Giro su cabeza, en busca de la mirada de Raúl, pero esté estaba hasta la orilla, con la cabeza pegaba al cristal y con los brazos cruzados. ¿Había hecho algo malo? De verdad quería recordar algo que hubiese molestado al contrario, pero nada se le venía a la cabeza, incluso creía que estaban mejor que nunca.

¿Acaso era un castigo del universo por darle su corazón a alguien tan inestable? Esperaba que no, pues sería muy complicado hacer a un lado todo lo que ese chaval de baja estatura le hacía sentir.

—Vamos, no pongan esas caras, hagan como si no estoy aquí —dijo la madre de Raúl. Creía que el comportamiento de los dos adolescentes era causado por su presencia, y la verdad quería poder ser capaz de convivir con la pareja de su hijo— ¿Donde dices que vives?

Rubén le dio su dirección, a la vez que intentaba cruzar miradas con el contrario, pero esté no parecía tener ni el más mínimo interés. ¿Realmente ese sería el final de su primer amor? Lo que más le dolía era el ni siquiera saber el porqué de ese final tan abrupto.

Llegaron a casa de Rubén, donde para sorpresa de Raúl como de su progenitora; la madre de esté se encontraba esperándolo en la entraba, y una vez que los vio se acercó a saludar.

—Muchas gracias por traer a mi niño —agradeció la mujer, recibiendo una sonrisa por parte de la madre de Raúl como respuesta—. ¿No quieren pasar un rato? Estaba preparando galletas y justo acaban de salir del horno.

Raúl obviamente no quería bajar del auto, pero su madre rápidamente le ordenó con la mirada que lo hiciera. Termino bajando de mala gana, mientras eran guiados por la madre de Rubén hacia la entraba.

Nunca había estado en ese lugar y le pareció extraño lo acojedor que se sentía todo. ¿Dónde estaban las manchas de café y papilla en la alfombra? ¿Por qué no veía un desastre en la cocina? ¿En donde se metieron todos los gritos y el escándalo? ¿Y ese cómodo silencio que lo hacía sentir tranquilo?

Toda la casa impecable y ambiente pacifico solo pudo mejorar cuando el olor a galletas recién ordenas entro por sus fosas nasales. ¿Es que todo en esa casa estaba sacado de una película cristiana? ¿O por qué todo parecía tan lindo?

—Ve llamando al invitado a tú habitación, en unos momentos les llevaré las galletas —le dijo con una sonrisa su madre a Rubén.

Esté de forma algo penosa guío a Raúl hasta su habitación, la que para sorpresa del más bajo, estaba en completo orden.

—Si quieres puedo darte la clave del internet —le dijo Rubén, al cabo de unos momentos en silencio, en los cuales Raúl ni siquiera había tomado asiento.

—No quiero —fue la única respuesta que obtuvo por su parte.

Rubén se dirigió hasta su cama y se tiró en ella. Así no era como había imaginado la primera vez que llevase a Raúl a su casa, él había imaginado todo un hermoso escenario donde lo presentaba como su pareja ante su madre. Tal vez el libro escrito por Samuel de Luque tenía razón, no debió idealizar todo.

—¿Cuando planeabas decírmelo? —cuestionó Raúl, confundiendo de gran forma al contrario— No pongas esa cara de sopla pollas en un intento por verte inocente.

—¿De que estás hablando? —preguntó genuinamente confundido. ¿Algo había pasado el Viernes que faltó a clases?

—¿Que coño te crees, Rubén? ¿Crees que puedes entrar a mi vida, mostrarme un lado maravilloso de está y luego largarte sin decirme nada? ¿Eh? —soltó con molestia, encarando al más alto.

Rubén trato de entender a qué se refería Raúl con todo eso, pero justo cuando iba a preguntar, esté volvió a hablar.

—Y te diré otra cosa, porque ya me importa una mierda —exclamó con molestia, a la vez que se acercaba de forma intimidante a Rubén—, creo que me gustabas. Ya está, lo dije, pero  me importa una mierda ya, igual que a ti te importa una completa mierda decir...

—¿Te gusto? —lo interrumpió Rubén, teniendo un brillo lleno de ilusión en la mirada. Esa mirada casi logra que Raúl dejase de echarle cosas en cara.

