Cursed; Draco Malfoy |Traducc...

By JelenaRomu66

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|Completa| Propiedad de: Juneekarl "¿Cómo es eso? ¿Que dos almas rotas encajan perfectamente en una?" --- EL... More

AN
Prólogo
Zero
Two
Three
Four
Five
Six
Seven
Eight
Nine
Ten
Eleven
Twelve
Thirteen
Fourteen
Fifteen
Sixteen
Seventeen
Eighteen
Nineteen
Twenty
Twenty-one
Twenty-two
Twenty- Three
Twenty- Four
Twenty-Five
Twenty-Six
Twenty-Seven
Twenty- Eight
Twenty-Nine
Thirty
Thirty-One
Thirty-two
Thirty-Three
Thirty-Four
Thirty-Five
Thirty-Six
Thirty-Seven
Thirty-Eight
Thirty-Nine
Forty
Forty-One
Forty-Two
Forty-Three
Forty-Four
Forty-Five
Forty-Six
Forty-Seven
Forty-Eight
Forty-Nine
Fifty
Fifty-One
Fifty-Two
Fifty-Three
Fifty-Four
Fifty-Five
Fifty-Six
Fifty-Seven
Fifty-Eight
Fifty-Nine
Sixty
Sixty-One
Sixty-Two
Sixty-Three
Sixty-Four
Sixty-Five
Sixty-Six
Sixty-Seven
Sixty-Eight
Sixty-Nine
Seventy
Seventy-One
Seventy-Two
Seventy-Three
Seventy-Four
Seventy-Four
Seventy-Five
Seventy-Seven
Seventy-Eight
Seventy-Nine
Eighty
Eigthy-One
Eighty-Two
Eighty-Three
Eighty-Four
Eigthy-Five
Eighty-Six
Eighty-Seven
Eighty-Eight
Eighty-Nine
Ninety
Ninety-One
Ninety-Two
Ninety-Three
Ninety-Four
Ninety-Five
Ninety-Six
Ninety-Seven
Ninety-Eight
Ninety-Nine
One-Hundred
Act-One
Act-Two
Act-Three
Rain
Fin
End
Thank - you & Gracias

One

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By JelenaRomu66

Este capítulo contiene escenas de abuso. Por favor lea con precaución.

---

-¿Siempre me tendrás, trato?.-

---

Sus ojos se pusieron en blanco al ver al chico de cabello castaño que sostenía frente a ella. -No me tientes, Theodore. -sonrió mientras él se acercaba. Frunció el ceño tupido y una sonrisa asomó a sus labios.

-¿O qué, Amelie?. -Resopló. -¿Me maldecirás si lo hago?.-

Hermione lo empujó lejos de Amelie mientras la risa escapó de su garganta. -Relájate, Granger. -atrapó una parte de sus pasos, sus manos se estiraron en el aire para rendirse.

-¿No sabes lo que es una broma? No tienes que ser tan tensa todo el tiempo. -Ambas Amelie y Hermione pusieron los ojos en blanco ante el chico sonriente frente a ellas.

-Es gracioso, Nott. -se burló Hermione, sus libros firmemente abrazados contra su pecho. -Ya no pensarás que es gracioso cuando sea yo quien te hechice.-

Sus palabras se ganaron una risa al caer de los labios de Amelie mientras Theodore se rascaba la parte posterior de la cabeza en teoría: las dos chicas siempre jugaban con él, y a él le encantaba.

Siempre apreciaba el poder de hacer felices a las personas que lo rodeaban.

Theo gruñó algo entre dientes mientras le lanzaba a Hermione una mirada furiosa, y ella le devolvía una sonrisa orgullosa. Sus ojos recorrieron el concurrido pasillo hasta que se dieron cuenta de algo, algo que hizo que la expresión divertida de su rostro se desvaneciera. Sus hombros se hundieron

-Hermione, ¿qué estás...?. -Amelie se levantó, preocupada por su amiga. Estaba a punto de darse la vuelta cuando su mano tocó su hombro.

Su corazón se detuvo.

Amelie ni siquiera tuvo que mirar al chico que estaba detrás de ella para entender quién era.

