46. Despreciable.

Începe de la început
                                    

—Bueno... esto es incómodo supongo —dije con mi voz más débil de lo que pretendía. —Deberíamos hablar —suspiré adelantándome para indicarles la sala, pero ninguno se movió. 

Bueno, sí, Carla se movió pero no al lugar que yo la estaba invitando, ella pasó de mí y lo próximo que oí fue un fuerte cachetazo.

Me giré lo más rápido que pude y alcancé a ver la mano de ella colgada en el aire y a Ian con su mirada dolorosa en el suelo.

—¡Lo prometiste! —gritó tirando su mano a su rostro otra vez, pero no le pegó porque Delia fue más rápida y alcanzó a sostener su brazo. Le dio un empujó y se puso en medio para proteger a Ian, algo que claramente yo no estaba haciendo. —¡Dijiste que no irías por él!

—Carla —suspiré moviéndome por fin, pero sus ojos llorosos no estaban en mí o en mi hermana, ella estaba mirando a Ian quien no le devolvía la mirada ni tenía pensado hacerlo.

Me puse frente Carla mientras Delia que se giraba a ver el estado de Ian y sujeté sus hombros. Ella estaba desbordando en lágrimas pero no le costó fijar sus ojos en los míos.

—Esto no es culpa de Ian, tú no tenías porqué golpearlo —dije intentando ser amable. —Vamos, hablemos un poco, dejemos que Delia lleve a Ian a tomar algo...

—No hace falta, yo debería irme —susurró Ian recuperando la voz. Lo miré sobre mi hombro y mi mirada le dijo todo. Él no se iría.

Delia se movió rápido para sacarlo de allí mientras yo invitaba a Carla a la sala. Ella me siguió a regañadientes y apenas mi miró cuando me senté frente a ella.

—Lo lamento —fue lo primero que dije. Carla levantó sus ojos a los míos antes de desarmarse en llantos. —Debí decir algo antes, lo lamento.

—¡¿En qué diablos estás pensando?! —gritó con fuerzas poniendo mi piel de gallina. Ella tenía unos pulmones poderosos. —¡Tú no eres gay!

—Supongo que no —respondí sincero encogiéndome de hombros. —O que no lo sabía... Carla, yo me enamoré de Ian. Ni siquiera lo pensé demasiado ¿Entiendes? Se trata de sentir... y yo me siento bien con él.

—¡No! ¿No lo ves? —consultó con desespero. Se arrastró hasta quedar arrodillada frente a mí y tomó mis manos entre las suyas. Su tono de voz disminuyó considerablemente cuando habló otra vez. —Te está usando para vengarse de mí... porque yo lo dejé. Él quizás si te guste, pero tú no le gustas Pablo, Ian te está usando.

Suspiré con pesadez y me puse de pie para alejarme de ella.

—¿No me crees? —continuó molesta. —Tú no lo conoces como yo, no sabes la clase de monstruo que es.

—Ian no es ningún monstruo —lo defendí de inmediato, con enojo.

—Y tú eres un ingenuo. Él te engaño todo este tiempo, te enamoró para que me dejes por él y

—Carla. Cuando Ian y yo nos empezamos a ver, nosotros no estábamos juntos —interrumpí. —De hecho fui yo quien se acercó a él y sí... lo hice como un plan de venganza. Mi plan. Quería vengarme de ti por haberme dejado.

Ella me observó confundida, perdida, realmente desorientada.

—Ian no es una mala persona. Yo sí.

—¿Hiciste qué? —consultó completamente en shock. Su acto de llantos se había terminado hacía minutos atrás. No respondí, ella había entendido. —¿Ian sabe?

—Se enteró cuando me besaste en el parque —dije tranquilo. Ella podía golpearme si quisiera, no me resistiría porque sabía que lo merecía. —Yo debí haber mencionado algo antes, pero no quería perderlo.

AtemporalUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum