Mago Universal: Encrucijada t...

By EscuadrondeHeroes

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Un mal antiguo amenaza con destruir el tiempo y la realidad misma. Mago y Madame Universal son los únicos que... More

Mago Universal: Encrucijada temporal
Booktrailer
El ascenso del héroe
1. Cripto, el Vampiro Destripador
2. Las Hermanas Slytherin (Parte I)
2. Las Hermanas Slytherin (Parte II)
3. Lobizona (Parte I)
3. Lobizona (Parte II)
4. Xarkaxamum
5. Gigantes de Niflheim (Parte I)
5. Gigantes de Niflheim (Parte II)
6. Los llaneros magníficos (Parte I)
6. Los llaneros magníficos (Parte II)
7. Universales de presa
8. Fuera de tiempo
9. Guerra Gorqok
10. Dicotomía Universal
11. Yersinia sinistra pestilenza
12. Universales vs. Zombis
13. Bobbly el duende
14. El monstruo de sombras
15. La Biblia de la Oscuridad
16. Krimson Hill 2065
17. El fuego de la libertad (Parte 1)
17. El fuego de la libertad (Parte 2)
18. La encrucijada de Bobbly
19. Luz en la oscuridad
20. En el principio
21. Lord Máximo
22. In nomine Patris
23. Cacería profana
24. Contra el tiempo
25. El asedio a K'un Dai (Parte I)
25. El asedio a K'un Dai (Parte II)
27. Asalto inesperado
28. El Refugio
29. Tiempo roto
30. Batalla por el Tiempo
Epílogo
Escena post-créditos
Galería de arte

26. Redención

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By EscuadrondeHeroes

Jerusalén, 587 A.C.

Una potente explosión retumbó a sus espaldas, por unos segundos iluminó la agitada noche. La piedra catapultada en fuego acababa de destruir el muro del templo judío, mientras las calles de la santa ciudad eran profanadas con los cantos de guerra, el derrame de sangre y el choque de espadas entre los ejércitos.

Las tropas invasoras del rey de los babilonios, Nabucodonosor II, avanzaba con mano firme en su tercer intento de asedio a la capital del reino de Israel, y a tan solo unos metros de la frenética contienda, Victoria Pembroke y Ada Reich chocaron espalda contra espalda, cada una concentrada en contener el escudo que las protegía de los rayos sostenidos de las hermanas Slytherin.

Cripto rondaba el improvisado campo de energía con una espada entre sus manos, preparado para cobrar venganza por su propia cuenta. El escudo se debilitaba, las mujeres estaban a punto de caer, podía saborearlo.

—¡Vamos, Victoria! No podrás contenerlo toda la vida —vociferó Cripto.

Las brujas de Salem se soltaron en una risa burlona.

—James, por qué tardas tanto —susurró Madame.

Del otro lado de los muros, Mago Universal se retorció entre quejidos sobre los escombros de la pared recién destruida. Los grimorios que llevaba en sus manos habían caído a un lado. Desde el otro extremo del pasillo, Pestilencia caminaba en su dirección a paso lento. Lo había interceptado en la salida de la biblioteca.

—Por qué estás realmente aquí de nuevo —le preguntó Mago, reincorporándose—. No pareces ser de lo que se humillan ante alguien como Máximo.

—La humanidad siempre ha sido un problema. Tarde o temprano, provocarán su propia aniquilación, yo solo me adelantaba a los hechos —filtró su voz hostil a través de la máscara de pájaro—. Máximo me ofrecía la oportunidad de cumplir mis más ambiciosos deseos.

—Máximo está demente. Igual que tú.

—Esto no era personal, Jerom, pero usted y esa deplorable británica lo hicieron así. —Retiró poco a poco la máscara de su rostro, dejando ver sus graves quemaduras y su piel desfigurada—. ¡Ustedes me hicieron esto!

—Nosotros no hicimos nada que tú mismo no hayas provocado —replicó James—. Tú mismo te ganaste la caída en ese lago pútrido. Tu antigua apariencia solo era una máscara. Este sí es el verdadero Barón Ekkovrish. —Señaló con firmeza—. ¡El monstruo que provocó miles de dolorosas muertes y terribles pesadillas a ciudadanos inocentes!

—Yo solo era un hombre con una visión.

Mago rio por lo bajo, irónico.

—De seguro, liberar un virus mutante era una visión de lo más encantadora para el mundo —replicó con sarcasmo destilado en cada palabra.

—Usted detuvo mi misión. Ahora yo frenaré la suya. No saldrá de aquí vivo con esos libros, se quemarán hasta los cimientos en este templo tal como lo dicta la historia.

