Parte 5 La Petición

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– Ya sabes cómo lo vas a hacer.

– Hermano, no tengo la más mínima idea. Y tan sólo pensarlo me pone más nervioso.

– ¿estás seguro de lo que vas a hacer? –me preguntó mi antiguo compañero por video llamada.

Una respuesta vaciló en salir, pero mi terco corazón estaba determinado.

– Sí –le respondí con seguridad.

– Bueno, te deseo toda la suerte del mundo. –me dijo antes de cerrar la llamada.

Había buscado en internet toda la tarde ideas de propuestas de matrimonio, pero todas me parecía que podría sospechar, y no quería eso, quería sorprenderla.

¿Cantarle una canción? No

¿Llevarla a la playa? No

¿Hacerlo en un baile de instituto? Descartado al 100%

¿Una cena romántica en un restaurante y poner el anillo en su bebida? Nop, cliché.

¿Explotar la tarjeta de crédito y pedirle matrimonio en París o en Venecia? Su papá no la iba a dejar ir.

¿Usar a todos los adultos solteros con letreros afuera del templo? Era una buena idea, pero en parte...

Estaba convencido de que al templo era donde quería llevarla, pero no quería tanto público... después de todo el fondo de mi consciente todavía estaba con dudas respecto a un "nosotros".

Me armé de valor para llamarla, sabía que estaría en casa todo el día por sus vacaciones.

– ¿Hola?

– Hola, amor. Hoy no puedo ir a tu casa después del trabajo. –tuve que inventar una excusa a mil por hora, pues necesitaba tiempo de regresar a mi casa, cambiarme el uniforme del trabajo y recoger el anillo– el obispo me llamó, necesita ayuda con algo, ¿puedes alcanzarme en el templo a las ocho?

– ¿en el templo?

Oh, Dios, ojalá no se eche para atrás.

– Sí, hay un lugar al que quiero invitarte.

– ¿Pero tan tarde?

Soy pésimo para convencerla con una mentira.

– Lo sé, princesa, pero no puedo más temprano, el obispo me llamó... –se me estaban acabando las ideas, ni siquiera recordaba la excusa donde metí al obispo– pero hay un lugar donde quiero invitarte hoy.

No mañana, HOY.

– ¿Y no podemos hacerlo mañana con más calma?

– No. –estaba consciente de que había sonado desesperado– ¿Te veo allá?

– Ok. espero que valga la pena –Dijo y escuche una pequeña sonrisa suya. eso enardeció mi corazón.

– Yo también.

Yo también...

– Te amo. te veo en la noche –le dije.

– Ok –dijo y cerró la llamada.

Ha decir verdad, si hubiera estado más preocupado por mí que por "salvar" nuestra relación con una propuesta de matrimonio, hubiera notado que respondió mi " te amo" con un "ok". pero no lo estaba, no estaba pensando nadita en mí, sólo en ella, y en lo que yo quería construir con ella en un futuro.

Las horas se me hicieron eternas, y ese leve pensamiento taladraba mi cabeza a cada minuto. ¿Qué se hace en esos casos? Oh Dios, estaba tan perdido en las miles de ideas que se me pasaban por la mente, recreando situaciones y reacciones que ella podría tener, y cómo debía reaccionar yo. Pero ese pensamiento regresaba:

Another Mormon Love Story: SamWhere stories live. Discover now