La mano grande en su hombro tenso se apretó. -De pie están demasiado cerca, ¿verdad, Nott?. -Sus palabras rasgaron sus oídos mientras ella se paraba en el tiempo. Ella no se atrevió a moverse.

Sus ojos coincidían con los de Theodore, mirando aterrorizada a su mejor amigo mientras una vez más se rascaba la nuca.

-Cálmate, amigo. Es solo una conversación, ¿no es así, señoras?. -Intentó ser gracioso, pero Amelie no pudo encontrar ningún placer en sus palabras. Estaba demasiado asustada, casi temblando cuando la mano en su hombro tiró de su espalda.

-Amelie tiene que estar en algún lugar. -Su voz se mantuvo oscura, cruel mientras continuaba alejándola de sus amigos.

Sintió la sensación de ahogamiento masticando sus huesos mientras él la arrastraba por el pasillo, de una manera que siempre hacía cuando tenía la mente puesta: lejos de todo y de todos.

Amelie sabía lo que le iba a pasar. Ella sostenía la verdad de lo que estaba a punto de hacer, algo que había hecho tantas veces antes, y todo lo que deseaba mientras hundía las puntas de los dedos más profundamente en la piel de su brazo.

Era que esto terminara.

Ella sufrió su oxígeno cuando la empujó a un armario al final del pasillo. Le gustó este gabinete. Estaba alejado de las aulas y de la parte de los pasillos donde los estudiantes solían pasar su tiempo.

Levantó su varita hacia la puerta de madera, murmurando. -Muffliato. -en voz baja antes de darse la vuelta para mirarla.

-Ni un sonido, cariño.-

Ella no tuvo fuerzas para mirarlo. No se atrevió a hacerlo, consciente de lo mucho peor que podían ponerse las cosas.

Él la miró con maldad, como siempre lo hacía antes de que el dolor fuera bienvenido. El pliegue entre sus cejas expuso su pesadilla más grave porque ella lo había visto, lo había sentido tantas veces antes.

-Adrian, por favor. -suplicó Amelie, el tono de su voz se rompió en desesperación. -No estaba haciendo nada.-

Sus ojos suplicaron los de él en la completa necesidad de misericordia, pero en vano. Su puño acurrucado chocó bruscamente con la jaula de su pecho, y el viento en sus pulmones no la alcanzó por completo.

Amelie cayó de rodillas cuando él gritó. -Levántate.-

Sus ojos brillaron con violencia, su voz escupió con malicia, más que listo para herirla de nuevo.

-Dije levántate.-

Pero Amelie no podía moverse. El golpe que le otorgó golpeó muy cerca de donde recibió uno anoche, y el dolor que le trajo fue insoportable.

Después de años de abuso, podría pensar que ya no dolería. Que sería más fácil, que el dolor y la constante inquietud de tu mente sentirían un poquito de paz, pero no fue así.

No fue más fácil. Eso no era una ilusión porque cada vez que él ponía las manos sobre ella, le dolía aún más.

Adrian estaba cerca de perder los estribos por su desobediencia. El rubor de sangre corriendo por sus venas la miraba furiosa, sin obedecerle levantándose de nuevo.

Una curva divertida y diabólica apareció en su labio superior mientras miraba fijamente su figura débil y temblorosa. -Como quieras entonces. -Él sonrió con puro despecho goteando de su lengua antes de que la parte delantera de su zapato le pateara el estómago.

El acto vil hizo que un grito huyera de sus labios, una lágrima rodó por su mejilla drenada mientras las ráfagas de dolor desolador rasgaban sus vasos sanguíneos.

-Adrian. -Ella suplicó. -Yo no lo hice. No hice nada.-

Amelie casi se ahoga con el sabor de su propia sangre. -Por favor...-

Ignoró las palabras pronunciadas como solía hacer. Él la miró de nuevo, disfrutando de la vista de ella rompiéndose con las puntas de sus dedos.

La maldad de su mente se arremolinó cuando la agarró por su garganta, entrecerrando sus pecadores ojos verdes en los de ella. -Sabes que no debes desobedecerme.-

-Y sabes que es mejor no estar tan cerca de Nott.-

Sus pestañas lucharon contra las lágrimas que sentía venir, el líquido salado se derramó por su mejilla mientras él la agarraba, en un áspero agarre de su mandíbula Adrian la empujó hacia atrás, justo contra la pared cubierta de ladrillos detrás de ella,

-No vales nada, y eres consciente de eso, ¿no es así, Amelie?.-

Su columna vertebral golpeó pesadamente con la piedra cuando un gemido salió de su garganta, y lentamente se deslizó por la pared, llevando las rodillas hasta el pecho, como siempre hacía.

En esta posición, con las rodillas pegadas al pecho y los brazos apretados alrededor de ellas, se sentía segura, pequeña. Sentía como si él no la lastimaría si se hiciera invisible, diminuta.

Ella asintió con la cabeza, aceptando cómo la había llamado, incluso si no lo entendió.

La visión de Amelie estaba mareada por las lágrimas, su mente se nubló cuando él se acercó un paso, arrodillándose a su lado. -Quiero que lo digas, Amelie. Quiero que me digas lo inútil que eres.-

La cabeza de Adrian se inclinó para burlarse de su figura temblorosa. -Dilo...-

-Yo soy... -Una tos la cortó cuando él puso los ojos en blanco ante su debilidad,

-Bueno, continúa, continúa. -Él le escupió con entusiasmo, una vez más agarrando su barbilla para acercar su rostro al suyo. -Dilo.-

Sus ojos miraron ferozmente a los de ella, sus mandíbulas apretadas.

-No valgo nada. -aclaró Amelie, su respiración entrecortada mientras sus huesos se desmoronaban de dolor.

Y con eso, el severo agarre de su barbilla se aflojó. La mirada cruel se suavizó mientras la miraba profundamente a los ojos.

-Verás, amor. -Él sostuvo, acariciando con el lomo de la mano su mejilla manchada de lágrimas. -Eso no fue tan difícil, ¿verdad?.-

Amelie soltó un suspiro tembloroso mientras su pulgar acariciaba el líquido salado de su piel. -Te amo, lo sabes. -susurró, colocando un suave beso en su frente.

Las palabras pronunciadas hicieron que su interior se retorciera, su sangre se heló mientras forzaba una sonrisa a través de la tortura. -Lo sé. Yo también te amo.-

Adrian le disparó un leve asentimiento, colocando un rizo detrás de su oreja. -¿Entiendes por qué tuve que traerte aquí? ¿Por qué tuve que hacer esto?. -Le preguntó.

-Sí. -Ella mantuvo una sonrisa valiente en sus labios. -Entiendo.-

Y ella lo hizo. Ella entendió por qué hizo esto. Ella lo había maltratado. Ella había ido en contra de todo lo que él le había enseñado.

Su visión se aclaró cuando se obligó a levantarse del suelo. -Ve a limpiarte. No quiero que te veas así en la cena.-

Hizo un gesto hacia su cuerpo entumecido mientras ella sonreía, limpiando valientemente el goteo de sangre que caía de su labio inferior.

-Por supuesto. -Amelie contuvo el aliento, dando un paso tembloroso a su lado, y mientras lo hacía, él la agarró bruscamente por el cuello.

-Déjame ser claro, amor. Si vuelves a mirar a Nott ... -La respiración de Adrian abanicó su hombro mientras su agarre se endurecía.

-Bueno, ya sabes lo que pasa si no haces lo que te digo.-

---

Se deslizó hasta su asiento junto a Adrian, enviándole una dulce sonrisa para ocultar el hecho de que había estado llorando toda la tarde.

Amelie siempre se arrastraba por el piso de baldosas de su baño, sintiendo el agua caliente de los chorros de la ducha elevándose sobre su piel magullada después del castigo de Adrian.

Su cuerpo estaba cubierto de ellos. Contusiones, marcas, cortes, pero no podía encontrar la fuerza para odiar al chico que constantemente la torturaba.

Amaba a Adrian, al menos eso era lo que él siempre le decía. Que él la ama y que ella lo ama a él. Que están hechos el uno para el otro, y que la vida que ella estaba viviendo era como tenía que ser.

