Narrador omnisciente.
Moa se sentía como el Tío Iroh, de Avatar, cuando regresaba al lugar de su peor desgracia militar ¡Como turista!
La morena no sabía clasificar bien sus emociones pues tenía demasiados sentimientos encontrados desde la última vez en la que estuvo ahí, todavía recordaba con tanto dolor como es que Tom hizo añicos su corazón que se consumió en ira al ver que Jade le pagaba de esa manera a su rubio ¡Ella por muchos años deseó tener el amor de Felton, y Gordon, desperdiciandolo! Tal vez era una egoísta con ese pensamiento pero en verdad, cada que su mente le recordaba el momento exacto de aquella mujer entrando en brazos de otro hombre le ponía tan rabiosa, claro que esa ira no duraba demasiaso cuando era golpeada por la realidad de las crudas palabras de Tom.
En cuanto salió de la casa de aquel rubio recuerda haber dejado que su llanto nublara su visión sin dejar de caminar por toda la acera tratando de no hacer ruido y no bajar la cabeza, y diría orgullosamente que lo hubiese logrado si tan solo Robert no la hubiese detenido y la hubiese rodeado entre sus llantos porque eso fue lo que bastó para rompiera en lágrimas que trataba de mantener en discreción pero tal era el dolor que su voz dejaba escapar con tanto sufrimiento en forma de sollozos.
Ella era consciente de que sí, familia de sangre no tenía pero siempre, cada mañana, se trataba de convencer de que en realidad no estaba sola, que Daniel estaba ahí, su hermano, que Erin y Robert también estaba ahí para ella, y aunque no quisiera admitirlo, Tom era lo que ella llamaba familia.
— Tiene razón.—Repitió aquella mujer que se aferraba salvajemente a la camisa del britanico.— Tal vez siempre debí quedarme detrás de la cámara, nunca debí haber estado con mi madre ese día ni los que le siguieron.
Robert quien aprensaba entre sus brazos con tanto recelo y protección a la chica negó con un sonido que poco a poco iba siendo más notorio por encima de las sollozos de la chica.— No, no digas eso, lo mejor que pudiste hacer es haber estado ahí.
La morena negó sumiendose en ese silencioso llanto sofocante, sentía una infernal presión en su pecho que la consumía, su garganta podía ser comparada como si la estuvieran degollando exageradamente pero esos dolores punzantes la mataban.— Siempre debí quedarme callada...
— No, nunca debiste hacerlo ¿A quién le importa lo que él diga? Es un imbécil.—Chistó Pattinson con desespero.
— A mí, a mí —Se alejó del chico para señalarse con el dedo índice de su diestra mientras golpeaba su pecho con tanta furia.— A mí me importa lo que él diga, Robert yo lo amo... Siempre lo amé, y yo haría lo que fuera por él.. ¿Qué es lo que quiere de mí? Quiere que este lejos... —La furia de su voz se convirtió en tristeza pura cosa que la hizo reír al final, sin gracia, irónica.— Siempre lo he amado...
— Como yo a ti...—Susurró Pattinson, eso hizo que la chica cayera en cuenta de las cosas, llorando frente al hombre con el que "intentaba algo"
— Que patética soy... Tú no deberías soportar esto, realmente mereces algo mejor, estamos intentando algo y vengo y lloro frente a ti por mi amor no correspondido.
Robert con calma, tratando de darle la mejor de sus sonrisas, extendió sus manos al rostro de la chica para acariciarlo. Es verdad que a aquel varón le dolía ver que ella lloraba e independientemente a que no le gustaba que lo hiciera, también le dolía que ella amara a Tom.— Te amo, solo déjame amarte, solo eso te pido... No me importa si tú no lo haces, solo dejame amarte...
Había abandona la ciudad tan pronto llegó a casa durmiendo los primeros días después del percance junto a Daniel siendo consentida por los tres, Daniel, Erin y Robert, se encargó de no volver a su casa, desactivó todas sus cuentas en sus redes sociales y conforme pasaban los meses, canceló su número de celular, no quería saber nada de Tom.
Él le pidió algo, y ella cumpliría.
Habían pasado tantas cosas...
Y algunas otras no cambiaban.
Una suave voz la sacó de su embriagadora marea de pensamientos, su mirada marrón volvió a esos ojos azules que habían sido los primeros que veía al levantarse de la cama. Regaló una sonrisa tan pequeña no muy convencida, estar en esa ciudad la hacía sentir tan mal y Robert lo sabía pero también sabía que no pasaría toda la vida ocultándose.
— ¿Por cuánto tiempo estaremos aquí? —Preguntó la morena con un rostro que trataba de disimular su aflicción.
— Después de la boda, estaremos en mi casa hasta que nos vuelvan a llamar. —Respondió Pattinson dándole el mejor intento de llamada.— Hay que descansar, mañana tenemos que alistarnos para la boda.
— Última vez que venimos un día antes de los eventos. —Amenazó la morena dejando escapar una risa.— La espalda me mata...
— Al menos ya no te duermes como antes.
— Pues obvio no tonto, me duermo y se me cae la criatura. —Burló con obviedad, su mirada bajó a la pequeña bebé que tenía entre sus brazos.
— Sigo diciendo que debimos dejarla con mi madre, son sus abuelos después de todo.—Dijo Robert con simpleza mirando al pequeño ser de tres meses en brazos de la mujer que amaba.— Todavía estamos a tiempo, así podemos descansar.
— No Robert, es nuestra responsabilidad... Además tus padres no están ya para estos trotes.
— Ush. —Chistó con fastidio aquel británico de ojos azules que hizo que la morena le diera una palmada en son de broma.
Ambos adultos bajaron del auto, siendo Robert el primero para ayudar a salir con cuidado a la morena que en brazos cargaba al bebé, se habían detenido a medio camino por las calles transitadas solamente para comer algo pues el hambre de la mujer se intensificaba, así mismo aprovecharían para despejarse.
Se habían detenido en un lugar que ella conocía, en el malecón, a unos cuantos locales de la cafetería con la cuando la chica estuvo alguna vez con Tom.
— No ha cambiado demasiado. —Dijo Moa quien arrullaba al bebé, era una nena de tres meses que veía a su al rededor con esos grandes curiosos ojos azules heredados de los Pattinson.
— Tampoco es como que todo cambiese en casi dos años. —Respondió Robert quien se había encargado de bajar el portabebé y pañalera para dejarlo a un lado de la morena quien pronto dejó a la bebé ahí, para darse a la tarea de darle de comer.
Sin saberlo, fueron objetivo de muchas fotos pues después de todo, no había sido tan común ver a Robert en esa "faceta" de padre ¡Y menos cuando revelaba casi nada de lo que en verdad se trataba todo! Al británico se le veía tan maravillado cargando de esa bebé que sin duda, había recibido el título de primogénita.
El día pasó, y tan pronto como pasó, en un hermoso lugar al aire libre y rodeado por una fantástica flora natural en un club de golf, se llevaba a cabo la ceremonia de nupcias entre Oliver y Katy.
Todos estaban ahí sin excepción alguna.
La ceremonia había sido demasiado sencilla apesar de tener mucha gente en esta, justo ahora, esperando el banquete que se ofrecería la mayoría de los invitados se había dividido entre los conocidos. Un grupo de amigos platicaba por aquí, y otro por allá.
Tom, portando de un elegante traje, había sido acompañado de Emma quien durante toda la ceremonia estuve ligeramente nerviosa y ansiosa. Felton no había prestado demasiada atención de quienes estaban en la boda, solo se había centrado en su amigo que estaba de pie frente al altar, un lugar en el que le gustaría estar junto a esa mujer aue amaba.
— Ya vuelvo, aguarda. —Susurró Emma antes de desplazarse entre las personas para llegar a un punto que había llamado su atención.
El rubio siguió su conversación con James y Bonnie, de no ser que pasados los minutos calló tan de repente al percibir en la lejanía una risa y voz que había dejado de escuchar y que tan ansiosamente quería que nunca volviera a por esa abstinencia.
— ¿Que pasa? —Preguntó Bonnie con duda, Tom había detenido su habla para volver su mirada a todo su al rededor siendo tan cauteloso con cada persona, sintienso como un nervio sismos lo invadía inmensamente cuando divisó a alguien.
Robert reía negando con la cabeza tan suavemente.
— ¿Ese es Pattinson?—Preguntó aquel rubio.
James miró en dirección a donde estaba la mirada de aquel hombre ensanchando una sonrisa suave.— Sí, es él.
— No sabía que vendría...
— Oh, sí, vinieron justo ayer tal parece.
Su corazón latía a tal punto se pensar que sufriría de taquicardia ¿Vinieron? ¿Se refería a lo que él creía que que se refería?
— ¡Robert, Moa! —Llamó el menor de los Phelps pasando por un costado de aquel rubio para acercarse a aquellos que estaban en compañía de Daniel, Erin, Emma, Evanna y Matthew.
Moa.
Su Moa había vuelto.
¡Esa era la oportunidad!
Una sonrisa ancha se dejó ver en su rostro, hacia tanto que no sonreía con emoción pura que había olvidado lo adolorido que era sentir sus mejillas entumecidas.
— ¿Por qué nadie me dijo? —Preguntó a Bonnie quién se había quedado con él, la pelirroja posó una mano en su espalda de forma reconfortante.
— Nadie quería que Moa sufriera de nuevo, Tom...
Esa palabras pesaron en él.
Y terminaron de hacerlo sentir miserable cuando notó que Moa cargaba una bebé entre sus brazos con unos cuantos rasgos a Pattinson.
Deseaba que no fuera verdad lo que su mente ya pensaba.