—¿Ah, sí? —Sujetó con fuerza los gruesos libros bajo sus brazos—. Ven por ellos.

Con una sonrisa desafiante, James corrió a toda velocidad por el pasillo aledaño. Pestilencia bramó con ira, levitó su propio cuerpo en una carrera por alcanzar a Mago Universal.

El hechicero estaba cerca, solo tuvo que aplicar más de su magia para embestirlo. Sin embargo, Pestilencia continuó derecho y terminó estrellándose con la pared, mientras observaba desvanecerse con molestia la ilusión mágica de James Jerom.

Fuera de las contantes sacudidas del templo, Madame y Ada habían logrado salir bien libradas del campo de fuerza en el que sus enemigos las rodeaban, pero aún el panorama no era distinto.

Cripto mantenía un arduo enfrentamiento de espadas contra Victoria. El metal de su hoja chocaba contra la energía del sable mágico de Madame. No era una experta en combate con armas, pero sabía lo suficiente para defenderse y atajar las furiosas estocadas. Sostuvieron por unos segundos más su batalla, hasta que el vampiro consiguió desarmar a la pelirroja.

Sin nada que la protegiera, Cripto descendió el filo contra ella. Victoria lanzó su mano en respuesta y sostuvo el arma en el aire difícilmente con su magia escarlata durante unos segundos, lo que le dio el tiempo de responder con una patada cargada de energía.

Cripto barrió la arena en su rodada por el suelo.

A solo unos pasos, Ada retuvo con un rayo de su varita el hechizo enemigo de Cascabelea Slytherin. Era potente, pero con un refuerzo a su rayo, el hada logró derribarla.

Serpentina caminó hacia ella y Ada se mantuvo en la misma dirección, ambas dando forma a un círculo en el que ninguna se encontraba.

—Tienes un gran potencial, querida, un desperdicio que te retengas en el lado equivocado, aunque huelo en ti una huella de oscuridad imborrable —tentó la mayor de las brujas—. Fue la Dimensión Oscura, ¿no es así? Te lastima y te inquieta. —Ada se mantuvo en silencio, solo con una mirada fulminante como respuesta—. Es lo que le hace a quienes no están dispuestos a rendirse ante ella. Pero no puedes negarla. Ahora la oscuridad ya es parte de ti, y te llama a aceptarla.

—Jamás me doblegará —respondió, cortante.

—Tarde o temprano lo conseguirá, y entonces no será amable contigo. Quienes se niegan a La Oscuridad son destruidos por su fuerza.

—Vete al demonio.

—¿Y de dónde crees que vengo? —burló con una sonrisa lujuriosa—. Aunque, aquí entre nos, Lord Máximo es mucho más interesante.

—Qué asco.

—Siente la oscuridad en ti, Ada Reich —tentó, aunque ella se mantuvo fuerte—. No niegues tu nueva naturaleza, déjala recorrer tu cuerpo. Hazte una con ella y el dolor que te embarga desaparecerá.

La cabeza de Ada dio vueltas por un instante, desorientada, pero logró recomponerse para avanzar.

—¿Qué cree que hace ahí parada, Ada? —habló Madame, chocando un rayo contra una sonriente Serpentina—. Sir James ya salió del templo. Debemos irnos ahora, ¡acábela!

Ada asintió, decidida, y dirigió su varita firmemente contra Cascabelea. El rayo con el que golpeó a la bruja la hirió de frente, en el hombro, embistiéndola por la arena. Ada sonrió en victoria, hasta que otro giro de tuerca reveló la terrible realidad. Cripto y las hermanas Slytherin reían, mientras Victoria se revolcaba de dolor en el suelo por la sangre que brotaba de la gran quemadura en su hombro.

Se congeló en ese instante. Una mirada horrorizada se formó en su rostro.

—¡Victoriaaa! —gritó Mago Universal desde el otro lado, recién se dirigía hacia ellos, pero apresuró su vuelo en una preocupación abismal.

Los villanos se prepararon para recibirlo, pero Mago, poseído por un furioso azul en sus ojos, conjuró un hechizo que los expulsó a cientos de metros por la arena. Se apresuró en asistir a Victoria, la sangre no paraba y en su rostro no se borraba la mueca de dolor.

—¡¿Qué fue lo que ocurrió?! —preguntó hacia Ada.

La pelinegra tembló, preocupada.

—Yo...yo...

—Bobbly, ¡sácanos de aquí! —ordenó a la nada.

En respuesta, desde el cielo cayó un rayo sobre ellos. Tras impactarlos no dejó nada más que un pequeño cráter en la arena.