—¡No me cambies el tema! —ordenó el mayor, intentando sonar molesto, pero todo se vino abajo cuando Rubén tomó sus manos y con la misma mirada llena de ilusión.

—¿De verdad te gusto? —volvió a preguntar, teniendo un intenso contacto visual con el más bajo, quien se quejo un momento sin saber que decir.

Raúl maldijo internamente. ¿Dónde se quejo toda su molestia? En esos momentos le era imposible volver a alzar su voz y reclamarle. Por su cabeza ni siquiera podía pasar alguna clase de insultó, tampoco cabía la posibilidad de soltarse del cálido agarre que Rubén tenía en sus manos.

—Disculpen la molestia —la voz de la madre del más alto fue lo que los saco de su burbuja—, aquí les dejaré las galletas. Recuerden dejar la puerta abierta.

Una vez que la mujer salió, ambos se miraron, Raúl sintió su rostro hirviendo, rápidamente se solto y se dió la vuelta, mientras se ponía las manos en la cara.

—Venga, macho, no te pongas así —le habló Rubén, quien al igual que el contrario, tenía la cara completamente roja, pero quería actuar natural.

—¡¿Cómo quieres que no esté así después de que tu madre nos viera todos pegados?! Seguro y tendrá una mala imagen de mi —soltó avergonzado, tirándose de forma inconcientemente a la cama de Rubén.

—No te va a ver mal, seguro y te querrá mucho —aseguró, tomando asiento al lado de Raúl.

—¿Por qué mierda tienes esto? —cuestionó molesto, sosteniendo un cojín con la cara de Miguel Ángel.

—Larga historia —respondió, quitándole el cojín para lanzarlo al otro lado de la habitación.

—Eres un mierdas —soltó antes de rodar en la cama.

Raúl se quedó en una esquina de la cama, pensando en como sería su relación con Rubén después de todo eso, pero después recordó algo que le quitó toda posible ilusión.

—¿Por qué debes irte a Noruega? —preguntó Raúl, con tristeza. Pensó que el universo de verdad lo odiaba por tener los días contados con el que siempre recordaría como su primer amor.

—Mamá quiere que pasemos la navidad con mis abuelos —respondió el menor, dándose cuenta de que era lo que había puesto tan molesto a Raúl.

—Entonces, ¿Será un adios? —cuestionó, sin ganas de si quiera voltear a verlo.

—Bueno, un adiós hasta enero —aclaró Rubén, sin prestarle mucha importancia, pues realmente solo pasaría la mitad de diciembre y una parte de enero fuera del país.

—¿Que no te irás para siempre? —preguntó, a la vez que rápidamente se sentaba en la cama.

—Nop.

Ahora Raúl tenía otra cosa por la cual molestarse. Había armado toda esa escena porque supuestamente no iban a volver a verse, y ahora resulta que solo se iría por menos de un estudio mes.

—¿Te pasa algo? —le preguntó el menor, al ver el repentino cambio de humor del contrario.

—¡¿Por qué coño no me dijiste antes?!

—Iba a decirte unas días antes de irme, no creí que fuera tan importante, después de todo no me iría por mucho tiempo y podríamos hablar por mensaje —contestó en su defensa.

—¡Joder, tío! Te dije todo eso por que pensé que nunca nos volveríamos a ver —confesó, volviendo a tirarse en la cama.

Rubén se puso al lado de Raúl, de forma cuidadosa, antes de tomar su mano, sorprendiendo un poco al mayor.

—¿Puedo besarte? —le preguntó el menor, algo apenado y con los nervios a flor de piel.

—No —respondió, tapándose penoso la cara.


















No sé ustedes, pero a mí me gustó esté penúltimo capítulo uwú ✨

Creo que no ocupo hacer las típicas aclaraciónes, en su lugar, quiero darles las gracias por todo el amor que le han estado dando a esta historia desde su primer capítulo.

Los quiero como no tienen idea mi gente hermosa, si pudiera ya les traería bien abrazados (。・ω・。)ノ♡

"The drama club" 🌼 rubiusplayWhere stories live. Discover now