Parte Uno

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Hak, si le preguntaran, se describiría a sí mismo como una persona común y corriente.

Sí, era cierto que la descripción era un poco ambigua y simple, pero cuando pensaba detenidamente en ello no podía encontrar otras palabras adecuadas. Después de todo, la opinión que tenía sobre sí mismo era... normal. No era un tipo que tuviera muchas cosas que contar.

Y eso en ocasiones le molestaba.

Es decir, la mayoría del tiempo no le daba importancia porque al fin y al cabo era un chico como cualquier otro. Era un estudiante universitario normal, con notas normales, con una vida personal bastante... rutinaria. No podría decir mucho de sí mismo, pero era por ello que en ocasiones sentía que se estaba perdiendo de algo.

Solo que no sabía qué era eso exactamente.

Su vida no tenía muchos altibajos, casi podría decir que era aburrida. Y en parte prefería que fuera así porque no le gustaban los problemas, mas siempre veía a jóvenes de su edad haciendo cosas diferentes, aventurándose en situaciones desconocidas, y por ello en ocasiones pensaba si acaso él debía hacer algo similar para empezar a sentirse un poco más... completo.

Pero ¿por dónde debía empezar? Pensar en eso lo agotaba.

De vez en cuando se preguntaba por qué era... así. Claro, no era como si estuviera inconforme con su estilo de vida y tampoco consigo mismo. Por ese lado estaba bien. Sin embargo, sentía que faltaba ese "algo" que le recordara el por qué estaba allí. No era una persona que creyera en cosas como el destino, mas a veces no podía evitar pensar en que tal vez lo que le faltaba era dejarse guiar por sensaciones desconocidas que lo llevaran a nuevos senderos... O eso decía, mas el solo pensamiento le causaba vergüenza de sí mismo.

Quizá algún antepasado suyo fue uno de los guerreros más poderosos que existió en la época y a él solo le tocó ser alguien normal. Había escuchado que cosas como esas pasaban, aunque tampoco estaba muy seguro de creerlas.

Demonios, lo único que tenía claro era que estaba cansado de la palabra "normal".

—Así que Yona-chan está en su fase rebelde —mencionó alguien de repente, trayéndolo a la realidad de golpe.

Hak parpadeó seguido, enfocando la vista al frente. Allí se encontró a Jae-Ha, quien limpiaba un vaso de manera concienzuda con una sonrisa en los labios. Él suspiró de forma audible, pasándose las manos por el cabello hasta dejarlo en una maraña de pelos apuntando a todos lados.

—Bueno, al parecer —contestó, llevándose su taza de café a los labios, aunque hizo una mueca al sentirla muy caliente todavía. Se quemó la punta de la lengua—. Dice que se peleó con un chico porque estaba molestando a otro, pero solo la descubrieron a ella golpeándolo a él. Al parecer fue una buena patada.

Jae-Ha soltó una risita melodiosa mientras le pasaba un vaso de agua, conociendo a la perfección que Hak no era bueno manejando nada caliente. Aunque no podía entender por qué si lo sabía seguía dándole café hirviendo.

Se encontraba en ese instante en el café bar llamado Ryokuryuu —un nombre bastante... interesante—, del cual Jae-Ha era dueño.

Jae-Ha poseía un color de cabello bastante llamativo y que iba de acuerdo con el nombre del bar, pero no era de sorprender ya que le gustaba captar la atención de esa forma. Él lo había abierto unos años atrás con la ayuda de sus ahorros y desde entonces lo había mantenido. Mas no era el único trabajando allí.

Tenía dos empleados que contrastaban tanto entre sí que no podía creer cómo no peleaban todos los días —o quizá sí lo hacían y Hak no se enteraba—. Uno se llamaba Yoon, era un estudiante de secundaria que al parecer trabajaba medio tiempo para poder llevar los gastos de su casa. Era un chico disciplinado y ordenado, con temperamento fuerte y que hacía todo correctamente; era eficiente en su trabajo y a los clientes les encantaba.

Cuando suena la campana |HakWoon - Akatsuki no Yona|Where stories live. Discover now