Aparecieron de regreso en el Templo. Adara recibió los grimorios, mientras todos, con una mirada de preocupación sembrada en sus rostros, le seguían el paso a James.

—¡Por La Eternidad! —gritó Adara—. ¿Qué pasó allá abajo?

—Amo Mago, ¿Madame Victoria estará bien? —preguntó Bobbly, nervioso.

Darling... —susurró, apretando sus dientes.

—No gastes tus fuerzas —le susurró, con Victoria cargada en sus brazos—. Descuida, te sanaré, todo va a salir bien. Mamá, lleva los libros a la biblioteca. Bobbly, prepara la enfermería.

Todos asintieron y apresuraron el paso en sus obligaciones, mientras Ada continuó tras ellos.

—James, yo...

—Ahora no, Ada. —Se detuvo justo en la entrada a la habitación—. Sea lo que sea, puede esperar.

Ada se quedó justo ahí, mientras James avanzó. Bobbly se acercó con un frasco hacia la cama donde Mago la recostó.

—Limpiaré primero la sangre de la herida —avisó al tiempo en que comenzaba a quitarle la camisa.

En silencio, la mujer se retiró al jardín, donde caminó de un lado a otro en insufrible agonía durante largos minutos que le parecieron una eternidad.

—Victoria va a matarme, ahora nunca me perdonará —se repetía una y otra vez.

—Hada Ada —interrumpió Bobbly, movía sus manos con nerviosismo—. El amo Mago y Madame Victoria quieren verla.

Ada tomó una bocanada de aire y respiró profundo. Apresuró el paso a la enfermería. Tocó la puerta antes de entrar, cargada de remordimiento. La mirada rencorosa que le lanzó Victoria y el gesto de duda en James catapultaron de inmediato la tensión. Bobbly permaneció en silencio, con sus ojos bien abiertos y una presión en su pecho, pasaba su mirada de los Universales hacia Ada, y viceversa.

Mago suspiró hondo antes de hablar.

—Ada, ¿qué fue lo que sucedió allá?

—Ella me atacó, eso sucedió —se adelantó Victoria, poniéndose de pie—. ¡Confíeselo de una vez, Ada! Eran tres de ellos y tenían la ventaja. Nosotras solo éramos dos. Vio el momento adecuado para apuñalarnos y dejarlos irse con los grimorios de Salomón.

—Victoria... —intentó calmarla Mago.

—No, así no fue como sucedieron las cosas, yo... —intentó defenderse.

—¡No, sir James! No me pida que confíe en ella. ¡Es una prófuga mágica de la Dimensión Oscura, todos son unos sucios manipuladores! ¡Ninguno de ellos es de fiar!

En ese instante, algo se quebró dentro de Bobbly. Los ojos del pequeño duende se aguaron. Primero retrocedió unos pasos, luego corrió fuera de la habitación.

—¡Bobbly, espera! —exclamó James, pero no lo detuvo. Suspiró profundo mientras dirigía una mirada disgustada hacia Madame.

—¡¿Por qué es tan difícil hacer que confíes en mí?! —gritó Ada—. Lo he intentado todo, pero desde el primer momento en que llegué aquí no has sido amable conmigo, ¡ni por un minuto!

—No pretenda que lo sea cuando usted no ha dado un solo motivo para hacerlo, Ada. —Se mantuvo firme—. Desde lo de K'un Dai comenzaba a abrirme con usted. Por poco le daba una oportunidad, ¿es eso lo que usted quería no?

—¡Un poco de confianza es lo que cualquier persona querría a cambio de arriesgarse el trasero por alguien que no lo agradece!

Victoria no detuvo ni por un segundo su temple.

—Pues casi lo consigue. Hizo que bajara la guardia, y eso solo provocó el desastre de hoy. Desde anoche mismo me convencí de que haberle dado la mínima oportunidad a usted fue el error más grande que pude haber hecho —dijo, más serena esa vez, aunque igual de firme.

Ada se sobresaltó por un momento.

—¿Anoche? —intervino James—. ¿Qué pasó anoche?

—Cuéntele, Ada —la desafío Victoria—. Cuéntele que anoche visitó la biblioteca mientras todos dormíamos. ¿Era acaso el Darkrom lo que buscaba?

—No recuerdo cómo llegué ahí, ¿sí? —se defendió—. Solo dormía en mi habitación, y de repente aparecí en la biblioteca frente al libro. Salí de ahí en cuanto pude.

James, quien se había mantenido en una distancia considerable en medio de las dos, se ubicó a un lado de Madame.

—¿Cómo es que llegaste ahí, Ada? —inquirió él, subiendo su mirada.

—¡Acabo de decir que no lo recuerdo! ¿Por qué no creen nada de lo que digo?

—Confiesa en este mismo momento qué es lo que pretendes aquí. ¿También eres parte del plan de Máximo? —presionó Madame.

—¡Ya basta! —exclamó, furiosa esa vez—. ¡No te atrevas a decir eso, sabes que odio a Máximo con todo mi ser por lo que le hizo a mis hermanas! ¿En serio creen que no soy de fiar? ¡Pues se los demostraré! —Sacó su varita, advirtiéndolos a ellos de un posible ataque—. Y van a arrepentirse de no haber creí antes en mí.

Ada corrió fuera de la enfermería, casi chocando contra Adara, quien recién entraba.

—Por el amor a La Eternidad, ¿qué es lo que está pasando aquí? —preguntó la mujer—. Escuché gritos. ¿Por qué Ada salió tan furiosa y por qué Bobbly está llorando?

Ada entró apresurada a la biblioteca. Siguió el sonido de un llanto sollozante hacia una mesa bajo la que se encontraba Bobbly, con la cabeza enterrada entre sus piernas.

—Bobbly, ¿tú puedes controlar el Templo, no es así?

Bobbly limpió las lágrimas de su rostro y se giró hacia Ada, sus ojos se veían hincados.

—Bobbly ciertamente puede hacerlo. El amo Mago autorizó al Ojo Universal para que así fuera.

—Quiero que le ordenes llevarme al pasado.

—¿Al pasado, por qué?

—Quiero ir al momento en que Mago y Madame enfrentaron por primera vez a las Slytherin. Si las detengo antes, evitaré que regresen y me embrujen en la ilusión con la que lastimé a Victoria por error.

—¿Salem de mil seiscientos noventa y tres? Bobbly cree que eso es una terrible idea. El tiempo no puede ser alterado, por más buenas que parezcan las intenciones —cuestionó con preocupación—. Es la regla de oro que el amo Mago le hizo prometer a Bobbly. Además, viajar en el tiempo sin autorización podría dañar el trabajo que el amo Mago y Madame Victoria han estado haciendo todos estos meses.

Ada le apuntó con su varita, algunas chispas centellearon como amenaza.

—Harás que me lleve, ahora —ordenó, decidida.

—No. Bobbly jamás volverá a traicionar al amo Mago —replicó, inamovible.

Ada maldijo por lo bajo. No se atrevía a lastimar a Bobbly. Mientras guardaba de nuevo su varita en la funda, vio en uno de los estantes un cofre abierto con seis piedras.

—Espera, son... ¿piedras transportadoras? —preguntó mientras tomaba una.

—Sí, así es —explicó mientras se acercaba, curioso—. El Escuadrón de Héroes las usó para transportarse hacia las naves principales de la armada de Corvyn y destruirlas. Solo debían pensar en el lugar y eran llevados allí.

—¿Y también funcionan para transportarse a otros periodos históricos?

—El amo Mago dijo que sí, pero Bobbly nunca lo ha comprobado. ¿Por qué? —Bobbly amplió sus ojos, había captado demasiado tarde las intenciones de Ada—. No, por favor, no lo...

Ada empuñó la piedra y desapareció al instante en un intenso brillo.

Salem, 1693.

Las hermanas Slytherin reiron con fuertes carcajadas. Observaban a través de la magia en el caldero el reciente espectáculo. Victoria Pembroke era alcanzada por las llamas de la hoguera, y por más que intentaba zafarse, no podía. El humo ascendía ante ella en una cortina gris que la comenzaba a marear, mientras los puritaones repetían un coro hasta el cansancio.

—¡Bruja, bruja, bruja! —repitió Cascabelea, sonriente, mientras le daba vueltas a la gigantesca jaula colgante en la que tenían prisionero a James Jerom.

—¡Déjame ya! —bramó con ira—. No soy tu juguete.

—Esto, Universal, es tan solo el comienzo de tu sentencia perpetua —respondió Serpentina—. Espero que te diviertas con mi hermana, luego de ver morir a...

Una potente explosión derribó a las brujas. La entrada la cabaña se había ido abajo y una gran cantidad de bruma se colaba al interior. En el medio del hoyo, apareció la autora de tal intrusión. Mantenía una mano sobre su cadera mientras la otra sostenía una varita.

—¿Y tú quién diablos eres? —cuestionó Cascabelea, mientras ella y su hermana se reincoporaban, desorientadas. Sentían un zumbido prolongarse en sus oídos.

James Jerom observó con atención la entrada triunfal de la extraña mujer.

—Serpetina y Cascabelea Slytherin, sus crímenes contra el tiempo terminan aquí y ahora mismo.

Ada meneó su varita en el aire, mientras una energía oscura centelleaba en ella, con la que disparó un poderoso rayo que destruyó el caldero en cientos de pedazos. El brebaje caliente cayó sobre ellas y las retorció en insufribles gritos.

Después volvió a moverla, y las tablas del suelo se doblegaron para aprisionarlas.

—¿Quién se supone que eres tú? —preguntó Mago.

—Shhh. —Ada le guiñó el ojo mientras llevaba su dedo índice a los labios.

Desapareció luego con el mismo brillo que la llevó allí.

Se materializó de regreso en el Templo Universal, donde dejó escapar un suspiro. Todo parecía tranquilo. Solo debía encontrar a Bobbly y asegurarse de que su plan hubiera funcionado.

Caminó hacia la biblioteca, pero se detuvo allí mismo. Acababa de encontrar a Bobbly, pero no como lo esperaba. La cabeza del pequeño pelirrojo era un trofeo en la habitación junto a otras más, como la Lobizona, Ymirstalg el gigante, el Kantrox e incluso la colosal cabeza de Xarkaxamum.

Llevó la mano a su boca con terror, petrificada.

—Hada Ada. Finalmente aparece. —El Ojo Universal se mostró ante ella como Somchai Tha—. Bienvenida de regreso.

—Ojo, gracias al cielo —dijo en alivio—. ¿Qué demonios es todo esto? ¿Qué pasó con Bobbly y todas estas criaturas?

—Consecuencias de su alteración a la línea del tiempo. Espero haya regresado a solucionar su desastre.

—Pero no puede ser posible, yo detuve a las Slytherin.

—Sí, lo hizo, pero retrasó el escape de Mago Universal y evitó que rescatara a Victoria Pembroke a tiempo.

—¿A qué te... refieres con evitar que la rescatara? —preguntó por lo bajo.

—Mientras Mago Universal era prisionero de las hermanas Slytherin, Madame Universal había sido confudida como una bruja ante el pueblo de Salem. —Bajó la mirada—. Ese día murió quemada en la hoguera.

—No... —Llevó las manos con desespero a su cabeza.

—Encontrar el cuerpo encenizado de Victoria destrozó a James Jerom y provocó que desarrollara un profundo rencor a las criaturas mágicas. Dejó el manto de Mago y se convirtió en Cazador Universal, un hombre dolido con el único propósito de cazar a todos sus enemigos y vengar la muerte de su amada.

—Debo arreglar esto —susurró.

—Es lo más sensanto, señorita Ada. Debe...

—Regresar a tiempo al pueblo y rescatar a Victoria.

—¡No! —exclamó Somchai—. ¿Acaso no se da cuenta de lo que provocó en primer lugar su intento de corregir la historia? El tiempo no debe ser afectado. Debe aprender a aceptar lo que fue y buscar la manera de redimir sus errores de la manera correcta, con justicia y verdad. Eso lo que hace un héroe.

—Puede que sea así, pero yo no soy una heroína, solo soy una sobreviente que intenta ganarse un lugar en el mundo.

Ada dio media vuelta para abandonar la biblioteca, cuando se encontró con el ceño fruncido de James Jerom. Había dejado por completo su atuendo de Mago Universal, vestía por completo como todo un cazador. Lo que más la extrañó fue el hombre que se encontraba junto a él, igual de severo en su mirada, aunque aparentaba muchos años más.

—¿La hueles, Sham? —le preguntó al chamán de piel canela—. Es una criatura mágica.

—La huelo perfectamente —respondió con sus ojos cerrados, respiraba su aroma—. Es una criatura tan sucia y despreciable como la repugnante lobizona que devoró a mi nieta Mara.

—Y tú sabes muy bien lo que les hacemos a esas escorias. —La vio con rencor mientras recargaba su ballesta—. ¿Por qué no nos revelas quien eres realmente?

—James... tú no eres así —dijo mientras retrocedía.

—¿La escuchaste, Sham? Ella cree que me conoce.

—Oh, qué gran error el que cometés —continuó el cambiaformas argentino—. Cazador Universal es un hombre tan impredecible como mortalmente peligroso.

Etalever —susurró Mago.

Las alas de murciélago de Ada se desplegaron por orden del hechizo.

—Jum, una vampiresa —reconoció ShamWo—. Disfrutaré arrancarle las alas de su espalda para colgarlas como trofeo en la pared.

—Y yo removeré con placer una y otra vez la daga con la que le atravesaré el corazón.

—Mierda.

Ada apretó la piedra entre sus manos y desapareció en un brillo cegador.

Salem, 1693.

Con la luna ejerciendo su dominio lumínico sobre el cielo oscuro, los puritanos se reunieron en la plaza por aviso de las campanadas de la iglesia, guiados por el fuego de sus antorchas. La bruja yacía atada a una hoguera, lista para ser enjuiciada por Reverendo Universal.

—¡Hoy, ante ustedes los santos, el Señor me ha traído para hacer cumplir su palabra! —vociferaba Reverendo—. Porque escrito está: la paga del pecado es...

—¡Muerte! —respondieron al unísono, con el fuego de sus antorchas resplandeciéndoles los ojos.

—¡Y muerte eterna en el lago de fuego, hermanos!

—¡Amén!

Madame Universal forcejeaba, pero en cuanto más lo intentaba, más sentía que la esperanza estaba perdida. Su cabello rojizo, corto y ondulado, estaba empapado de sudor; aun a la distancia el furor ígneo de tantas antorchas la sofocaba. James seguía sin aparecer, y no se atrevía a pensar qué sería de ella si no lograba escapar de allí.

El discurso caótico de Reverendo se transformó en una distorsión. Leves gritos llegaban a sus oídos con fugacidad, pero con la retumbancia suficiente para terminarla de marear. Sin sus poderes estaba propensa a cualquier debilidad humana, y los nervios era una de esas vulnerabilidades, tan distinta en sus formas de manifestarse. La cabeza le daba vueltas. La visión se le nubló. Con dificultad distinguía expresiones de odio y puños que golpeaban el aire una y otra vez, bajo una única melodía: ¡bruja, bruja, bruja!

Y justo cuando estuvieron por encender la hoguera, un potente rayo llovió contra la multitud. Golpeó el suelo, pero sirvió como amenaza para dispersarlos. Los puritanos se apartaban con gritos de terror.

En sentido contrario a las antorchas, Ada caminaba hacia ellos, sujetada con firmeza a su varita.

—¡Brujería! —gritaron entre la multitud.

—¡Bruja! ¡Bruja! ¡Bruja!

—La bruja en la hoguera está llamando a sus otras hermanas hijas del Diablo, pero cerca está el día de la venganza del Señor sobre los injustos —exclamó Reverendo Universal—. ¡A ella!

—Reverendo, usted me aburre demasiado.

Antes de que pudieran avanzar en su contra, Ada alzó su varita y la movió en círculo. Todo el fuego de las antorchas abandonó a los puritanos y se congregó en un mismo lugar, dejándolos a oscuras. Con una sorprendente velocidad, la bola ígnea cayó contra Reverendo como una llamarada y lo aventó hacia el bosque.

Ada usó de nuevo su magia y liberó a Victoria de las fuertes ataduras.

—¿Quién es usted? —preguntó Madame.

—Solo una amiga en la que espero que en el futuro confíes sin cuestionamiento —dijo antes de desaparecer en un brillo.

Ada se transportó a la biblioteca del Templo Universal. Cruzaba los dedos a la espera de que haberlo logrado.

—Hada Ada —la saludó Bobbly.

—¡Bobbly, por todas las hadas! —Se le acercó con una gran expresión de alivio—. Qué alegría ver que no eres un trofeo.

—¿Bobbly un trofeo?

—Es una larga historia. Ahora, por favor dime que Madame está viva.

—Madame Pembroke está viva. Deberías saberlo más que nadie, después de todo, eres su mejor amiga.

—¿Yo su mejor amiga? —preguntó con sorpresa. Bobbly asintió con confusión—. Ok, eso no lo esperaba, pero arreglé la historia. —Celebró alzando sus brazos—. ¿Y dónde está Victoria ahora?

—Asesinando a Seidkona Universal, creí que ya lo sabías. Después de todo, esa era la misión. Tú matarías a Monje Universal y ella a la vikinga.

Ada Reich sacudió su cabeza, impactada.

—¿Qué, estás loco? ¿Por qué Madame Universal mataría a los suyos?

—Querrá decir Madame Pembroke —corrigió—. ¿No recuerdas? Luego de que Victoria casi murirera quemada en Salem, se dio cuenta de que su lugar no era junto a Mago Universal, así que volvió a su época. Y sin ella apoyándolo, meses después Somchai Tha se infiltró en el Templo como Doctor Universal y asesinó a James Jerom. Desde entonces ella dejó de ser una Universal y se propuso vengar su muerte.

Ada se apartó de él.

—Esto está mal. Muy mal. —Desapareció con una mirada cargada de angustia.

La piedra transportadora la llevó de regreso al Templo Universal luego de haber interferido otro punto del tiempo. Entró a la biblioteca, estaba vacía y el Ojo no se mostraba por más que lo llamó. Recorrió el Cuarto de reliquias, vacío. Casco antiguo, vacío. Enfermería, vacía. Armería, vacía.

Al parecer no había nadie allí.

Hasta que reconoció una voz a la distancia. Se abrió paso por lo largo del pasillo que llevaba al jardín. Abrió y cerró sus ojos una y otra vez, sorprendida. El sitio estaba lleno de personas vestidas con trajes elegantes, repartidas a izquierda y derecha. Ella desentonaba entre todos por su ropa renegada de guerrera.

Lo que más la sorprendió fue la decoración floral y las cortinas alrededor del arco en el centro. ShamWo se encontraba en medio de James Jerom y Camille Delacroix para oficiar lo que parecía ser un matrimonio.

En especial, lo más llamativo a simple vista es que el vestido de Venatrix era negro.

—¡Altooo! —gritó Ada—. Esto no está bien.

Un coro de sorpresa se extendió entre los asistentes. Vincent Hardy se giró en la silla y puso su codo sobre el espaldar, vestido con smokin.

—¡Ja! Lo sabía, Jerom tenía una amante —comentó con una gran sonrisa de te lo dije.

—¿Seguro? —le contestó Jonathan, sentado a su lado—. Yo creo más bien que Venatrix era lesbiana antes de comprometerse con Mago.

—¿Y qué tendría eso de extraño? —cuestionó Nakai.

—¿Podrían callarse los tres, imbéciles? —habló Cassiopeia—. Quiero verlas pelearse por el novio hasta sacarse la mierda.

—¿Así son todas las bodas en este planeta? —les preguntó Kissandra, intrigada mientras comía un bocadillo.

Ada desapareció de nuevo.

Y así, desapareció y apareció una y otra vez a través de la línea temporal, cambiando cada vez más el flujo de la historia de diferentes formas en múltiples realidades. Llegó a una más que esperaba fuera la última.

El Ojo le mostraba que Mago y Madame Universal estaban vivos.

—Eso es bueno, podría significar que finalmente arreglé la historia —dijo Ada.

—Aún así hay algunas variables a considerar, Bobbly y Dreccan no forman parte del equipo.

—Puedo vivir con eso.

—Ada...

—Está bien. —Suspiró—. Iré entonces a Roma de...

—Aquí está —dijo Victoria tras ella, sonriente—. La estuvimos buscando, my friend.

—¡Victoria, James! —saludó—. No tienen idea de lo mucho que me alegra verlos.

—Mmmm, esta parece intentar engañarnos —comentó Mago.

—¿Esta? —cuestionó—. ¿Acaso no sabes quién soy?

—Por supuesto —le dijo con una sonrisa—. Eres la última prófuga de nuestra lista. Con tu muerte, las alteraciones temporales por fin serán corregidas y Máximo se habrá quedado sin peones.

Victoria atacó con una bola mágica, mientras James descargó las flechas de su ballesta contra ella. Ada difícilmente esquivó cada uno de los ataques.

—¡¿Acaso ustedes no saben otra cosa que matar?!

Mago volvió a atacar. No le dio tiempo a Ada de concentrarse lo suficiente para pensar a qué época y lugar dirigirse. Apareció en el Cuarto de reliquias. Respiraba con agitación.

—Muy bien, piensa, Ada. ¿Qué pudo haber salido mal esta vez?

—¡Suficiente, Ada Reich! —reprendió el Ojo, apareciendo frente a ella. Ada se sobresaltó por un segundo—. Debes regresar la línea temporal a lo que fue. No tienes idea de lo que estás provocando. El tiempo es una variable que no se puede manipular al antojo.

—Ya lo sé, me lo han dicho bastante hoy —susurró, desplomándose en el suelo—. Supongo que no me queda otra opción que aceptar las cosas como son. Mago y Madame Universal jamás confiarán en mí, no importa lo que haga... siempre me verán como un monstruo.

Ada cerró sus ojos, con la piedra empuñado en su mano. La llevó contra su pecho y suspiró. Una lágrima bajó por sus mejillas.

»No hay otro camino —susurró, decidida, con sus ojos puestos en la piedra.

—Tu camino ya no será más la piedra transportadora.

—¿Ah, no?

—Regresar a Salem a detenerte a ti misma lo único que provocará es que termines como un remanante, un residuo temporal de una línea que ha dejado de existir, y no queremos eso. Lo único que puede arreglar tu desastre en este momento es un objeto aquí en este cuarto, la Llama de Anger.

