ABULIA

By GabrielAlatriste

8.1K 1.3K 122

Steven es un hombre apático cuyo estilo de vida monótona preocupa a su novio; entonces éste le pide asistir a... More

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Epílogo
Agradecimientos
Instagram

Capítulo 10

418 71 13
By GabrielAlatriste

Han pasado tres días desde que Barry se fue y hay un inquietante silencio.










La alarma no me despertó y eso me preocupa. Debo llevar a Norman a la escuela y trabajar.

Me incorporo. No veo nada, así que busco sobre el buró mis lentes de contacto, pero no los siento por ningún lado. Tanteo en el suelo, para cerciorarme de que no se hayan caído. Nada. Frunzo el ceño y opto por sacar del último cajón mis viejas gafas. No veo tan bien como con los lentes, pero servirán mientras los encuentro.

Busco mi celular para ver la hora, pero tampoco está. Extrañamente lo que encuentro es una grabadora, y decido reproducir su contenido.

—Hola, Steve. —Agrando los ojos, pues reconozco la voz de Anderson de inmediato—. Es posible que estés confundido y muchas preguntas ronden por tu mente en este momento.

»Prefiero hacer las cosas en persona, así que... veámonos en la vieja fábrica de juguetes GoGo. Diez de la mañana. No hables con nadie ni llames a la policía. Apresúrate o Norman la pasará muy mal.

Después de escuchar eso último mi corazón se acelera y corro a la otra habitación. Mi hijo no está. Lo busco por toda la casa llamándolo, pero no hay rastro de él. No entiendo nada. ¿Por qué se lo llevaría? ¿Por qué querría verme?

Norman era mi única responsabilidad y aun así lo descuidé.

Después de cambiarme cojo rápidamente las llaves de mi auto y me dirijo a la fábrica luego de ver la hora en mi reloj de muñeca. Tengo quince minutos para llegar. Y lo hago justo a tiempo.

Estaciono mi auto afuera. El lugar está en ruinas y en medio de la nada. Una reja rota y oxidada es lo único que la protege. Me adentro rápidamente a la edificación y lo que me temía: lo único que encuentro son escombros.

Sin embargo, algo impacta detrás de mi cabeza y todo se oscurece.

No sé cuánto tiempo pasa, pero despierto luego de ser bañado con agua. Estoy atado a una silla de pies y manos. Lo único que veo es una figura alta y borrosa frente a mí.

—Permíteme limpiarlos para ti —dice, y en seguida la figura se aclara luego de que me coloca las gafas. Es Anderson. No comprendo nada—. Qué gusto verlo de nuevo, señor Richards. Llamemos a esto: sesión sorpresa. O intervención, tal vez.

—¿Dónde está Norman? —es lo único que me importa ahora.

—Él está bien. Jamás tuve intensión alguna de lastimarlo, de hecho. No te diré dónde está, pero está a salvo. Es un niño muy lindo —sonríe ampliamente.

Me siento ligeramente tranquilo, pero no sé si creer en su palabra; después de todo, me tiene atado a una silla. Aún tengo demasiadas preguntas.

—¿Cómo entraste a mi hogar sin que me diera cuenta?

—Por Dios, Steve —dice con sorna—, allanar una casa es un juego de niños. Hasta tú podrías hacerlo. Sólo se necesitan herramientas sofisticadas, sigilo y estrategia. No te mentiré, raptar al niño fue lo más complicado. Pataleaba mucho, pero —ríe— es un niño; sus bracitos ni siquiera podían apartar mi mano de su boca.

No tengo ganas de seguir hablando o escuchando, pero es vital que me mantenga despierto. Por el bien de mi hijo, mi novio y un poco el mío. ¡Concéntrate, Steven! ¡Mantente vivo! ¡Espabílate!

Quiero estar en cama durmiendo.

—Es más aburrido de lo que imaginé —dice—. Bueno, igual no esperaba mucho de un abúlico depresivo. Por favor, di aunque sea una palabra.

—¿Qué quieres de mí? —pregunto con frialdad.

—Antes que nada —se hinca frente a mí—, ¿no me reconoces ni un poco? —entrecierra los ojos, a los cuales miro fijamente y palidezco al tener una corazonada. Él se desternilla—. No puedo creerlo, Steven; pensé que eras más listo. Es decir, tienes doctorado. Y ni siquiera tuve que esforzarme mucho. Me teñí el cabello de negro nada más y Jack Ferguson pasó a ser Jake Anderson.

Mi corazón se acelera y los horribles recuerdos regresan. Está pasando de nuevo. Se me dificulta respirar. Forcejeo con desesperación para librarme, pero es inútil. Sólo aumenta mi frustración.

—¡¿QUÉ QUIERES DE MÍ?! —exijo saber.

Él sonríe de oreja a oreja.

—Finalmente se pone interesante —masculla—. Como te dije hace doce años: no conforme con arrebatármelo, también lo mataste —se enseria de un momento a otro.

—¡No sé de qué hablas! ¡¿Quién eres?! ¡¿Qué te hice?!

—¡MATASTE A NUESTRO PADRE! —finalmente pierde la calma. Agrando los ojos al escucharlo y enmudezco—. ¡Adam Richards nos abandonó cuando tú llegaste al mundo! Éramos felices... mamá, papá y yo... hasta que mamá se enteró de que papá embarazó a otra y nos abandonó para hacerse cargo de ese niño... Mamá perdió la cordura, y entonces otro tuvo que hacerse cargo de mí... Todo pasó tan rápido. Sabes muy bien lo que se siente perder todo en un pestañear siendo apenas un niño. Yo quería tanto a mi padre y él a mí. Nos llevábamos de maravilla. Es por eso que lo busqué; pero... cuando finalmente lo hallé... vi que ya me había olvidado. Robaste su corazón —me lanza una mirada que me deja helado—. Pasaron los años y seguí observándolos de cerca. Jamás notaron siquiera mi presencia. Luego me enteré de lo del accidente. Por cumplirle el capricho al niño se arriesgaron a viajar bajo una tormenta y, sorpresa, la velada terminó en tragedia —palmea mi mejilla, y de ésta se desplaza una lágrima. No puedo seguir escuchándolo—. Continué vigilándote sólo para llevar a cabo mi venganza.

—¿Venganza? Es ridículo incluso para ti. Yo no tuve la culpa de nada. Fue decisión de papá abandonarlos, no la mía. No tengo la culpa de haber nacido.

—Bueno, a él lo conocí y le guardaba cariño; a ti no. Fue fácil para mí echarte la culpa y odiarte. Me gusta así. Lo que sí hay que reconocer es que lo mataste y, por ende, me lo arrebataste. Arrebataste toda esperanza de volver a verlo; abrazarlo... jugar juntos... —su rostro se torna melancólico.

—¡YO NO LO MATÉ! —mis ojos se vuelven cristalinos—. Yo no fui... s-sólo era un niño... Yo no... —cierro los ojos con fuerza.

—Entonces decidí seguir tus pasos —continúa su explicación como si nada, esta vez inexpresivo—. A pesar de ser seis años mayor que tú, logré que coincidiéramos en la misma universidad. Y allí comenzó todo. ¿Te cuento un secreto? Originalmente planeé acabar con tu vida —me estremezco al escucharlo—, pero mis compañeros pensaron que estaba demente y no querían ser parte de eso. Qué nenas. Agradéceles estar vivo —sonríe.

—Eres un psicópata... —concluyo horrorizado.

—Tuve que conformarme con la tortura. Pero como podrás ver, no me conformé del todo. —Se echa a reír descontroladamente—. ¿Sabes? No te imaginas cuánto gocé escuchar de viva voz tu experiencia conmigo... Fue tan divertido y excitante. Por poco y se me salía una que otra carcajada. ¿Quieres que te cuente mi segundo plan (este)? Lo haré de todos modos sólo para demostrarte lo brillante que soy.

»Luego de que te cambiaste de escuela (inteligente, por cierto), me dio tiempo de pensar en mi siguiente movimiento. En verdad no podía sentirme tranquilo sabiendo que estabas por allí respirando. Como ya tenía una idea de tu personalidad al vigilarte por años, decidí estudiar psicología. Abrí mi propio consultorio, imprimí un par de folletos y estratégicamente dejé uno frente a tu hogar. Afortunadamente tu novio lo recogió antes que nadie y me contactó de inmediato. La suerte está a mi favor. Lo estuve vigilando también para saber qué tanto perjudicaría mis planes. Y resultó que fue de mucha ayuda.

»Me contó acerca de ti. Me contó mucho acerca de ti. Eso fue de gran ayuda. Luego tuvimos nuestras primeras sesiones. Todo aburrido al principio, pero no tenía prisa. Mi plan seguir con esta mentira hasta tener la información necesaria para usarla en tu contra.

—¿En verdad todo esto valía la pena? ¿Desperdiciar toda tu vida para llevar a cabo esta absurda venganza?

—Todos tenemos aspiraciones, ¿no? Cada quien tiene una razón de vivir. Pero no me interrumpas.

»Esta fue la parte del plan donde realmente me la jugué: tu querido suegro.

Agrando los ojos.

—Tú...

—Corté los frenos de su auto. Me alegré profundamente al saber que no murió. Me habías dicho que el hombre te detestaba, así que pensé: viven en otro Estado, Barry daría lo que fuera por su familia y Steve no es bien recibido en la casa del señor Robinson. Las probabilidades de que Barry fuera solo a Louisiana eran de quizá el sesenta por ciento, pero tomé el riesgo y lo conseguí. De nuevo, la suerte está a mi favor. Y me contaste que tenía hermanas. E incluso teniendo a Norman y a ti, tomó esa decisión. Fue el juego al azar más emocionante del que he sido parte. Con el camino libre, pues él representa una gran amenaza para mí, sólo me quedaba el pequeño, que obviamente no sería gran problema.

»Ya sabes el resto; entré a tu hogar, nuevamente me la jugué logrando que vinieras para acá, lo cual conseguí y blah, blah, blah, henos aquí. ¡Mi plan fue brillante y la suerte está de mi lado!

—Ahora vas a matarme —digo asimilando lo que se avecina y lamentándome internamente no despedirme de Norman y Barry. La mitad de mí quería esto y la otra mitad quería seguir adelante y disfrutar un poco más de la vida. Después de todo, finalmente estaba logrando poner en orden mi vida.

—Sería aburrido tan sólo disparar y ya, ¿no lo crees? Voy a divertirme un poco primero, como aquella vez. Pero seré más sutil; no quiero que tus últimos minutos sufras demasiado. Porque, siendo sincero, me encariñé un poco contigo en todas esas sesiones. En esta ocasión utilizaré una simple navaja —dice extrayendo el arma de su saco y desenvainándola. En seguida acaricia mi mejilla con la hoja—. Pero antes...

Luego de decir eso, procede a cerrar con cadenas y candados todas las salidas, y a clavar tablas en todas las ventanas. Ahora estamos encerrados y lo único que nos ilumina es un cuadrado en el techo que funge como tragaluz.

El ambiente se volvió aun más tenebroso.

—Espero que no me guardes rencor. Después de todo, estoy haciéndote un favor, ¿no? Dijiste que estabas cansado de vivir y que planeabas suicidarte.

—Te propongo algo.

Al decir eso, él frunce el ceño sin borrar la sonrisa.

—Me intriga muchísimo lo que vayas a decirme.

—Hagamos una apuesta. Si gano, me desatas de pies y manos. Si ganas, no opondré resistencia alguna (porque tengo pensado hacerlo) y, encima, te daré los números de mis tarjetas y las de Barry. O lo que quieras. Algo podré darte. Sácame la información que gustes antes de matarme.

—¿Por qué confiaría en ti?

—Tampoco debería confiar en ti. Si gano, puede que te dé lo mismo y no me desates. También me la estoy jugando. Sin embargo, de cualquier modo planeas matarme. Pero no quiero irme a la tumba sin haber hecho nada al respecto antes. Vale la pena arriesgarse un poco.

—No suenas como el Steve que escuchaba cada sábado.

—Resulta que es más fácil desear la muerte que tenerla de frente. Tengo pocas razones para vivir, pero son razones importantes. Amo a Barry y a Norman y ellos a mí; por ende no puedo hacerles esto.

—Qué conmovedor. ¿Sabes qué? Bien. Igual tengo ganas de jugar. ¿Qué propones?

Les deseo felices fiestas. 🥂

Continue Reading

You'll Also Like

189K 18.3K 57
¿Cuáles son las posibilidades de que un fiscal y un asesino terminen juntos? *** Andrei y Keiler son diferentes, opuestos. Andrei es un fiscal incorr...
8.9K 1.5K 67
"Siempre has sido mi Sol, porque cuando te veo brillas y calientas mi corazón" Esta historia está en BORRADOR. No acepto copias ni adaptaciones. In...
143K 18.1K 26
Patrick es engañado por su novia, lo que lo orilla a intentar cometer suicidio al conducir por la carretera en estado de ebriedad. Por suerte, la sir...
2.2M 167K 90
Esta es la historia de Matt Howerdel, un chico que se ve obligado a mudarse de casa luego de enterarse de que su madre ha encontrado un nuevo amor y...