Ella tiene que amarlo. Ella había prometido hacerlo. Había hecho un voto de casarse algún día con el chico desalmado, y si alguna vez rompía esa promesa, moriría dentro de las consecuencias.

Amelie miró a su amante. -Te extrañé. -Él le sonrió y le dio un beso en la mejilla antes de estirarse hacia atrás.

-Yo también te extrañé. -Ella le devolvió el saludo, casi haciendo una mueca de dolor por la mano que él puso en su muslo. Le dio un ligero apretón debajo de la mesa mientras la miraba cálidamente a los ojos.

Theodore aclaró su garganta para llamar la atención mientras se estiraba sobre la mesa. -¿Escuchaste sobre Malfoy?. -Su voz sonó baja. -La fecha está fijada.-

Las cejas de Amelie se fruncieron. Su rostro adoptó una mueca confusa. -¿Qué fecha? Para...-

Los dos chicos resoplaron ante su pregunta, poniendo los ojos en blanco. -Cállate, ¿quieres? No queremos que todo el salón escuche sobre ... -Theo dice en silencio. -Sobre, ya sabes, la marca.-

Amelie asintió, estirando su columna, para no darle a su mejor amigo más afecto del necesario. Tenía miedo de su novio y de lo que le haría si lo hacía.

Las palabras que Adrian le había dicho antes de que fueran a cenar marcaron severamente en su mente. -Déjame ser claro, amor, si vuelves a mirar a Nott, estás muerta.-

-Bueno ... -Suspiró Adrian. -No eres más que una cara bonita, ¿no es así, amor? Nunca encajaste bien en Ravenclaw.-

Las palabras de Adrian la lastimaron mientras tragaba saliva en un intento de ignorar la cruel declaración.

-Pero sí, Nott. He oído. Lástima que Malfoy tenga el hábito de ser impaciente. -Adrian continuó, rodando su lengua en el interior de su boca. -Ser codicioso no es una buena apariencia para un hombre.-

Theodore apretó los labios en una línea firme, lanzándole una mirada molesta. -No digas eso en voz alta, Pucey. Es de Malfoy de quien estás hablando. -Se reclinó en su silla, nerviosamente remolcando la madera raída de la mesa.

-Sólo un tonto le tendría miedo a Malfoy. Ni siquiera estoy seguro de que se las arregle para convertirse en uno. -se burló Adrian con los dientes apretados, su mano alrededor del muslo de Amelie se tensó mientras la otra pasaba por su cabello.

No había ningún secreto en lo mucho que Adrian y Draco se odiaban, todo siempre había sido una batalla entre los dos rivales, un juego interminable por el trono como el Mortífago más poderoso.

Su mano se posó sobre la de él, acariciando tiernamente su espina dorsal en un esfuerzo por calmarlo; estaba aterrorizada de que él estuviera al borde de perder los estribos.

-Adrian. -Ella suplicó. -Mírame.-

Hizo lo que ella le pidió, sus ojos verdes se entrecerraron en los de ella. -¿Debería dormir en tu habitación esta noche?.-

-¿Por qué? ¿Planeabas dormir en otro lugar?. -Su voz se hizo más profunda mientras tomaba su mano, aplastándola en su agarre. -¿Lo hiciste?. -

Amelie sonrió con valentía ante sus palabras, tratando de quitarle la mano de la de ella antes de que él tuviera el poder de aplastarla por completo. -Adrian, por supuesto que no.-

Ella gimió, sintiendo como sus huesos se derrumbaron en su agarre. -Adrian, por favor, déjame ir.-

Él resopló mientras el dolor recorría sus venas. Su rostro se transformó en una mueca de dolor antes de que se las arreglara para retirar la mano. Ella escondió su mano magullada debajo de la mesa, para que su mejor amigo no viera lo que le había estado haciendo.

Amelie quería llorar. Trató de hablar en contra del chico que constantemente la lastimaba tanto, para decir libremente lo que pensaba, pero no pudo. Ella era esclava de su abuso.

-Maldita desgracia. -murmuró Adrian entre dientes, y una vez más se tragó las palabras que le había dicho. Se agarró los dedos doloridos, esforzándose por no dejar que sus ojos encharcados le fallaran.

Ella estaba avergonzada. Estaba avergonzada de lo que le había hecho.

Su vista se arrastró sobre la mesa, evitando cada par de ojos que sentía ardiendo en ella, y justo cuando estaba a punto de forzar su silla hacia atrás, para salir de la situación en la que se encontraba, se estremeció.

Sintió el pie de Theodore empujar el de ella debajo de la mesa, haciendo que sus ojos se clavaran en los de él; le lanzó a Adrian una mirada rápida, solo para ver que ya no les estaba prestando atención. Aprovechó la oportunidad pronunciando las palabras, encuéntrame afuera, y con eso, se levantó de su asiento, marchando hacia el Gran Salón.

La mirada de Amelie se ensanchó por la vacilación, no queriendo enfadar a su novio. Aún así, podría usar la compañía de Theo en este momento.

Ella podría usar la seguridad que sabía que él le traería. Siempre era él quien la consolaba en momentos de necesidad. Por eso siguió adelante, por eso no se rindió a su mente atribulada, porque necesitaba a su mejor amigo y sabía que él también la necesitaba a ella.

Un aliento inestable escapó de sus labios cuando su cuello se rompió contra el de Adrian. -Vuelvo enseguida. -Habló en voz baja antes de levantarse de su asiento. Ignoró sus palabras, incluso cuando ella sabía que las había captado.

Amelie salió rápidamente del Gran Comedor. Se detuvo justo afuera de las puertas mientras miraba a su alrededor, buscando a Theodore,

-Aquí ... -susurró Theo, chasqueando los dedos para llamar su atención.

Él estaba escondido en un rincón, agitando su mano hacia ella. -Ven conmigo.-

Caminó tras él mientras él desaparecía en un pasillo desierto. Su mano agarró la de ella para abrazarla.

-No hagas eso, Theodore. -Ella se calló, enterrando la cabeza en su pecho. -No me pidas que te siga así. Me asustaste.-

Una risa salió de sus labios mientras la miraba. -Ese es el punto, Amelie. -dijo entre dientes, empujándola juguetonamente hacia un lado.

Ella frunció el ceño, mirando su rostro las gruesas capas de cabello castaño caían desordenadamente sobre su frente mientras él arqueaba una ceja, notando que algo andaba mal con ella.

-Amelie, ¿estás bien?. -Le preguntó Theodore, arqueando la cabeza para verla correctamente.

Se interrumpió, sabiendo hasta qué punto esa pregunta podía desencadenar algo dentro de ella. En cambio, colocó una mano gentil en su mejilla. Su pulgar acarició su suave piel.

No podía formar una palabra. Sus ojos se apartaron de los de él, no queriendo derrumbarse frente a su amiga. Se quedó allí, reuniendo la fuerza que sabía que necesitaría para contarle lo que acababa de pasar con Adrian.

Que la lastimó en silencio, a escasos centímetros de él.

Sabía que tenía que decírselo, porque mentirle a Theodore no era algo con lo que se sintiera cómoda.

Theo era consciente de la maldita relación que tenía con Adrian. Lo sabía todo, y la cantidad de veces que había intentado detenerlo era incontable. Quería ayudarla. Trató de poner fin a su miseria, pero ella se negó a dejarlo.

Cada vez que buscaba convencerla de que se fuera, para salvarla del diablo mismo, ella lo rechazaba. Todo esto, ella y Adrian eran mucho más, y simplemente marcharse no era una opción para ella.

Su padre le había prometido la mano a los Pucey a una edad tan temprana, y con un voto como ese, no había nada que hacer.

Los ojos de Amelie nivelaron los suyos, enviándole una dulce sonrisa antes de que su mano se extendiera entre ellos.

-Él ... -Se atragantó con su propia saliva,

-Él hizo...-

-Mhm. -Theodore tarareó, tomando suavemente su mano en la suya. -Puedo ver eso. Si me dejas ...-

Su otra mano se metió en el bolsillo mientras sus dedos agarraban su varita. -Aquí.-

La levantó, murmurando algo entre dientes, y la luz brillante de la magia curativa que usó atrapó el aire en sus pulmones.

El dolor que sentía latir lentamente se fue desvaneciendo y fue como si pudiera respirar de nuevo.

Se apartó, sonriendo tímidamente para sí mismo. -Ahí tienes.-

Fue algo extraordinario: Theodore y su ojo para la curación. Era bastante bueno en eso y le encantaba ayudar a las personas que se encontraban en necesidad.

-Gracias. -Amelie sonrió, acercando un pie a su amigo mientras su cabeza caía sobre su hombro. La abrazó con fuerza durante minutos, y ambos se sintieron un poco menos rotos por eso.

-Tengo miedo, Amelie. -le susurró en el pelo. -No sé cómo hacer esto, nada de esto. Sé que es solo una marca, pero ...-

Podía sentir su cuerpo tensarse mientras el aroma relajante de la miel llenaba sus sentidos; eso era algo que ella siempre amó de él, que olía a miel.

-Pero no sabía si yo ...-

-Lo sé. -Ella susurró de vuelta, sus brazos se aferraron a él. -Yo también lo estoy, pero nos tenemos el uno al otro, ¿de acuerdo? No voy a dejar que pases por esto solo. -Ella lo animó,

-¿Siempre me tendrás, trato?.-

Podía sentir que su corazón se rompía un poco, él no se merecía esto. No hizo nada para merecer nada de esto. Era puro, amable, gentil. Theodore era la mejor persona que conocía y, aun así, estaba condenado a la vida que su familia había elegido para él.

Estaba destinado a ser un Mortífago.

Theodore asintió, todavía manteniéndola cerca. -Trato.-

El sonido de pasos ásperos resonó en el pasillo, haciendo que ambos se separaran rápidamente. Sus cuellos notaron al rubio Slytherin caminar más cerca, con una cruel sonrisa arqueada en sus labios.

-Bueno bueno bueno. Acojinándose el uno al otro de nuevo, ¿verdad?. -Draco se rió, entrecerrando sus ojos grises en los de ella. -Dime, Avery. ¿Qué pensaría Adrian si se enterara de esto?.-

Prácticamente podía sentir sus venas heladas. Su respiración se entrecortó cuando se sintió pequeña por su enorme altura.

Esto no era algo raro para ella, estar atrapada en la conquista de los dos rivales de Slytherin.

-Tranquilo, amigo. -Theodore rompió el silencio cuando se paró frente a ella, protegiéndola del rubio.

-No hay necesidad de ser grosero, Malfoy.-

Sus ojos se posaron sobre la espalda cubierta por el traje de Theodore antes de golpear el suelo. Deseaba que el suelo se la tragara por completo; estaba aterrorizada de que Adrian se enterara de todo esto.

Draco dejó escapar otra risa, alcanzando un paso más cerca de ella mientras sus ojos la miraban, y mientras lo hacían, observaron su mano hinchada, todavía magullada,

-Esa es una ruptura desagradable la que tienes allí. -murmuró Draco, agarrando su muñeca con un movimiento repentino. -Asegúrate de cuidarlo, ¿quieres?.-

El labio inferior de Amelie se mordió entre los dientes mientras inclinaba la cabeza. Dejó caer su mano de la suya, mirando a los dos amigos hacia abajo antes de levantar la barbilla, continuando su caminata por el pasillo, dejando a Amelie y Theodore dubitativos atrás.

---

Amelie caminó por las mazmorras de Slytherin, orgullosa de sí misma por haber llegado por una vez a tiempo para ver a su novio.

Incluso si ella era una Ravenclaw y brillante en eso , ella nunca pudo hacer un seguimiento del tiempo. Era uno de sus defectos más importantes, como solía decir su madre.

Sus nudillos chocaron con la puerta, una y otra vez, esperando pacientemente a que su amado la abriera, pero nada. Ni un sonido desde el interior de su habitación, y eso la hizo dudar, sospechar.

La mano de Amelie se metió en su bolsillo antes de sacar su varita, susurrando. -Alohomora.-

Y en el instante en que la puerta se abrió con un clic, sus ojos se juntaron.

Observó a Adrian, desnudo, encima de Pansy.

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