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-Hendery, ¿te puedo pedir un favor? - preguntó su amigo

-Dime, si es sobre la tarea, no la hice- respondió aquel muchacho sin preocupaciones.

-A este paso, perderás el semestre, pero bueno, no es sobre la tarea, es sobre mis notas- respondió su amigo

-Ah, eso, ¿dime qué puedo hacer?, poeta, poeta, no soy y Romeo, no es mi segundo nombre- risas un poco audibles, salieron de los labios de su amigo

-Sólo quiero que pegues la notita de la tarde y observes sus reacciones, hoy no voy a poder verlo, me iré temprano a casa- respondió un poco triste aquel muchacho

- ¿Y cómo por qué tú si puedes irte temprano y yo no?

- ¡AY HENDERY!, ¿Me vas hacer el favor sí o no? - gritó desesperado

- ¡A ver a los jovencitos de atrás, se salen del aula por favor! - la profesora interrumpió, su tan animada conversación.

Ambos chicos fueron sacados del salón y castigados en la biblioteca.

-Respondiendo a tu pregunta, sí, yo la entregó- la boca de su amigo se abrió en grande

- ¡Dery, eres un idiota, sólo debiste decir eso hace un momento, antes de que nos sacaran! - dijo todo casi en un grito

-Ay amigo, no hagas tanto drama, sólo, no quería estar en esa clase, fue por puritito impulso- sonrió satisfecho

- ¡AHG!, ¿Que voy a hacer contigo?

-Amarme u odiarme, de todas formas, ambas están a mi favor- miró el rostro rojo de su amigo y le guiñó un ojo

Mentiría, si a veces dijera que su amigo quiere acariciar su cuello y mandarlo a dormir por una eternidad.

Pero vamos, amistades como la suya, no cualquiera las puede tener.

Ellos no eran la amistad más bonita, pero estaba llena de bonitos recuerdos y grandes sueños de parte de ambos chicos.

Cierto es, la amistad más bonita no es, pero cualquiera desea un amigo como Hendery.

¿Niéguemelo?






























La hora de salida llegó, Hendery tomó la nota de color verde claro y la llevó hasta su respectivo dueño.

Llegó al casillero indicado y la trabó en la puerta, una vez hecha su tarea, se dispuso a retomar su camino.

Iba tan distraído, que no vio a la persona que venía delante de él.

En un instante, su cuerpo fue golpeado y sintió como alguien caía al piso, en el impacto cerró los ojos y cuando los abrió, para su sorpresa, a sus pies estaba un pequeño muchacho sentado en el piso.

-Oh, lo siento mucho, lo siento mucho, soy muy torpe-dijo aquel muchacho

-No pasa nada, también fue mi culpa, no vi que venías corriendo- respondió Hendery

Notó que aquel muchacho comenzó a darle movimientos pequeños a su mano izquierda, pensó en llevarlo a la enfermería, pero su vista se distrajo cuando miró un pequeño dragón tirado a unos cuantos centímetros de él.

Lo tomó en sus manos y lo extendió de regreso a su dueño.

-Lo siento, soy Hendery, ¿esto es tuyo? - dijo Hendery, entregando un llaverito de dragón.

-Oh, sí, gracias, un gusto, Yangyang- respondió el de cabellos negros, mientras tomaba el pequeño dragón.

El nombre se le hacía conocido, lo hacía sentir tan familiar, pero no entendía el por qué. Se perdió un momento en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que aquel chico seguía en el piso.

-Oh, lo siento, déjame ayudarte- tendió nuevamente sus manos

-Gracias y lo siento nuevamente- se disculpó el pequeñín

-No pasa nada, sólo sigue con tu camino- respondió, dando su mejor sonrisa.

Yangyang se paró y continuó corriendo, mientras Hendery seguía en el valle de los pensamientos, intentando recordar porqué aquel niño se le hacía tan familiar y conocido.

Después de unos cinco largos minutos de meditación, recordó quién era. Chasqueó la lengua y tronó los dedos.

- ¡Carajo!, me va a matar si no le entrego una buena razón- jaló su cabello y corrió de regreso hasta alcanzar a aquel chico.

Al llegar a su destino, miró que no había ni un alma en aquel pasillo y que el casillero que se supone debía de estar vigilando, ahora se encontraba sólo.

- ¡Mierda!, aquí huele a entierro y no precisamente es el de mi abuelita- comenzó a ponerse nervioso.

En un acto de súplica, junto sus manos y cerró sus ojos.

- ¿Aló?, ¿Dios?, soy yo de nuevo, en ti encomiendo mi alma, no permitas que me maten- y como si de un milagro se tratase, aquel casillero se iluminó dejando ver una nota de color blanco.

Hendery abrió los ojos y la boca, ante tal milagro que sus ojos pudieron ver.

- ¡Ay, gracias Dios, gracias! - con un poco de emoción tomó aquella hoja entre sus manos y seguido sacó su celular, marcando al único número que tenía registrado en llamadas.

- ¿Aló?, él ha respondido- dijo al otro lado de la línea.

- ¿¡Qué!?, ¿En serio? - se escuchaba la voz sorprendida y emocionada

- ¡Si! - respondió con emoción Hendery

-Ok, ok, tráela esta tarde a mi casa- eso se escuchó como una orden

-Pero... Ay que flojera- respondió Dery- esto de ser mensajero ya no es bonito- una risa se escuchó al otro lado

-Te daré de comer papitas y helado- los ojitos de Hendery brillaron

-Sólo porque soy buen amigo, te la llevaré- con una sonrisa, colgó aquella llamada- los jóvenes de ahora, por qué no simplemente se hablan y ya, hacen todo difícil- dijo el lado filósofo de Hendery.



































A unos metros de distancia se encontraba Yangyang escuchando toda la conversación que Hendery tenía a través del teléfono.

- ¿Acaso Hendery es mi chico notitas o él sabe quién es el responsable de ellas? - una gran duda surgió en Yangyang.

























¿Alguien leera esto?
Pequitas_of_Moon

Acertijos de Amor [XiaoYang] Where stories live. Discover now