Riot

By Suicidal_voice

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Claude se siente pleno con su vida, tiene un trabajo que disfruta y un lugar para llamar hogar, pero como sie... More

RIOT
00: Puto Dorrance
01: Selección
02: Desafiar a un diablo
03: El inicio de todo
04: La envidia del mundo
05: Servicio a domicilio
06: Príncipes falsos
07: Plática familiar
08: Hora de la fiesta
09: Experiencias
11: Cielos distantes
12: Mío
13: Desde la raíz
14: El rey de la mala suerte
15: Caballería al rescate
16: Dile la verdad
17: Hazte responsable
18: Punto de inicio
19: Sabor amargo
20: Quiebre
21: El silencio del perdedor
22: El sacrificio del Alfa
23: Daño y cura
Nota del autor
24: [EXTRA] Un epílogo sobre el pasado

10: Peligro

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By Suicidal_voice

—¿Lo escucharon? —susurraron entre ellas—. Pobrecita criatura, ahora su familia le hará la vida imposible.

—¿Y qué pasó con el Beta que estaba con ella? —volvieron a preguntar.

—Por mera suerte se salvó, el contrato y la gerente Christina lo encubren, no pueden hacerle ningún tipo de daño.

Verónica suspiró, agotada. Ya se nos había hecho costumbre el oír chismes de otros grupos. 

—Y otro cayó—murmuró.

—No entiendo—soltó Gen, confundida. No podía culparla, era nueva después de todo, pero antes de que pudiera explicarle, la pequeña antorcha se apresuró a abrir la boca.

—Coira Dima, hija mayor de una nueva familia que está creciendo. Ya sabes, cuando se tratan de tomar un lugar en este mundo es crucial mantener una buena imagen—aclaró, consiguiendo que Génesis asintiera.

—Coira estaba comprometida—siguió Verónica—. Un reportero la identificó en la entrada principal de Blane's. Es probable que chantajease a la familia y ellos vinieran a comprobarlo, la encontraron con las manos sobre la masa.

—Pobre—lamentó Génesis, expresando sin problemas su preocupación. 

Luke colocó una mano sobre su hombro.

—Que no te ponga mal, de todas formas, son cosas que ocurren al trabajar en esta industria, ¿no, Claude?

Todos dirigieron sus miradas hacia mí.

—Pan de cada día—respondí, tomando una suave calada de mi cigarrillo—. Por eso mismo hay que ser discretos, los reporteros siempre estarán al tanto de los famosos.

Intenté mantenerme sereno frente a ellos, los cuales seguían con la charla, pero no pude evitar sentirme inquieto por un segundo. Sabía que no era un tema ligero y fácil de responder.

Entonces, volví a sentir la mirada de Verónica.

—No te preocupes, Gen. De todas formas, los encargados de atender grandes figuras son del personal más viejo y experimentado. Como ejemplo, Claude debe mantener más que un bajo perfil—decía, para luego sonreír con su clara expresión de superioridad: —. Tienes la reputación de un Dorrance, Claude.

—Lo sé—asentí, frunciendo mi ceño—. Estoy más que consciente, no me trates como un novato, Vero.

Extendió su sonrisa.

—Para mí siempre serás un pequeño y lindo novato.

Suspiré, no tenía ganas de tratar con ella. Volví a darle una calada a mi cigarrillo, para luego apagarlo en el cenicero.

La hora del descanso había acabado.

Los días habían trascurrido con tranquilidad, más al notar que tras mi larga tarde con Aage este desaparecería. No sabía si agradecerlo o no, puesto que últimamente Blane's se ha visto bajo presión ante el aumento de paparazzis a nuestro personal y clientes. E incluso, ya habían expuesto a uno de ellos.

Pasé mi mano por mi cuello.

El caso de Coira Dima solo era uno entre muchos.

Tampoco debo olvidar cuantos días estuve con las secuelas de las practicas con Aage, mi piel estuvo con su recuerdo por bastante tiempo. Intenté ocultarlo de cierta forma, pero me fue imposible ante mi pequeño circulo.

En especial a Luke.

—Esto es injusto—se quejaba la antorcha—, ¿Cómo es posible que te pidan hacer bondage a ese nivel? ¿y más encima con un papucho como Aage Dorrance?

—No te quejes conmigo, si tanto deseas que te amarren transfiérete al sector de fetiches—contesté sin importancia mientras comía—. Estoy seguro de que Athena te recibirá con los brazos abiertos.

—Y no lo niego, el sector de fetiches o prácticas especiales está quedándose sin personal—asintió la tetona de Verónica.

—¿En serio? Y yo que pensaba que iba a ser una zona activa—comentó Génesis, comiendo junto la antorcha. Luke pareció titubear.

—Ah, así que el pobre tiene miedo—bromeó Verónica ante la extraña mirada del Beta. Luke se movió inquieto, de cierta forma intentando actuar natural.

—¡Es normal que desconfíe! Al menos Claude tiene la seguridad de que se acueste con un Alfa extremadamente atractivo ¡En cambio yo no! ¡Esto no se vale! —exclamó, causando una suave risa de la peliazul.

—Vamos, Luke, el que nada teme, nada pierde—Le alentó, colocando con seguridad su mano sobre la espalda del chico—¡Si quieres me transfiero contigo!

—¿En serio? —preguntó, esperanzado. No pude evitar reírme ante su mal actuado llanto al estrechar a la chica entre sus brazos—¡Gracias, Gen! ¡Al menos eres más considerada que Claude!

Mantuve mi actitud desinteresada ante Luke.

—Ya te dije que no es mi culpa—repetí.

—¡Vamos, Gen! Nos lanzaremos al nuevo mundo del bondage con extraños y no con un papucho millonario como Claude—siguió hablando, ignorándome olímpicamente.

A veces Luke me causaba graves dolores de cabeza.

Pero, en general, todo fue normal durante ese tiempo.

Acabé con mi cliente tras una hora y media, por lo que me dirigí a la ducha para quitarme el olor. Fue rápido, por lo que no tardé en presenciarme en la sala de descanso, donde tuve que hacer tiempo hasta la hora de irme a casa.

Mi departamento siempre se vio solitario, no tenía grandes muebles ni había hecho un enorme esfuerzo en la decoración. Y la verdad es que no me preocupaba; nadie me visitaba, menos mi familia. Desde que supieron que me dedicaba a un prostíbulo no volvieron a hablarme.

Tampoco me preocupaba, nunca había sido cercano a ellos ni feliz, no como la familia de Aage.

Ah, la peculiar familia de Aage. No había pensado en ellos, en realidad. Pero sus rostros aparecieron en mi mente como si los hubiera visto hace segundos.

La elegante Nirelle Dorrance, el llamativo Misha, el carismático Roswell Dorrance y el serio Aage Dorrance. Eran tan distintos entre ellos y aún así se veían tan cómodos juntos, de cierta forma, era divertido estar entre ellos.

Me recosté en mi cama con el celular en mano, y como clara vieja chismosa, después de revisar mis notificaciones me metí a las páginas de chismes y noticias. No me sorprendió leer el encabezado sobre Coira Dima, inclusive venía con fotos de ella ingresando a Blane's.

Volví a sentir aquella inquietud, preocupación de cierta forma. Puede que lleve años trabajando en Blane's, el que haya atendido a gente importante, pero la simple sensación de ser expuesto era perturbante.

¿Cómo reaccionaría Aage Dorrance al ser descubierto? Sería sin dudas una noticia a nivel mundial. Y la verdad, es que no sabía.

Dejé mi celular a un lado, recostándome para poder tomar una pequeña siesta.

...

El sol era molesto, más cuando llegaba como un misil al rostro cuando uno intentaba dormir.

Espera, ¿sol?

Abrí mis ojos, confundido. La luz del amanecer se alzaba como cada mañana, por lo que sentí un golpe en mi pecho ¿Había dormido tanto? Miré la hora en mi celular: 7:40 a.m. Entraba a Blane's a las 8:00 a.m.

Salté de la cama, aseándome de forma rápida para salir de casa. Volví a ver la hora; me quedaban nueve minutos para estar allá.

—No alcanzo si tomo locomoción—murmuré entre dientes.

El llamar y esperar un taxi tomaría más minutos, por lo que no fue una opción. Rendido, corrí a el estacionamiento privado del departamento en busca de mi motocicleta.

—Hola, vieja amiga—Le saludé.

No la usaba, hasta podría decir que acumulaba polvo en el estacionamiento, pero por primera vez agradecí al cielo de tenerla y el vivir cerca del recinto.

Ingresé por la zona oculta de Blane's, estacionándome en la parte del personal para correr hacia el interior y marcar mi ingreso.

8:08 a.m.

Corriendo como la perra en celo que era.

Pero antes de poder cantar victoria, me encaminé a la zona de descanso esperando y deseando que Verónica no se encontrara ahí.

Pero, desgraciadamente, ahí estaba.

—Maldita sea—maldecí.

—Exactamente, Claude. Maldita, pero divina—respondió la tetona cruzándose de brazos—. ¿Diez minutos tardes, ah?

—Ocho exactamente—corregí.

—No me voy a hacer la sorprendida al ver que no lo niegues.

—No sirve de nada cuando ya lo notaste—seguí—. Me quedé dormido.

Verónica alzó sus cejas.

—Te castigaría, pero tengo algo mejor para ti.

Mi Omega se inquietó, al igual que mi perra interior.

—¿Qué?

— Adivina quién viene a visitarte.

Mi corazón me golpeó el pecho, seguido de una fuerte alerta en mi cerebro.

—No, no me lo digas—corté antes de que abriera la boca. Verónica lo hizo de todas formas.

—El innombrable, claramente—Fruncí mi ceño—. No te preocupes, estará acá en unas horas.

Aún así fruncí mis labios del disgusto.

—¿A qué hora?

—12—respondió finalmente—. Es un milagro, hace tiempo no venía. Bueno, ahí está tu castigo, ¿no?

Y como si fuera acto de magia, su rostro se volvió neutro.

—Las reglas de Blane's se volvieron más estrictas, recuerda que hay muchos periodistas a las afueras.

—Lo sé.

—Ten cuidado.

—Lo sé—repetí.

Finalmente, la Beta sonrió satisfecha para retirarse a su oficina de trabajo. En cambio, me dediqué las horas de relleno antes de que llegara Aage de darme un buen baño debido a que no pude asearme correctamente en la mañana. Ya listo, comí unos pequeños bocadillos junto con Luke.

Hasta que llegó la hora.

Esperé a Aage en mi cuarto con tranquilidad, hasta que al fin la presencia del Alfa se hizo presente. No sabía cómo reaccionar ante ello, hace tiempo que no lo veía y al parecer el trabajo se lo estaba devorando como un parásito.

—Aage.

—Claude.

Hasta se oía cansado, ¿acaso no iba a actuar como si no lo estuviera?

—Al parecer alguien vino a hablar, porque de verte como depredador no lo hago—bromeé, causando que el Alfa alzara una ceja—. Estás demacrado.

—¿Tan mal me veo? —habló, pasando una mano por su frente para tirar su cabello hacia atrás.

—La verdad—respondí para luego acercarme a él ligeramente—. Vamos, dime, ¿a qué vienes hoy?

—No voy a negar que vine con la idea de tomarte, pero ahora que lo dices también estaría bien hablar un poco. Solo quiero distraerme contigo.

Mi corazón saltó emocionado por alguna razón, por lo que no pude evitar sonreír ligeramente. Asentí, dirigiéndome a la entrada para dejar mi chaqueta colgada para más comodidad.

—Nunca te había visto usar una chaqueta de cuero—dijo observando mis movimientos. Dirigí mi mirada hacia él, notando una mirada dedicada y oscura. Bastante tranquila, en realidad.

—No suelo usarlas—respondí, recogiéndome de hombros—. Hoy me quedé dormido y tuve que venir en mi moto.

Y como si fuera un acto de magia, su actitud cambió de golpe.

—¿Tienes una motocicleta? —me preguntó Aage con la emoción naciendo en sus ojos.

Quedé en silencio un momento ante su reacción, pero no tardé en seguir hablando con naturalidad. O sea, de alguna forma tenía que demostrar que no me había sorprendido.

—Sí, la tengo hace unos años. No suelo usarla muy seguido, ya que no tardo mucho venir al recinto—respondí. Aage parecía aún emocionado como un niño—¿Te gustan?

—Ah, siempre me han llamado la atención—respondió este, desabrochando el botón de la manga de su camisa—. Siempre me gustó la idea de estar en una.

Alcé una ceja, asombrado.

—Espera, no me digas que—empecé a decir, sonriendo de forma juguetona hacia él—¿Acaso el famoso y millonario Aage Dorrance no tiene una motocicleta?

Aage sonrió suavemente, en una especie de mueca.

—Lo sé, suena extraño, pero por temas de la familia y seguridad no puedo subirme a una moto—respondió—. Lo peor es que por donde vaya me sigue mi guardaespaldas.

De alguna forma me sentí extraño, hasta un famoso empresario tenía sus propias restricciones.

La emoción me recorrió el cuerpo con la simple idea de invitarlo a salir en mi moto, pero al mismo tiempo una fuerte alerta me advirtió de la actual situación de Blane's.

Podía exponernos ante un simple error.

Mi mirada cayó al suelo. Aage estaba cansado, pero a pesar de ello había venido a verme, aunque sea para hablar un poco.

Quería ayudarlo nuevamente.

Volví mi vista a él.

—Bueno, tu guardaespaldas no está aquí—solté.

Aage correspondió mi mirada.

—¿Qué?

Caminé hacia él, tomando sus manos sin dejar mi sonrisa traviesa de encima.

—¡Demos una vuelta!

El Alfa parecía sorprendido ante mi propuesta, pero podía notar el fuego de la aventura en sus ojos, el cual avivó el de mi alma.

Después de todo, Aage era solo un adulto joven de veintitrés años sediento de aventuras, pero encerrado en una habitación con una empresa que heredar. De alguna forma, sentía que era una enorme oportunidad para él y no quería desperdiciarla.

—¿Salir? —murmuró este.

—Solo será una vuelta. Podemos salir por las puertas de emergencia, dan justo con el estacionamiento del recinto, ¡Solo será una vuelta! ¿quieres? —azucé con emoción.

No sabía por qué sentía tantas ganas de que me dijera que sí. El corazón me latía de la emoción.

—No lo sé—contestó suavemente—. Es peligroso hacer eso, y lo sabes.

Volví a sentir el miedo en mi ser, pero pude sentir el grito de mi perra ante la emoción.

Una aventura no lo era sin peligro.

Verónica probablemente me mataría al verme en esta situación, pero no podía evitarlo.

—Vamos, ¿o acaso el salir de tu papel de Dorrance es un enorme sacrificio para ti? —pregunté usando una voz lasciva—. Solo serán unos minutos, nadie lo notará.

Sus ojos ardieron de emoción.

—Bien, pero que sea solo una vuelta—aceptó finalmente.

Apreté sus manos con emoción contenida. Al soltarlas, busqué rápidamente mi chaqueta de cuero sintético, las llaves de la habitación y volví a tomar la mano de Aage.

—Vámonos de aquí.

Agradecía de cierta forma que el recinto no se encontraba en el centro de la ciudad, sino que, en los extremos, por lo que no fue difícil alejarnos de los edificios, las luces y la sociedad, para llegar a una zona verde.

Disminuí la velocidad al encontrarnos en una zona casi vacía por las calles. Podía apostar sin problemas de que Aage estaba admirando nuestro alrededor como todo el niño que tiene en su interior. Mi pecho estaba lleno de alegría, al igual que mi vientre cosquilleaba al sentir sus manos en mi cintura y su calidez a mis espaldas.

Busqué con lugar donde detenernos, hasta que estacioné la moto entre unos matorrales, alejado de la calle para poder quitarnos el casco.

—¿Cómo estuvo? —Le pregunté girándome hacia él.

Aage alzó sus manos con tranquilidad, quitándose el casco. Tenía una pequeña sonrisa plasmada en su rostro, pero para mí, fue la mejor sonrisa que había visto en él.

—Fue asombroso—respondió.

Mi corazón volvió a latir con emoción.

—Bueno, quién diría que ibas a reunirte con tu prostituto para un polvo, pero terminaste en uno de los extremos verdes de la ciudad.

Aage asintió.

—¿Quién iba a creerlo? —preguntó al aire, sin dejar de admirar el cielo y los colores de la naturaleza.

Era extraño ver a Aage tan relajado, tan emocionado por su alrededor. Cuando lo había visto por primera vez, sentí que era uno de los Alfas Dominantes más fuertes que se habían cruzado en mi camino; tan elegante, serio y muy guapo. Pero ahora, con esa pequeña sonrisa en su rostro, rodeados de tanta naturaleza y casi algún ser vivo cerca, me parecía la maravilla más hermosa.

Sentí unas enormes ganas de lanzarme encima y corromper su tranquilidad. Sonreí juguetón.

—Qué lástima de todas formas—solté, sin fijar mi vista en él—. Al volver no tendremos mucho tiempo y te tendrás que ir, ya que tengo otro cliente que me estará esperando.

Sabía que Aage mantenía su vista en mí.

—Bueno, hora de irnos, ¿no? Prometí que solo serían unos minutos—dije, acercándome a él para tomar mi casco a su lado.

Nuestras miradas se encontraron.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó, entre un susurro grave que ocasionó que mi corazón volviese a saltar con emoción.

—Tal vez unos diez minutos, sin contar el camino de vuelta—respondí, acortando la distancia entre nuestros rostros—¿por qué preguntas?

En su rostro dejó de encontrarse esa sonrisa y mirada relajada, mostrando el deseo de sus ojos, reflejándome.

—Solo para asegurarme—respondió.

Su mano acunó mi rostro en el momento que nuestros labios se encontraron llenos de ansia del otro, mientras que la otra rodeaba mi cintura, acercando aún más nuestros cuerpos.

No pasó mucho para que sintiese el calor emerger de mi interior, sintiendo esos escalofríos ante la sed que me provocaba su cercanía. Me alejé de su boca para poder tomar un buen bocado de aire, y, aun así, sin quitar mi vista, bajar hasta arrodillarme frente a él.

—¿Tan rápido vas a ponerte a comer? —me preguntó sin quitarme esa fiera mirada de encima.

—Hay que aprovechar el tiempo, ¿no? —solté, desabrochando su pantalón—. Y eso implica despertar a nuestro amigo.

Me concentré en provocarle uno de sus mayores placeres, sintiendo como su cuerpo se tensaba entre mis vaivenes y lamidas. No tardé en sentir como mi interior se empezaba a humedecer, ansioso de que fuera reclamado con fuerzas. Lentamente me alejé, viendo como un hilo de presemen y mi saliva nos unía.

Limpié mi boca con mi pulgar, alzando mi vista hacia él. Su fuerte presencia a Alfa consiguió que me humedeciera de golpe.

—Ven aquí—ordenó entre un gruñido.

Intenté levantarme lo más suave y tranquilo, pero su mano rodeando mi cuello me obligó a colocarme de golpe frente a él. Sus ojos me devoraban por completo en el momento que empezó a acercarse a mi rostro, pero antes de que nuestros labios se tocaran volvió a moverme con agresividad, lanzándome a la moto. Quedé con mis manos apoyadas junto mi torso, mientras que sus manos acariciaban mi trasero.

—Me hiciste esperar mucho.

Me sentí en las nubes cuando me invadió. Sus constantes golpes me hacían perder la mente, pero apreté mis labios para evitar soltar un fuerte grito. De cierta forma, no sabíamos si nos encontrábamos totalmente solos.

—Claude—jadeó Aage entre embestidas.

Su voz, Dioses. Era justo en esos momentos cuando me sentía tan bendecido de haber sido seleccionado para servir a Aage.

Ya estaba entrando en confianza, sentía que podía soltar los gemidos que nacían en mi garganta, pero fue justo cuando escuché las voces de unos chinos hablando con tranquilidad. Aage se detuvo, quedándose en mi interior. Se escuchaban los pasos de los amigos acercándose. El pánico no tardó en hacerse presente en mi mente, pero sentí como mi estómago se apretó.

Pero, al parecer, eso no fue suficiente para que Aage se detuviera por completo. Volví a sentirlo golpearme, provocando que soltarse un gemido ante la sorpresa, obligándome a cubrirme la boca con ambas manos.

—¿Qué fue eso? —escuché que alguien dijo.

—No lo sé, tampoco me importa—contestó otro.

Aage volvió a golpearme, y esta vez, en ese punto que tanto me gustaba.

—Me estás apretando—susurró Aage entre dientes.

Mi interior estaba palpitando. A pesar del miedo que sentía ante ser descubiertos, mi interior y mi perra concordaban que era un momento lleno de tensión, provocando que me excitara más de lo normal.

Quería explotar.

—Aage... nos van a... —empecé a decir entrecortado, sus embestidas que eran silenciosas eran exquisitamente profundas, complicando mi habla: —. Nos van a... descubrir.

—No te preocupes—respondió—. Déjamelo a mí.

Los pasos dejaron de escucharse en el momento que Aage terminó de hablar.

—Creo que este camino no es—soltó un chico.

—Creo lo mismo—contestó el otro—, ¿nos devolvemos?

No pude verlo, pero sabía que Aage sonreía de cierta forma. Volví a escuchar las pisadas, pero esta vez alejándose de nosotros.

¿Qué acababa de pasar?

Pero antes de que pudiera manifestar mi confusión, su voz se hizo presente.

—¿Ves? Ahora—decía acomodándose entre mis piernas, apretando mi cintura entre sus manos—¿por qué no sueltas esos gemidos que tanto te estás aguantando?

Aage era un maldito, un maldito hijo de sus padres millonarios.

Un maldito que me iba a destruir.

Cuando íbamos camino de vuelta al recinto, no pude pasar desapercibida el dolor de mi cadera junto con la sensación de algo derramándose de mi interior. Mucho menos el saber que su entrepierna se encontraba a pocos centímetros de ella. Agh, ¿por qué sentía la necesidad de una segunda ronda sobre mi moto? Pero ya no teníamos mucho tiempo. Gracias al cielo y todos los astros, regresamos al recinto sin ninguna clase de sospecha. Estacioné la moto y nos dirigimos a mi habitación con cautela, pero con unas enormes sonrisas en nuestros rostros.

En el momento que cerré la puerta, no pude evitar reírme cómplice. Me sentía como un niño haciendo travesuras, volando entre las nubes al saber que no iba a ser descubierto.

Aage no tardó en reír ligeramente ante mi emoción.

Sus ojos al fin se veían alegres, su cuerpo estaba relajado y la pequeña sonrisa en su rostro me entregó todo lo que necesité en ese momento.

—¿Cómo estuvo? —pregunté una vez calmada mi risa.

—Divertido—respondió al fin—. Fue una locura, no voy a negarlo.

—Pero esa es la gracia, ¿no? ¿Cómo no va a ser una aventura sin peligro de por medio?

Volví a reírme, pero esta vez mordiendo mi labio inferior. Seguía apeteciéndome el tocarle, añoraba otra ronda.

—¿Tenemos tiempo? —murmuré.

—¿Para qué?

Me giré, apoyando mis manos en la puerta para observarlo por sobre mi hombro.

—Para terminar con broche de oro.

Aage no tardó en volver a tomarme, aún seguíamos excitados ante el sexo en los matorrales. El semen que había dejado en mi interior fue un excelente lubricante para poder seguir. Mi cuerpo intentaba mantenerse acorde entre las embestidas, más cuando me giré y me tomó, logrando que mis piernas lo rodearan al igual que mis brazos para sujetarme.

Fue todo tan intenso, pero tan malditamente corto para mi gusto. El tiempo se había acabo y él tenía que irse o el guardaespaldas iba a buscarlo.

Acomodamos nuestras ropas, preparándonos para nuestra despedida. Nuestras miradas se encontraron nuevamente.

—Quién lo diría, ibas a venir para hablar o tener sexo y terminaste con ambas—ironicé, volviendo a conseguir una sonrisa de su parte.

—Siempre termino ganando—bromeó, para luego abrir la puerta—. Nos vemos en otro momento.

Y cerró la puerta. Mi Omega no tardó en confirmar que se había marchado.

Me dejé caer apoyado en la puerta, sin evitar sentirme pleno a pesar de que el día aún no acabara. Mi Omega estaba feliz y mi perra gustosamente orgullosa.

Fue cuando todo se detuvo.

¿Por qué me sentía tan emocionado? ¿por qué el corazón me latía con tanta energía? Nunca me había sentido tan satisfecho al entregar mis servicios a algún cliente de esta forma. Nunca me había sacrificado al tal grado de romper las reglas de Blane's.

Las sensaciones que sentía junto a Aage eran inexplicables, el sexo era un lujo, pero esos momentos donde solo admiraba su ser, su perfil, sus ojos que parecían oscuros o un simple tacto me llenaban.

Su maldita sonrisa, maldición ¿Desde cuándo sabía qué tipo de sonrisa o expresión podía hacer? ¿Desde cuándo podía notar esas expresiones que nadie entendía?

Mierda.

Caminé hacia mi baño, lavándome el rostro con agua fría en un intento de relajar mi expresión. Me observé en el espejo.

—¿Será que...? —empecé a murmurar—¿Me he enamorado de Aage?




He-yo! Sui is back. 

Soy un asco para ser constante. He dicho. 

PERO LO MEJOR DE TODO ES QUE AL FIN CONECTAREMOS EL CAPITULO 0 CON LA HISTORIA *GRITO GEI* Ay, Claude, fueron necesarios 10 capítulos para hacerte caer ante Aage, ¿Ustedes cuánto tardaron? 

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