ven directamente con su esposa.

Una desagradable historia que le hizo perder todas las ganas de dormir. Xiao Zhan bostezaba, ya tenía sueño y Yibo solo optó por cubrir su cuerpo con las mantas.

Le dio un beso en sus labios y lo vio adormecerse cada vez más.

—Yibo...

—¿Hum?

—¿Te gustaría enamorarte?

—Jamás, es solo una pérdida de tiempo.

—¿Crees en el amor?

—No, no creo.

—Entiendo. —dijo Xiao Zhan con un dolor en su pecho sintiendo que su corazón se destrozaba, cerro sus ojos fuertemente para no dejar caer una lágrima que se esmeraba en salir, el sí creí en eso del amor pero no quiso discutir, solo tomó la mano de Yibo y se prometió así mismo en el silencio de la habitación, olvidar porque Yibo jamás iba poder corresponder lo que estaba creciendo en su interior.

Yibo por su lado sentía el calor de Xiao Zhan, ya se estaba haciendo costumbre dormir después de él y poder observarlo mientras dormía, si bien era cierto que jamás desearía enamorarse porque para él todas esas cosas eran estúpidas. Se maldijo una mil veces y maldijo el día en que conoció a Xiao Zhan—Tú llegaste a cambiar mi vida y mis reglas niñero bonito.

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