El clérigo se dispuso a salir del templo, caminando por el pasillo para recibir a la novia que ya esperaba tomada del brazo de su primo que la llevaría hacia el altar. Todos guardaron silencio e inició la música de procesión. Diana inició el paso, llevando un ramo de flores blancas muy bonito, acompañada de un lado por su hermano Henry y del otro por Marcus, ambos cargando una caja con los anillos y las arras. Enseguida entró el cura y, por último, el Sr. Darcy y la Srita. Anne a quien llevaba lentamente de su brazo, sin apartar la vista de su amada que lo miraba desfilar con inmenso cariño. Darcy entregó a la novia y tomó su lugar junto a su esposa, diciéndole al oído:

–Te ves preciosa, muy atractiva debo reconocer. Siento mucho que por mi causa hayas tenido que cambiar de vestido.

–Ese lo podré usar en Londres si me invitas a cenar –dijo Lizzie sonriendo.

–Pensé que querrías cenar esos días en nuestra alcoba, a solas, con la chimenea encendida, como hace mucho no lo hacemos.

–Me encantaría.

Darcy la besó en la mejilla y se incorporó para escuchar las palabras del pastor.

La ceremonia estuvo llena de hermosa música y mensajes de alegría y buenos deseos que el Sr. Ensdale les brindó, recordando a la madre de la novia y de toda la bondad de su corazón que mostró a lo largo de toda su vida.

Terminada la ceremonia, Fitzwilliam ofreció el brazo a su esposa y salieron caminando por el pasillo, seguidos del pastor y de los familiares cercanos: los Darcy y los Donohue. Los Sres. Darcy felicitaron a los novios, quienes agradecieron mucho su atención. Luego Darcy tomó a su esposa de la mano con la intención de irse lo más pronto posible, pero varios invitados se aproximaron a ellos para saludarlos. La Sra. Bennet se acercó muy entusiasmada a darles la enhorabuena con Mary y con Kitty y a recordarle a Lizzie que presentara a Kitty los caballeros solteros que fueran buenos candidatos. Cuando por fin sus amistades se

los permitieron, los Sres. Darcy abordaron el carruaje para dirigirse a Rosings.

En cuanto llegaron, Lizzie y Georgiana fueron a ver a sus hijos a la alcoba para asegurarse de que todo estuviera en orden, sintiéndose con más confianza de pasar una tarde divertida. Regresaron con sus maridos a la mesa que tenían asignada, cerca de los novios, y en compañía de los Sres. Bingley. Las damas se sentaron y estuvieron platicando muy entretenidamente mientras los señores conversaban. Al cabo de un rato, Lizzie subió a ver a los niños y, antes de la comida, Georgiana se ofreció a ir nuevamente para que ambas estuvieran tranquilas de que sus hijos permanecieran contentos. Los Sres. Windsor se acercaron a saludar y platicaron un rato con ellos, participándoles de la próxima boda de su hijo Murray. Georgiana, al igual que Donohue, se sorprendió al saber la noticia aunque ambos lo disimularon con discreción, recordando que hacía unos años había recibido una propuesta de matrimonio de su parte, antes de aceptar casarse con su marido. Cuando los Windsor se retiraron a su mesa, Georgiana le contó a su esposo y a su hermano esa tarde que recibieron la visita del Sr. Murray Windsor en el salón de esculturas con lujo de detalles, con la

participación de Lizzie que adornaba graciosamente la conversación.

Los novios fueron recibidos por todos los invitados con grandes ovaciones y se sentaron en la mesa principal para dar inicio al banquete. La comida comprendía distinguidos platillos regionales, todos preparados con sumo cuidado en las cocinas de Rosings y con una hermosa presentación que abría el apetito con sólo mirarlos, el vino circuló por todas las mesas acompañando exquisitamente los alimentos. Los comensales disfrutaron de todas las atenciones otorgadas, escuchando una agradable música de fondo que siguió deliciosamente durante toda la fiesta.

Cuando la comida terminó, Lizzie se disculpó para ir a ver a sus hijos y a su ahijada y regresó unos minutos después, a tiempo para el primer baile. Darcy le ofreció el brazo cuando dieron la señal y la condujo entre la gente hasta la pista, seguidos por los Donohue. La música del baile inició, al igual que la conversación que en privado podían sostener los bailarines, a pesar de encontrarse rodeados de gente.

Los herederos del Sr. DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora