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Las siguientes dos semanas pasaron tan rápido que Jeno ni siquiera las vio venir. Faltaban menos de veinte días para que Jaemin le entregara un hermoso pequeño y su niño no podía ser más mimado de lo que ya era. Las primeras noches Jeno no había pegado el ojo, pensando que quizás podían ir a buscar a Jaemin en cualquier segundo, aunque después empezó a dormir con tranquilidad y luego descubrió que la casa de su familia se había vuelto su nuevo hogar. Él y su bebé no podían estar más cómodos.

Sus hermanos tomaron muy bien la noticia, incluso los bebés parecían sentir a su hijo, porque no dejaban de corretear a Jaemin entre gateos y risas ruidosas de su pequeño de rizos. Dodo, Eric, Yeeun y Gowon se encargaban de mimarlo como si fuera un pequeño recién nacido, incluso más que a sus hermanos bebés. Ellos solo tenían ojos para Jaemin y su futuro hijo, diciéndole nombres todo el tiempo, al final parecía que el nuevo Lee iba a tener más de quince nombres con todo lo que se les ocurría a las pequeños.

- Chicos, ya les dije que basta, lo sacuden mucho. - Jeno tomó entre sus brazos a su pequeño, alejándolo de sus hermanos menores, observando el puchero que se formó en los labios de los cuatro. Jaemin al instante enredó sus piernas alrededor del cuerpo de Jeno y le dio un suave beso, maullándole, diciéndole que no se preocupara, que él se sentía muy bien. Jeno aún no comprendía cómo, pero cada día podía entender un poquito más a su minino, sin la necesidad de que este hable.

- ¡Queremos ir al bosque con él! - Dijo Yeeun, aunque al instante su voz bajó a un tono mucho más dulce, tratando de convencer a su hermano mayor. - ¿Podemos? -

- No, nena, Jaemin tiene que comer ahora.-

Después de que sus hermanos suspiraron con resignación, Jeno llevó a su pequeño a la habitación que compartían, recostándolo y colocándose a su lado, mientras admiraba el voluptuoso vientre de su niño, había crecido tanto.

- ¿Te duele algo, mi amor?-

No era cierto que Jaemin tenía que tomar su biberón, además de que apenas habían pasado dos largas horas desde la hora del almuerzo, pero sus hermanos le quitaban muchos tiempos con su bebé y al final, solo tenían las noches juntos, minutos antes de que Jaemin quede completamente rendido del cansancio y se acurruque en su pecho.

Jeno suspiró, no podía creer que sentía celos de sus hermanos, ese era un nuevo nivel de posesión, pero todo se le olvidó cuando vio a Jaemin negar con la cabeza, mostrándole esa adorable sonrisa de siempre, meneando las orejas mientras acercaba más su cuerpo al de Jeno.

- Eso es bueno, mi vida. - Llevó una de sus manos a la mejilla del pequeño y este al instante cerró los ojos, entregándose a la dulce caricia, soltando un dulce gemido que no pasó desapercibido por el mayor. - ¿Está despierto?-

Jaemin se puso serio y bajó su miradita a su abdomen, pasando sus manos por este, colocándolas ambas sobre su vientre para respirar profundo, mientras Jeno lo observaba atento, sin decir absolutamente nada. Las expresiones llenas de gestos de su Jaemin siempre lo tenían completamente embobado, dispuesto a verlo por días completos si se pudiera.

Jaemin suspiró y negó con la cabeza, regalándole una dulce sonrisa, Jeno entonces se estiró para atrapar sus labios, colocándose poco a poco sobre el cuerpo del más pequeño.

El minino se estremeció cuando una de las piernas de Jeno quedó justo entre las suyas, sintiendo como la rodilla del mayor empujaba hacía arriba, rozando toscamente su entrepierna. Llevándolo a cubrir su boca cuando otro gemido mucho más alto escapó de esta, rompiendo el beso debido a ese delicioso sonido debía ser oído por sus oídos.

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