—¿Y qué supone que debo hacer con ella?

—Piensa en lo que deseas corregir y sopla la vela de allá. —Señaló hacia el candelabro bañado en oro, se torcía como un cuerno francés, pero luego encontraba un punto de convergencia en lo alto, donde resplandecía su llama blanca—. Anger es un antiguo dios al que los primeros humanos clamaban por arrepentimiento. El grabado en el candelabro dicta que Anger examina el corazón, y si la solicitud es sincera, pura y benévola, él concederá tu deseo.

—¿Y si Anger no me acepta? —se cuestionó—. Lo único que deseo es que todo regrese a como era antes. No quería causar más problemas, solo quería que me aceptaran.

—Ada Reich, te dejo este saber. La confianza se gana con mil actos, pero se pierde con tan solo un error. Repara el mal que has hecho y siembra en él la verdad con corazón. El arrepentimiento no es malo, si se hace con amor.

El Ojo Universal se desvaneció poco a poco.

Ada inclinó su cabeza y respiró profundo. Estuvo lista para levantarse, cuando un disparo a su lado estalló en pedazos la vitrina que contenía una de las reliquias. La habían encontrado. Victoria y James abrieron fuego contra ella, destruyendo los cristales uno tras otro.

Ada los evadió. Corrió tan rápido como pudo hacia el pedestal en el que se hallaba el candelabro y lo tomó entre sus manos. Se acurrucó con él, observando fijo hacia la llama. Lo pensaba en su mente y lo sentía en su corazón.

Cerró sus ojos y respiró profundo. Dejó que los estallidos de fondo pasaran a un segundo plano para sentir el calor de la Llama de Anger y dejarse envolver con ella.

Todo fue oscuro y silencioso.

Al final la sopló, enfocada en un único pensamiento.

Y así el tiempo se mezcló con la eternidad y no distinguó cuánto pasó.

—¡Ada!, ¿dónde estás? —escuchó una voz al fondo. Era James—. ¿Ada?

Abrió sus ojos. Observó a su alrededor, seguía en el Cuarto de Reliquias. Mago Universal se inclinó junto a ella.

—James... ¿eres tú? —saludó en murmuro.

—¿Se suponía que fuera otra persona? —Sonrió con carisma, a lo que ella desvió su mirada a otra parte—. ¿Qué haces aquí?

—Yo... no sabía a dónde ir.

Mago suspiró profundo y se sentó junto a ella.

—Escucha, sé que las cosas allí adentro se pusieron un poco tensas. Tú y Victoria no son precisamente las mejores amigas, pero también sé que en el fondo tienes buenas intenciones. Lo vi en ti desde el momento en que te conocí.

—¿De verdad? —Levantó su cabeza. Mago asintió—. Ella no parece verlo, por más que lo intento.

—Solo dale tiempo, son momentos difíciles. Máximo ha estado jugando con nosotros mucho tiempo, ya no sabemos qué creer, pero sí sé una cosa, y es que lo único que él no podrá lograr manipular, es esta familia. Superaremos cualquier obstáculo, y lo haremos juntos. Todos nosotros... incluyéndote.

—¿En serio crees que yo... soy parte de tu familia?

Mago sonrió con nostalgia.

—Te pido perdón si en algún momento te has sentido como si no lo fueras.

En Ada se formó una sonrisa nostálgica. Quiso llorar, pero se contuvo y pensó en ser fuerte. La vida la había obligado a serlo.

—Gracias.

—¿Sabes? Llorar está bien, no tienes que hacerte la ruda todo el tiempo. Todos podemos permitirnos tener momentos donde somos vulnerables, es parte de abrirnos ante quienes amamos.

—¿Por qué? —quiso saber—. ¿Por qué eres así de bueno conmigo cuando lo único que he causado es problemas?

—Porque cuando te vi en ese tejado, Ada, sentí tu miedo, tu ira, tu frustración. En ese momento vi en ti a mí yo de hace varios años, y no podía permitir que recorrieras ese mismo camino.

—Ya te lo dije, pero gracias. Gracias por confiar en mí.

—No es nada. Ahora arriba —dijo, apoyándola de su mano para ayudarla a levantarse—. Tenemos trabajo por hacer. Los libros de Salomón nos darán lo que necesitamos para desvelar los secretos del Darkrom.

Mago dio un paso adelante, pero Ada se mantuvo en su lugar, inquieta.

—¿Qué sucede?

—James, antes de irnos, no he sido completamente sincera contigo, hay algunas cosas que debo contarte...


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bueno esta es un fic de como con tansolo un mensaje todos cambia en la vida del uno para el otro