Mago Universal: Encrucijada t...

By EscuadrondeHeroes

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Un mal antiguo amenaza con destruir el tiempo y la realidad misma. Mago y Madame Universal son los únicos que... More

Mago Universal: Encrucijada temporal
Booktrailer
El ascenso del héroe
1. Cripto, el Vampiro Destripador
2. Las Hermanas Slytherin (Parte I)
2. Las Hermanas Slytherin (Parte II)
3. Lobizona (Parte I)
3. Lobizona (Parte II)
4. Xarkaxamum
5. Gigantes de Niflheim (Parte I)
5. Gigantes de Niflheim (Parte II)
6. Los llaneros magníficos (Parte I)
6. Los llaneros magníficos (Parte II)
7. Universales de presa
8. Fuera de tiempo
9. Guerra Gorqok
10. Dicotomía Universal
11. Yersinia sinistra pestilenza
12. Universales vs. Zombis
13. Bobbly el duende
14. El monstruo de sombras
15. La Biblia de la Oscuridad
16. Krimson Hill 2065
17. El fuego de la libertad (Parte 1)
17. El fuego de la libertad (Parte 2)
18. La encrucijada de Bobbly
19. Luz en la oscuridad
20. En el principio
21. Lord Máximo
22. In nomine Patris
23. Cacería profana
25. El asedio a K'un Dai (Parte I)
25. El asedio a K'un Dai (Parte II)
26. Redención
27. Asalto inesperado
28. El Refugio
29. Tiempo roto
30. Batalla por el Tiempo
Epílogo
Escena post-créditos
Galería de arte

24. Contra el tiempo

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By EscuadrondeHeroes

Bogotá, 2019.

El frío del exterior envolvió al par de mujeres que avanzaron por la solitaria calle de la capital. Se ganaron la mirada de una pareja que pasó junto a ellos, su apariencia extranjera exponía a gritos que no pertenecían allí.

Continuaron en su camino hasta detenerse en la parte trasera de una fachada propia de un estilo gótico inglés, resaltaba entre las demás por los candelabros en la pared y su distintivo cartel grabado en el que se leía: «Madame Jerom».

Se sonrieron entre sí antes de ingresar.

Estaba vacío, pero las refrescaba con un poderoso aire de familiaridad. Cortinas oscuras, candelabros, plantas y velas repartidas por doquier, era como estar al interior de una mansión casi atrapada en el pasado.

El lugar, más allá de sus artilugios antiguos, se sentía vivo. Podían respirar la magia en él.

Inspeccionaron las barajas de naipes y la bola de cristal sobre la mesa, cuando el sonido de una campanilla las alertó de la presencia de alguien más.

—¿Olvidaron algo, queridas? —Escucharon una voz provenir del pasillo.

Se giraron hacia allí, encontrándose con la sonrisa curiosa de una mujer adulta que aparentaba al menos unos cuarenta años; batía sus caderas de un lado a otro con su largo vestido negro victoriano. El corset resaltaba su busto y su cabello rubio se encontraba peinado y amarrado pulcramente sobre su cabeza.

—Oh, disculpen. Creí que eran otras personas. ¿Puedo ayudarlas en algo, respetables damas? —preguntó con una sonrisa escaneadora. Por poco, las mujeres vestían muy similar a ella—. Lo que sea por quienes valoran tan bien la tradición y el buen gusto.

La hermana rubia se mantuvo en silencio. Con su mirada, esperó a que fuera su acompañante quien diera la respuesta.

—Buscamos a aquella mujer cuyo poder puede invocar a los muertos —respondió la pelirroja—. Se dice que en todo el país no hay otra bruja como ella.

—Adara Jerom, encantada —saludó con un suntuoso y delicado movimiento de mano—. ¿Qué puedo hacer por ustedes?

—Mi hermana... perdió a un amigo cercano. Su nombre era...

—¡Nicholas! Nicholas Heywood —interrumpió, divertida, a lo que recibió un ligero codazo.

—Sir Nicholas atesoraba una gran fortuna que se ha perdido con el tiempo —intentó remediar—. Quisiéramos hablar con él y conocer la ubicación del erario.

—Ah, fortunas ocultas, el pan de cada día. —Sonrió—. Por supuesto, aunque... —Levantó una de sus cejas, glamurosa—, ustedes entenderán que los servicios de una bruja de mi prestigio son únicos en su clase, por tanto el pago es por adelantado. Una nunca sabe qué pueda suceder tras la invocación, o qué tan... turbulenta se torne la situación.

—Oh, querida, seguramente se tornará muy turbulenta, créame. —Sonrió con malicia.

Adara percibió en ese instante el aumento de una aplastante energía negativa en la habitación, pero se mantuvo serena ante sus inesperadas invitadas, con sus manos una sobre la otra en su vestido.

—El señor Heywood era un hombre misterioso. Su pasado fue... oscuro y canino —dijo la otra mujer, riendo por lo bajo al recordarlo.

Adara las vio con confusión. Serpentina le lanzó a Cascabelea una mirada asesina.

—Entonces, Madame Jerom —retomó Serpentina—. ¿De cuánto es la suma por sus servicios?

Adara respiró profundo. Acababa de notar una sombra que bloqueaba las escaleras, otra estaba convencida de que se encontraba en la entrada a la casa.

—Basta de juegos. ¿Quiénes son ustedes y qué es lo quieren? —demandó con firmeza, retrocediendo unos cuantos pasos.

—Contratar sus servicios, por supuesto.

Con una sonrisa maliciosa, Serpentina atacó con un feroz rayo de energía verde. La potencia de la magia se reflejó en los ojos de Adara como el peor de los presagios.

Las hermanas Slytherin sonreían en una anticipada victoria, pero, para su sorpresa, Adara permaneció inamovible. Cuando el rayo estuvo cerca, lo mantuvo suspendido en el aire con tan solo extender su mano.

—Cómo es esto posible —cuestionó Cascabelea—. Se suponía que no tenías poderes.

Adara ladeó una sonrisa. Su mano temblaba, aún reteniendo el rayo de su inminente curso.

—Mi hijo es Mago Universal, siempre está un paso por delante —presumió en un gesto desafiante—. ¿De verdad creyeron que no se tomaría las medidas necesarias para mantener protegida a su madre? Aquí les enseño una lección: nunca se metan con una Jerom.

Adara bofeteó el aire con su mano libre. El rayo cambió su curso por completo, aventando a Cascabelea Slytherin contra los muebles.

Gobernada por el asombro, Serpentina intentó atacar de nuevo, pero Adara Jerom fue más rápida; extendió su mano hacia la bruja, y uno de sus candelabros salió disparado contra ella y la golpeó en la cabeza.

Adara levantó un poco su vestido y huyó tan rápido como pudo en dirección a la puerta. Para su desdicha, la sombra que había sentido avanzó en el umbral, revelándose como Cripto.

Retrocedió con terror ante las cicatrices y la piel pálida de la criatura de la noche, hasta que chocó de espaldas contra la mesa oval que obstaculizaba su paso.

—¿Qué sucede, madame? Pareciera que hubiera visto un vampiro.

Cripto mostró sus feroces colmillos antes de lanzarse contra ella.

Sarotpac satnalp —conjuró, cruzando sus brazos en equis.

Las hojas de las materas decorativas se prolongaron como tentáculos y sujetaron a Cripto antes de que la alcanzara.

En camino a la salida delantera, no les dio oportunidad a las Slytherin de levantarse, Adara las encerró en una barrera y continuó su recorrido, esa vez hacia las escaleras de la siguiente habitación.

En sentido contrario a su paso, emergió Pestilencia desde las sombras. El hombre de máscara de pájaro tronó su cuello a cada lado.

—¿Se dirige a alguna parte?

Noisrevni —exclamó mientras giraba sus manos en espiral.

Por orden de su hechizo, el suelo sobre el que se encontraba Barón Ekkovrish tembló. La pared, con todo y su suelo, dio un brusco e inesperado giro que encerró a Pestilencia en la habitación del otro lado.

Desesperada, Adara levitó la bola de cristal de la mesa hacia ella. En el cristal se reflejó una luz púrpura.

—James, querido mío, si recibes este mensaje, ven a buscarme. Tu madre está en grave peligro.

Estalló la esfera contra el suelo, liberando una honda de energía que se encargaría de inmovilizar a sus atacantes al menos por un minuto. Era lo único que necesitaba para tomar ventaja. Extendió luego una de sus manos hacia la nada y, en cuestión de segundos, una escoba levitó a ella.

Adara se alzó en el aire. Los cristales de la cúpula estallaron en miles de pedazos con su veloz escape hacia la noche.

Una cadena de susurros retumbó en la oscuridad de su mente. Sonaban inquietos, acelerados. La llamaban a seguir el camino que le indicaban. Con cada segundo se multiplicaban, como una legión.

De un momento a otro fueron demasiados para que su cabeza las soportara. Se revolcaba en su cama con desespero, en una jaqueca creciente. Aunque en sus pensamientos inconscientes huía de ellas, la acechaban sin detenerse, cada vez más y más furiosas.

De pronto desaparecieron.

Ada soltó un grito. Acaba de despertar, con el corazón agitado. No tenía idea de qué había sido eso, aunque se sentía más ligera.

La sensación de descanso era algo que había olvidado cómo se sentía. Desde que huyó de la Dimensión Oscura hacia la Tierra, era la primera vez en semanas que podía volver a cerrar sus ojos con tranquilidad, segura de que no habría una horrible criatura intentando devorarla.

Luego de haberle ofrecido unirse a ellos, James la acompañó a la habitación donde hoy despertaba, y aunque muy en su interior se convencía de la búsqueda de redención de Ada Reich, también era consciente de que eran tiempos difíciles, tiempos donde no se podía confiar, por eso levantó una barrera alrededor. Nadie podría salir o entrar a menos que él lo permitiera.

Tras un bostezo, Ada vio la puerta abrirse, y la barrera azul activa tras ella. Algo acaba de cruzar, pero no lo vio hasta que dirigió su vista un poco más hacia abajo. Era pelirrojo y pequeño, como un niño, pero con algunas facciones grandes como sus orejas en dirección al cielo y su nariz un poco ancha.

Se reincorporó en alarma y extendió su mano hacia la mesa, atrayendo su varita a ella. La apuntó con firmeza al duende, sin embargo él se mantuvo inmutable. Su única respuesta fue levantar una ceja en duda.

—Yo te conozco... eres el duende cobarde de Máximo. ¡¿Acaso te envió por mí?!

—Bobbly nunca más será un esclavo de Máximo, y tampoco volverá a ser un duende asustadizo. Ahora Bobbly sirve únicamente para el amo Mago Universal.

Ada soltó un respiro de alivio. El pequeño estaba en lo cierto. En otro tiempo, haberle apuntado a Bobbly directo al pecho hubiera hecho que se orinara en sus pantalones.

—Bueno, eso puedo verlo —comentó mientras bajaba la varita—. Ya no vistes esos trapos sucios, ni luces como ese sirviente casi moribundo que siempre maltrataba... de hecho, ahora te ves más con el mago.

Bobbly contempló su propio atuendo. No podía mentir ante eso. Desde que Mago Universal lo había aceptado como parte de su familia, y más aún luego de perdonarlo por sus errores, estaba agradecido. Parte de demostrarlo era rendirle homenaje, por eso ahora llevaba un traje negro de bermuda y camisa larga, aunque con una mochila marrón atravesada en su cintura, junto a una abullonada capa azul desde su cuello.

—El amo Mago es una gran inspiración de valentía —respondió con una leve sonrisa de orgullo.

—¿A qué se debe tu visita, enano?

—Bobbly no es un enano, es un duende —corrigió, haciendo que Ada blanqueara los ojos—. Y estoy aquí para servir a nuestra visitante.

—No lo puedo creer —comentó mientras terminaba de ponerse sus botas—. Eres libre de Máximo y la Dimensión Oscura, ¿por qué seguir siendo un sirviente cuando podrías ser un duende libre y vivir en El Refugio como todos los demás?

—Bobbly no sirve por obligación... Bobbly lo hace por gratitud. —Dio cortos pasos hasta subir junto a Ada y sentársele al lado en la cama—. Cuando Ada Reich conozca lo afortunada que ha sido por dar con alguien tan bueno como Mago Universal, estará agradecida también.

—¿En serio crees que me acepten? —preguntó, haciendo una mueca—. Digo, en mi primera noche aquí me encerró en una habitación como una prisionera.

Bobbly bajó la mirada.

—Lo siento... eso ha sido culpa de Bobbly.

—¿A qué te refieres?

—Cuando Bobbly llegó aquí, había sido obligado por Lord Máximo para que Bobbly se ganara la confianza del amo Mago y luego lo traicionara destruyendo el Templo Universal... pero entre más tiempo compartía con el amo, Bobbly más cambiaba y se daba cuenta de que no podía hacerlo... —Abrazó sus propios brazos, avergonzado—. No fui capaz de traicionarlos, por eso Bobbly se rebeló contra Máximo, aunque aquella acción de Bobbly casi hace que destruya las catacumbas del Templo y por poco muera Xinok, el guardián. Fue ahí cuando Bobbly les contó la verdad. —Liberó un largo suspiro—. Pero fue esa misma verdad la que redimió a Bobbly de su pasado, porque lo hizo libre y le permitió ser perdonado.

—Entonces así fue como llegaste aquí... los engañaste.

—Y desde entonces Bobbly se lamenta todos los días de su vida por ello.

—Ahora entiendo su desconfianza.

—Bobbly no pretende conocer a Ada Reich, pero si en verdad hay bondad en el corazón del hada, ellos lo sabrán y la recibirán con los brazos abiertos. —Le sonrió, causando en ella una diminuta respuesta—. Ahora vamos, el desayuno está listo.

Les tomó unos minutos recorrer los largos pasillos del Templo. Si Bobbly no estuviera ahí para guiarla, de seguro Ada se hubiera perdido en el laberinto. Llegaron a una suntuosa habitación donde los aguardaba un banquete. La extensa mesa del centro la coronaba James, y, a su lado, Victoria.

—Ah, Ada, ¡al fin! Por aquí. —La recibió James con una sonrisa amistosa, extendía su mano a la izquierda en invitación a ocupar la silla vacía. Sobre su hombro se encontraba Dreccan, el dragón crecía con el paso de los días, llegando a medir más de dos manos.

Ada miró a Bobbly. Dudaba en continuar, era más de lo que esperaba. Bobbly le confirmó con un asentimiento y un ademán en dirección a la silla. Ambos prosiguieron hasta tomar lugar. En especial la silla de Bobbly poseía un banquito acolchonado que le permitía estar a la altura de los demás.

—Hola —saludó por lo bajo, chocando por un instante con la mirada desconfiada de Victoria.

—¿Qué tal has pasado tu primera noche? —preguntó el barbado.

—Un poco confusa con el horario.

—Es todo un desafío hacer funcionar el tiempo en un lugar donde el tiempo no corre —explicó mientras daba un trozo de comida a Dreccan—. El hechizo sobre nosotros simula el día y la noche... tratamos de hacer de esta misión lo más normal posible mientras continuamos en el Limbo Temporal.

—¿Y qué hay de usted, madame? —intervino Victoria, alzando su taza con suma delicadeza—. Espero no haya tenido inconveniente con la barrera, ya sabe, debemos tomar precauciones hasta estar totalmente seguros de que podremos confiar en usted.

—Ya Bobbly me puso al tanto —respondió mientras tomaba la taza—... Entiendo su posición y estoy dispuesta a contarles todo lo que quieran saber sobre mí. No sé si será suficiente para ganar su confianza, pero quiero que sepan que cooperaré con toda mi sinceridad.

—Eso suena bien —correspondió Mago, dando un sorbo a su taza.

De pronto una interferencia luminosa a un lado de ellos desvió su atención. El Ojo Universal se materializó como una proyección mágica de Somchai Tha.

—Lamento la interrupción.

Ada fue tomada por sorpresa. En medio de su sobresalto, un poco de su té se regó sobre ella, lo que provocó una sonrisa divertida en Madame, que disimuló bebiendo de su taza.

—¿Qué sucede? —preguntó Mago.

—Llegó un llamado de auxilio al Templo desde 2019... es de Adara Jerom.

Victoria se giró con preocupación hacia James, él se levantó al instante, con una seria expresión de alarma.

—¿Mamá está en peligro?

—Temo que sí. Estas fueron las últimas grabaciones que registró su casa. —El Ojo pasó su mano sobre el aire, y las imágenes de Adara siendo atacada se proyectaron por toda el comedor.

La familia Universal detalló cada una con detenimiento.

—Imposible —susurró Victoria, levantándose de la mesa—. Cripto, las Slytherin, Ekkovrish... se supone que todos fueron encerrados de nuevo.

—Claramente Máximo puedo seguir manipulando las entradas y salidas de la D.O. —susurró James—. ¿Qué tan desesperado debe estar para enviar a sus lacayos por mi madre?

—Aún así parece que les dio una paliza —comentó Ada.

—Qué te puedo decir... mamá resultó un prodigio para la magia. Con el peso del mundo en mis hombros, no podía dejarla sola sin protección —relató con un sorprendente semblante de seriedad—. Debía asegurarme de que pudiera defenderse contra todo tipo de amenazas, así que la entrené, para que no se repitiera la historia de papá.

—Una de las mejores decisiones que pudo haber tomado, darling —puntualizó Victoria—. De lo contrario, madame Adara no hubiera logrado sobrevivir al asedio de esos cuatro.

—Hay que encontrarla cuanto antes y traerla con nosotros. Solo bajo mi protección estará a salvo.

—Quiero ayudar —habló Ada, levantándose también—. ¿Qué debo hacer?

Mago asintió.

—Gracias por ofrecerte. Ellos son cuatro peligrosos criminales, necesitaremos toda la ayuda posible. Bobbly, cuida a Dreccan. —Le ofreció al dragón en sus manos—, y prepara una habitación para cuando regresemos con mamá.

—Buena suerte a todos —los despidió el duende mientras abandonaban el comedor.

En aquel otro lado del mundo, una tormenta oscura atronaba las nubes ante el ojo humano en vaticinio a la eterna noche que se alzaba en la ciudad. Solo Adara Jerom conocía lo que en verdad ocurría. Huía en medio de las nubes en una carrera contra el tiempo, en la que su vida era el blanco del enemigo.

Volaba en su escoba a máxima velocidad, en desesperadas tácticas de evasión contra los feroces ataques mágicos. Serpentina y Cascabelea Slytherin la seguían de cerca en sus escobas voladoras, sitiándola por izquierda y derecha.

Adara nivelaba la escoba de un lado a otro, en bruscos movimientos con los que sentía la impetuosidad del aire golpearla con mayor fuerza. Su agarre en torno al palo era firme, y lo único que la mantenía en el cielo.

Las hermanas brujas la alcanzaron al aumentar la velocidad de sus vuelos. Adara observó a ambos lados, en sus manos conjuraban los inicios de un nuevo ataque; Cascabelea con una mirada cínica y maliciosa y Serpentina con una diversión desenfrenada. Adara se mantuvo en la misma línea por unos segundos. Esperó, paciente, hasta que finalmente atacaron. Justo en ese momento impulsó su escoba en ascenso y las Slytherin terminaron como víctimas de sus propios rayos.

Las brujas cayeron en medio de gritos prolongados mientras las dejaba atrás, mas un nuevo enemigo yacía por delante a una velocidad arrolladora. Envuelto en un pelaje negro azabache, Cripto se había transformado en un enorme mamífero volador. Descendió en picada con sus garras y un irritante chillido.

Adara se apartó hacia el otro extremo, desde allí atacó con desesperados rayos púrpuras. Cripto planeó hábilmente y esquivó cada uno de ellos, hasta que fue su turno de atacar. De un solo golpe la desestabilizó con la embestida de su lomo.

Adara intentó sujetarse, sin embargo, el aire en su contra a tal velocidad fue inhumano. Sin la firmeza de su agarre, fue expulsada bruscamente en picada, girando una y otra vez sin control.

Cripto emitió un sonido gutural y voló de nuevo hacia ella. Adara, en un desesperado intento por recuperar el equilibrio, tendió el brazo hacia el aire, dando forma a un látigo de energía con el que sujetó al vampiro del cuello. Cripto chilló con dolor, la cadena de rayos le provocaba un ardor asolador.

Adara se impulsó hacia él y, tendiendo su otra mano hacia el aire, la escoba volvió a ella, justo a tiempo para darle un golpe con ella a la cabeza del vampiro.

Con Cripto catapultado a la ciudad, Adara montó de nuevo su escoba y retomó el control de su vuelo, pero aún estaba en peligro. Envuelto en una nube de magia verde, Pestilencia le seguía el paso. Las descargas del villano sobre ella fueron potentes.

Adara fue embargada por un mortal sentimiento de angustia. Como Barón Ekkovrish continuara atacando así, la exterminaría de un solo golpe. La ansiedad aumentó con el retorno de las hermanas Slytherin entre risas burlonas y un furioso Cripto en busca de venganza.

Adara pasó saliva.

«James, hijo... dónde estás», pensó con temor.

Como una respuesta a su súplica desesperada, el Templo Universal se manifestó en lo alto, casi como un castillo fantasma que se camuflaba en la oscuridad tronante del cielo.

Adara soltó un respiro de alivio. El Templo aún estaba a cientos de metros, pero el tenerlo cerca era ganancia. Solo debía mantener el curso y rogar porque James saliera en su rescate antes de que alguno de sus perseguidores la alcanzara.

Los enemigos aumentaron la velocidad de su vuelo. Si permitían que Adara Jerom se acercara demasiado al Templo, sabían que la habían perdido. Aún peor, Lord Máximo acabaría con ellos de no regresar con su cadáver.

Con cada segundo, más cerca estaban de alcanzarla. El corazón de Adara latía al borde de salir expulsado de su pecho.

Entonces, Mago Universal arribó. Con su capa azul ondeándose en el aire, movió sus manos en un gran círculo, mientras un gigantesco sello azul, con el Ojo Universal en medio, se dibujaba tras él.

James lanzó un puño firme al frente, y desde las torres más altas del Templo fueron disparadas furiosas cadenas de rayos y proyectiles mágicos.

—Oh, oh... —susurró Serpentina con terror.

La menor de las Slytherin fue la primera en ser expulsada de regreso a la ciudad. El rayo la había golpeado de frente.

—¡Hermana! —gritó Cascabelea, desviándose de su curso para alcanzarla.

Cascabelea esquivó los rayos uno tras otro mientras Serpentina caía inconsciente. En una angustiada maniobra logró tomarla del brazo, pero era tarde para volver, se habían alejado demasiado de la batalla.

No muy lejos de allí, Madame Universal salió disparada por un lado de Mago, directo a Pestilencia con sus ojos poseídos de un intenso escarlata. Adara la vio pasar a su izquierda, Barón tuvo que crear un improvisado escudo que lo protegiera de la feroz embestida de Victoria. No tardó mucho para que emprendieran una batalla el uno contra el otro en un viejo ajuste de cuentas.

Solo Cripto se mantenía en pie; esquivaba por poco los rápidos y constantes ataques del Templo bajo el control de Mago Universal.

De pronto, el vampiro reconoció la rápida proximidad de un par de alas de murciélago como las suyas, Ada Reich descendía con sus brazos extendidos para ganar mayor velocidad. Cuando estuvo a una distancia considerable de Cripto, frenó expandiendo de nuevo sus alas. Llevó su mano a la cuchillera de su pantalón y arrojó la daga con brazo firme.

El cuchillo se clavó justo en una de las alas del vampiro, provocándole un insufrible grito de dolor por la plata en él. Ada se impulsó una vez más, con su rodilla recogida. El golpe en la cabeza terminó de desestabilizarlo, lo que le dio tiempo al hada de lanzarlo a rodar por un encantamiento de su varita.

Con el camino libre, Adara Jerom cruzó el umbral hacia el Templo Universal. Aterrizó con dificultad, aunque con una sensación de tranquilidad que le recuperó el aliento. Desde allí veía a su hijo dirigir el fuego contra el enemigo.

Ada Reich también se incorporó en la plataforma de tierra. Sus alas se plegaron tan pronto como tocó suelo firme.

—¡Victoria sigue ocupada! —alertó Ada hacia Mago.

James la buscó entre los haces de energía verde y escarlata que chocaban una y otra vez entre las nubes. Madame se mantenía concentrada en un arduo mano a mano contra Barón Ekkovrish. Mago tuvo que disparar un último pero contundente rayo que sirvió de distracción. Madame no perdió el tiempo y retornó con ellos.

Solo entonces Mago descendió. Por orden de su mano y el susurrar de sus palabras, el Templo Universal fue catapultado de regreso al Limbo Temporal.

—¡Mamá! —James corrió directo a ella.

—¡James, querido! —Lo recibió con los brazos abiertos, envolviéndolo en un sentido abrazo—. No tienes idea de lo mucho que me alegro de verte.

—¿Estás bien? ¿Te lastimaron? ¿Necesitas que te sane alguna herida? —Se separó luego de unos segundos, soltando pregunta tras pregunta, totalmente preocupado.

—Tranquilo, estoy bien. —Hizo un alto con sus manos—. Hiciste un buen trabajo entrenando a tu madre, el suficiente para enseñarme a defenderme con unos cuantos trucos.

—Y qué trucos, diría yo, madame Adara —comentó Victoria desde el otro lado, con una profunda mirada de respeto—. Tenía tras usted a cuatro peligrosos criminales. Es todo un gusto saber que se encuentra bien.

Adara observó con interés a la pelirroja de vestido victoriano escarlata, la sonrisa con la que Madame Universal le correspondía era igual de grande. Luego vio hacia Ada, quien, aunque con un estilo más rudo en su vestimenta, la saludaba agradablemente con el gesto de su mano.

—¿Quiénes son estas adorables señoritas? —preguntó de regreso a James.

—Ha habido muchos cambios por aquí desde la última vez que viniste de visita, mamá —explicó con una mirada cómplice—. La mujer que ves allí se llama Ada Reich, nos acompaña desde ayer en nuestra misión.

—Encantada —correspondió Adara con un asentimiento—. Gracias por ayudar a salvarme.

Ada asintió.

—Y ella... —Tomó a su madre de gancho y la acercó hacia Victoria—, es una persona muy especial que hace tiempo quiero que conozcas. Su nombre es Victoria Pembroke, es mi novia.

Las mejillas de Madame se ruborizaron por un instante. En Adara se formó una gran sonrisa que no logró disimular, vio hacia James, completamente sorprendida, y luego hacia Victoria.

A pleasure —saludó Victoria, extendiendo su mano con delicadeza.

Adara reconoció el acento. Moría por dentro. En ese momento se pudo declarar fan número uno de la relación.

My pleasure, milady —correspondió—. And long live the queen.

—Discúlpala, está obsesionada con Inglaterra.

Long live the queen —respondió Victoria con una sonrisa, tomando el otro brazo de James como apoyo.

—Oh, espera a ver al duende y al dragón, de seguro te van a encantar —comentó Mago, con los tres camino al interior del Templo.

—¿Un dragón? James Jerom, más te vale no ilusionar a tu madre.

—No miento —respondió entre risas—. Vamos, te pondré al tanto mientras tomamos el té... ¿has probado la yodré galtheana?

—Claro... vamos a ver al duende y al dragón mientras tomamos té —murmuró Ada desde atrás—. Como si fuera muy normal que te persiguieran cuatro criminales en una batalla en el cielo... increíble.

El hada negó con su cabeza, aún impactada, tras su entrada las puertas del castillo se cerraron.

K'un Dai, 262 A.C.

La Sala de los Ancestros mantenía una inquebrantable calma. Un grupo de ancianos meditaba alrededor de las brillantes hojas rosa de un árbol flor de cerezo, alto y robusto como un roble, en completa armonía con los antiguos artefactos místicos y pergaminos a su alrededor.

Pero la paz no fue eterna. Su meditación se rompió de golpe con la brusca e inesperada encendida en fuego de una de las hojas. Ante todos ellos se reveló una visión de una grieta oscura que rompía una antigua estructura ubicado en lo más lejano de las montañas. La energía negativa que desprendía aquella visión era demasiado pesada para soportarla por mucho tiempo.

—Hagan saber la visión al Gran Maestro —ordenó uno de los monjes que aparentaba mayor edad—. Alerten también al Blazer y a Shinobi Universal... debemos proteger con nuestra vida el Templo de Amaterasu.


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